Retornan Simple Minds a nuestro programa de radio y de la mano de un disco que ya comentamos en el blog hace más de una década. Abordamos los momentos más experimentales de los escoceses con uno de los 2 discos que editaron en 1981. El lp incluye varios temas que son pequeños clásicos de la historia de la banda, pero quizás en sus pasajes más arriesgados y aventureros es donde resida su principal encanto (al menos eso opino yo).
La cita será este sábado 28 de enero de 2023 a las 16.00h en el dial de Radio Universitaria de Alcalá de Henares (RUAH). Les emplazamos a esta nueva cita de nuestra temporada 14, ya que será el último programa antes del primer periodo de permiso de paternidad de Víctor Prats. No se lo pierdan.
Vuelvo a hablar de mi grupo favorito en el blog, en formato de revisión de disco desde ya hace un tiempo. Todavía me quedan ítems por comentar de sobra, así que es turno del siguiente. Para hoy nos vamos a su debut discográfico. “Three Imaginary Boys” dentro de la historia de The Cure está visto como una más que correcta carta de presentación, pero que no tendrá mucho que ver con lo que el grupo irá plasmando a lo largo de su dilatada trayectoria, ya incluso en los siguientes pasos que daría la formación.
Evolucionando incluso en nombre del grupo, ya que poco antes se conocían como Easy Cure, y tras firmar con el cazatalentos Chris Parry para su incipiente discográfica Fiction Records, The Cure se disponían a dar el trascendental paso de grabar y publicar su primer lp.
Junto a un jovencísimo Robert Smith, a punto de cumplir la veintena, y que se encargaba de la voz y guitarras principalmente, se encontraba Lol Tolhurst a la batería y Michael Dempsey al bajo. Una formación de trío muy sencilla, pero que logró dar forma a un álbum muy fresco (como en su día lo definió mi buen amigo José Luis Ramos), dinámico y directo. Vamos a ir viendo paso a paso sus 12 canciones, un número generoso para este debut.
ANÁLISIS DEL DISCO.
1. “10.15 Saturday night”: Con unas leves notas de cuerda, casi de ritmo charlestoniano, comienza la historia en disco oficial de The Cure. Un momento trascendental. La batería entra pasados unos segundos con fuerza, para dar forma a esta canción que tiene un leve toque misterioso en sus partes menos cargadas instrumentalmente. Se le puede considerar casi un single, ya que dispone de un esquelético videoclip con el grupo tocando en estudio, donde podemos ver a un Robert tan jovencito y delgado, que casi es irreconocible. Salía de la adolescencia. La reiteración de la palabra “goteo” en “10.15 Saturday night” es lo que conforma su hipnótico estribillo. Buen arranque, un pequeño clásico de la historia del grupo y que en directo gana en potencia y garra. Todo ello para reflejar la historia de una anodina noche de sábado sin plan a la vista. Un tiro efectivo.
2. “Accuracy”: Entramos en un momento pop como es “Accuracy”. Es una de las piezas más comedidas del disco, teniendo un ritmo que no es ni lento ni acelerado. Ofrece puentes interesantes al sencillísimo estribillo (que básicamente es repetir su título) y algunos efectos de producción en la voz de Robert que resultan hasta graciosos (quizás la prehistoria del actual Autotune). Es un tema inofensivo, pero a la par de los menos memorables de “Three Imaginary Boys”.
3. “Grinding halt”: Que en ciertos momentos no muy lejanos de la historia de The Cure “Grinding halt” se haya recuperado para ciertas giras, demuestra que es una de las canciones más apañadas en el sector del pop brioso del lp. Cierto es que no estamos ante una canción muy complicada, pero en su economía de medios, ya partiendo de la letra con esa repetición del “No -lo que sea-“, es donde reside su punto fuerte. El ritmo es tremendamente animado y me atrevería a decir que quizás sea el capítulo más memorable en su aportación instrumental a la historia de la banda por el por entonces bajista de la formación Michael Dempsey.
4. “Another day”: Que por lo general “Three Imaginary Boys” no se trate de un disco al uso de The Cure en lo que a sentimientos principales se refiere, no exime de que tenga sus ciertos momentos de leve melancolía e introspección. Recuerdo que en su biografía de La Máscara (libro de cabecera personal), Jesús Lorente establecía una conexión entre el protagonista de esta canción y el de la posterior “A strange day” de “Pornography”. En esta canción se habla nuevamente de cierta rutina y falta de estímulos, como pasaba en la apertura de “10.15 Saturday night”, pero en esta ocasión con una melodía más triste y apagada. Es una canción que merece bastante la pena y que de alguna forma puede dar pistas de lo que realmente será The Cure, al menos en sus siguientes 3 discos.
