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sábado, 31 de octubre de 2009

1981 Phil Collins - Face Value

Huelga quizás decirlo, pero no, hoy no repetimos artista. Cierto es que aproximadamente hace un año revisamos el disco que da nombre a mi nick, “Abacab” de Genesis, pero lo que hoy nos atañe es un disco en solitario del que fuera su 2º vocalista tras la marcha de Peter Gabriel, el carismático Phil Collins. Concretamente he elegido su debut en solitario, precisamente contemporáneo de aquel “Abacab” del año 1981.

Se preguntarán ustedes qué fue lo que motivo a Phil Collins a moverse por su cuenta e iniciar trayectoria paralela a su protagonismo en Genesis. En varias entrevistas realizadas hace varios años, y resumiendo las respuestas de Phil al respecto, la razón principal estriba en parte en la situación personal del cantante en aquellos meses. Por lo visto, el primer matrimonio de Collins se encontraba en un punto de ruptura definitiva y el cantante y batería encontró consuelo refugiándose en la composición de nuevas canciones por su cuenta.

El resultado de las composiciones creadas, se lo presentó Phil Collins al manager de Genesis, Tom Smith, y éste al escuchar las composiciones, vio claramente la posibilidad de editar un nuevo álbum. Resulta muy graciosa la expresión de desidia y de desgana que muestra Phil Collins como respuesta a esa afirmación por parte del manager de su banda, diciendo en una entrevista que pensó algo como: “oh Dios mío, otra vez a hacer lo mismo”. Nunca me he creído esa falta de interés por el protagonismo de la que hace gala Phil. En las conclusiones volveré a hablar de ese aspecto.

Esas canciones tan personales y válidas a las que había dado forma Collins por su cuenta, se concretaron en el lp “Face Value”. Glorioso debut de Phil en solitario, que por otro lado generó algo de controversia y envidia por parte de sus compañeros en Genesis al ver que Phil en solitario había conseguido un éxito mayor que el que Genesis había logrado hasta la fecha.

Gran parte del éxito citado vino asociado a la canción que abre el trabajo. La nocturna y mística “In the air tonight”, es una canción con un sonido muy distinto a lo que habían hecho los Genesis a los que pertenecía Phil hasta entonces. Empieza con un sonido muy desnudo, apoyado en unos leves arreglos electrónicos, sobre los que Phil canta con una profunda voz y una hierática interpretación. Estructuralmente en lo instrumental, se divide en 2 partes, con esa atronadora batería como frontera en común. La primera parte destaca por las incipientes notas de teclado y algunos acordes perdidos de guitarra eléctrica muy afilada. En la 2ª, la instrumentación es más cargada, principalmente debido a la potente línea de batería que la sostiene. Igualmente las notas y melodías de teclado ganan en intensidad. Personalmente me encanta el clip que se grabó, con un Phil en primer plano (recreando la portada del disco) y posteriormente apareciendo en unos siniestros pasillos, iluminados con luces cegadoras y puertas que llevan a habitaciones oscuras. También hace un guiño a la portada del anterior disco de Genesis “Duke”, con esa imagen frente a la ventana abierta y la luna en el cielo. De las mejores canciones de Phil de todos los tiempos y quizás la única en su estilo. Tan solo “I don't care anymore” de su siguiente obra se le asemeja ligeramente. Tras la intensidad que nos ha proporcionado “In the air tonight”, pasamos a una lenta y suave baladita titulada “This must be love”. Se abandona el lado oscuro y nocturno del tema de apertura, para mostrarnos al Phil Collins más accesible y blandito que podemos escuchar. “Behind the lines” es un puente entre la trayectoria de Genesis y Collins en solitario, al tratarse de una revisión de la original que apareció en el disco de Genesis “Duke” de unos meses antes. Phil, acerca este tema al jazz y rythm ‘n’ blues que tanto le gusta predicar en su carrera en solitario, sobre todo en sus discos de los 80. “The roof is leaking” es una canción que debido al sonido que le confiere la producción, nos puede recordar a alguna canción country de corte serio. La voz de Phil suena lejana y el sonido de los instrumentos vuelven a sonar con un regusto nocturno, aunque más bien de una noche tranquila, lejos del oscurantismo y misterio de “In the air tonight”. “Droned” inicia el combo de 2 instrumentales que forma junto a “Hand in hand” que protagoniza la parte media del disco. Aquí el sonido de la percusión y los sonidos, nos pueden evocar que estamos en mitad de la selva en una fiesta de algún pueblo aborigen. “Hand in hand” es una curiosa instrumental, unida a su predecesora “Droned”, de sonido muy amable, apoyado en unos coros muy llevaderos y principalmente recordada por las melodías creadas por las trompetas que la protagonizan.“I missed again” fue otro de los singles extraídos de la obra. Un excelente ejercicio de instrumentos de viento de metal, con unos saxos y trompetas muy rítmicas y marcadas. Reminiscente de “No reply at all” de “Abacab”, pero con un sonido alegre, frente a la contenida melancolía del citado tema de Genesis. El clip grabado al efecto con varios Phil Collins haciendo mímica de instrumentos y vestidos cuales universitarios americanos, es a ratos desternillante. “You know what i mean” es una lenta balada, compuesta principalmente de una sencilla melodía de piano, sobre la cual Phil canta de forma algo llorona; el hecho de encontrarse en la parte final del disco al igual que la posterior “If leaving me is easy”, le confieren un sonido muy melancólico a la 2ª parte de la obra. “Thunder and lightning” se mueve dentro de los parámetros jazzísticos y con mucha carga musical de las secciones de metales de viento que son tan del gusto de Phil. Junto a “Hand in hand” y “I missed again”, esta canción representará el sonido habitual de Collins en solitario durante los años 80. “I'm not moving” es una canción alegre y saltarina, que destaca en la producción por las mezclas de las voces del propio Collins sirviéndole como coros. Tras la movidita “I'm not moving”, se presenta “If leaving me is easy” que es una balada quizás algo ñoña y llorona, pero no le podemos negar su bonito aspecto. Quizás pueda ser de las canciones más cercanas a las experiencias personales de Collins en aquellos días cuando todavía estaba recuperándose del fracaso de su primer matrimonio. Phil se convertirá por otro lado en un experto en baladas y canciones de amor, destacando obras posteriores como “Against all odds” o “One more night”; esto se puede apreciar en un recopilatorio específico de canciones románticas que Phil sacó allá por 2004, siendo éste doble cd ni más ni menos. El final viene de la mano de una enrevesada versión de una también enrevesada canción de The Beatles “Tomorrow never knows”. De sonido retorcido y desapacible, crea un chocante cierre de disco.

El debut de Collins en solitario supondría el comienzo del dominio mediático de este hombre a lo largo de los 80. Entre su carrera en solitario, su continuidad como cabeza visible y cantante de Genesis, sus pinitos en el mundo de la interpretación y su participación en eventos tan importantes como el Live Aid de 1985, con la frivolidad y apuesta de tocar tanto en Philadelphia como en Londres al utilizar el Concorde para ir de continente a continente en tiempo récord, labrarían su leyenda.

Musicalmente, “Face Value” es una obra más que acertada. Quizás se haga algo larga por el total de canciones que incluye. Genesis sin embargo tenía más compactas sus obras en esos tiempos, no excediendo de 10 canciones a partir de “Duke” en sus lanzamientos de los años 80. Su siguiente trabajo “Hello, I Must Be Going”, siguió por los mismos caminos sonoros que había marcado “Face Value”.

