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domingo, 24 de febrero de 2019

Concierto Massive Attack. Madrid (17-02-2019)

La primera música que se oyó en el Palacio de Vistalegre fue de viento. No, no había ninguna sección de trompetas, saxos o flautines; sencillamente pasaban veinte minutos de la hora prevista de inicio y la gente silbaba. Por un lado normal, si pensamos en el inquietante antecedente del Mad Cool del año pasado. Sin embargo, que nosotros supiéramos, Franz Ferdinand no estaban tocando allí cerca “incordiando” a los de Bristol, así que si no salían debía ser por otro motivo. Concretamente salieron tarde porque salieron tarde. Y punto.
Ver a Massive Attack era un cuenta pendiente musical lo suficientemente estimulante como para requerir su satisfacción en cuanto hubiera una oportunidad decente. Así que cuando salieron las entradas, hace unos meses, para el concierto y tras ponderar lo elevado o no del importe, decidí apuntarme. Era mi reencuentro también, por cierto, con Vistalegre; de mi última visita hace ya unos cuantos años, con motivo de un concierto de Elbow.
Servidor va tirando pero todavía sigue cojo, así que me agencié una entrada general de grada (sin numerar) para poder verlo todo sentado a plena satisfacción. Y no se crean que fue muy sencillo llegar al asiento, las localidades netamente inferiores estaban ya ocupadas cuando llegué y hube de subir un cierto tramo. Afortunadamente, a pesar de la pendiente y estrechez de las escaleras, llegué a mi asiento sin partirme la crisma aunque con un notable sofoco. Cuando estaba a punto de comenzar el concierto, y mientras muchas personas todavía hormigueaban en busca de birra o viandas, se apagaron totalmente las luces de la Plaza (o Palacio) durante unos dos inquietantes minutos en los que las personas que no estaban aposentadas hubieron de hacer una mezcla de funambulismo y espeleología (usando el móvil como luz) para llegar a sus localidades.
Y, esto es lo importante, llegó la música. Varias consideraciones sobre el concierto. Fue un evento oscuro en dos sentidos. En el sentido más literal de la palabra, la iluminación favorecía un ambiente tenebrista, de densos claroscuros, donde la mayor parte de los puntos de luz provenían de las pantallas con las proyecciones audiovisuales. Oscuro también en el sentido musical, siendo eso algo previsible si tenemos en cuenta que el protagonismo de la noche caía sobre “Mezzanine” (1998), sin duda un disco áspero y algo lóbrego.
Massive Attack en líneas generales, y tocando “Mezzanine” en particular, no se prestan a dar botes, inducir a que se enciendan mecheros, o a tratar de empatizar con el público. El concierto fue sobrio hasta la sequedad; no hubo saludo, despedida, o bises. Nada de Interactuar con el público. Ojo, esto no implica que la música no fuera potente; cuando correspondió, las bases poderosas y las guitarras exaltadas restallaron por todo el recinto como un trueno pero, ya digo, de una forma algo estática.
Si a esto unimos la cantidad de material audiovisual que emplearon durante todo el concierto y que las imágenes tenían algo de conceptual, creo detectar (igual esto es una boutade) alguna ligera similitud con Kraftwerk. ¿Cuáles fueron los conceptos de las imágenes? Oscilaron entre lo político, con apariciones de Trump, Putin, Hussein, etc.; la crítica social, mostrándonos a algunos famosos como a Britney Spears desnortada u O.J Simpson y sus guantes, o imágenes de guerras; y finalmente el terror tecnológico, mencionando el control de la Big Data y sus mecanismos de manipulación. Parecía un poco un episodio de “Black Mirror”.
Todos estos elementos no los menciono como algo en sí mismo peyorativo, sabíamos a lo que veníamos, nos gustaba la música que íbamos a escuchar y además prácticamente qué canciones iban a sonar. Por cierto ¿qué canciones, hablando en general, fueron las que se escucharon? Pues la canciones de “Mezzanine” (esta gira está consagrada a él) desordenadas y algunas canciones sampleadas en el disco, más algún que otro homenaje que iremos viendo.
Es de agradecer que la gira cuente con dos voces muy vinculadas a Massive Attack y con un enorme prestigio propio. El jamaicano Horace Andy, socio indisoluble de los británicos, y Elisabeth Fraser que puso en su momento voz a varias de las mejores composiciones de “Mezzanine”. Se abre el fuego con una versión de The Velvet Underground, “I found a reason”, tema venenosamente agradable que tuvo algo de inquietante en manos de Massive Attack. Se incluyó en el concierto porque la canción “Risingson” contiene un sampler de la misma.
Y fue precisamente “Risingson”, muy coherentemente, la encargada de continuar adelante. Con excelentes resultados, además. La esencia del hip hop oscurísimo, como salido de los abismos, fue amplificada muy fielmente para pasmo y regocijo del público. La tercera canción fue de nuevo una versión, “10:15 saturday night” de The Cure, saltarina y guitarrera como la original incluida en el “Three imaginary boys” (1979) de los de Robert Smith. No deja de ser curioso que una canción que he escuchado infinidad de ocasiones cantada en su formato primigenio fuese puesta en directo por Massive Attack. También tuvo su porqué y es que un sampler de la misma se en incluye en “Man next door” que, adivinen, sonó a continuación.

