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viernes, 2 de diciembre de 2022

The Kinks - Something Else By The Kinks (1967)

ANTECEDENTES E INTRODUCCIÓN.
La influencia de The Kinks arroja una sombra extensa y diversa. La banda fue creada a principios de los años 60 y sus ecos se pudieron escuchar posteriormente en varios momentos de furor de la música británica. Por ejemplo, en el mod revival de finales de los 70, con The Jam a la cabeza- La parte mollar del Britpop incluyendo a Blur (sobre todo ellos) y a Oasis no hubiera sido la misma sin The Kinks. Pero también encontramos influencia en lugares diversos como Van Halen u Oingo Boingo.

De hecho, los primeros compases tuvieron algo de revolucionario. La forma salvaje de tocar de Dave Davies en “You really got me” y en “All day and all of the night” se considera el punto de partida del hard rock. Esta vehemencia casi de garaje se fue disolviendo según pasaban discos, y ya en “Face to Face” (1966) había muestras de las delicatessen melódicas aún por venir Something Else By The Kinks (aunque se le suele llamar únicamente como “Something Else”) es la culminación de esta evolución. Hay quien habla de pop barroco, definición que a mí se me antoja lejana, y más apropiación, p.ej, para los Beach Boys o el “Sargeant Peaper’s” de los Beatles.

Sí es cierto que en el disco que nos ocupa, los arreglos son más sofisticados, variados y pulidos. También hay variedad, lo mismo hay pop rock, psicodelia, bossa nova, music hall… También podemos encontrar una de las características definitorias de The Kinks, las inteligentes e irónicas letras de Ray Davies, un artista bien dotado para la observación y el comentario social. En este apartado, Ray se centra en la sociedad británica de los años sesenta consiguiendo unas letras realmente logradas.

Por lo demás, la formación es muy clásica, destacando los hermanos Davies, que por cierto, como otros hermanos del mundo de la música, muchas veces se han llevado como el perro y el gato. Completan la banda Peter Quaife al bajo y Mick Avory en la batería. EL peso de grupo recae sobre los Davies, particularmente sobre Ray, pero no hay que olvidar la guitarra de Dave Davies y algunas canciones suyas en su faceta como compositor.

“Something Else By The Kins” tuvo dos singles exitosos como “Waterloo sunset” y “Death of a clown” La cuestión es que a pesar de ello el disco fue un fiasco comercial y no cubrió las expectativas iniciales. Con el paso del tiempo la consideración del disco fue ganando adeptos hasta ser uno de los favoritos de los fans de la banda y quizá el remate de un punto de inflexión donde los músicos fueron ganando en madurez.

No es además un disco largo de escuchar. Son alrededor de 36 minutos que se pasan en un suspiro es base a sus relucientes melodías y cierta variedad. Además existen ediciones deluxe con un montón de canciones adicionales destacables como “Autum almanac” o “Wonderboy” (interesante de escuchar para ver de dónde sacaron Oasis la entradilla del estribillo de “She´s electric) Si disfrutan del pop de raigambre británica este disco es pura ambrosía, y una cita ineludible con las maravillas de los años 60.

ANÁLISIS DEL DISCO.
1. “David Watts”: Una muestra de la capacidad de The Kinks para la melodía pop y las melodías tarareables, usando elementos sencillos. A ver cómo se quita uno de la cabeza el “fafafafa”, el piano persistente como base, o el ritmo pertinaz de la batería de Mick Avory. Se trata, en fin, de una canción divertida, jaranera, pero asentada en buenas melodías. La letra se inspira en un amigo del instituto de los hermanos Davies que era un cúmulo de virtudes y maravillas (era buen estudiante, el capitán del equipo, etc). Algo más de una década después The Jam hicieron una fiel e interesante versión.

2. “Death of a clown”: Esta canción solo podrían haberla hecho The Kinks. Es una mezcla de canción de taberna, melancolía y de pop de manual. Tiene muy buenos detales, desde el piano con eco inicial, el “lalala” que sirve de puente a un estribillo pluscuamperfecto... La canción la canta en esta ocasión Dave Davies, en lo que sería su debut en solitario, pero que a la vez está incluida en este disco. Ray Davies también ayuda en la composición. La letra nace de la rutina de la banda concierto tras concierto, hasta el punto de que Dave Davies se veía como parte de una especie de atracción de circo.

3. “Two sisters”: De esta canción llama la atención la variedad instrumental, donde se incluye un clavicordio que da la sensación de pop barroco, exquisitamente arreglado. La melodía no es tan exultante como en las dos canciones anteriores, pero tiene un gran sentido de la musicalidad. Es una breve pero sabrosa píldora musical. La canción nos habla de una sacrificada ama de casa que siente celos de la vida despreocupada y superficial que lleva su hermana.

4. “No return”: Nuevo viraje musical. En esta ocasión la música toma forma de bossa nova. Están casi todos sus elementos: los característicos acordes de guitarra acústica, la voz suave, la cadencia cálida. Algo nada estándar para una banda británica de la época. No tan pegadiza, pero sí agradable, y aporta variedad al conjunto.

5. “Harry rag”: Puro vodevil y ambiente cabaretero, con el remate de una melodía ultra pegadiza. Tiene un aire trasnochado, casi de canción de los años 20 o 30. También podemos ver la versatilidad de Ray Davies como intérprete, en esta ocasión pareciendo más cantarín o histriónico. La letra habla de gente desesperada e insatisfecha con su vida que encuentra consuelo… en el tabaco, que es una metáfora de la angustia, estrés , etc del mundo moderno. Al menos de cuando se compuso la canción.

