ANTECEDENTES E INTRODUCCIÓN.
Nuestros amigos de La Broma Negra tienen cumplidas reseñas de su discografía, en DMR, desde “Joyas De Princesas Muertas” (2010). Por ello, saldamos una deuda con la crítica de “Suicidarse Y Seguir Viviendo” (2020), último disco de estudio, de momento, de la banda. La Broma Negra cumple aquello de que lo único constante en la vida es el cambio, en este caso encarnado en variaciones de formación, giros estilísticos y en un sonido tan evolutivo como propio. En efecto, cada disco de La Broma Negra es como una obra significativa en sí misma, que captura una identidad determinada. A nuestros amigos los hemos visto transitar por el techno pop, el folk, el rock, los beats de baile y las brumas góticas.
“Suicidarse Y Seguir Viviendo” continúa esta singularidad, y no suena del todo como otras obras anteriores de la banda-. Pero, no obstante, y esto es lo bueno, la esencia, el espíritu, la forma de obrar, de La Broma Negra se reconocen fácilmente. Te sientes como en casa escuchándolo, solo que la arquitectura de la casa es intransferible de este disco.
Para empezar, diremos que no es disco fácil, ni de digestión rápida. Es más áspero, más austero y en cierto modo más contundente. Los sintetizadores son más subrepticios y menos embellecedores, no hay casi devaneos folk, y el conjunto suena más punzante. Yo diría que es un disco menos barroco de lo acostumbrado, pero también más compacto. La oscuridad que desprenden las melodías de “Suicidarse y Seguir Viviendo” es más densa, menos ornamentada y más reconcentrada. También podría decirse que es un disco más rock.
Pero también hay elementos muy reconocibles. El ejemplo más intuitivo y directo es la voz de Carlos Caballero, con ese tono distintivo de barítono misterioso y algo atormentado. Si en algo conserva La Broma Negra su teatralidad es en él. Sus letras, tan líricamente decadentes, siguen algunos pasos familiares: menciones a la infancia, la desazón existencial, referencias históricas, algún símil religioso. Ni que decir tiene que estas letras, como siempre, son uno de los mayores atractivos del grupo.
Así que, después de todo, sigue habiendo un sabor clásico a La Broma Negra.
Aunque todo fluye, aún hay cosas que permanecen. Lo que no quita que, desde su penúltimo disco, “Los Extraños Tienen los Mejores Caramelos” (2018) se produjeran cambios. Para los que siguen habitualmente al grupo no será nada nuevo, pero es evidente que hay que mencionarlo. Sólo Carlos Caballero continúa de los que había antes y es, por así decirlo, el director de la institución que es La Broma Negra, siendo el autor de todas las canciones. Para el directo ha encontrado una nueva banda que, si siguen nuestras crónicas, hace muy buen papel.
Tuve la ocasión de escuchar el primer single poco antes del inicio de la pandemia, lo que añade un plus de lobreguez al ya oscuro sonido del disco. Es curioso como de algún modo y de manera anticipatoria (esto es a título personal) el disco parece recoger algo de ese pesar. Acaso sea solo una asociación de ideas, o que como decía Goya, el tiempo también pinta. En cualquier caso, es un disco extraordinario. Si no lo han escuchado, procedan.
ANÁLISIS DEL DISCO.
1. “Me llamo España y soy alcohólica”: Buen y enérgico comienzo, donde se hace patente el sonido más afilado de “Suicidarse y Seguir Viviendo”. Hay guitarras vigorosas a la altura del estribillo, y una interpretación potente de Carlos Caballero. Las estrofas son algo más manieristas, incluyendo unos curiosos coros. Es un rock directo, muy adecuado para abrir un disco, y con un tono más rabioso que oscuro. Respecto a la letra, no sé si expresa un sentimiento de dolor sobre la historia de nuestro país, o hay algo de humor soterrado sobre lo que somos. De hecho, los mencionados coros de las estrofas dan cierto aire de canto comunal, como de himno apócrifo y tabernario. Fue el acertado primer single del disco.
2. “Inocentes”: Rock oscuro con algún toque de postpunk y un ritmo de percusión bastante marcado. El tono es más desesperado, urgente, anhelante. Se sigue confirmando el enfoque más directo del disco, con un importante papel de las guitarras. El estribillo resulta bastante emotivo y, circunscrito a la letra, parece hablar sobre buscar “un poco de paz”.
3. “Mi hermano pequeño”: Algo más de sosiego se encuentra en el tercer corte del disco. Tienen mayor presencia las guitarras acústicas y un tono melancólico, vulnerable, nostálgico. Conecta más con el estilo de “Los Extraños Tienen Los Mejores Caramelos”. El resultado final es una estupenda melodía con gran carga emotiva, que crece incluso según la canción se acerca al final. Carlos utiliza algunos recursos familiares en la letra, como las referencias históricas, todo ello aplicado a una añoranza de afectos antiguos.
4. “1º de noviembre”: Un tema realmente curioso. Es como musicar una de las Leyendas de Bécquer, o escuchar una melodía de folk oscuro, aunque juguetón, que recoge alguna costumbre local. La voz de Carlos es solemne y la instrumentación ligera, con algún corillo fantasmal de fondo que suena abracadabrante Además aprendemos que, si pintamos con miel negra la puerta de nuestra casa, ni los muertos, ni el diablo, podrán pasar. Importante en la noche de difuntos. Puede parecer en principio un tema menor, pero no me sobra para nada, incluso añade matices al disco. Sonó muy propia en el concierto en el Cementerio Británico de Madrid que La Broma Negra celebró hace unos meses.
