Un año más, nuevamente la elección de este humilde título honorífico que venimos otorgando en los días previos a la Navidad en los últimos años, ha estado muy reñida. Entre los 3 candidatos propuestos “Raros” de Miqui Puig & ACP, “Buen viaje” de Anni B Sweet y “La isla” de Dorian, ha habido un empate a 15 puntos entre los 2 últimos citados; en esta ocasión, Miqui Puig y su ACP, ganadores hace un par de años quedaron descolgados con 12 puntos.
El citado empate se ha tenido que definir por el hecho de que Dorian ha sido la opción favorita de 3 de nuestros 6 tertulianos del programa de radio; por el contrario, Anni fue la opción favorita de solamente uno de nuestros tertulianos, a lo que se sumó el hecho de ser la opción más “gustada-favorizada-retweeteada” en nuestros mensajes en las redes sociales.
Les damos nuestra enhorabuena simbólica a Dorian por este humilde reconocimiento (más para un grupo que ha obtenido distinciones tan importantes en su trayectoria) y les dejamos insertado el videoclip de la canción ganadora y aprovechamos una vez más para desearles unas felices fiestas y que el 2020 les traiga cosas muy buenas.
Ya saben de nuestra sana tradición de desconexiones puntuales en 3 periodos al año. Y ahora llegan las navidades y por ello hasta el día 18 de enero no retornaremos con nuestra actividad habitual semanal.
En estos días de asueto 2.0, solamente romperemos nuestro letargo para anunciar nuestro mejor single nacional 2019, como viene siendo tradición en los últimos años. Hasta entonces, entreténganse con nuestro fondo de armario (artículos antiguos y programas de radio hasta la fecha -reproductor lateral-).
Les dejamos con esta imagen navideña de las luces de la calle José del Hierro del distrito de Ciudad Lineal. Feliz Navidad y que el 2020 les resulte un buen año; en lo personal, por muchos motivos, echaré mucho de menos este 2019, en el que, si bien no todo ha sido bueno, sí que ha ofrecido cosas inolvidables en el sector positivo.
La Broma Negra son un huésped común de este blog. Bien sea a base de crónicas de conciertos o análisis de discos, cada cierto tiempo tienen una cita con nuestra escritura. En lo que a análisis de discos se refiere, hemos escrutado al milímetro, desde “Joyas De Princesas Muertas” (2010), toda su discografía. Solamente quedaba pendiente por formar parte de esta bitácora “Los Extraños Tienen Los Mejores Caramelos”. Para mí es honor llenar este hueco, en lo que de hecho es la primera ver que me encargo de desmenuzar el contenido de un disco suyo.
Sí que he tenido el gusto de redactar crónicas de varios de sus conciertos y de, por lo tanto, plasmar todo el gozo que supone un evento en directo de La Broma Negra. Por mi parte es un placer escribir sobre cualquier cosa que tenga que ver con esta banda. ¿Qué nos trae de nuevo “Los Extraños Tienen Los Mejores Caramelos”? Comencemos por la parte musical. Dentro de los sonidos del disco se suprimen casi todos los elementos electrónicos, quedando así exento del componente techno. De esto se sigue que el tono general es más orgánico. Se añaden elementos nuevos; por un lado en algunas canciones se nota incluso alguna vena folk, de otro las voces de Laura ganan bastante protagonismo.
Es un disco, además, que requiere de varias y atentas escuchas para que se produzca el efecto deseado y que la música cale. Esto no es defecto, simplemente una característica. Según vayamos aumentando nuestras escuchas, más desfrute iremos obteniendo. Esto no significa que no haya estribillos épicos o memorables. En cuanto a la música, ya hemos destacado su desconexión de la electrónica. Concretando un poco vemos que hay sombríos elementos de dark folk (“Odio al cantante pero amo la canción), pop sencillo y elegante (“Rey cuervo”), explosiones atronadoras (“Demonios en el jardín”), emotividad a raudales (“Banderas de nuestros padres”)… Sin embargo a pesar de esta razonable variedad, el disco tiene una sensación de unidad imbatible. Se hace difícil distinguir segmentos o agrupaciones de canciones; es un disco que se tiene que ver como un todo.
En cuanto a las labores instrumentales, que se haya prescindido de la vertiente techno no significa que David Infantes no haya aportado nada. Se pueden escuchar ráfagas de piano y arreglos sintéticos de carácter más ambiental que otra cosa. La guitarra de Alex Gómez tiene momentos en que se afila, y ahí tenemos por ejemplo a “Demonios en el jardín” para confirmarlo; normalmente usa acordes sencillos pero contundentes y suficientes para dejar un sesgo concreto. También hay arreglos de bajo y violín a cargo de músicos de estudio. La percusión, a cargo de Laura Pérez, tiene una sonoridad peculiar. Suena sencilla, pero seca y contundente. En los momentos más aquietados se mueve a medidos golpes de bombo o timbal y en los más movidos tiene un nerviosismo casi industrial. No sé si es un ejemplo particularmente adecuado, pero en el caso de esta segunda tipología de canciones casi podemos acordarnos de la atronadora percusión del “The Dreaming” (1982) de Kate Bush, aunque sin llegar a su locura y si acaso en alguna canción del final del tracklist.
Las letras de Carlos Caballero siguen siendo un ingrediente que aporta un sabor personalísimo a La Broma Negra; son oscuras, simbólicas, laberínticas, pródigas en referencias artísticas e históricas. De las mejores que se puedan escuchar en español. Las letras son cantadas, como no podía ser de otra forma, por la voz grave y enigmática del propio Carlos Caballero, otro elemento inseparable del grupo y catalizador del atractivo de las canciones.
En fechas posteriores a la publicación del disco se sucedieron una serie de acontecimiento desazonadores para los seguidores de La Broma Negra. Álex Gómez y David Infantes han dejado la banda. Especialmente crucial es la baja del primero, pues llevaba casi tres décadas de militancia. Por respeto a nuestros amigos de La Broma Negra y teniendo en cuenta que insistir o profundizar en este tema bordearía el amarillismo no desvelaremos ningún pormenor. La formación que ha dado los últimos conciertos ha variado. En el último tampoco estaba Laura Pérez, pero según parece no es una salida definitiva. Sin embargo, el proyecto continúa; no sabemos con qué formación, pero será con Carlos Caballero como cabeza pensante e ideólogo. Sea como sea nosotros, en DMR, seguiremos muy de cerca la evolución del proyecto.
ANÁLISIS DEL DISCO.
1. “Odio al cantante pero amo la canción”: El disco comienza con unos leves acordes de guitarra acústica, una percusión minimalista y una atmósfera decadente. Comenzamos a oír la voz de Laura Pérez, que no se limita a unos simples coros sino que es parte importante de la melodía vocal. Más tarde se oirá la voz cavernosa de Carlos, y es el contraste entre ambas voces uno de los alicientes de este primer tema. Se trata de una especie de dark folk, recogido y acariciante. Es arriesgado empezar un disco así, pero en última instancia el resultado es bastante bueno. La letra tiene una identidad muy clara con la música, evocando ambas un romanticismo lúgubre y misterioso.
2. “Niñera de gigantes”: Más rítmico y nervioso es este tema, cuyas estrofas son propias de un pop reflexivo y algo tétrico. El estribillo gana en energía, viendo por primera vez atisbarse el rock. La estructura es peculiar, a mitad de canción irrumpe la voz de Laura Pérez introduciendo una melodía propia. La canción parece pararse y arrancar en varios momentos. Medio tiempo de composición sinuosa que va ganando con las escuchas. La letra es francamente curiosa, introduciendo elemento culturales: se cita a Maribárbola (uno de los personajes de “Las Meninas” de Velázquez), y a la shakespereana Ofelia.
3. “Rey cuervo”: Melódico y elegante piano pop que, a ritmo de medio tiempo, aporta un momento agradable y algo melancólico. Nuevamente los coros de Laura Pérez se intercalan dando un buen efecto. Los arreglos de fondo son leves pero dan un buen toque. Sabemos que Carlos Caballero es un fan de Kate Bush, ¿cuando la letra menciona “dicen que hizo un trato con Dios”, será una referencia a la cantante británica? Por la canción Running up that hill (A deal with god)”. Solo es, conste en acta, una especulación. Es uno de los singles del disco. Cuenta con un simétrico vídeo donde los componentes de la banda aparecen vestidos con la indumentaria de la portada mientras cantan y tocan en un paraje campestre.
