ANTECEDENTES E INTRODUCCIÓN.
Nirvana, eso es ya un lugar común, fueron los abanderados del grunge. Recientemente se han cumplido veinticinco años de la muerte de Kurt Cobain y como Nirvana es una banda que me gusta, pero que de momento no había aparecido en DMR, me he decidido a dedicarles un artículo. A fin de cuenta el grunge es una de las últimas revoluciones culturalmente relevantes que ha vivido el mundo del rock.
Varias reflexiones antes de nada. Como sobre este disco se ha escrito torrencialmente, trataré de dar una visión lo más personal posible. A Nirvana, como a tantos otros grupos, se les suele dar un valor añadido como “grupo generacional”, pero en este caso de forma más acusada si cabe. Mi gusto por “Nevermind” no tiene mucho que ver con esa mística. En primer lugar porque cuando salió yo tenía diez años y a esas edades estaba más cerca de escuchar a Emilio Aragón (lo que oyen) que al rock alternativo. De la noticia de la muerte de Kurt Cobain no tengo un recuerdo demasiado nítido, apenas era un preadolescente. A decir verdad casi recuerdo más otras muertes próximas en el tiempo como la de Ayrton Senna o River Phoenix.
¿Quiere esto decir que minusvalore a Nirvana? Ni por un segundo. Sin embargo, el tiempo hace su propia música y permite que lo que se vive durante su esplendor sea doblemente intenso. Me explico; dos de mis grupos favoritos son The Beatles y The Cure, dos bandas previas a mi nacimiento. Y sin embargo mi aprecio por ellos sería todavía más intenso si hubiera comprado sus discos en 1966 o 1985 respectivamente.
Sencillamente hay un bagaje de los fans de su momento que yo no puede tener. Ya lo siento. Evidentemente también hay gente que se pasa de frenada y niega el pan y al sal a Nirvana solamente porque creen que el único mérito de Kurt Cobain fue… morirse. Es decir que la gente, según esta corriente, los sigue escuchando por la pátina de malditismo que envuelve a Kurt Cobain y que, de seguir vivo, Nirvana no tendrían la relevancia en la historia del rock que tienen. Craso error, la revolución y el éxito habían empezado ya; el grunge lo había puesto todo patas arriba y la influencia era intensa e imparable.
Tratemos de ir a la música por lo tanto, sin tener en cuenta otros factores adyacentes. Buscando solo las melodías y sin pensar en poetas malditos que sucumbieron al club de los 27 (años) y sin prejuicios sobre de qué lado de la balanza debe caer la influencia de Nirvana. Aproximémonos sencillamente a las canciones. “Nevermind” me parece un disco honesto, doloroso, poderoso, arrasador, talentoso e interesante. Merece la pena escucharlo. Y reescucharlo cada tanto. Hay dos elementos que, a bote pronto, me gustan. El primero la carisma tanto de Kurt, como del disco, como de Nirvana en general. Sin llegar a inventar la rueda y, como mucho de los grandes grupos, con inevitables influencia, el sonido de Nirvana es distintivo, particular, una pequeña denominación de origen.
El otro elemento que me gusta es la notable competencia melódica de “Nevermind”. No es solamente un tipo vestido de franela lanzando berridos sobre lo jodido que está. No. Hay habilidad a la hora de generar ganchos, buenas ideas musicales y traza de innegable talento. Y así con todo Kurt Cobain no terminó contento con la producción del disco (a cargo de Butch Vig, futuro batería de Garbage), consideraba que había quedado demasiado depurada, demasiado limpia. Servidor no encuentra grandes problemas en eso, pero de todos modos veamos poco a poco las canciones.
ANÁLISIS DEL DISCO.
1. “Smells like teen spirit”: La canción bandera de Nirvana, el himno de la Generación X y un clásico (ya lo es) de la historia del rock. Y se puede entender por qué. El riff es sencillo pero, señores, es un riff que ha adquirido un estatus mítico. Cualquier guitarrista en ciernes tratará de tocarla, junto con el de “Smoke on the Water” de Deep Purple, lo antes posible. La entrada de la batería de Dave Grohl es impresionante. Muy interesante la estructura heredada de los Pixies de “estrofas tranquilas y estribillo explosivo”. El estribillo es largo, visceral y arrollador. El solo de guitarra es más bien sencillo, sigue la melodía de la canción sin hacer alardes. Si juntamos todo ¿da para un éxito? Lo dio. Fue un éxito resonante que elevó las ventas de Nevermind hasta el nivel de desplazar del número 1 a “Dangerous” de Michael Jackson. A mí me gusta, la verdad sea dicha. La letra no acaba de estar clara en cuanto su significación. Obviamente algo tiene de rebeldía e inconformismo adolescente, pero las figuras que usa no son obvias para nada. Un clásico de tomo y lomo. EL vídeo musical en un instituto algo siniestro siempre me pareció algo cutre, pero también es bastante recordado.
