Coincidiendo con las fiestas del municipio, el ayuntamiento de Alcalá de Henares tuvo a bien contratar a Danza Invisible para amenizar una de las noches de la plaza Cervantes del programa de eventos. Dicha decisión por parte de la organización se puede considerar un acierto, ya que estos malagueños tienen un directo excelente. Desde que Paloma Chamorro introdujo a la banda en su mítico programa “La Edad de Oro” diciendo que tenían el mejor directo de la época, son muchas las personas que han alabado el proceder de estos chicos cuando se suben a un escenario. Sin ir más lejos en la página web de las fiestas de Alcalá se ponía de manifiesto y como acicate el buen hacer en las tablas de los Danza. Yo no seré menos y les puedo asegurar que es un privilegio que esta banda, que tiene tan dilatada trayectoria, siga en activo regalándonos sus actuaciones en directo.
Había tenido ocasión, poco antes de iniciar esta guía musical, de ver a Danza Invisible el 13 de junio de este mismo año en un improvisado escenario en mitad de una calle en las fiestas del barrio de Moratalaz de Madrid. Previamente, la única actuación que había visto de Javier Ojeda y sus secuaces fue en las fiestas del barrio de Chamberí en pleno centro de Madrid, en un concierto que en pleno verano, sábado 15 de julio de 2006, se vio amenazado de suspensión por una pequeña tormenta, pero que, con algo de retraso por las inclemencias meteorológicas, finalmente pudo celebrarse. Aquel día quedé muy satisfecho de lo que había visto. Curiosamente era la primera vez que veía un concierto de Danza Invisible, a pesar de haber tenido en cuenta su música desde comienzos de la década de los 90 (la época de “Clima Raro”, creo recordar). Supongo que será consecuencia del acceso a internet y que en su página se informe perfectamente de sus actuaciones, cosa que antes no tenía posibilidad de ningún tipo de acceso a la red y por el municipio donde resido, por lo menos en la última década no me suena que hayan venido (quizás tiempo atrás sí, pero bueno).
Este martes no tenía “partenaire” para ir al concierto. Aún así decidí coger el coche e irme solo a la ciudad complutense para ver el show, ya que por los mismos motivos personales que me impidieron igualmente publicar una nueva entrada en 16 de agosto, no pude ir al concierto que dieron en la plaza de las Vistillas de Madrid el día 12 de este mes. Tras unas cuantas vueltas buscando sitio para aparcar en esta caótica ciudad, en lo que aparcamiento/tráfico se refiere, llegué a la plaza Cervantes media hora antes de la hora de inicio del show. Para entonces ya se podía ver al llamado “sargento furia” para la ocasión por Javier Ojeda o “el hombre de piedra” en el disco en directo “Al Compás De La Banda”, Manolo Rubio, muy aplicado ajustando las tuercas en su zona de dominio del escenario. Decir, que para esta ocasión había congregada bastante más gente que en el concierto que dieron en el barrio de Pavones en el pasado mes de junio, pudiéndose decir que la zona de la plaza de Cervantes reservada para el concierto estaba a rebosar.
A las 23.05h parecía que el concierto se iniciaba. Con la intro a base de la instrumentación de “10 razones para vivir” se daba comienzo al show, pero por lo visto algo funcionaba mal en el amplificador de Antonio Luís Gil, el cual no se encontraba a gusto con el sonido que se generaba. Los técnicos de sonido en compañía de Antonio estuvieron cosa de 7 minutos intentando arreglar el fallo detectado, para así dejar que un excelente guitarrista como Antonio Luís Gil pueda sonar como es debido. Desde mi primera fila se podía ver en un lateral a un impacientísimo Javier Ojeda que, con el rebosamiento habitual de adrenalina que tiene cuando sube a un escenario, estaba que se subía por las paredes. Los chicos arrancaron con “La estanquera del puerto” y desde el primer momento se pudo comprobar la fiesta y alegría que van de la mano en las actuaciones de esta formación.
Igualmente, como es habitual en las críticas de los conciertos, no les voy a describir una a una y cronológicamente según el orden de salida todas las canciones, sino que me dedicaré a mencionarles los momentos cumbres, lo más objetivamente posible, del concierto y por otro lado los que personalmente me gusten más. Sirva esta explicación para posteriores crónicas de conciertos a los que acuda que publique.