Phil será un personaje muy importante dentro de los años 80. Siempre he dudado de esa supuesta casualidad a la que alude Collins refiriéndose a la consecución de su éxito y estatus de super-estrella. Cierto es que si Gabriel no se hubiera marchado de Genesis, su paso al frente como cantante del grupo, no se hubiera producido. Pero tampoco se da el caso de que alguien le pusiera una pistola en la cabeza y le dijera que se plantara ante el micrófono. Creo que Phil simplemente aprovechó su oportunidad y es uno de esos personajes que reniegan superficialmente y quizás conscientemente del protagonismo, pero que en su subconsciente tiene instalado sus ganas de éxito.

Sea como fuere, Phil supo alternar de forma acertada su tarea como líder de Genesis y su trayectoria en solitario durante los 80. Con muy poco tiempo se lanzaron su 1er. y 2º disco como solista, en 1983 recuperó a Genesis y se embarcó en el tour de “Three Sides Live”. 1984 vería su regreso a la “soledad” con el lanzamiento de aquella brutal “Against all odds” y al año siguiente su exitoso 3er. lp “No Jacket Required”, lo cual le reportó su primera gira mundial en solitario con su propia banda. Tras ello, regresó con Genesis para editar su masivo “Invisible Touch” y celebrar un multitudinario tour mundial junto a Rutherford y Banks.

“Face Value” tiene su importancia en que marca el comienzo de Phil Collins como personaje de primer orden. Tras sus primeros años de cantante en Genesis, llegó el momento de afianzarse como algo más que el cantante y batería de este grupo; como si eso fuera poco ya de por sí. Ahora bien, dejo a su libre juicio que valoren si el fenómeno Phil Collins fue fruto de la casualidad, como él mismo afirma, o si por otro lado Collins tenía bien claro hacia dónde dirigía sus pasos.

En definitiva, el trabajo de Phil en la década de los 80, ya sea el que hizo con Genesis como el que realizó en solitario, desde mi punto de vista fue de una calidad excelente. Algunos le echarán encima la lacra de siempre: la comercialidad. Me mantengo en lo que siempre digo: si algo suena bien, ¿qué más da que sea comercial? “Face Value” es en definitiva un magnífico debut, e incluye una de las 3 canciones más importantes de la carrera en solitario de Phil Collins, y sin lugar a dudas la más reconocible por su peculiar sonido: “In the air tonight”.

Se me olvidaba decirles antes de terminar, que el disco que hoy les presento siempre lo he considerado muy adecuado para escucharlo en esta época del año. Perfecto para recrearse en esos días de entre semana a partir de las 21h. Procedan a su escucha conjunta ahora que nos encontramos en su franja del año, siguiendo estas recomendaciones de momento idóneo y quizás consigan pasar un muy buen rato en la compañía de este carismático personaje del mundo de la música.
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viernes, 23 de octubre de 2009

1980 Echo & The Bunnymen - Crocodiles

Ha sido ésta una semana movidita. De hecho, seguirá siendo movida el fin de semana, con lo que por posibles dificultades, les dejo la entrada de esta semana con unas pocas horas de antelación, ya que si no la misma se produciría con retraso respecto a la hora habitual de las 10-11h de la mañana del sábado. Reseñable fue nuestra asistencia y participación en la Ceremonia de los Premios 20Blogs. De la radio, decirles que el estreno se demorará un poco más. Eso sí, el 1er. programa que saldrá en antena ya está grabado y lo tienen disponible a modo de “pre-estreno exclusivo” en el reproductor podcast en el 2º lugar con el título “DMR 1-1”. En el mismo adaptamos a la radio el post de la semana pasada de The Cure y su “The Head On The Door”, y se encuentra intercalado entre los programas del estupendo Radioblog Luz De Gas en los que fui entrevistado por su titular Juan Duque.

Llegamos hoy a una de mis bandas más apreciadas, que estaban pendientes de pasar por “Discos, música y reflexiones”. Igualmente seguimos de forma coherente la línea marcada por la revisión de The Cure de la pasada semana, analizando un grupo bastante unido en su sonido a Smith y los suyos en ciertos momentos. Damos nuevamente la bienvenida a bandas que aún no han pasado por aquí; ya volveremos a repetir artista en el futuro. También he tenido en cuenta nuevamente la época en la que aparecen en el blog, valorando el sonido de su música y la etapa del año en la que nos encontramos. Siempre he considerado a los Echo & The Bunnymen como un grupo muy adecuado para escuchar en pleno otoño en los meses anteriores a las fiestas navideñas.

La norteña banda británica, provenientes de la ciudad que vio nacer a The Beatles, Liverpool, es una de las principales formaciones surgidas en la nueva ola británica de comienzos de los años 80. Los inicios de la banda fueron de lo más curiosos, ya que de los mismos derivará su nombre definitivo.

La explicación estriba en que “Echo”, no era otra cosa que una caja de ritmos que hacía las veces de batería. Evidentemente más tarde se incorporaría al grupo el batería Pete de Freitas para arrinconar finalmente a “Echo”. El resto de la banda se componía de Les Pattinson al bajo, Will Sergeant a la guitarra y principalmente Ian McCulloch como líder visible y cantante.

El sonido de la banda en sus inicios se presentaba con un tremendo arrojo e intensidad guitarrera. Las canciones incluían interesantes arreglos de producción que le daban un punto de misterio y de enfoque oscuro (que no siniestro). A la postre, el sonido de la banda se iría haciendo cada vez más accesible. “Crocodiles”, su ópera prima, suena con una importante frescura e intensidad. Es la obra que hoy les propongo, antes que escuchar “Porcupine”, orgulloso disco donde se incluye “The cutter” o el excelente “Ocean Rain” que cuenta entre sus canciones con el himno “The killing moon”.

El disco comienza con “Going up”. De primeras, se escuchan sonidos electrónicos y perdidos, entre los cuales se va abriendo desde muy lejos la brutal base rítmica de la canción. Tras llegar esa melodía principal al primer plano, entra con no menos fuerza Ian McCulloch al micrófono. En esos días Ian sonaría más desgarrador y glamouroso al micrófono que nunca; con el paso de los tiempos, Ian iría perfeccionando su registro y dulcificando su voz. No obstante, en mi opinión resulta más interesante el registro vocal que muestra en este disco. La canción termina con un ciclo instrumental, con vaivenes de la voz de Ian, que crean un fuerte carácter hipnótico. “Stars are stars” fácilmente se le podría haber titulado “Shine so hard” por lo marcada que suena esta frase en la canción, que tiene un ritmo más oscuro y decadente que el potente inicio de “Going up”. Destacan principalmente los punteos ocasionales de guitarra de Will Sergeant. Quizás de las mejores canciones que tiene el disco, o al menos de las más apreciadas por los seguidores clásicos de la banda. “Pride” es como su título indica, otro orgullo de canción. La guitarra eléctrica es de una intensidad notable a ratos. También son memorables esos gritos de McCulloch en la parte de más intensidad de la melodía. “Monkeys” tiene un sonido ligeramente oscuro, sobre todo por los efectos de eco lejano que se le da a la voz de Ian en el estribillo de la canción. Las notas y acordes de guitarra vuelven a ser excelentes. Hay que decir que este cuarteto de canciones que abren la obra son lo primero que escuché de la banda allá hace 12 años, como apéndice a una cinta pregrabada Tdk 90’ que tenía “The Head On The Door” de The Cure como parte principal de la cara “a” de 45 minutos. En lo que restaba, se incluían estas canciones (menos “Stars are stars”) y precisamente “Monkeys” se quedaba cortada al final. Este combo es un exponente claro del sonido genuino de la new wave británica, que tiene un deje de afterpunk muy interesante. “Crocodiles” supone la canción más acelerada y más representativa del sonido afterpunk y de la new wave de la obra. La vertiginosa línea rítmica y los rasgueos impenitentes de la guitarra de Sergeant son de una velocidad endiablada. A continuación, se da paso a uno de los clásicos del grupo. “Rescue” es quizás la canción más cercana al rock llano, sin esos inquietantes arreglos que le dan un punto de complejidad, oscurantismo y misterio. También supone la canción más reconocible del disco, el clásico principal que generó dentro del repertorio del grupo y la que estará más en acorde con el futuro inmediato de la banda, alejándose del brío y ritmo imparable de canciones como el corte que da título a la obra que hemos escuchado justo antes.Tras esta pieza, escuchamos “Villiers terrace”, que tiene como apunte principal las notas de teclado de la melodía. Esos aspectos son los que le confieren su mayor identidad. Por otro lado, quizás sea la canción en la que menos destaca Ian en la voz. “Pictures on my wall” es de las que tiene una melodía más oscura y una interpretación más lúgubre (muy acentuada en algunos segundos) por parte de McCulloch. Destaca la batería de De Freitas en ciertos momentos, pero sobre todo la parte del estribillo y esa melodía oscura de teclado junto al oscuro enfoque vocal del cantante es lo que más la define. “All that jazz” vuelve a mostrar algunos momentos muy acertados de Pete a la batería; le hace acreedor del puesto que le robó a “Echo”. No obstante, esta canción es de las más fácilmente olvidables del trabajo; resulta más acertado el corte con el que terminamos el track list principal, o por lo menos es más reconocible. “Happy death men” es un final algo gracioso, por la intensidad y brillo de su estribillo, que muestran a un muy animado Ian McCulloch. También son dignos de mención ciertos sonidos de viento que adorna la canción y que le confieren un aire marcial. Hay que decir que “Do it clean” y “Read it in books” se consideran canciones que forman parte moral del disco, y que en la más actual edición en cd figuran en la parte de los bonus track como las primeras canciones dentro de las excelentes propinas que se nos regalan. No en vano “Do it clean” es de las mejores canciones que incluye el disco, con ese estupendo bajo de Pattinson y ese inolvidable estribillo con Ian coreando el título de la canción de esa forma tan melódica. La sombría y pausada “Read it in books”, con algún que otro momento de rabia, destaca principalmente por una parte de guitarra clavada a alguna sección de “Monkeys”.

