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jueves, 22 de noviembre de 2018

Concierto La Broma Negra. Madrid (17-11-2018)

SINOPSIS (por Víctor Prats)
Que el concierto de La Broma Negra, prefijado para el pasado sábado 17 de noviembre desde mucho tiempo antes, traía novedades, era algo muy patente. Más allá del hecho principal que supone presentar un nuevo disco, en este caso el “Los Extraños Tienen Los Mejores Caramelos” del presente año, los cambios en la formación teñían la fecha de algo especial. La marcha a comienzos del pasado verano de David Infantes, teclista en los últimos tiempos de la formación y que cada vez iba cogiendo más protagonismo en el directo del grupo, y sobre todo de Álex Gómez, el guitarrista y mano derecha de Carlos Caballero desde hace mucho tiempo, supuso un trauma en el seno de La Broma Negra.
Carlos Caballero, todavía con la compañía de Laura Pérez, mantuvo el pulso y ha conseguido estabilizar al grupo. Con nuevo material y la nueva situación, LBN se presentaba en la sala Hangar 48 de la calle Bailén, arropados de los incondicionales de la banda, entre los cuales nos encontramos. El algo más de medio centenar de personas que allí nos congregamos (nosotros llegando en la 4ª canción por motivos justificados), estuvo entusiasta, dando aliento al grupo y viviendo con muchas ganas cada una de las canciones que sonaron (tanto las nuevas como las ya conocidas de hace tiempo).
La sala no está mal y le vino bien a la banda, pero el sonido a ratos no fue el mejor, con algunos ruidos en los micros y algún que otro fallo técnico. Carlos estuvo con fuerza y aplomo durante todo el show, pero yo me quedaré en la retina con la interpretación de “Nieto de maestro de escuela”, en la que la emoción flotó en el ambiente como nunca lo había visto en un concierto del grupo, lo cual no es decir poco; Álex Gomez, al fondo de la sala (al lado de nosotros), coreaba las canciones, y se dio un punto en el que noté que los antiguos camaradas cruzaban las miradas. Carlos tuvo que mantener la emoción para llevar a cabo la canción; habrá pasado lo que haya pasado (las partes han sido muy respetuosas y no han saciado nuestro curiosidad del verdadero motivo de la marcha de Álex, lo cual demuestra elegancia), pero lo que está claro es que el cariño y lo vivido sigue ahí, aunque las vías se hayan separado.
Al margen de esto, el grupo respondió bien con la nueva formación. Laura sigue ofreciendo un buen complemento al directo, con su percusión y sus performances (por no mencionar su look) y los nuevos músicos de directo (que no miembros oficiales de LBN) completaron bien el sonido con bajo, teclados y guitarra. Esta es la nueva Broma Negra. Tras mucho tiempo, el grupo afronta una nueva etapa en lo que a formación se refiere y también a sonido (nótese la ausencia de teclados en el último disco). Mariano González ahora les narrará más al detalle. Para mí era una ocasión especial, distinta a otras, en la que había que estar más que nunca. Me alegro de haber podido acudir y ver que La Broma Negra se mantiene en pie y con solvencia.