Mención especial y un agradecimiento por mi parte se merece el hecho de que del magnífico “Música De Contrabando” de 1986 se extrajeran 4 canciones para la ocasión. Advertirles que, para dar paso a algún disco de música española, este citado “Música De Contrabando” será objeto de revisión en un futuro. “Agua sin sueño”, fue la primera de dicho álbum que hizo acto de presencia. En este momento, Javier buscó en el público al habitual colaborador y amigo de la banda, el percusionista Gino Pavone, el cual con una mano medio lesionada se subió para ayudar en el presente tema y en gran parte de lo que quedaba del concierto. Este corte supone un momento de calma dentro de la vertiginosidad habitual que aporta Danza Invisible en sus conciertos y le permite a Javi descansar un poquito de sus carreras, bailes, brincos, ataques de histeria y otras más cosas que hacen que Dave Gahan de Depeche Mode parezca un vegetal comparado con el cantante de Danza. La canción se introdujo por parte del sr. Ojeda como “un clásico de Danza de los años 80, o un semiclásico. Una buena canción en definitiva, es lo que nosotros pensamos”. Razón no le falta, ya que es un tema semiacústico y relajado con una de las más enigmáticas y bellas letras de la historia de la banda. La parte final instrumental supuso el lucimiento personal a la guitarra eléctrica del sr. Gil, que a lo largo de todo el concierto se mantuvo, como es habitual, sesudamente concentrado en sus labores. También cayó “No habrá fiestas para mañana”, tocada a dúo por Manolo Rubio y Antonio Luís Gil con un Javier Ojeda mostrando su interpretación más sentida e intensa de la noche. Personalmente, resulta curiosa la anécdota de “Sin aliento”. Aprovechando un hueco entre canciones y estando en primerísima fila, se me ocurre pedir dicha canción. Javier se percató y se dirigió a mi diciéndome que después la tocarían. Llegado el momento, Javi dice que atendiendo mi petición tocarán sin aliento. Me preguntó el nombre para decir “en petición del amigo… tocamos sin aliento”. Sería que con todo el bullicio no me entendió y en lugar de Víctor (para el que no lo supiera todavía, ya sabe mi nombre) creyó escuchar Emilio (ya lo sabes tú también para la próxima, Javi) y yo para no liarle más al bueno de Ojeda le hice un gesto como diciendo “pues vale”. Tras ello y medio partido de risa dijo “al menos acaba en “o”, ¿no?” y yo le moví la mano como diciendo que más o menos. Tras esta simpática anécdota empezó la atronadora y muy intensa interpretación de “Sin aliento”. El muro de sonido creado en directo por estos muchachos es enorme, siendo muy importante dentro del mismo la línea de bajo a cargo de Chris Navas, y la intensidad de Javier al cantar es arrolladora. El otro tema escogido del disco de 1986 de la banda fue “En guerra”, uno de los temas más aguerridos y a cara de perro que tiene el álbum junto a la corrosiva “Espuelas”. Para la ocasión se introdujeron en los coros finales alguna variable de “Clima raro” para innovar algo.
Otro momento importante de la parte inicial del concierto fue una versión más movidita de “10 razones para vivir”, que ya de por sí introdujo Javier Ojeda advirtiendo alguna que otra variación sobre la original, más lenta y de sonido parecido vagamente a “Agua sin sueño”. No faltó “Sabor de amor” en la parte final del repertorio, aunque curiosamente quizás la gente vivió con mayor intensidad otras canciones, a pesar de que esta canción sea la más conocida de la banda a nivel generalista. “Catalina” contó con la colaboración por parte del público en los coros finales, perfectamente dirigidos y aleccionados por Javier Ojeda. “Naturaleza muerta” fue uno de los momentos más celebrados por todo el público y de los que se vivieron con mayor intensidad. Aunque si queremos hablar de intensidad tenemos que referirnos al tema que cerró el concierto. La actual versión que Danza hace de “El club del alcohol” me recuerda mucho a lo que hace también en sus directos Seguridad Social con “Comerranas”. Se aprovecha la parte media de la canción para hacer un cambio de rumbo e interpretar otras canciones en plan medley, para finalmente remontar la canción principal y terminar con ella. En este caso y cuando se volvió a “El club del alcohol” Javier Ojeda terminó el concierto de la forma más desaforada de las que le he visto en las 3 actuaciones que he tenido ocasión. Se bajó del escenario y corrió por delante de las vallas de seguridad que delimitaban al público y terminó subiéndose a una justo delante de mi para adentrarse desde la misma entre la audiencia.
Otras canciones escogidas para la noche fueron “A este lado de la carretera”, correcta adaptación de la banda del “Bright side of the road” de Van Morrison, “Por ahí se va”, “Dame más” y alguna que otra más. El track list fue muy parecido al del concierto en el inicio del período estival que les vi en el barrio de Pavones, con alguna variación como por ejemplo que en aquel se incluyó “A sudar” y sin embargo no recuerdo “En guerra”.
