Variada y amena velada musical la que vivimos este pasado viernes en La Cocina Rock Bar, un local muy apañado para la música en directo (salvo por una columna que fastidia un buen ángulo de visión y que reduce su aforo útil de cara a ver el escenario). Variado porque la propuesta que ponían sobre las tablas VAM y Rockin’ Robin, distaba bastante en género entre una y otra, y también tanto a la puesta en escena. No obstante, esto no supuso que nos chirriase el programa, ya que en como bien dijo Un Pingüino En Mi Ascensor, “en la variedad está la diversión”.
Llegamos cuando todavía estaban en plena actuación el programa previo al nuestro, con los últimos acordes de Trapos Sucios, con un rock nacional de base, muy nuestro. Unos minutos después, y tras varios ajustes sonoros, tomaron el control de la sala Rockin’ Robin, ofreciendo un set list lleno de versiones de hits sobre todo internacionales, con algún guiño al repertorio patrio (“Estrella polar” de Pereza por ejemplo). Liderados por su solvente vocalista Lorena, estrenaban bajista para la ocasión (Sandra), y dispusieron un sonido muy bien conjuntado, sin fallos técnicos que dio lustre a su actuación. Lorena sobre todo, a mis oídos, brilló en “One way or another” de Blondie y en “Toda la noche en la calle” de Amaral, si bien no se amilanó y se atrevió incluso con “Should I stay or should I go?” de mis queridos The Clash.
Tras algo menos de una hora, llegaba el turno del cambio de set a favor de VAM, por quienes principalmente asistíamos al evento, sobre todo en pro de chequear el nuevo proyecto musical de un buen amigo después de un largo tiempo implicado en The Crow Project. Liderados por Javier “Crow” Arribas, se presentaron con un repertorio a partes iguales de covers y composiciones propias. Haciendo uso del humo como elemento misterioso de su presentación, dejaron en la noche una actuación realmente intensa, con un Javi en el micrófono, que solamente sufrió un fallo técnico en la 2ª canción, una cover del “Dani California” de Red Hot Chili Peppers. También cayó “Wicked game”, de Isaak, que me recordó más a la cover de HIM, y es que Javi me evocó en ciertos momentos al bueno de Ville Valo.
VAM tiene un sonido a prueba de bombas. Contundente en las cuerdas y percusión. Javi se mostró con una actitud que combinaba rabia, divismo y toque bohemio. Se bajó de las tablas para mezclarse con el público en alguna pista; público, por cierto, muy animoso y un poco pasados de frenada, pero sin causar ningún daño colateral, lo cual también sumó a una noche muy entretenida. Al final del show pudimos intercambiar impresiones con Javi al respecto. El evento fue un éxito. La sala tuvo un aforo que a ratos parecía que no admitía a nadie más, y un público que se dejó seducir por la intensidad y potencia de VAM y por el sonido más amable y amistoso de las versiones a cargo de Rockin’ Robin. Ahora Mariano González se extenderá un poco más. En lo personal, lo pasé muy bien. Mereció mucho la pena.
CRÓNICA (Por Mariano González).
A veces ocurre que los planes inesperados, aquellos que surgen de la aleatoriedad y no de la planificación, acaban siendo los mejores. Algo así pasó con este concierto cuando a unas tres horas de su inicio, Víctor Prats me invitó a asistir a la Cocina Rock Bar, merced a la acreditación que recibió DMR. Pero por muy repentino que fuese, me apetecía ir. Una de las bandas invitadas a tocar era VAM, el nuevo proyecto donde está embarcado Javi “Crow” Arribas. Javi es un viejo amigo de DMR y como suele pasar con los viejos amigos, aunque a veces tarden mucho en verse, de repente aparecen en cualquier lado, en cualquier esquina, para alegrarte el día.
Si son seguidores de largo recorrido de esta bitácora, recordarán que el anterior proyecto de Javier Arribas fue The Crow Project y que al respecto del mismo hay en DMR un análisis de un disco, una entrevista y varias crónicas de conciertos. Incluso Javi Crow fue contertulio en un par de programas. Debe ser, eso sí, de las pocas veces que asisto a un concierto a ciegas (sin haber escuchado previamente ninguna canción de los grupos), detalle éste que por sí mismo no tiene por qué ser malo. Uno de los síntomas de la melomanía es el interés en adquirir cada vez un bagaje más amplio de escuchas mediante el descubrimiento de nuevos grupos o proyectos. Lo único que sabía, por referencia de Víctor Prats, es que el sonido de la nueva aventura de Javi Crow era netamente distinto a The Crow Project. En concreto supone el abandono del techno pop oscuro, en la onda de Depeche Mode, para abrazar un sonido mucho más hard rockero, teniendo a The Cult como una de la referencias. En cuanto a Rockin Robin’ mi conocimiento sobre sus líneas maestras era absolutamente nulo. Y es en estas ocasiones, si la noche sale bien, cuando te llevas una gratificante sorpresa. Vayamos, entonces, por partes.