“Crocodiles” fue un disco que situó a Echo & The Bunnymen como una de las más firmes promesas de las nuevas bandas surgidas en aquellos primeros días de los años 80. Se alejaban del sonido del techno pop que tan en boga estaba por entonces y de la comercialidad incipiente que destilaban grupos como Duran Duran y Spandau Ballet, que más tarde se concretaría en las siguientes obras de estas bandas. Por favor, no aprecien crítica en estas palabras hacia esos 2 grupos, paradigma del neorromanticismo de los 80, ya que la comercialidad de estas bandas particularmente me encanta.

Gurús en un futuro no muy lejano de la música, pronto citarían a la banda de Ian McCulloch como preferencia dentro de sus gustos muchos músicos importantes. Por citar un ejemplo: Robert Smith de The Cure. El sonido que presta “Crocodiles” se puede equiparar en parte al de los Joy Division más accesibles y menos depresivos. No obstante, las diferencias vocales entre el registro grave de Curtis y el que tiene McCulloch, es lo que hace quizás menos clara esa comparativa.

La portada del disco, con esa fotografía deslumbrada con una luz anaranjada en mitad de la noche, perdidos en mitad de un bosque, recrea perfectamente el ánimo que te va a dejar la escucha del disco. Una obra nocturna, reflexiva, cargada de interesantes matices sonoros de producción y uno de los mejores debuts que se produjeron a comienzos de la década de los 80. Quizás sea para mi gusto mi disco favorito de la banda.

A “Crocodiles” le seguiría “Heaven Up Here”, un disco de sonido menos brillantes y enérgico, y el éxito definitivo llegaría de la mano de la excelente y manierista canción “The cutter” y el lp “Porcupine”. Poco a poco el sonido indie y guitarrero del grupo de sus inicios se fue suavizando hasta llegar al disco homónimo de la banda de 1987, que es de los que se pueden encuadrar dentro de esa denominación que digo de “Disco para todos los públicos”. No por lo accesible de su sonido deja de ser un disco aceptable y con canciones buenísimas en su listado, pero hay que decir que parece mentira que estemos ante la misma banda que dio forma al disco que hoy proponemos.

Mencionar, refiriéndonos al líder del grupo, que Ian McCulloch está considerado como uno de los personajes más respetados dentro del mundillo indie o de la new wave y por otro lado también resulta uno de los que tiene un carácter más díscolo y vanidoso. Ian, resulta en este aspecto cercano a Morrissey de los Smiths, con quien se encontró una vez en una entrevista a dúo que les hicieron, en la que por lo visto pusieron a parir a los grupos comerciales de sus tiempos. Disfruten pues de estos buenos inicios de una de las bandas más importantes del Reino Unido y quizás más olvidadas frente a otras bandas, contemporáneas de Echo & The Bunnymen, valoradas en la actualidad.
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sábado, 17 de octubre de 2009

1985 The Cure - The Head On The Door

Con unas pocas horas de antelación, les dejo aquí el trabajo de esta semana. Decirles que en el momento de publicación habitual, estaré jugando al tenis en Barcelona. Adelantarles, que este artículo supondrá el programa de estreno de nuestro programa de radio. La fecha y hora de emisión dentro de la próxima semana, aún es un misterio incluso para mí.

¡Hoy por fin nos quitamos las cadenas! Sí, confirmado: repetimos artista. Y como no podría ser de otra manera, volvemos por donde empezamos, con mi grupo favorito de todos los tiempos: The Cure. Creo recordar que allá en nuestros comienzos, abordamos la revisión de su primera obra de tintes oscuros, el disco “Seventeen Seconds” de 1980. Para hoy, la propuesta es sustancialmente diferente.

Viajamos atrás en el tiempo 24 años para llegar a 1985 o mejor dicho, damos un salto de 5 años adelante desde nuestra anterior parada en la vida de la banda de Robert Smith, allá por junio del año pasado. Igual que “Seventeen Seconds” fue un disco clave en la historia de The Cure, la obra que hemos seleccionado para hoy no deja de ser menos importante en el devenir de esta mítica banda británica.

En los años previos al lanzamiento de este disco, el grupo había sufrido convulsiones de todo tipo. Véanse por ejemplo altas y bajas en la formación, separación temporal, problemas graves de salud de Robert Smith, trifulcas serias entre los componentes de la banda que provocarían esas idas y venidas, colaboraciones externas a The Cure por parte de Robert etc.

Tras el estallido y catarsis musical que supuso el monumental “Pornography” de 1982, el trío que por entonces era The Cure, se vio reducido a un dúo formado por el batería Lol Tolhurst y Robert Smith. El motivo fue la marcha de la banda por parte del bajista Simon Gallup, tras haber llegado a las manos con Robert Smith en mitad de la gira de su disco más destructivo de todos los tiempos. Aquí se apunta otro detalle triste, al menos desde mi punto de vista, que no es otro que el inicio del declive personal y musical de Tolhurst. Este miembro fundador de la banda, abandonaría la batería para dedicarse a los teclados.

Curiosamente, y tras unos meses en los que nada se sabía de The Cure, el grupo volvió con la edición de sus sencillos más exitosos desde aquel “Boys don't cry” de 3 años atrás. Canciones como “Let's go to bed” y sobre todo “The walk” y “The lovecats”, pusieron a The Cure nuevamente en el primer plano de la música mundial. Incluso el single de adelanto del disco “The Top”, “The caterpillar”, también sonó amable a los oídos de la crítica, cosa que no hizo a la postre el lp en el que se incluiría. Jamás he entendido ese aquelarre (compartido incluso por Robert Smith) contra esa obra.

