Hoy, por 2ª vez en el devenir de este blog, dejamos el panorama del rock internacional de origen principalmente anglosajón, en el que habitualmente nos movemos, para prestar atención a lo que se ha hecho a nivel nacional y de paso rendir tributo a una de las figuras más relevantes del rock español de los últimos 20 años. Nuevamente, y por 3ª semana consecutiva, aprovechamos la reciente publicación de la última obra del grupo tratado para comentar su mejor trabajo, si no objetivamente, al menos desde mi punto de vista.
Tras el proyecto de Revólver se encuentra básicamente el músico Carlos Javier Crespo Goñi, Carlos Goñi a secas para abreviar y como se le conoce. En una ocasión en el “extinto” (sigue en antena, pero con otro formato) programa de “La Gramola” presentado por Joaquín Guzmán, en una entrevista que se le realizó allá por otoño de 2002, se hizo mención a otra entrevista para la prensa escrita, en la que el periodista de turno puso como título “Carlos Goñi: Revólver soy yo”. Sobra decir que al bueno de Carlos no le hizo mucha gracia el titular de turno, ya que aunque sea cierto el hecho de que es el único miembro que ha permanecido desde los comienzos, no deja de dar una impresión de poca humildad que se aleja de la imagen que el sr. Goñi suele dar habitualmente.
El caso es que Carlos Goñi inició el proyecto de Revólver tras haber militado en el grupo Comité Cisne. A mediados de los 90 Revólver se había hecho un hueco medianamente importante en el mundo del rock español. Con la publicación de los 2 primeros álbumes de estudio, el propio “Revólver” y “Si No Hubiera Que Correr”, que ya incluían clásicos del sonido de la banda como “Fuera de lugar” o “Si es tan solo amor”, y el lanzamiento del primero de los volúmenes básicos, que ayudó especialmente a la apertura al gran público, la banda había encaminado bastante bien su trayectoria.
En la primavera de 1995 vería la luz lo que se puede considerar que sea el disco con el que Carlos Goñi alcanza la madurez musical y personal en las composiciones, reflexionando sobre diversos aspectos de su vida y haciendo balance de lo que su existencia le había deparado hasta la fecha. He de decirles, desde mi experiencia personal, que este disco fue con el que conocí a la banda y que de primeras tampoco es que me hiciera particular gracia. Quizás todo viniera porque el single o canción de adelanto promocional elegida y que en aquella época no paraba de sonar en los 40 principales. Dicha canción no fue otra que la canción título. El problema fue que su claro tributo homenajeando a sus padres y su dedicación, chocaban de frente con los conflictos propios de la adolescencia en la relación paterno-filial que se suele producir en esa época de la vida, y que yo estaba atravesando por aquellos tiempos perdidos en el pasado. Con el paso del tiempo, que cura casi todo, y que sobre todo te hace evolucionar, fui poco a poco abriéndome a este álbum con el “calzador” de otros discos de la banda como “Sur” y en este momento podría decir el álbum que hoy les presento es mi favorito de la discografía de Revólver.
