En una tarde/noche de perros en Madrid, cosa que me evocó a una cita inolvidable con Morrissey en octubre de 2014 en el mismo lugar, tuvimos la ocasión de subirnos al posible último tren para ver a Roger Waters en una de sus giras mundiales. Uno de los que lideraron a los Pink Floyd más solventes, hacía doblete en el jueves/viernes de la semana pasada, y finalmente conseguimos unas de las últimas entradas en el sector 16 alto de la calle Fuente del Berro para poder verle, tras un tortuoso proceso de compra a través de uno de los canales de venta.
Sorteando el aguacero que me sorprendió al cruzar la calle Goya desde Dr. Esquerdo, nos coordinamos Luis F. Novalvos y servidor para aventurarnos a pasar los controles y acceder. En nuestras localidades ya nos esperaba Mariano González. Completó la terna de colaboradores radiofónicos de “DMR” Óscar Cañas, que estuvo situado en otro sector más favorable en la tribuna de Felipe II.
No había teloneros, cosa que agradecí, ya que de esa forma llegamos con el tiempo pelado, a sabiendas de que por lo visto Roger no daba el pistoletazo de salida hasta las 21.20h aprox.. Con el recinto a rebosar, Roger se presentaba nada divo en las tablas (salió al unísono con toda la banda, en lugar de optar por salir el último y recibir una gran ovación de salida) y aperturaba con “Breathe” de “Dark Side Of The Moon”. El telón de fondo nos quitaba a esa chica sentada de espaldas en una idílica playa, con esos sonidos que a veces los Pink Floyd metían en sus obras y con un aspecto que me evocaba en parte a la portada del recopilatorio “Echoes”.
Gratísima sorpresa para mí fue escuchar “One of these days” de “Meddle” en el segundo lugar del set list; de acuerdo, es cierto que al ser un trueno la línea del bajo en esa canción y tratarse del instrumento predilecto de Roger, no era algo muy ilógico, pero no sé por qué motivo no la incluí en mis quinielas. Sonó estupenda y arrolladora.
En un sentir parecido jugó en el primer sector del concierto, tanto en lo sorpresivo para mí como en la intensidad y épica, “Welcome to the machine”, que contra todo pronóstico quizás fue uno de los momentos que podría meter en el top 5 personal del show; aunque la siguiente fotografía es más bien del sector final del concierto, es uno de los mejores primeros planos que pude sacarle a Roger desde nuestra posición utilizando a tope el zoom, y no me la guardo para insertarla más adelante de la crónica.
El concierto se dividió en 2 bloques, con un descanso de 20 minutos, cosa que comentó el propio Roger antes de bajarse del escenario para tomar un respiro. El 1er. sector fue el menos espectacular visualmente, pero no por ello menos llamativo, ya que se hizo un buen uso del telón de fondo para las proyecciones; lo que pasó es que en el 2º bloque se produjo un despliegue de medios más allá de la pantalla trasera que encandiló a cualquiera que estuviéramos allí dentro. Luego les comento, de momento déjenme que siga haciendo memoria de lo que sonó en la primera mitad del concierto.
Del nuevo disco de Roger, hubo temas tanto en la primera como en la 2ª mitad. Creo recordar que “Picture that”, que me llamó mucho la atención y también a Mariano González, sonó en el primer bloque. A Luis Felipe Novalvos, sin embargo, no le gusta demasiado esta pieza. Yo no había escuchado nada previamente del último material de Waters y la verdad es que todo me sonó bien, resultándome especialmente llamativa esta composición.
De “The Wall” hubo un núcleo a base/prueba de bombas que comenzó con su sonido de helicóptero y que nos marcaba claramente el camino a esa inquietante “The happiest day of our lives”, donde la rotundidad del bajo de Roger se hizo nuevamente patente junto a la batería de los aporreos evocados y añorados del bueno de Nick Mason. Los niños tomaban la primera línea del escenario, por cierto, todos ellos de la región, tal como explicó Roger al terminar de interpretarse este núcleo del concierto, y sonó a la perfección “Another brick in the wall (part. 2)”. Emocionante a más no poder. Y para colmo lo remató conectando la 3ª parte de “Another brick in the wall” para luego dejarnos ese intermedio de 20 minutos para comentar lo sucedido. Arriba de este párrafo les he insertado un cachito que grabé de este sector con la cámara del móvil.
Destaco dentro de la primera mitad del concierto, en este caso de “Dark Side Of The Moon”, “The great gig in the sky”, donde el trabajo de las 2 coristas que se asemejaban a la niña que es protagonista de muchos de los videoclips de Sia (por su pelo principalmente, fíjense en la foto de superior del párrafo), fue de alta satisfacción y, ¿cómo no?, “Wish you were here”, que si bien el sustituto vocal de David Gilmour lo hizo excelentemente bien acompañando a Roger (la voz se podía asemejar bastante, e incluso su look al del propio Gilmour a mitad de los 70 con el pelo largo), es evidente que se echa de menos al gran David, no escoltando a Roger en este capítulo, sino encargándose él de las voces principales.
Pero bueno, es lo que hay, Pink Floyd como un uno ya no existe y tenemos las opciones que tenemos para ver algo parecido, lo cual para nada es insatisfactorio, como creo que les estoy transmitiendo. A continuación mi toma de “Wish you were here”. Claramente fue uno de los momentos más emotivos del concierto y quizás en el que más se podía escuchar al unísono al público del Palacio de los Deportes cantar al compás la letra de este gran clásico de la historia de Pink Floyd.
Pasamos al 2º bloque del concierto. Las luces de emergencia se activan sobre una estructura que había permanecido apagada sobre el techo del Palacio de los Deportes y empieza a desplegarse un telón longitudinal perpendicular a la línea del escenario. Dejándonos la boca abierta de tal forma que nos podíamos introducir en la misma nuestro propio puño sin rozar los dientes, vemos que empiezan a desplegarse las 4 chimeneas de la Battersea Power Station (la icónica central eléctrica de “Animals” y su portada) y sobre el telón se desarrolla de forma bidimensional su fachada con sus ventanitas y estructura de ladrillo visto.
Menos mal que no leí el previo informativo que en el diario 20Minutos había el miércoles de la semana pasada, en el cual te destripaban y adelantaban más o menos este detalle y mejor aún que no hice caso a un vecino ante el hecho de que me dijese que no había nada relevante que te adelantaran... Pues lo dicho, menos mal, ya que no hubiera sido lo mismo ir a tiro hecho que llevarte el sorpresón en el momento. La emoción no es la misma.
Si bien se anunciaba en el telón de fondo “Dogs” en gigante, después de una retahíla de proclamas que estuvo presente durante todo el descanso, no imaginábamos que se incluyera este despliegue de medios. Aunque la paredes de la Battersea sirvieron durante mucho rato para poner mensajes contundentes y reivindicativos, también hubo espacio para algo más sentido como el mensaje que pueden ver en la siguiente imagen.
Curiosamente, un año y 2 días antes, estuve en Londres visitando los alrededores del recinto, escuchando de forma simultánea en mis auriculares el “Animals”, experiencia que les recomiendo si son seguidores de Pink Floyd; al igual que si van a Berlín, se calcen el “The Wall” a medida que pasean por ciertas zonas de la ciudad (escuchar “Comfortably numb” en tus auriculares en la zona memorial del muro no tiene precio).
Y “Dogs” sonó de pe a pa. Enterita. Sin faltar un ápice, cosa a agradecer sin duda; como habrán comprobado, yo solamente grabé un pequeño sector, que era cuestión de deleitarse viendo todo el despliegue del momento más que de prestar atención a grabar nada. Pero, no terminaba ahí el momento dedicado al disco de 1977, ya que tras ponerse unas caretas los componentes de la banda y el propio Roger de animalitos que se representan en el listado de temas de la obra y brindar con champagne, con unos carteles sujetos por Roger que venía el primero a decir “los cerdos dominan el mundo”, y el segundo “jode a los cerdos”, venía irremediablemente “Pigs (three different ones)”.
Y aquí la Battersea cedió sus paredes para unas proyecciones anti Donald Trump realmente contundentes. También sonó íntegra, con lo que el presidente de EEUU tuvo un buen rato de campaña en contra en el concierto, terminando con la proclama “Trump es un cerdo”. Inserto a continuación otro breve fragmento que capturé de “Pigs (three different ones)”.
En las chimeneas, que incluso echaban humo, en 2 de ellas aparecía un cerdito volando entre las mismas, pero durante “Pigs” apareció un cerdo gigante volador que se dio un par de paseos por el techo del recinto, terminando de rematar el gran despliegue teatral del concierto. Abajo la evidencia en forma de foto.
Ya saben que hicimos un programa en nuestro historial radiofónico sobre “Animals”, y en alguna ocasión he defendido aquel como uno de los mejores que hemos realizado en nuestra historia. También “Animals” en sí es quizás uno de mis discos favoritos, sino el favorito en sí, de Pink Floyd. Por todo esto, sumó mucho en mi percepción favorable del show que fuera reivindicado de esta forma y que fuera el que contase con más lustre de medios efectistas en el concierto.
No terminaría la reivindicación y caña a los políticos, aunque abandonábamos las tierras de “Animals”. Ahora llegaba “Money”, con imágenes de varios líderes políticos por ahí en ese telón de los muros de la desplegada Battersea, mientras sonaba la clásica línea de bajo de esta pieza y el sustituto de Gilmour volvía a hacer un buen papel al micrófono; incluso llegó a aparecer nuestro Mariano Rajoy entre varios y varios, con mucha presencia para el italiano Berlusconi. Trump también salió, pero ya había tenido lo suyo en el capítulo anterior.
