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miércoles, 31 de julio de 2024

Concierto Bruce Springsteen & The E-Street Band. Madrid (17-06-2024)

Conseguimos entradas para el último de los 3 apabullantes días que Bruce Springsteen y su E-Street Band ofrecerían en el Nuevo Metropolitano, cosa no menor, ya que, como suele ser habitual, los tickets vuelan en estas ocasiones. Era una forma de cerrar personalmente el circulo con Bruce, ya que fue 21 años antes (en lo que es mi ecuador actual vital) cuando le vi por primera vez en el mismo sitio, pero con un recinto que estaba en estado embrionario, con la tribuna como única grada en aquellos días. Fue en el tour mundial de “The Rising” y en la vuelta de Springsteen a España en aquel mayo de 2003 tras su primer paso en noviembre por Barcelona en mítico concierto. Desde entonces, una vez más desde dentro en 2008 y otras 2 desde fuera escuchando (y finalmente viendo en parte) en 2012 y 2016. Tocaba volver a estar dentro.
Después de sortear colapsos del metro en Avenida de América (los pasillos previos al andén de la línea 7 estaban atestados y se veía una larga espera para poder montarnos en un tren) cogiendo un bus desde dicho intercambiador a Canillejas y andar los 20 minutos desde ahí al estadio, pudimos sentarnos en nuestros asientos a las 20.57h. Y esta vez el Boss no se retrasó tanto como en 2008, ya que a las 21.13h comenzaban a salir los componentes del directo de la E-Street band, con él en último lugar.
El concierto arrancó con Springsteen dándome un par de alegrías de inicio. No me esperaba “Lonesome day” (hay que tener en cuenta que me gusta ir a los conciertos desconociendo lo que los artistas van ofreciendo en su gira) y la cual no escuchaba precisamente en un directo de Bruce desde 2008; siempre he considerado a “Lonesome day” una gran canción para empezar un concierto.
Acto seguido metió “Cover me”, en un año en el que se cumplen 40 años del disco “Born In The U.S.A.” donde se incluye. Ya en su día la escuché a petición de un oyente y sus carteles en 2008, pero no por ello dejó de ser un pasaje muy agradable para mí, ya que desde la primera vez que escuché el álbum íntegro cuando me lo compré en 2002, me convenció claramente.
Confeccionó un show Springsteen que no ofreció parada hasta pasados más de 45 minutos. Seguía la fiesta con la acelerada “Night” del “Born To Run”. En el tramo inicial me resultó muy curioso y para nada esperado que se rescatara la fabulosa “Atlantic City” de “Nebraska”. Eso sí, la toma sonó como hubiera sonado si aquel disco de 1982 se hubiera grabado con toda la banda en el estudio y no de la forma desnuda que escogió el Boss para publicarlo en aquellos días. Ya a estas alturas, la asistencia me había merecido mucho la pena.
En otras noches no pasó así, pero en la última de las 3 de Madrid sí que se tributó a base de bien al “cuarentañero” “Born In The U.S.A.”. En el escrutinio aparecieron “Darlington County”, con su tono desenfadado, la íntima y cálida “My hometown” y el para mí otro de los momentos cumbre del show, “I’m on fire”; esta canción, de mis preferidas en general de la discografía de Springsteen, ya la escuché en la última de las ocasiones que merodeé en un concierto de Bruce, pero desde dentro no la había vivido. Fue una interpretación fabulosa, con Springsteen sublime en todo momento al micrófono, especialmente en los coros que él mismo hace en el tramo final; de esta forma, servidor iba sumando efectivos a mi grado general de satisfacción. Aquí inserto el vídeo que grabé.
Realmente “I’m on fire” se incluyó ya en el tramo final del despegue del concierto (que estamos hablando de más de una hora de actuación para entonces, ojo). Tras ese momento reflexivo del Boss con “Last man standing”, arreció la emotiva “Backstreets” y una “Because the night” con un tremendo lucimiento en la guitarra eléctrica de Nils Lofgren; menudo solo se marcó este señor, como ya vi en 2008.
Y en este pasaje o tramo final no desentonaron ni mucho menos “Wrecking ball” o “The rising”, y eso que compitieron con compañeras reputadas de discografía como “She’s the one” (otro acierto) y el latigazo exagerado que supuso el tocar seguidas “Badlands” y “Thunder road”.
