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lunes, 29 de julio de 2019

Concierto Roger Hogdson. Madrid (24-07-2019)

Bastante afectados por habernos enterado unos minutos antes de la muerte de Rutger Hauer, el mítico Roy Batty de “Blade Runner”, acudimos de oyentes al recital de Roger Hogdson en el Jardín Botánico de la Complutense. El ex-Supertramp se presentaba con el nombre de la mítica banda a la que perteneció unido al suyo, para dejar bien claro que gran parte del repertorio versaría sobre los días en los que formó aquel quinteto mágico junto a Davies, Helliwell, Thomson y Siebenberg; no en vano, de su trayectoria en solitario solamente tocó 4 temas, muy bien interpretados, eso sí.
Nos vimos a las 21h en la puerta del recinto; yo previamente había estado dando un paseo relajante (a pesar del calorazo) por el campus, por motivos personales felices (si bien que me enterase de lo de Rutger en mitad de ello, me chafó un poco el momento). Allí estuvimos con nuestro colaborador Luis Felipe Novalvos, el cual iba también a nuestro particular palco y su amigo Vicente, buen melómano y aficionado a estos conciertos, que por su lado sí estaría dentro del recinto.
Por mi lado, decliné sacar entrada por el volumen de gastos por asuntos personales que he tenido en los últimos meses y porque precisamente el exceso de caché que considero se aplicó el bueno de Roger (a pesar de su grandeza), no ayudaba al esfuerzo económico. Más tarde, ya casi a las 22.00h, hora indicada de arranque del show, se sumó Mariano González a nuestra zona para la escucha. Hay que decir que de las veces que he estado escuchando el hilo musical que sale del recinto, es la ocasión en la que más gente se ha congregado (en algún momento, en nuestro sector, llegué a contar 27 personas). Aquí debajo una foto desde el interior que Vicente nos mandó desde su posición antes de comenzar la actuación.
Roger empezó más o menos puntual y arrancó con “Take the long way home”. Muy reconocible y bien interpretada. Ya, nada más acabar este primer clásico, tuvo una larga locución de bienvenida dirigida al público, quizás algo más larga de lo que debería. A lo largo de toda la actuación daba la sensación de que Roger estaba como en casa, mostrando mucha cercanía al dirigirse con frecuencia a los espectadores con notable amabilidad y pleitesía hacia nuestro país.

En los primeros compases también pudimos escuchar la sublime “School” de “Crime Of The Century”, que para mí fue uno de los momentos más memorables. Sin duda en el capítulo de mis pasajes para el recuerdo de este show, estuvo en el final de la parte troncal del show antes del bis. Ya lo advirtió a gritos un animoso oyente que estaba cerca, si bien la esperaba y el spoiler no fue tan sangrante. Llegaba “Fool’s overture”, esa gran composición que pone fin al que quizás sea mi disco favorito de Supertramp, aquel “Even In The Quietest Moments…” de 1977. Fue interpretada íntegra, con todos sus efectos sonoros y con un Roger que transmitía muy bien la intensidad de cada pasaje al micrófono. El juego de luces, el cual se atisbaba ligeramente desde nuestra zona (la parte superior del escenario es lo que veíamos), también acompañaba a crear un buen momento del concierto. Simplemente por este momento ya me mereció la pena acudir. Aunque desde fuera, será un momento que no olvidaré, como me pasó en 2017 con “I’m on fire” y el Boss.
Ya que estoy comentando este pasaje, tiro para delante y cito el bis. Roger volvió a escena tras la magnífica “Fool’s overture” para dar rienda suelta al esparcimiento con la coral “Give a little bit” (del mismo disco que la canción anterior comentada, de hecho su tema de apertura) y para sorprendernos en parte con “It’s raining again”, canción que no esperábamos (por lo que nos comentaba Luis Felipe) y que a la postre terminó siendo el fin del show.

