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viernes, 31 de mayo de 2019

Nirvana - Nevermind (1991)

ANTECEDENTES E INTRODUCCIÓN.
Nirvana, eso es ya un lugar común, fueron los abanderados del grunge. Recientemente se han cumplido veinticinco años de la muerte de Kurt Cobain y como Nirvana es una banda que me gusta, pero que de momento no había aparecido en DMR, me he decidido a dedicarles un artículo. A fin de cuenta el grunge es una de las últimas revoluciones culturalmente relevantes que ha vivido el mundo del rock.

Varias reflexiones antes de nada. Como sobre este disco se ha escrito torrencialmente, trataré de dar una visión lo más personal posible. A Nirvana, como a tantos otros grupos, se les suele dar un valor añadido como “grupo generacional”, pero en este caso de forma más acusada si cabe. Mi gusto por “Nevermind” no tiene mucho que ver con esa mística. En primer lugar porque cuando salió yo tenía diez años y a esas edades estaba más cerca de escuchar a Emilio Aragón (lo que oyen) que al rock alternativo. De la noticia de la muerte de Kurt Cobain no tengo un recuerdo demasiado nítido, apenas era un preadolescente. A decir verdad casi recuerdo más otras muertes próximas en el tiempo como la de Ayrton Senna o River Phoenix.

¿Quiere esto decir que minusvalore a Nirvana? Ni por un segundo. Sin embargo, el tiempo hace su propia música y permite que lo que se vive durante su esplendor sea doblemente intenso. Me explico; dos de mis grupos favoritos son The Beatles y The Cure, dos bandas previas a mi nacimiento. Y sin embargo mi aprecio por ellos sería todavía más intenso si hubiera comprado sus discos en 1966 o 1985 respectivamente.

Sencillamente hay un bagaje de los fans de su momento que yo no puede tener. Ya lo siento. Evidentemente también hay gente que se pasa de frenada y niega el pan y al sal a Nirvana solamente porque creen que el único mérito de Kurt Cobain fue… morirse. Es decir que la gente, según esta corriente, los sigue escuchando por la pátina de malditismo que envuelve a Kurt Cobain y que, de seguir vivo, Nirvana no tendrían la relevancia en la historia del rock que tienen. Craso error, la revolución y el éxito habían empezado ya; el grunge lo había puesto todo patas arriba y la influencia era intensa e imparable.

Tratemos de ir a la música por lo tanto, sin tener en cuenta otros factores adyacentes. Buscando solo las melodías y sin pensar en poetas malditos que sucumbieron al club de los 27 (años) y sin prejuicios sobre de qué lado de la balanza debe caer la influencia de Nirvana. Aproximémonos sencillamente a las canciones. “Nevermind” me parece un disco honesto, doloroso, poderoso, arrasador, talentoso e interesante. Merece la pena escucharlo. Y reescucharlo cada tanto. Hay dos elementos que, a bote pronto, me gustan. El primero la carisma tanto de Kurt, como del disco, como de Nirvana en general. Sin llegar a inventar la rueda y, como mucho de los grandes grupos, con inevitables influencia, el sonido de Nirvana es distintivo, particular, una pequeña denominación de origen.

El otro elemento que me gusta es la notable competencia melódica de “Nevermind”. No es solamente un tipo vestido de franela lanzando berridos sobre lo jodido que está. No. Hay habilidad a la hora de generar ganchos, buenas ideas musicales y traza de innegable talento. Y así con todo Kurt Cobain no terminó contento con la producción del disco (a cargo de Butch Vig, futuro batería de Garbage), consideraba que había quedado demasiado depurada, demasiado limpia. Servidor no encuentra grandes problemas en eso, pero de todos modos veamos poco a poco las canciones.

ANÁLISIS DEL DISCO.
1. “Smells like teen spirit”: La canción bandera de Nirvana, el himno de la Generación X y un clásico (ya lo es) de la historia del rock. Y se puede entender por qué. El riff es sencillo pero, señores, es un riff que ha adquirido un estatus mítico. Cualquier guitarrista en ciernes tratará de tocarla, junto con el de “Smoke on the Water” de Deep Purple, lo antes posible. La entrada de la batería de Dave Grohl es impresionante. Muy interesante la estructura heredada de los Pixies de “estrofas tranquilas y estribillo explosivo”. El estribillo es largo, visceral y arrollador. El solo de guitarra es más bien sencillo, sigue la melodía de la canción sin hacer alardes. Si juntamos todo ¿da para un éxito? Lo dio. Fue un éxito resonante que elevó las ventas de Nevermind hasta el nivel de desplazar del número 1 a “Dangerous” de Michael Jackson. A mí me gusta, la verdad sea dicha. La letra no acaba de estar clara en cuanto su significación. Obviamente algo tiene de rebeldía e inconformismo adolescente, pero las figuras que usa no son obvias para nada. Un clásico de tomo y lomo. EL vídeo musical en un instituto algo siniestro siempre me pareció algo cutre, pero también es bastante recordado.

2. “In Bloom”: Otro clásico y, en mi opinión, a la altura de “Smells like teen spirit”. EL riffeo es interesantísimo, es una mezcla de épica y ritmo. El bajo de Novosevic y la batería de Grohl son parte esencial de la canción, aportando una cadencia que da un toque muy pegadizo. El estribillo es pura furia, no muy pulido pero eficaz. A veces describiría el sonido Nirvana como un cruce entre el hard rock a lo Balck Sabbath y la osadía punzante del punk. Otro canción que funcionó muy bien y acompañada de un vídeo de espíritu un tanto paródico. Por un lado aparecen Nirvana tocando como un grupo formalito de los años 60, por otro acaban a lo salvaje destruyendo los instrumentos, etc. La letra hablaría sobre la gente que sube al carro del grunge sin entenderlo demasiado.

3. “Come as your are”: ¿Lo adivinan? Otro éxito y otro clásico; así se comienza un disco. Por muy grunge que sea, es pegadiza y adictiva como cualquier canción pop. Fundamental, por cierto, nuevamente la parte rítmica. Tras “Smells like teen spirit” probablemente sea la canción más conocida de Nirvana. Tengan en cuenta que la ha versionado hasta Ramoncín. Esta canción también es conocida por el parecido del riff con el de “Eighties” de “Killing Joke. La cosa estuvo de llegar a los tribunales, pero el grupo reconoció que había tomado “prestado” el riff y Jaz Coleman (cantante de Killing Joke) se conformó con eso. Aun así es un temazo. La letra habla de la aceptación de los demás tal como son, si bien incluye la línea un tanto siniestra de “I don’t have a gun” (no tengo una pistola) que, tal como acabó Kurt, adquirió casi cierto aspecto de siniestra ironía.

4. “Breed”: El inicio de disco ha sido lo suficientemente brutal como para captar nuestra atención, a base de melodías como puñetazos. La cuarta canción no tiene el estatus de las tres anteriores pero el impacto sigue siendo grande. Canción áspera y turbulenta con un inicio apabullante dirigido por los tremendos redobles de Dave Grohl. Cumple con la máxima de “Nevermind” de usar una punzante sencillez para que la música resuene en el oyente.

5. “Lithium”: Aquí se puede ver uno de los ejemplos más claros de la estructura “estilo Pixies” que heredaron Nirvana. Las estrofas son apacibles y casi juguetonas, mientras que el estribillo es una descarga de ira. El puente de la canción es muy básico, apenas unos gritos de Kurt Cobain. Posteriormente el estribillo toma algo de forma. El litio al que hace referencia el título es una sustancia que se usa para tratar el trastorno bipolar, la depresión etc. La letra contaría la historia de un hombre que encuentra consuelo en la religión tras la muerte de su novia. Fue el single de menos relumbrón de “Nevermind”.

