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lunes, 19 de noviembre de 2018

Concierto The Coral. Madrid (16-11-2018)

Mis flirteos con The Coral tienen ya unos añitos y el concierto del Son Estrella Galicia, en el club Changó, ha desempolvado de mi memoria recuerdos un tanto dispersos. Allá, a principios de los 2000, M80 tenía una serie de locutores y programas dignos de una auténtica época dorada. Hablo de Julián Ruiz, Santi Alcanda, el añorado Ángel Álvarez o Rafael Abitbol. Éste último tenía un programa vespertino llamado “La Música Que Viene” donde, como su propio nombre indica, se comentaba la actualidad musical. Muchos de los artistas que ahí aparecían eran de calado indie, alejados de las cadenas generalistas; así, por ejemplo, descubrí cosas interesantes como Mando Diao p.ej. Y también a The Coral.
Todo empezó con su debut homónimo de larga duración en 2002, donde había un puñado de canciones efervescentes, locas, fumadas y muy divertidas. Rafael Abitbol programaba las que a la postre han sido dos grandes clásicos de la banda “Goodbye” y “Dreaming of you”. Al año siguiente “Magic And Medicine” ponía encima de la mesa otro buen puñado de canciones, igualmente divertidas pero más reposadas. En “La Música Que Viene” solía caer “Don`t think you’re the first”. De los discos posteriores me gustaron, p.ej, “The Invisible Invasion” (2005), donde Geoff Barrow de Portishead aportó, desde la producción, un sonido más oscuro y atmosférico. Reconoceré que en diversos puntos de su carrera, como últimamente, los tenía un poco desatendidos; así que este concierto es, en cierto modo, la recuperación de un idilio.
Basta de añoranzas. Dentro de la serie de conciertos del Son Estrella Galicia, en todo el ámbito nacional, en el club Changó tocaban de The Coral. Me avisó mi buen amigo Víctor Prats, quien a través de Pablo Sotés, consiguió acreditarme para el evento; por lo tanto es de justicia que les muestre mi total agradecimiento a todos ellos.
Llegué pronto al lugar al club Changó. La apertura de puertas estaba anunciada a las 20:00 y yo me personé alrededor de las 19:50. Todavía no se podía acceder y como no puedo permanecer mucho rato de pie, a causa de mis taras físicas, decidí plegar velas ligeramente y sentarme en las escaleras del anejo Teatro Luchana mientras no perdía ojo de lo que acontecía en la puerta del Changó. A eso de las 20:10 o 20:15, veo con gran sorpresa que la banda llega tan tranquilamente por la calle y accede a la sala; de inmediato se franqueó el paso a todos los que esperaban, y yo, finalmente, me infiltré como acreditado dentro del recinto.
El ambiente era todavía escaso, apenas unas cuantas personas paseando por un recinto bastante cuco para un concierto. Afortunadamente para mi condición física, había en los flancos de la sala unos sillones donde se puede reposar de perlas sin estar lejos del escenario. Para amenizar la espera, sonaron canciones de p.ej The Yardbirds, la Velvet Underground o Cream. Cerca de las 21:00 comienza el concierto. La sala ya ha ido tomando ambiente y color, cosa que está muy bien pero que a mí me dificultaba un poco la visión y por ende sacar las mejores fotos posibles. Finalmente el aforo estuvo a la altura y el ambiente de concierto era muy palpable.
La alineación titular fue la que sigue: James Skelly en las voces y guitarra rítmica, Paul Duffy en el bajo y en las segundas voces, Nick Power en los teclados, Ian Skelly en la batería y Paul Molloy en las guitarras principales. En las percusiones adicionales estuvo Jack Prince.
La primera canción fue, adivinen, una patada en la puerta; “Sweet release” de su último disco “Moving Through Dawn” (2018). O lo que es lo mismo un rock eléctrico, musculoso y dinámico totalmente adecuado para comenzar el recital. Más guitarrera si cabe pero más sinuosa fue “Chasing the tail of a dream” del álbum de 2016 “Distance Inbetween”. Estas dos canciones muestran la faceta más roquera del grupo, de un atractivo estilo retro y sin olvidar un saludable toque psicodélico.
Hora de mirar más atrás en el tiempo con el pop exquisito de “Something inside of me” del muy aprovechable “Invisible Invasion”; sin duda un contrapunto a la pasión roquera del inicio. La electricidad fue más intensa de nuevo con “Outside my window” del “Distance Inbetween”. A continuación vino una seguidilla de canciones de relativo sosiego y altos vuelos melódicos a base de un buen pop rock melódico con toques folk aquí y allí. La bucólica “Jacqueline” del disco “Roots And Echoes” (2007) comenzó este tramo para luego dar paso a dos canciones del gran “Magic And Medicine”; en concreto “Pass it on” y “ Bill McCai”, dos viejas y agradables conocidas. Para remate una de las canciones más puramente pop y más encantadoramente pegadizas de The Coral, “In the morning”; un excelente nexo personal con recuerdos de hace más de una década y de la que grabé este vídeo.