Dentro de la hora y 40 minutos de concierto, Roger, desde mi prisma, no se dejó nada de nada. En este sentido no puedo poner pegas. Lo principal cayó íntegro. Entenderán por tanto que “The logical song” o “Breakfast in America” (muy al inicio del concierto) no faltasen. Para mí, que escuchar en directo “The logical song”, la canción con la que comencé a adentrarme en Supertramp, de la voz de su cantante original (ya lo había hecho con Supertramp en 2002 y 2010, pero sin Roger), fue otro instante muy especial que disfruté bastante.
Luego hubo guiños muy buenos a la historia de Supertramp. Por ejemplo, me agradó mucho el pasaje dedicado a “Crisis? What Crisis?” con “Easy does it” y “Sister moonshine” encadenadas, como en sucede en el disco al que pertenecen. Me resultó algo sorprendente, para bien, que rescatara “Don’t leave me now” de “Famous Last Words”. De sus discos en solitario me agradó mucho que recuperara en particular “Death and a zoo” de aquel “Open The Door” del año 2000.
Luis Felipe Novalvos acusó algo de merma vocal en la figura de Roger. Cierto es que hubo al menos un par de pasajes mejorables que yo noté en 2 momentos puntuales de algunas canciones, pero desde mi punto de vista yo me fui bastante satisfecho del timbre que mantiene Hogdson y le sentí bastante reconocible (sabiendo las limitaciones vocales que se van acumulando por lógica cuando se van cumpliendo años). Fue un concierto completo, repleto de los grandes éxitos y alguna ligera sorpresa, muy bien medido en ese apartado. De lo visual, más allá del acertado juego de luces que apreciamos en “Fool’s overture” muy bien coordinados los fogonazos de luz blanca con las notas más histriónicas, tampoco podemos contarles más (para ello, visiten otras crónicas).
Estas crónicas no dejan de ser la narración de una peculiar vivencia por tampoco poder permitirnos pagar tantas y tantas entradas que compraríamos del siempre interesantísimo cartel que ofrece año tras año las Noches Del Botánico. Lo que nos pareció curioso en esta ocasión es que tanta gente se sumara a nuestro palco. También hay que tener en cuenta que, a pesar del precio algo elevado de las entradas en esta ocasión, se agotaron los tickets y quizás muchos no pudieron acceder y optaron por esta vía. No es lo mismo, pero ya sea por un motivo u otro el que no puedas acceder (o estar tieso o no quedar entradas), siempre es un buen plan b para al menos disfrutar de la música.
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miércoles, 24 de julio de 2019

Concierto Keane. Madrid (20-07-2019)

En su día, en octubre de 2012, última vez hasta la presente que Keane visitaron Madrid, les vi en grada en Vistalegre. Me pareció aquel un concierto magnífico y me quedé con las ganas de sentir la energía que este grupo desprende desde el escenario en una posición más cercana. Por eso, cuando me enteré que venían a las “Noches Del Botánico”, no me lo pensé 2 veces a sacar mi entrada en pie de pista para completar aquella experiencia de hace 7 años (tiempo transcurrido, del cual el propio Tom Chaplin durante el concierto se sorprendía de darse cuenta al preguntar al público).
El pasado sábado fue un día de calor tremebundo. Sufrimos sus rigores al mediodía y llegamos a casa extenuados tras comer fuera, con el tiempo justo para intentar recuperarnos y salir para el Jardín Botánico Alfonso XII de la Universidad Complutense. Antes de partir hacia Ciudad Universitaria vi en Telemadrid, a cachos, la película “The Program” o “El Ídolo” sobre el fraude deportivo que a la postre terminó siendo Lance Armstrong, película que aprovecho para recomendar.
Llegamos al recinto pronto, pero la “Keanemanía” había hecho que las primeras filas ya estuvieran copadas. Nos situamos en 6ª fila al lado de la valla de la zona de gente con movilidad reducida, según miras al escenario a la derecha. Antes, al salir del metro, nos encontramos con Óscar Cañas, uno de nuestros colaboradores/tertulianos radiofónicos (que no en vano estuvo en aquel programa que dedicamos a “Strangeland” hace unos años ya), aunque luego vimos el concierto por separado.
El calor era sofocante, pero la organización nos dio unos manguerazos de agua, que no todo el mundo tomó a bien, pero que ayudaron a refrescar un poco el ambiente y el césped artificial que cubre la zona del pie de pista. Por el lateral derecho del escenario, antes de que saliera el artista invitado, aparecieron Richard Hughes y Tim Rice-Oxley, que se hicieron fotos con algunos fans temerarios que se arriesgaron a perder sus puestos en primera fila por hacerse la instantánea con ellos.
Y en esas se subieron a escena Chelsea Boots. Grupo nacional del que desconocía trayectoria hasta la fecha. Disfrutaron de algo más de 40 minutos de actuación, donde alternaron temas propios en inglés y algunos en castellano. Sonaron bien en general, con buenas dosis de guitarra y se apoyaron en el carisma y descaro de su vocalista, de pose algo hedonista y chulesca, que no sé por qué me recordó al grupo Fiebre Amarilla y su líder Ricky Lacoste (será que como pusieron 8 días atrás la película “Sufre Mamón” en La2... No sé). Terminaron su actuación con una versión del “These boots are made for walking”. Entretuvieron y amenizaron la espera a medida que el sol se ponía y el calor iba siendo menos intenso.
Se dispuso todo muy rápido para que a las 22.15h empezaran puntualmente Keane. En esa media hora, la gente estaba tan de buen ánimo que incluso elevaron al estatus de estrella del rock a un roaddie que hacía su labor para colocar el set de Keane. El arranque del cuarteto fue con un tema potente y movido como es “Bend and break”, uno de los grandísimos singles de aquel debut “Hope And Fears” que agitó al 100% de los espectadores, por si alguno no estaba lo suficientemente enganchado a lo que estábamos.

No voy a ir siguiendo un orden cronológico en esta ocasión, sino que les voy a ir jalonando mis recuerdos de la noche vivida. Citaré primero los momentos más memorables, aunque hubo tantos que no sé si tampoco van a salir por orden de gusto personal. Lo que más me gustó del show vivido fue ese combo que podría parecer una extraña pareja compuesto por “Spiralling” (cuyo vídeo dejo arriba de este párrafo) y “Bedshaped”.
Ahí demostraron Keane la grandeza de saber confeccionar un set list y ejecutarlo de tal forma que 2 canciones que son tan distintas y opuestas en las sensaciones que transmiten, que parezca todo lógico y bien medido. En “Spiralling” vimos a un Tom desatado moviéndose de lado a lado del escenario en esa canción pop tan rimbombante, que a algunos en su día descuadró, pero que a mí siempre me captó. Y acto seguido con “Bedshaped” viajamos a uno de esos capítulos tan emotivos y sentidos que Keane tiene en su discografía. El público coreó el final del estribillo con potencia y entrega en los 2 momentos que Tom cedió su micrófono a las masas. Estas 2 canciones estuvieron situadas en el primer tercio del concierto.
Muy buen momento fue también sin duda la gran “Somewhere only we know”. Mariano González la escogió como su momento favorito del concierto en la charla que todos mantuvimos en el recinto al terminar el concierto y también fue para mí otro de los pasajes memorables del show. Perfectamente ejecutada y situada en este caso en el tramo final del show. Por cierto, de vídeos es el que mejor calidad tiene, ya que lo tomé con la cámara de fotos de mi madre, prestada para la ocasión, y no con mi móvil, así que aprovechen.

El bis contó con uno de los temas del futuro nuevo disco del grupo (ya era hora) y otros 2 clásicos del grupo. Primero apareció “Crystal ball”, suponiendo la histeria colectiva superando la hora y media de actuación en esos compases. Vimos nuevamente al Tom más acelerado y en movimiento del concierto, como debía ser. Para aquel momento solamente me quedaba “Disconnected” de mis predilectas del grupo que puedan ser lógicas de que toquen al ser un single de “Strangeland”.
Bien, pues no: el final del concierto fue “Sovereign light cafe”, que muchos pedían por mi zona (yo parecía un bicho raro pidiendo “Disconnected”. Quizás no fue el punto más álgido del concierto y el grupo pasó de cerrar en apoteosis absoluta, habiendo dispuesto quizás otro tema más efectivo de los que sonaron previamente durante la noche para este capítulo. Pero es que Keane no busca el efecto fácil, y con esta sutil y bonita composición pop, también single de “Strangeland” (ese fabuloso lp), se ponía el final al show (esta vez no hubo sorpresas tipo de versiones de “Under pressure” cuando nadie lo esperaba).