5. “Object”: Hay varios ejemplos de afterpunk en el disco y el primero que nos encontramos en “Object”. Canción de desprecio en su letra y de cierto arrojo y rabia en sus formas. Contundencia juvenil en sus formas y cierta potencia.
6. “Subway song”: Quizás uno de los pasajes más arty o curiosos del disco lo aporte “Subway song”, con esa historia nocturna casi susurrada al micrófono por Robert Smith, en la que una chica va por los pasillos del metro a medianoche y escucha pasos a sus espaldas, pero no se atreve a mirar atrás… No les haré spoiler, por si no la han escuchado. Misteriosa instrumentalmente, bien construida, con buenos detalles y arreglos.
7. “Foxy lady”: The Cure cuando han hecho versiones, por lo menos han sido originales. Y no han solido salir mal parados. Para este debut se incluye una de Hendrix, “Foxy lady”, que se aleja mucho de la original, ya que duplica el ritmo y la velocidad. Como curiosidad relevante añadida, Lol Tolhurst (lapsus, advertido por "oli" en comentario: quien canta es Michael Dempsey) es quien canta, siendo la única canción de la historia de The Cure que no solamente cante él, sino que no cante Robert Smith. Soy de los que está a favor de esta versión tan atrevida, no queda para nada mal en el conjunto del disco.
8. “Meat hook”: Con “Meat hook” estamos ante una composición que nuevamente apunta en el efectismo de repetición de palabras. Capítulo pop de cierto tono burlón y con una producción que hace que la voz de Robert tenga un eco lejano que le reporta un toque diferente. Es una canción que apuntala el carácter general sencillo y animoso del disco, por mucho que tenga sus ciertas aristas o enmiendas a ese sentir predominante.
9. “So what”: Durante mucho tiempo “So what” fue mi canción favorita del álbum. Es una canción que perfectamente podría servir como ejemplo para definir lo que es el afterpunk. Acelerada, ciertamente cabreada y arrojada, tiene un cierto toque de desenfreno incluso en el normalmente comedido tono de Smith al cantar. Y es que realmente es una canción que viene al pelo para la adolescencia, que es cuando accedí al disco, con lo que no me fue difícil verme seducido por su tono y enfoque.
10. “Fire in Cairo”: En su momento no me llamaba mucho la atención, pero a la presente fecha veo como mejores ojos (o escucho con mejores oídos) a “Fire in Cairo”. La melodía y la guitarra dentro de la misma, sobre todo, funciona muy bien. Es verdad que el deletreo casi hipnótico de su título a modo de estribillo puede sonar algo rutinario, pero puede que estemos ante una canción que lejanamente abra los caminos sonoros siguientes del grupo.
11. “It’s not you”: Otro momento claramente afterpunk del disco es “It’s not you”. Personalmente me ha gustado siempre mucho menos que “So what”, una de sus claras hermanas de texturas de la obra, pero he de reconocer que de alguna manera esta canción anticipa momentos futuros de rabia del grupo como pueden ser “Give me it” o “Shiver and shake”, aunque evidentemente con otros recursos instrumentales.
12. “Three imaginary boys”: Hasta 1985 fue tradición del grupo cerrar los discos con la canción título, a modo de síntesis. Y normalmente siempre fue una maniobra efectiva y con mucho sentido. En este debut, “Three imaginary boys” sirve de nexo a lo que vendrá después del grupo, puesto que más allá de cierta angustia que está plasmada en la letra (se puede ver ya directamente en ese “¿puedes ayudarme?”), instrumentalmente anticipa el tono más sombrío que adquirirá The Cure. Una maravilla de composición y que también ha sido rescatada de cuando en cuando por el grupo para sus giras. Como track oculto (en esto el grupo se adelantó a la moda de los 90), está la instrumental “The weedy burton”, que cambia de tercio y nos regala un epílogo más desenfadado, que puede ir más acorde con el enfoque general del disco que con el de la canción con la que está anexa y que da el título a la obra.
RESULTADO, CONCLUSIONES Y REFLEXIONES.