Los bises casi ni se notaron, ya que Springsteen no terminó de marcharse nunca del escenario y ya con las luces del estadio encendidas, cosa habitual en los shows de la formación, y tal y como si estuviera el Atlético de Madrid disputando un partido nocturno, se nos apabulló con las “Born” seguidas. Primero fue la “In the U.S.A.” y luego la “To run”. No es preciso extenderse mucho con ellas. Sonaron canónicas, como debe de ser, y evidentemente la respuesta de las casi 60000 almas que allí estábamos, la acogimos con fervor y entusiasmo. Se seguía metiendo mecha al disco de 1984 con “Bobby Jean” y “Dancing in the dark”, a la cual recibo siempre con mucha alegría, ya que fue la canción que, junto a “Streets of Philadelphia”, me hizo engancharme a Bruce Springsteen.
No podía faltar ese final de fiesta que es la versión del “Twist and shout”, pero en esta ocasión Bruce nos guardaba un epílogo en forma de “I’ll see you in my dreams”, nuevamente con las luces generales apagadas y con Springsteen ya solito en el escenario interpretando esta bonita pieza. Y con esto termino de comentar canciones y sus momentos en el show. Evidentemente, hubo mucho más, entre ellas clásicos de talla enorme como “Hungry heart” o “The river”.
El sonido he de apuntar que en al menos los primeros 30 minutos fue horrible. Quizás fue solamente en nuestra zona, situados en la grada alta y a lo mejor fue el efecto de rebote de la cubierta voladizo del estadio. Luego, no sé si fue que se me amoldó el oído o que solucionaron el asunto desde la mesa técnica, ecualizando mejor la mezcla. Springsteen estuvo arrollador. 74 años para él no son nada. Estuvo a la altura de su leyenda, dirigiendo no solo a su banda, sino también a la audiencia en tanto a los vaivenes de brazos y demás. A ratos intenso, a ratos reflexivo y ratos guasón, sobre todo cuando en el bis bromeó con la idea de que el público no quería más actuación y querían irse a casa; ahí contó con la colaboración de Steven Van Zadt y Max Weinberg.
Estos 2 fueron de los más destacados de los músicos. Max desde su batería tocó con tremenda intensidad y aplomo; es brillante el desempeño de este profesor de universidad cuando se sienta en su batería. Steven tuvo sus momentos de protagonismo cuando se ponía mano a mano con Bruce y otros de saber quedarse en un 2º plano. Roy Bittan en sus teclados parecía un artesano de la música, con un domino muy claro y una ejecución de sobriedad pasmosa. Faltó Patti Scialfa, a la que confundí durante todo el concierto con la corista Lisa Lowell, pero me extrañaba que no cogiese la acústica para ponerse más cerca de su marido. Mi amigo César San Miguel me aclaró este aspecto telefónicamente al acabar el concierto.
Realmente estoy muy satisfecho de haber asistido a la fecha que más me hubiera gustado por repertorio en estas giras de fechas múltiples de 2024, tanto con Depeche Mode como con Bruce Springsteen. Viendo el setlist de los días distintos al que yo asistí, he de decir que me hubiera dado rabia ver como muchas de las canciones que viví, de otra forma me las hubiera perdido. Realmente eso es muy de agradecer, ya que si bien Depeche Mode son más troncales, Bruce ofreció un notable cambio de canciones en cada una de las 3 fechas que actuó en Madrid, lo cual, para algunos que asistieron los 3 días (que los hay), es algo más que deseable y que no es tan común que hagan las formaciones (junto a Bruce, The Cure y Morrissey, quizás).
También, como en el caso de Depeche Mode y en el caso de Bruce más claro, ya que es más mayor que los de Basildon, te queda un cierto poso de melancolía ante el hecho de que quizás sea la última vez que haya visto a Bruce Springsteen en directo. Mientras que haya vida habrá esperanza y siempre podremos pensar en que esta vez haya sido la penúltima. Terminado el show, y dando una vuelta por la zona del metro para ver que eso estaba imposible, retomé el mismo camino que hice en 2003 para llegar a la zona de Canillejas. Curiosamente, las sensaciones fueron muy parecidas a aquella ocasión, de alta satisfacción por lo vivido, intentando no pensar en la melancólica idea de que quizás haya cerrado mi círculo personal con el Boss en directo. Si así fuera, no se me ocurre un concierto con un repertorio mejor para despedirse (quizás “Brilliant disguise” y “Streets of Philadelphia” si me pongo exigente).

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