Se puede hablar de todos los singles gordos de Keane y su momento en el concierto. Todos muy emocionantes y bien recibidos: “Everybody’s changing”, celebradísima en el tramo final antes de los bises, su compañera de lp “This is the last time”, también en el sector final y que curiosamente a mí se me pasaba por alto por aquellos momentos, “Is it any wonder?”, otro momento notablemente animado, “Silenced by the night”, épica, romántica y deliciosa... En fin.

En el capítulo de menos esperadas, me sorprendió con mucho agrado que Keane no se olvidaran de “Nothing in my way” del fenomenal “Under The Iron Sea” y que también rescataran la íntima “Try again”, interpretada solamente por Tim al teclado y Tom al micro, mientras que Jesse y Richard se iban al camerino a reponer algunas fuerzas para el arreón final. De “Strangeland” tampoco pensaba que recuperaran la bonita canción de apertura “You are young” o “On the road”. Personalmente, insisto (y disculpen mi pesadez) hubiera preferido que no se olvidaran de “Disconnected” (además, una canción de fuerte regusto español, con ese videoclip impagable con Leticia Dolera y Félix Gómez, dirigido por Sergio Bayona) y que puestos a rizar el rizo hubiera cogido “Day will come”.

Si conecto, ya que lo he referido 2 veces ya, con el sector de la crónica en la que hablo de las olvidadas, hubo gente por mi zona que echó de menos algo más de peso de “Perfect Symmetry” (con su canción título en particular) y uno de mis amigos también citó “The lovers are losing”, que a mí se me había pasado por alto. Es importante indicar que la banda no se olvidó de disponer 4 de sus nuevos temas, también correctamente intercalados (dándoles incluso protagonismo notable al poner uno en el bis).
Para mí fue un concierto sobresaliente. Si hubiera caído “Disconnected”, de matrícula de honor. Y es que más allá de un set list muy bueno y por lo general muy bien llevado a cabo y estructurado, se agradeció la actitud del grupo. Desde la lejanía del tendido de Vistalegre ya lo aprecié en 2012, pero más de cerca la cosa queda muy evidente. Primero gracias a Tom Chaplin. Un cantante de nota muy alta, que estuvo como debe ser (nos quitamos la pena de la afonía de Daryl Hall de unos días atrás). Físicamente está mucho mejor que hace años (mucho más delgado) y con un look que le favorece mucho más, pero imagen al margen, su actitud sobre el escenario, bailando y moviéndose con brío cuando toca y recogiéndose cuando es menester, es perfecta. Además, nuevamente se le notó mucha conexión con el público, siendo simpático y bromista lo justo y agradeciendo en numerosas ocasiones el fervor y la acogida del público madrileño. También logró tener al público a sus órdenes, ensayando correctamente los coros de “You are young” antes de tocarla.
Tim Rice-Oxley no es un teclista al uso. Vive cada actuación al límite de entrega. No fue raro verle muchas veces desgañitado a sus teclas, tocando de pie con un brío que competía con el frenesí de Tom por todo el escenario. Richard Hughes desde la batería mantuvo bien el ritmo, con mucha concentración y profesionalidad. Por otro lado Jesse Quin va cogiendo cada vez más peso dentro del grupo desde su incorporación a la banda. Empuñó su bajo de forma intensa, marcando sus notas en algunas ocasiones al borde del escenario (cual solo a lo guitar hero) y se le ve perfectamente integrado ya en el grupo después de tantos años.
Pocos minutos antes de las 00h, acabó el concierto con los sonidos del “Heroes” de David Bowie en los altavoces a medida que los 4 Keane abandonaban las tablas tras recibir las merecidas y cumplidas ovaciones. Nosotros nos reunimos (vimos el concierto 3 sectores de amigos por separado) y nos tomamos algún refrigerio en los jardines y mesas de las “Noches Del Botánico”, comentando con efusividad y concierto que a todos nos gustó.
Y es que merece mucho la pena ver a Keane en directo. Son apuesta segura, ya que disponen de una discografía de muy buena calidad, de la que, a nada que se esfuercen, conforman un set list de gira que puede tener pocas quejas, si bien siempre suele haber alguna. Terminé muy satisfecho de completar mi experiencia de 2012, lejana en posición, y muy seguramente, siempre que la banda continúe en activo, no será la última vez que les vea. Y es que Keane quedaron tanto el sábado pasado como en 2012 muy contentos de la acogida de Madrid. También siempre nos ayudará que Tom Chaplin venga de viaje de aniversario con su mujer a ponerse fino de jamón ibérico, como nos confesó a mitad de actuación, y que salga de aquí encantado de su estancia.
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jueves, 11 de julio de 2019