4. “Sirenas”: Empieza de forma meditabunda juntando el piano y la percusión. En cuanto entra la voz de Carlos la canción adquiere un tono de inquietante ensueño, muy adornada por unos atmosféricos teclados de David Infantes. La música suena a leyenda, a cuento misterioso. En un momento dado Carlos Caballero da un emotivo quiebro vocal. En la letra se inserta un fragmento de “La canción del pirata” de José de Espronceda. Tiene un vídeo muy acorde con la letra, en el que la sirena no es otra que Laura Pérez.
5. “Banderas de nuestros padres”: Una de las canciones bandera (nunca mejor dicho) del disco. Tiene buenas virtudes para destacar; las estrofas son misteriosas y el estribillo es potente y épico. Uno de los momentos con sabor más emotivo del disco. La percusión de Laura Pérez ayuda dar consistencia al estribillo. La letra podría hablar de las penalidades que hubieron de pasar nuestros padres (o abuelos) en tiempos oscuros. De lo mejor del disco. Tiene un vídeo donde se ven algunas imágenes de los pormenores de algún viaje del grupo para dar un concierto.
6. “Séptimo hijo varón”: Una canción que empieza con el lema de la Santa Compaña tiene puntos para ser bastante curiosa. El caso es que la música es intensa y emocional, con una entregada actuación vocal de Carlos y una buena musculatura instrumental. Suena apasionada y algo torturada; sin duda su mayor virtud
7. “Rimas y leyendas”: Además de tener un título “becqueriano”, tiene una fortaleza musical a prueba de bombas. Quizá sea el número más pegadizo del disco; también de los más animosos. Por un momento, al menos líricamente, la música abandona la melancolía y la oscuridad. Que encima la letra incluya elementos históricos (el rey Juan, el Rey Borbón, Los Infantes de Aragón) me parece estupendo. Y si añadimos lugares de Madrid como San Ginés o La Casa de las Siete Chimeneas, miel sobre hojuelas. En directo es infalible.
8. “¿Quién te ha dado vela en este entierro?”: Fuerte contraste con la canción anterior. El lúgubre y atmosférico comienzo da paso a una turbulenta y áspera música con una no menos áspera letra. Los fuertes redobles de batería y algunos toques de guitarra añaden una buena cantidad de intensidad. Corta en duración, es uno de los puntos más turbados, nerviosos y menos accesibles del disco.
9. “Demonios en el jardín”: Primer single del disco y, además, todo un pelotazo. Hablando en plata, quizá sea canción más cañera del tracklist. Las voces y guitarras distorsionadas y la vehemente percusión hacen que bordee casi el rock industrial. Aunque es un poco agreste, va ganando con las escuchas. La letra abunda en imaginería religiosa sacada de “El Paraíso Perdido” de John Milton. La simbiosis entre la rudeza de la música y el oscuro misticismo conforman una canción realmente potente. El vídeo tampoco es manco; en él aparecen los miembros del grupo con atavíos religiosos moviéndose en el interior y alrededores de una iglesia.
10. “Teme al hombre de un solo libro”: Los primeros treinta segundos son de una liviandad casi lírica. A continuación llega un furibundo cambio de ritmo basado en una atronadora percusión y unas potentes guitarras. A partir de ahí, salvo algún pequeño interludio, todo es ya intensidad y pasión. Conjuga bien con “Demonios en el jardín”, aunque es menos oscura. Lo que sí es cierto es que forman un binomio arrebatado y eléctrico.
11. “Yo soy solo el mensajero”: Este segmento de intensidad sigue acrecentándose. Esta canción es apocalíptica no solo por sus referencias líricas sino por los abrumadores arranques de desesperación que expresa la voz de Carlos Caballero. Da la impresión de ser un grito de dolor, una queja existencial. Densa y oscura, su situación en el disco es todo un acierto. Peculiar y rotunda.
12. “Conquistadores”: La percusión se mueve casi a ritmo militar y las guitarras acústicas dan a la canción una sonoridad antigua. Tiene sentido; la letra habla de los conquistadores españoles del S. XVI. La sensación que nos transmite es de tensa calma, como la inquietud de un grupo de hombres adentrándose en tierra incógnita. Casi me la imagino como banda sonora de la película “Oro” de Agustín Díaz Yanes.
13. “Martín pescador”: El disco se cierra de manera épica. La voz de Carlos suena trascendente y se apoya en una sólida base de percusión. Los arreglos de gaita, por su parte, dan una atmósfera enigmática acorde con la letra. Esta canción tiene hechuras de himno y se trata de la música con más producción del disco. Excelente cierre que además tiene el último vídeo que ha sacado La Broma Negra hasta el momento; sin muchos medios, aunque bien aprovechados, las imágenes tienen un sabor de leyenda medieval.
RESULTADO, CONCLUSIONES Y REFLEXIONES.
No decepcionan La Broma Negra. Son capaces de parir discos diferentes entre sí y, sin embargo, mantener intacta su esencia. Este disco es lo más orgánico que tiene desde que se inmiscuyeron masivamente en la electrónica con “Joyas De Princesas Muertas” (2010). Se intuye también un sentido más hermético, donde hay algunos resquicios que cuestan un poco más aprehender pero que se irán haciendo nítidos con las escuchas.
La mayor parte de densidad instrumental está en su tramo final, pero incluso en los instantes reposados hay un sentimiento turbulento, algo torturado. Los fans de La Broma Negra se encontrarán encantados, y los oyentes casuales si tienen un poco de paciencia no tardarán en apreciar con agrado los atractivos de “Los Extraños Tienen Los Mejores Caramelos”.
Por nuestra parte queremos que La Broma Negra siga, bien como grupo, bien como proyecto personal de Carlos. Como a resultas del periodo de la presentación de este disco ha habido bajas importantes en la formación, lo escuchamos con un plus de melancolía. Lo que no oculta nuestro deseo de que algún día las aguas vuelven a su cauce y saboreemos un poco los viejos tiempos. En cualquier caso presiento que todavía nos esperan un buen puñado de canciones que disfrutar.
Quedamos muy contentos de lo que hicimos en el programa anterior, el cual dedicamos a “Temperamental”. Y, como además teníamos previsto que en una de las próximas ocasiones en las que coincidiésemos con Luis Felipe Novalvos en antena, dedicar el espacio a “Amplified Heart”, no nos tembló demasiado el pulso al hacer por primera vez en nuestra historia radiofónica 2 programas consecutivos dedicados al mismo grupo.
Y es que Ben Watt y Tracey Thorn así lo merecen. Con este item dedicado a uno de sus discos de mayor aceptación, de momento nos daremos por satisfechos. Durante la hora de programa pudimos disfrutar de todas sus canciones, ya fuera en 1er. o en 2º plano y aportamos nuestras ideas y reflexiones sobre aquellos días del dúo.
El fin de siglo, milenio, etc., fue una época en la que ante la caída del brit pop y su auge de unos años atrás, dejó un panorama sin una banda dominadora clara del éxito internacional. En esos días fue cuando Travis explotó su éxito gracias a su disco “The Man Who”. Sin embargo, serían los Coldplay con unas formas parecidas en sus 2 primeros discos los que tomarían el poder poco después.
Travis quedaría relegado a un 2º lugar en la repercusión internacional, editando discos y singles notables. Sin embargo, tras tantos años, creo que el disco que hoy nos ocupa es si no su mejor trabajo uno de los mejores y es definitorio y banda sonora ineludible del año en el que fue editado.
Este sábado 7 de diciembre de 2019 a las 16.00h en el dial de Radio Universitaria de Alcalá de Henares (RUAH), debatiremos sobre este disco y su calado. 2 voces hablaremos sobre él: Mariano González y Víctor Prats. No nos falten.
La primera toma de contacto grande de tus canciones propias con el público es forzosamente una ocasión especial para un artista. No importa mucho el recinto, o cuántas personas acudan; en la memoria, es de suponer, quedará grabado el acontecimiento con el recuerdo siempre fresco de las primeras veces. Pues para esta ocasión Marina Jade tuvo incluso la oportunidad de que dicha toma de contacto fuera en una sala con solera, la Sala El Sol de Madrid, y de que la concurrencia fuese entusiasta y receptiva. Y con razón; no era la presentación de un disco, sino una primicia, un regalo para los fans consistente en una muestra de la futura música de Marina Jade.
