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martes, 6 de marzo de 2018

Festival Steampunk -La Broma Negra + Spirax-. Alcalá de Henares (03-03-2018)

SINOPSIS (por Víctor Prats).
Lo teníamos presente, pero, por motivos personales que no viene a qué desvelar, hasta última hora no tuvimos claro que pudiéramos acudir al evento que nos ocupa. Finalmente, mereció mucho la pena realizar el esfuerzo. Pudimos ver a La Broma Negra en concierto previo al lanzamiento de su nuevo disco y de paso a la compañía Spirax en un espectáculo de danza muy llamativo. Todo esto en el festival Steampunk, en el que la triunfadora de la noche fue Laura Pérez, como ya sabrán los seguidores de La Broma Negra componente de pleno derecho del grupo y además jefa de la compañía de danza Spirax.
Todo ello tuvo lugar en el Green Irish Pub, un lugar más que apropiado para conciertos del que no conocíamos aún su existencia, situado en el casco histórico de la ciudad en cuya radio universitaria tenemos desde hace tiempo cabida en nuestras peripecias radiofónicas; de paso, personalmente curé mi malditismo de no haber visto a LBN en dicho municipio hasta la fecha, a pesar de que han dado numerosos conciertos en los últimos años en la ciudad complutense.
Comenzó en primer lugar el concierto de La Broma Negra. Algo más de una hora para un repertorio que mostró una selección de los temas más efectivos de la discografía de la banda. Comenzando por “Heridos” y llevando a un público nuevo varios de sus temas de distintas texturas como resulta partir de la solemnidad de “Los cuerpos celestes”, pasar por el momento bailable y obsesivo de “Franco tenía un polvo” o por el preciosismo que desprende la genial “Rey Cuervo”, que además fue uno de los temas que el grupo seleccionó de su nuevo disco para ofrecernos esa noche. La banda se valió del telón de fondo para proyectar varios de los videoclips de las canciones que seleccionaron para su show, cosa de mucho acierto, ya que con mucho ingenio el grupo es capaz de cuidar muy bien su aspecto audiovisual y ofrecer cada cierto tiempo notables videoclips de sus temas. 
A ratos me dio por pensar en lo adecuado que sería hacer un dvd multicamara de un concierto de La Broma Negra que permitiera seleccionar cada una de las actuaciones individuales de sus cuatro componentes, porque todos resultan llamativos. Más allá del notable papel de frontman de Carlos Caballero en el micrófono, muy activo durante todos los conciertos y sin excepción en esta noche, es digno de reparar el proceder de Álex Gómez en su guitarra (muy acertada esta última, la cual en muchos momentos –coincidimos Mariano González y yo- nos evocaba a la de Robert Smith en ciertos momentos de los 80), el de Laura Pérez desde su recinto de percusión, con sus movimientos de danza y gesticulación notable al apuntalar las bases rítmicas del grupo, y también David Infantes, con esa forma tan personal de encargarse de las melodías sintéticas con el teclado en posición de 45 grados.
Después del concierto de La Broma Negra, Laura Pérez y sus compañeras de Spirax, nos ofrecieron un buen rato a base de varios números de danza en conjuntos de distintos números de componentes, muy visuales y acompañados de una buena y acertada instrumentación de corte algo medieval. Sin ser un experto en esta disciplina artística, he de decir simplemente que me gustó y completó un más que apañado plan cultural para un sábado noche que se precie. Desde “DMR” apoyamos propuestas como ésta. Les dejo ahora con el texto de Mariano González, que se explayará un poco más que yo.

CRÓNICA (por Mariano González).
Hace poco nos perdimos un concierto de nuestros amigos de La Broma Negra en Rockola y no era de nuestro agrado hacerlo por segunda vez. Nos gusta su música y nos gusta su directo. Afortunadamente hemos tenido una pronta ocasión para desquitarnos con su actuación en el Green Irish Pub de Alcalá de Henares, dentro de lo que sería una noche dedicada al Steampunk. No era la primera vez que en “DMR” nos desplazábamos a la ciudad complutense para tal fin; allá por abril de 2013 Alfredo Morales y servidor fuimos a verles a la sala Tic-Tac, cuando todavía eran un dúo. Ciertamente ha pasado agua bajo el puente, y desde hace algún tiempo vengo encontrando algunas dificultades para andar, con lo que mi asistencia hubiera sido prácticamente imposible sin el concurso y la siempre excelente disposición de la gente que me rodea. Agradezco por lo tanto a Víctor Prats y a su novia Susana que me facilitaran el desplazamiento en automóvil hasta la puerta misma del evento.