“Man next door” contó con el prurito de ver a Horace Andy al natural, como un miembro más de la banda. Las contundentes y marmóreas bases de la canción nos dejaron al borde del hipnotismo, sin duda en el buen sentido. Y llegó el turno de Elizabeth Frazer para cantar “Black milk”, o lo que es decir la sustitución de la contundencia por la quintaesencia de la atmósfera y la lúgubre insinuación. Acaso fuera el momento más misterioso de la noche, por decirlo de alguna manera. Lo siguiente fue muy intenso. Me sorprendió un poco que tocasen tan pronto “Mezzanine”, la canción título, con todo su poderío épico, intenso y angustioso. Por sus características me esperaba que cayese en la parte final, donde realmente se encuentra ubicada en el disco, pero ya puestos a cambiar el orden de las canciones quizá tuviésemos épica desesperada de sobra con “Group four” más adelante. Todo se andaría.
Y llegó el momento de la furia. La furia fascinante y guitarrera de “Bela Lugosi’s dead” de Bauhaus en manos de Massive Attack. La inclusión de esta cover no tiene nada que ver con ningún sampler, simplemente tiene que ver con la memoria musical de la banda. Robert del Naja asistió a un concierto de Bauhaus a inicios de los ochenta y prácticamente salió de allí queriendo ser músico. Todo el espíritu indómito y gótico del original fue conservado en una interpretación brutal… Aunque algo fría al mismo tiempo. Esas dos contradictorias sensaciones fueron comunes en algún que otro momento.
Había necesidad de parar tras el tormentoso encadenamiento de los últimos dos temas y lo ideal era que sonara Exchange, el leve instrumental de “Mezzanine” que cumplió bien con su encomienda relajante. Lo siguiente podemos considerarlo un homenaje al cantante jamaicano Horace Andy, oficiosamente miembro de pleno derecho de Massive Attack pero que también tiene en su tanteo sus propios clásicos. “See a man´s face” es uno de ellos (ojo, que es de 1972) y fue una agradable muestra de buen hacer del entrañable vocalista.
La siguiente canción, “Dissolved girl”, es una de mis favoritas de “Mezzanine” y en directo se mostró tal como es. Misteriosa en las estrofas y salvaje en la brutal irrupción de las guitarras que, en vivo, sonaron terroríficas. Y sin embargo, tuvo algo de número de ventriloquía audiovisual. Me explico. Las voces, las originales de Sara Jay, estaban enlatadas y se coordinaban con los movimientos de labios de una chica cuya cara aparecía a todo tamaño en las pantallas gigantes. Fue algo original, extraño, pero carente de vida en ese aspecto concreto. Una vez más los vibrante y lo mecánico unidos de la mano.