2. “In Bloom”: Otro clásico y, en mi opinión, a la altura de “Smells like teen spirit”. EL riffeo es interesantísimo, es una mezcla de épica y ritmo. El bajo de Novosevic y la batería de Grohl son parte esencial de la canción, aportando una cadencia que da un toque muy pegadizo. El estribillo es pura furia, no muy pulido pero eficaz. A veces describiría el sonido Nirvana como un cruce entre el hard rock a lo Balck Sabbath y la osadía punzante del punk. Otro canción que funcionó muy bien y acompañada de un vídeo de espíritu un tanto paródico. Por un lado aparecen Nirvana tocando como un grupo formalito de los años 60, por otro acaban a lo salvaje destruyendo los instrumentos, etc. La letra hablaría sobre la gente que sube al carro del grunge sin entenderlo demasiado.
3. “Come as your are”: ¿Lo adivinan? Otro éxito y otro clásico; así se comienza un disco. Por muy grunge que sea, es pegadiza y adictiva como cualquier canción pop. Fundamental, por cierto, nuevamente la parte rítmica. Tras “Smells like teen spirit” probablemente sea la canción más conocida de Nirvana. Tengan en cuenta que la ha versionado hasta Ramoncín. Esta canción también es conocida por el parecido del riff con el de “Eighties” de “Killing Joke. La cosa estuvo de llegar a los tribunales, pero el grupo reconoció que había tomado “prestado” el riff y Jaz Coleman (cantante de Killing Joke) se conformó con eso. Aun así es un temazo. La letra habla de la aceptación de los demás tal como son, si bien incluye la línea un tanto siniestra de “I don’t have a gun” (no tengo una pistola) que, tal como acabó Kurt, adquirió casi cierto aspecto de siniestra ironía.
4. “Breed”: El inicio de disco ha sido lo suficientemente brutal como para captar nuestra atención, a base de melodías como puñetazos. La cuarta canción no tiene el estatus de las tres anteriores pero el impacto sigue siendo grande. Canción áspera y turbulenta con un inicio apabullante dirigido por los tremendos redobles de Dave Grohl. Cumple con la máxima de “Nevermind” de usar una punzante sencillez para que la música resuene en el oyente.
5. “Lithium”: Aquí se puede ver uno de los ejemplos más claros de la estructura “estilo Pixies” que heredaron Nirvana. Las estrofas son apacibles y casi juguetonas, mientras que el estribillo es una descarga de ira. El puente de la canción es muy básico, apenas unos gritos de Kurt Cobain. Posteriormente el estribillo toma algo de forma. El litio al que hace referencia el título es una sustancia que se usa para tratar el trastorno bipolar, la depresión etc. La letra contaría la historia de un hombre que encuentra consuelo en la religión tras la muerte de su novia. Fue el single de menos relumbrón de “Nevermind”.
6. “Polly”: Uno de los versos sueltos de “Nevermind”. Se trata de una canción acústica, lenta, intimista. Y sin embargo puede resultar tan oscura y amenazante como cualquier otro momento del disco, sin recurrir a distorsiones o la liberación de la bilis. Todo ello merced a una escabrosa letra sobre la violación de una chica sobre la que Kurt leyó en un periódico. Lo que hace inquietante a la parte lírica es que está narrada desde el punto de vista del violador. La voz apagada y algo fría de Kurt Cobain da un toque de inquietud muy peculiar. Un momento de “Nevermind” a tener en cuenta según se van dando escuchas.
7. “Territorial pissings”: El viraje es de 180 grados. De la acústica de “Polly” pasamos a la furia punk, salvaje y desenfrenada. La canción más cruda del disco aunque también la más amorfa en melodía y estructura. Todo, absolutamente todo, es un grito primario, iracundo y asolador. Más allá de la descarga de energía no hay mucha bola que rascar. Suponemos que Kurt Cobain se ganaría una considerable afonía tras la canción. Nirvana solían usarla a veces como cierre de concierto mientras comenzaban a destruir sus instrumentos.
8. “Drain you”: Para Kurt Cobain esta canción podía estar a la altura de “Smells like teen spirit” y más o menos entiendo lo que quiere decir. En este último sector del disco hay melodías muy meritorias que quedan opacadas por el descomunal comienzo. Incluso muestran algo retazo inusitadamente pop recubierto, eso sí, de la consecuente vehemencia eléctrica. Cómo me gustan las estrofas de esta canción, melódicas, juguetonas. Sorpresivamente y por contraste hay un interludio instrumental cavernoso y oscuro que nos aporta una estructura inesperada. Una joya oculta.
9. “Lounge act”: Algo parecido se podría decir de esta canción; ojo a las más que interesantes estrofas. El tono es más cabreado, eso sí, y la vena ruidosa y gritona de la voz de Kurt se enseñorea finalmente de la canción. Más bien breve pero cumplidora. Se supone que está dedicada a su ex novia (como otros momentos de Nevermind) a su ex novia Tobi Vail.
10. “Stay away”: El intenso juego de bajo y batería nos conduce a una canción de sabor punk y rabiosa urgencia. Como muestra de furia primitiva puede pasar, si bien se acaba haciendo algo machacona. EL tono de Kurt es crispado durante toda la canción y, de hecho, “Stay away” es uno de los momentos más abrasivos del disco. En la última línea de la letra se cuela un desconcertante “God is gay”. Es como un compendio sobre el incoformismo.
11. “On a plain”: Quizá el momento que más se acerca al pop puro. Las estrofas son estupendas, con una melodía considerable bien subraya por la guitarra. El estribillo es un tanto simple pero cumple. Una canción muy del estilo de esta última parte del disco, menos rutilante que la primera pero con algunos toque de melodía interesante. Fue single promocional en 1992 alcanzando un leve éxito. Una de esas canciones de las que yo digo que son “tarareables”.
12. “Something in the way”: Hora de un cambio estilístico drástico para acabar el disco. O casi, luego ya verán. Se trata de una balada triste, decadente y desesperanzada. Kurt canta con una suavidad derrotista y se acompaña de su guitarra acústica y unos arreglos de cuerda que suponen la mayor cuota de sofisticación de “Nevermind”. Más que triste, que también, Kurt Cobain parece vencido, derrotado, resignado. La letra podría estar basada en una época en la que Kurt estuvo vagando sin hogar y durmiendo debajo de un puente. No obstante esto parece que se ha desmitificado. En cualquier caso una canción que nos deja algo cabizbajos. Y así se acaba el disco… o no.
13. “Endless, nameless”: Nirvana decidieron introducir este track oculto que incluso en algunas ediciones concretas no llegó a incluirse. Debemos dejar pasar diez minutos desde “Something in the way” para que empiece a sonar. La canción es bastante bruta, contiene guitarras extremadamente distorsionadas, gritos apocalípticos y unos considerables mamporros de a la batería de Dave Grohl. Apenas hay estructura, es una orgía altamente ruidosa. Al parecer se grabó después de una toma fallida de “Lithium”, por lo que atribuiremos el sindiós a la ira del momento. Si el humor les acompaña y se encuentran cabreados igual les vale, pero si no yo diría que no es imprescindible escucharla.
RESULTADO, CONCLUSIONES Y REFLEXIONES.
Y a partir de aquí todo es historia. “Nevermind” se hará trascendente y masivo; comenzará la fiebre por el rock alternativo; otros grupos compañeros de generación (Pearl Jam, Soundgarden…) irán sumándose al éxito. Kurt Cobain no digerirá bien este éxito, lo que unido a su enfermedad crónica del estómago y a las drogas irán creando una persona cada vez más decadente. En 1993 Nirvana quieren alejarse de su faceta más radiable y lanzan el oscurísimo y áspero “In Utero”. Al año siguiente el rock tenía un mártir más.
En “Nevermind” todo es icónico, empezando por la célebre portada del niño buceando y el dólar en el anzuelo. Controvertido, elevado a los altares y luego a veces denostado por corrientes “revisionistas”, significó un vuelco al rock. Del hedonismo y cierto talante exhibicionista del heavy ochentero a los chicos atormentados y cáusticos del grunge. Guste o no “Nevermind” es historia de la música popular. Yo soy más de brit pop, por así decirlo, pero Nirvana es un buen grupo que merece un buen número de escuchas. Y ya está.
Texto: Mariano González.