ANTECEDENTES E INTRODUCCIÓN.
Recientemente Bunbury ha dado a conocer que abandona los escenarios, de modo que
me rondaba por la cabeza estos días que mi próximo artículo estuviese relacionado con él. Podría haber elegido un disco suyo en solitario (aunque ya comenté “RadicalSonora”), pero como vocalista creo dio sus mejores momentos con Héroes Del Silencio. En su momento ya escribí sobre “El Espíritu Del Vino” (1993), de modo que opto por elegir “Senderos De Traición”. Lo cual no es una decisión inadecuada. La voz de Enrique es un activo valiosísimo del disco. En cierto modo, sin menospreciar al resto de la banda, es un disco muy de vocalista. En posteriores álbumes, más duros y barrocos, la instrumentación será un elemento cada vez más importante. Lo cual no debe hacernos pensar que el resto de la banda no tenga importancia en este disco. Pero ya lo iremos viendo.
La banda zaragozana no quedó demasiado contenta con la producción de su primer LP, “El Mar No Cesa” (1988), A cargo de la misma estaba Gustavo Montesano, miembro de Olé, Olé, y la banda pensaba que no había sabido captar la energía del grupo dando como resultado un disco más blando y diluido de lo que quisieran. A título personal me parece una buena obra, con temas potentes como “Mar adentro”, “Flor venenosa” o “No más lágrimas”. Era, en definitiva, un disco de pop oscuro, de querencias casi góticas, pero con un sonido alejado de crudeza de la banda en directo.
Por fortuna para la banda Phil Manzanera, exguitarrista de Roxy Music, tuvo la
oportunidad de verlos en directo. Manzanera tuvo un flechazo con la música de Héroes Del Silencio y les propuso ser productor de su próximo disco. Y en esta ocasión la producción da más en el clavo. Más nítida, más directa, más enérgica. La clave está en la ecualización entre el sonido del directo y el del estudio. La banda gana en agresividad, y por primera se aproxima al hard rock predominante de los siguientes
discos. Se pueden ver en “Entre dos tierras”, “Hechizo”, “Decadencia”, “Oración”…
El disco tiene un toque épico bastante notorio. Las canciones son como gritos de guerra; suenan directas, desafiantes, enforzadas. La voz de Bunbury, entre barroca y arrogante canta con una convicción descomunal, como si estuviera a cada paso dando la última nota de su vida. También el resto de la banda evoluciona. La parte rítmica, sostenida por Pedro Andreu y Joaquín Cardiel suena más compacta, y cortante. Juan Valdivia mete guitarras más duras, punteos de lo más interesantes, y añade un sentido del equilibrio entre los acordes atmosféricos, misteriosos, cristalinos, y los descaradamente eléctricos.
Aunque yo sea más propenso al exceso del peculiar “El Espíritu Del Vino”, barroco
como pocos, “Senderos De Traición” en conjunto es su obra más sólida y regular. Uno
escucha las canciones como himnos, como pequeñas llamadas a la acción. Pero todo
ello mezclado con la sensación enigmática y misteriosa que desprende la música de los zaragozanos y las crípticas letras de Bunbury. Es un disco que ha envejecido bastante bien, y todavía conserva fresca esa insolencia barroca de Héroes Del Silencio.
ANÁLISIS DEL DISCO.
1. “Entre dos tierras”: Sobresaliente forma de comenzar un disco. Cualquier persona que haya escuchado mínimamente la radio a lo largo de su vida conocerá a la perfección esta canción. Y, sin embargo, no se gasta. Sigue moviéndonos a cantar a voz en grito cada vez que la escuchamos. La consecución de un himno a partir de varios elementos. Desde los acordes sueltos y reverberados del inicio, pasando por el arrasador estribillo, el estupendo solo de Juan Valdivia. Seis minutos realmente ambiciosos, impactantes y perdurables. Una de las joyas del rock en español. Incluso se hace perdonar que la letra incluya la línea “no seas membrillo”. Ojo, porque Rammstein han dicho que van a hacer una versión en su próximo disco. Ya se sabe del éxito que tuvieron Héroes Del Silencio en Alemania.
2. “El maldito duende”: De himno a himno y tiro porque me toca. Sigue siendo
poderosa sobre todo por la combinación del contundente ritmo de batería de Pedro
Andreu en la batería y la fiereza vocal de Enrique Bunbury. Es una épica elativamente
más comedida, pero que se aferra más a un sonido misterioso cuyo soporte son los
sencillos pero atmosféricos acordes de Juan Valdivia. Presuntamente la letra habla sobre el consumo de drogas. En cualquier caso, otro clásico de nuestro rock.
3. “La carta”: El disco continúa golpeando fuerte. No llega al estatus de las dos
canciones anteriores, pero “La carta” no está nada mal. Utilizando recursos sencillos y
directos la banda consigue hacer otro pequeño himno, aunque esta vez menos épico y
más melancólico. En nuestra cabeza se acaba quedando fácilmente el característico
punteo de Juan Valdivia entre estrofas y la trágica interpretación del estribillo por parte de Bunbury. Un medio tiempo brioso que no rechaza cierto sentimiento de
introspección.
4. “Malas intenciones”: El número más pop hasta el momento, y también del disco en
general junto con “Despertar”. La guitarra rítmica de Juan Valdivia suena mucho más
animada y la canción es perfectamente pegadiza. Por la temática de la letra, la canción
tiene un aire de rencor, de reproche a una ex o a alguien tóxico. Pero de todos modos
Bunbury se las apaña para acabar dando un remate teatral y manierista a su interpretación.
5. “Sal”: ¿Qué se puede decir sobre un interludio de veinte segundos? Bunbury susurra el título de la “canción” y unos acordes de guitarra dan paso a la siguiente canción, de la que es como una especie de preámbulo.
6. “Senda”: Esta canción es una buena representante de la vertiente más misteriosa,
cercana al rock gótico, de Héroes del Silencio. Tanto la voz como los acordes de
guitarra que adornan la canción tiene un toque pétreo, oscuro, inescrutable. La letra
tiene el tono alegórico y rebuscado de los textos de Bunbury, aunque seguramente hable de la necesidad de encontrar un camino adecuado por el que transitar durante nuestra vida. La melodía es buena, y eso toque oscurete le sienta bien, Una pequeña joya oculta.
7. “Hechizo”: La banda vuelve a la carga con los niveles de épica recargados al
máximo. La canción es absolutamente fulgurante, de echo es la canción más rápida del disco, y Joaquín Cardiel en el bajo y Pedro Andreu en la batería hacen un trabajo
magnífico. Bunbury se reserva algunos momentos realmente intensos, subiendo de nivel cada vez que llega el estribillo y rematando en una frenética cuenta atrás, quizá algo exagerada. Mención aparte para el trabajo de Juan Valdivia en la guitarra, hipnótico y cristalino en las estrofas, y eléctrico y potentísimo en el estupendo solo del último tercio de la canción. De las canciones donde Héroes ya flirtean con el hard rock. Ojo al uso que hace Paco Plaza en su interesante película “Verónica” de la extraña intensidad de esta canción.
8. “Oración”: Bunbury convierte en melodía sus cuitas religiosas y existenciales. Es una canción que tiene algo de delirante tanto en la letra (esas interpelaciones a Dios:
“¡Señor, no queda otra opción!”) como en la desmedida interpretación final con
Bunbury sacando vozarrón a grito pelao. La canción por otra parte, sigue una estructura que va de menos a más; va del medio tiempo inicial al intenso remate que combina las potente guitarras de Juan Valdivia con el desmelene de Bunbury.
9. “Despertar”: Para hacer de contrapeso al drama del anterior tema, esta canción es la
más melódica y luminosa del disco. Un muy buen tema pop, donde Bunbury por fin
parece que ha escrito un texto optimista, considerando cada día como una nueva
oportunidad de huir de lo malo (“todo se olvida al despertar una vez más”). Las
guitarras suenan risueñas y la voz de Bunbury es más dúctil que en otras canciones. No está nada mal.