Y otra versioncita para el coleto. Ahora era el momento de “Where all the flowers gone?” Del cantautor folk Pete Seeger. Su inclusión se debe no exactamente a un sampler sino a que para “Risingson”, Massive Attack, tomaron prestada una frase de la canción de Seeger. En su ejecución estuvo Elizabeth Fraser. También fue un momento irónico porque “Where all the flowers gone?” es una canción pacifista, pero en las proyecciones solamente hubo imágenes de conflictos armados. Sin duda el show tuvo una parte muy politizada.
Basta de lindezas, llegaba de nuevo el momento de la intensidad. “Inertia creeps” es uno de los clásicos indiscutibles de “Mezzanine”, un siniestro hip hop de hirientes bases que fue interpretado con impecable convicción (las cosas como son) por Del Naja. El tramo final de canción fue una apoteosis eléctrica, furiosa e imbatible. Y nos vamos… al punk. De la mano de una versión (otra) de “Rockwrok” de Ultravox!; en concreto de la etapa inicial con John Foxx, que incluía alguna descarga punkarra como ésta. Su inclusión en el setlist se debe a que es sampleada en “Inertia creeps”. De nuevo una versión muy fiel al original, lo que en este caso supone un ritmo electrizante, punzante y vibrante. Sin duda lo más directo y primitivo que escuchamos esa noche.
El despiporre de “Rockwrok” fue seguido por uno de los momentos álgidos de la velada, la muy destacada “Angel”. Diría yo que fue uno de los instantes donde el público estuvo más metido en la música, y no fue para menos; la interpretación fue fiel con el añadido de un tanto por ciento más de furia. La voz de Horace Andy y las furibundas guitarras nos dejaron en nuestro lugar.
¿Qué decir de lo siguiente? “Teardrop” es probablemente, quizá junto con “Unfinished simpathy” del “Blue Lines” (1991), su canción más conocida. Sin embargo, aunque la hayamos visto en anuncios, series de tv o películas, su encanto e interés no decrece. Elizabeth Fraser la cantó en un escenario absolutamente penumbroso, donde apenas irradiaban luz unos leves rayos. La voz y los leves arreglos, Robert del Naja en el sinte, preservaron la belleza de un tema tan conocido como (todavía) sobrecogedor.

Antes de pasar al “grand finale hubo un momento de recuerdo para el malogrado Avicii de la mano de un fragmento de su canción “Levels”. Y ahora sí, ahora llegó el remate, la canción más épica de Massive Attack, un compendio de dramatismo progresivo; “Group four”. Los más de ocho minutos de la canción fueron llevados a término de una forma tajante, apoyándose primero en tranquilos ribetes sedosos para desemboca en un final absolutamente tormentoso mediante la obsesiva repetición de los asoladores acordes de guitarra. Como final, no cabe duda que fue apoteósico. Y hasta aquí la música.
Como se puede ver, en muchas de las canciones hablo de épica, de poderío, de bases potente, de guitarras desaforadas, etc, etc. Todo ello nos debe llevar a la conclusión de haber asistido a un concierto sin tacha, donde todo estaba todo engrasado y en su sitio. Y algo de eso hay, claro. Sin embargo tengo la sensación de que faltó una pieza que encajar, la pincelada maestra que hubiera sido el detonante del disfrute total. Quizá sea la frialdad con el público, la desconcertante sensación de que por cada golpe de pasión había un equivalente maquinal. En conjunto la actuación a veces parecía una performance.
No obstante, poner muchas pegas sería excesivo. Muchas de las salvedades que comento son elementos idiosincráticos del de Massive Attack que tomas o dejas. Desde luego la idea de tocar las versiones íntegras de los guiños en formas de sampler que hay en Mezzanine fue original y quizá coherente. Cuando se suelen llevar a cabo estos conciertos monotemáticos que se centran en un disco concretos, a veces se incluyen éxitos de otros discos a cambio (eso sí) de perder algo de pureza en el concepto. Lo que no quita para que esa coherencia nos hurtase de escuchar “Safe from harm”, “Unfinished sympathy” o “Protection”. Sea como sea salí satisfecho en líneas generales y sospecho que, con el paso del tiempo, mi estima por el concierto de Massive Attack subirá algún entero.

Texto, fotografías y vídeos: Mariano González.
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viernes, 22 de febrero de 2019

Budiño - Fulgor (2019)

ANTECEDENTES E INTRODUCCIÓN.
El folk gallego, de raigambre celta, es un palo no demasiado visitado en DMR. Hoy lo hacemos de la mano de Xosé Manuel Budiño, músico importante dentro de esta escena y artífice de unos cuantos discos de peso dentro del género. No se vayan a pensar que hablamos de un músico cualquiera, entre otros logros amerita haber actuado con éxito en México, Líbano, Shangai o Irlanda y haber compartido escenario con Van Morrison, Jerry González o La Orquesta Sinfónica de Lorient. Casi nada.