6. “Polly”: Uno de los versos sueltos de “Nevermind”. Se trata de una canción acústica, lenta, intimista. Y sin embargo puede resultar tan oscura y amenazante como cualquier otro momento del disco, sin recurrir a distorsiones o la liberación de la bilis. Todo ello merced a una escabrosa letra sobre la violación de una chica sobre la que Kurt leyó en un periódico. Lo que hace inquietante a la parte lírica es que está narrada desde el punto de vista del violador. La voz apagada y algo fría de Kurt Cobain da un toque de inquietud muy peculiar. Un momento de “Nevermind” a tener en cuenta según se van dando escuchas.

7. “Territorial pissings”: El viraje es de 180 grados. De la acústica de “Polly” pasamos a la furia punk, salvaje y desenfrenada. La canción más cruda del disco aunque también la más amorfa en melodía y estructura. Todo, absolutamente todo, es un grito primario, iracundo y asolador. Más allá de la descarga de energía no hay mucha bola que rascar. Suponemos que Kurt Cobain se ganaría una considerable afonía tras la canción. Nirvana solían usarla a veces como cierre de concierto mientras comenzaban a destruir sus instrumentos.
8. “Drain you”: Para Kurt Cobain esta canción podía estar a la altura de “Smells like teen spirit” y más o menos entiendo lo que quiere decir. En este último sector del disco hay melodías muy meritorias que quedan opacadas por el descomunal comienzo. Incluso muestran algo retazo inusitadamente pop recubierto, eso sí, de la consecuente vehemencia eléctrica. Cómo me gustan las estrofas de esta canción, melódicas, juguetonas. Sorpresivamente y por contraste hay un interludio instrumental cavernoso y oscuro que nos aporta una estructura inesperada. Una joya oculta.

9. “Lounge act”: Algo parecido se podría decir de esta canción; ojo a las más que interesantes estrofas. El tono es más cabreado, eso sí, y la vena ruidosa y gritona de la voz de Kurt se enseñorea finalmente de la canción. Más bien breve pero cumplidora. Se supone que está dedicada a su ex novia (como otros momentos de Nevermind) a su ex novia Tobi Vail.

10. “Stay away”: El intenso juego de bajo y batería nos conduce a una canción de sabor punk y rabiosa urgencia. Como muestra de furia primitiva puede pasar, si bien se acaba haciendo algo machacona. EL tono de Kurt es crispado durante toda la canción y, de hecho, “Stay away” es uno de los momentos más abrasivos del disco. En la última línea de la letra se cuela un desconcertante “God is gay”. Es como un compendio sobre el incoformismo.

11. “On a plain”: Quizá el momento que más se acerca al pop puro. Las estrofas son estupendas, con una melodía considerable bien subraya por la guitarra. El estribillo es un tanto simple pero cumple. Una canción muy del estilo de esta última parte del disco, menos rutilante que la primera pero con algunos toque de melodía interesante. Fue single promocional en 1992 alcanzando un leve éxito. Una de esas canciones de las que yo digo que son “tarareables”.

12. “Something in the way”: Hora de un cambio estilístico drástico para acabar el disco. O casi, luego ya verán. Se trata de una balada triste, decadente y desesperanzada. Kurt canta con una suavidad derrotista y se acompaña de su guitarra acústica y unos arreglos de cuerda que suponen la mayor cuota de sofisticación de “Nevermind”. Más que triste, que también, Kurt Cobain parece vencido, derrotado, resignado. La letra podría estar basada en una época en la que Kurt estuvo vagando sin hogar y durmiendo debajo de un puente. No obstante esto parece que se ha desmitificado. En cualquier caso una canción que nos deja algo cabizbajos. Y así se acaba el disco… o no.

13. “Endless, nameless”: Nirvana decidieron introducir este track oculto que incluso en algunas ediciones concretas no llegó a incluirse. Debemos dejar pasar diez minutos desde “Something in the way” para que empiece a sonar. La canción es bastante bruta, contiene guitarras extremadamente distorsionadas, gritos apocalípticos y unos considerables mamporros de a la batería de Dave Grohl. Apenas hay estructura, es una orgía altamente ruidosa. Al parecer se grabó después de una toma fallida de “Lithium”, por lo que atribuiremos el sindiós a la ira del momento. Si el humor les acompaña y se encuentran cabreados igual les vale, pero si no yo diría que no es imprescindible escucharla.

RESULTADO, CONCLUSIONES Y REFLEXIONES.
Y a partir de aquí todo es historia. “Nevermind” se hará trascendente y masivo; comenzará la fiebre por el rock alternativo; otros grupos compañeros de generación (Pearl Jam, Soundgarden…) irán sumándose al éxito. Kurt Cobain no digerirá bien este éxito, lo que unido a su enfermedad crónica del estómago y a las drogas irán creando una persona cada vez más decadente. En 1993 Nirvana quieren alejarse de su faceta más radiable y lanzan el oscurísimo y áspero “In Utero”. Al año siguiente el rock tenía un mártir más.

En “Nevermind” todo es icónico, empezando por la célebre portada del niño buceando y el dólar en el anzuelo. Controvertido, elevado a los altares y luego a veces denostado por corrientes “revisionistas”, significó un vuelco al rock. Del hedonismo y cierto talante exhibicionista del heavy ochentero a los chicos atormentados y cáusticos del grunge. Guste o no “Nevermind” es historia de la música popular. Yo soy más de brit pop, por así decirlo, pero Nirvana es un buen grupo que merece un buen número de escuchas. Y ya está. Texto: Mariano González.
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domingo, 26 de mayo de 2019

Programa R.E.M. “Accelerate” (Temporada 10/ Programa 13)

Realmente se grabó en el lugar 12 de la temporada, y de hecho se emitió en directo (no anunciado) el sábado 27 de abril de 2019 de 14.25 a 15.25h en el dial de Radio Universitaria de Alcalá de Henares (RUAH). No obstante, el estreno oficial fue el sábado 17 de mayo de 2019 en el mismo dial a las 16.00h.

Agradezco a Mariano González el esfuerzo de venir (al igual que para hacer el directo de aquel día a las 16.00h sobre Blur y su último lp) por su mejorable estado de salud. Con todo, hicimos un programa dinámico y brioso, como no podía ser de otra manera con el penúltimo disco de estudio de los Michael Stipe, Mike Mills y Peter Buck.

Nos dio tiempo a poner en 1er. plano 5 canciones completas y las otras 6 en 2º plano mientras que comentábamos nuestras impresiones a favor de este trabajo de R.E.M.. Por si no escucharon casualmente su pre-estreno ni su estreno oficial en el dial de RUAH, les insertamos el reproductor con el podcast y les dejamos el enlace a su alojamiento en Ivoox: https://www.ivoox.com/dmr-10-13-audios-mp3_rf_36339981_1.html
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viernes, 24 de mayo de 2019

Temporada 10/ Programa 14: Elton John y “Made In England” (1995)

Quizás seamos algo oportunistas, pero aprovechando el estreno inminente de “Rocket Man”, película biográfica sobre Elton John, hemos decidido llevar a cabo unos días antes este programa que por otro lado ya teníamos en mente hacía mucho tiempo.

Seremos 3 los que en este sábado 25 de mayo de 2019 les ofrezcamos un buen plan para el día de reflexión para la jornada electoral del domingo siguiente, como ya hicimos en las pasadas elecciones generales. Estaremos presentes Luis Felipe Novalvos, Mariano González y Víctor Prats puntualmente a las 16.00h en el dial de Radio Universitaria de Alcalá de Henares (RUAH).