Para la grabación de aquel disco además de Smith y Tolhurst, también estaban dentro Porl Thompson (miembro antiguo de Easy Cure) encargándose de la guitarra, saxo y teclados, Andy Anderson a las baquetas y Phil Thornalley a las líneas de bajo. Sin embargo, en 1985 se afrontaría la revolución total en la formación con las salidas de Phil y Andy, la entrada de Boris Williams a la batería y el regreso contra todo pronóstico al redil de Simon Gallup tras haber hecho las paces con Robert Smith.

“The Head On The Door” sería el álbum que confirmaría que Robert Smith se había centrado definitivamente. Dejaría de lado casi todos los excesos, menos el alcohol, y abandonaría proyectos paralelos como su colaboración con Siouxsie And The Banshees, o su banda paralela The Glove junto a Steve Severin de los Banshees. Todo esto daría como resultado un disco pop bastante variado y con canciones muy acertadas y brillantes. Demos al play y descubramos los regalos que contiene.

“In between days” es el alegre inicio de este sobresaliente lp de The Cure. El vitalismo de la guitarra y las inocentes notas de teclado, hacen de esta canción un momento pop inolvidable dentro de la trayectoria del grupo. En las letras Robert Smith alterna visiones negativas, para superarlas con el mayor vitalismo posible; un evidente signo de cambio en la nueva etapa que abría The Cure: la más exitosa. Partes como “ayer me sentí tan viejo que pensé que podría morir, ayer me sentí tan viejo que me hizo llorar” contrastan con el sonido tan alegre de la melodía creada. “In between days” fue uno de los singles extraídos del disco y de los mayores aciertos que contiene. Seguidamente se da paso a “Kyoto song”. Una pista con un toque más oscuro, adornada por evidentes matices orientales en su sonido. Lentitud y decadencia muy en choque con la pista que abrió “The Head On The Door”. Robert vuelve a hablar de pesadillas, personajes extraños etc. en la letra. Quizás es de las más fácilmente olvidables, lo contrario que sucede al menos en nuestro país con “The blood”. Un evidente guiño aflamencado que no se pasó por alto en el último concierto que dio la banda en la capital de España, al cual acudí el 6 de marzo del pasado año. Llega el turno de la pieza “Six different ways”, una de las canciones más inofensivas y juguetonas de toda la discografía de The Cure. Los teclados son infantilones a más no poder y Robert canta con apuntes exagerados en su entonación, que apoyan este carácter tan amable, el cual hace dudar de que estemos escuchando a la misma banda que grabó “Pornography” unos años atrás. Tras esta canción, cambio de tercio nuevamente; estarán sacando en conclusión que nos encontramos ante un disco de lo más heterogéneo. El giro en el sonido en esta ocasión viene de la mano de “Push”. De las canciones con mejor guitarra de The Cure de todos los tiempos. Larga introducción a cargo de esos riffs de guitarra épicos y heroicos, con algunos coros lejanos tímidamente introducidos por Smith. La melodía vocal y la letra son igualmente excelentes y quizás esta canción sea de las que pueden llegar a emocionar más fácilmente con su sonido.“The baby screams” es una canción que tiene un cierto carácter hipnótico, debido principalmente a la estructura cíclica de la guitarra que tiene. Destaca la intensidad con la que Robert Smith afronta la interpretación vocal de la misma, desgañitándose por completo al micrófono. “Close to me” es el verdadero inmortal de la discografía de The Cure que incluye el disco. Se trató del 2º single extraído de la obra, tras “In between days”. En los tiempos de “Mixed Up” el tema fue revisado, llevándolo a los terrenos del jazz, quitándole gran parte del ritmo y vibración que tiene el original. En lo instrumental destacan los juguetones y amables tecladitos y las palmas percusivas que tanto brío confieren al corte. Inestimable fue el rodaje del clip promocional por parte de Tim Pope, uno de los más recordados de los 80, en el que los miembros de la banda se encuentran hacinados en el interior de un armario al borde de un acantilado, cayendo finalmente el armario al mar. En la letra Robert habla de introspección y de llegar a encontrarse consigo mismo. Llegamos a uno de los momentos clave del disco. “A night like this” es uno de los temas más apreciados por los seguidores clásicos de la banda. Quizás se trate de una canción que esté últimamente algo olvidada, básicamente por su no inclusión en el repertorio de la banda en directo en los últimos años. Hasta comienzos de siglo, en cualquier revisión que se realizara de la banda, solía aparecer como canción destacada de la historia de The Cure. Igualmente dispuso de videoclip, grabado con imágenes ralentizadas, al ritmo marcado por esos graves rasgueos de guitarra eléctrica tan característicos que incluye. Es al fin y al cabo una balada, con un sonido muy romántico y un leve retoque gótico o siniestro. En la letra Robert empieza diciendo “decir adios en una noche como ésta, si es la última cosa que siempre hacemos…” o más tarde “iré a buscarte aunque me lleve toda la noche, en lugar de desear a otra chica”. Una preciosa canción, de carácter maduro y que demuestra que The Cure iban muy en serio. Decirles antes de continuar, que gracias a la informática y SU PUTA MADRE (como diría algún amigo bloguero), he perdido todo el artículo que tenía escrito. Estaba finalizado (sí, muy tristemente) a falta de revisión. Así que disculpen si estoy algo disperso, ya que me cuesta recordar todo lo que había escrito y de qué hablé. Como bien saben, y reza el título del blog, esto es reflexión pura y dura, y no recuerdo todos los recovecos por los que divagué, con lo que esto será lo que es y no lo que pudo ser. En fin, que no recuerdo si había mencionado algo más de “A night like this”. Simplemente cerraré mi discurso sobre la misma, afirmando que se trata de una pieza preciosa muy a tener en cuenta; como suelo decir, una de esas joyas ocultas al margen de recopilatorios, extraviadas en el interior de los discos. “Screw” es quizás el rival más débil de “The Head On The Door”. Es algo pachanguera en su sonido y lo único que me hace algo de gracia es el sonido de la guitarra eléctrica, que me recuerda algo a la que incluye alguna parte de “Discotheque” de U2, que curiosamente asocié a “Screw” al darse la casualidad de que cuando U2 promocionaba el lanzamiento de su exorcizado disco “Pop”, estaba haciéndome con la discografía de The Cure y descubrí esta canción. El final del disco corre a cargo de “Sinking”. Un tema melancólico y el de sonido más oscuro del disco. Destaco en lo instrumental el sonido de los teclados, los cuales confieren a la canción un efecto atmosférico y solemne, suponiendo la aportación más importante de Lol Tolhurst al conjunto de la obra desde sus teclados. También son dignos de mención ciertos punteos de la guitarra eléctrica de regusto subterráneo. Hasta el momento, Robert Smith solía lanzar algunos mensajes personales en las canciones que cerraban los discos de The Cure; no obstante, aquí no lo tengo tan claro, ya que The Cure, lejos de hundirse, estaba trepando a la cima de los grupos más importantes de aquellos días. Tampoco creo que se ajuste a lo personal, ya que Smith había superado sus problemas derivados de su relación de pareja, de la hiperactividad de los meses anteriores y del consumo algo excesivo de drogas. Aquí encontramos el final de una tradición, que era la de cerrar el disco con la canción que lo titulaba. Aspecto que nunca había faltado hasta el anterior trabajo “The Top” (siempre y cuando no consideremos a “Japanese Whispers” disco de estudio). Esta canción provoca que nos quedemos embobados al llegar al final del álbum, debido a la intensidad emocional que tiene tanto Robert a la voz como su melodía.

“The Head On The Door” supuso el final de una etapa y el inicio de otra en la historia de The Cure. Esto se puede ver en varios aspectos. Estructuralmente, su discografía tiene un antes y un después a raíz de este disco, ya que tras su lanzamiento el grupo decidió hacer balance editando su recopilatorio de singles hasta la fecha “Staring At The Sea”. También en el posterior “Join The Dots”, compendio de caras b y rarezas, el primer cd abarca hasta las caras b de los singles del disco hoy revisado. “The Head On The Door” marcará el inicio de los días felices de The Cure.