Tras el apoteósico final con el desboque absoluto de Javier en “El club del alcohol”, me di una vuelta por la parte trasera del escenario para, por lo menos, agradecerle a Javier el detalle de dirigirse a mi en directo para introducir “Sin aliento” y a poder ser hacerme alguna foto con algún componente del grupo, pero por lo visto el grupo se esfumó. Había una especie de estructura de parque donde suelen tocar orquestas y debajo como unos vestuarios, pero… allí no estaban. No sé si se abrieron paso entre la multitud de gente que había por la plaza y se dieron el piro de allí echando humo. De verdad, no sé como lo hicieron, pero en fin, otra vez será. Tras esto me dirigí por los lúgubres rincones de las callejuelas de un barrio cercano a la estación de tren de Alcalá de Henares donde había dejado mi humilde utilitario para coger la A-2 y tirar para casa con la satisfacción de haber visto un excelente concierto.
Moraleja de todo esto: Danza Invisible ya no es una banda de las que suelan cobrar por actuaciones, son un grupo que suelen ir a fiestas de pueblos contratados por los ayuntamientos y que cada verano se dan un amplio paseo por la geografía española. Les recomiendo que en el mes de abril echen un vistazo a su página web y miren los conciertos que tengan programados. Si se da el caso de que les coge alguno de los shows previstos cerca de donde vivan ustedes, no se lo piensen 2 veces y cojan el coche o el transporte público para ir a ver el concierto. Les diré otra cosa: un día hablando con un superior mío de mi trabajo de oficina, que tuvo la ocasión de verles en la etapa del Rockola, me dijo 2 cosas de Danza Invisible. La primera, literal de sus palabras, que en aquella época “eran una copia cruel de Simple Minds”, sin embargo me dijo que “por otro lado había que ver lo bien que tocaban”. Bueno, pues actualmente Danza Invisible ya no es una copia ni cruel ni no-cruel de Simple Minds, pero siguen tocando excelentemente y tienen un directo al alcance de muy pocas bandas, apoyado en un repertorio de sobra solvente. Pocas formaciones de su época siguen en activo y dando conciertos. Como les dijo un presentador de Localia en un programa especial de la Feria de Málaga de 2006 donde actuó el grupo: “sois un lujo”. Aprovechen y acudan a un concierto de Danza Invisible antes de que les dé la ralladura mental y decidan separarse definitivamente y nos quedemos sin ellos. Tocan bien, tienen canciones imprescindibles y además son simpáticos, divertidos y buena gente. Todo esto les garantiza que pasarán un rato agradable.
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Había tenido ocasión, poco antes de iniciar esta guía musical, de ver a Danza Invisible el 13 de junio de este mismo año en un improvisado escenario en mitad de una calle en las fiestas del barrio de Moratalaz de Madrid. Previamente, la única actuación que había visto de Javier Ojeda y sus secuaces fue en las fiestas del barrio de Chamberí en pleno centro de Madrid, en un concierto que en pleno verano, sábado 15 de julio de 2006, se vio amenazado de suspensión por una pequeña tormenta, pero que, con algo de retraso por las inclemencias meteorológicas, finalmente pudo celebrarse. Aquel día quedé muy satisfecho de lo que había visto. Curiosamente era la primera vez que veía un concierto de Danza Invisible, a pesar de haber tenido en cuenta su música desde comienzos de la década de los 90 (la época de “Clima Raro”, creo recordar). Supongo que será consecuencia del acceso a internet y que en su página se informe perfectamente de sus actuaciones, cosa que antes no tenía posibilidad de ningún tipo de acceso a la red y por el municipio donde resido, por lo menos en la última década no me suena que hayan venido (quizás tiempo atrás sí, pero bueno).
Este martes no tenía “partenaire” para ir al concierto. Aún así decidí coger el coche e irme solo a la ciudad complutense para ver el show, ya que por los mismos motivos personales que me impidieron igualmente publicar una nueva entrada en 16 de agosto, no pude ir al concierto que dieron en la plaza de las Vistillas de Madrid el día 12 de este mes. Tras unas cuantas vueltas buscando sitio para aparcar en esta caótica ciudad, en lo que aparcamiento/tráfico se refiere, llegué a la plaza Cervantes media hora antes de la hora de inicio del show. Para entonces ya se podía ver al llamado “sargento furia” para la ocasión por Javier Ojeda o “el hombre de piedra” en el disco en directo “Al Compás De La Banda”, Manolo Rubio, muy aplicado ajustando las tuercas en su zona de dominio del escenario. Decir, que para esta ocasión había congregada bastante más gente que en el concierto que dieron en el barrio de Pavones en el pasado mes de junio, pudiéndose decir que la zona de la plaza de Cervantes reservada para el concierto estaba a rebosar.