“El Dorado” abre con “Tú y yo”, una canción de relumbrón y sonido cargado con secciones de viento que describe básicamente el cambio del medio rural por la vida urbana y las dificultades que ello conlleva. Dicho cambio se hace siempre más fácil si existe el amor; esto me recuerda vagamente a Luís Aguilé y su canción sobre lo latoso del trabajar cuando decía aquello de “gracias a Dios, la vida pasa felizmente si hay amor”… ejem, olviden esta reflexión… no me la tengan en cuenta y enfóquenlo de forma desenfadada siendo benévolos. Lo que quería decir se ve reflejado en el estribillo en la frase de “tú y yo, tú y yo, que cambiamos nuestra playa por acero y por cristal. Tú y yo, nena, tú y yo paseamos nuestro amor por la ciudad”. Me imagino a un Carlos Goñi con su mujer dando la nota paseando por las calles de Valencia haciendo ostentación de su felicidad. Con Revólver me pasa una cosa que no me pasa con casi ningún grupo, y no es otra que veo me imagino de una forma muy clara las situaciones de Carlos Goñi, y a ratos se me producen casos contradictorios como en el caso de la canción “Tu noche y la mía” cuando dice “y cuando pasen los días teñidos de azul y queme mi cara el viento del sur, siempre será aquella noche tu noche y la mía”; más bien lo que me imagino es un romance en la costa levantina, en un paseo marítimo a las 13.30h de la tarde en un día veraniego, con todo el solazo en lo más alto, tomando un aperitivo… Perdón nuevamente, hoy ando algo disperso. Centrémonos. El caso es que el comienzo del disco no se mueve precisamente por lo acústico y lo íntimo y la orquestación es más que importante. A continuación nos damos de frente con uno de los inmortales de la trayectoria de Revólver, la canción que titula el disco. Ya les he comentado mi controversia y mi historia de primero odio y después amor con este corte. Ahora simplemente les diré que estamos con una de las canciones de carácter épico que tanto gusta a Carlos de cuando en cuando y que homenajea de una forma más que honrosa a los progenitores a los que tanto debemos. El saxo del comienzo de la canción y que también dispone de un solo en la parte instrumental que encontramos a mitad del corte, es el primer sonido reconocible asociado a Springsteen que nos muestra el disco. Canción de regusto triste, una constante reconocida por Goñi en casi todas sus composiciones, que se aprecia fácilmente en el estribillo por ejemplo “Vi a mis padres correr en busca de El Dorado, vi a mis padres luchar cada uno por su lado, lo mejor de sus vidas ¿dónde se ha quedado?, y yo sigo aún detrás de el maldito El Dorado”. Existen partes más crudas como cuando dice “y en su propio universo vi a mis padres caer”. Se trata de una canción excelente, de un rock muy americano y que como curiosidad en directo suele acompañarse de un solo de guitarra de Carlos de unos cuantos minutos en la parte final que hace que la duración de la misma alcance 10 minutos o más de duración. Es uno de los momentos sin duda más esperados por el público en las actuaciones de la banda, que pone el pelo de punta a casi todos los asistentes. Simplemente sublime. “Por un beso” es una canción de sonido acústico que pone un momento de calma y relajación entre la intensidad rockera que impregna a casi todo el disco. Nuevamente una canción de amor que pone de manifiesto lo sublime que son los besos que comparten los protagonistas de la canción, que se hace evidente en “por un beso no importe morir si es tuyo, mi amor”. Momento relajado para dar paso a otro momento potente. “No va más” podríamos decir que es el “Born to run” personal de Revólver. Siempre comparado, una y otra vez con el “Boss” Springsteen, en este caso el símil se hace inevitable. Tanto en la épica del sonido como de la letra se ve un claro paralelismo entre los 2 temas. Básicamente el parecido es en esos aspectos formales, ya que la melodía no se parece ni en un acorde diría yo. Partes llenas de rabia como “Aunque tenga que partir en 2 la maldita ciudad y aunque tenga que buscar debajo de la piel del mar, aunque tenga que partir mi vida en 2 me dará igual y aquí dentro de este túnel nuestro amor persistirá. Donde nadie se hace rico a fuerza de trabajar, no hay más cera que la que arde y la jugada no va más. No va más”. La parte del estribillo se compone de las oscilantes notas y coros que acompañan el “no va más” vocal de Carlos. Mi favorita por antonomasia del disco, aunque puntualmente y dependiendo de la época del año alguna otra le dispute el trono. “El aire sabe a veneno” es de los cortes más desenfadados en lo que a la melodía se refiere. Cercano en el sonido a los ritmos latinos mexicanos, dicha característica hace que en los conciertos se haga guiño a “Guantanamera”. El aire alegre es básicamente sonoro, ya que la letra vuelve a tratar el resentimiento ante la traición y el