Xosé Manuel Budiño es un virtuoso de instrumentos como la gaita o la flauta y lleva defendiendo su proyecto musical desde el año 1997, cuando publicó “Paralalia”. Ahora ha decidido dar un golpe de timón a su carrera editando por primera vez un disco cantado, “Fulgor”, que además trae consigo las colaboraciones de un buen puñado de prestigiosos amigos como Xoel López o Jairo Zavala (o sea Depedro). Como ahora veremos al repasar el disco, su contenido puede gustar a iniciados en este tipo de música y también a oyentes más ocasionales.

Es justo e imperativo señalar que este disco ha sido posible gracias al mecenazgo del vino rosado Ponte da Boga, que ya el año pasado hizo lo propio exitosamente con “Reina Pez” de Vega. Es de aplaudir que estas iniciativas puedan ayudar a la gestación y nacimiento de discos tan interesantes.

Veamos cómo se desglosa esta agradable sorpresa del inicio de 2019.

ANÁLISIS DEL DISCO.
1. “Fulgor”: El inicio comienza a trazar la senda que seguirá casi todo el resto del álbum. Pop reflexivo, levemente melancólico, con toques celtas reconocibles. Aun así es una canción más cercana al pop que a la vertiente folclórica, dando lugar a un tema agradable y meditativo que acaba con unos acariciantes coros. “Fulgor” es ensoñadora y hermosa. El hecho de que se cante en gallego (como casi todo el disco), lengua a la que no estamos muy acostumbrando si hablamos de pop, no es ningún obstáculo; al contrario, da una bonita musicalidad a las canciones.

2.”Poderosa”: Este tema comparte delicadeza con el tema anterior y, aunque quizá no entre tan de primeras como “Fulgor”, su carácter evocador es incluso mayor. Canción tranquila con matices folk aquí y allá, realmente agradable. En realidad no está tan lejos de algunos aspectos de la carrera en solitario de Xoel López, solo que mientras éste mira más hacia Latinoamérica (en “Atlántico” -2012- o “Paramales -2015-) Budiño tiene un aire más gallego.

3.”Frida”: Pues miren por dónde aquí tenemos la excepción que confirma la regla. Cruzamos el Atlántico y escuchamos una canción de esencia, sabor y hechuras mexicanas. De una forma cálida y tranquila eso sí, como para escuchar en un atardecer. Lo gallego, lengua y música, se unen con el español y México, formando una afortunada simbiosis. En las guitarras está Jairo Zavala de Depedro, que se siente como pez en el agua en este estilo. Buena canción que gustará mucho a las apetencias de la gente nostálgica.

4.”Pulso”: Pues también hay tiempo para el rock en “Fulgor”, y también para ritmos más movidos. En este cuarto tema abandonamos el tono meditabundo y nostálgico para imbuirnos de vitalidad y jolgorio; incluso se hace una referencia a la Motown en la letra. Instrumentalmente ganan en presencia la batería y la guitarra eléctrica. Buena evolución del setlist, con mayor variedad y atrevimiento.

5.”Santiago”: Primer single de “Fulgor”. Una buena armonización de gaitas y piano nos va introduciendo en un pop folk sensible y memorizable. Xosé Manuel une sus voces a la de Xoel López para crear una melodía vocal sencilla pero exuberante a un tiempo. Es una buena canción para representar al disco, por cualidades melódicas y exquisitez en los arreglos.
6.”Boreal”: Más toques de rock melódico, con la animosidad que aporta la guitarra eléctrica. “Boreal” es un medio tiempo de buenas atmósferas que tampoco escatima unos leves teclados en su inicio y en algunas partes de su desarrollo. Más enérgica pero sin perder su poder evocador. En algunos de estos momentos, digamos, más animados “Budiño” puede aproximarse a los gustos de, por ejemplo, algunas canciones de The Waterboys.

7.”San Xoan”: Sencillez acústica y una hermosa melodía son los ingredientes de este tema, y característica importante de “Fulgor”. Tiene un cambio de ritmo que hace que nos alejemos del folk puro para introducir un segmento fácilmente cantarín. Su amabilidad la hace ser encantadora. En esta ocasión la letra está en castellano.

8.”Sós”: Guarda algún parecido con la canción anterior, al inicio una base de piano con efectos y una guitarra acústica van llevando una suave melodía hasta que finalmente se progresa hacia una parte con más cuerpo. Acaba cogiendo una cadencia sencilla, sin llegar al cambio de “San xoan”. De cocción lenta, nunca es desagradable.