Sobre la película no podremos hablar, ya que no hemos asistido a ningún preestreno, con lo que estarán aliviados de spoilers. Nos centraremos en darle lustre a uno de los grandes discos de estudio del músico británico y que supone a la par uno de sus últimos ejemplos en ver la luz, hace ya casi 25 años; parece que fue ayer.

No nos falten, les esperamos.

Links de interés:
Evento en Facebook: https://www.facebook.com/events/468957690537795
Emisión on-line RUAH: http://www.ruah.es/emision-online/
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jueves, 23 de mayo de 2019

Concierto La Broma Negra -World Goth Day-. Madrid (18-05-2019)

La Broma Negra tiene dentro de sí el potencial de una apuesta segura, la garantía de la buena música y el gusto por el cuidado en los directos. Por eso no es de extrañar que en DMR cuando tenemos noticia de un concierto suyo empecemos a ensalivar como si estuviéramos convidados a dar cuenta de un suculento manjar. Y es eso exactamente; nosotros, que llevamos siguiéndoles desde ya unos cuantos años, sabemos de lo que hablamos.
La Broma Negra, los acérrimos ya lo sabrán, están dentro de un proceso de cambio, de muda de piel que, afortunadamente, no daña a las entrañas. Hace unos cuantos meses Álex Gómez, guitarrista desde casi los inicios de la banda, decidió abandonar La Broma Negra y a su salida se unió la de David Infantes, teclista que ya llevaba asentado un tiempo.
Reconozco que al ver saltar al escenario de la sala Caravan a La Broma Negra me vi sorprendido por un nuevo golpe de timón. Laura Pérez encargada de la percusión, danzas y coros no estaba en las tablas. De hecho la formación de La Broma Negra poco tenía que ver con la del concierto del pasado Noviembre en la sala Hangar 48. La Broma Negra estrenaron guitarrista y bajista también en esta ocasión. Las nuevas incorporaciones son: Javier Cañas en la batería, Raúl Zurita en el bajo y César Mysteria en la guitarra. La Broma Negra, ya adelantamos, nos ofreció el sonido más roquero y eléctrico en un concierto suyo que yo recuerde.
Pongamos en contexto el concierto. En la sala Caravan se concitó la noche del sábado 18 de Mayo un evento celebratorio del World Goth Day. Dos eran las actuaciones descollantes, por un lado el concierto de La Broma Negra y por otro la posterior actuación como dj de Digital 21 (al que vimos, los de DMR, en el Universimad de 2010 junto con Ana Curra). Servidor que, por motivos que no vienen al caso, ha tenido una semana un tanto infausta tenía previsto centrarse en el concierto y no acabar muy tarde. Es decir, que no se entienda como a un menoscabo hacia Digital 21 el que no me quedase a verle.
El turno de los agradecimientos siempre es procedente y necesario. En primer lugar al staff de la Sala Caravan, que atentos y amabilísimos me facilitaron un asiento que mitigara mis problemas de movimiento. Por otro lado, como siempre, a Carlos Caballero, que en mitad del concierto pidió a la organización que me trajeran precisamente una banqueta (los efectos de humo no le dejaban ver bien que ya estaba sentado). Qué bien cuando te encuentras con personas de buena voluntad.
Algunas generalidades. Realmente el sonido de La Broma Negra sonó electrificado, aguerrido, recio. Los toques electrónicos son ahora bases programadas, suprimiéndose así los teclados. La ausencia de Laura Pérez, por su parte, se notó tanto en la puesta en escena como en la parte vocal; es decir estuvieron ausentes son momentos de danza y sus coros, hecho que trastoca particularmente la transposición del estudio al directo en las canciones del último disco, donde Laura tenía un papel vocal de cierta relevancia. Así con todo debemos quedarnos con la idea de que esta es otra etapa para La Broma Negra; cuando Víctor Prats y servidor conocimos este proyecto musical en la sala Cats allá por 2011 nos dio la impresión de ver a un grupo techno. Ayer me sonaron a grupo de rock. La afluencia de público, no nos vamos a engañar, no era precisamente de llenazo. Es en estos momentos cuando piensas que en un mundo perfecto este concierto debería estar atestado, pero mirado de cierto modo los que seguimos al grupo nos sentimos como con una credencial de feligresía; como poseedores de un placer arcano y exquisito.
A lo que vamos. Sea la cual sea la etapa en que esté inmersa La Broma Negra, el atuendo y la puesta en escena son parte indisoluble de los conciertos. En esta ocasión el cuarteto salió ataviado con unas vendas fingidamente ensangrentadas en sus cabezas, de tal modo que parecían recién llegados de las trincheras de Verdún. Siempre hay algo de originalidad en este aspecto. Al fondo había una pantalla con proyecciones de “El Séptimo Sello” de Ingmar Bergman, detalle incluso coherente con el espíritu de lo que sonaba.
El concierto se inició con un clásico de probada eficacia, “Su decisión, mi capitán” que merced al nuevo enfoque de la banda sonó con toda la potencia necesaria y más. “Despierta a la guardia” no nos dejó tregua alguna; mención aparte su barroco y notorio estribillo. Y en la siguiente canción es donde la nueva cara de La Broma Negra mostró nítidamente su aspecto. “Demonios en el jardín”, adelanto de “Los Extraños Tienen los Mejores Caramelos” (su último disco) sonó con la vehemencia de un huracán, en una exhibición de poderío cercana al heavy metal.
Tiempo para bajar de revoluciones de la mano de “Banderas de nuestros padres”, una de las canciones estelares de su último disco. Por las propias características de la canción fue un momento de relajación en lo musical, pero no en lo emocional; tal es una de las características de este tema. Escuchar “Sagrado corazón” es como encontrarte con la agradable sorpresa de volver a ver a un viejo amigo. Habría de repasar anteriores repertorios, pero juraría que hace bastante que no la oía en directo. Qué bueno fue volver a escuchar ese fulgurante y rabioso estribillo.
“Me encantan los sitios donde hay vino”, eso es lo que dijo Carlos Caballero entre canción y canción al tiempo que a la banda se la veía cada vez más metida. Y en efecto, a la vera de Carlos había una copa de vino, de la cual fue dando cuenta progresivamente. Mientras tanto seguía la música, y vaya si siguió. “Los cuerpos celestes”, una de mis favoritas de “Amigos, Temo Que Ya No Estemos En La Tierra”, fue un regalo de épica y belleza de esos que animan a los parroquianos a cantar. Uno de mis momentos favoritos. De este mismo disco sonó a continuación “La enfermedad del beso”, momento para desplegar las bondades cada vez más roqueras de la banda.

Otra de mis favoritas del último disco es “Rimas y leyendas”, vivaz, animosa y generosa en referencias históricas. Cómo no disfrutarla. Para mí personalmente que tocaran “Canción de cuna” fue una sorpresa. Y no mala. Desde luego para un evento gótico es una de las canciones más apropiadas de La Broma Negra. Esta narración larga, oscura y fascinante sonó más férrea que en disco. Un momento muy peculiar.
La elección posterior fue una melodía habitual de prácticamente todos los conciertos de La Broma Negra, “Heridos”. Buen momento de rock energético que siempre es bien recibido. “Cenicienta” aportó, como acostumbra uno de los momentos más pop y bailables de la noche y fue el preludio de una las estupendas sorpresas de “Los Extraños Tienen Mejores Caramelos”: la magnífica “Martín Pescador”, cierre de álbum y auténtico compendio de épica trágica, contundente e hipnótica. La traslación al directo fue francamente acertada; espero volver a escucharla con frecuencia próximamente.
“Protege tus secretos” es una imprescindible ya de la banda en directo, y conservó anoche las esencias que la hacen grande, vivacidad y belleza. Y para belleza, cómo no, “Nieto de maestro de escuela”, acaso una de las canciones más conmovedoras de todo su repertorio y una cita ineludible que acudió una vez más a nuestro encuentro. Como colofón del concierto sonó “Cuidado con lo que matas”, profunda y misteriosa en sus estrofas y demoledora en su estribillo. Otra canción de largo recorrido que fue un broche estupendo para el concierto.