abandono por parte de la chica al chico que se queda sólo y dolido. Y es que “el aire sabe a veneno si no son tus labios los que besan los míos. Te quiero a mi lado”. Otra canción de las de cierto aire Springsteeniano es “Esperando mi tren”. Desconocida para el gran público y apreciada hasta el infinito por los seguidores de Revólver de toda la vida, se trata de un tema que avanza en un in-crescendo, ganando más y más intensidad y que incluye un estribillo de gran belleza formado por las frases “donde la noche es más bella, sigo esperando mi tren. Donde los sueños se van en el sabor de un café, sigo esperando mi tren”. Un tema extremadamente emotivo que reflexiona sobre el destino y las oportunidades que desaprovechamos y que no sabemos si volverán a pasar: “fui viajero en el andén, y quizás ya pasó mi tren, pero aquí debo seguir”. Una canción de la que, no sé si de forma honesta, reniega Carlos en directo es “Lisa y Fran”. Antes de iniciar la interpretación en la parte acústica de sus conciertos, siempre suele dirigirse a la audiencia allí presente diciendo algo así como: “siempre he dicho que algún día dejaré de tocarla, pero…”. De corte relajado, apoyado en su fiel armónica, la canción nos muestra la historia de amor de esta pareja, que nuevamente tiene un triste final para los 2. Una historia que se rompió cuando Fran dijo a Lisa “no puedo”, cuando se suponía que tenía que decirla “te quiero”. Lisa “rompió a llorar” y a partir de entonces la vida que les unió “allá por dónde no pasa el tren” les volvió a separar. Personalmente me gusta mucho escucharla en directo cuando veo algún concierto de Revólver, con lo que espero que a Carlos se le siga resistiendo el quitarla del set list. Inferior en calidad considero a “La fortuna”. Hilarante considero ese comienzo: “por mucho que me dijeran amigos: ¡Que sí hombre!, ¡Que sí!” del comienzo de la canción. No deja de ser una canción claramente autobiográfica, pero es algo plana quizás. Acompañada de ciertos coros femeninos en el estribillo “mi vida en una canción”, precisamente es al final donde repunta ligeramente. Siempre he dicho que tiene que haber un momento de relax y contrapuntos que nos hagan valorar en su justa medida las otras joyas que contiene un disco, como es el caso. “Nacidos para la gloria” dispone de un sonido de saxo que me recuerda lejanamente al sr. Clemmons de la E-Street band y ciertos sonidos de algún disco añejo de Springsteen. Bonito es el estribillo en el que se hace gala de otra historia de amor y complicidad. Casi para finalizar el disco, nos encontramos “Si es por ti”. Es una de las más preciosas baladas de toda la trayectoria de Revólver. Carlos, si ya de por sí es un intérprete vocal muy sentido, en esta ocasión alcanza un registro que logra emocionar realmente a quien escucha la canción. “El Dorado” termina con un corte instrumental de algo más de 2 minutos titulado “Dios en agosto está de vacaciones”. Sonido que recuerda al lejano oeste y economía de medios para crear el epílogo de una obra ciertamente intensa en muchos momentos y muy emotiva en general.
Tras la edición de “El Dorado” Revólver se terminó de consolidar dentro del mundo musical español, ya que el disco tuvo una acogida más que aceptable. El disco vino a consolidar la repercusión que se había empezado a ganar con la edición del “Básico”. La portada del disco muestra una foto de Carlos en mitad de un atardecer en mitad de ninguna parte ataviado con una chupa rockera. La contraportada nos muestra al músico apoyado en una pared, pitillo en boca/mano, en una composición en blanco y negro. Como ya he comentado al principio, es un disco que muestra el alcance de la madurez compositiva por Carlos Goñi. A lo largo de todo el disco, los temas tratados no son precisamente banales y se tratan los aspectos amargos de la vida, el paso del tiempo, el aprovechamiento del mismo y la ayuda o anestesia que en medio de todo esto nos puede aportar el amor. “El Dorado” es, en mi modesta opinión, uno de los mejores discos que se han editado en España en los últimos 20 años. La producción, el sonido, la música, el sentir de Carlos al cantar y las letras, hacen de “El Dorado” un disco imprescindible.
Al año siguiente Carlos viajó a Estados Unidos para meterse en estudio a grabar y posteriormente editar “Calle Mayor”. A pesar de incluir un himno inconfundible de la banda como es la canción título, es un disco menor en comparativa con su predecesor que hoy les he comentado. Tras este disco se grabó el 2º volumen de los básicos y en 1998 vio la luz “Sur”, el disco que rivaliza con el que hoy les he presentado como mejor trabajo de la discografía de Revólver. Razones para la duda de cuál de los 2 es mejor, si “El Dorado” o “Sur”, no faltan, ya que este último aporta canciones sublimes como “San Pedro”, “He de salir” o la emotiva “Faro de Lisboa”.