CRÓNICA (por Mariano González)
Finales y comienzos, de todo hubo en el concierto de nuestros predilectos La Broma Negra. Por un lado presentaban su último disco “Los Extraños Tienen Los Mejores Caramelos”, evento inicial y puesta de largo de nuevas canciones, y por otro la anterior versión de La Broma Negra había dado carpetazo a su existencia. En efecto, Álex Gómez y David Infantes ya no están en la formación de la banda; particularmente extraño se nos hizo no ver a Álex sobre las tablas, siempre lo habíamos visto acompañando a Carlos con su guitarra; no olvidemos que además es un componente que llevaba unos veinticinco años a bordo.
Circunstancias y finales de ciclo conllevan a veces este peaje, pero la vida continúa y La Broma Negra también. Pero también hubo otro inicio. No se piensen que el concierto solo supo a despedida, también hubo savia nueva que esperemos que fructifique y dé lugar a una provechosa etapa. De momento se mantiene la formación de cuarteto, a Álex lo sustituyó Sergio y a David, Jesús, que, y aquí está la novedad, además de los teclados se encargó de aportar principalmente un bajo. Ambas novedades conllevaron un cambio de sonoridad en algunos detalles. La Broma Negra sonaron más orgánicos que nunca, con menos presencia de teclados y programaciones. El bajo, desde el punto de vista rítmico, aporto más grosor, y las guitarras, por su parte, añadieron alguna sonoridad nueva; algún tono más funk, algún punteo distinto…
Yo, por mi parte, llegué al evento alrededor de las 21:30, quizá demasiado pronto. Al ver que en la sala Hangar 48 no había nadie esperando en la puerta me introduje como quien no quiere la cosa para comprobar que ya estaba sonando la música. ¡Horror! ¿Había empezado ya el concierto? ¿Me había equivocado de hora? Para añadir extrañeza al asunto no había nadie facilitando entradas o acreditaciones, casi parecía un bar fantasma. Por las indicaciones de un miembro de la sala deduje que lo que sonaba era la prueba de sonido y que yo me había adelantado. Volví a salir a la calle y allí, sentado en un pivote, esperé la apertura definitiva.
No pasa nada. Vuelvo a entrar y me encuentro a Carlos que sale a fumar un piti y nos saludamos brevemente. Cuando entro en el recinto del concierto veo una banqueta salvadora, sin duda situada a requerimiento de La Broma Negra para que yo pudiese ver sentado cómodamente el concierto. Desde aquí todo mi más profundo agradecimiento para la banda y sus constantes desvelos conmigo. Y, cómo no, a la sala Hangar 48 por su ayuda. La sala fue adquiriendo color poco a poco hasta reunir alrededor de una cincuentena de personas. Acaso no fuera un aforo espectacular, pero todos éramos cómplices y apasionados seguidores. Lo que se dice una pequeña logia; una hermandad musical. Víctor Prats llegó acompañado de su novia Susana algo más tarde del inicio y se colocaron algo más atrás.
Creo que eran las 22:15h cuando la música empezó. Siendo como fue la presentación de su último disco, “Los Extraños Tienen Los Mejores Caramelos”, es evidente que las canciones recientes iban a tener una presencia importante. Y así fue realmente. Las seis primeras canciones fueron de su último LP. Abrieron fuego con “Teme al hombre de un solo libro”, canción de furibundos cambios de ritmo, que de la calma reflexiva pasa fácilmente a la rabia. El papel de la guitarra de Sergio y la percusión de Laura fue muy destacado. “Séptimo hijo varón” fue más melódica, resultando un buen y melancólico medio tiempo con el pegadizo fraseo de Carlos “Andad de día, que las noches son mías” (algo parecido a lo que se supone que dice la Santa Compaña, creo). Las letras de Carlos siguen siendo crípticas, líricas y bellas. Llega el momento del que fue el primer adelanto de “Los Extraños Tienen Los Mejores Caramelos”, la atronadora “Demonios en el jardín”; una furibunda muestra de rock industrial, poderosísima y apabullante. Aun así es una canción pegadiza, que tocada en directo nos electrizó a todos; por cierto que es una adecuada música, teniendo en cuenta que la letra se inspira en “El Paraíso Perdido” de Milton y su agitada teología.
Tiempo después para otro single de este mismo año, “Banderas de nuestros padres”. Es una canción que ya de por sí me gusta bastante y que en directo tuvo un digno reflejo, manteniendo ese inquietante (y sorprendente) inicio, con la participación vocal importante de Laura y un estribillo perfecto para corear. También es muy pintona para el directo “Niñera de gigantes”, de intrincando ritmo constante y cuya musculatura en el estribillo queda muy bien sobre el escenario. Además también permite cantar más a Laura. Qué bueno, además, que incluya a un personaje de “Las Meninas” en la letra. Serán manías mías, pero las canciones que incluyen referencias al Madrid de los Austrias tienden a gustarme. Cada cual con sus rarezas, es un sitio con mucho encanto para mí. Lo que pasa es que no son muchas que yo recuerde; así a bote pronto “Oro negro” de Tino Casal, “Los niños de Dickens” (también de La Broma Negra), y la que sonó a continuación: “Rimas y leyendas”. Fetichismos líricos aparte, es una magnífica canción en forma de medio tiempo vigorizante, pegadizo y motivador. Me vengo arriba cuando la escucho. También molan las referencias historicistas que suelen ser habituales en Carlos. Aquí va un vídeo.
La séptima canción fue la primera en mirar hacia atrás en el tiempo, aunque no demasiado. En realidad siguieron dos canciones de “Amigos, Temo Que Ya No Estemos En La Tierra” (2015), unidas por un vínculo de melancolía muy características y que trajeron momentos de notable emoción. Estoy hablando de “La enfermedad del beso” y “Mientras ella cerraba las cortinas”, algo más roquera la primera y desolada la segunda, con una muy buena interpretación por parte de Carlos.
“Su decisión mi capitán” es por derecho propio un clásico consolidado de la banda y siempre una magnífica elección sobre las tablas. Pudimos disfrutar de una magnífica y enérgica rendición a cargo de un conjunto, creo intuir yo, que se iba sintiendo más cómodo sobre el escenario. El contrapeso pausado fue “Los hijos de las brujas”; con su aire de cuento de hadas consiguió aquietar el temperamento heredado de la canción anterior. “Los cuerpos celestes” es pura épica, y un momento perfecto para dar rienda suelta a la vena teatral de La Broma Negra. En la ecuación se juntaron los componentes de la expresiva actuación de Carlos, la vistosa performance danzante de Laura y en general el sólido sonido que la canción requiere. Siempre es un punto alto de los directos.
“Heridos” fue la continuación directa y perfecta en cuanto a intensidad, con sus clásicos y vivaces redobles de batería y la dramática melodía vocal. Incluso sonó más agresiva que en otras ocasiones debido a la adición del bajo y al buen nivel de la guitarra. La canción sonó expresiva desde el principio, merced sobre todo al sonoro rugido de Carlos en la intro. Como hidratarse es muy importante en cualquier esfuerzo, Carlos en particular y la banda en general se trasegaron no sé cuántas botellas de agua mineral, necesitando incluso hacer un llamamiento a la barra para que trajesen más provisión. No me extraña, si yo tuviera que actuar durante tanto rato necesitaría decalitros de bebida energética.

La oscuridad pausada llegó con “Amo al cantante, pero odio la canción”, una especie de dark folk de ritmo hipnótico que mejora con las sucesivas escuchas. Fue la manera de retomar “Los Extraños Tienen Los Mejores Caramelos” en su tono más reflexivo y decadentista; además es un ejemplo de la mayor participación vocal de Laura. Muy interesante. Retorno a la intensidad con la excelente “Protege tus secretos”, una canción siempre motivante y rotunda que me llevó a pensar en La Broma Negra como en una banda rock casi pura. En parte por el nuevo enfoque más orgánico y en parte por las características de la canción. Fue la segunda representación del disco “Desilusiones De Grandeza” (2012) que sonó.
Se echaba de menos alguna canción de “Joyas De Princesas Muertas” (2010) y en el tramo que vino a continuación nuestra hambre iba a ser satisfecha. Para empezar sonó “Los niños de Dickens” (¡Madrid de los Austrias!), siempre perfecta para corear con el público. Hubo un interludio para volver al último disco de la mano de “Rey cuervo”, canción pausada y melancólica con una notable aportación vocal de Laura acompañando a los dejes ligeramente folk. Fue segundo single, contrastando fuertemente con “Demonios en el jardín”.
Hora del baile y del regreso a “Joyas De Princesas Muertas” mediante la clásica “Cenicienta”, celebrada por los acérrimos de La Broma Negra (sospecho que lo éramos todos). Y a partir de aquí pone el turbo precisamente “Joyas De Princesas Muertas” con tres canciones seguidas más. Todas ellas curtidas en muchos directos y siempre disfrutadas; como efectivamente ocurrió una vez más. Nos referimos a “Balas para matar el tiempo”, “Cuidado con lo que matas” y “Nieto de maestro de escuela”; la primera más luminosa, la segunda muy beneficiada del bajo de Jesús y la tercera siempre emocionante (Víctor Prats me dijo que había visto a Carlos particularmente emocionado en un momento de esta canción, y es posible que así fuera) y con un punteo de guitarra, creo, algo distinto al usual.
Para cerrar el tracklist La Broma Negra fueron valientes. “Martín pescador”, que también cierra el disco, es una canción con unos arreglos casi célticos y algo barrocos difíciles de emular en el directo. No obstante el grupo superó con nota el reto y consiguió un buen acabado. Carlos, además, estuvo muy teatral fumando en pose casi desafiante.
Hablar del aspecto de una banda sobre el escenario suele ser un tema banal y escasamente interesante, pero en el caso de La Broma Negra a menudo es un elemento muy cuidado y parte importante del show. La primera puesta en escena de la nueva formación fue más sobria que en otras ocasiones, siendo lo más llamativo la vestimenta de Laura que según Carlos se correspondía con una virgen mexicana. De todos modos sí quedó algo de la buena y antigua teatralidad de la banda. En cuanto a los componentes de DMR, una vez acabó la música no tardamos mucho en salir. Nos hubiera gustado quedarnos un poco y hablar con el grupo y, de paso, saludar a los nuevos de a bordo. Sin embargo fue un día largo para nosotros y había cansancio. Ojalá la próxima vez haya ocasión. Sí departimos muy brevemente con Álex, presente en esta ocasión desde la pista y al que deseamos toda la suerte del mundo. Quisiera recalcar mi agradecimiento a la banda por facilitarme asiento y por ser siempre tan atentos con DMR. Espero que volvamos a vernos muy pronto.

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