10. “Decadencia”: Una de esas canciones que solo podían hacer Héroes Del Silencio. Un delirio místico-fatalista, donde nos perdemos un poco en el sentido exacto de la letra, mientras la parte musical va a toda leche. Un trallazo de hard rock con un potentísimo riff de Juan Valdivia y una importante atmósfera de intensidad. El grupo, en resumen, mostrando su faceta más aguerrida, barroca y teatral. En directo solían incluir algún medley de melodías, que podía ir de Elvis, a Radio Futura, pasando por Tom Waits, por lo que la canción se podía estirar casi hasta los diez minutos. Por no mencionar unos speech de Bunbury cuyo significado solo él sabrá cuál es.
11. “Con nombre de guerra”: Decir que es una balada igual es un poco exagerado, pero al menos cuadra con un enfoque de medio tiempo romántico. O casi. La letra habla de una prostituta y su encuentro con un cliente que parece encariñarse con ella. El inicio es curioso, con un jueguecillo entre el bajo y la batería que da paso a las guitarras, esta vez mucho más placidas, No entra entre las más llamativas, pero es un cambio de tono y tiene una atmósfera cuidada.
12. “El cuadro II”: Para cerrar el disco, Héroes Del Silencio deciden regalarnos una
extravagancia que incluso tiene su punto. “El cuadro” era canción de las sesiones de “El Mar No Cesa” que se quedó fuera del disco, probablemente por ser mucho más roquera que el resto de los temas. Puede escucharse en el disco “Rarezas” de 1998. Pues bien, ésta es una extraña versión de aquel tema inédito. Pero raruna. Empiez con un clavicordio como si de música de cámara o de época se tratase, a posteriori hay guitarras de sonoridad peculiar, partes grabadas al revés, y un Bunbury en modo teatral. El tono es oscuro en general, volviendo a esa especie de “goticismo”. La letra es para darle de comer aparte. Desde menciones a Andy Warhol, a cuadros donde las figuras danzan, y otros simbolismos que a sabe dónde quieren ir a parar. Reconozco que me gusta, y que es una forma peculiar de acabar el disco.
RESULTADO, CONCLUSIONES Y REFLEXIONES.
El disco fue un éxito enorme que se cimentó en “Entre dos tierras”, y su violento vídeo musical, y en “El maldito duende”. Dos canciones lo suficientemente clásicas como para opacar al resto del track list, de no ser porque es un disco sólido en casi toda su extensión. Muestra una banda más segura, más combativa, más atrevida. El corazón y el alma del disco bordean la búsqueda del himno, la canción que exalte al público, pero con una sensación de equilibrio total. En lugar de ser un disco ampuloso, es un disco enérgico, como una colección de píldoras eléctricas pero melódicas.
El siguiente paso quizá no sea tan equilibrado, pero me encanta. “El Espíritu Del Vino” es un canto al exceso y al barroquismo, de guitarras crudas y detalles heterogéneos. En 1995 se publicó “Avalancha”, un disco de hard rock puro y duro, no tan desmedido pero tampoco modesto precisamente. Por el camino nos fueron dejando “La sirena varada”, “La herida”, “Iberia sumergida”, “Avalancha”… Y después.. la despedida.
El año pasado se estrenó en Netflix un documental sobre Héroes Del Silencio bastante
interesante, y se publicó un libro (que no he leído) que tuvo bastante buena acogida.
Ello quizá sea síntoma de que sigue siendo una banda muy presente en el recuerdo de
los aficionados al rock. Del mismo modo que Enrique Bunbury puede reclamar su
puesto de honor con discos como “Radical Sonora” (1997), “Flamingos” (2002), o
“Hellvile Deluxe” (2008). Ahora parece que esa otrora potente voz se aleja de los
escenarios, así que solo queda agradecerle los servicios prestados.
Texto: Mariano González.
2 comentarios:
"Un delirio místico-fatalista"
Pues si, puede ser una de las definiciones características de Héroes (la más acertada que he leído), probablemente el grupo de rock español más importante de todos los tiempos...
Sin duda,Lume. Gracias por leer y contestar.
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