“Three Imaginary Boys” funcionó bastante bien. No es que The Cure pasaran a ser unos The Beatles, pero sí que permitió a la banda ver que tenía su potencial y a Chris Parry terminar de convencerse de que había vuelto a tener ojo como lo había tenido unos años antes con The Jam. El disco fue editado remozado para Estados Unidos, cambiando el nombre (a “Boys don’t cry”, single del grupo y primer gran clásico de la banda), su icónica portada con los 3 electrodomésticos sobre fondo rosa e incluso el listado de temas, quitando varios para incluir a “Boys don’t cry”, “Plastic passion”, el potente y polémico sencillo “Killing an arab” y el también muy efectivo single “Jumping someone else’s train”.
Poco después, Michael Dempsey dejó el grupo y entraron en la formación Simon Gallup (este es uno de los momentos clave de la historia de The Cure) y junto a Simon el teclista Mattieu Hartley, que formaba parte de la misma banda anterior en la que estaba Gallup. Incluso en esos días de 1980, se formó un proyecto paralelo y muy efímero llamado The Cult Heroes, que incluso editaron un single muy amable y simpático (en la onda sonora de “Three Imaginary Boys”) “I’m a cult hero” con su también notable cara b “I dig you”. Junto a Smith y Gallup estaba en este proyecto un cartero llamado Frank Bell. En la edición deluxe de “Three Imaginary Boys” se incluyeron las tomas de estudio y también algunas en directo (sobre todo en la de “I dig you” son notables los coros tan garrulos que hay por ahí).
Y el siguiente paso de la banda fue “Seventeen Seconds”, primer disco que fue comentado en este blog hace ya casi 15 años, del cual les dejo enlace para que puedan leer más a fondo sobre el notable giro estilístico que afrontó The Cure en su 2º trabajo de larga duración de estudio.
Este debut es un disco muy valorado en general, si bien de forma casi independiente a lo que en sí supone The Cure con toda su obra. Incluso componentes de Depeche Mode reconocieron que era un disco de cabecera de alguno en los días en los que los de Basildon comenzaban a andar como banda. Se escucha rápido, ya que las canciones son en general cortitas y en la mayoría de los casos tienen un ritmo ágil que ayuda a ello. Una entrega de notable, buena carta de presentación, pero que de alguna manera queda como un elemento algo exótico dentro de la carrera de The Cure, si bien siempre visto con cara amable por la mayoría de los que somos seguidores de la formación.
El pasado sábado 10 de diciembre de 2022 a las 16.00h en el dial de Radio Universitaria de Alcalá de Henares (RUAH), llevamos a cabo un programa muy especial. Con motivo de la reciente visita a Madrid de The Cure, dedicamos el programa a comentar nuestra asistencia a dicho concierto y de paso hablar sobre la trayectoria del grupo en directo.
Pusimos varias canciones de sus discos oficiales en directo tanto en primer como en 2º plano y pudimos comentar aspectos de sus lanzamientos, además de nuestras experiencias previas en conciertos de giras anteriores de The Cure a los que también asistimos. En el programa estuvimos presentes Sergio Calero, Mariano González y Víctor Prats.
Se emitió en directo en la fecha indicada y se estuvo repitiendo varias veces los sábados a las 16.00h y los miércoles a las 23.00h en el mismo dial, pero por si no lo escucharon en RUAH, aquí les insertamos el reproductor y les dejamos link a su alojamiento en Ivoox por si desean escucharlo: https://www.ivoox.com/dmr-14-5-audios-mp3_rf_101482511_1.html
Retornamos tras el parón navideño a nuestra actividad habitual de la mano de la 2ª parte de nuestra temporada 14 en la radio. Lo hacemos de la mano de un disco muy importante dentro de la trayectoria del artista que nos ocupa. Y es que “Reckless” puso en escena internacional a Bryan Adams en 1984.
Se trata de un disco incontestable, con un surtido de singles/hits, como “Summer of 69”, “Run to you” y “Heaven”, que funciona a la perfección. Salvo cosa rara, seremos 3 voces los que hablaremos sobre esta obra este sábado 14 de enero de 2022 a las 16.00h en el dial de Radio Universitaria de Alcalá de Henares (RUAH). No falten a la cita.
Parecía que hubiera pasado una vida. Realmente lo que pasó entre medias fue una época de pandemia y asuntos personales que afectaron a nuestras vidas que hicieron que nos diera impresión de que las últimas veces que vimos a La Broma Negra en directo parecíeran cosa de una época muy lejana. Y no fue tanto tiempo, si reparamos en ello (World Goth Day de 2019 y concierto propio en noviembre de 2018).