Concierto Madness. Madrid (04-07-2019)

Les vi en un concierto memorable (vean la crónica del blog) hace una década, del que me quedó tan buen recuerdo que ya no me atrevo a vivir otro porque no creo que lo pueda superar (tonterías mías dirá alguno que lea esto). Me cogió en una época de muchos gastos. Ya no está Carl Smyth “Chass Smash”. Por todo esto, decidí ahorrar y no sacarme la entrada de Madness, en formato “XL”, para verles en las “Noches Del Botánico” (este año no he movido asuntos de acreditaciones), pero sí que estimé ir a escuchar el concierto a los alrededores.

Con ello, aquí la crónica de un ciego, ya que del comportamiento del grupo no les puedo contar mucho. En mi “palco” de los alrededores hubo otras 5 personas que estuvieron escuchando a los “naughty boys”. Yo fui solo en esta ocasión, cosa que me dio igual. Antes tocaban Dead Capo, y llegué al recinto cuando finalizaban su actuación con una versión de los “End titles” de “Blade Runner”.
Hablando por teléfono con un amigo, llegó el arranque de concierto. Se empezó con “One step beyond”, que no es ya lo mismo sin Carl encargándose de la arenga previa. El comienzo de concierto fue de manual, con “Embarressment” acto seguido (creo que así arrancaron en 2009). A Suggs (Graham McPherson), se le oía cantar perfecto (muchísimo mejor que a Daryl Hall 2 noches antes), muy ajustado a su registro vocal.

La cosa duró hora y media y el repertorio no se dejó ninguno de los pesos pesados. Desfilaron con potencia “House of fun”, “Our house” (pletórica en el tramo final del concierto) o “Night boat to Cairo” (esta como final de concierto). Tampoco faltaron piezas básicas como “My girl” o “Shut up” (que celebré mucho su escucha).
En el capítulo de las menos esperadas, pero singles o éxitos también del grupo, no me esperaba “Driving in my car”, con una interpretación vocal cristalina de Suggs o “It must be love”, la cover de Labby Siffre, que sonó en el tramo final del concierto y que me alegró mucho la noche, puesto que esta es la primera canción que me capturó de Madness, con su videoclip que tengo grabado de la Mtv en VHS desde hace 22 años (luego ya me compré el recopilatorio “Complete Madness” en formato DVD con todos los videoclips, este incluido).

Y ya las que consideré sorpresas absolutas dentro del repertorio fueron “Bed and breakfast man”, en la que se notaba al público del Botánico corear entre estrofas el tramo final de la canción (costumbre y ritual de los conciertos de Madness) y la preciosa “One better day” del siempre por muchos denostado disco “Keep Moving”.
Hora y media de concierto también clavada (misma longitud que la de Hall & Oates) y la sensación de que tuvo que ser un gran concierto. No sé yo si superaría aquel de junio de 2009 en La Riviera, pero le estaría cerca. No obstante, unos Madness sin Carl Smyth, perdónenme, pero para mí no es lo mismo. Es como unos Depeche Mode sin Alan Wilder, que sí, que está bien, pero no es lo mismo. Cosas mías. En todo caso, gran concierto por lo escuchado y más que satisfecho por haberlo podido oír al menos.