No es mala cosa ir cenado ya a los conciertos, de modo que quedamos una hora antes del momento previsto para el comienzo del evento para poder llenar el buche. Y así, los contendientes de DMR, (Víctor Prats, Susana Hernanz, y servidor) nos personamos en La Cocina con ese ánimo. Sin embargo nos indicaron que, paradójicamente, la cocina estaba de reformas y no había posibilidad de cenar allí. No pasa nada, allí cerquita cenamos los tres tranquilamente a base de raciones y tostas. Tan tranquilamente que al final acabamos volviendo a La Cocina unos minutos después de las 23:00, hora prevista para el comienzo del show. Al bajar al lugar de la sala de conciertos, estaban tocando una banda que en principio no nos constaba en el planing. Se llaman Trapos Sucios y aún tuvimos oportunidad de escucharles un par de canciones. Lo suficiente como para reconocerles un sonido de divertido, bailable y voluntarioso rock clásico. Sin duda un preludio vigorizante.
Como sigo acarreando problemas físicos me es imprescindible buscar acomodo en un asiento, de modo que nos colocamos en unas sillas que estaban colocadas en el margen derecho de la sala según se mira al escenario. Aunque la situación fue cercana a las tablas, estuvimos un poco escorados, con la consiguiente merma de visión. Ya siento privar a mis amigos de situaciones mejores y agradezco profundamente que estuvieran conmigo. Y llegamos, con un considerable retraso, a la actuación de Rockin’ Robin. Nada sabía de este grupo y las sensaciones fueron, la verdad, buenas. Se trata de un grupo de versiones de estilos variopintos, pero con especial querencia por el pop rock clásico. Son un quinteto formado por dos chicas (a la guitarra rítmica y a las voces una, al bajo la otra) y tres chicos (guitarra solista, teclados y batería) que trajeron consigo un repertorio, por cierto, muy de mi agrado. Ahora lo iremos detallando, pero fue una agradable sorpresa que las versiones anduvieran a caballo entre la reinvención y el estricto respeto.
Como ya verán, la mayoría de las canciones son cantadas en su versión original por voces masculinas, con lo que su reconversión a voz femenina inevitablemente cambia bastantes matices. En general con éxito, por cierto. Más allá de eso, la ejecución fue melódica, agradable y con un saludable toque de clasicismo. También, de vez en cuando, Rockin’ Robin pisaron el acelerador hasta el rock, cambiando cuando convenía el guante de seda por el colmillo.
Tal como decía antes, no podría poner prácticamente ninguna tacha a lo que tocaron. La cosa quedó como sigue: buena representación del rock clásico con “Have you ever seen the rain” de la Creedence, “A hard day’s night” de los Beatles, o “Don’t stop me now” de Queen. La música en español tuvo su aparición con “Estrella polar” de Pereza (para mí dieron en la diana, no soy muy fan de Pereza pero esa canción en concreto sí me gusta) y “Toda la noche en la calle” de Amaral; canción, creo, muy adecuada para el grupo. Una pequeña sorpresa fue la inclusión de la divertida “Accidentally in love” de Counting Crows, siempre simpática aunque sea por sus reminiscencia a “Shrek 2”.
¿Clásicos poperos? Claro que los hubo: la infalible “Black or White” de Michael Jackson, la magnífica y rasposa “One way or another” de Blondie, la ultrapegadiza “Waterloo” de Abba, “Video killed the radio star” de The Buggles y su ensoñación ochentera o The Clash y su celebérrimo “Should stay or should I go”; esa maravilla renacida para la generación millenial gracias a “Stranger things”.
¿Más cosas buenas? Una excelente: “Don’t look back in anger” de Oasis. A aquellos cuya educación sentimental musical parte de los noventa, esta canción casi consigue que afloren lágrimas a nuestros ojos. Y el remate del concierto tampoco estuvo mal: “Summer of 69” del primigenio y emotivo Bryan Adams. Lo que saqué en limpio de Rockin’ Robin es que tienen un magnífico potencial para el pop rock melódico, buenas maneras tocando y el entusiasmo de los proyectos jóvenes. Sus versiones tienen encanto y sería interesante verles cuando decidan escribir temas propios. De momento nos anunciaron que el próximo 12 de Mayo estarán tocando en la Sala Thundercat de Madrid.
Tiempo después para el clásico interludio dedicado al traspaso de trastos entre los grupos, amenizado por no pocas canciones de Elvis, y finalmente la esperada actuación de VAM. Lo notamos en cuanto empezó a sonar la magnífica banda sonora del “Drácula” de Coppola, a cargo de Wojciech Kilar. Este detalle es muy Javi Crow, recuerdo que una canción de The Crow Project se llamaba “Oceans of time”, en mención a la línea de diálogo de Gary Oldman (o sea, Drácula) que dice “he cruzado océanos de tiempo para estar contigo”. En fin, detalles.
