“La Sala But era una Fiesta”. Con este atraco a Hemingway podríamos resumir la actuación de Amatria en Madrid. La Sala But acabó bailando, coreando, cantando y aplaudiendo al ritmo que marcaba Joni Antequera (líder del proyecto) desde el escenario. A ello se presta su música, rítmica y danzarina en gran medida, que últimamente además se ha ido nutriendo de esencias latinas.
La electrónica cuenta mucho en Amatria y aunque podamos definir su música con adjetivos de tipo sintético (electropop, dance, techno, etc) el común denominador a lo que todo va a parar yo diría que es el pop. Ni más ni menos. Pop de saludables melodías y de concatenación de estrofas-estribillo de toda la vida; todo dispuesto con buen gusto.
Dentro del ciclo de conciertos Mad Town Days, a caballo entre Madrid y Barcelona, fuimos acreditados para ver a Amatria pensando, como así fue, que sería una buena ocasión para disfrutar de una buena velada de indie español.
Cuando llegué a la Sala But, sobre las 20:45, ya se podía palpar un ambiente razonable que fue in crescendo progresivamente; como suele pasar acusadamente en los conciertos entresemana. Como continúo cojo lo primero que instintivamente busqué fue el puerto seguro de un lugar donde poder sentarme, cosa que resulto fácil pues en los flancos y en el fondo de la sala hay un banco corrido para tomar asiento. Buena parte de él estaba ocupado y calibrando las variables “visibilidad” y “disponibilidad” me coloqué más o menos al fondo de la sala.
La cosa llevó retraso. La actuación estaba programa para las 21:00 y finalmente el concierto debió de comenzar alrededor de las 21:30. A esas horas el ambiente era ya formidable, para bien de Amatria, pero no tanto para mí pues tenía una pequeña muralla de gente muy próxima que me dificultaba la visión. Cosas del directo, oigan.
El repertorio, ya lo adelanto, se sustentó exclusivamente en canciones de sus dos últimos discos: “Amatria” (2015) y “Algarabía” (2017) (más una cosilla más). En el escenario tres personas; Joni Antequera encargado de un teclado, de las programaciones y guitarras acústicas; de apoyo un batería y un guitarrista que lució durante todo el show una guitarra eléctrica de doble mástil. El baile comenzó con el primer tema del último LP, la fenomenal “Discordia”; una de esas canciones que aúnan el baile y el ritmo con la introspección. Fue una buena señal que él público coreara y se moviera al compás desde el mismo inicio.
Las dos siguientes canciones nos retrotraen a su disco “Amatria”. La exultante, sobre todo en la música, “Me falta algo” (a estas alturas quizá un pequeño clásico para los fans) y la más reflexiva “Hay miedo”. Ya más entrados en calor, la conexión se confirma que funciona; Joni saluda al público y el público, a su vez, se muestra receptivo.
La siguiente canción, según nos dijo Joni, nunca la había tocado en directo, de modo que nos llevamos a la saca una muestra inédita en directo. Se trata de “Tú”, correspondiente al sector melancólico del último disco de Amatria. Sonó igualmente bonita, pero yo diría que con más “beats” que en estudio. Ya lo decían Ultravox aquello de “Bailar con lágrimas en los ojos”. ¿Cómo resistirse a esos tecladillos estilo Casio de “La Buhardilla”? Y sobre todo a ese inconmensurable acercamiento al pop que siguió manteniendo en movimiento a los asistentes. Y si no, vean el vídeo.
Fusionada con la anterior canción vino enlazada “Lobo”, momento funk de la noche y segundo elemento de lo que, a su modo, fue una pequeña suite. Joni nos anuncia que ha llegado hora de una rumba, de modo que en consecuencia sonó “Siempre que quiera”, que por muy rumbera que sea pertenece al sector reflexivo de su último disco. Joni cada vez estaba más parlanchín y entre canción y canción nos daba alguna pista de lo que iba a sonar o bien nos contaba el germen de algún tema.