Alguna otra noche nos pasaremos a la “fresca (¿?)” a escuchar alguna otra cosa y una en particular sí que estaremos dentro para ver a Keane lo más cerca posible y completar la experiencia de 2012 cuando les vimos en graderío en Vistalegre. Esperen pues alguna que otra crónica de concierto más del notable cartel de las “Noches Del Botánico” en futuras semanas.
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domingo, 7 de julio de 2019

Concierto Hall & Oates. Madrid (02-07-2019)

A mi regreso de mi viaje a Japón, tenía marcado en rojo en la agenda o calendario el pasado martes 2 de julio. El motivo no era otro que dentro de la programación de las Noches Del Botánico (siempre con un excelente y llamativo cartel), estaba fijado el primer concierto de Daryl Hall, John Oates y su banda en Madrid, sino el primero de su trayectoria en la capital (que según dijeron los protagonistas durante el concierto, me pareció entender que así era) o al menos el primero en muchísimo tiempo. Era uno de esos grupos que descartaba ver en directo, a no ser que me fuera de viaje al extranjero.
La pena de todo esto es que a veces la casualidad o las fastidiosas circunstancias hacen que la experiencia no sea la mejor posible. Ahora me explicaré. En el sentido de la compañía, el plan no podía ser mejor, ya que acudiría al show con nuestro tertuliano y buen amigo mío Óscar Cañas, el cual tuvo la suerte de que le cambiaran el turno habitual de tarde en su trabajo y disponer de la tarde libre para poder enfocar la vivencia como merecía. Tras estar un rato en mi casa hablando de todo un poco y con algunos vídeos de la banda en la Smart Tv en Youtube de fondo, calentamos motores lo suficiente. Nos presentamos en el recinto del Jardín Botánico de la Complutense sobre las 20h, y aunque se podía acceder al recinto, aún no se podía acceder a la platea frente al escenario. Nos tomamos unas cañas, con cierto nerviosismo lógico por la cercanía de un momento que para los 2 sería muy especial, comentando nuestra quiniela de setlist (ya que ambos nos gusta ir a los conciertos sin saber nada de nada de lo que caerá).
A las 21h estaba prevista la actuación de Komraus, cosa de la que me enteré pocos días antes. Nos situamos en primera fila en el lateral derecho mirando al escenario (donde estuve hacía casi un año viendo a Simple Minds en labores profesionales –esta crónica es aficionada totalmente, ya que no íbamos acreditados, sino como mero público habiendo pagado religiosamente nuestros casi 50 euros-) y el trío compuesto por batería, teclista y cantante arrancaron pronto. No conocía nada del grupo y la verdad es que no nos desagradaron. Liderados por la cantante Sara Rioja, madrileña y exestudiante de la Universidad Complutense precisamente según ella dijo entre canción y canción, presentaron varias de las canciones de su disco “Untie The Ropes”, e incluso se permitieron una cover bastante respetuosa del “Girls just wanna have fun” de Cyndi Lauper (cosa que me recordó, y también le comenté a Óscar, que en el mes de julio han solido darse ocasiones de ver a artistas que no pensaba que vería en directo como pasó con la propia Cyndi en 2011 o con el genial Billy Idol en 2012; madre, ¡cómo pasa el tiempo!).
El grupo se escuda principalmente en la empatía con el público de Sara, gran cantante, elegante en su registro vocal y en su forma de vestir para salir a escena. Se dirigió bastante al respetable para informarnos del sentido de sus composiciones y otras curiosidades, estando lejos de resultar pesada en ese particular. Komraus terminaron además muy bien, muy arriba, con una toma dance de la canción que titula su disco, con lo que lograron, al menos en mí, que me quedará con ganas de al menos una canción más. Lo que he comentando muchas otras veces: aunque siempre de inicio no me gusta que haya artista invitado, luego se da la casualidad de que descubres cosas muy interesantes. Esta fue una de esas ocasiones.
En las Noches Del Botánico, al menos se respeta la puntualidad escrupulosamente y el cambio de set de Komraus a Hall & Oates se hizo con celeridad y nuestros anhelados músicos estaban preparados a la hora fijada. Entraron al escenario por el lado opuesto al nuestro, pero ya pudimos ver a Mr. Casual, el gran Charlie De Chant, ese saxofonista y teclista icónico del grupo, que con su larga melena canosa sigue con ellos (cosa que no sabía al 100%, pero que una opción de visualización previa de un vídeo amateur de la actual gira en Youtube la misma tarde me hizo cierto spoiler de alguna manera al verle en la foto icono y ya lo esperaba).
Sobre el telón de fondo se puso un vídeo-collage retrospectivo del grupo, con imágenes de los vinilos de sus singles girando y sonando cada una de las canciones en sí, cosa que me gustó mucho y consideré acertada para el momento. El show empezó con fuerza, ya que se atisbaba que el arranque era ni más ni menos que con “Maneater”. El problema vino cuando empezó la parte vocal. Cierto es que hacía tiempo que no veía actuaciones de Hall & Oates en Youtube en directo, pero se apreciaba que a Daryl pareciera que el espíritu de Joaquín Sabina se le hubiera metido dentro. Al rubio cantante, que con un registro tan personal y particular, llegando en su historia muy bien a los agudos, se le oía con una voz rasgadísima y completamente rota. Se le notaba que no encontraba además comodidad, buscando cambiar las entonaciones vocales de este clásico de ellos y del pop en general, pero no había manera de que eso, vocalmente hablando, sonase bien. La calidad de mis vídeos con el móvil no va a ayudar a Daryl, pero aquí comienzo insertándoles mi toma de “Maneater”.