Y franqueando la puerta descubrimos un lugar ciertamente interesante. The Green Irish Pub es un notable bar irlandés, amplio, y con salas dedicadas ya bien al dignísimo esparcimiento de tomarte una birras con los colegas, o bien a la música en directo. Eso sí, sufrí el tormento personal de las escaleras, pero salí más o menos airoso. Hicimos tiempo tomando unas cervezas, mientras sonaban a toda piña Hole o Led Zeppelin, hasta que vimos aparecer a Carlos Caballero, cuyo afectuoso saludo nos informó de que ya casi estaba todo a punto para ir a la sala de la música en directo propiamente dicha. Una vez allí pudimos saludar también a Álex Gómez y a David Infantes y aún nos dio tiempo a tener una charleta con ellos sobre su inminente nuevo disco (el próximo 6 de Marzo sale) y sobre el ya inmediato concierto. Siempre disfrutamos de estas conversaciones con ellos y además nos adelantaron que probablemente cayese alguna canción nueva dentro del set list.
Cosa importante, al menos para mí. Pude ver sentado el concierto gracias a una silla traída ex profeso desde la escuela de danza de Laura Pérez. No queda otro remedio sino estar agradecido por este detalle, sin el cual difícilmente estaría escribiendo esta crónica. Antes de empezar a desgranar lo que sería la noche, es bueno que expliquemos en qué consistió el evento. Sintéticamente podríamos decir que era una suma de música y danza, ocurriendo en primer término el concierto de La Broma Negra y posteriormente un espectáculo de baile ofrecido por la Compañía de Danza Spirax; liderada por la batería del grupo, Laura Pérez. Había un espíritu conceptual que impregnaba ambas disciplinas desde la perspectiva del steampunk y que se notó en estética, bailes y esencia.
El lugar nos sorprendió gratamente y no es mal sitio para ver música en directo. Desconozco la escena musical de Alcalá, pero puede ser un punto importante. Brujuleando por la red he visto que artistas de raigambre como Coti u OBK, tocarán allí en fecha próximas. En cualquier caso llegó el momento del comienzo de la música. Si han asistido a algún concierto de La Broma Negra ya sabrán que la estética es una parte medular de la banda y siempre suele ser cuidad y llamativa. En esta ocasión fue relativamente sobria, si acaso hubo alguna referencia al steampunk (como los sombreros con gafas). Y aun así su estilo siguió siendo perfectamente distinguible. El sonido, por cierto, impecable. Todo sonó vivo y potente. Me permitirán que destaque algunos bienvenidos toques de guitarra de Álex que, cosa que comentamos Víctor Prats y yo luego, podían recordar a la estilística de The Cure. Hubo un detalle visual que aumentó el valor añadido del directo. Estamos hablando de las proyecciones que hubo al fondo del escenario y que iban en sincronía con la música que se estaba interpretando. Algunas eran vídeoclips clásicos, de toda la vida, grabados en su momento para acompañar a las canciones y otras fueron, me da la impresión, elaborados con el fin de servir exclusivamente como proyección. La idea fue buena y la impresión fue notable, salvo por la pequeña anécdota de que los entresijos del cambio (amanuense) de un archivo a otro también se reflejaron accidentalmente en la pantalla, con lo que quedó al descubierto el setlist de la noche. Tampoco pasa nada, en realidad no hicimos mucho caso de este pequeño “spoiler”.