“8.30 a.m.” fue el siguiente trabajo. Trabajo de menor repercusión y menos solemne que “Sur”, aunque incluía una de las canciones más reconocibles y bailables de Revólver como es la alegre en sonido “Odio”, que contiene las abiertas críticas de Carlos Goñi hacia lo que no le agrada. 2003 supuso la edición del recopilatorio de grandes éxitos que nos regalaba la inédita “Ese viejo rock’n’ roll” y en 2005 salió “Mestizo”, uno de los discos más guitarreros de Revólver. De la gira de dicho disco tuve la suerte de ver 3 conciertos en verano de dicho año en Torrejón de Ardoz, fiestas del barrio de Ascao de Madrid y otro concierto en un centro comercial de Alcorcón. Dicha gira contó con figuras míticas del panorama musical español acompañando a Goñi, como el batería Ángel Celada y el bajista, ex-Seguridad Social, Jesús Gabaldón.
Nueva edición en 2006 de otro volumen de los básicos con colaboraciones de excepción como ocurrió en la primera entrega de 1993, y hace unas semanas ha salido a la venta “21 Gramos”, un disco que tras haberlo escuchado puede llevarnos al Goñi de mediados de los 90 y en cierta parte al sonido de la obra hoy diseccionada o también del citado “Calle Mayor”. Suponemos que habrá que esperar a primavera/verano para la extensa gira de presentación del disco, ya que de momento apenas se han anunciado 3 fechas para este otoño/invierno.
Carlos Goñi está consolidado sobradamente dentro del rock español y es altamente respetado por sus compañeros de profesión. Su público suele estar comprendido entre los 30 y 40 años principalmente y en los conciertos sobre todo se ve a gente, que en ocasiones se acompañan de sus hijos para que se inicien en los gustos musicales de sus padres. Tiene una reputación más que importante que se ha ganado a pulso con su constante trabajo y su buen hacer. Apreciado por sus seguidores y odiado por muy pocos, goza de la simpatía de la mayor parte del público y muy a su pesar lleva sobre su espalda el sambenito de ser el Springsteen español. Lo que quizás no se suele comentar, es que dentro de su generación, Carlos Goñi es el abanderado del rock clásico que en la generación anterior abanderaba el gran Miguel Ríos y que en la generación actual no dispone de un claro heredero. Para “desagravio”, si es que se considera agravio que a uno se le compare con Bruce (diría yo que es un halago), y para regocijo de Carlos Goñi, iré a decir que un amigo y yo solemos decir más bien que Bruce Springsteen es el Carlos Goñi americano. Ahí queda eso.
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Tras el proyecto de Revólver se encuentra básicamente el músico Carlos Javier Crespo Goñi, Carlos Goñi a secas para abreviar y como se le conoce. En una ocasión en el “extinto” (sigue en antena, pero con otro formato) programa de “La Gramola” presentado por Joaquín Guzmán, en una entrevista que se le realizó allá por otoño de 2002, se hizo mención a otra entrevista para la prensa escrita, en la que el periodista de turno puso como título “Carlos Goñi: Revólver soy yo”. Sobra decir que al bueno de Carlos no le hizo mucha gracia el titular de turno, ya que aunque sea cierto el hecho de que es el único miembro que ha permanecido desde los comienzos, no deja de dar una impresión de poca humildad que se aleja de la imagen que el sr. Goñi suele dar habitualmente.
El caso es que Carlos Goñi inició el proyecto de Revólver tras haber militado en el grupo Comité Cisne. A mediados de los 90 Revólver se había hecho un hueco medianamente importante en el mundo del rock español. Con la publicación de los 2 primeros álbumes de estudio, el propio “Revólver” y “Si No Hubiera Que Correr”, que ya incluían clásicos del sonido de la banda como “Fuera de lugar” o “Si es tan solo amor”, y el lanzamiento del primero de los volúmenes básicos, que ayudó especialmente a la apertura al gran público, la banda había encaminado bastante bien su trayectoria.