Efectivamente “The Head On The Door” fue su mayor triunfo hasta la fecha. Gran parte de la culpa la tuvieron los singles “Close to me” e “In between days”, que disfrutaron de una tremenda aceptación derivada principalmente de la difusión de sus clips en la Mtv. Producto de la cosecha de “The Head On The Door”, fue el hinchado reconocimiento del que goza a día de hoy el siguiente disco editado 2 años después allá por 1987 “Kiss Me, Kiss Me, Kiss Me”. Es justo reconocer que dicho disco fue la confirmación definitiva de The Cure como fenómeno de masas y un grupo con una enorme legión de seguidores en aquellos días. Pero por otro lado, soy de la opinión al igual que Jesús Llorente, autor de la excelente biografía de la banda de la editorial La Máscara, que el disco es algo irregular debido a que en sus 18 canciones hay mucha morralla que sobra como “Shiver and shake” o “Fight”. Quizás si el disco hubiera sido sometido a una criba mayor, reduciendo el número de canciones a las 10 mejores, estaríamos hablando de una obra tan excelente como la que hoy hemos revisado. No obstante, está fuera de toda duda la calidad de canciones como “How beatiful you are”, “The kiss”, “Catch” o “Just like heaven”.

En lo que es la estética del disco, la portada es un diseño abstracto de lo que parece una recreación de la figura del cuadro de Goya “Saturno Devorando A Sus Hijos”, pero retorcida en su imagen y de forma que no se aprecia claramente la figura. Todo ello sobre un fondo oscuro y con las letras del título en un diseño barroco y azul eléctrico. Cuando hablamos en el primer artículo de este blog de “Seventeen Seconds”, pasé por alto mencionar la estética de la banda. En aquellos tiempos de su 2º disco, Robert llevaba el pelo muy corto, de punta y sin un ápice de maquillaje en su rostro, haciendo gala de un cuerpo muy delgadito. En estos tiempos, el volumen corporal de Smith había aumentado, sus ropas eran anchas y su pelo era mucho más largo y cardado. Aunque lo que más diferenciaría a The Cure a estas alturas, es el uso del maquillaje para pintarse los ojos y los labios, buscando darle un enfoque siniestro en sus actuaciones al corrérsele el mismo con los sudores propios de la entrega del directo. Toda esta imagen se empezó a desarrollar en “Pornography” y en 1985 vivía sus momentos más acentuados y exagerados.

Volviendo a los resultados de la obra que hoy hemos revisado, una de las consecuencias inmediatas fue una larga gira mundial y participación en numerosos festivales de 1985, como por ejemplo aquel en Atenas. Recuerdo las imágenes de la actuación que se incluye en la cinta de Vhs “Standing On A Beach” (que no es otro que el “Staring At The Sea” en soporte audiovisual de la época), viendo al grupo tocar en aquel estadio de la Grecia clásica, sobre las notas de “The baby screams”, a modo de clip oficioso de la canción. Aprovecho para denunciar el hecho de que esta cinta de Vhs no se haya editado en dvd, teniendo en cuenta el juego que podría llegar a dar.

El disco que hoy revisamos, propiciaría que The Cure se situase en la lucha por ser el grupo más popular y de mayor éxito de aquellos días en clara pugna con The Smiths. Serían los días de cruce dialéctico más cruento entre Morrissey y Smith. Hay que advertir que los Smiths estaban en su mejor momento, aunque rechazando casi en su totalidad el apoyo promocional audiovisual huyendo de los videoclips, y The Cure hacían justo lo contrario, labrando su leyenda a base de videos inolvidables derivados de un Tim Pope en estado de gracia.

A partir de “The Head On The Door”, como ya he referido, se vivirían los años más felices de la banda: los que abarcarían prácticamente una década hasta el lanzamiento del disco “Wild Mood Swings” de 1996, el cual provocó una mueca de desaprobación en la crítica musical. También en aquellos días se habían producido unos cambios muy importantes en la formación con las marchas de Porl y Boris, y por poco no se dio la salida (en este caso voluntaria) por parte de Simon Gallup.

Soy de los de la opinión que las caras b que tuvieron los singles y maxisingles del disco, son más que aprovechables. Es tradición de The Cure cuidar mucho el contenido del lado menos comercial de los sencillos, regalando en la inmensa mayoría de los casos auténticos aciertos. “The Head On The Door” tal como está es una auténtica maravilla, pero creo que si a “Screw” se le hubiera sustituido por “A few hours after this”, “The exploding boy” o incluso “Stop dead”, el resultado hubiera sido de matrícula de honor.Sin venir mucho a cuento, ya que estamos analizando los Cure de mediados de los 80 y ya llegará el turno de los tiempos actuales o más recientes, decirles que el año pasado acudí al concierto del Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid. En aquella noche, The Cure ofrecieron ni más ni menos que 3 horas de concierto. Hasta Joaquín Reyes en Muchachada Nui bromeaba sobre la longitud de los conciertos del grupo, cuando encarnó a Robert Smith en sus delirantes imitaciones. Con todo, les dejo bordeando este párrafo 2 de las mejores fotos que pude sacar aquella gloriosa noche, en la que asistía a mi 2º concierto de la banda, tras haber pasado 8 años de aquella primera vez en una más que atestada sala La Riviera con motivo del “Dream Tour” asociado al último gran disco de la banda: “Bloodflowers”.El lp que hoy les presentamos es un conjunto de canciones muy variadas, afrontando por primera vez The Cure la confección de una obra heterogénea de forma redonda. El disco anterior “The Top” también se trata de un álbum con un amplio abanico de estilos y sonidos. Yo, aunque no soy de los que reniegan de dicho trabajo y lo defiendo, admito que incluye alguna lacra importante como “Give me it” o “Wailing wall”. Sin embargo, en “The Head On The Door”, se afrontan canciones de corte muy distinto de forma excelente. Para comprobar la diversidad de registros, basta con comparar entre sí “Six differente ways” y “Sinking”.

Resumiendo y llegando al final del artículo de esta semana, podemos afirmar que “The Head On The Door” fue la verdadera confirmación de The Cure como banda. También el quinteto que estuvo presente en el estudio en la grabación del disco, es la que se considera la formación clásica/tipo de The Cure. Quizás a día de hoy estén más valorados discos como “Pornography” o “Disintegration”; incluso tengo la percepción de que un amplio espectro de seguidores de la banda prefieren “Kiss Me...” al que hoy nos atañe.

The Cure es mi grupo favorito, son pieza clave dentro de mi formación musical, creo que muchos de ustedes ya lo saben. Con esto, decirles que creo que estoy en condiciones de afirmar que si en lugar del conjunto de canciones que fue “The Head On The Door”, The Cure hubieran entregado un listado de menor calidad, probablemente la banda se hubiera ido al traste en el agujero negro que supuso la 2ª mitad de los 80 a numerosas bandas surgidas de la new wave como estos muchachos. Lejos de ello, este disco supuso el inicio de su trayectoria ascendente que hizo que a finales de los 80 y comienzos de los 90 “The Cure” fuera una de las bandas más importantes del mundo. Reivindicamos pues el papel que juega “The Head On The Door” hoy desde “Discos, música y reflexiones” dentro de la discografía de The Cure, ya que esta obra está algo olvidada actualmente.