Podemos decir que esta nueva fase de La Broma Negra pasó su primer examen con nota. La nueva sonoridad puede aportar matices interesantes y buenas ideas para plasmar. Carlos Caballero estuvo, como de costumbre, estupendo en su papel de maestro de ceremonias. Personalmente le noté cada vez más metido con el transcurrir del concierto hasta acabar notablemente pletórico. Javier, Raúl y César van aportando peculiaridades, y nos darán casi seguro buenos momentos de rock. Salvo algún acople y que la guitarra daba la impresión de que se comía la voz de Carlos en los dos últimos temas, la cosa sonó bien. Y la actitud fue enérgica y entregada.
Tras el concierto estuve un rato esperando a Carlos para saludarle y que me hablara de la nueva formación, pero se retrasó comprensiblemente debido a la trabajosa recogida de todo el equipo para dar paso a Digital 21. En cualquier caso, como dije al inicio, tras una semana mermada de ánimo no tenía demasiados ánimos de esperar mucho y media hora o así después emprendí el retorno a casa. Espero que pronto podamos hablar con él y disfrutar como siempre de su conversación y su amistad. Larga vida a La Broma Negra.

Texto, fotografías y vídeos: Mariano González.
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domingo, 19 de mayo de 2019

Programa Blur “The Magic Whip” (Temporada 10/ Programa 12)

Cierto es que normalmente, por no decir siempre, nuestros juicios son a favor de los discos que son objeto de uno de nuestros programas. El motivo es que nos parece inteligente dedicar el tiempo a cosas que merecen la pena. Y el caso del último disco de Blur hasta la fecha es otro ejemplo de ello.

Nos gusta mucho “The Magic Whip” y en la jornada de reflexión de las pasadas elecciones generales, el 27 de abril de 2019, a las 16.00h en el dial de Radio Universitaria de Alcalá de Henares (RUAH) pudieron acompañarnos con la escucha de este programa en la que Mariano González y Víctor Prats abogamos por este lp de Albarn y cia.. ¿Qué mejor plan que escuchar “Discos, música y reflexiones” en una jornada de reflexión?

En lo que al contenido musical del disco que seleccionamos, salvo “Mirrorball” y un sector de “Pyongyang”, ya fuese en 1er. plano o en 2º plano mientras que emitíamos nuestras valoraciones e impresiones del disco y sobre los últimos tiempos de la banda, pudieron escuchar el lp en su totalidad.

Agradezco a Mariano González que hiciera el esfuerzo personal de asistir en esta fecha en la que no se encontraba muy allá por asuntos de salud. Espero que les guste el contenido que les ofrecemos. Si no escucharon en su momento, aquí tienen el reproductor insertado y el enlace a Ivoox para que pongan remedio; no tienen excusa.
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viernes, 17 de mayo de 2019

Temporada 10/ Programa 13: R.E.M. y “Accelerate” (2007)

Soy de los que piensa que R.E.M. no nos dejaron discos malos. Serán mejores o menos buenos, pero en todos los casos hay cosas más que aceptables y solamente canciones muy puntuales son las que sonrojen a los fans o seguidores ocasionales de los Stipe y cia..

En sus últimos pasos discográficos ofrecieron cambios de humor notables. Con “Accelerate” demostraron poder recuperar el brío y vigor de los años 80, sonando más alternativos y, valiendo tirar del título del disco, acelerados. Este sábado a las 16.00h en el dial de Radio Universitaria de Alcalá de Henares (RUAH), podrán escucharnos defender su valía.

Escucharemos su contenido íntegro (ya sea en primer plano o de fondo) y Mariano González y Víctor Prats comentaremos nuestras impresiones sobre el mismo. Como siempre, les esperamos.

Links de interés:
Evento en Facebook: https://www.facebook.com/events/597089824130109
Emisión on-line RUAH: http://www.ruah.es/emision-online/
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jueves, 16 de mayo de 2019

Concierto VAM + The Seventy 4Four’s. Madrid (14-05-2019)

Desafiando a la interesante programación de San Isidro, esa noche con conciertos llamativos como el de Anni B. Sweet o el de Miqui Puig & ACP (dentro de nuestras filias), en la sala Maravillas se consiguió contraatacar llenando prácticamente el aforo a base de una potente sesión de rock a cargo de 2 bandas. Los elegidos para el desafío fueron VAM y The Seventy 4Four’s.
La apertura de puertas era a las 21.30h y la apertura del fuego era a las 22.00h. Nosotros llegamos a la Maravillas 5 minutos antes de las 22h y el local aún estaba con una entrada discretita. Con ello tuvieron que comenzar The Seventy 4Four’s a bregar. A base de un repertorio de covers rockeras, todas previas a 1974 en las que abundaron piezas del Elvis más movidito, se apoyaron en la potente voz de su cantante Gonzo Baduell, con un registro más que adecuado para el setlist escogido y una formación a base de guitarra (Javier Álvarez)/bajo (Víctor Rionegro)/teclista (Diego Viñal)/batería (Miko García) que sonaron muy bien engranados.
El sonido fue limpio dentro de la potencia y las versiones sonaron fieles y muy adecuadas. Poco a poco la sala iba cogiendo color, si bien en los primeros compases el cantante de The Seventy 4Four’s animó a la gente a llenar las primeras filas (el clásico efecto de timidez que se produce cuando una sala está a medio llenar); esto se curó por el simple hecho de la cada vez más afluencia de gente; de hecho, Carlos Caballero de La Broma Negra llegó al final del repertorio de The Seventy 4Four’s, a tiempo para disfrutar de una notable “Brown sugar” de los Rolling Stones.
3 cuartos de hora bien aprovechados por este quinteto de rock clásico que cedieron el testigo al otro quinteto protagonista de la noche. VAM arrancó con su formación instrumental sin su cantante, con Yunes Mohamedi a la guitarra, Francisco Salvador al bajo, Pamela Blacutt también a la guitarra y Charlie Montoya a la batería, con la intro de “Drácula” y ofrecieron algo más de 50 minutos de concierto en la que se alternaron versiones y temas propios.
Javier Arribas entró cuando finalizó la intro y lideró con su encanto, divismo oscuro y magnetismo personal a VAM desde el micrófono, si bien a ratos las mezclas de las voces no jugaban a su favor. Dentro del repertorio hubo versiones que ya conocíamos de la vez previa que vimos a VAM en La Cocina Rock, como la de “Wicked game” (al estilo HIM) o la de “Loui, Loui”. Las sorpresas agradables vinieron de la mano de las 2 nuevas covers que ofrecieron de “Just like heaven”, y la muy personal toma que hicieron del “All that she wants” de Ace Of Base; Carlos de La Broma Negra la fechaba en la década de los 80, en lugar de en los primeros 90.
Pero VAM van ofreciendo su repertorio propio, con canciones que funcionan como “Nevermore”, “Bittersweet” o “Moonlight” que van conformando su estilo y sonido de forma clara, cosa que pudimos ver lo que estuvimos tanto en este concierto como en el la pasada ocasión en la calle Alberto Alcocer (muchos repitieron, y ya de alguna forma podemos apreciar un cierto “núcleo duro” de fans de VAM en sus shows). El final del concierto con la cover de “Loui, Loui”, con Javier cantando entre el público, fue un buen ejemplo del desparrame rock y buen rollo que hubo; como estábamos al tanto de que podía caer, la grabamos y aquí se la insertamos.