9.”Obertura”: Tema instrumental, a pesar de los leves coros vocales, que se basa en el ritmo y unas bases entre lo sintético y lo acústico. Como todo en “Fulgor”, es bonito pero tampoco está pensada para ser lo más destacado. Su cometido es llevarnos hasta el siguiente tema.

10.“Bos amores”: Uno de los mejores arreglos de todo el disco se hallan aquí en forma de melodía de violín. De, hecho estos arreglos y la voz de Xosé Manuel son los que llevan completamente el peso de la canción. Entre la melancolía y la ternura, “Bos amores” tiene una especie de romanticismo otoñal. Buen cierre de disco, o así lo considero yo, pues aunque vengan dos canciones más, no dejan de ser las versiones en castellano de “Fulgor” y “Santiago”.

RESULTADO, CONCLUSIONES Y REFLEXIONES.
“Fulgor” es un disco evidentemente elaborado con mimo en todos los aspectos. Ponte da Boga incluso ha lanzado una edición limitada de vino con el nombre del disco. Éste y, sobre todo, el mecenazgo impulsor que ha dado a Budiño para su última obra dan idea de que aún se siguen haciendo discos con cariño, mezclando arte y artesanía. “Fulgor” es un disco accesible, melódico, hermoso, pero hecho con una exquisitez artística casi cincelada. Aparte de los ya mencionados colaboradores, también se pueden seguir el rastro de Antonio Casado, Luiz Caracol o el Cuarteto Quiroga.

Solo nos queda recomendarles “Fulgor” y estar atentos a la labor como mecenas de la bodega Ponte da Boga.

Texto: Mariano González.
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domingo, 17 de febrero de 2019

Programa Texas “White On Blonde” (Temporada 10/ Programa 7)

El pasado 2 de febrero de 2019 a las 16.00h en riguroso directo en los estudios y dial de Radio Universitaria de Alcalá de Henares (RUAH), llevamos a cabo un programa centrado en el disco más exitoso de la banda escocesa liderada por la cantante Sharleen Spiteri.

Mariano González y Víctor Prats fuimos los encargados de hablar sobre un disco que personalmente nos trae muchos y buenos recuerdos de nuestra juventud y años de educación secundaria.

Como solemos intentar hacer, argumentamos que “White On Blonde” es mucho más que el lp que incluye “Say what you want”, y al margen de nuestras razones al respecto, pusimos otras canciones que forman parte del álbum que ponen de manifiesto la grandeza de la obra.

Por si se lo perdieron, aquí les insertamos el reproductor para su escucha y les dejamos el enlace a Ivoox para que se lo descarguen con total libertad: https://www.ivoox.com/dmr-10-7-audios-mp3_rf_32619993_1.html
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viernes, 15 de febrero de 2019

Temporada 10/ Programa 8: The Clash y “Sandinista!” (1980)

Con la consecuente complicación que puede suponer el análisis de un disco doble CD de 36 canciones (no en vano, hasta la fecha, es el único desdoblado en 2 post en nuestro blog), este sábado 16 de febrero de 2019 abordamos la tarea de tributar a The Clash, concediendo el protagonismo a su 4º disco de estudio.

Si sintonizan el dial de Radio Universitaria de Alcalá de Henares (RUAH) las 16.00h, podrán escucharnos a Mariano González y Víctor Prats defender la valía del extenso “Sandinista!”. Aparte de nuestras razones, seleccionaremos algunas de las canciones del disco para su reproducción (algunas -4- en primer plano e íntegras, y otras en 2º plano y también lo que duren).

Creemos que resultará un programa interesante para cualquiera (bien sean fans o no del grupo en su día liderado por Joe Strummer). Les esperamos como siempre. No nos fallen.

Links de interés:
Emisión on-line RUAH: http://www.ruah.es/emision-online/
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viernes, 8 de febrero de 2019

Marillion - Clutching At Straws (1987)

ANTECEDENTES E INTRODUCCIÓN.
Con Marillion tenía pendiente ahondar a conciencia en su discografía de su “Era Fish” (por no mencionar que de la actual y más longeva “Era Hogart o H” no he escuchado nada; no por ser reacio, sino por vaguería inexplicable). Cierto es que “Misplaced Childhood” es un lp que me lleva acompañando desde hace muchos años, pero más allá de una escucha superficial de “Script For A Jester’s Tear”, de “Fugazi” y del lp que nos ocupa, no había entrado a fondo en ellos (quizás había escuchado algo más “Fugazi”).