Hoy les proponemos un disco ligero y variado. Les proporcionará momentos animados, otros cargados de adrenalina, algunos reflexivos, también melancólicos y hasta algún pasaje romántico. Su duración no llega a los 40 minutos, haciendo gala de ser un ejemplo de calidad frente a cantidad. Justamente en “Kiss Me...”, siguiente lp, sería más bien lo contrario, ya que tanta cantidad no supuso calidad en cada uno de los cortes, a pesar de que la misma apareciera de forma abrumadora en momentos clave como “Just like heaven”. “The Head On The Door” es muy accesible. A aquellos que no estén familiarizados con The Cure, les afirmo que es un disco que no les repelerá como podría pasarles si se introducen de buenas a primeras en “Seventeen Seconds”, que fue la primera obra que revisamos en su día de la banda. De seguro que pasarán buenos momentos de su mano. Anímense pues a conseguirlo de la forma que puedan y ya me cuentan. Los que ya lo conozcan, nunca está de más que le vuelvan a dar una nueva pasada, que seguro que hace tiempo que lo tienen traspapelado, ¿o me equivoco?
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sábado, 10 de octubre de 2009

1980 John Foxx - Metamatic

Novedades de nuestra andadura en la radio: parece ser que la semana del lunes 19 de octubre será la de nuestro estreno oficial en las ondas. La hora y el día de emisión aún están por concretar. Esta afirmación se basa en que tras la finalización de la grabación del 3er. programa piloto el pasado lunes, hablando con uno de los responsables de la RUAH, se nos dio el visto bueno. Lo único que este lunes próximo al ser festivo, se retrasará una semana más. Para que vayan abriendo boca, se habrán dado cuenta que hay un reproductor y un archivo de podcast en el sidebar con el 3er. programa piloto que grabamos el lunes.

He querido tener un detalle con los seguidores habituales del blog, concediéndoles este “pre-estreno”, que no sé yo si estará un poco al margen del protocolo de la RUAH. Aún así he pensado, que ustedes son los que se merecen escuchar antes que nadie lo que estamos haciendo en estos primeros pasos dentro del periodismo musical. En dicho programa, podrán escuchar la adaptación a la radio del post de Falco y su disco “Falco 3” de hace unos meses. Sean amables con las críticas, que estamos empezando. Que lo disfruten. Pasemos a la música de esta semana.

En esta ocasión proponemos adentrarnos dentro de la música electrónica más fría y deshumanizada que se realizó a comienzos de los años 80. Una obra enmarcada en los albores del género techno pop. Contamos hoy con la presencia en “Discos, música y reflexiones” de una de las figuras de la electrónica que más olvidadas se encuentran a día de hoy. Por otro lado, se trata de quien fuera el primer cantante de la formación Ultravox en los años 70, antes de la refundación de la banda con Midge Ure al frente. Como algunos pocos de ustedes habrán adivinado hablamos de John Foxx.

Digo “algunos pocos”, ya que para la inmensa mayoría John Foxx será un completo desconocido. Por este motivo, esta semana en “Discos, música y reflexiones” jugamos ese papel que tanto me gusta desempeñar de difusor de la cultura y de aperturista de nuevos horizontes musicales en sus vidas, para que puedan rellenar sus reproductores digitales de música con savia nueva.

Como introducción previa al abordaje de la figura de John Foxx, decirles que al frente de Ultravox tuvo un moderado éxito debido a discos como “Systems Of Romance” o “Ha!-Ha!-Ha!”. Sin embargo, el grupo se separó cuando la década de los 70 daba sus últimos coletazos. Pasaría un período de tiempo considerable para aquellos días hasta que John Foxx se lanzara en solitario. Precisamente lo haría de la mano del disco que hoy proponemos.

“Metamatic” sería el título del primer disco de John Foxx en solitario. Una obra fácil de encuadrar en el género del techno pop derivado de la nueva ola de aquellos tiempos. Junto a la proliferación de sintetizadores analógicos y teclados, destacará la exageración al micrófono de la que hará gala Foxx en varias canciones del disco. Podríamos hablar más del pasado de John Foxx profundizando en su etapa al frente de Ultravox, pero no creo que proceda, y como “Metamatic” sería su debut en solitario, pasemos rápidamente a analizar lo que contiene.

“Plaza” es una curiosa canción que ya incluye las variables o constantes en el sonido que hemos advertido en la introducción. En esta pista nos encontraremos cierta exageración vocal a cargo de Foxx y también destacan esos sonidos electrónicos de origen tan básico y primigenio dentro de la historia de la música techno pop. Estamos ante una canción que fácilmente podrían haber firmado The Human League por citar un ejemplo. “He’s a liquid” tiene un sonido muy oscuro y nocturno, debido a esas melodías de teclado y sintetizador de carácter tan poco amable. Foxx muestra una voz más robotizada y deshumanizada que en “Plaza”, acercándose a los fríos registros de Ralf Hutter y Florian Schneider de Kraftwerk. En tercer lugar nos encontramos con “Underpass”. Quizás sea la canción más memorable del disco para quienes conocen a John Foxx. En efecto, esta canción fue single y dispuso de un arcaico y velado clip que se puede encontrar por youtube. La forma en la que John berrea la propia palabra “underpass” es tremenda. El entramado de melodías sintéticas y de teclados es más que acertado. Posteriormente nos encontramos una de las canciones más esqueléticas en su sonido “Metal beat”. Aún así lo que mas destaca de su sonido son esas subidas de sintetizador que aparecen al final del sencillo estribillo consistente en la simple repetición del título de la canción. La percusión metálica escogida también es reseñable, ya que en evoluciones futuras de esas vertientes ahondarían bandas como Depeche Mode en su canción “People are people”. “No-one driving” es la canción con un sentido más pop del disco. Es quizás la más alejada de la electrónica más fría y sintética que inunda “Metamatic”. Las melodías de teclado son muy llevaderas y la forma de cantar Foxx se aleja de la exageración ocasional, cantando con bastante intensidad, pero sin ofrecer aquí mayores sobresaltos.“A new kind of man” es de las canciones más siniestras sobre todo por las melodías de teclado principales y el sonido de dichos instrumentos. Muy nerviosa debido a ciertos sintetizadores que incluye, pero a la par de las más interesantes del disco. “Blurred girl” es de las canciones con un sonido más extraterrestre y agudo. A su vez es de las más pausadas y ambientales de “Metamatic”. A Foxx parécesele escuchar al fondo del estudio de grabación alejado al menos 10 metros del micrófono; de hecho no sé si se grabaría así. Destacan esas graves voces del estribillo en contraposición con el lejano John Foxx de esta pista. “030” es otro tema que dispone del registro vocal más robotizado de John Foxx, quedándose a mitad de camino entre el vocoder y la voz normalizada. Destaco algunas notas de teclado agudas que hacen acto de presencia de vez en cuando en la cíclica melodía de sintetizador y teclados. “Tidal wave” es una canción de sonido algo menos recargado y con unas notas de teclado más claras. También trae consigo uno de los momentos menos frenéticos y rutinarios de Foxx al micrófono. “Touch and go” curiosamente proporciona un final más accesible dentro del techno pop afrontado por Foxx en su debut en solitario. A ratos resulta bastante llevadero y pegadizo el ritmo que contiene. Curioso cierre de disco, quizás no muy acorde con el enfoque frío y deshumanizado que tiene la mayoría de la obra. No obstante, resulta inestimable para concederle algo de candor al álbum, o mejor dicho, humanizarlo levemente.

Este disco es sin duda el más arriesgado en la carrera de este músico. John Foxx a partir de este trabajo, iría evolucionando hacia un sonido pop más dulcificado, menos oscuro y menos frío. Esta tendencia suele pasarle a casi todos los artistas con la única salvedad de Talk Talk, banda que en su historia hizo el camino inverso. Se apreciará desde la primera canción del siguiente trabajo titulado “The Garden”, en la que a través de “Europe after the rain”, nos encontramos a un John Foxx más luminoso, relajado y sobre todo humanizado. No deja de resultar irónico el título de esa canción, ya que “Metamatic” es un disco de tormenta eléctrica.