Algunas consideraciones sobre VAM. Ya decíamos que hay que olvidar el pasado techno de Javi Crow, ahora está inmerso en una banda cuya enseña es el rock contundente, afilado como una cuchilla. La referencia a The Cult no es mala, es la resultante de mezclar hard rock con alguna reminiscencia gótica de los 80. Quizá tampoco anden lejos, por ejemplo, de The Mission. La voz de Javi, tan parecido a Dave Gahan de Depeche Mode, sonó grave y cavernosa, pero también gamberra, inquieta, expresiva; no dudó en recurrir a gritos, interjecciones y extrañas inflexiones vocales. Es muy fan de Peter Murphy y esa teatralidad quién sabe si es tributaria del líder de los extintos Bauhaus. El combo lo completan dos guitarras, bajo y batería. La banda sonó potente, eléctrica, dotada para el gancho a la mandíbula que saben propinar los buenos grupos de rock. El concierto de VAM fue el momento más visceral y poderoso de la noche. Y el ambiente estuvo a tono, mucha gente a nuestro alrededor se mostró entusiasta hasta la extenuación; muy dentro del concierto. La puesta en escena fue más oscura que la Rockin’ Robin y estuvo secunda por una abundante presencia de efectos de niebla. Le dio un halo misterioso a la actuación, pero nuestras fotos (ya lo sentimos) perdieron nitidez.
A la hora de ir desgranando el set list nos encontramos con una dificultad. Parte de él se compone de canciones propias que no hemos escuchado nunca y la otra parte de versiones de conocidos grupos de rock. De las canciones nuevas solamente podemos darles cuenta de la impresión que nos causaron, que por cierto fue buena. El registro de rock duro, desafiante y electrificado lo dominan al dedillo, lo que no les excluye de acercarse a los medios tiempos emotivos o a las baladas. Según vayan aumentando, estas composiciones se defenderán por sí mismas como un sólido bloque.
La parte de las versiones fue interesante. Una lástima que en la de “Dani California”, de los Red Hot Chili Peppers, las mezclas y la técnica de sonido no estuvieran a la altura y la voz de Javi se viera, literalmente, sepultada por el sonido de sus compañeros de banda. Aun así nos dio para comprobar que fue una versión llevada a su terreno, con un sonido menos “californiano”, si entienden lo que les quiero decir.
“It´s so easy” sonó a lo que tenía que sonar, a rock sucio y duro. Me gustó mucho que versionaran “In Bloom” de Nirvana, gran canción siempre a la sombra de “Smells like teen spirit” y “Como as you are”. La expresividad de Javi Crow en esta canción fue inquietísima y los riffs de guitarra sonaron, como mandan los cánones, muy afilados. Como bien me comentó Victor, VAM también sonaban un poco a los finlandeses HIM. Ambas bandas suenan eléctricas y sofisticadas al mismo tiempo; aunque sobre todo, el parecido se sustenta en el estilo similar de Javi Crow y Ville Valo. Todo esto se confirmó con la cover de “Wicked game” de Chris Isaak que hicieron VAM, pero que suena mucho más cercana a la que precisamente grabaron HIM en su primer disco. Sin duda uno de los momentos más destacados del concierto.
Otro regalito en forma de clásico fue la versión de “Louie, Louie”, todo un símbolo del desbarre y del desfase total en las jaraneras hermandades universitarias estadounidenses y el momento más extravertido, quizá, de la noche. Pura fiesta rock. Y aún quedaba otra más. “Seven nation army” de The White Stripes. Todo un temazo de rock clásico actualizado al siglo XXI, que ha sido reconvertido en el himno oficial de los fans de fútbol borrachuzos de todo el orbe, y que además ha sufrido toda suerte de pachanguiles remezclas. Afortunadamente con VAM primó un rock incontestable, con la banda enchufadísima y Javi Crow desaforado en las voces. Y con esto acabaron.
Fueron dos actuaciones de contrastes; gustoso clasicismo pop rock por parte de Rockin’ Robin y furia roquera por parte de VAM. No hay conflicto entre ambas nociones, sencillamente ambos mostraron solventemente sus mejores bazas. No podíamos irnos sin saludar y hablar un poco con Javi Crow, aunque solo fuera para felicitarle y agradecerle la acreditación. Conseguimos charlar un rato con él muy amigablemente, sobre el devenir del proyecto de VAM, el desarrollo del concierto y algunas batallitas de DMR. También fuimos presentados a otros componentes de la banda. Como colofón, una ronda de última hora en la barra de la sala de conciertos, mientras sonaban a toda piña varios himnos noventeros, y la sensación de haberlo pasado muy bien. Aunque ya lo hicimos en persona, es inevitable que también mencionemos en nuestra crónica el agradecimiento a VAM por la acreditación que nos permitió disfrutar de todo lo que han leído. No solo fue la música, sino el reencuentro de DMR con un compadre.
Fotografías y vídeos: Mariano González.
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