Haciendo un poco de biografía recordamos que Marina Jade, nombre artístico de Marina Rodríguez, nació en la localidad sevillana de Montequinto. Probablemente la recuerden por su paso por OT 2017 y quizá hayan escuchado su canción “Drinking like i’m sober”. No obstante, su vinculación con la música es muy anterior, recibiendo educación musical vinculada con la viola desde pequeña. Se puede intuir que entre su estilística cabe el pop, el soul, o el R&B, recibiendo influencia de artistas como Adele, Christina Aguilera, o Andrés Suárez.
Del concierto nos informó Carme Tasias de Music Bus, confiándonos la cobertura del evento. Personalmente fue una ocasión agradecida, ya que hacía unos cuantos eones que no visitaba un lugar como la Sala el Sol, uno de los tótems de la música en directo en Madrid. Toca agradecer también la ayuda prestada por el staff de El Sol para proveerme de una banqueta desde donde ver sentado el evento, toda vez que aún conservo algunos problemas físicos.
Fue puntual Marina Jade subiendo al escenario. A las 22:00, más o menos, ya estaba sobre las tablas haciendo música. La peculiaridad del concierto fue su carácter íntimo y acústico; bastó con la presencia de Marina Jade, y el pianista y guitarrista Alberto Torres para defender unas canciones bastante auspiciosas. Muchas de las canciones llevaron un marchamo introspectivo, algo melancólico, pero ello fue compensado por una actitud pizpireta, divertida y jolgoriosa. Ataviada de una manera casi gótica, desde el primer momento Marina Jade mostró una actitud divertida y dicharachera, que hizo brotar unas cuantas sonrisas entre el público.
Como no podía ser de otra forma, al tratarse principalmente de una primera toma de contacto con el público de canciones recién salidas del horno, el setlist estuvo compuesto en su mayor parte por temas que todos desconocíamos más el añadido de unas cuantas versiones. El fuego se abrió con su tema más conocido hasta ahora, “Drinking like i’m, sober”; el concierto nos sirvió para confirmar la solidez de la canción, que trasladada al formato acústico sigue manteniendo sus virtudes melódicas. Acto seguido llegó “El ruido de las calles”. Según la propia Marina se trata de una canción de amor entre dos mujeres, lo que significa el cumplimiento de una promesa; la promesa de que la primera canción de este tipo que compusiera tendría a dos mujeres como protagonistas. Conviene no perder de vista que Marina Jade es una entusiasta defensora del movimiento LGTBI. EL resultado es una canción chisposa y con encanto, que como curiosidad va desgranando diversos lugares de Londres donde trascurre la historia de la composición.
“Corales” fue la siguiente canción. Como Marina Jade estuvo muy locuaz entre canción y canción, al final nos acabamos enterando de la trastienda de casi todas las composiciones. En este caso habla de una amistad surgida por un grupo de Whatsapp que para Marina se ha convertido en algo especial. Es una bonita melodía, a tono con el sentimiento de la letra. Por si fuera poco la interpretó sentada en el suelo y en compañía de su pareja, quedando todo muy cuqui y muy bonito.
Tiempo para una versión. En concreto una versión de “Vuelve”, de Andrés Suárez, uno de los indisimulados héroes musicales de Marina Jade. Se trató de una cover coherente y respetuosa que comparte el espíritu acústico de la original. También hubo momentos para que pasaran invitados por el escenario. El primero de ellos fue Gonzalo Caps, que compartió con Marina la canción “Tanatofobia”. Ambos se conocieron en OT y, según contaron, la química entre ellos fue instantánea. Podemos dar fe de ello en base a la gran complicidad que hubo entre los dos en el escenario.
Volvemos a las canciones de Marina Jade de la mano de la gratificante “Arritmia”, y sobre todo de “Sin volver”, canción compuesta a medias con una amiga poeta que subió al escenario mientras sonó. Nuevamente un fragmento emotivo y compenetrado.
Es conocida la absoluta admiración que Marina Jade siente por Adele, así que no es nada extraño que alguna de las versiones anunciadas fuera de la estrella británica. Dicho y hecho. Pudimos escuchar la versión de “All I ask”, buen momento para refrendar la buena voz de Marina (si es que no lo había hecho ya) y mostrar un escrupuloso respeto por la original. Siguiendo con la retahíla de sorpresas, Marina nos explicó el fundamento de la siguiente canción, “Anna”. Se trata de una dedicatoria a una de sus mejores amigas, que vino exprofeso desde Oviedo para asistir al concierto y sacar, de paso, unas cuantas instantáneas. De hecho Anna era la fotógrafa que desde la parte trasera del escenario estuvo durante todo el evento sacando fotos. La proximidad entre ambas se hizo más acusada durante la interpretación, dando como resultado otro momento emotivo que añadir. También fue curioso ver a Marina tocando el ukelele.
Las relaciones tóxicas fueron el sujeto del siguiente tema, “No vas a volverme a ver”, cuya intro incluyó una furiosa (aunque con salero) diatriba de Marina contra cierta persona que cuadra con la temática de la canción. Este momento añadió un poco de vitriolo a noche, dejando un evidente mensaje. Lo que siguió a continuación era conocido de sobra por todos, pero no en boca de Marina Jade; la versión de “Back to black” de Amy Winehouse destacó por encima de todo por el magnífico desempeño vocal, redondeando un estupendo homenaje a la ya legendaria y malograda cantante británica.
Como la mayoría del setlist lo iban conformando canciones melancólicas, fue la propia Marina quien dijo que había llegado la hora de cambiar de tercio. Lo siguiente que iba a sonar, ya fuimos avisados, tenía que ver con el sexo. Y así sonó “Nasty things” que, en efecto, pareció sensual y cabaretera. Como anécdota, el olvido de la letra por parte de Marina, que hubo de recurrir momentáneamente a una chuleta. No obstante, lo hizo con tanto desparpajo que incluso quedó como una anécdota simpática y espontánea.
El momento más emocional de la noche fue el deparado por la canción que Marina ha compuesto para dedicársela a su hermana Dulce. La emotividad vino dada por varios aspectos; por un lado la letra habla, de forma sencilla y tierna, de la pena por la ausencia de su hermana (que vive en Madrid desde hace dos años); por otro lado Dulce subió al escenario y se sentó junto a Marina, que se puso a los mandos del piano, durante toda la interpretación de “Una vez más”. Un conato de lágrimas estuvo presente durante varios momentos en los ojos de las hermanas.
Y a continuación al fin pudimos escuchar la que fue presentada como futuro single. Se llama “Solas tú y yo” y sonó cercana a los ritmos urbanos, pero con un interesante toque personal que la alejaba de géneros en boga como el trap. Es una canción pegadiza y animosa que puede desempeñar perfectamente el papel de single, junto con las canciones que se fueron desvelando.
Hubo tiempo para una canción más, que fue una versión del “Good as hell” de Lizzo. Fue un fin de fiesta realmente adecuado, divertido e interactivo, donde el público tuvo el cometido de cantar a medias el estribillo. Más interactivo fue todavía cuando Marina bajó del escenario y estuvo un momento entre el público. Sin duda podemos decir que fue un final feliz.
La actitud en directo de Marina Jade destacó por la desenvoltura y la naturalidad. Los entreactos de las canciones estuvieron trufados de anécdotas y matices sobre las canciones. Pero lo más importante, claro está, fueron los destellos musicales. Marina Jade acredita una buena voz que se encarna en unas canciones interesantes y con gancho. El concierto fue un derroche de entusiasmo bipartito, en el que disfrutaron plenamente público y artista.
En “Discos, Música Y Reflexiones” esperamos que Marina Jade tenga un brillante porvenir en la música y que este concierto sea el primero de una larga serie. Mencionar también que la primera canción nueva se lanzará el próximo 20 de Diciembre. Por nuestra parte también queremos acordarnos de Carme Tasias de Music Bus, que hizo posible que acudiésemos a la Sala el Sol para la cobertura del concierto.
Si bien tengo pendiente de adquirir este disco en formato físico (cosa decidida para el mes de diciembre), tras haberlo escuchado varias veces en Youtube antes de asistir al concierto de hace unos días en Copenhague, creo que ya estoy en condiciones de poder hablarles de “Fever Dream”. Y así de paso comento un disco del año en curso, que creo que en este 2019 aún no lo había hecho (llego justito para ello). De entrada les afirmaré que es un disco que está perfectamente al nivel de los 2 discos anteriores. Me gusta mucho.
El 3er. trabajo de estudio de los islandeses, tiene unas ligeras variaciones en los matices sonoros estilísticos, que en parte justifican que muchas de las nuevas piezas me gusten mucho; no me había percatado de ello, pero al leer críticas en otros sites, he visto que lo que hay es menos folk y más toques derivados de los años 80. Normal en mi caso entonces.
Al quinteto formado por Nanna, Ragnar o Raggi, Arnar, Kristján y Brynjar, “Beneath The Skin” les supuso una confirmación de las buenas pautas mostradas en su debut. No pudimos verles en aquella gira en directo por Madrid, pero el disco nos gustó bastante y ya le hicimos su correspondiente crónica y programa de radio.
Cuando ya suponía que al grupo le iría tocando editar nuevo material, ¡bingo! Me llega, no recuerdo a través de qué medio, una notificación del nuevo single “Alligator”. Canción rotunda, contundente y potente, que por otro lado no sirve para hacerse una idea del contenido del disco en general.
Puede llevar a engaños, pensando en que el grupo ha radicalizado algo más su sonido, pero dentro de “Fever Dream” no deja de ser una rara avis, ya que el carácter general del disco a ratos es bastante cercano al medio tiempo y a veces a la melancolía e introspección. No en vano, “Alligator” en directo, cuando la experimentamos en directo, no la tocan de forma tan arrolladora como su toma de estudio. En cualquier caso es una gran canción que nos aventuraba que los OMAM no iban a dar un paso en falso en el disco de “la prueba del algodón” en los últimos tiempos, es decir, el 3º.
Después escuché otros adelantos como “Wars” con Raggi tomando buena parte del protagonismo vocal o “Wild roses”, con Nanna comandando una canción que podría ser el mejor ejemplo del carácter que transmite en general “Fever Dream”. Como ven, ya estoy hablando mucho de las canciones, con lo que mejor entonces pasemos al análisis de ellas una a una.
ANÁLISIS DEL DISCO.
1. “Alligator”: Ya lo he mencionado en la intro, “Alligator” es un trueno. Estamos ante una de las canciones más enérgicas y fuertes de la discografía del grupo. Las bases son duras, Nanna y los efectos sobre su voz suenan exagerados; todo ayuda a una sensación de potencia subida al máximo (dentro de lo que OMAM nos han ofrecido en su trayectoria vital hasta la fecha). El estribillo acierta, incluyendo además parte del título de la obra, siendo quizás el más pegadizo de “Fever Dream”. El videoclip es un poco raruno, con pesadillas sufridas por Nanna que recrean por un lado bien las sensaciones que transmiten la letra y melodía. Gran single, claramente quedará como un clásico del grupo como un “Crystals” o un “Mountain sound” por ejemplo.
2. “Ahay”: Ya en la 2ª canción del disco se aprecia el cambio sonoro y nos enfrentamos a “Ahay”, una composición más representativa del conjunto de “Fever Dream”. Raggi se suma con decisión a las voces, y Nanna da las réplicas adecuadas y puntuales, cantando a dúo el estribillo. Paradas melódicas y reinicios marcan el devenir de este medio tiempo delicioso de muy buen gusto. Decidieron excluirla curiosamente a partir de nuestro concierto danés, pero la cambiaron por la siguiente canción del disco, que nos gusta algo más si cabe.
3. “Róróró”: No les voy a negar que me sacó una leve risa leer el título de esta canción. “Róróró” es un ejercicio de exquisitez dentro de “Fever Dream”. El estribillo no es nada evidente, pero es un ejemplo de maestría vocal por parte de Nanna que es la que se encarga de la voz. La melodía de piano es cristalina y notable. Canción de sensaciones dolidas y emotivas, pero sin caer en la lágrima fácil. Fue un tremendo gustazo vivirla en directo. Es una de las joyas ocultas de “Fever Dream” a la presente fecha, ya que no ha sido single ni tampoco creo que lo sea lamentablemente, ya que en sentires parecidos se le ha adelantado la también correcta “Wild roses”, de la que hablaremos un poquito más adelante.
4. “Waiting for the snow”: Llegamos a otra delicia musical, en este caso con el capítulo más recogido e íntimo del disco. Con poquísimos elementos instrumentales, apenas una melodía de piano de sonidos engravecidos, leves aportes sintéticos y algunos retoques de autotune que modifican la voz, Nanna se vale de sobra para ponernos el vello de punta con “Waiting for the snow”. Canción realmente emotiva, sentida, bonita, preciosa y también dolida. Es de las que primero pueden entrar, y es curioso, ya que sus texturas no son de un pop animado ni mucho menos, pero destaca sobremanera dentro del conjunto. Como ven, otra pieza a altísimo nivel que sigue subiendo la nota a “Fever Dream”. Maravillosa.
5. “Vulture, vulture”: El grupo es consciente que quizás nos hemos movido en terrenos demasiado quietos, y por ello ahora es momento de retomar el mayor brío. Lo hacen con “Vulture, vulture”, con un dueto perfecto de Raggi y Nanna, con estribillo directo y acertado. Es una canción perfecta para el directo, pero curiosamente ni en Copenhague ni en los últimos shows la han metido. Buena pieza que nos permite retomar el pulso tras los momentos íntimos encadenados previamente.
6. “Wild roses”: Llega el turno del 2º single del disco, con un videoclip protagonizada por una Nanna llamativa (sin maquillaje alguno), bailando sobre agua. Esta canción es quizás el mejor compendio de lo que es “Fever Dream”, ya que aúna emotividad con intensidad y cierta épica/potencia (sobre todo en su tramo final). El in crescendo que ofrece “Wild roses” es tremendo. Hay lugar para arreglos manieristas y para otros de corte más monumental en el sector final que le confieren grandeza. Buena canción sin lugar a dudas y acierto en formato single.
7. “Stuck in gravity”: He aquí uno de los capítulos más recogidos y sentidos que se anota Ragnar a las voces. Si bien “Stuck in gravity” es una canción más que válida, es personalmente de las que menos me llenan, por lo que la considero como una transición a otras pistas. Transición que no me molesta ni mucho menos, pero que tampoco me llega, aunque los empeños (sobre todo en el tramo final muy arriba) y el buen hacer de Raggi en las voces logran resultados.
8. “Sleepwalker”: Ahora nos encontramos con otra de mis favoritas de “Fever Dream”. Fue reconfortante escuchar “Sleepwalker” en directo en Copenhague, ya que además no me la esperaba. Lo que más me gusta de esta pieza es el estribillo, protagonizado por la voz de Nanna y unos coros que funcionan bastante bien. Según otras webs, debo ir contracorriente, ya que en algunos de esos sitios consideraban a esta pieza de lo más prescindible de “Fever Dream”, cosa con la que no estoy de acuerdo; la considero una joyita oculta.
9. “Wars”: Otro momento destacable es “Wars” (de las pocas que ha tenido el lujo de disponer de un lyric video de OMAM, cosa común para todas las canciones de los 2 discos anteriores). Es una canción pop llevadera, bien construida, con un acertado sentido del ritmo y fácil de recordar. El estribillo a dúo entre Raggi y Nanna es directo y efectista. Ragnar lo definió en Copenhague como un momento bailable, y razón no le falta.
10. “Under a dome”: Dentro de los capítulos introspectivos que tiene Ragnar en las voces, me quedo más con “Under a dome” que con “Stuck in gravity”. En esta pieza, estamos ante una pieza más oscura y decadente. Además es que también es un acierto la aparición de Nanna cuando toca. Como pasó en “Waiting for the snow”, en la producción se hace uso de efectos vocales para crear una sensación de cierto desasosiego que funciona de forma correcta.