La portada tiene su punto siniestro, con esa foto de Foxx muy deslumbrada por un potente haz de luz, y alargando el brazo como si fuera a entrar en otra dimensión, muy al estilo de fotogramas míticos como los de la película “Poltergeist”. Curiosamente en aquellos meses, en el clip de “In the air tonight”, Phil Collins escenifica una reproducción bastante parecida de la portada del disco que hoy les presentamos.

John Foxx siempre se ha mantenido en un tercer ratio de protagonismo o éxito. Es un artista de culto dentro del techno pop originario de la primera mitad de los 80. Su repercusión internacional resulta mucho menor en comparación a sus contemporáneos The Human League o Gary Numan, los cuales tienen dentro de sus respectivas discografías trabajos muy parecidos en su sonido a “Metamatic”.

De forma paralela al inicio de la trayectoria en solitario de John Foxx, se produjo la refundación de su banda anterior, con la que se había dado a conocer. Ultravox volvía con más fuerza que nunca, propiciado por la unión de Ure y Billy Currie al haber coincidido en otro grupo de sonido electrónico experimental de aquellos días, los Visage del particular Steve Strange. Ni que decir tiene que “Vienna”, el primer disco de la era Ure de Ultravox, obtuvo un brutal éxito y reconocimiento gracias a canciones como “Passing strangers” o la propia “Vienna”, y “Metamatic” pasó de puntillas para el gran público.

A mediados de los 80, Foxx publicó su disco “In Misterious Ways”. Una obra muy sentimental, de sonido descaradamente pop y con un enfoque más inofensivo y acaramelado, que hace que dicho trabajo esté a años luz de este “Metamatic” de 1980. Parece mentira que ambos discos pertenezcan al mismo músico y que estén separados entre sí en el tiempo por un período inferior a un lustro. “Misterious Ways” no deja de ser un disco muy agradable de escuchar, a pesar de que suene mucho más comercial y veamos unas claras intenciones por parte de Foxx de acaparar un mayor nivel de ventas.

No obstante, el disco que hoy presentamos es importante al ser una de esas obras que conforman los cimientos o, mejor dicho, que forman parte de la prehistoria del techno pop. Es uno de esos lps desarrollados por artistas del Reino Unido, claramente influenciados por el sonido que Kraftwerk ya había patentado unos años atrás. Este trabajo de John Foxx, nos muestra quizás su obra más interesante y arriesgada en solitario. Un prometedor debut que a la larga no se concretó en un reconocido estatus a favor de este hombre.

Al menos, espero que el artículo de hoy les haya servido para adquirir nuevos conocimientos y saber algo sobre un personaje con cierta relevancia dentro del Reino Unido, pero muy desconocido en el resto del mundo, incluyendo nuestro país. Echen un ojo al video de “Underpass” en el portal de youtube como piedra de toque. Si no están muy familiarizados con la música electrónica, o si directamente no son partidarios de este género, no les gustará. Pero si al menos les gusta Depeche Mode o los Pet Shop Boys, no estaría de más que le dieran una oportunidad a este rubio gentleman británico.
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viernes, 2 de octubre de 2009

1986 Miguel Bosé - Salamandra

Esta semana les dejo con unas horas de antelación el artículo de turno, debido a que estaré ausente este fin de semana, disfrutando de las fiestas de un pequeño pueblo de la provincia de Ávila. No obstante, no creo que los primeros comentarios suyos aparezcan por aquí hasta el sábado, a no ser que algún despistado visite el blog antes del momento habitual de publicación de cada semana. De nuestro paso a la radio, decirles que el lunes realizamos la grabación del 3er. piloto. Paciencia, antes de lo que se imaginen estaremos en antena y si lo desean podrán escucharnos.

Reitero lo dicho hace unos días: hasta yo mismo estoy sorprendido del alto porcentaje de apariciones de artistas o bandas nacionales en los 3 últimos meses. De hecho hoy, repetimos 2 semanas seguidas por 1ª vez artista español. Es probable que muchos de los seguidores antiguos y las personas asociadas a las corrientes británicas del buen pop/rock de los 80, como The Cure o The Smiths, estén últimamente un poco perdidos. No obstante, estos artistas de los últimos tiempos también forman parte del amplio espectro que conforma mi formación musical y es necesario nombrarlos y reconocerlos. Aunque eso sí, si miran mi perfil ya sabrán quienes son mis favoritos. Arena de otro costal es la manía que tengo de no repetir artista hasta el momento.

Dejémonos de rollos y pasemos a hablar de quien nos ocupa hoy. Ha llegado la hora que pase por aquí uno de los mejores cantantes de la música pop de nuestro país: Miguel Bosé. Para entender la obra de Bosé, hay que distinguir 2 etapas bien diferenciadas en su discografía. Digamos que “Bandido” de 1984 marca un antes y un después en la biografía musical de este cantante y compositor.

Previo al lanzamiento de este disco, Miguel era un ídolo de adolescentes, o mejor dicho de quinceañeras. Canciones como “Don Diablo”, “Super superman” o “Linda” certifican ese estatus. Sin embargo, tras el disco “Bandido”, Bosé adoptó un enfoque más pop e internacional en sus canciones. La entrada de sintetizadores (sin necesidad de hacer un uso excesivo de ellos) y más elementos cercanos a la música de aquellos años, harán que Miguel ampliara su espectro de seguidores.

Supongo que también esas quinceañeras de finales de los 70, ya tendrían veintitantos años por entonces, creciendo a la par que Bosé como músico. En aquel disco de 1984 se incluyen 2 de las canciones más memorables del artista de todos los tiempos, “Sevilla” y “Amante bandido”. También hay oculta alguna que otra delicia como la soberbia y elegante “Abrir y cerrar”. “Amante bandido” fue un fenómeno de masas. Hasta yo, con 3 años de edad, recuerdo la difusión por Tve del clip promocional, con un Bosé algo nervioso en una biblioteca, a medida que se va convirtiendo en una especie de aventurero a lo Indiana Jones. Personalmente me parecía raro el otro personaje que Miguel encarnaba en el video, completamente desnudo y teñido de extraños colores, algo así como el retrato de la portada del disco.

“Sevilla” ahondó en el lado más clásico del pop y también sirvió para que otros estratos sociales se sumaran a los que reconocían al cantante. Bosé con “Bandido” había pasado de ser un cantante de jovencitas, a ser un artista total. Con estos antecedentes, 1986 sería el año del lanzamiento del 2º disco de la 2ª etapa de Bosé. En realidad podría tratarse del primer disco de las 2ª etapa, en lo que al cambio de discográfica de CBS a Warner se refiere, pero yo tomo como referencia el giro en el sonido de su música.