Carlos de LBN y servidor saludamos a Javier al poco de acabar el concierto en la puerta de los camerinos y tiramos a un lugar cercano para cenar algo y mantener una interesante conversación, como siempre que coincidimos con Carlos. En definitiva, pasamos una noche de buen rock a cargo de 2 bandas que ofrecieron intensidad y energía, pero de forma distinta: The Seventy 4Four’s de forma más clásica y canónica del buen rock de los 60-70 y VAM con ese halo de cierta oscuridad que siempre acompaña a Javier Arribas en cualquier proyecto en el que se aventure.
El único punto negativo, del cual ya teníamos noticias por experiencias previas de Alfredo Morales, fue que al estar la sala prácticamente a reventar, pasamos bastante calor. Agradecemos a Javier que contase una vez con “DMR” para que podamos contar de su trayectoria.
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viernes, 10 de mayo de 2019

La Orquesta Mondragón - Bésame, Tonta (B.S.O.) (1982)

ANTECEDENTES E INTRODUCCIÓN.
Personalmente, a modo de autocrítica, me parece una vergüenza que en más de una década aún no haya pasado a modo de revisión de disco la Orquesta Mondragón por “DMR” (sí que ha pasado en formato de “crónicas de eventos” conciertos donde les he visto). Y es que el personaje que es Javier Gurruchaga es uno de mis primeros recuerdos televisivos e ídolos musicales a la par, al igual que también en ese apartado lo es Miguel Bosé.

Tampoco ayuda el hecho de que encontrar un disco de los años 80 de la Orquesta Mondragón en formato cd y nuevo en una tienda, es tarea imposible, más allá quizás de “Muñeca Hinchable” (su debut). Finalmente he tenido que tirar de una plataforma de streaming (de la que no soy muy amigo) y Youtube para poder hablarles de un lp clásico del grupo.

El disco que nos ocupa, el 3º de estudio de la banda, realmente es una banda sonora. ¿Qué vino primero, el huevo o la gallina? Es decir, ¿qué se hizo antes, la película y se escribieron las canciones adrede, o era material musical que ya tenía el grupo y el guión se adaptó de alguna manera a lo que el grupo ya tenía esbozado? Eso no sé responderlo.

A modo de antecedentes de “Bésame, Tonta (B.S.O.)” lanzado en 1982, el grupo había tenido mucho éxito con sus 2 primeros lps, el ya citado “Muñeca Hinchable” y “Bon Voyage”. Temas como “Caperucita feroz” o “Viaje con nosotros” se entroncaron en la cultura popular española y lo siguen estando marcados a fuego a día de hoy, cosa muy meritoria. Javier Gurruchaga, con la colaboración de letristas como Eduardo Haro Ibars o Luis Alberto de Cuenca, dio forma a canciones realmente atractivas y muy pegadizas en esos 2 trabajos.

Tal era la aceptación del grupo, que en 1982 se propusieron llevar a cabo un proyecto muy ambicioso, que no fue otro que llevar a la gran pantalla al grupo (al estilo que en años anteriores o décadas anteriores se había hecho con otros cantantes o artistas musicales como Raphael o el Dúo Dinámico). La película es digamos que entrañable para los seguidores de la Orquesta. Objetivamente no es muy allá, pero para fans de Javier Gurruchaga puedo afirmarles a día de hoy que es un ítem de culto y muy curioso de visualizar. Además, dentro del staff y reparto hay gente de renombre como Fernán Gómez, Gómez Bur, Azcona, etc. Para más información sobre la película, visiten el primer post que he escrito de colaboración en el estupendo blog que comanda Mariano González “Películas y reflexiones”.

Las canciones que forman parte de la película son en la mayoría muy atractivas. Previamente conocía la canción título y “Garras humanas” (de hecho, gracias a un vídeo en Youtube de esta última, tuve conocimiento de la existencia de la película hará cosa de 4 años atrás tras ver a la Orquesta tocar en las fiestas de San Isidro en la Plaza Mayor de Madrid). Sin embargo, al ver la película, son varias las canciones que han terminado haciéndose un hueco en mi deleite personal y que, ante la falta de poder comprarme el cd original, me plantea darme un paseo por tiendas de 2ª mano o la feria del disco para intentar encontrar el vinilo de este trabajo que hoy nos ocupa. Metámonos en su listado sin más dilación.

Esperen, ***ADVERTENCIA*** (y se lo pongo bien grande, en mayúsculas y con arteriscos): al hablar de las canciones, comentaré varias cosas de la película y su desenlace (de alguna forma, todas tienen su particular videoclip si se fragmenta la película, que no deja de ser una comedia musical), con lo que, si quieren evitar SPOILERS, dejen de leer ya mismo este artículo y háganlo cuando ya la hayan visto. Avisados quedan.

ANÁLISIS DEL DISCO.
1. “Es solo cine, pero me gusta”: El disco arranca con la canción con la que Javier Gurruchaga nos da la bienvenida en la película. Unos títulos de créditos gloriosos con Javier en una sala de cine de butacas rojas (por duplicado, en la pantalla grande y en la sala en sí), homenajeando a muchos grandes de la historia del celuloide en la letra y con un estribillo que se marca claramente en el recuerdo desde la primera escucha: “Cine, y mucho mucho mucho, cine...”. Charlestoniana en su sonido en parte, es un episodio brillante y luminoso que no puede suponer mejor apertura de película y de disco a la par. Luego volverá al final de la película (que no en el disco), pero en un tono distinto...

2. “Quiero ser presidente”: De momento se mantiene el orden de canciones con respecto a su aparición en la película. “Quiero ser presidente” es una reacción, diría irónica en la realidad del propio Javier, pero real del personaje que interpreta en la película, con la que se rebela, afirmando que no quiere cantar, sino triunfar en la banca privada. El sonido de charlestón es si cabe más acusado que en la anterior, y termina entrando tras unas pocas escuchas. Están muy bien esos coros femeninos agudos que replican al propio Javier “canta Gurru, canta Gurru... ¡por favor!”. En la película, Javier baila a lo largo de unas pantallas luminosas con cotizaciones en bolsa de forma muy frenética. Lo de “Mogambo” del final no sé si es un guiño a la productora de la película en sí.

3. “La primera vez”: Ya damos un salto temporal en la película, puesto que la obsesiva “La primera vez” aparece cuando se inicia el tramo final de la película. En esta canción, Javier canta en las estrofas de forma parecida, en tono al menos, al de “Caperucita feroz”, es decir, muy grave. Es una canción obsesiva en su estribillo, que refleja muy bien ese pasaje en el que Javier y su escudero Popocho están haciendo la guardia subidos en un cádillac rosa sin motor a las puertas de la mansión donde vive el amor platónico de Javier en la película Paola Dominguín.

4. “Tunisia”: También aparece en el tramo avanzado de la película este medio tiempo relajante que es “Tunisia”, con ligero aire hedonista. Se baja el ritmo tras una apertura de disco con mucho movimiento sonoro y Javier nos lleva a “Tunisia” dentro de lo que es en la película una actuación, o más bien ensayo, en el club “Las Palmeras”, en el cual en su día triunfó la madre de Javier en la película (una magnífica Esperanza Roy), regentado por Manolo Gómez Bur. En la película continúa precisamente a “La primera vez”, y curiosamente Javier termina mal la interpretación de la misma, al aventurarse a aprender a patinar para intentar ganarse el amor de la indiferente Paola.

5. “Doctor Doc”: Retrocedemos en lo que es la película para afrontar quizás la canción más infantil del disco. “Doctor Doc” tiene un aire amable con esos coros de niños y su sonido tan pop. En la película es un videoclip al uso, en el que Javier Gurruchaga hace otro guiño y homenaje al cine mudo y expresionista (Lon Chaney está muy presente en aspectos de este proyecto) y encarna a un doctor algo temible de aspecto, pero al que terminan aceptando los infantes colegiales que le corean. Pues, ¿qué quieren que les diga?, quizás sea de mis favoritas de la película, y de las que me dibujan una ligera sonrisa cuando la veo en la película.