A las 23.05h parecía que el concierto se iniciaba. Con la intro a base de la instrumentación de “10 razones para vivir” se daba comienzo al show, pero por lo visto algo funcionaba mal en el amplificador de Antonio Luís Gil, el cual no se encontraba a gusto con el sonido que se generaba. Los técnicos de sonido en compañía de Antonio estuvieron cosa de 7 minutos intentando arreglar el fallo detectado, para así dejar que un excelente guitarrista como Antonio Luís Gil pueda sonar como es debido. Desde mi primera fila se podía ver en un lateral a un impacientísimo Javier Ojeda que, con el rebosamiento habitual de adrenalina que tiene cuando sube a un escenario, estaba que se subía por las paredes. Los chicos arrancaron con “La estanquera del puerto” y desde el primer momento se pudo comprobar la fiesta y alegría que van de la mano en las actuaciones de esta formación.
Igualmente, como es habitual en las críticas de los conciertos, no les voy a describir una a una y cronológicamente según el orden de salida todas las canciones, sino que me dedicaré a mencionarles los momentos cumbres, lo más objetivamente posible, del concierto y por otro lado los que personalmente me gusten más. Sirva esta explicación para posteriores crónicas de conciertos a los que acuda que publique.
Mención especial y un agradecimiento por mi parte se merece el hecho de que del magnífico “Música De Contrabando” de 1986 se extrajeran 4 canciones para la ocasión. Advertirles que, para dar paso a algún disco de música española, este citado “Música De Contrabando” será objeto de revisión en un futuro. “Agua sin sueño”, fue la primera de dicho álbum que hizo acto de presencia. En este momento, Javier buscó en el público al habitual colaborador y amigo de la banda, el percusionista Gino Pavone, el cual con una mano medio lesionada se subió para ayudar en el presente tema y en gran parte de lo que quedaba del concierto. Este corte supone un momento de calma dentro de la vertiginosidad habitual que aporta Danza Invisible en sus conciertos y le permite a Javi descansar un poquito de sus carreras, bailes, brincos, ataques de histeria y otras más cosas que hacen que Dave Gahan de Depeche Mode parezca un vegetal comparado con el cantante de Danza. La canción se introdujo por parte del sr. Ojeda como “un clásico de Danza de los años 80, o un semiclásico. Una buena canción en definitiva, es lo que nosotros pensamos”. Razón no le falta, ya que es un tema semiacústico y relajado con una de las más enigmáticas y bellas letras de la historia de la banda. La parte final instrumental supuso el lucimiento personal a la guitarra eléctrica del sr. Gil, que a lo largo de todo el concierto se mantuvo, como es habitual, sesudamente concentrado en sus labores. También cayó “No habrá fiestas para mañana”, tocada a dúo por Manolo Rubio y Antonio Luís Gil con un Javier Ojeda mostrando su interpretación más sentida e intensa de la noche. Personalmente, resulta curiosa la anécdota de “Sin aliento”. Aprovechando un hueco entre canciones y estando en primerísima fila, se me ocurre pedir dicha canción. Javier se percató y se dirigió a mi diciéndome que después la tocarían. Llegado el momento, Javi dice que atendiendo mi petición tocarán sin aliento. Me preguntó el nombre para decir “en petición del amigo… tocamos sin aliento”. Sería que con todo el bullicio no me entendió y en lugar de Víctor (para el que no lo supiera todavía, ya sabe mi nombre) creyó escuchar Emilio (ya lo sabes tú también para la próxima, Javi) y yo para no liarle más al bueno de Ojeda le hice un gesto como diciendo “pues vale”. Tras ello y medio partido de risa dijo “al menos acaba en “o”, ¿no?” y yo le moví la mano como diciendo que más o menos. Tras esta simpática anécdota empezó la atronadora y muy intensa interpretación de “Sin aliento”. El muro de sonido creado en directo por estos muchachos es enorme, siendo muy importante dentro del mismo la línea de bajo a cargo de Chris Navas, y la intensidad de Javier al cantar es arrolladora. El otro tema escogido del disco de 1986 de la banda fue “En guerra”, uno de los temas más aguerridos y a cara de perro que tiene el álbum junto a la corrosiva “Espuelas”. Para la ocasión se introdujeron en los coros finales alguna variable de “Clima raro” para innovar algo.