En la primavera de 1995 vería la luz lo que se puede considerar que sea el disco con el que Carlos Goñi alcanza la madurez musical y personal en las composiciones, reflexionando sobre diversos aspectos de su vida y haciendo balance de lo que su existencia le había deparado hasta la fecha. He de decirles, desde mi experiencia personal, que este disco fue con el que conocí a la banda y que de primeras tampoco es que me hiciera particular gracia. Quizás todo viniera porque el single o canción de adelanto promocional elegida y que en aquella época no paraba de sonar en los 40 principales. Dicha canción no fue otra que la canción título. El problema fue que su claro tributo homenajeando a sus padres y su dedicación, chocaban de frente con los conflictos propios de la adolescencia en la relación paterno-filial que se suele producir en esa época de la vida, y que yo estaba atravesando por aquellos tiempos perdidos en el pasado. Con el paso del tiempo, que cura casi todo, y que sobre todo te hace evolucionar, fui poco a poco abriéndome a este álbum con el “calzador” de otros discos de la banda como “Sur” y en este momento podría decir el álbum que hoy les presento es mi favorito de la discografía de Revólver.
“El Dorado” abre con “Tú y yo”, una canción de relumbrón y sonido cargado con secciones de viento que describe básicamente el cambio del medio rural por la vida urbana y las dificultades que ello conlleva. Dicho cambio se hace siempre más fácil si existe el amor; esto me recuerda vagamente a Luís Aguilé y su canción sobre lo latoso del trabajar cuando decía aquello de “gracias a Dios, la vida pasa felizmente si hay amor”… ejem, olviden esta reflexión… no me la tengan en cuenta y enfóquenlo de forma desenfadada siendo benévolos. Lo que quería decir se ve reflejado en el estribillo en la frase de “tú y yo, tú y yo, que cambiamos nuestra playa por acero y por cristal. Tú y yo, nena, tú y yo paseamos nuestro amor por la ciudad”. Me imagino a un Carlos Goñi con su mujer dando la nota paseando por las calles de Valencia haciendo ostentación de su felicidad. Con Revólver me pasa una cosa que no me pasa con casi ningún grupo, y no es otra que veo me imagino de una forma muy clara las situaciones de Carlos Goñi, y a ratos se me producen casos contradictorios como en el caso de la canción “Tu noche y la mía” cuando dice “y cuando pasen los días teñidos de azul y queme mi cara el viento del sur, siempre será aquella noche tu noche y la mía”; más bien lo que me imagino es un romance en la costa levantina, en un paseo marítimo a las 13.30h de la tarde en un día veraniego, con todo el solazo en lo más alto, tomando un aperitivo… Perdón nuevamente, hoy ando algo disperso. Centrémonos. El caso es que el comienzo del disco no se mueve precisamente por lo acústico y lo íntimo y la orquestación es más que importante. A continuación nos damos de frente con uno de los inmortales de la trayectoria de Revólver, la canción que titula el disco. Ya les he comentado mi controversia y mi historia de primero odio y después amor con este corte. Ahora simplemente les diré que estamos con una de las canciones de carácter épico que tanto gusta a Carlos de cuando en cuando y que homenajea de una forma más que honrosa a los progenitores a los que tanto debemos. El saxo del comienzo de la canción y que también dispone de un solo en la parte instrumental que encontramos a mitad del corte, es el primer sonido reconocible asociado a Springsteen que nos muestra el disco. Canción de regusto triste, una constante reconocida por Goñi en casi todas sus composiciones, que se aprecia fácilmente en el estribillo por ejemplo “Vi a mis padres correr en busca de El Dorado, vi a mis padres luchar cada uno por su lado, lo mejor de sus vidas ¿dónde se ha quedado?, y yo sigo aún detrás de el maldito El Dorado”. Existen partes más crudas como cuando dice “y en su propio universo vi a mis padres caer”. Se trata de una canción excelente, de un rock muy americano y que como curiosidad en directo suele acompañarse de un solo de guitarra de Carlos de unos cuantos minutos en la parte final que hace que la duración de la misma alcance 10 minutos o más de duración. Es uno de los momentos sin duda más esperados por el público en las actuaciones de la banda, que pone el pelo de punta a casi todos los asistentes. Simplemente sublime. “Por un beso” es una canción de sonido acústico que pone un momento de calma y relajación entre la intensidad rockera que impregna a casi todo el disco. Nuevamente una canción de amor que pone de manifiesto lo sublime que son