Y estas navidades, mirando en mi fondo de armario discográfico, para darle alegría y compañía a las siempre penosas tareas caseras de acondicionamiento de la morada, aleatoriamente decidí, tras darme de lleno con los discos de Marillion, tomar la determinación de dar el paso decidido por fin.

Y fue “Clutching At Straws”, el último disco que el grupo facturó con Fish a las voces el escogido. Oigan, por cierto, inciso: el caso de que de forma también aleatoria e individual nuestro colaborador Luis Felipe Novalvos también se metiera con la etapa Fish de Marillion en las mismas fechas, no deja de ser una sorprendente coincidencia.

Pensaba que sería difícil que cualquiera de las obras de Marillion pudiera gustarme más o igual que “Misplaced Childhood”, pero a veces la vida te demuestra lo equivocado que puedes estar. El resultado es que a la presente fecha “Clutching At Straws” se me ha desvelado como un disco muy bueno y capaz de pelear con su predecesor el puesto de mi disco favorito del grupo.

Fue un trabajo que sin embargo en su día no tuvo tanto éxito o aceptación como “Misplaced Childhood”, pero que no funcionó mal. Sus singles, sobre todo “Incommunicado”, lograron buenas posiciones en los charts, pero ninguno llegó al nº 2 como en su día logró “Kayleigh”.

Sin embargo, con el paso del tiempo, la crítica ha terminado aceptando a este disco como quizás la mejor obra del grupo y de hecho el propio Dereck Dick “Fish” ha afirmado en alguna ocasión que considera a “Clutching At Straws” el mejor disco que selló con la banda.

La formación, además de con Fish como vocalista, seguía con su línea habitual, con Mark Kelly en los teclados, Pete Trewavas en el bajo, Ian Mosley en la batería y las inestimables guitarras épicas del sensacional Steve Rothery. Nos espera un disco fabuloso para comentar, vamos con sus temazos.

ANÁLISIS DEL DISCO.
1. “Hotel hobbies”: El disco empieza sigiloso con “Hotel hobbies”, siendo una canción que va de menos a más. El tema alcanza puntos álgidos brutales con los acordes de Rothery acompañando a un Fish muy acertado en su interpretación vocal. La parte en la que Fish acusa en la letra con ese “lloras en momentos felices” es quizás lo que más permanece de un más que brillante comienzo de lp.

2. “Warm wet circles”: Nos encontramos con una pieza rockera y de entrega con “Warm wet circles” en la que, como no puede ser de otra manera en Marillion, hay lugar para interesantísimos giros en los sentires que transmite. Sirve para afianzar una apertura de disco de nota muy alta.

3. “That time of night (the short straw)”: Hay que ver qué bien arranca “That time of night (the short straw)”, con un sonido misterioso apoyado en las melodías de teclados de Kelly y las lejanas guitarras de Rothery. Sin embargo, ese poso se abandona casi al llegar los 2 minutos, para ganar la canción bastante potencia y asemejándose algo en la pegada e la previa “Warm wet circles” (no en vano, con ella forma una especie de suite, al volver en el tramo final a la misma). Sin lugar a dudas nos encontramos ante una composición que resulta muy interesante en cualquiera de sus sectores.

4. “Going under”: Fabulosa también resulta “Going under”, originalmente no incluida en el lp. El sonido más acústico de las cuerdas, con un sentido Fish a las voces, le concede un halo como de pieza gélida, invernal, que para fechas o sectores del año como en el que nos encontramos, resulta muy adecuada (ayudan las leves atmósferas de Kelly). La canción no evoluciona, siendo de las más lineales en su estructura del disco, pero a pesar de eso, no precisa de más alardes para dejar un buen sabor de boca y poder convertirse en un pasaje favorito de cualquiera que acceda al disco.

5. “Just for the record”: Cambiamos el tercio melódicamente y de forma radical, ya que pasamos del misterio y lejanía de “Going under” a la cierta amabilidad y facilidad de “Just for the record”, con un sonido muy apto para cualquiera. Un pasaje de cierta alegría y luminosidad para ir llegando al ecuador del disco.

