ANTECEDENTES E INTRODUCCIÓN.
Como es un grupo fundado en los años 60, Scorpions han tenido los consabidos
cambios de formación de las bandas veteranas. La formación que más éxito comercial
ha tenido probablemente sea la que creó el disco que vamos a comentar, y que comenzó su andadura en 1978. Esta alineación la componen: Klaus Meine (voces), Rudolf Schenker (guitarra rítmica), Matthias Jabs (guitarra solista), Francis Buchholz (Bajo) y Herman Rarebell (batería). Lo más característico de este estilo es la combinación de acendrado y eléctrico heavy metal, con melódicas y apasionadas baladas rock. Si alguna vez han oído que las mejores baladas son de grupos heavy, tal topicazo, que ni afirmo ni desmiento, tiene su germen en bandas como Scorpions.
La banda alemana tiene las características canónicas para poder englobarla dentro del
heavy, pero no es una banda exactamente para iniciados o fans acérrimos del género.
Incluso en sus momentos más acerados, sus guitarrazos y sus melodías vocales tienen
una capacidad de enganche que llega a audiencias bastante amplias. Como siempre es
conveniente mencionar a los que están detrás y no son tan visibles, es de justicia nombrar al productor Dieter Dierks, un buen apoyo para que Scorpions generasen la
sonoridad por la que son mayoritariamente recordados.
“Love at First Sting” tiene en su tracklist varias de las canciones más exitosas y
queridas de la banda alemana. No hay más que recordar a “Still loving you”, unas de las power ballads por antonomasia de la historia del rock, y cuya memoria está preservada por los millares de veces que ha sido radiada en todo tipo de radiofórmulas. De guarnición tenemos a otras canciones bien conocidas, como “Rock you like a hurricane” o “Big city nights”, y en general el disco es una obra sólida, bien planteada, bien compuesta y bien ejecutada.
Tiene algunos tics del rock ochentero, empezando por los atuendos y estéticas de los
vídeos, pero en realidad nada insalvable, ni digno de tener en consideración como para
desmerecer al disco. Que por cierto tiene variedad. Lo mismo hay guitarras a toda
pastilla, medios tiempos a ritmo marcial, baladas solemnes, cambios de ritmo muy
acusados… Un muestrario de recursos nada desdeñable que aun así se las apaña para
mantener un sentido de la unidad reforzado aún más por el hecho de que el disco dura
unos cuarenta minutos y tiene nueve canciones. Es decir, que el resultado final es una
obra directa, sin rodeos, de duración accesible y con un conjunto de canciones
suficientes para un lp sin excesos. Algo que personalmente cada vez voy apreciando
más con los años.
Además, “Love at First Sting” es la culminación de una época de éxito y popularidad
progresivamente creciente por parte de Scorpions. Entre los antecedentes tenemos a
“Lovedrive” (1979), “Animal Magnetism” (1980) y “Blackout” (1982). Por cierto,
echen un ojo a las portadas y verán que son todas realmente llamativas, sobre todo en
comparación con unas carátulas, hoy en día, cada vez más inanes. También cabe decir
que el consumo de drogas hacía algún estrago en la banda por aquellos días; tanto
Herman Rarebell como Fracis Buchholz, por sus adicciones, se mantuvieron fuera de las sesiones y debieron ser sustituidos por músicos con experiencia con bandas como Black Sabbath y Rainbow. Ello no impide que el resultado final fuese bastante bueno, tal y como vamos a ver.
ANÁLISIS DEL DISCO.
1. “Bad boys running wild”: Y empezamos el disco con la versión más roquera y
electrizante de Scorpions. No hay más que escuchar los rapidísimos acordes iniciales, y el tajante y pegadizo riff. Una muestra de hard rock clásico, malote, con todo el
equipamiento de serie, incluido un potente punteo. La voz de Klaus Meine, melódica y enérgica, aporta musicalidad y distinción al tema Un buen tema rock para subir las
pulsaciones ya de inicio.
2. “Rock you like a hurricane”: Segunda canción y segundo trueno. Otra muestra de
hard rock/heavy metal, con el señero inicio a base de un ritmo marcial de batería
acompañado de la cortante guitarra rítmica de Rudolf Schenker preparando el camino
para que Matthias Jabs entre a saco con la guitarra solista. La instrumentación es
poderosa y la melodía vocal se fuerza para ganar en fiereza. Un estilo muy clásico para los estándares de la banda. Fue el primer single del disco, que, aunque no tuvo un
comportamiento muy brillante en las listas inicialmente, fue creciendo con el tiempo. En el plano extramusical la canción estuvo acompañada de cierta polémica. Entre la letra, de temática sexual, y el vídeo, en el que la banda aparece dentro de una jaula mientras una horda de mujeres hambrientas trata de devorarlos, la canción fue considerada indecorosa e inaceptable. De hecho, esta canción fue de los motivos para que se pusiera en la portada de los discos el típico “parental advisory” cuando hay letras consideradas explícitas. En cualquier caso, una buena canción.
3. “I’m leaving you”: Seguimos con el rock, pero de una manera más melódica. Es un
medio tiempo fuertecito donde las revoluciones y los sentimientos hormonales bajan de revoluciones. La voz de Kalus Meine también suena más trágica. Lo que no significa que el rock desaparezca. Hay una buena dosis de guitarras, encarnadas en notorios riffs y punteos, pero al servicio de un conjunto ligeramente melancólico y más focalizado en la melodía. Mantiene el buen nivel, pero destaca menos que las anteriores.
4. “Coming home”: Este cambio de estilo es mucho más notorio. La primera parte de la canción es sentida, triste, minimalista, Cuando todo parece que va a ir por el derrotero de la balada se produce un cambio de ritmo absolutamente salvaje y nos adentramos en uno de los pasajes más rápidos y heavies de todo es disco. De la tristeza inicial pasamos sin solución de continuidad a menear la melena al compás de los guitarrazos de Jabs y Schenker. Aun así, se mantiene el tono quejumbroso de la voz de Meine, aunque en un registro mucho más fulgurante. Scorpions cuando se ponen intensos pueden hacer cosas realmente interesantes.
5. “The same thrill”: Se ve que la banda ha cogido carrerilla de la anterior canción, y se enfrasca en otra canción rapidísima, metalera, donde todo está pensado por y para el rock. La canción es más sencilla, pero sirve para mostrar el poderío roquero de los
alemanes. Una descarga de energía divertida, aunque algo repetitiva. Para volverse loco tocando la guitarra invisible.
6. “Big city nights”: Buen rock clásico, altamente melódico, que incluye un bien riff de guitarra que será es el hilo de conductor musical de toda la canción. Es un tema muy cantable y pegadizo, bastante accesible. Todo parece estar en su sitio, sin mayores complicaciones y reafirmado el sello Scorpions de hacer canciones de un octanaje a tener en cuenta, pero accesibles para audiencias de toda índole. Fue el tercer single del disco y es uno de los clásicos de la banda, siendo una aparición habitual en prácticamente todas las giras Scorpions.
7. “As soon as the good times roll”: Las líneas generales no se separan mucho no se
separan mucho de la canción anterior, pero melódicamente es más competente. No hay más que observar el estupendo estribillo, quizá el mejor del disco, y el componente emotivo de la voz de Klaus Meine. Y ése es probablemente el tono perseguido por la banda, coherente con la idea de la letra de aferrarse a la esperanza de los buenos tiempos cuando las cosas no van demasiado bien. Uno de esos temas quizá no muy conocidos, pero realmente excelentes.
8. “Crossfire”: Uno de los versos sueltos del disco. Un tema solemne, de tempo no muy rápido y al ritmo de una batería que más o menos imita una marcha militar. Se trata de una canción pacifista, donde la emotividad llega a través de la gran voz de Klaus Meine. De hecho, este último elemento es lo que sostiene la canción y el que reafirma que el cantante alemán es uno de los mayores actores de Scorpions. Hay algún punteo de guitarra eventual que aporta energía y una medida sensación de épica.
9. “Still loving you”: La canción más conocida de Scorpions por el gran público, uno de los himnos de las radiofórmulas y quizá la balada heavy por antonomasia. Su
sobreexposición puede haber mermado nuestra capacidad de degustarla, pero es de esas canciones que están a la altura de su estatus. Aunque hay que tener en cuenta el
sentimiento de autoconsciencia de la banda, y de que querían hacer un himno.
Acaramelada para mucho, en realidad no le falta casi de nada. Los acordes iniciales,
perfectos para encender el mechero en un concierto, las descargas eléctricas antes del
comienzo de cada estribillo, el remate colosal del clímax que hace Meine con su voz… Algo afectada quizá, pero memorable. Ojo al punteo de Matthias Jabs al final de la canción, porque es desgarrador. En Europa tuvo bastante éxito, y en Estados Unidos estuvo unas cuantas semanas en el Billboard, pero allí la repercusión fue menor. Como curiosidad, un periodista francés le contó a la banda que la canción fue el responsable de un supuesto baby boom en Francia en 1985. Tampoco diría que es una canción particularmente apropiada para esos menesteres, pero quién sabe. Final de disco por todo lo alto.
RESULTADO, CONCLUSIONES Y REFLEXIONES.
Hace no mucho Scorpions han lanzado un nuevo single, “Peacemaker” (buen tema
rock), que es el adelanto del que será su próximo disco “Rock Believer”. Esto nos hace pensar que la vida de la banda ha sido tan larga fructífera. Al hablar de “Love At First Sting” estamos hablando de una época de popularidad de la banda a niveles máximos, afortunadamente en compañía de un excelente trabajo creativo.
A pesar de todas las idas y venidas de la banda, uno de los méritos de Scorpions es hacer accesible el hard rock/heavy metal para una audiencia más allá de los incondicionales del género, sin por ello perder credibilidad u honestidad por el camino. De este modo queremos decir, larga vida a la fiereza del rock conseguida a través del sentido de la melodía.
Texto: Mariano González.
No hay comentarios:
Publicar un comentario