6. “Estoy harto de ti, muñeca”: He visto alguna entrevista de años posteriores a este disco y la película en la que Javier reconoce quizás el fallo de este proyecto en la que quizás reconoce que el grupo había virado a un sonido más pop, dejando de lado el rock. No obstante, “Estoy harto de ti, muñeca”, es una canción potente, quizás de las más rockeras del disco. Aunque hay que apuntar que, sin embargo, su base e inicio es ciertamente disco e incluso algo funk. Sirve para ambientar ese momento de desengaño final de Javier ante sus intentos de conquistar a Paola, con él y Popocho mamados a más no poder en la barra de bar de un club nocturno, bailando de forma algo tosca mientras que un vinilo azul suena con esta canción en el jukebox. Sin duda otra de las canciones notables del conjunto.

7. “Los tres cerditos”: En la película “Los tres cerditos” forma parte de ese sector más infantil junto a “El pirata” y “Doctor Doc”, con Javier y su orquesta cogiendo confianza y rodaje en Las Palmeras. Canción que en la película tiene su videoclip claro, con actores encarnando a los personajes de este cuento infantil. En su sonido, es una canción de influencias de rock de los años 60, muy del gusto gurruchaguesco. Del “Intermedio” de apenas 15 segundos, tampoco merece la pena decir mucho, pasemos a lo siguiente, de capital importancia.
8. “Garras humanas”: Que Javier seleccione “Garras humanas” para ser una de las piezas iniciales de sus actuales conciertos, nos demuestra que es uno de los pesos pesados del disco. Claramente dedicada a Lon Chaney, el hombre de las mil caras, narra esa historia de amor incondicional hacia una caprichosa artista de circo, que no deja de resultar tremendamente triste, a pesar de estar envuelta en una melodía musical gloriosa y muy animada. En la película supone uno de esos momentos depresivos de Javier en su casa en el diván, con pierna escayolada por lo de los patines, desojando margaritas, en ese proceso de cortejo imposible a Paola Dominguín; mientras, suena en la radio este temazo, a la par que mamá Roy, escudero Poper y mánager Bur intentan animar al pobre Javier.

9. “El príncipe encantando”: Con esta pieza, viajamos al desencadenante del argumento de la película. “El príncipe encantado”, con ese fragmento de la película en forma de videoclip de ensoñación con Javier en un paisaje nevado vestido de príncipe al estilo de un mosquetero o Cyrano de Bergerac, canta al amor de esa mujer que le acaba de deslumbrar, la bella Paola que interpreta a la secretaria del inspector de sucursales de Bancobank. Es la gran balada del disco (incluso más que la canción título, la cual pierde solemnidad por la parte más salsera y movida del final). Canción bellísima, orquestada, quizás para algunos demasiado pastelosa, pero a mí personalmente me encanta. Sirve de igual forma su melodía para ambientar una escena genial, a la par cómica y tristísima, con un Javier deprimido y con tendencias suicidas al vivir su primer revés amoroso derivado de Paola y su indiferente proceder con respecto a él.

10. “Just a gigolo”: Yo creo que la primera vez que vi a Javier hacer esta versión fue en el programa “Viaje Con Nosotros”. Pero, cuando terminó de engancharme y parecerme una tremenda cover, fue viendo esta película. Es la única canción que canta en la película encarnando a otro personaje, en este caso a su padre (Orlando Carrera), cuando Esperanza Roy muestra a Pope la representación de su gran amor, que la abandonó por el éxito internacional musical.

11. “El pirata”: Ya mencioné antes que esta pieza forma parte de un sector muy melódico y cercano, y a la vez “El pirata” es la primera canción en sí que canta Tony Volante (el nombre artístico que adopta Javier para su vida como cantante). Es de las canciones más rockeras del disco y contundentes. No está mal, pero yo prefiero muchas otras antes de sus compañeras de proyecto. Si bien, me atrevo a creer que si Javier buscase recuperar algún día alguna canción más de este disco, más allá de “Garras humanas”, escogería esta.

12. “Bésame, tonta”: De sonido casi para los títulos iniciales de una película de James Bond (sobre todo en su primera parte), llegamos a la otra gran balada del disco. De sonido decadente y algo oscuro. En “Bésame, tonta” Javier aparece entre humo, muy elegante, con un traje azul celeste para intentar una última vez conquistar a Paola con el estreno de esta canción en televisión. La canción, inesperadamente, gira al sonido más salsero o latino en su tramo final, subiendo el ritmo y metiendo incluso maracas. Cosa arriesgada, pero que con el paso del tiempo se termina aceptando; de hecho, la portada del disco nos ofrece a Javier con el traje azul claro y las maracas. Es claramente otro de los grandes momentos del disco en sí.

13. “Las palmeras”: Es curioso este interludio instrumental situado en el penúltimo capítulo, que es el hilo musical que se encuentra Javier cuando llega por primera vez a un club “Las Palmeras”, que ya no es lo que fue en su día. El saxofón, por cierto, es cosa de Luis Cobos, que en aquellos días era, como diría mi querido Mariano González, el perejil de todas las salsas (tan pronto estaba con Tino Casal en una actuación en directo, como con Javier en esta película -por cierto, irreconociblemente caracterizado-).

14. “Hay un lugar”: Se termina con lo que acaba la película (bueno, no del todo). “Hay un lugar” es brillante y luminosa melódicamente, si bien en su letra noto cierta melancolía por aquello que supone siempre en sí una despedida. Javier canta desde la escalera de embarque a un avión que le lleva a Hollywood para (en teoría) triunfar, mientras se despide de su escudero Poper, para el que no hay sitio en esa nueva vida. No hay mejor canción completa en sí para terminar la película. Bajo mi punto de vista, otra de las muy destacables del conjunto. Estupendo cierre, más allá de ese apéndice de medio minuto dialogado “Qué bonita...”.

RESULTADO, CONCLUSIONES Y REFLEXIONES.
Bueno, pues ciertamente, tanto la película como el disco de “Bésame, Tonta”, fueron el primer pinchazo comercial de Javier Gurruchaga y la Orquesta Mondragón. El proyecto supongo que se tomaría con muchísima ilusión y añadía unos elementos que podían apostar a caballo ganador, pero la cosa no funcionó. Cierto es que las canciones son menos universales y tienen menos gancho que la gracieta de tratar el asunto de la alopecia y las pelucas, la ingeniosa y picarona historia de Caperucita o el sonido irresistible de pianola de “Viaje con nosotros”.

Después el grupo retornaría al enfoque más rock con “Cumpleaños Feliz”, intentando reverdecer laureles del éxito de comienzos de década, pero tanto este como “Es La Guerra” tampoco supusieron mucha gloria, aunque haya tremendas joyas como la ácida “Feliz Navidad” en el último lp de los citados. La banda haría balance con el disco en directo “Rock And Roll Circus”, y volvería al estrellato desbordante con el siguiente lp “Ellos Las Prefieren Gordas”. En aquellos días Javier Gurruchaga era un dios de la televisión: salía en “La Bola De Cristal” en su sección de “La 4ª parte”, donde le conocí como un James Bond de pistola encasquillada, y tuvo su programa magazine nocturno fabuloso “Viaje Con Nosotros”, donde todo (incluso la cabecera) era genial y, como diría Suggs de Madness con respecto al disco de su banda “Presents: The Rise And Fall”, disparatado y cerebral.