11. “Soothsayer”: Cosa común a los discos de Of Monsters And Men, bajo mi punto de vista, es que acaban con auténticos temazos. Si previamente “We sink” y “Yellow light”, cada una de su padre y de su madre, me parecieron 2 tremendos triunfos para rubricar “Beneath The Skin” y “My Head Is An Animal” respectivamente, aquí “Soothsayer” continúa la tradición. Nanna es la encargada de las voces. En general es una canción de músculo eléctrico en las guitarras, siendo uno de los momentos más destacables para Brynjar en el disco, y con un estribillo atinado con Nanna haciendo alguna variación aguda que le va muy bien. Quizás sea algo repetitiva, pero como me gusta mucho su estribillo, podría estar escuchándola fácilmente en un extended mix incluso. Eché de menos que no la tocaran en directo. Final de obra magistral.
RESULTADO, CONCLUSIONES Y REFLEXIONES.
Creo que Of Monsters And Men han pasado con nota la prueba del 3er. disco. El tercer lp para muchos grupos en los últimos tiempos ha supuesto el comienzo del declive. Yo considero que los OMAM con este trabajo no deberían iniciar ningún camino descendente. Han variado de forma sutil sus formas más folk para afrontar cambios en su sonido que les dan un mayor espectro musical.
Las críticas en general son positivas. De aprobado solvente. Aquí, como han podido leer, somos más entusiastas e incluso me atrevería a decir que este disco de portada rosada en lienzo con ese ojo tan inquietante en el centro, pudiera convertirse fácilmente en mi favorito del grupo hasta la fecha (cosa nada fácil viendo los 2 precedentes).
Ojo, advertencia: no es un disco inmediato. Fue a partir de la 4ª escucha cuando empecé a caer en los matices y detalles que hacen de “Fever Dream” una gran obra. Recuerdo hacer su primera escucha un domingo por la mañana y darme la impresión de que no sonaba mal, pero no emocionarme especialmente. Por eso, concédanle tiempo y escúchenlo espaciado. Si no les llega en la 1ª o 2ª escucha, dejen unos días o semanas y retómenlo un par de escuchas más pasado ese tiempo. Quizás, como a mí me sucedió, noten el cambio.
No se hace nada pesado.
Son 11 canciones, no llega ni a 3 cuartos de hora, con lo que en duración es más que adecuado para dejarte con esa sensación de quedarte con ganas de más.
La aceptación y repercusión del grupo a nivel internacional sigue patente. Han agotado entradas en muchos sitios europeos (en Copenhague no agotaron, pero la sensación fue de lleno absoluto), lo cual es indicativo de que el grupo sigue teniendo tirón.
Debido al cierto giro estilístico, no radical, que ofrecen Of Monsters And Men en este disco, quedo con una ardiente curiosidad con lo que la banda nos ofrecerá allá por 2022 (supongo que por ahí es cuando vería la luz lo que sería su 4º lp). De momento estoy con muchas ganas de hacerme con este disco en formato físico (no tardaré muchas semanas en darme el paseo que tengo programado para hacer una ligera remesa de adquisición de cds originales). Siempre además le tendré un cariño especial a “Fever Dream”, ya que por primera vez (y espero que no por última) fue en su gira cuando vi a OMAM en directo. Y además en Copenhague. Eso siempre sumará.
Supongo que en la presente temporada 11 de radio le intentaremos hacer hueco, con lo que desde aquí conmino a mi amigo y colaborador Mariano González que comience a hacer los deberes por si llega la ocasión. Estén atentos, les mantendremos informados. De momento, OMAM es de las pocas bandas que llevamos al día, al haber revisado en este blog todos sus discos editados hasta la fecha. Por algo serán uno de mis grupos favoritos actuales y ya puedo decir de la historia de la música moderna en general.
No se pueden imaginar lo bien que lo pasamos llevando a cabo este programa el pasado sábado 9 de noviembre de 2019 a las 16.00h en el dial de Radio Universitaria de Alcalá de Henares (RUAH). Confiamos que al escuchar el audio puedan sentirlo. Tanto fue así, que en el siguiente programa decidimos continuar inmersos en el buen gusto musical que siempre han desprendido las composiciones de este dúo formado por Ben Watt y Tracey Thorn.
Escogimos su disco “Temperamental”, el que a la postre fue el último disco de estudio del dúo. Nos permitió sumergirnos en las 2 vertientes de EBTG, la electrónica y el elegante medio tiempo.
En los estudios de RUAH estuvimos Mariano González y Víctor Prats debatiendo sobre esta obra del año 1999 en particular y en general sobre el legado y el buen hacer a lo largo de su trayectoria de Tracey y Ben. Por si se lo perdieron, aquí insertamos el reproductor para su escucha y les dejamos enlace a su alojamiento en Ivoox: https://www.ivoox.com/dmr-11-3-audios-mp3_rf_44661522_1.html
Pues por primera vez en nuestra trayectoria radiofónica concedemos la atención a un mismo grupo en 2 programas consecutivos. Si hace unos días dedicamos la hora a “Temperamental”, ahora es turno de regresar en el tiempo un lustro para abordar el momento del punto de inflexión de Everything But The Girl. En 1994, gracias a cosas que rodearon a “Amplified Heart” el grupo fue virando a la electrónica más elegante de aquellos días.
No obstante, este disco de 1994 aún muestra el carácter más íntimo, acústico y sentido del dúo compuesto por Tracey Thorn y Ben Watt. Es un lp muy adecuado para esta época del año y creemos que nos permitirá pasar una buena tarde de música en las ondas.
No se olviden de sintonizar la emisión on-line de Radio Universitaria de Alcalá de Henares (RUAH) este próximo sábado 23 de noviembre a las 16.00h. Salvo imprevisto de última hora, contaremos con la participación de Mariano González, Luis Felipe Novalvos y Víctor Prats. No se lo pierdan.
Esto es un matrimonio español que se va a Dinamarca a ver un concierto de un grupo islandés... ¿A que parece el comienzo de un chiste? Pues sí, y de hecho lo es: el chiste malo que supone que Madrid, en muchos casos, está en un 2º o 3er. plano dentro de Europa para que muchas bandas y artistas internacionales se decidan a venir a nuestra ciudad a ofrecer un recital. Aquí debajo el K.B. Hallen desde fuera cuando llegábamos a eso de las 18:30h.
Una tarde en la que me estaba desquitando de saber que en la gira presente del último disco de una de mis bandas favoritas, los islandeses Of Monsters And Men, viendo un concierto del presente tour en Youtube, según llega a casa mi mujer, se pone a curiosear las fechas europeas de su tour. Barcelona, la única ciudad de España en la que tocan, entradas agotadas. De repente empieza a barajar a Estocolmo y Copenhague como fechas. Descartamos Estocolmo al ser en viernes y llegar pillados de hora (no pudiendo yo cogerme el día libre en el trabajo) y empezamos a barajar en serio la opción de la capital danesa. El avión no se iba mucho de precio, si bien los hoteles se disparaban bastante.
Al final encontramos una opción más o menos aceptable y nos liamos la manta a la cabeza, casi sin proponérnoslo; de paso, suponía una experiencia parecida a las de Alfredo Morales y sus viajes por Centroeuropa a ver conciertos y la de Vicente, un amigo de Luis Felipe Novalvos (nuestro valioso contertulio de radio), que también se marcha por el extranjero a ver shows de sus grupos favoritos. Lo más parecido lo habíamos hecho por Kraftwerk hace 3 años, si bien aquella sagrada ocasión no supuso salir de nuestras fronteras, sino simplemente ir a conocer esa estupenda ciudad que es Bilbao.
Pues lo dicho, turismo y música. Conocer Copenhague (yo en particular, ya que mi mujer había estado 7 años atrás y de paso hizo de guía de la estancia) y ver a una de mis bandas favoritas actuales, que además están de gira gracias a un disco con mayúsculas; no tardaré en revisar “Fever Dream”, si bien aquí al comentar el concierto ya iré enjuiciando a sus canciones. A continuación un primer plano de la cantante de Vök, el grupo invitado que abrió la tarde-noche.