Otro momento importante de la parte inicial del concierto fue una versión más movidita de “10 razones para vivir”, que ya de por sí introdujo Javier Ojeda advirtiendo alguna que otra variación sobre la original, más lenta y de sonido parecido vagamente a “Agua sin sueño”. No faltó “Sabor de amor” en la parte final del repertorio, aunque curiosamente quizás la gente vivió con mayor intensidad otras canciones, a pesar de que esta canción sea la más conocida de la banda a nivel generalista. “Catalina” contó con la colaboración por parte del público en los coros finales, perfectamente dirigidos y aleccionados por Javier Ojeda. “Naturaleza muerta” fue uno de los momentos más celebrados por todo el público y de los que se vivieron con mayor intensidad. Aunque si queremos hablar de intensidad tenemos que referirnos al tema que cerró el concierto. La actual versión que Danza hace de “El club del alcohol” me recuerda mucho a lo que hace también en sus directos Seguridad Social con “Comerranas”. Se aprovecha la parte media de la canción para hacer un cambio de rumbo e interpretar otras canciones en plan medley, para finalmente remontar la canción principal y terminar con ella. En este caso y cuando se volvió a “El club del alcohol” Javier Ojeda terminó el concierto de la forma más desaforada de las que le he visto en las 3 actuaciones que he tenido ocasión. Se bajó del escenario y corrió por delante de las vallas de seguridad que delimitaban al público y terminó subiéndose a una justo delante de mi para adentrarse desde la misma entre la audiencia.
Otras canciones escogidas para la noche fueron “A este lado de la carretera”, correcta adaptación de la banda del “Bright side of the road” de Van Morrison, “Por ahí se va”, “Dame más” y alguna que otra más. El track list fue muy parecido al del concierto en el inicio del período estival que les vi en el barrio de Pavones, con alguna variación como por ejemplo que en aquel se incluyó “A sudar” y sin embargo no recuerdo “En guerra”.
Tras el apoteósico final con el desboque absoluto de Javier en “El club del alcohol”, me di una vuelta por la parte trasera del escenario para, por lo menos, agradecerle a Javier el detalle de dirigirse a mi en directo para introducir “Sin aliento” y a poder ser hacerme alguna foto con algún componente del grupo, pero por lo visto el grupo se esfumó. Había una especie de estructura de parque donde suelen tocar orquestas y debajo como unos vestuarios, pero… allí no estaban. No sé si se abrieron paso entre la multitud de gente que había por la plaza y se dieron el piro de allí echando humo. De verdad, no sé como lo hicieron, pero en fin, otra vez será. Tras esto me dirigí por los lúgubres rincones de las callejuelas de un barrio cercano a la estación de tren de Alcalá de Henares donde había dejado mi humilde utilitario para coger la A-2 y tirar para casa con la satisfacción de haber visto un excelente concierto.
Moraleja de todo esto: Danza Invisible ya no es una banda de las que suelan cobrar por actuaciones, son un grupo que suelen ir a fiestas de pueblos contratados por los ayuntamientos y que cada verano se dan un amplio paseo por la geografía española. Les recomiendo que en el mes de abril echen un vistazo a su página web y miren los conciertos que tengan programados. Si se da el caso de que les coge alguno de los shows previstos cerca de donde vivan ustedes, no se lo piensen 2 veces y cojan el coche o el transporte público para ir a ver el concierto. Les diré otra cosa: un día hablando con un superior mío de mi trabajo de oficina, que tuvo la ocasión de verles en la etapa del Rockola, me dijo 2 cosas de Danza Invisible. La primera, literal de sus palabras, que en aquella época “eran una copia cruel de Simple Minds”, sin embargo me dijo que “por otro lado había que ver lo bien que tocaban”. Bueno, pues actualmente Danza Invisible ya no es una copia ni cruel ni no-cruel de Simple Minds, pero siguen tocando excelentemente y tienen un directo al alcance de muy pocas bandas, apoyado en un repertorio de sobra solvente. Pocas formaciones de su época siguen en activo y dando conciertos. Como les dijo un presentador de Localia en un programa especial de la Feria de Málaga de 2006 donde actuó el grupo: “sois un lujo”. Aprovechen y acudan a un concierto de Danza Invisible antes de que les dé la ralladura mental y decidan separarse definitivamente y nos quedemos sin ellos. Tocan bien, tienen canciones imprescindibles y además son simpáticos, divertidos y buena gente. Todo esto les garantiza que pasarán un rato agradable.