En fin, pensé: pues será que los excesos le han pasado factura y ya no es el que era. Y la cosa seguía así, ya que aunque el arranque de concierto en lo que a setlist se refiere fue una tremenda pasada: encadenaron luego la versión de “Family man” de Mike Oldfield (de la que estuvimos de acuerdo en la previa tanto Óscar y yo, que es quizás el único caso en el que la versión nos gusta más que la original -les inserto un cachito aquí debajo-), la anhelada “Out of touch” y “Method of modern love”, que Óscar esperaba con tremendas ansias y no tenía pensado que fuera tan de la partida. Todas las piezas con un Daryl machacado y sonando impecables instrumentalmente y en los coros de John Oates y también de Charlie de Chant, pero marcadas por la imprecisión de la voz principal.

Sería cuando Daryl se puso al piano de cola para hacer en primer lugar “Sarah smile” cuando el mismo nos explicó lo que sucedía. Por lo visto los calores extremos de estos días en Madrid y el hecho de que él no tenga aire acondicionado en su casa de Londres, se juntaron de mala forma para que el propio Daryl en su estancia de estos días en Madrid se pusiera frente a un ventilador y la voz se le fuera al garete por una afonía lógica y derivada de ese descuido. Pidió disculpas y nos afirmó que lo estaba intentando y lo intentaría en lo que quedaba de concierto el cantar lo mejor posible. Se agradecen las explicaciones y cierto es que en el tramo final la cosa mejoró ligeramente (sería que Daryl se iría encontrando mínimamente), pero en definitiva esto fue una putada bien gorda, ya que son tantos años esperando ver al dúo en directo y que se diera esta triste circunstancia de tener muy mermado a Daryl, no deja de ser un fastidio y una lamentable casualidad. A continuación el video de una de mis favoritas de la banda, ya citada 2 párrafos arriba: “Out of touch”.