Llegamos el viernes por la noche y el sábado hicimos un tour por el centro histórico de la ciudad, bajo una lluvia que a ratos fue intensa; creo que logramos evitar el constipado o pulmonía. Después de comer nos volvimos al hotel a echarnos una siesta para coger fuerzas para lo que se venía. La apertura de puertas estaba fijada a las 18.30h y el comienzo del show a las 20.00h. Salimos del hotel a las 18.00h para llevar a la estación de tren de Peter Bangs Vej a la hora adecuada. No nos costó enfilar hacia el K.B. Hallen y cuando llegamos a su entrada ya estaba abierto el acceso (y menos mal, ya que la lluvia comenzaba a arreciar). Aquí debajo servidor ya situado en primera fila y en espera paciente para ver a mis adorados OMAM.
Ya dentro del recinto, un lugar muy adecuado para conciertos, con una capacidad para unas 4000 personas (a ojo mío), vimos el set del escenario que nos revelaba que habría teloneros. Y a las 20.00h comenzaron los mismos, demorándose el plato principal hasta las 21.00h. Los invitados fueron Vök, una banda en parte islandesa, en parte sueca, compuesta de una chica llamada Margrét en la voz, teclados y guitarras, y otros 2 chicos, uno en la batería y otro a la guitarra. No sonaron mal. Pegaban con el plan de la tarde-noche por el estilo de su música. Ofrecieron algo más de media hora de actuación, con canciones que a ratos sonaban bastante bien, siendo en ocasiones realmente bailables y disfrutables.
Pero a lo que habíamos ido hasta allí, tras tantos kilómetros hechos en líneas aéreas low cost, era lo que a las 21.00h, muy puntual, salió al escenario. Allí estaban los 5+1 que son a día de hoy los OMAM. Encabezados por Nanna y Raggi y escudados en Brinjar (al que tuvimos casi delante al habernos situado en primera fila según se mira a escena a la izquierda), Arnar y Kristján, con otro músico que se encarga de los teclados y acordeones que suplen las secciones de viento cuando hacen falta.
Al ver aquel concierto organizado por Iheart (gran parte, pero no entero, ya que cuando empezamos a mover el viaje paré de inmediato para evitar más spoilers), suponía con qué arrancarían. Luego el resto del setlist variaría mucho su posición. Pero sí, el lógico arranque fue con la potente “Alligator”, single de adelanto de “Fever Dream” y que puede llevar a engaños de vernos ante un trabajo realmente contundente. El grupo empezó a toda mecha, ya que luego metieron otro gran single como fue “Empire” de “Beneath The Skin”.
No me la esperaba tan pronto, pero llegaba en el tercer lugar del set list mi gran momento del concierto. Me refiero a “King and lionheart”. La canción sonó en su inicio más delicada que nunca y me emocionó mucho. Intenté grabarla completa, pero, pensando que los tiempos en que los tipos de seguridad ya no se preocupaban de que la gente grabe vídeos, uno de ellos me dio 2 avisos y el tramo final no lo pude completar y quedó desenfocado después del primer aviso. Por fortuna, el resto del concierto fui dosificando las fotos y vídeos (solamente grabé ya fragmentos con el móvil, que es lo que más o menos tenía pensado de antemano) y no tuve más problemas en este sentido.
En ese concierto del que vi la mitad en Youtube, detrás de “King and lionheart” venía “I of the storm”, cosa que esta vez no sucedió, y en parte me agradó que así fuera, ya que al menos el orden se vería bien alterado; hoy he visto el concierto ya entero, y sí, varió mucho el orden, alguna canción se cayó de la lista y otras se sumaron. En Copenhague el grupo decidió sellar un cuarteto de apertura de aúpa al meter como cierre de ese grupo de arranque la bullanguera y festiva “Mountain sound”, la cual mantuvo la cierta histeria del público danés, un colectivo menos histérico que el de nuestro país, pero en el que también hay cabida para gente que intenta colarse filas. Tampoco es que la gente estuviera muerta, pero noté menos entusiasmo en las masas; cosas del norte, supongo. Por cierto, “I of the storm” sí que sonaría, por fortuna, pero lo hizo más adelante. Aquí un fragmento que grabé con parte de su puente y estribillo.
Bueno, no pretendo ir lineal contando de inicio a fin el concierto. Ahora quiero reparar en lo que tuvo de protagonismo el disco en sí que provoca esta gira. Me gustó mucho la selección de temas no singles que ofrecieron los OMAM, porque, por supuesto, “Wild roses” y “Wars” no faltaron. Del resto estuvo muy bien que “Ròròrò” apareciera en los primeros compases, con una Nanna muy sentida al micrófono. Estuvieron en el setlist también “Sleepwalker” con buena conjunción entre Ragnar y Nanna a las voces (algo podrán comprobar en el vídeo que insertamos debajo de este párrafo, aunque no esperen gran calidad ni de imagen ni de sonido), y “Stuck in gravity”, esta última más hacia el final, y que sirvió a Ragnar para afianzar claramente su papel en los directos.
Resultó muy sorpresivo que el bis lo abrieran en formato íntimo con “Waiting for the snow” con Nanna sentada al borde del escenario, con luz muy cálida. Esa pregunta “¿qué me ofreces?” que se repite tanto en la canción, sonó muy sentida, con Nanna esforzándose mucho en transmitir los sentimientos correctos que merece esta joya de “Fever Dream”. Evidentemente los chanchullos vocales de producción de estudio aquí no aparecieron, ni falta que hicieron para tocarnos la fibra cuando la cosa iba acabándose. A continuación un cachito de “Waiting for the snow”.
Ya que estoy con el bis, comentar que el grupo remató de forma muy peculiar el bolo danés, ya que si bien optaron por sumar otro clásico de claro gusto para todo fan de Of Monsters And Men, que es esa gran apertura de su disco de debut, es decir, “Dirty paws” (lo cual permitió a la banda y público soltar esos “hey!” como de aviso que incluye la canción por última vez en la noche), se salieron de lo evidente con la pista de cierre. Y es que el grupo acabó precisamente como acaba “My Head Is An Animal”, con “Yellow light”. No me la esperaba ni en broma (ya saben que yo no miro los setlist de la gira antes de ir a mi concierto, pero, ya comprobado a posteriori, sí es cierto que ha sido el cierre de conciertos en casi todos los ofrecidos hasta la fecha). Esta canción me encanta. Supuso un momento de liberación de Nanna, que se movió sin parar de lado a lado del escenario mientras el público coreaba el tramo final de la canción. Broche de oro sin duda, y dejando de lado opciones más sencillas. Fueron valientes. La parte troncal del concierto se cerró con “Six weeks”, apuntalando el papel del disco de debut en el repertorio de este concierto y de la gira en general.
El setlist no registró ausencias notables. Quizás faltaron “Wolves without teeth”, como single notable y elegante, o la más rara, pero que sí metieron en shows de la gira de “Beneath The Sking”, “Silhouettes”, temazo que el grupo se anotó para poner su grano de arena a la banda sonora de “En Llamas (Los Juegos Del Hambre)”. Por tanto, la locura y esparcimiento de “Little talks” estuvo presente a eso de algo superada la mitad del show. Ya he mencionado que en esta ocasión no vino la chica rubia que tocaba las trompetas en giras anteriores, sino que el teclista mantuvo las melodías de forma muy solvente con acordeón. Claramente es un momento esperado para cualquiera que se estrene en un concierto de la banda, como era nuestro caso; por ello, aunque fuese un pequeño fragmento debía de inmortalizar.
“Crystals” también jugó su papel en su momento, permitiendo otro momento de lucimiento para ese batería de tremenda potencia que es Arnar; en este sentido he de apuntar que hacía tiempo que un batería a la hora de tocar en directo no me impresionaba tanto. Hay que ver la contundencia que imprime este tipo. No en vano, es un músico muy profesional, ya que de hecho cuando los roaddies estaban afinando los instrumentos, fue él mismo quien en un momento subió a su batería a dar los últimos retoques (nadie se dio cuenta de este detalle –no noté ningún grito o aplauso-, pero yo sí reparé en ello).
Ya que hemos hablado de Arnar, voy a seguir hablando del proceder de los miembros oficiales del grupo (sin que sea impedimento para que si acaso comente algo más de otras canciones que tocasen). Nanna Bryndís Hilmarsdottir me pareció una mujer realmente profesional. Cantó excelentemente bien, sin desafinar (cosa difícil con un timbre tan peculiar como el suyo).
Nanna tocó la guitarra bien a modo de acompañante (ya que en ese papel destaca el aplicado Brinjar), se animó de cuando en cuando a completar a Arnar a la percusión (como si le hiciera falta a Arnar ayuda), y en momentos como “Lakehouse” se soltó las riendas y se movió por todo el escenario. Nanna no se mostró demasiado comunicativa con el público; solamente algún “tak” –gracias en danés- y, eso sí, soltó un par de frases en danés la única vez que se dirigió al respetable.
Algo más cercano resultó Raggi, por ejemplo cuando antes de que sonase “Wars” invitó al público a bailar. Su tono, más cálido y grave, cuajó bien en directo en los binomios con Nanna y brilló también cuando le tocaba llevar la voz principal.
Más lejos tuvimos al bajista Kritsján, al cual no apreciamos mucho, pero que no desentonaba con el resto de componentes. Brinjar sí que le tuvimos cerca y ofreció capítulos buenos de guitarra eléctrica, con algún lucimiento puntual, pero sin entrar en divismos. Respecto al set del escenario, el grupo solamente dispuso detrás un telón con el ojo que protagoniza la portada del último disco y las luces contaron con unas columnas laterales de focos que le daban de cuando en cuando algo de gracia.
El concierto duró algo más de hora y media. No me faltó casi nada. Me hubiera gustado escuchar quizás ese cierre genial de “Fever Dream” que es “Soothsayer”, pero no era su noche; me conformé con ver que “Ròròrò”, que no era de la partida últimamente, sí que apareció. A mi mujer le apenó algo que se olvidaran de “Wolves without teeth”, pero no pudo ser.
En general salimos muy contentos del concierto. Vimos a una banda que apreciamos muchísimo y en un concierto muy acertado. Tocaron bien, una buena selección de canciones y en un recinto muy apropiado para conciertos de este calado (de los que no tenemos en Madrid; si por algo será que por aquí estas cosas no...). Debido al nivel de vida danés, cierto es que la entrada nos costó en torno a 20 euros más que en Estocolmo o Barcelona, pero no deja de ser un mal menor.
Al acabar nos volvimos a nuestra zona de operaciones de la ciudad (cerca de la estación central de tren), para cenarnos un kebab y comentar lo vivido. Tacho a otro de mis grupos favoritos que hasta la fecha no había visto. Y además me supone mi primera experiencia en el extranjero viendo conciertos. Supone un esfuerzo económico, pero merece la pena y queda un gran recuerdo. Veremos si para ver a otros artistas actuales que no suelen venir por aquí o que solo vienen a festivales, tendré que empezar a plantearme esta especie de “erasmus musicales”.
El próximo 29 de Noviembre en la sala El Sol de Madrid, Marina Jade se subirá al escenario para ir desgranando en formato acústico las canciones que formarán parte de su primer disco en solitario tras su paso por OT 2017.
Mariano González irá en representación de DMR a cubrir el evento, pero no podemos dejar de recomendarles que acudan ustedes también y disfruten in situ de la música. Será a las 22:00. Damos las gracias a Carme Tasías, de Music Bus, por darnos la oportunidad de asistir y dar fe de este interesante concierto.
Uno de mis grupos favoritos de la pasada época fueron sin duda Ladytron, a mi modo de ver el proyecto más sólido que salió de esa corriente musical llamada electroclash y que significó un soplo de aire fresco y desenfadado en el terreno de la música electrónica. La imagen de Ladytron, absolutamente fría y estudiada al milímetro, su potente muro de sonido que irían desarrollando a lo largo de su carrera y el protagonismo vocal y estético de Helen Marnie y Mira Aroyo, les haría diferentes a tantos grupos que salieron en esa hornada electropop y que pocos tendrían continuidad.
Formados finalmente en Liverpool en 1999, la semilla del grupo surge del encuentro de Daniel Hunt con Reuben Wu, ambos Djs que fueron quienes eligieron el nombre de Ladytron para empezar a trabajar juntos. Como muchos de ustedes sabrán, “Ladytron” es una canción del magnífico grupo Roxy Music del cual tanto Hunt como Wu eran fans. La conexión con el grupo de Brian Ferry no queda ahí y el propio Brian Eno se ha prodigado siempre en elogios con la banda que nos ocupa.
En 1999 el dúo de músicos conocen a Helen Marnie y Mira Aroyo, las cuales se incorporan al grupo, Marnie como vocalista principal y teclista, Arroyo como vocalista ocasional y también con los sintetizadores. El contraste entre ambas vocalistas es sin duda uno de las marcas del sonido del grupo, mientras la voz de Marnie es delicada y a veces hasta susurrante, la forma de cantar de Mira es más contundente y robótica con un semblante a veces muy serio, realizando algunas de sus intervenciones vocales en búlgaro (Mira nació en Bulgaria).
Debutan en 1999 con el single “He took her to a movie” que se inspira claramente en “The model” de Kraftwerk y después de lanzar algunos eps llega por fin su álbum de debut “604” en 2001, abriendo una década tremendamente productiva para el grupo. Su single “Playgirl” incluido en ese álbum debut sonó bastante y el grupo comienza a hacerse un pequeño hueco en el panorama pop inglés y europeo donde empiezan a actuar sin cesar.
Su segundo álbum “Light And Magic” (2002) les confirma como la gran esperanza del electroclash con temas tan originales y diferentes como “Seventeen” que se harían muy populares entre los fans, mucho más cohesionado que su primer álbum, “Light And Magic” anunciaba la llegada de una época más madura.
Esta madurez en cuanto a sonido y concepto se realiza de forma evidente con el álbum “Witching Hour” (2005) con un sonido más denso y detallista; es para muchos su mejor álbum. Esta vez con medios de promoción, parecía que el grupo podía dar ese paso de ser un grupo de culto a uno más masivo. El single “Destroy everything you touch” era ideal para este cometido pero por desgracia se quedo a las puertas del top 40 inglés dando un resultado comercial decepcionante teniendo en cuenta las posibilidades.
Lo volverían a intentar con el excelente álbum “Velocifero” (2008) que profundiza en la línea del anterior con auténticas joyas como “Ghost”, “Runaway” o “Tomorrow” un trío de singles casi insuperable que daba fe del excelente momento creativo por el que estaban pasando demostrando haber superado por completo el electroclash para adentrarse en sonidos mucho más elaborados y detallistas. Desgraciadamente, aunque es un álbum muy valorado por los fans, el disco no conseguiría grandes logros.
Después de una década en el que el grupo no paró de trabajar incansablemente para dar toda la visibilidad posible a su proyecto musical, finalmente sale en 2011 su último lanzamiento antes de un largo descanso que nadie esperaba. Se trata del álbum “Gravity The Seducer” donde priorizan cada vez más los detalles creando canciones tan bellas como “White elephant” o “White gold” entre otras creando un álbum con un sonido menos duro y enérgico en comparación con entregas anteriores y que inesperadamente seria el álbum que mejor les funcionaria en las listas aun sin sacarles del vagón de los grupos de culto.
Así que después de más de 10 años de música ininterrumpida y pocas recompensas comerciales el grupo decide darse un descanso para evaluar la situación, y dedicarse a otras cosas. En ese periodo de tiempo quien tuvo más visibilidad fue Helen Marnie que público dos albums en solitario: “Crystal World” (2013) y “Strange Words And Weird Wars” (2017), el primero producido por Hunt.
La noticia de una nueva reunión de Ladytron que vendría aparejada de una gira y un nuevo disco ha sido sin duda una de las grandes noticias de este fin de década. En esta ocasión vuelven con un álbum homónimo, el cual vamos a repasar a continuación.
ANÁLISIS DEL DISCO.
1 “Until the fire”: El álbum comienza con un tema muy machacón que desborda fuerza con una batería muy presente y un admirable utilización del bajo que unida a las diferentes combinaciones de sintetizadores analógicos marca de la casa consigue un sonido sucio, oscuro, urgente, vital y muy industrial donde se nos advierte sobre peligros que tarde o temprano tendremos que asumir.