“Holy revelation” fue la vuelta a la electricidad de su penúltimo disco y el retorno de un sonido más bronco pero más energético. Es curioso como en estudio la parte vocal me recuerda a Beck, si bien en directo no fue tan así. Dos canciones más del mismo álbum siguieron a continuación, mostrándonos que pueden manejar la psicodelia de muchas maneras; “Miss Fortune” de una forma relativamente atmosférica y “Million eyes” con un talante más eléctrico, aunque incluye un curioso interludio instrumental. La única representación del disco “Butterfly House” (2010) fue la bicoca pop psicodélica de “1000 years”, buen punteo de guitarra añadido.
En este punto mi situación mejoró. Un empleado del club Changó, que andaba de ronda para comprobar que todo estaba en orden, se dio cuenta de que llevaba muleta y que cada vez había más gente alrededor, con la consiguiente pérdida de visión resultante, y se ofreció a acomodarme en la planta superior, de tal modo que pude ver el tramo final del concierto como si estuviera en un palco y con una visión extraordinaria. Desde aquí muchas gracias al personal del club Changó. Desde tan privilegiada posición pude ver como The Coral retomaban su último disco con dos piezas encantadoras de buen pop rock clásico, “Eyes like pearls” y “Reaching out for a friend” (esta última una de mis favoritas de su repertorio reciente) y un corte más complejo y roquero, con un buen solo de guitarra, como la muy interesante “Stormbreaker”. Y tras esto… los bises.
A estas alturas me extrañaba que no hubieran tocado nada de su disco debut, lo cual me hacía suponer que dejarían alguna perla de esa obra para rematar correctamente el tracklist. Y vaya que si acerté. Para empezar, la primera canción del retorno al escenario fue la inconmensurable “Goodbye”, una de sus canciones que me resultan predilectas desde hace muchísimo tiempo. Yendo a por todas, la banda interpretó de manera espléndida este corte enérgico y loco, alargando de forma antológica el chiflado interludio instrumental haciendo una exhibición que hubiera admirado el propio Syd Barret. En total alargaron la canción hasta el doble de su duración, regalándonos 8 minutos de pura viveza musical. Si no me creen vean el vídeo.
Todas las apuestas, que seguramente todos los presentes nos hacíamos internamente, apuntaban a que cerrarían el concierto con, probablemente, su canción más conocida. Y así fue; “Dreaming of you” sonó frenética, arrasadora, saltarina. El pública venía con la inercia de la canción anterior y con semejante plataforma de lanzamiento todo fue entusiasmo y jolgorio. Y así, con público y banda compartiendo entusiasmo, llegamos al final del evento.
En total fue un concierto de algo más de una hora que no concedió ningún momento sobrante y mostró las diferentes facetas que han caracterizado hasta ahora a The Coral. Pudimos escuchar pop rock de manual, apuntes folk, psicodelia juguetona y rock visceral, pasados por el túrmix de un grupo que siempre tuve la sensación que mereció más atención. Sea como sea nos queda el consuelo de sus conciertos. La actitud sobre las tablas fue muy digna; el más expresivo en movimientos y soltura fue posiblemente el bajista Paul Duffy; como ligero contrapunto James Skelly se mostró más comedido, acaso era una pose, y tranquilo en el micro; si bien tuvo sus momentos más extravertidos. Curioso como entre canción y canción siempre soltaba “Next one!”, a veces añadiendo el nombre del siguiente tema.
Eso son ya sutilezas, para mí fue un placer volver a poner a The Coral en mi vida. Por ello reitero mi agradecimiento a Víctor Prats por confiar en mí para cubrir el evento y a Pablo Sotés por haber hecho las gestiones oportunas para la acreditación. Fue una buena noche.

Texto, fotografías y vídeos: Mariano González.

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