Algo así sucedió con “El coche fantasma”, canción particularmente positiva y luminosa y por ello bastante apta para los directos. Personalmente uno de los momentos más divertidos de la noche.
Algo más sesuda es “Además”, pero no deja de ser un vigoroso medio tiempo que engrosó la cuenta de canciones del disco “Amatria”. “Un poco de fe” es una mezcla de sensaciones, algo meditabunda y apagada en las estrofas y positiva y resplandeciente en el estribillo. Además contó con un cantante adicional, invitado por Joni para subirse al escenario. Lo que nos lleva a otro de los momentos clave de la noche. Hace poco Amatria ha estrenado un nuevo single. “Un alud”, que es una canción entre lo acústico, lo electrónico y la influencia latina en las bases, pasa por ser una canción hermosa y cuyo sencillo estribillo “es un alud de luz” viene que ni pintado para los directos. Esta canción está hecha a pachas con el dúo Delaporte, formado por Sandra Delaporte y Sergio Salvi, que no podían perderse el evento de ayer de ninguna de las maneras. Joni nos invitó a invocarles para que salieran al escenario e interpretaran “Un Alud” con él. Dicho y hecho. Es muy destacable la actuación de Sandra Delaporte que con un desparpajo vivaracho y casi huracanado dio un brío enorme a la canción. Vean el vídeo de la canción.
Lo que escuchamos después fue una canción con nombre de ansiolítico, “Atarax”, que a pesar del título puso a bailar a la gente en uno de esos momentos en que Amatria maneja tan bien la electrónica. La noche avanzaba y antes de dar paso ya a los bises vino una de las curiosidades de la noche; una canción instrumental convirtió a la Sala But en una discoteca químicamente pura. Nos referimos a la interpretación de “Humanos vs. máquinas”, cierre del último LP de Amatria y, que tras comenzar suavemente a base de arreglos de cuerdas, acaba progresando en un auténtico pelotazo dance. Joni estuvo muy intenso manejando ritmos y sintes mientras nos arengaba a bailar. Y a fe mía que encontró respuesta.
Y los bises fueron todo trallazos dentro del repertorio de Amatria. Todos cinéticos, contundentes, rítmicos. Astutamente alineados para crear un subidón. La serie empezó con la frenética “Animal”, que a pesar de ser un tema reciente parece ser ya una canción imprescindible. Además, este tipo de música con letras vitriólicas suelen tener buena acogida. Más acción todavía con “El golpe, coreada con por un público ya extático, sencillamente entregado.
Pero Amatria sube la apuesta con el que es su mayor éxito hasta ahora, “Chinches”. Allá por 2015 contó una gran cantidad de reproducciones y desde entonces es probablemente su canción insignia. Y como estilística pop es una canción incontestable, construida, casi esculpida, para ser tarareada. Es fácil imaginar que el recibimiento fuera apoteósico. Tanto, que casi pensé que el concierto acabaría allí, con esa nota altísima. Pero faltaba algo. Algo que, yo por lo menos, no había visto nunca.
La canción que quedaba era “Encaja” y efectivamente la había pasado por alto como canción que casi a la fuerza tenía que caer. Lo que no podía esperar es que subiese al escenario a otro invitado. Su madre. Es la primera que veo a un artista cantar con su madre sobre las tablas. Aunque mirándolo bien está justificado porque en la versión de estudio la madre canta un fragmento: “Joni sal a bailar”. Con tan divertida sorpresa se acabó el tracklist de la noche, pero antes de irse Joni nos dijo que quería que escuchásemos algo. Y en ese momento comenzó a sonar “Me sube la bilirrubina” de Juan Luis Guerra, del cual Joni es admirador confeso.
Aunque tuvo sus momentos introspectivos o levemente melancólicos, la actuación de Amatria fue algo que sabe a hedonismo, a fiesta, a pop. Ese sabor me dejó al menos. Está bien, porque de ese modo sales con la sonrisa puesta.
Texto, fotografías y vídeos: Mariano González.
Texto, fotografías y vídeos: Mariano González.
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