los besos que comparten los protagonistas de la canción, que se hace evidente en “por un beso no importe morir si es tuyo, mi amor”. Momento relajado para dar paso a otro momento potente. “No va más” podríamos decir que es el “Born to run” personal de Revólver. Siempre comparado, una y otra vez con el “Boss” Springsteen, en este caso el símil se hace inevitable. Tanto en la épica del sonido como de la letra se ve un claro paralelismo entre los 2 temas. Básicamente el parecido es en esos aspectos formales, ya que la melodía no se parece ni en un acorde diría yo. Partes llenas de rabia como “Aunque tenga que partir en 2 la maldita ciudad y aunque tenga que buscar debajo de la piel del mar, aunque tenga que partir mi vida en 2 me dará igual y aquí dentro de este túnel nuestro amor persistirá. Donde nadie se hace rico a fuerza de trabajar, no hay más cera que la que arde y la jugada no va más. No va más”. La parte del estribillo se compone de las oscilantes notas y coros que acompañan el “no va más” vocal de Carlos. Mi favorita por antonomasia del disco, aunque puntualmente y dependiendo de la época del año alguna otra le dispute el trono. “El aire sabe a veneno” es de los cortes más desenfadados en lo que a la melodía se refiere. Cercano en el sonido a los ritmos latinos mexicanos, dicha característica hace que en los conciertos se haga guiño a “Guantanamera”. El aire alegre es básicamente sonoro, ya que la letra vuelve a tratar el resentimiento ante la traición y el abandono por parte de la chica al chico que se queda sólo y dolido. Y es que “el aire sabe a veneno si no son tus labios los que besan los míos. Te quiero a mi lado”. Otra canción de las de cierto aire Springsteeniano es “Esperando mi tren”. Desconocida para el gran público y apreciada hasta el infinito por los seguidores de Revólver de toda la vida, se trata de un tema que avanza en un in-crescendo, ganando más y más intensidad y que incluye un estribillo de gran belleza formado por las frases “donde la noche es más bella, sigo esperando mi tren. Donde los sueños se van en el sabor de un café, sigo esperando mi tren”. Un tema extremadamente emotivo que reflexiona sobre el destino y las oportunidades que desaprovechamos y que no sabemos si volverán a pasar: “fui viajero en el andén, y quizás ya pasó mi tren, pero aquí debo seguir”. Una canción de la que, no sé si de forma honesta, reniega Carlos en directo es “Lisa y Fran”. Antes de iniciar la interpretación en la parte acústica de sus conciertos, siempre suele dirigirse a la audiencia allí presente diciendo algo así como: “siempre he dicho que algún día dejaré de tocarla, pero…”. De corte relajado, apoyado en su fiel armónica, la canción nos muestra la historia de amor de esta pareja, que nuevamente tiene un triste final para los 2. Una historia que se rompió cuando Fran dijo a Lisa “no puedo”, cuando se suponía que tenía que decirla “te quiero”. Lisa “rompió a llorar” y a partir de entonces la vida que les unió “allá por dónde no pasa el tren” les volvió a separar. Personalmente me gusta mucho escucharla en directo cuando veo algún concierto de Revólver, con lo que espero que a Carlos se le siga resistiendo el quitarla del set list. Inferior en calidad considero a “La fortuna”. Hilarante considero ese comienzo: “por mucho que me dijeran amigos: ¡Que sí hombre!, ¡Que sí!” del comienzo de la canción. No deja de ser una canción claramente autobiográfica, pero es algo plana quizás. Acompañada de ciertos coros femeninos en el estribillo “mi vida en una canción”, precisamente es al final donde repunta ligeramente. Siempre he dicho que tiene que haber un momento de relax y contrapuntos que nos hagan valorar en su justa medida las otras joyas que contiene un disco, como es el caso. “Nacidos para la gloria” dispone de un sonido de saxo que me recuerda lejanamente al sr. Clemmons de la E-Street band y ciertos sonidos de algún disco añejo de Springsteen. Bonito es el estribillo en el que se hace gala de otra historia de amor y complicidad. Casi para finalizar el disco, nos encontramos “Si es por ti”. Es una de las más preciosas baladas de toda la trayectoria de Revólver. Carlos, si ya de por sí es un intérprete vocal muy sentido, en esta ocasión alcanza un registro que logra emocionar realmente a quien escucha la canción. “El Dorado” termina con un corte instrumental de algo más de 2 minutos titulado “Dios en agosto está de vacaciones”. Sonido que recuerda al lejano oeste y economía de medios para crear el epílogo de una obra ciertamente intensa en muchos momentos y muy emotiva en general.