Si hay que empezar un concierto, se empieza bien y ya está. “Heridos” tuvo el honor de abrir el fuego y siendo esta canción tan apasionada como es, fue un magnífico acicate para encarrilar de forma inapelable el show. Muy buena batería de Laura Pérez y, como siempre, excelente desempeño como frontman de Carlos Caballero. Cuando la banda nos dijo que podía caer alguna canción nueva no nos engañaban, la siguiente canción en sonar fue “Banderas de nuestros padres”, que formará parte de su nuevo disco “Los extraños tienen mejores caramelos”. Canción más que interesante, con un comienzo abrupto muy contundente lírica y musicalmente, para luego progresar a un estilo hermoso no exento de intensidad. Puede ser un buen punto de referencia dentro del nuevo elepé. “Los niños de Dickens” es un momento que nunca falla, e invariablemente suele ser uno de mis momentos favoritos en los concierto de La Broma Negra. Es maravilloso ver en movimiento a la dignidad y a la belleza que desprende la canción. Por si fuera poco, creo que el siguiente tema tiene ciertas afinidades con ella y por eso está coherentemente elegido. Hablamos de “Los cuerpos celestes”, plena de lirismo y épica. Imprescindibles fueron los ornamentos al teclado de David Infantes y el baile alado de Laura Pérez.
La siguiente fue, personalmente, una sorpresa. No había oído en directo “Una mujer enamorada es otra forma de terrorismo” desde el concierto en Alcalá que mencioné hace algunos párrafos. Es de justicia decir que revisando otras crónicas de conciertos de La Broma Negra donde no he estado veo que sí ha caído alguna vez que otra. En cualquier caso fue un momento, a mi entender, divertido y plenamente disfrutable (qué gracia me hace eso de “un poco Antiguo Testamento”) “Nieto de maestro de escuela” puede perfectamente ocupar un puesto en el pódium de mis canciones favoritas de La Broma Negra, así que como podrán imaginarse necesariamente esa canción fue un momento totalmente a destacar para mí. Qué formidable muestra de amargura e ingenuidad y qué fenomenal interpretación. Cumplió sobradamente con lo que se puede esperar de ella. La proyección del fondo, por cierto, fue de la más curiosa; entre un conglomerado de imágenes que bien pudieran ser de la posguerra, se insertaron otras del disco “Deseo Carnal” de Alaska y Dinarama y de Pedro Almodóvar.

Tiempo de volver al que es, por poco tiempo, su último disco de la mano de “La enfermedad del beso”. Buenas partes de guitarra de Álex y un estribillo particularmente muscular. Como inciso diremos que las proyecciones más que distraer amplificaban el efecto de las canciones; en algunos versos en particular fue una sensación particularísima el verlos reflejados al fondo, a modo de “lyric video”.
No nos movemos de álbum y saltamos hacia “Franco tenía un polvo”, con su incitación al frenesí bailable y a la catarsis. Esas maravillosas bases electrónicas son un chute apoteósico muy propicio para cantar, como así fue, a pleno pulmón la traviesa letra de Carlos. Un momento que fue puro espectáculo. Continuando con la racha de “Amigos, Temo Que Ya No Estemos En La Tierra” llegó el turno de “Las chicas del Corte Inglés” que aguantó la difícil tarea de que la intensidad del concierto no sufriese incómodos bajones de intensidad. Sólida como siempre. “Virginia en los infiernos” es un canción que tacita a tacita me ha ido gustando más con el paso del tiempo, convirtiéndose para mí en uno de los buenos momentos de “Déjanos La Luz Encendida”. Fenomenal estribillo que, como reza un verso de la canción, parece que desprende “millones de estrellas”. Otro de los segmentos de bellísima pegada de la noche.

Hedonismo es lo que nos hace sentir “Cenicienta”, que además nos sonó sensual y agradable. Buen momento para bailar y dejarse llevar. Laura Pérez coreografió estupendamente la canción, que incluso tuvo un gracioso complemento gráfico con la proyección de imágenes de la película homónima de Disney. Renegar de la tristeza, citando a la letra, es lo que hizo “Balas para matar el tiempo”, uno de los momentos más luminosos de La Broma Negra en estudio y en directo. Por mucho que haya “demonios que conocen tu nombre”. Buena dupla junto con “Cenicienta”, conformando una buena trabazón pop, divertida y cantable. “Su decisión mi capitán” se ha convertido con el tiempo, por méritos propios, quizá en el estandarte de “Desilusiones De Grandeza”. Su extenso y épico estribillo es arrasador, no deja indemne al oyente. Y menos en directo.