6. “White russian”: Canción cáustica y contundente en sus formas, “White russian” suena incluso levemente amenazante en sus formas. Las notas muy marcadas de su melodía ayudan a esta sensación. Una composición de nervio y cierta rabia, con algún leve cambio de ritmo o pasaje de ensoñación que quizás en las primeras escuchas no llama la atención, pero que termina por convertirse en un clásico cuando el disco va haciéndose familiar. Quizás lo que más me llame la atención es su viraje a la épica gloriosa de los Marillion de aquellos días en sus 2 últimos minutos (nuevamente perfecta síntesis entre Rothery y sus cuerdas con la interpretación vocal de Fish); presten buena atención a ese tramo final, ya que puede ser uno de los mejores pasajes del disco en general.
7. “Incommunicado”: Cierto es que esta pieza sea la que menos (o de las que menos) tenga que ver con el conjunto de la obra, pero también es muy común que este ejemplo de canción sea la escogida como single y que además consiga un buen resultado (nº 6 en los charts). “Incommunicado” es una pieza alegre y acelerada, con un videoclip bastante excesivo y gracioso que le vino como anillo al dedo. Claramente es un tema muy pegadizo, que tras no muchas escuchas se termina grabando a fuego en tu mente y permanece como una pieza agradable. Siempre viene bien además un tema de este perfil en un disco donde lo baladí no abunda; de alguna forma nos da un respiro para afrontar la 2ª parte de la obra, donde Marillion continúan con su sesuda y más profunda labor compositiva. Sería como de alguna forma meter en una coctelera el “Jump” de los Van Halen con el “Invisible touch” de Genesis y subirle por 2 la velocidad. El lucimiento se lo adjudica en esta ocasión Mark Kelly y sus endiabladas melodías de teclado.

8. “Torch song”: Tras el locurón de “Incommunicado”, “Torch song” (canción dedicada al protagonista de la temática conceptual del disco -la historia de un hombre de difícil situación social, laboral, familiar, etc.-), viene a reportarnos la calma, gracias a un medio tiempo de transición que nos permite relajarnos, pero sin escatimar a la hora de regalarnos algunos momentos realmente disfrutables instrumentalmente.

9. “Slainte mhath”: “Slainte mhath” regresa al sonido más épico, destacando mucho esos sostenidos vocales de Fish en algunos momentos. No obstante, a pesar de su entrega y ciertos puntos de intensidad, no es personalmente el capítulo que más me llame la atención del lp. Es un capítulo de transición que, de alguna forma, nos prepara para el sector final donde nos encontramos con 2 piezas de mayor alcance, siendo las 2 de muy distinto sentir. Creo que fue la canción elegida para el inicio de los conciertos del tour, con lo que también tiene su importancia.

10. “Sugar mice”: He aquí otro de los singles del disco y quizás una de sus piezas más bonitas. Quizás a ratos sea mi favorita del conjunto e irremediablemente ha sido mi canción personal de las pasadas navidades, ya que, si bien la había escuchado alguna vez de pasada en una primera escucha superficial del disco hace una década, ha sido ahora cuando he profundizado en mi relación con ella. Es una pieza en forma de balada melancólica y reflexiva, con Fish excelente en el micrófono.

11. “The last straw”: El disco termina con “The last straw”, una canción que abandona el sentir melancólico de “Sugar mice” y permite terminar con un sonido más poderoso y luminoso. Con mejor rollo. De alguna forma deja un regusto algo parecido al del anterior disco, aunque creo que no llega a tan alta nota. Fish en el tramo final cuenta con coros que le apoyan, afianzando el título de la obra, esa expresión hecha que viene a significar algo así como “agarrarse a un clavo ardiendo”. Final poderoso, potente y no exento de épica (nuevamente gracias a la impagable labor de Steve Rothery a las cuerdas -lo sé, me estoy repitiendo mucho en esto, pero es que es muy necesario-); de alguna forma transmite (con su sonido), que no hay que rendirse y sacar fuerzas para revolverse ante esas situaciones difíciles que la vida nos puede plantear, con lo que con estas sensaciones que personalmente me transmite, creo que es un buen mensaje para acabar un disco muy rico y variado en matices. El añadido de “Happy ending” no deja de ser solamente una risas que se escuchan por ahí, que ahora mismo no sabría decir a quién pertenecen (¿al propio Fish?).

RESULTADO, CONCLUSIONES Y REFLEXIONES.
Ya he apuntado en la intro que el disco no superó en resultado comercial a “Misplaced Childhood”, pero que tampoco fue mal del todo en las listas (llegó al 2º lugar en el Reino Unido). De alguna forma, en el calado social supondría como un disco bueno que continuaba el éxito del previo; de afianzamiento de banda.