En el tramo final aparecieron más piezas del último disco de Roger Waters y fueron desfilando las otras grandes canciones de Pink Floyd que me faltaban. No podía faltar “Us and them”, que da nombre a la gira, y que sin duda alguna anoto en mi top 5 de mejores pasajes del show, pero el culmen me lo supuso el cierre, con “Comfortably numb”. Con Roger, salvo cuando le tocaban sus estrofas, arengando de extremo a extremo del escenario al público, e incluso bajándose a chocar las manos de la gente de la primera fila mientras que sonaba ese solo de guitarra apoteósico del final de la canción, se iban poniendo el punto y final al concierto.
En esta ocasión, Roger sí que se marchó el último del escenario, llevándose la última de las grandes ovaciones con las que el recinto le obsequió durante el concierto (que fueron varias; a destacar un momento de coros del público donde Roger parecía bastante emocionado). Volvió la imagen o proyección de la chica sentada de espaldas en la playa (fíjense aquí debajo), con los mismos sonidos del previo, lo cual nos evocaba a una posible ensoñación que viviera esa persona. Y sin duda fue un sueño hecho realidad lo que acabábamos de vivir.
Quería tener grabada “Comfortably numb”, pero por otro lado, quería vivirla lo más intensamente posible, por lo que de ahí el motivo de que en muchas ocasiones se desencuadre la imagen, ya que no estaba precisamente mirando el show a través de la pantallita, sino en directo y a ratos con los prismáticos para no perder detalle de las emociones faciales de Roger, que merecía la pena reparar en ello.
Quería tener grabada “Comfortably numb”, pero por otro lado, quería vivirla lo más intensamente posible, por lo que de ahí el motivo de que en muchas ocasiones se desencuadre la imagen, ya que no estaba precisamente mirando el show a través de la pantallita, sino en directo y a ratos con los prismáticos para no perder detalle de las emociones faciales de Roger, que merecía la pena reparar en ello.
Al terminar nos hicimos unas últimas fotos dentro en nuestra localidad y salimos del recinto. No pudimos ver a Óscar Cañas, porque por temas personales tuvo que marcharse, pero sí que hablé con él por teléfono en la puerta. Ahí me puso de relevancia una ausencia, que por otro lado yo no había notado hasta que él me lo advirtió, que fue la de “Shine on you crazy diamond”. No obstante, parecía bastante satisfecho al margen de esto. La siguiente foto muestra una vista general del escenario durante “Money”.
Nos reunimos con Vicente, amigo de Luis Felipe Novalvos, el cual se situó en una zona de mejor visibilidad que la nuestra en sectores menos altos, y con calma y paciencia nos fuimos al mismo lugar que el día del concierto de Arcade Fire en la plaza de Manuel Becerra a cenar algo. Los 4 estábamos bastante contentos de lo que habíamos vivido. Antes de salir del graderío, nos hicimos una foto Mariano González, Luis Felipe Novalvos y servidor de ustedes que insertamos a continuación.
Fue un concierto grande. Inolvidable. No solo por poder escuchar el repertorio en directo de una de las mayores grandes bandas del rock de siempre interpretadas por uno de sus componentes clásicos, sino por lo bien que sonó todo (y eso que estábamos en la zona alta del recinto, donde los rebotes pueden jugar en tu contra), aunque Luis Felipe puso alguna pega en algún capítulo del setlist al respecto, cosa que yo no noté.
El despliegue de medios fue bueno. El telón de fondo y las proyecciones se aprovechó bien y el efecto logrado de la bidimensional Battersea Power Station, y la posterior pirámide y prisma luminoso proyectado sobre el recinto (que se me pasaban mencionarlo) al tocar “Eclipse” recreando la portada de “Dark Side Of The Moon” fue realmente emocionante y ambicioso.
No le encontré “peros” alguno a la velada. Todo bien. No me faltó personalmente ningún tema de lo lógico, y quizás esperar alguna cosa rara perdida por “The Wall” (“The thin ice”, “Run like hell”, “One of my turns”) que me pueda gustar, es pedir peras al olmo. Los 61,50 eur. que nos costó la entrada fueron más que bien invertidos y desde nuestra zona vimos todo realmente bien; al igual que el día de Arcade Fire, creo que estando en pie de pista, te podías perder muchas cosas destacables. Con unos prismáticos que tengo desde mi tierna infancia, pude ver de cerca las interacciones de los músicos y las muecas del propio Roger de cuando en cuando, cosa que también hizo con acierto Luis Felipe Novalvos.
Pudimos ver a un histórico cuando ya no nos imaginábamos que pudiera ser posible. Cuando vino con “The Wall” hace unos años, desistí de acudir al mismo lugar por el precio algo subido de las entradas, pero en esta nueva ocasión no me lo pensé 2 veces. Una cuenta pendiente que viví en buenísima compañía y que guardaré en el lugar de honores de mis recuerdos de conciertos. Hasta… ¿pronto? ¿siempre? Mr. Waters.