Dejando de lado el intentar hacer aquí, en este tramo final del artículo, un recorrido general por toda la vida y milagros de Javier Gurruchaga, volvamos a “Bésame, Tonta” y emitamos nuestras conclusiones y reflexiones. Creo que, consideraciones de resultados comerciales al margen, es un gran disco. Tremendamente disfrutable. Quizás, todo aquel que conozca al grupo y se embelese con sus hits de siempre, tarde en asimilar estas canciones que han quedado en el olvido, pero créanme cuando les afirmo que es muy probable que adopten una o más de las que no conocieran como temas favoritos de la Orquesta Mondragón.

El producto no funcionó, e incluso Javier reconoce el fiasco en entrevistas, pero ya saben que por aquí somos de coger cariño a obras malditas; pero no de forma forzada, sino porque por alguna extraña razón nos gustan. Creemos que “Bésame, Tonta (B.S.O.)” es un disco que merece mucho la pena. No lo pueden comprar (más allá de en plataformas digitales), pero bueno, si pueden, accedan a él de la forma que puedan (además de la película íntegra -en calidad regulera de vhs-, en Youtube hay canales donde están subidas casi todas las canciones en su parte de la película) y concédanle una oportunidad. Puede que no les atraiga lo que se encuentren, pero a lo mejor se sorprenden como me pasó a mí.
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lunes, 6 de mayo de 2019

DMR cubrirá el concierto en Madrid de VAM + The Seventy 4Four's (14-05-2019)

Ya pudimos dar fe del nuevo proyecto de nuestro amigo Javier Arribas al margen de The Crow Project. Hace cosa de algo más de un año que pudimos ver a VAM en acción, ofreciendo un concierto muy rockero y de alta intensidad.

Este 14 de mayo de 2019 en la sala Maravillas, y con las organización de Melodías de Sombras, VAM vuelven a la acción en Madrid con un nuevo concierto junto a The Seventy 4Four’s. La cita es a partir de las 21.30h.

Buena ocasión para disfrutar de un concierto llamativo (nos basamos en la experiencia previa) y más si ustedes (como nosotros en este caso) no trabajan al día siguiente. Estaremos presentes para narrarles lo que dé de sí la actuación, pero, como siempre, les recomendamos que lo vivan de primera mano.

Agradecemos mucho a Javier Arribas que cuente con nosotros para poder informarles de sus proyectos musicales y actividad.
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viernes, 3 de mayo de 2019

Prodigy - The Fat Of The Land (1997)

ANTECEDENTES E INTRODUCCIÓN.
El pasado 4 de marzo Keith Flint, vocalista, bailarín y cara más visible del grupo The Prodigy, se suicidaba en su casa de Essex con solo 49 años de edad. La noticia me dejó muy impactado; justamente estaba buscando conciertos de la banda a los que poder asistir este año pues hacia bastante tiempo que no los veía en directo y además era consciente que dado lo enérgicos que son sus presentaciones en directo, con el desgaste físico que conllevan, no les debían quedar muchas giras por delante. En fin, todo esto finalmente se ha desvanecido con la inesperada muerte de Flint.

A través de este modesto artículo quisiera rendirle un homenaje, pues The Prodigy ha sido un grupo que he disfrutado mucho a través de música, haciéndome conocer un tipo de electrónica más dura de la que estaba acostumbrado.

En estos momentos el grupo estaba totalmente de actualidad gracias a un último trabajo “No Tourists” publicado en noviembre del pasado año. Sin embargo, en este artículo no trataremos éste último disco y nos centraremos en la obra clave de The Prodigy: “The Fat Of The Land” publicado en 1997.

Con este tercer álbum The Prodigy acercaron la música dance al rock y el metal con un enorme éxito dando el salto a Estados Unidos donde fueron extraordinariamente populares. En plena apoteosis del fenómeno Britpop de los 90, ni Blur ni Oasis conseguirían jamás el éxito masivo en Estados Unidos; este honor les correspondió a The Prodigy con “The Fat Of The Land” que les dio el número uno en USA.

He querido privilegiar este tercer álbum del grupo sobre el más reciente por varios motivos: el primero es que no hay mejor forma de homenajear a Flint que con el que es para crítica y público su mejor disco; el segundo es la gran evolución de Flint con motivo de este álbum: Keith pasó de simplemente ejercer de bailarín en los conciertos de la banda, a por primera vez participar en la grabación de un álbum aportando letras y partes vocales (los dos mayores éxitos de la banda en formato single -“Firestarter” y “Breathe”- llevan su sello). Y tercero porque es “The Fat Of The Land” el disco más identificable con su persona, con esa imagen demoniaca que se convertiría en icónica.

ANÁLISIS DEL DISCO.
1. “Smack my bitch up”: El álbum empieza con un auténtico puñetazo en la mesa, con una base dance muy dura, un bajo a veces juguetón y otras atronador y unos ritmos Big Beat más perfeccionados que nunca. La letra consiste simplemente en la polémica frase "Change my pitch up / Smack my bitch up", sampleada del tema "Give the drummer some" de los Ultramagnetic MCs, publicado en 1989. Además, el tema contiene samplers de Kool And The Gang o Rage Against The Machine entre otros y es una buena muestra de cómo Liam Howlett domina el arte del sampleado. Destaca el interludio hipnótico de tintes orientales que correría a cargo de la cantante Shahin Badar que consigue con su contribución poner la nota amable y apacible que poco a poco se va enturbiando para finalmente volver a la dureza rítmica de la canción. “Smack my bitch up” fue el tercer y último single del álbum. Fue muy exitoso, aunque no alcanzaría las cuotas de popularidad de los dos singles anteriores (“Breathe” y “Firestarted”). Más polémico aún que la canción fue el famoso video clip, si bien el tema ya había sido calificado de misógino, a éste se unía un video donde vemos a una persona cometer todo tipo de abusos con el alcohol y las drogas, tener un comportamiento totalmente violento y protagonizar escenas de sexo. Cuando se descubre la identidad del protagonista, esta resulta ser una mujer, lo cual debió exasperar aún más a las asociaciones feministas que habían denunciado el contenido de esta canción, pero eso no le resta ni un ápice a su originalidad y a la inversión de los roles que propone.

2. “Breathe”: Sin tiempo a que nos repongamos del primer trallazo llega otro tema para poner la casa patas arriba. Su introducción, un tanto sórdida, pronto deja paso a un sonido sucio, frenético y con bases de percusión bastante duras donde Keith Flint y Maxim Reality protagonizan un sonado enfrentamiento. Se puede sentir la tensión y el dramatismo que ambienta toda la canción. Con “Breathe” el grupo lleva la electrónica al terreno del rock, con un sonido muy industrial y denso. Como bien sabemos este fue el segundo single del álbum alcanzando el número 1 en el Reino Unido y en gran parte de Europa (lo alcanzaría en España curiosamente). El single contaría con un decadente video rodado en unos apartamentos abandonados donde los, entonces, cuatro componentes del grupo experimentan una serie de fenómenos sobrenaturales; un clip nada amable, pero ideal para reflejar el ambiente oscuro de la canción.

3. “Diesel power”: Para este contundente tema cuentan con la colaboración del rapero Kool Keith; los Prodigy siempre tuvieron cierta atracción por el hip hop y aquí hacen gala de ello permitiendo a Kool Keith emplearse a fondo con una pesada base electrónica de acompañamiento. Esta vez las revoluciones bajan y estamos ante un tema más detallista que utiliza un sample de percusión del tema "The fuz and da boog” de Fuzzy Haskins que le da un toque funky a la canción.

