El pasado 13 de noviembre se presumía un gran día a nivel musical. Me enteré que la gira que estaba realizando Kraftwerk por Francia con paradas en Lille o Marsella entre otras, tendría una parada en Grenoble, ciudad que se encuentra a unos 110 km de Lyon, donde paso varios periodos a lo largo del año. Y, ¿qué son 110 km para mí? Pues nada, así que compre mi entrada ilusionado de ver de nuevo al hombre maquina un año y medio después de su magnífico concierto en el Festival Nuits Sonores de Lyon, del que ya hicimos el correspondiente artículo en este blog.
Evidentemente poco podría haber cambiado el show de Kraftwerk en tan poco tiempo teniendo en cuenta el inmovilismo del grupo y que no han publicado absolutamente nada nuevo (su último trabajo de estudio “Tour De France Soundtracks” data nada menos que de 2003). Pero me equivoque en parte. Está claro que Kraftwerk sigue innovando en directo, cosa que hace mucho tiempo dejó de hacer en estudio. Me desplacé al lugar de los hechos, el MC2, MC por lo de “Maison de Culture”, edificio con un diseño como de nave espacial que parece que va a echar a volar en cualquier momento; ya nos gustaría en Madrid tener algo así donde se programan constantemente conciertos de interés, pero no tengo ninguna esperanza ya que viendo el perfil del equipo de gobierno de Carmena en cuestiones culturales estamos abocados al rock calimochero y lindezas del estilo.
Ya en la entrada de la sala que se encontraba dentro de la nave espacial, se agrupaba la gente esperando su apertura. A su lado el puesto de merchandising, que como siempre pasa en los conciertos del grupo acaba siendo devorado por los fans a la salida y eso a pesar de sus precios nada populares. Entramos en la sala que se llenó totalmente, lo cual tiene un mérito total ya que meter unas 2000 personas en una ciudad como Grenoble es como si Kraftwerk van a Burgos y llenan, pero bueno mejor que no vayan a Burgos que allí los fans de la electrónica están bastante tronados como pude comprobar en un festival donde actuó el ex-Kraftwerk Karl Bartos y que terminó con autobuses volcados y trasgos en un estado desatado provocado por las sustancias ilegales.
Llegan las ocho y con puntualidad casi perfecta se apagan las luces, nos enfundamos las gafas 3D y el robot nos da la introducción “Meine damen und herren. Ladies and gentlemen, heute abend, aus Deutschland, die Mensch-Machine, Kraftwerk”. Se baja el telón y aparece el cuarteto capitaneado por Ralf Hütter con sus trajes que son una mezcla entre la película Tron y Spiderman. Aunque puedan parecer ridículos, los propios trajes juegan con el efecto de las imágenes 3D sobre todo en temas como “Planet of visions” o “Aerodynamik”, pero no adelantemos acontecimientos.
Esta vez no empezaron con “The robots” como hicieron en el concierto de Lyon, sino que fue “Numbers” la encargada de inaugurar un gran concierto. Por supuesto le seguiría “Computer world”. La combinación de ambas canciones se ha convertido en todo un clásico en las presentaciones del grupo desde el año 91 en la gira “The Mix”.
El efecto 3D de los números abalanzándose sobre nosotros era digno de ver, así como el ordenador gigante en “Computer world”.
El grupo no dejaría este álbum y atacaría “Home computer” en una versión que se recrea más en los sonidos llegando en algunos momentos a parecer una jam electrónica mientras la letra queda reducida al mínimo. Sin dar ningún tipo de descanso llega “Computer love” en una versión que, aunque es más deudora de “The Mix”, también incorpora elementos de la versión original; es lo que me encanta de Kraftwerk que su falta de creatividad en estudio en los últimos tiempos la suplen con su inquietud por hacer de cada concierto una experiencia diferente a nivel de sonidos. No hay prácticamente dos conciertos iguales de Kraftwerk y por eso vale tanto la pena ir a verlos.
De repente una calculadora gigante invadió la pantalla. Era el turno de “Mini calculateur” versión en francés de “Pocket calculator” que el grupo mezcló al final con la versión en japonés “Dentaku”. Al final nos habían ofrecido todo el álbum “Computer World” para comenzar el concierto. Ahora tocaba el turno del álbum “The Man-Machine”. ¿Lo tocarían también entero? Pues casi. Empezaron con la canción que da título al álbum. Ver esas figuras en 3D inspiradas en la obra del artista ruso “El Lissitzky” es toda una experiencia. Entonces llego uno de los platos fuertes “Spacelab”, donde el fondo es una nave espacial donde se encuentra el grupo y vemos a satélites recorrer la tierra hasta poner el punto de mira en Grenoble, donde la nave espacial aterriza justo al lado del lugar de concierto (que también parecía otra nave espacial como hemos comentado). Se pueden imaginar la reacción entusiasta del público.
Para aprovechar tal euforia el grupo nos ofrece su mayor hit “The model”, una canción inevitable en sus shows y cuya representación en imágenes siempre me pareció pura clase con esas modelos en blanco y negro y que ahora serán abuelas o bisabuelas o estarán criando malvas. Tras este gran clásico de la música electrónica llegó “Neon lights” donde los visuales eran distintos tipos de luces de neón representando por ejemplo una farmacia, una discoteca, un hotel curiosamente llamado “Kristallo” (como una de las canciones de su olvidado álbum “Ralf und Florian” de 1973) y hasta pudimos ver el neón de un puticlub con la chica en ropa interior invitando a entrar.