5. “Por mí y por todos mis compañeros”: Uno de los temas más intensos del disco. Se basa en una estructura repetitiva pero eficazmente usada, que poco a poco aumenta en pegada. La letra es auténticamente enciclopédica por la mención constante a diversos personajes de la historia de España. La mayoría de ellos no muy conocidos, salvo alguno como Blas de Lezo, Enrique Jardiel Poncela, o Pedro Muñoz Seca. Tratando de encontrar un nexo, Wikipedia mediante, en la mayoría de los casos, llego a la conclusión de que son españoles de varias épocas y de todo talante ideológico, con un final triste en su vida. Muertos en el exilio, fusilados, jóvenes, empobrecidos, perdidos en la Antártida…Por pura especulación, podría pensar que se canta a la angustia que tienen los que van sabiendo que su fin se acerca y que su destino está sellado. En cualquier caso, está enumeración y el estribillo ofrecen una adecuada intensidad.
6. “Apóstatas”: Vuelve el rock, sobre todo en un estribillo que coge músculo y poder. Las estrofas son más minimalistas, pero desembocan en un remate eléctrico y con cierta épica que se mezcla con un sonido áspero. Suena entre cabreada, nostálgica y un poco desafiante. El título del disco está extraído de un verso de esta canción.
7. “Pintor de batallas”: Esta canción es bastante más densa y oscura, de ritmo lento y dominada por la voz cavernosa de Carlos Caballero. Todos los demás elementos son bastantes más minimalistas. Le letra flirtea con la evocación de una pesadilla recurrente. En cualquier caso, en su ensimismamiento y sentido de la decadencia no encuentra asidero cómodo el oyente (no lo digo en un sentido peyorativo, conste en acta.
8. “Los pecados de mi padre”: Una canción muy “Broma Negra” de los últimos años, que podría encontrar acomodo en su anterior disco. Es un pop rock que bordea el folk sin zambullirse en él. Sencilla, breve, pero con una de las melodías más bellas del disco. Es escucharla y sumirte en una introspección melancólica. Melódicamente es una maravilla.
9. “Tengo un ataque de oscuridad”: Uno de los momentos más roqueros del disco, con fuerte protagonismo de las guitarras. La voz de Carlos es ansiosa, desesperada, de una manera ligeramente barroca. Tiene mucho que ver con los sonidos más propios de este disco: aspereza, electricidad, y estilo directo que no se priva de una ligera y adecuada rimbombancia. Buena canción. Otro single del disco, con un vídeo sencillo pero llamativo, que cuenta con la presencia de Laura Pérez.
10. “Escarlatina”: En esta ocasión se trata de un pop rock directo, con un brioso estribillo. Las guitarras son inquietantes y atmosféricas en las estrofas para afilarse después. Suena como el pop oscuro de los 80, de una forma directa y depurada. Es un buen vehículo para la desazón existencial que se vislumbra en la letra, con referencias incluidas a la muerte de Dios.
11. “Cementerios de España”: Y llegados a este punto la oscuridad se adensa. Un ejercicio de goticismo y ritmo siniestro. El tempo es lento y mortuorio, de ritmo marcado. Las guitarras y algunas ráfagas de teclados dan un acabado absolutamente sombrío y rugoso. Es inquietante la frase “donde eches a andar pisarás Cementerios de España”, y vuelvo a especular que acaso haga referencia a nuestro histórico cainismo y sus heridas sin cerrar.. En cualquier caso, la canción más oscura del disco.
12. “Miserere”: Un rock ligero y sencillo de esmerada melodía y estilo pegadizo al menos en comparación con la anterior canción, Es fácil cogerle el tranquillo, los fraseos de guitarras y teclados son ligeros y llevaderos. Más agridulce que oscura. De algún modo da un respiro, y te ofrece además una buena melodía.
13. “Último día en La Tierra”: Una canción sencilla y compleja a un tiempo. La parte inicial es lenta, tétrica, melancólica. Algo más allá de la mitad de la canción hay un cambio de ritmo donde las guitarras eléctricas y la percusión cogen el testigo. Se repite enigmáticamente como un mantra: “La tempestad, la voz de Dios” Como decíamos su estructura es breve, pero es curiosa sobre todo si tenemos en cuenta que es uno de los singles del disco. Y es que no es una canción particularmente pegadiza; es oscura y obsesiva.: Deja un poso de misterio y amargura. No es desdeñable como final de disco.
RESULTADO, CONCLUSIONES Y REFLEXIONES.
Las impresiones más inmediatas al escuchar el disco es que La Broma Negra encuentra en este disco un sonido más directo, eléctrico y orgánico. Conserva algo del barroquismo clásico de la banda, pero en menor grado y cuando llega la oscuridad me da la impresión de que es más densa. Acaso no sea un disco que entre tan pronto como el anterior, pero pica la curiosidad para seguir escuchando y al final se muestra como un muy buen álbum (otro más) de La Broma Negra.
La lírica encuentra referencias, ya decíamos, como la infancia y la familia (de forma amarga), el recurso a personajes y hechos históricos, la imaginería de un esoterismo casi gótico, y una visión existencial del mundo. Quién sabe si el título del disco hace referencia a la situación de La Broma Negra como proyecto, tras la disolución de la anterior formación, pero a ratos se intuye algo de rabia, de tensión, de desafío al borde del abismo. En cualquier caso, la dirección del proyecto parece ser buena.
En directo las canciones están funcionando bien, y presentan matices respecto al estudio. Suenan más folk, arreglos de violín incluido, y plenamente orgánicas. Añadir además que La Broma Negra ha editado un disco en directo, “Te Quiero Pero He Elegido La Oscuridad” donde se pueden comprobar las bondades de la banda.
Texto: Mariano González.