2 “The island”: Sin ninguna duda el single del álbum, “The island” no tiene nada que envidiar a ninguno de los singles clásicos del grupo. Partiendo de una dura base electrónica, contiene los toques melódicos suficientes para que el gancho este asegurado, además de un estribillo donde Marnie canta con mucha determinación eso de “somos salvajes” estableciendo una de las pautas del álbum, el reconocimiento de esa parte animal que siempre nos perseguirá a los humanos. El tema contó con un original video donde vemos la huida de un extraño ser recluido en un laboratorio, la apasionante persecución y un final tan triste como inesperado. No exagero si digo que me ha parecido de los mejores videos que he visto en muchos años, complementa a la perfección la canción elevándola aún más. El grupo no aparece en el video y ni falta que hace, ¿para hacer qué?
3. “Tower of glass”: Algo más luminoso, aunque fiel al estilo del grupo, es este tema caracterizado por unos teclados juguetones y algo sinfónicos que le dan un toque bastante pop que nos retrotrae a los inicios de grupo aunque esta vez con un sonido más saturado. La habilidad vocal de Helen Marnie en el estudio es magistral creando esas combinaciones tan melódicas.
4. “Far from home”: Estamos ante uno de los más destacados temas del álbum, contundente y con un cierto toque retro. Nos encontramos ante una canción rica en detalles y atmósfera muy dreampop. Es una canción ciertamente hechizante donde demuestran su gran habilidad para crear estos ambientes donde quizás no tengan competidores (con permiso de Röyksopp). Como de su título se puede intuir se trata de una canción escapista que a pesar de su sonido oscuro transmite una sensación positiva, algo que no vamos a encontrar en demasía en este álbum.
5. “Paper highways”: Aquí tenemos la primera aportación vocal de Mira Aroyo y parece que esta vez el idioma búlgaro lo ha dejado aparcado para lanzarse con este tema bastante pop que a mí me recuerda mucho a Blondie pasado por una gran capa electrónica de sintes analógicos y una batería que va marcando un marcial ritmo. Mira realiza una muy convincente interpretación aportando un poco de luz al álbum y demostrando que si quisiera podría tener más protagonismo en el grupo.
6. “The animals”: Este fue el primer adelanto del nuevo álbum algunos meses antes de su publicación y resultó toda una positiva sorpresa después de tantos años sin saber del grupo. Es sin duda el tema con un sonido más orgánico de disco. “The animals” suena amenazante, perturbadora y con un halo de melancolía. El sonido es duro y esta vez con no demasiados adornos, en cuanto a su temática volvemos a esa constatación de nuestra parte animal menos amable y que a veces nos negamos a ver, otro grandísimo single a añadir a la lista de este grupo. El single contó con un excelente video rodado en Sao Paulo donde podemos seguir una jornada en la vida de unos jóvenes con sus momentos de alegría, tristeza, rabia o violencia; a través de ellos se nos muestra un punto de vista sobre esta gran ciudad y sobre Brasil con todas sus contradicciones. Nuevamente el grupo no aparece en el clip, excepto muy brevemente Helen Marnie.
7. “Run”: Con un sonido bastante germano y minimalista, se puede considerar el impasse del álbum. Una pequeña pieza de corta duración que alterna sonidos amables con otros más oscuros y duros, cumple bien su función de introducir la segunda parte del álbum y en concreto uno de sus puntos más fuertes, la siguiente canción.
8. “Deadzone”: Empieza la segunda parte con un tema bastante gélido, de sonido casi robótico, el cual es compensado por una convincente interpretación de Marnie que consigue ponernos en la piel de una persona que está en peligro, todo esto ayudado por el ambiente ciertamente inhóspito que propician los sintetizadores del grupo. El resultado es uno de los temas más logrados, toda una performance perfectamente ejecutada, muy cinematográfica.
9 “Figurine”: Uno de esos temas donde se nota lo bien trabajado que esta el bajo y la percusión, si bien transmite una cierta melancolía, la sensación final que deja es de cierta esperanza. Podemos decir que es bastante pop y eso a pesar de ese puente magnifico que tiene un sonido un tanto sucio cargado de potentes toques de percusión que vuelven a tomar protagonismo al final de la canción.
10. “You changed”: Industrial y repetitiva, nuevamente el bajo esta omnipresente durante toda la canción. Nos encontramos con una nueva sobre posición de voces que termina creando una nueva melodía. Ese efecto coral que tan bien se les da reproducir es uno de los puntos a destacar. Aquí nos encontramos ante uno de los temas de sonido más duro y áspero del álbum, también más directo y urgente, donde la sensación de reproche y decepción es absoluta, bajo un fondo que cada vez se hace más caótico y perturbador, finalizando con su característico bloque de sonido.
11. “Horrorscope”: Segunda aportación vocal de Mira Aroyo donde nos introduce el personaje de Ballerina, una pitonisa que se dedica a predecir eventos maravillosos a nuestro protagonista que está bastante perdido. Es un tema cargado de detalles y que a pesar de ser bastante electrónico tiende intencionadamente a esas chirriantes músicas de ferias y circos, a las que da un giro total con el fin de crear una atmósfera algo inquietante y turbia.
12. “The mountain”: Colocado casi cerrando el álbum nos encontramos con uno de los temas más destacados del mismo, donde realizan una de sus especialidades, crear atmósferas y paisajes realmente oníricos donde ponen a prueba su gran imaginación y nos vuelven a obsequiar con otro de esos perfectos juegos de voces que hacen el tema aun mas épico y etéreo. Un estribillo ejecutado con total determinación y perfectamente construido para trasladarnos a esa idealizada montaña, su paz y sus magníficas vistas. En efecto podemos afirmar que tenemos en “The mountain” todos los ingredientes precisos para un tema escapista que ofrece un escenario donde los protagonistas se sienten completamente fuera de lugar, no llegando a entender a los habitantes de ciudades y demás espacios, así que regresan a su segura montaña donde las cosas han cambiado. Como ven Ladytron son capaces de introducir escenas e historias realmente originales en sus canciones. Estamos sin duda ante el tema más cinematográfico del álbum que bien merecería un video a la altura, ya veremos si tenemos esa suerte. En definitiva mi tema favorito del álbum.
13. “Tomorrow is another day”: El grupo se despide con un melancólico medio tiempo aderezado por unos sintetizadores bastante fantasmagóricos, aunque la luminosidad nos llega a través de un estribillo simple pero muy bien introducido por las estrofas anteriores y que hace de esta canción una buena candidata para ser single (y van ya unas cuantas en este álbum). La letra habla de la nostalgia sobre tiempos pasados y ocasiones perdidas (“when you were young and beautiful, myth, fantasy and fantastic times”), pero también del optimismo en el momento presente y futuro. La sensación que deja este tema es muy reconfortante y termina de forma agridulce un álbum marcado por la ambivalencia entre la depresión y la esperanza.
RESULTADO, CONCLUSIONES Y REFLEXIONES.
Después de ocho años sin tener nada nuevo de Ladytron y temiendo que el grupo había llegado a su fin, éste álbum homónimo lo podemos considerar una muy agradable sorpresa, todo un regalo. Volver con un disco de semejante calidad no está al alcance de cualquiera y se nota que estamos ante un trabajo que ha llevado bastante tiempo realizar y muy meditado, donde todas las canciones tienen su razón de ser y están perfectamente ubicadas en el álbum.
Para esta vuelta, el grupo ha endurecido visiblemente su sonido con respecto a su última entrega “Gravity The Seducer” (2011) y por otro lado ha optado por crear un conjunto de canciones muy variado, produciendo que no haya una unidad de sonido tan acusada como en otras entregas del grupo. Podemos decir que estamos ante su álbum más ecléctico.
Si había alguna duda sobre si Ladytron tendrían su lugar en 2019, la respuesta está clara con este álbum que ofrece una nueva cara del grupo y al mismo tiempo reivindica su sonido más reconocible que ha influenciado a otras bandas en su ausencia (Chvrches, Little Boots o La Roux entre otros). A pesar de todas sus cualidades, el álbum no ha conseguido grandes logros. Al igual que sus anteriores discos, no ha conseguido romper la clásica fan base para llegar a un público más amplio.
El futuro del grupo es difícil de prever, sin duda no debe ser fácil hacer frente a la realidad de gustarle solo a un público selecto siendo incapaz de agrandarlo cuando se ha puesto tal cantidad de energía en un proyecto. Muchas veces cuando a un álbum se le pone el mismo nombre que al grupo suele significar que bien es el álbum de debut o bien el álbum de despedida. Me gustaría pensar que en el caso de Ladytron es el álbum de un nuevo comienzo.