Lo que pocos supondrían en su momento es que Fish se marcharía del grupo en verano de 1988. Los motivos por lo visto estribaron en que Fish no soportaba el ritmo de grabación de disco y gira continuo sin paradas al que estaba sometida la formación. El grupo no decayó y, como por ejemplo hicieron Genesis en los 70 (y en los 90, con menos éxito), cambiaron de vocalista incorporando a Steve Hogarth. Como ya he reconocido, aún no me he metido en la era de “H” al frente. Prometo que lo haré, ya que no tengo nada en contra.

Este disco, con personajes culturales históricos añadidos en su portada y contraportada al ambiente de pub que se plasma junto a los componentes del grupo, pasa por ser un gran álbum. Yo he estado muchos años embelesado por el fenomenal “Misplaced Childhood”, teniendo la escucha de “Clutching At Straws” detenida en la cola de espera y me alegro muchísimo de por fin haberme salido de la zona de confort y profundizar en este trabajo. Espero que si alguien lee esto en la misma situación previa a la mía, se atreva a escuchar detalladamente este disco y lo pase igual de bien que lo he pasado yo.

Termino recomendándoles que, si puede ser, consigan al menos la edición de 2 cds. Básicamente porque en el cd2 hay algunas tomas muy interesantes de canciones del listado principal del disco, y además hay lugar para incluirse joyas de la talla de “Voice on the crowd” o “Exile on Princess Street”, esta última una pieza merecedora de estar en el conjunto principal (si bien, al ser un disco conceptual, quizás no tuviera una cabida muy lógica). Hay, creo, una edición más mastodóntica (de 4 cds, según me comentó Luis Felipe Novalvos), pero esa ya personalmente no la controlo. Lo dicho, sea como fuere, accedan a él. No se lo pierdan.
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domingo, 3 de febrero de 2019

Programa Blondie “Eat To The Beat” (Temporada 10/ Programa 6)

En una feliz tarde que fue la del pasado 19 de enero de 2019, en los estudios de Radio Universitaria de Alcalá de Henares (RUAH), a las 16.00h, llevamos a cabo un programa coloquio en directo sobre el siempre remarcable “Eat To The Beat” de Blondie. Quizás este disco esté algo a la sombra de otros del grupo liderado por Debbie Harry, pero a nosotros nos gusta especialmente y así lo dejamos demostrado en este programa.

Es una cierta curiosidad que por primera vez desde que hacemos coloquios-tertulias, hubo hueco para que cupieran 5 canciones completas del disco. Y no fue porque nos faltara material y asuntos que comentar.

Tomamos parte del programa Luis Felipe Novalvos, Mariano González y Víctor Prats. Por si no pudieron escucharlo en su día, aquí les dejamos insertado el reproductor para su escucha y el enlace a Ivoox donde está alojado por si se lo desean descargar: https://www.ivoox.com/dmr-10-6-audios-mp3_rf_32180094_1.html
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viernes, 1 de febrero de 2019

Temporada 10/ Programa 7: Texas y “White On Blonde” (1997)

El año 1997 estuvo plagado de discos interesantísimos: Blur y su “Blur”, Depeche Mode y su “Ultra”, U2 y su “Pop”, Oasis y su “Be Here Now”, etc. Y entre ellos destacó con fuerza (cosa que no era fácil) el “White On Blonde” de Sharleen Spiteri y sus acólitos.

Escudado en singles fabulosos, de los cuales llevó la bandera y estandarte con firmeza el “Say what you want”, el disco no solamente se basa en ello, sino que su conjunto de canciones “no single” son en muchos casos igual de válidas que los que fueron editados por libre para las correspondientes labores promocionales.

Al regresar de los estudios de Radio Universitaria de Alcalá de Henares (RUAH) tras la última sesión que nos deparó el programa en directo sobre “Eat To The Beat” de Blondie, Mariano González reparó en este disco ya comentado en nuestro blog hace mucho tiempo y me pareció una excelente idea.

Acompáñennos este sábado 2 de febrero de 2019 a las 16.00h en el dial de Radio Universitaria de Alcalá de Henares (RUAH) para disfrutar de una buena hora de música de la mano de estos escoceses y de nuestras humildes y discutibles opiniones al respecto.

Links de interés:
Evento en Facebook: https://www.facebook.com/events/567271293685330
Emisión on-line RUAH: http://www.ruah.es/emision-online/
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