Comentado lo de Daryl, hablemos de John Oates. John sí que estuvo perfecto. Irreprochable. Excelente en las guitarras eléctricas, en sus poses típicas, en sus apoyos vocales y en su aspecto físico (parece que tiene 20 años menos). Además, no iba afeitado, que dirán ustedes que esto quizás sea una chorrada, pero a mí ver a los artistas con un look distinto al que les conozco, me hace sentir como si viera a un extraño, y aunque el negro de su bigotón ya no es tan azabache, sí que nos permitió ver a un John como debe ser. Le tuvimos prácticamente delante y lo gozamos con su presencia y su proceder. Aquí debajo un primer plano de quien fue uno de los principales atractivos del concierto.
Y no puedo dejar de hablarles de don Charles De Chant. Mr. Casual, al cual le llamé así en una ocasión, estuvo descomunal. Cada vez que salía de su zona fija del escenario (lamentablemente para nosotros detrás del piano de cola, con lo cual solamente veíamos su cabeza haciendo los coros y soplando su saxo), el público enfervorecía. Ya tuvo su primer lucimiento, lógico, en el solo de saxo que tiene en “Maneater” en los primeros segundos de concierto y en otras muchas partes también salió de su recinto marcado para deleitarnos con su inmaculada presencia con traje blanco y deportivos de lentejuelas azules; soy muy admirador del sr. De Chant y creo que será de lo que mejor sabor de boca me quedará del concierto, ya que ver a Hall & Oates sin este músico estoy seguro que no hubiera sido lo mismo. Recuerdo que en el citado concierto de 2012 de Billy Idol Álex Gómez, excomponente de La Broma Negra, me dijo que casi había ido más por ver tocar a Steve Stevens que al propio Billy Idol; yo no diré tanto de que fui más a ver a Charlie De Chant que a los propios Hall & Oates (básicamente porque tampoco sabía, porque no me gustan los spoilers, si iba a estar), pero lo que está claro es que tenía un fuerte anhelo por ver a este icónico músico sobre las tablas y sabiendo hacer lo que sabe con la maestría que demostró.
El resto de la banda nutrida que acompaña al grupo resulta muy solvente. Instrumentalmente el show fue brutal, y destacó mucho el otro guitarrista que estaba en el extremo opuesto al nuestro. Volviendo a comentar lo que sonó en sí, el show estuvo plagado de sus grandes éxitos. No tardó mucho en sonar “Say it isn’t so”, que me gustó mucho (en esta canción me fijé mucho, por encima de la tapa del piano de cola, en Charlie haciendo los coros). El concierto duró exactamente una hora y media en la que hubo espacio para nadar hasta los primeros 70 de la banda, pero sobre todo para deleitarnos con piezas que sobre todo apuntalaron el tramo final del show.

Y es que en los últimos compases y en los bises, aparecieron por ahí “Private eyes” (video arriba del párrafo), “I can’t go for that (no can do)” (vídeo debajo del parrafo) o “You make my dreams”. Para entonces Daryl estaba algo menos mal, pero todavía insuficiente y muy lejos del tremendo cantante que hemos conocido siempre. No hubo espacio para las grandes sorpresas y para mí, en lo que a listado de temas se refiere, la cosa hubiera sido perfecta si se hubiera incluido “Adult education”, que sin duda fue personalmente la gran ausente del repertorio.

En fin, sensaciones encontradas tras este esperado concierto. Bien porque vi al grupo sobre el escenario. Muy bien por ver a John Oates y a Charlie De Chant espectaculares y sobresalientes. Muy mejorable por el triste estado de la voz de Daryl Hall. Una tremenda pena el deslucimiento vocal. En las redes sociales incluso había gente que pedía la devolución del importe de las entradas. Miren, yo no pediría tanto, pero sí que llegaría a un acuerdo con el grupo para que tocasen en Madrid en menos de un año en una sala, a precio más módico (pongamos mitad de lo que costó la pasada noche, unos 25 euros) y con Daryl ya recuperado. Para mí sería suficiente.
Como no creo que se dé el caso, habrá que conformarse con lo que vivimos e intentar quedarse con lo bueno, que también tuvo sus cosas, aunque lo malo que aconteció sea de tal relevancia; solamente espero que Bernard Summer de New Order (a los que hasta la fecha tampoco he visto en concierto y se da un caso parecido al que me sucedía con Hall & Oates, de que o me iba al extranjero o no les vería por Madrid) en septiembre se ande con cuidado y no nos fastidie su concierto previsto para el Weekend Festival en el Ifema.
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