En este punto las canciones de “The Man-Machine” dejaron paso al primer clásico del grupo y tema de una importancia total y absoluta en la historia de la música electrónica. Me refiero a “Autobahn”. Sin este tema de 1974, la historia de la música hecha con sintetizadores sería totalmente distinta y confieso que uno de los pocos motivos por los que me gustaría conducir un coche es para poner los 22 de minutos que dura “Autobahn” en su versión original. En Grenoble sonaría una versión más corta pero igualmente disfrutable y aplaudida por el público.
De “Autobahn” pasamos al álbum “Radiactivity” con el tema “Airwaves” en una nueva versión entre la experimentación electrónica y los ritmos más bailables; bien podría haber formado parte de “The Mix”. Tras ella la introductoria “Geiger counter” nos lleva directamente a otro de los momentos clásicos del grupo y del concierto: la propia “Radioactivity” en la versión que hacen últimamente en japonés e inglés introduciendo en la letra la palabra Fukushima en relación con el accidente nuclear ocurrido en Japón en 2011.
Tras una merecida ovación del público llegaron un par de temas del álbum “Electric Café” o “Techno Pop”, como ha sido renombrado en las reediciones. Así interpretaron la propia “Electric café”, una canción peculiar con ese vocoder un tanto exagerado y la letra en francés con una parte central en español. Le siguió “The telephone call” toda una sorpresa ya que no es una canción que toquen a no ser que presenten todo su catálogo en alguna de esas ciudades afortunadas como Londres, Nueva York, Los Ángeles o Paris entre otras. La versión que hacen en directo es toda una demostración de originalidad e inteligencia, basada en la versión “House telephone”. Se elimina totalmente la parte vocal que corría a cargo de Karl Bartos (es la única canción del grupo a la que puso su voz), añadiéndose un montón de samplers con timbres telefónicos y diferentes voces; el resultado en mi opinión es mejor que el original, siempre pensé que a esta canción lo que le fallaba era esa parte vocal que la llevaba a terrenos demasiado pop. El tema funciona mucho mejor como instrumental donde Kraftwerk tienen vía libre para experimentar.
Como no “Tour de France” haría su aparición en una versión que combina la versión de 1983 con toda la suite de la versión 2003. ¿El resultado? 15 minutos de pasión por el ciclismo, reconocibles melodías y samplers de bicicletas y aliento de corredores.
Y de la bici pasamos al tren, era claro que no podía faltar “Trans-Europe Express” con su clásica parte de metal sobre metal y ese tren virtual tan original. Las cortinas se cierran y Kraftwerk nos abandonan, pero solo momentáneamente.
La gente empieza a reclamar el tema “The robots”. Dicho y hecho: de repente empieza a sonar esa marcha robótica tan característica que todos conocemos, se abre la cortina y aparecen ellos, los robots, después de años en los que Kraftwerk los retiraron de escena para sustituirlos por el video con las imagines en 3D, han vuelto. Eso sí, cambiados: ahora visten el uniforme del grupo en la portada de “The Man-Machine” (camisa roja, corbata negra). Realmente tienen un aspecto mucho más humano que en versiones anteriores, tanto que en ocasiones parecen más humanos que los propios Kraftwerk; al menos se mueven más. Mientras los robots realizan su danza robótica, el grupo los controla desde fuera del escenario mientras suena la canción totalmente pregrabada, es el momento playback del concierto pero es un playback muy justificado.
Se cierran las cortinas y ahora sí aparece el grupo de nuevo para ofrecer “Aerodynamik” y “Planet of visions”, dos de las canciones más recientes del grupo (aunque las dos tienen más de una década), que serían muy bien recibidas ya con el público completamente rendido.
El grupo terminó como tenía que terminar con “Music non-stop” en su versión más larga incluyendo la suite completa con las partes “Boing boom tschak” y “Techno pop”. Como es habitual, el grupo fue dejando el escenario uno a uno de izquierda a derecha. El primero en hacerlo fue el videoperador Falk Grieffenhagen, que ocupa el puesto en escena que antes ocupaba el miembro fundador Florian Schneider, y es curioso el cierto parecido entre ambos pareciendo Falk una versión cuarentona de Florian.
El siguiente fue Fritz Hilpert, que antes de su salida nos ofreció su clásico solo de sonidos de percusión a través de ordenadores y demás maquinaria disponible en su consola.
A este le siguió Henning Schmitz con su solo de sintetizador de bajo.
Finalmente Ralf Hütter, único miembro fundador que queda en el grupo, hace su solo dibujando la melodía de “Music non-stop” y se despide con un “bonne nuit, auf wiedersehen” con un público que no paró de celebrar el espectáculo que acababa de terminar. Como es costumbre en el grupo no hubo bises, cosa muy de agradecer.
Al salir de la sala como era previsible, la gente devoraba el merchandising del grupo. Yo por mi parte me hice con una camiseta con los cuatro ciclistas de “Tour De France” sobre fondo negro bastante chula y es que hay que decir que Kraftwerk son perfeccionistas hasta para el merchandising, que es de un gusto exquisito y para todas las edades, no como la mayoría de los grupos que tienen un merchandising ridículo y propio de adolescentes aun siendo grupos viejunos. Con un gran sabor de boca salimos del MC2, contentos de haber visto de nuevo al grupo más influyente de todos los tiempos.
Kraftwerk es más que un grupo, es una obra de arte, un concepto, por eso funcionarían aunque no quedase un solo miembro original y el show lo hicieran los robots con un playback ¿Qué grupo podría hacer lo mismo? Desgraciadamente, al llegar al centro de Grenoble nos llegó la noticia sobre los atentados en Paris, algo que marcaría para siempre ese 13N que desgraciadamente no será recordado por el concierto de Kraftwerk. La mente humana es todo un reto a seguir investigando: mientras unas personas buscan pasar un buen rato disfrutando de la música, otras personas buscan matar a esas mismas personas.
Texto y fotografías: Alfredo Morales.