ANTECEDENTES E INTRODUCCIÓN.
Ya saben que tengo por costumbre meterme en materia en los primeros artículos por mi parte de reinicio de nuestra temporada de actividad con discos que me hayan acompañado este pasado verano, siendo consciente que debo un artículo al gran Javier Krahe, que en paz descanse y buen amigo de nuestro protagonista de hoy, pendiente desde el pasado verano. Hacía ya tiempo que accedía a “Hotel, Dulce Hotel” de Joaquín Sabina, pero por el motivo que sea ha sido este verano cuando le he dado un buen cate, sobre todo en un viaje itinerante de camino a, y por, las Rías Baixas.
Estamos ante un disco bisagra de alguna forma para Joaquín. Dentro de un sonido de producción muy anclado en los matices de aquellos años 80, este trabajo le supuso separarse de Viceversa y afrontar en solitario una primera consolidación de ese incipiente estatus de estrella que comenzaba a desarrollar. Además, este artículo viene unas semanas después de que Sabina triunfara en el Olympia de París, que curiosamente es uno de los pocos lugares que me dejé de visitar en mi coincidente viaje a la capital francesa también en el pasado agosto.
Estamos ante un disco simpático. Simpático por eso de que hay lugar para canciones que mejor tomárselas a broma. No obstante, hay buenos ejemplos del mejor Sabina y todo ello además se apoya en el éxito de “Pacto entre caballeros”; siempre he afirmado que un disco que cuente con un as en su setlist de esta talla es algo que le confiere bastantes puntos. Veamos qué contiene.
ANÁLISIS DEL DISCO.
1. “Así estoy yo sin ti”: El lp arranca de manera inmejorable al calor de “Así estoy yo sín ti”. Quizás con la canción más bonita de la obra y que de alguna manera podría anticipar lo que Joaquín compondría años más tarde en “Y sin embargo”, refiriéndome a ese símil en lo meramente musical. La letra en esta ocasión discurre a través de símiles precisamente expuestos por Joaquín para describir una situación de ausencia sentimental. Todo ello contado de forma levemente melancólica en el cantar de Joaquín, pero sin llegar a tonos que se indigesten, sino más bien en un tempo pausado que es fabuloso.
2. “Pacto entre caballeros”: Es turno para el ícono de este “Hotel, Dulce Hotel”. “Pacto entre caballeros” es uno de los más claros ejemplos rock de Joaquín Sabina. Se trata de una historia-leyenda, no totalmente confirmada al 100% por el propio Sabina, en la que narra cómo 3 quinquis le van a dar el palo (botín de 10 quinientas y un peluco marca Omega) y al darse cuenta de quién es (de ahí lo que comenté en la introducción del estatus de estrella que iba logrando Joaquín), le perdonan el atraco y se corren una buena juega con él. El final con el mítico “mucha mucha policía” forma parte irremediablemente del imaginario castizo, popular y musical.
3. “Que se llama soledad”: Retornamos de alguna forma a las pautas aportadas en el tema de apertura. No obstante, esta pista a mitad de camino entre un medio tiempo y una balada, no afronta de forma tan derrotista el mensaje de la ausencia. Y es que de alguna forma en esa idea que nos transmite la vida de gira o tour el título del disco, una de las cosas que pueden desprenderse en ciertos momentos tras los conciertos en la habitación pueden ser los que describe Joaquín tanto en esta “Que se llama soledad” como en “Así estoy yo sin ti”.
4. “Besos de Judas”: Giro al pop. Con “Besos de Judas” estamos ante la canción más pop genuinamente del disco, dejando de lado el rock o los medios tiempos y baladas presentados hasta ahora. Buen estribillo, directo, con buen aporte de los teclados y las guitarras del inseparable desde aquí hasta el presente Pancho Varona. Una pista agradable de escuchar y con buen sentido del ritmo. Activo de “Hotel, Dulce Hotel”.
5. “Oiga doctor”: Hablé de la simpatía de este disco en la intro y el primero de esos episodios viene en la hilarante “Oiga doctor”. Joaquín, que se tomó en su día muy a buen un arrechucho que le dio su salud diciendo que le había dado “un marichalazo”, no sé si esbozó esta letra cuando empezó a notar los primeros achaques. Resulta divertida y ligera. Su sonido instrumental por otro lado es muy paradigmático del Sabina de aquellos días.
6. “Amores eternos”: Apostando por los sonidos acústicos y melodías luminosas, “Amores eternos” se presenta como la canción más discreta del disco. Si alguna vez me he puesto a buscar paralelismos claros entre 2 buenos amigos que son Serrat y Sabina, creo que esta pieza es la que mejor podría haber sellado Joan Manuel de las que ha escrito Joaquín.
7. “Mónica”: Loquillo lo podría definir como un rock suave el estilo que Sabina nos ofrece con la canción titulada con nombre de mujer de la obra, “Mónica”. Buen uso de los acordes eléctricos. La letra nos muestra a Sabina en ciertos momentos algo canallas, muy marca de la casa.
8. “Cuernos”: Otro momento simpático de la obra es la especie de vodevil que supone “Cuernos”. Con unos coros agudos o en falsete en el estribillo, Sabina canta con descaro esta oda a la infidelidad para por otro lado compensar estados depresivos; y ciertamente quizás no sea mala solución en esos pasajes vitales echarse una canita al aire, dándose una buena alegría para el cuerpo. Tema menor, pero divertido.
9. “Hotel, dulce hotel”: La canción título, con la que se pone el punto y final a la obra, es quizás de mis favoritas del conjunto. Con cierto y lejano ritmo marcial en el estribillo, tiene un halo reflexivo que queda muy bien al final de disco. Es curioso el cambio melódico entre estrofas y el citado estribillo, el cual por otro lado se queda muy fácilmente en la memoria.
RESULTADO, CONCLUSIONES Y REFLEXIONES.
Este trabajo supuso un afianzamiento para Joaquín Sabina. Su imagen a nivel global crecía y quizás marca el inicio de un despegue definitivo que cristalizaría en el masivo “Física Y Química” de 1992. Después del cambio que suponía partir nuevamente en solitario al dejar de lado a Viceversa y el éxito que había tenido lo anteriormente realizado en compañía, parece que Joaquín salió bien reforzado y sin embargo Viceversa se fueron al poco a pique.
Es un disco de fácil escucha. Variado, con distintos Sabinas compositivos que nos ofrece un buen abanico de sus estilos creativos musicales. Hay lugares para medios tiempos, para alguna balada (si bien aquí no nos vamos a encontrar ninguna de las míticas de Sabina en ese territorio), momentos pop y rock en mayor o menor velocidad.
Destaca mucho el papel de “Pacto entre caballeros” dentro del disco, pero es simplemente una aproximación para que se metan de lleno en esta obra, que si bien no es perfecta y ofrece capítulos mejorables, sí que nos muestra un buen ejemplo del Sabina fresco y lúcido que campaba con desparpajo por el mundo cultural de la post-movida madrileña en la 2ª mitad de los 80. Dejen que el botones en formato de dibujo que acompaña a Joaquín, que está fumando, en la portada, les lleve las maletas y siéntense en los cómodos sofás del hall de este dulce hotel para disfrutar de sus capítulos musicales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario