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viernes, 29 de abril de 2022

Bloc Party - Silent Alarm (2005)

ANTECEDENTES E INTRODUCCIÓN.
Recuerdo con cariño el primer lustro de los años dos mil en lo que al apartado musical se refiere. Si juntamos los años 2004, y 2005 hay discos que me entusiasmaron, como de hecho aún me entusiasman, y que compusieron una época excelente para, digamos, el “indie”. Etiqueta amplia y relativamente inútil pero que al menos acota un poco el terreno al que nos referimos. Repasemos algunas de esas obras: “Hot Fuss” de The Killers, “Funeral” de Arcade Fire, “The Back Room” de Editors, “Antics” de Interpol, el debut homónimo de Franz Ferdinand, “Hopes And Fears” de Keane… Y también “Silent Alarm” de Bloc Party.

Gran parte de estos discos repasaban el legado de los ochenta, mirando frecuentemente en la dirección de la oscura faceta del postpunk y proporcionando un auténtico caudal de disfrute. Bloc Party ofrecían en su música, dentro de su variedad, un acercamiento al postpunk de finales de los 70 y principios de los 80. Las comparaciones con Gang Of Four, por ejemplo, fueron frecuentes. Hay momentos de indie directo, altamente rítmico, mezclas entre el punk y el funk, y otros segmemntos de carácter más atmosférico, pero en ningún momento se pierde el enfoque emotivo.

Instrumentalmente el grupo poseía garra y destreza. La batería de Matt Tong era una máquina de lanzar redobles, capaz de subir la temperatura de las canciones a un ritmo galáctico. El bajo de Gordon Moakes se compenetraba con la batería a la perfección formando un más que notable combo rítmico. La guitarra de Russel Lissack era contundente cuando tenía que serlo; a veces tenía una vivacidad frenética y a veces era atmosférica, jugando con los pedales y los efectos. Muy importante era la voz de Kele Okereke, versátil, pero sobre todo interesante cuando añadía un plus de emotividad a la canción.

En cuanto a la composición de las canciones “Silent Alarm” es una obra afortunada. El número de canciones es elevado, trece en total, pero la cantidad de relleno es exigua, y la escucha se hace rápida. También hay cierta variedad: certeros trallazos de indie rock, ritmos bailables, paisajes de una belleza algo tenebrosa… En general el disco da una impresión algo fatalista, tornándose incluso más oscuro según llegamos al final. Es decir, no es un disco fiestero como pudo ser el debut de Franz Ferdinand, hay paisajes mucho más introspectivos y un estado de ánimo de raigambre algo melancólica. Pero también a ratos, es una obra que suena combativa, sobre todo en canciones de cierto perfil.

Varias canciones de “Silent Alarm” tiene un componente político, crítico, ácido. Este tipo de canciones pueden sonar cabreadas como la abrasiva “Helicopter” o la peculiar e irónica “Price of gas”. De hecho, hay que interpreta el nombre del grupo de varias formas. “Party” puede significar fiesta, pero también partido político. Sea como sea, algunos de los temas que ocupan estas canciones tienen que ver con la situación geopolítica del momento; asunto del que iremos comentando algún aspecto.

Así pues, a mi entender, uno de los mejores discos que nos dejó la primera década de los años 2000, y un compendio de buenas melodías con la fuerza añadida de estar compuestas por un grupo en su fase inicial, llenas de entusiasmo y ganas de impresionar.

ANÁLISIS DEL DISCO.
1. “Like eating glass”: Un inicio tembloroso, es seguido por una implacable ráfaga de la batería de Matt Tong. La canción es una carta ganadora y constituye una apuesta fuerte como comienzo de obra. Es un pequeño resumen de la música del grupo. Hay épica, rotundidad, fiereza, pero también delicadeza. El estribillo es más punzante, y las estrofas suenan intensas y desesperadas. Además de la voz de Kele Okereke, vemos otro de los alicientes de Bloc Party: la frenética batería. La letra hablaría de un completo sentido de la desorientación dentro de una relación personal complicada.

2. “Helicopter”: Todo un trallazo de energía que casi está emparentado con el punk. El riff inicial es vibrante (por cierto, una variación del de “Set the house ablaze” de The Jam), y además recio como una bofetada. El ritmo no decae salvo para un pequeño interludio en la segunda mitad de la canción, de tipo más atmósferico. Todo un chute de energía y uno de momentos más abrasivos del disco. La letra se suele interpretar en sentido político. Incluso podría referirse a George W. Bush cuando dice: “Just like his dad/ Just like his dad (the same mistakes)”, o “Stop being so American”. En cualquier caso, hay, parece ser, un matiz muy ácido hacia la cultura americana. Fue single y en sus conciertos es un momento destacado. Puedo dar fe; cuando los vi en directo en 2007 se armó un pogo de lo más contundente, del que me llevé algún buen talegazo. Ciertamente es un temazo.

3. “Positive tension”: Continuamos con el tremendo inicio de disco. La canción tiene dos partes bien diferenciadas. Una primera completamente dominada por un atractivo juego entre la batería de Tong y el bajo de Moakes, de corte rítmico pero contenido. A mitad de canción de produce un tremebundo cambio de tercio, accediendo a una melodía fulgurante, guitarrera y furiosa. Las dos partes tiene su atractivo y el cambio, aunque que abrupto, no desentona. El final de la canción es catártico con Kele Okereke grtitando: “so fucking useless!”. Fue un single de doble cara A, junto con “So here we are” y consiguió una buena posición en los charts: fue número 5 Reino Unido. En alguna entrevista dijeron que la canción habla de los peligros del aburrimiento vital, y como puede llevar a una persona incluso a lugares oscuros.

4. “Banquet”: Apropiada canción para ser single. De hecho, con esta canción empecé a interesarme por el grupo. Todo está en su sitio. Es un pop que saca el colmillo aquí y allá, con un destacado estribillo; entre levemente épico y oscuro. Buena canción, a la que es fácil meterle mano. El pequeño cambio llegando al final aporta el toque justo de rabia. Kele Okereke, autor de la canción, se inspiró en “I bleed” de los Pixies y en “Prince charming” de Adam and the Ants. La letra giraría alrededor del sexo y la entrada en la adultez, aunque de una forma una tanto críptica.

5. “Blue light”: Tras cuatro temas que han cundido a buena marcha, está canción es quizá algo anticlimática. Se trata de un tema atmosférico, lento, para escuchar a media luz. Tan solo algún redoble del inefable Matt Tong quiebra la paz, pero no varía mucho el tono general. Viene a ser una especie de descanso dentro del tracklist.

6. “She’s hearing voices”: Volvemos al lío. La melodía se construye apoyándose en la atronadora batería de Matt Tong y la peculiar inflexión de Kele Okereke al cantar. Un tema obsesivo, algo extraño. Como una canción dance mutada en un despliegue de ritmo peculiar. La letra habla de una amiga del vocalista que padece esquizofrenia paranoica. La obsesiva línea “red pill, blue pill”, que hace referencia a la medicación psiquiátrica, acaba siendo casi un mantra. Extraña pero intensa, tiene su atractivo y un buen punteo de guitarra para acabar.

7. “This modern love”: Volvemos al tono sosegado de “Blue light” aunque con una melodía más definida. Es casi canónica como balada,; empieza algo sombría para ir desarrollándose hacia algo más emotivo. Forma parte de los Bloc Party más contenidos, y aunque no es de los más destacado del disco es interesante verlos, digamos, en una faceta más tierna.
8. “Pioneers”: Y aquí está la faceta oscura del disco. Particularmente por su siniestro comienzo, que puede recordar un poco a The Cure, y por su agobiante desarrollo. Quizá hubiera estado bien mantenerse en el nivel atmosférico, pero el progresivo nivel de intensidad alcanzado está bien conseguido, sobre todo hacia el tramo final. La letra se abre a interpretaciones, parece tener una vertiente política clara sobre la ambición al frente del poder. Hay quien personaliza incluso en Bush y Blair (el tema de Irak estaba reciente), pero a saber. En cualquier caso, el tono más que combativo es desesperanzado. Buena canción, en la vertiente menos inmediata del grupo.

9. “Price of gas”: En contraposición está canción es más excéntrica. Mezcla elementos que bordean el electro, ritmos marciales, y una interpretación vocal más extravagante. Es difícil encasillar esta canción, se mueve entre lo irónico y lo épico, y todo está dominado por un ritmo a machamartillo. Nuevamente la temática es política, haciendo referencia a las guerras comenzadas en busca de combustible (gas, petróleo, etc) aunque maquilladas de otra forma. Son significativos los persistentes coros en segundo plano que repiten: “War, war, war”. Y es que, además, como dice la letra, “nothing comes for free”. El resultado es bastante curioso.

10. “So here we are”: La canción más agradable y hedonista del disco, Pura atmósfera ensoñadora, cristalina, delicada. La guitarra de Lissack crea unos ambientes cercanos al dream pop. Constituye un momento de relajación, quizá como descanso antes de las turbulencias finales. Formó una curiosa doble cara A junto con “Positivie tensión”.

11. “Luno”: Casi podíamos definir esta canción como una especie de punk sofisticado. O directamente como postpunk. Tiene un tempo rapidísimo, pero en su inicio se basa más en el bajo y batería que en la guitarra. Ojo también a las fantasmales atmósferas de fondo. A mitad de canción sí que hace aparición la guitarra, en los que es uno de los momentos más intensos de “Silent Alarm”. Para bien, además. Tiene un dramatismo punzante, sibilino, oscuro. Según Kele letra habla de alguien cambiado para mal, como p.ej un viejo amigo que se ha echado a perder.

12. “Plans”: Seguimos ahondando en la oscuridad. Está vez más calmosa, pero más angustiante. El juego entre bajo y batería es puro postpunk a lo The Cure o Joy Division, grupos de los que bebe claramente esta canción. Bloc Party apuestan por la decadencia y la desesperanza. Al final Lissack mete un buen punteo de guitarra. La letra es compendio de imágenes sombrías, y es curiosa la línea “the ravens are leaving the tower”, quizá haciendo referencia a la leyenda según la cual cuando los cuervos abandonen la Torre de Londres, caerá el Reino Unido y su Corona.

13. “Compliments”: Bloc Party deciden terminar el disco con el momento más oscuro y decadente de toda la obra. Lo hacen mediante una canción lenta, atmosférica, de ritmo reptante. Si “Silent Alarm” empezaba de forma contundente y agitada, su remate es denso, casi deprimente. La parte buena es que hay cierta sensación de misterio que parece interesante, y de algún modo deja pensativo al oyente. La letra habla sobre el aplastante poder de la rutina. De forma coherente se repite la misma estrofa una y otra vez. En la versión europea tras unos minutos de silencio suena el track oculto “Every time is the last time”, un bonito instrumental ambient.

RESULTADO, CONCLUSIONES Y REFLEXIONES.
Cabe decir que Bloc Party han sido asiduos de la costumbre de lanzar singles sueltos, sin pertenecer a ningún disco (salvo en ediciones especiales). De la época de “Silent Alarm” hay dos excelentes muestras: la melancólica “Two more years” y el pop luminoso de “Little thoughts”, ambos de un nivel excelente, a la altura de los puntos altos del disco. En cuanto a discos, el siguiente fue “A Weekend In The City” (2007), de sonido más pulido y sin tantas aristas. No obstante, la mordiente del grupo sigue patente aquí y allá. Es un disco más melódico con algunas composiciones destacadas. Singles como “The prayer” o “I still remember” son pequeños clásicos del grupo. Esta fue la época de mayor brillantes artística y comercial del grupo, o al menos donde público y crítica fueron unánimes.

La unanimidad se rompió con su tercer disco, “Intimacy” (2008). En esta obra el grupo experimentó añadiendo numerosos arreglos electrónicos y siendo menos directos. A posteriori llegó un hiato de cuatro años donde la banda se volcó en diversos proyectos en solitario y se rumoreó que Kele Okereke podría dejar la banda tras el lanzamiento de su álbum como solista “The Boxer” (2010). Finalmente, el grupo volvió en 2012 con “Four”, que traía a colación los sonidos guitarreros de su debut. Tras este disco Matt Tong y Gordon Moakes dejaron la banda, y ya sin la formación original Bloc Party editaron en 2016 “Hymns”, de nuevo más electrónico y con querencia por el blues o el gospel. Curiosamente en el día de publicación de este artículo Bloc Party lanzan nuevo disco: “Alpha Games”, del que no puedo aportar mucho.

Destacar que el directo de la banda, al menos en lo que a mi experiencia personal concierne, es bastante potente y notable en su ejecución. Les pude ver en La Riviera en la gira de 2007 (un 17 de mayo para ser precisos), presentando “A Weekend In The City”, Hubo bastante pogo, y sin contar algún agobio, fue una experiencia bastante divertida.

En fin, esperemos que deparará el futuro a esta banda, cronológicamente originaria de una época en la que se juntaron una serie de discos, a título personal, francamente interesantes.

Texto: Mariano González.

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