Había ganas de ver después de este lapso de tiempo a Carlos Caballero al frente de una formación que se había expandido de forma "orfeónica", cumpliendo los deseos que hacía tiempo nos confesó el propio Carlos de disponer una banda extensa sobre las tablas. Otros 6 músicos acompañarían a Carlos en escena para esta ocasión y fecha tan especial, a modo de cierre de las navidades, puesto que el concierto se extendió desde las 21.33h hasta las 23.29h del día 6 de enero del presente 2023.
Acudimos puntuales, según rezaba el evento, y un par de minutos antes coincidimos en la puerta de la sala Maríano González y Víctor Prats. Curiosamente, en la puerta del recinto, nos encontramos con un compañero de academia de oposiciones de Víctor Prats, que había descubierto por su cuenta no hacía mucho a La Broma Negra y que acudía por su cuenta y riesgo al concierto. Entre Víctor y este excompañero, en sus días de oposiciones, no tuvieron tiempo de hablar mucho entre sí, con lo que él desconocía de la existencia de este blog, de nuestro programa de radio y de nuestros gustos musicales, y nosotros desconocíamos que tras su breve nombre, Fran, se encontraba el líder de la banda Flores Raras, grupo al que recuerdo bastante bien de comienzos de siglo, justo en los días en los que empezaba a entablar amistad con Mariano González.
Apreciación sobre el estilo de escritura de la crónica: es la primera vez que la crónica va a estar escrita a modo entrelazada entre Mariano González y Víctor Prats, con lo que a veces verán que hablamos en 1ª personal del plural o desde la primera persona del plural de uno o el otro.
Fue una actuación contundente, con un sonido potente a más no poder, que desbordó a la sala Moby Dick y que en ocasiones engullía la para nada débil voz de Carlos Caballero. El grupo dispone en su formación de directo de un violinista sintetizado, que le confiere un toque muy especial al grupo, casi recordando a ratos a los Visage o Ultravox de los primeros 80 del siglo pasado. Se recupera la figura del teclista, pero los 2 guitarristas, el bajo y el batería son los que le confieren el músculo principal a La Broma Negra.
La Broma Negra como proyecto hace buena la máxima de Heráclito, por aquello del “todo fluye”. La música en sí es y no es a la vez la misma que hace tiempo. No puede ser de otra forma, porque Carlos, en lo que a componentes se refiere, es la única referencia fija. Este cambio se puede notar en particular con las canciones antiguas, que nacieron en otras vicisitudes. Esto no es malo, Carlos, entre tanta variable, es la única constante. Es el gestor de su repertorio y su administrador. Como decíamos, no es malo, porque las canciones siguen sonando estupendas y no han perdido vigor y emoción.
De hecho, este cambio se barruntaba la última vez que pude ver a La Broma Negra. A saber: mayor proyección roquera, un sonido más orgánico y el camino abierto hacia una electricidad más evidente. Todo esto pudimos comprobarlo en la Moby Dick. La banda, como decimos, sonó potente, con el sonido más recio que les haya oído hasta ahora. Me sonó a una mezcla entre hard rock, pop, gótico y otros elementos como el folk, por la añadidura del violinista.
Como decíamos actualmente la banda la componen siete personas. Merece la pena, y es justo, que los detallemos: Javier García (Guitarra), Gonzalo Corrales (Batería), Luis García (Piano y teclados), Fernando Barranco (Bajo), Nicolás G, Rengel (guitarra acústica y eléctrica) y Óscar Ximénez (Violín y mandolina).
El setlist promedió más canciones, digamos, recientes que añejas. Cuando digo “recientes” me refiero de “Los Extraños Tienen Los Mejores Caramelos” en adelante. De este disco, por ejemplo, sonaron “Odio al cantante, pero amo la canción”, “Banderas de nuestros padres”, “Rey Cuervo”, “Rimas y Leyendas”, “Demonios en el jardín” y “Martín Pescador”. Hay que recordar que este disco ya supuso el paso de la preminencia electrónica al crecimiento acústico. De entre sus canciones se benefician de la nueva formación sobre todo “Martín pescador” (que cerró el concierto) y “Odio al cantante, pero odio la canción”, dado que ahora La Broma Negra tiene entre sus componentes, al violinista Óscar Ximénez, cuyos arreglos vienen de perillas para estos dos temas. “Demonios en el jardín” sonó brutal, retumbante, poderosísima. A la batería los arreglos han ganado en ritmo y complejidad y en canciones como ésta se nota. “Banderas de nuestros padres” es una canción con justo marchamo de clásico y una casi fija ya del repertorio.