Tras la edición de “El Dorado” Revólver se terminó de consolidar dentro del mundo musical español, ya que el disco tuvo una acogida más que aceptable. El disco vino a consolidar la repercusión que se había empezado a ganar con la edición del “Básico”. La portada del disco muestra una foto de Carlos en mitad de un atardecer en mitad de ninguna parte ataviado con una chupa rockera. La contraportada nos muestra al músico apoyado en una pared, pitillo en boca/mano, en una composición en blanco y negro. Como ya he comentado al principio, es un disco que muestra el alcance de la madurez compositiva por Carlos Goñi. A lo largo de todo el disco, los temas tratados no son precisamente banales y se tratan los aspectos amargos de la vida, el paso del tiempo, el aprovechamiento del mismo y la ayuda o anestesia que en medio de todo esto nos puede aportar el amor. “El Dorado” es, en mi modesta opinión, uno de los mejores discos que se han editado en España en los últimos 20 años. La producción, el sonido, la música, el sentir de Carlos al cantar y las letras, hacen de “El Dorado” un disco imprescindible.
Al año siguiente Carlos viajó a Estados Unidos para meterse en estudio a grabar y posteriormente editar “Calle Mayor”. A pesar de incluir un himno inconfundible de la banda como es la canción título, es un disco menor en comparativa con su predecesor que hoy les he comentado. Tras este disco se grabó el 2º volumen de los básicos y en 1998 vio la luz “Sur”, el disco que rivaliza con el que hoy les he presentado como mejor trabajo de la discografía de Revólver. Razones para la duda de cuál de los 2 es mejor, si “El Dorado” o “Sur”, no faltan, ya que este último aporta canciones sublimes como “San Pedro”, “He de salir” o la emotiva “Faro de Lisboa”.
“8.30 a.m.” fue el siguiente trabajo. Trabajo de menor repercusión y menos solemne que “Sur”, aunque incluía una de las canciones más reconocibles y bailables de Revólver como es la alegre en sonido “Odio”, que contiene las abiertas críticas de Carlos Goñi hacia lo que no le agrada. 2003 supuso la edición del recopilatorio de grandes éxitos que nos regalaba la inédita “Ese viejo rock’n’ roll” y en 2005 salió “Mestizo”, uno de los discos más guitarreros de Revólver. De la gira de dicho disco tuve la suerte de ver 3 conciertos en verano de dicho año en Torrejón de Ardoz, fiestas del barrio de Ascao de Madrid y otro concierto en un centro comercial de Alcorcón. Dicha gira contó con figuras míticas del panorama musical español acompañando a Goñi, como el batería Ángel Celada y el bajista, ex-Seguridad Social, Jesús Gabaldón.
Nueva edición en 2006 de otro volumen de los básicos con colaboraciones de excepción como ocurrió en la primera entrega de 1993, y hace unas semanas ha salido a la venta “21 Gramos”, un disco que tras haberlo escuchado puede llevarnos al Goñi de mediados de los 90 y en cierta parte al sonido de la obra hoy diseccionada o también del citado “Calle Mayor”. Suponemos que habrá que esperar a primavera/verano para la extensa gira de presentación del disco, ya que de momento apenas se han anunciado 3 fechas para este otoño/invierno.
Carlos Goñi está consolidado sobradamente dentro del rock español y es altamente respetado por sus compañeros de profesión. Su público suele estar comprendido entre los 30 y 40 años principalmente y en los conciertos sobre todo se ve a gente, que en ocasiones se acompañan de sus hijos para que se inicien en los gustos musicales de sus padres. Tiene una reputación más que importante que se ha ganado a pulso con su constante trabajo y su buen hacer. Apreciado por sus seguidores y odiado por muy pocos, goza de la simpatía de la mayor parte del público y muy a su pesar lleva sobre su espalda el sambenito de ser el Springsteen español. Lo que quizás no se suele comentar, es que dentro de su generación, Carlos Goñi es el abanderado del rock clásico que en la generación anterior abanderaba el gran Miguel Ríos y que en la generación actual no dispone de un claro heredero. Para “desagravio”, si es que se considera agravio que a uno se le compare con Bruce (diría yo que es un halago), y para regocijo de Carlos Goñi, iré a decir que un amigo y yo solemos decir más bien que Bruce Springsteen es el Carlos Goñi americano. Ahí queda eso.