4. “Funky shit”: Uno de los tema más dance del álbum, quizás el punto de unión con sus dos discos anteriores, estamos ante una auténtica bomba rítmica de cinco minutos donde Liam Howlett demuestra porque The Prodigy es sin duda la referencia del big beat de los 90 (con permiso de The Chemical Brothers). La escasa letra de la canción, ese “oh my god, that’s the funky shit!” está sampleado de un tema de los Beastie Boys “Root down”. Curiosamente fue precisamente con este grupo con el que los Prodigy tuvieron la famosa polémica en el Reading Festival a propósito de “Smack my bitch up”: los Beastie Boys pidieron a los de Howlett que no tocaran esa polémica canción, los Prodigy hicieron caso omiso e incluso se recrearon en ella.

5. “Serial thrilla”: Uno de los momentos más punk del álbum, cortesía de Keith Flint, que está dispuesto a ganarse todo el protagonismo que no tuvo en entregas anteriores del grupo. Aquí pone todo su lado más agresivo con un fondo de contundentes guitarras que tienen como base un sample del tema “Selling Jesus” de Skun Anansie; de hecho su cantante Skin está acreditada en el tema. A este fondo punk se unen unos inquietantes sonidos de sintetizador que crean un tema bastante oscuro y áspero.
6. “Mindfields”: La segunda parte del álbum se abre con un tema bastante experimental y atmosférico. Aquí la escasa parte vocal es cortesía de Maxim Reality, uno de los pilares del grupo, que firma el tema junto a Howlett creando un ambiente inhóspito y austero, pero que contiene un muy efectivo gancho en ese misterioso riff que se repite constantemente y que proviene del tema de John Barry “Hip’s tip” de la película de James Bond “The Man With The Golden Gun”.

7. “Narayan”: Howlett sigue su vena más experimental y sin duda este es el tema más trabajado en este sentido. Se extiende hasta los nueve minutos y se abre con unas sinuosas y cinematográficas líneas de sintetizador que ayudan a potenciar el ambiente misterioso de la canción. Tras este comienzo, Howlett lanza una batería de ritmos big beat creando un ambiente dinámico, como si estuviéramos sumergidos en una película de acción; a esto se une la lograda intervención vocal de Crispian Mills, cantante de la banda de indie rock Kula Shaker, que consigue darle al tema un cierto toque Britpop. Además, a mitad del tema tenemos un pasaje con algún que otro detalle oriental que relaja la intensidad de la canción para luego volver a la carga con ritmos potentes. Todo un logro este tema que, a pesar de su extensión, no aburre en ningún momento. Liam Howlett en estado de gracia.

8. “Firestarter”: Este fue el primer adelanto del álbum. Salió mucho tiempo antes que este y significó la transición de Keith Flint de ser simplemente un figurante en el grupo a parte fundamental del mismo. “Firestarter”, es un tema que podríamos considerar sin problemas una de las cumbres de esa electrónica hardcore y poco amable que en parte inventaron los Prodigy. Su sonido abrasivo punk conseguiría que un grupo techno fuera visto con buenos ojos por los seguidores del metal; de hecho el tema sería versionado por grupos como Sepultura o Kiss. Entre los samples utilizados en la canción tenemos dos remarcables: Howlett toma elementos del tema “SOS” de The Breeders y se saca el famoso grito “hey” presente en prácticamente toda la canción del tema “Close (to the edit)” de The Art of Noise. Contaría con un impactante video donde Flint da absoluto miedo y que sería desprogramado del horario infantil. Con todo, fue número uno en el Reino Unido disparando la popularidad de la banda y de Flint como cara visible de la misma.

9. “Climbatize”: Aquí Howlett prueba nuevos sonidos jugando con una potente línea de bajo a la que se la van añadiendo distintas capas de sintetizador y se van alternando pasajes más rítmicos con otros más ambient. Hacia el final del tema Howlett vuelve a echar mano de su gusto por la música de oriente medio y por momentos casi pareciera que estamos escuchando la llamada a la oración de una mezquita y no es ninguna broma. En definitiva un gran tema donde la inspiración de Liam fluye demostrando que se encontraba en un momento excepcional en cuanto a creatividad.

10. “Fuel my fire”: El grupo cierra el álbum con una versión en clave technorock del grupo L7. Esta reinterpretación cuenta con Keith Flint en la parte vocal acompañado de Saffron, la vocalista del grupo Republica, banda de efímera vida allá por los 90 (quizás algunos de ustedes recuerden su single “ready to go” de 1996). Es una forma original de acabar el disco con este tema acelerado de guitarras afiladas y mucha actitud punk que se completa con unos sintes un tanto fantasmagóricos.

RESULTADO, CONCLUSIONES Y REFLEXIONES.
No exageramos si decimos que “The Fat Of The Land” fue una absoluta revolución para la música electrónica, imponiendo un sonido duro, áspero y contundente. Bailable, sí, pero cada vez más alejado de las raves de principios de los 90 y más próximo al punk y el metal. Keith Flint tuvo mucho que ver en esto: su transformación hacia una imagen mucho más agresiva lo llevo a ser la cara visible del grupo, para muchos el líder, aunque el cerebro siempre seria Howlett.

“The Fat Of The Land” es sin duda uno de los discos de electrónica más importantes de los 90. De repente The Prodigy se convirtieron en el grupo más importante del género: nada menos que 10 millones de copias despacharon de este álbum. Era sin duda el disco que había que tener si querías demostrar estar a la última. Consiguió ser número uno tanto en el Reino Unido como en los Estados Unidos y eso sufriendo una censura bastante notable, pero estaba claro que había que tener el disco del cangrejo sí o sí (y es que hasta la portada es magnífica en este disco).

El éxito masivo tendría consecuencias para el grupo que no lo supo asimilar muy bien: después de estar girando incansablemente con este álbum, el bailarín Leroy Thornhill deja la banda en el año 2000; su salida se veía venir: al pasar Flint a primera línea, Leroy perdió su lugar en el grupo y tampoco tuvo la oportunidad de reciclarse en otras funciones. Esto sería seguido de una crisis en la banda donde tanto Maxim como Keith intentarían proyectarse en solitario. Keith formaría su propia banda bautizada con su apellido Flint. El lanzamiento de su primer álbum era muy esperado dada su creciente popularidad; sin embargo, en el último momento y cuando ya se habían mandado copias promocionales a la radio, el lanzamiento sería abortado, con lo que tenemos un disco que ha circulado desde entonces por internet, pero que jamás ha sido publicado oficialmente.

A partir de aquí Flint dejaría sus fantasías en solitario y volvería a reunirse con sus compañeros Maxim y Liam. El grupo, ya como trío, ha seguido funcionando desde entonces con notable éxito, destacando sobre todo el álbum “Invaders Must Die” (2009) que les daría gran repercusión y del que tengo muy buen recuerdo, pues fue con la gira de este disco que les pude ver por fin en directo y dos veces: en Madrid y Paris. Su último trabajo “No Tourist” saldría el año pasado e iría directo al número uno en el Reino Unido, siendo su séptimo álbum en conseguirlo (todo un record) y recientemente habían completado la primera parte de la gira de presentación de este disco con exitosos conciertos. Pero todo esto parece que no influiría en el ánimo de un Flint que venía luchando contra una enorme depresión que finalmente y por desgracia lo ha vencido. Es curiosa una de sus últimas canciones “We live forever”, todo un chorro de energía para poner al público a bailar sin descanso; ahora esta canción se ha vuelto irónica y triste porque... No, no van a vivir para siempre. The Prodigy se puede dar por acabado sin Keith. No es que Liam y Maxim no puedan continuar, pero ya no sería The Prodigy. Sería otra historia. De momento nada se sabe del futuro de la banda, solo que toda la gira de 2019 ha sido obviamente cancelada.

El suicidio de Flint ha sido una tragedia completamente inesperada. Este artículo es mi pequeño homenaje a su figura. Hasta siempre Keith, nuestro querido firestarter.

Texto: Alfredo Morales.
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