6. “Tin soldier man: Trompetera y muy británica canción, con un inicio en la onda de “Good morning, good morning” de los Beatles. Es el caso de una canción sencilla, pero bien arreglada y, como casi todas del disco, bastante infecciosa en su estribillo. A destacar la batería de Mick Avory, que casi nos hace chascar los dedos mientras escuchamos la canción. La letra menciona a un hombre que pasea orgullosamente por la calle como si fuera un soldadito de plomo. Suponemos un sentido de la ironía, pero esta vez queda más lejos.

7. “Situation vacant”: No hay que fiarse de los primerísimos acordes de piano que parecen preludiar una canción melancólica. Pronto se transforma en una de las canciones más roqueras del disco. Las guitarras de Dave son más notorias y la melodía es más afilada, pero sin perder el fondo pop. Tiene un curioso quiebre medio psicodélico al final, incluyendo un falso final. Ojo a la letra, en la que un tal Johnny es presionado por su suegra para que deje su trabajo para encontrar otro mejor pagado, con el resultado de acabar sin un chavo. La pérfida suegra consigue así que su hija vuelva a casa con ella.
8. “Love me till the sun shines”: La canción más áspera y roquera del disco. Es la otra canción de Dave Davies en el tracklist y eso se nota en una voz más rota, y una mayor contundencia instrumental. Es un tema vehemente que va creciendo con las escuchas, y que tiene incluso algún momento para lucimiento de Mick Avory. Dave Davis pide a su amante que le ame hasta que el sol brille, sin importa que no le hable, no le mire, o incluso aunque se lleve su dinero. Así que como letra romántica llega a ser un poco cínica.

9. “Lazy old sun”: The Kinks se sumergen totalmente en la psicodelia, con voces raras, arreglos fumados y efectos peculiares, Sería una muestra más de variedad de estilos del grupo, aunque el resultado final acaba siendo un tanto desordenado; como si estuviera sin pulir. Y eso que The Kinks fue el primer grupo de rock en presentar influencias indias y psicodélicas con “See my friends”, incluso antes que The Beatles, allá en 1965.

10. “Afternoon tea”: The Kinks se ponen de nuevo más británicos que el fish and chips. Pop pegadizo y algo vodevilesco, que cumple con el objetivo que se le presupone, aunque sin la pegada de otras canciones. Buen trabajo de la batería de Mick Avory y de la melodía vocal de Ray Davies, que nos habla de lo mucho que echa de menos a una tal Donna, con la que solía tomar un té vespertino.

11. “Funny face”: Tercera contribución de Dave Davies al disco. Se nota en el sonido más roquero, con más músculo y empaque. La canción tiene unos acordes de guitarras bastante simpáticos y un estribillo directísimo. Se hace bastante corta, y se queda uno con ganas de más. El estribillo es bastante curioso, medio angelical, medio contundente. Buena canción que con un poco de desarrollo podría haber sido mejor.

12. “End of the season”: The Kinks deciden ponerse otoñales/invernales y crean una atmósfera de melancolía resignada, algo teatral y con algún efecto de sonido para hacerlo todo más bucólico. Se deja cantar muy bien y no es nada obvia. A ratos casi parece más una canción francesa cantada con acento inglés. Aquí las estaciones parecen simbolizar un estado de ánimo y el protagonista se siente triste porque ha sido abandonado, comenzando así, su particular invierno.

13. “Waterloo sunset: Y para el final dejamos el gran clásico del disco, y una de las canciones más conocidas de The Kinks, Merecidamente. La melodía es bellísima, hipnótica, y exquisita. Toda una maravilla agridulce, en la que el narrador ve pasar la vida cerca del Támesis, y de la Waterloo Station, y se fija especialmente en una pareja formada por unos tales Terry y Jullie. Toda una señora canción, con un punteo característico y una musicalidad maravillosa. Fue un gran éxito en casi toda Europa, no así en EE.UU donde ni siquiera entró en las listas.

RESULTADO, CONCLUSIONES Y REFLEXIONES.
The Kinks en general, y este disco (entre otros), en particular, son el epítome del pop británico. Casi como un primer eslabón. En concreto “Something Else By The Kinks” es un ejemplo selecto de las cualidades del grupo, Melodías sencillas, pero bien compuestas y arregladas, una mezcolanza entre alegre y melancólica, el aspecto vedevilesco… Y también, como elemento sustancial, las letras Ray Davies, observador de lo cotidiano, y narrador ingenioso, sarcástico y tierno.

La trayectoria de The Kinks es oceánica, después del disco que nos ocupa llegó “The Kinks And The Villlage Green Presevartion Society” (1968), un disco con bastantes ribetes acústicos lleno de entusiasmo por la vida bucólica y campestre. La seguidilla de discos de mayor calado de The Kinks incluiría también “Arthur (Or The Decline And Fall Of The British Empire” (1969), “Lola Versus Powerman And The Moneygoround, Part One” (1970), con su rutilante éxito, “Lola”. Finalmente “Muswell Hilllbilies” (1971) fue el final de lo que es considerada como la edad dorada de la banda. Seria agotador repasar toda su carrera, pero The Kinks como tótem tiene de sobra con el período desde el inicio de su carrera hasta 1971.

Quizá The Kinks no tengan el predicamento, al menos entre el público generalista, de The Beatles, The Rolling Stones o The Who, pero por legado, influencia y obra deben estar entre los grandes.

Texto: Mariano González.

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