De su último disco “Suicidarse Y Seguir Viviendo” (2020) hubo una nutrida representación, y el encaje con la banda no puede ser más coherente. Ya va siendo un álbum que empieza a seleccionar sus propios clásicos y sus favoritas. Destacamos, por ejemplo, “Me llamo España y soy alcohólica”, su primer single. La canción tiene un toque cáustico en la letra, incluso en la música, y suena concienzuda y potente. “Los pecados de mi padre” es la contraparte melancólica y pausada que aportó variedad a un concierto en general bastante cañero.
Muy interesante me resulta “Por mí y por todos mis compañeros” una estupenda canción con referencias histórico-culturales tan del gusto de Carlos Caballero. Es extraordinario que una canción cite, entre otros a Pedro Muñoz Seca, Enrique Jardiel Poncela o a Ángel Ganivet. En realidad, habla de una serie de españoles de infausto final (suicidas, fusilados, olvidados de sus coetáneos). Digresiones aparte la canción fue un punto emocionante de la noche. “Tengo un ataque de oscuridad” es una buena muestra de los últimos tiempos de La Broma Negra. Sonó realmente intensa- También es pertinente recordar la melancolía y la emoción de “Mi hermano Pequeño”, un hermoso momento para el concierto. Hablamos de canciones que poco a poco irán ganando estatus y relevancia en los conciertos.
Del estupendo “Amigos, Temo Que Ya No Estemos En La Tierra” hubo una representación suficiente como para relamerse a gusto. La bucólica: “Los hijos de las brujas”. “La enfermedad del beso” y “Los cuerpos celestes” Éstas dos última Sonaron juntas formando una dupla ganadora a base de la contundencia de la primera y la épica de la segunda. Uno de los mejores momentos del concierto.
Si miramos más atrás en el tiempo entramos en un terreno verdaderamente clásico. En el caso de “Déjanos La Luz Encendida” no podía faltar “Heridos”, que además siempre tuvo entre sus bazas ganadoras a una percusión muy prominente. Ayer esa característica se hizo más patente gracias a un excelso trabajo de la batería, que hizo la canción más incisiva si cabe. Las elecciones en cuanto a “Desilusiones De Grandeza” fueron dos auténticos trallazos que quizá con el transcurso de los años han quedado como dos de sus momentos más representativos. Hablamos de “Su decisión, mi capitán” y “Protege tus secretos” que fueron interpretadas como dos zarpazos de pura energía.
Al disco “Joyas De Princesas Muertas” le tengo un cariño especial, aunque solo sea porque cuando escuché a La Broma Negra por primera vez, allá por 2011, era el que estaban defendiendo en directo y con el que los conocí. Dentro de esta obra hubo una elección que a mí se me antojó peculiar, pues tengo la sensación de no haberla escuchado con frecuencia en directo. Se trata de “Me vas a hacer llorar”, que esparció una sensación de melancolía muy propia de la canción, aunque salpimentada por ese giro lírico tan pintoresco de “hacer gárgaras con tu orinal”. Por otra parte, un concierto de La Broma Negra no sería tal, si no sonase “Nieto de maestro de escuela”, una canción fija y válida para cualquier momento. Sonó en la recta final junto con otra compañera de disco: “Cenicienta. Yo, que estoy acostumbrado a la versión de “Joyas De Princesas Muertas”, me quedé sorprendido con el toque roquero, casi de hard rock, del tema. Al comentárselo a Carlos al final del concierto me indicó acertadamente que la interpretación del tema fue más próxima a la de “Envenenador de Manzanas”.
A título personal, lo que vi en el concierto no fue nuevo, pero sí pareció hecho de forma nueva. Se puede llamar renacimiento, reencarnación, o como prefiramos. Carlos Caballero está escribiendo un nuevo capítulo, que no suena nada mal. Hemos visto en DMR a muchas formaciones de la banda, con todas las posibilidades numéricas posibles en cuanto a componentes. Y, de todos modos, seguir sintiéndose vinculado a las canciones es inevitable, porque, aunque se halla transfundido la sangre, el corazón del grupo permanece inalterable en la persona de Carlos Caballero.
El sonido del concierto fue de una energía evidente. Me parece la actuación más rotunda que jamás haya visto de La Broma Negra, incluyendo el concierto del World Goth Day de 2019. La mera presencia de siete miembros sobre el escenario da una sensación de empaque, de poderío y rotundidad. El grupo toco bien, aunque en la mezcla (no por culpa de la banda) quizá la voz de Carlos parecía algo sepultada por el muro de sonido por parte de sus compañeros. Tampoco es que fuera ningún problema grave, su actitud sobre las tablas fue sobresaliente. Se trata de un frontman que salió a comerse el mundo, y al cual se le quedó pequeño el escenario, demandando otra más amplio. En cualquier caso, fueron casi dos horas que se siguieron con mucho interés, y con notable pasión. Esa es mi definición para el concierto: pasión.
En muchas crónicas anteriores guardábamos un espacio para el aspecto del grupo, toda vez que el atuendo de la banda era una cosa tan interesante como importante. Eran pequeñas performances que cobraban sentido con el espíritu y la filosofía de La Broma Negra. Digamos que la banda en general salió sobria, salvo por una especie de casaca napoleónica que portó el teclista, conjuntada con un bombín. Carlos iba con un atuendo casi sencillo, cercano a lo castizo, incluyendo tirantes y gorra.
En 2 horas de actuación, , La Broma Negra asentó muy bien las nuevas canciones de su último disco "Suicidarse Y Seguir Viviendo" distribuyendo de manera bastante natural las canciones más adoradas por parte de los seguidores de trayectoria del grupo. Si bien, hay que apuntar, que nuevamente no se satisfizo al núcleo duro de los seguidores, que suelen clamar, cantando su estribillo "Una mujer enamorada es otra forma de terrorismo". Sí que se atendió en el caso de "Cenicienta", aunque creo que el asunto es que ya estaba prevista que sonase.
Al término del show esperamos para reencontrarnos personalmente con Carlos Caballero después de océanos de tiempo. Nuevamente disfrutamos de una buena tertulia post-show dentro de la propia sala, a la cual en esta ocasión se sumó Fran, como nuevo creyente de La Broma Negra, hasta tal punto que no dudó en comprarse el último lp de la banda y solicitar a Carlos que se lo dedicase, lo cual hizo Carlos, como no, amablemente. La tertulia se extendió en el coche de Fran hasta altas horas de la madrugada, derivando sobre todo al 7º arte.
Resumiendo: La Broma Negra se encuentra en un buen momento. Ya superado el cierto trauma que en su momento supuso la partida de componentes de recorrido, sobre todo el caso de Álex Gómez, Carlos Caballero ha mantenido firme el timón del proyecto del grupo y parece que lo sigue navegando a buenos puertos. En esta ocasión incluso se engullió a la Moby Dick, en lugar de que la ballena hundiera a su barco. El aforo estuvo bastante bien, congregando a bastantes curiosos, fieles y nuevos curiosos que ya hemos comentado. Esperemos que no pase tanto tiempo hasta que tengamos nueva ocasión de ver a La Broma Negra en directo. Nos lo pasamos muy bien. Agradecemos mucho a Carlos Caballero que volviera a contactar con nosotros para esta ocasión. Le echábamos de menos.
Texto, fotos y vídeos: Mariano González y Víctor Prats.
Antes de nada, en nuestro primer post del año, les deseamos un feliz 2023. Parece cosa de otra vida. Y es que ha pasado una pandemia por en medio y muchos cambios en mi vida. En todo caso, va camino de 4 años desde la última vez que DMR acudió a una actuación de La Broma Negra. Recordamos que aquellos 2 últimos shows ya habían mostrado un cambio notable en la formación que venía siendo habitual. Y después vino el parón.
Este viernes 6 de enero, acudiremos a la sala Moby Dick, como hace casi 6 y 7 años hicimos, para ver al grupo en directo nuevamente tras tanto tiempo. Está claro que el concierto será bastante distinto a lo que vimos en 2016 y 2017, por mucho que el lugar sea el mismo. Es un reencuentro con una formación amiga tras mucho tiempo, que tomamos con mucha ilusión.
Les recomendamos este plan como final de las fiestas navideñas el mismo día de Reyes 6 de enero a las 21.00h en la sala Moby Dick. Los precios de las entradas son bastante asequibles y siempre renta el asistir a un concierto de La Broma Negra por todo lo que ofrecen y por no tratarse de una oferta musical evidente.
Agradecemos a Carlos Caballero que se haya acordado de nosotros para poder dar cuenta de sus andanzas al frente de La Broma Negra.