El uso de sintetizadores más modernos va a ser una de las principales novedades en lo que sería su nuevo álbum, titulado “Salamandra”. Desde su inicio con “Nena” se aprecia claramente con el marcado ritmo que aporta ese grave sintetizador. “Nena” es otro clásico dentro del repertorio del artista y como prueba se aporta que es una de las canciones que ha sido objeto de revisiones o nuevas versiones años más tarde. La voz de Bosé resulta sensual y muy seductora, ayudado por el ritmo pausado de la misma. Curiosamente en la versión de “Directo 90” la canción suena mucho más enérgica, por no hablar de los citados remixes posteriores. El estribillo es de las letras más recordadas de la discografía de Miguel: “Nena, luna serena, todo es posible menos tú. Nena, ámbar y arena, boca insaciable, solo tú...”. El tema estrella del disco sin posibilidad de discusión. La canción título será el 2º paso que daremos en “Salamandra”. Una canción de sonido bastante hedonista y sensual, como casi todas las que forman parte del trabajo. En la parte del estribillo hay lugar para que Miguel se ponga algo más solemne dentro de la relajación vocal al micrófono que tiene en este corte. “Salamandra” merece mención especial al haber sido escogida por Miguel para formar parte del repertorio de sus canciones de aquella gira que realizó a finales del pasado siglo junto a Ana Torroja de Mecano. En este disco, hay lugar para canciones realmente excelentes como “Aire soy”. También fue sencillo del disco y dispuso de un videoclip en el que Bosé demuestra sus dotes como bailarín. Suave, delicada y otro tema pop relajado, muy elegante, para continuar con el disco. La sensualidad en la entonación de Miguel al micrófono vuelve a ser más que evidente. Aquí Miguel no precisa de las nuevas tecnologías para crear una canción que está dentro de sus 10 mejores piezas de toda su historia, al menos desde mi punto de vista. Una de las que yo suelo llamar joyas ocultas que quedan perdidas en mitad de los discos y que desde “Discos, música y reflexiones” confiamos en poder acercarles para que ustedes se deleiten. Tras la calma y elegancia pop que nos ha reportado la canción “Aire soy”, nos encontramos con una pista frenética en su sonido titulada “You live in me”. Es un tema cantado en inglés y que cuenta con unos alocados coros femeninos que escudan perfectamente a Bosé en el campo de lo vocal. Con la siguiente canción “Amazonas”, encontramos uno de los ejemplos claros de estructuras de canciones que le gusta crear de vez en cuando a Miguel. Comienza con un susurrante e intrigante comienzo, para luego romper en un sonido instrumental épico y la alternancia de partes en inglés y español. Probablemente una de las canciones más enérgicas y válidas “de Salamandra” y que junto a la posterior “Partisano”, son de las que reportan un sentido más épico al disco. Ejemplo de un posterior éxito parecido a “Amazonas” será la futura “Duende”, perteneciente a su siguiente trabajo “XXX”. En lo instrumental, quizás junto a “Nena” sea la canción con un mayor uso de elementos e instrumentos más modernos e innovadores, con una producción más enfocada hacia el pop más bailable.Tras la intensidad y el arrojo entregado por “Amazonas” pasamos nuevamente a unos minutos más relajados con la canción “Todo un hombre”. Quizás el tema menos válido y que menos aporta a la obra, por lo que pasaremos a la siguiente canción “Cuando el tiempo quema”, que sigue moviéndose por los medios tiempos y los sonidos suaves. Esta canción se vale de unas notas muy marcadas que le confieren un encanto muy particular. En la retaguardia de la producción se vale de arreglos electrónicos para aportarle los matices justos de misterio. En la letra Miguel vuelve a hacer uso de una estructura lírica cercana al cortejo y la seducción, como siempre ayudada inestimablemente por su cálida voz. Llega el turno de la canción de sonido más heroico de Miguel Bosé de todos los tiempos. “Partisano” es un himno antibelicista visto en frases tan claras como las de su estribillo: “Cantos de acero, no quiero matar. Último grito de rabia y se va. Que no me llamen cobarde y traidor: ¡Partisano! Patria y bandera yo os pido perdón, hoy que deserto me armé de valor. Himno de paz por el hombre que cree: ¡Partisano!”. En algunos momentos, Miguel parece cantar con un tremendo desasosiego e incluso casi con un lloriqueo en su voz, mezclado con algo de conformismo; recuerdo que cuando escuché por primera vez la canción, cuando dice en los momentos menos animados “Bueno, alto”, entendía erróneamente “Bueno, vale”. Perdónenme nuevamente estos vaivenes mentales que me entran y que les confieso de vez en cuando, pero al fin y al cabo estamos en un blog y me puedo permitir estas licencias. Los teclados y las guitarras tan afiladas y entregadas, son lo que, junto al derroche de energía de Bosé al micrófono, hacen de “Partisano” una canción pop arrolladora y de un fortísimo carácter épico. Termina el disco con uno de esos momentos cercanos a la música ligera que de vez en cuando aborda Bosé. De hecho en “Amapola bésame” hay algún momento que Miguel me recuerda a Julio Iglesias en esa frase en inglés que suelta antes del estribillo. Con su voz, Miguel se puede permitir estas licencias sin caer en el sonrojo.

“Salamandra” confirmó el giro creativo que Miguel había presentado en “Bandido” 2 años atrás. No obstante, el éxito de este disco no superó el de su predecesor. A pesar de que existen temas muy válidos como “Aire soy”, “Partisano” y sobre todo “Nena”, menos esta última el resto de canciones han quedado algo en el olvido de la memoria colectiva. Pero que nadie se lleve a engaños, “Salamandra” fue un disco notable en su momento, lo único que no llego al nivel de fenómeno nacional como lo fue “Bandido”.

En la portada, se ve a un bohemio Miguel Bosé, luciendo un peinado bastante parecido al que llevaba Marlon Brando en la película “El Último Tango En París”, es decir, peinado con el sentido del pelo hacia delante y con un “desorden-ordenado” en el mismo. Asimismo lleva una cazadora con el cuello subido que le da ese toque algo nocturno que tiene el disco, todo ello dispuesto sobre un fondo marrón-verdoso.

Como he referido cuando les hablaba de “Amazonas”, en el futuro Bosé seguiría abordando sonidos más modernos que le acercaran a las pistas de baile, como hizo con “Duende”, compuesta sobre unos más que interesantes teclados y una base de batería eléctrica. A partir de 1986, Miguel Bosé se consagró como un artista con un espectro mucho más amplio de seguidores, más allá de las jovencitas que le seguían antes de 1984.

Los finales de los 80 también le valdrían a Bosé para aparecer en películas de cierto renombre como aquella “Tacones lejanos” de Pedro Almodóvar; de hecho a Miguel se le considera uno de los llamados “Chicos Almodóvar”. No obstante, en este blog no vamos a analizar el trabajo de Bosé ni en el 7º arte, ni como presentador u otras facetas externas a la música que ha tenido este muchacho. Ni mucho menos vamos a entrar en su más que evidente papel de hombre deseado por cientos de miles de mujeres dentro de nuestro país y gran parte del extranjero, ni menos aún entrar en las disyuntivas que se plantean y se siguen planteando sobre su orientación sexual. Todo esto no nos atañe, ni nos interesa.

Aquí juzgamos el papel que ha desempeñado Miguel Bosé dentro de la música. Y he de decirles que de siempre, para bien o para mal, Bosé es uno de nuestros artistas más internacionales de todos los tiempos. A un servidor de ustedes le llama la atención la obra de Bosé a partir de 1984 cuando, como les he repetido mil y una veces a lo largo del post de hoy, pega el estirón definitivo como artista y músico para el gran público más que para un sector determinado.

Quizás el bagaje de Bosé en los últimos 10 años, en lo que a material nuevo se refiere, es algo escaso, aunque hay que decir que si cabe ha sido mucho más exitoso que en la mitad de los 90, cuando por extraños motivos no terminó de tener mucha aceptación aquel notable disco titulado “Laberinto”. A base de discos de versiones (“11 Maneras De Ponerse Un Sombrero”), recopilatorios al uso (“Lo Mejor De Bosé”) o de nuevas tomas de sus éxitos (“Papito”) e incluso un disco de baladas compuestas por otros (“Por Vos Muero”), Bosé se ha mantenido siempre en lo más alto. Yo, particularmente me quedo con su material original y propio, concretado en “Sereno” de 2001 y sobre todo el arriesgado y moderno “Velvetina” de 2005.

Miguel Bosé es mucho más que música, y esa idea no se puede dejar completamente de lado a la hora de analizar su figura. No obstante, dejando de lado todas esas citadas consideraciones de que venga de una familia acomodada y de progenitores famosos, que sea un tipo guapo y resultón u otras cosas parecidas, hay que reconocer que Bosé ha sido capaz de crear algunas de las canciones pop más válidas de la historia de nuestra música. El álbum que hoy hemos elegido, viene a ser una muestra de ello. Supongo que el carácter añejo de la original versión de “Nena” y otras delicias como “Aire soy”, les ayudarán a pasar buenos momentos de escucha.
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