Lo siguiente, tiene el interés de la novedad y seguramente pronto el del encanto de la melodía. Nos referimos a “Rey Cuervo”, segundo adelanto de lo que será el próximo disco y un monumental contraste con la devastadora “Demonios en el jardín”, la primera muestra del mismo. “Rey Cuervo” es una canción, melancólica, melódica y tirando a relajada. Sin duda está hecha con buen gusto y puede dar mucho de sí próximamente. El vídeo musical se pudo ver en las proyecciones y no está nada mal, elegantemente sobrio y en perfecta simbiosis con la canción. Hay un detalle, no obstante, que la diferenció de su versión en estudio y es que no hubo participación vocal de Laura Pérez, a diferencia de lo que ocurre en el single, donde su voz tiene un importante papel. En general, o eso me dio la impresión, Laura participó menos en los coros que en otros conciertos, donde aparte de percusión y baile ejercía prácticamente como segunda voz. Por lo demás, creo haber visto en internet que la canción está dedicada a Leonard Cohen, lo que no deja de ser un punto a su favor.
Otro punto fuerte de “Desilusiones De Grandeza”, como es “Protege tus secretos”, sonó a continuación, aumentando la imparable colección de estribillos épicos y emocionantes. Es una de esas canciones que apetecen cantar por la fuerza de la música y la hondura de la letra. Y llegó el final del concierto, que en ocasiones La Broma Negra decide servirlo al público en su faceta (por así decirlo) más atmosférica. Canciones del tipo “Fantasma” o “El descanso de los bañistas”. Pues en esta ocasión el cierre fue con “Cuidado con los que matas”, que podríamos decir que cumple razonablemente estas condiciones. Sus sinuosas estrofas y la decadente tristeza del estribillo le dejan a uno meditabundo, pero con buen sabor de boca. Final de corte clásico y totalmente satisfactorio. Si miramos con detenimiento el setlist, fueron en total dieciséis canciones, lo que (a falta de haber cronometrado la duración) hace que se superara ligeramente la hora, que era la previsión inicial que había. El disco más representado, con cinco temas, fue “Joyas De Princesas Muertas”, que sigue siendo todo un reservorio de clásicos y de temas infalibles. Así con todo, la partición entre discos fue equilibrada, incluyendo la añadidura de dos canciones nuevas. El lanzamiento de “Los extraños tienen los mejores caramelos” traerá consigo nuevas propuestas, algunas de ellas se convertirán incluso en clásicos y por lo tanto podremos disfrutar de un repertorio más enriquecido. Si bien la banda tendrá que sudar tinta para elaborar los setlist; no es posible tocar en una sola noche todas las favoritas, habría que hacer cinco horas de concierto.
Tiempo después para el espectáculo de danza. Pido disculpas por adelantado; de música algo sé, no si mucho o poco, pero de danza no sé absolutamente nada. Puedo decir, como cualquiera, si me gusta, si me es agradable, si lo veo armónico, o atribuir cierto mérito a una coreografía, pero a partir de ahí nada más. Todo ello por instinto, sin mucha base. El espectáculo lo ofreció la Compañía de Danza Spirax, a cuyos mandos estaba Laura Pérez, que tras dejar las baquetas y descansar en el intermedio volvió a subirse al escenario para bailar junto a sus discípulas. El concepto, o el espíritu, del espectáculo tenía que ver con el steampunk. Esto pudo verse en la indumentaria de las seis chicas, a base de corpiños, elementos victorianos y una imagen en conjunto tirando hacia lo gótico. La presentación la llevó a cabo una voz en off (¿era David Infantes?) que en conjunción con las proyecciones de máquinas de vapor, engranajes y tecnología retrofuturista nos mostró parte de las ideas que se mueven tras los bailes.
El espectáculo se dividió, digamos, en varios cuadros o segmentos. Cada uno de ellos evocaba una situación distinta; a veces las chicas parecían remedar la mecánica de un reloj, otras veces una escena aérea e incluso hubo una parte, un tanto marcial, donde se sirvieron de dos sables para la coreografía. En función del cuadro que correspondiese podía estar involucrada toda la compañía, o bien solo algunas de las chicas. A mis ignorantes ojos todo pareció estar en su sitio. Me pareció ver un todo perfectamente coordinado (salvo por alguna música que entro a destiempo, pero eso no es culpa de las bailarinas), grácil y armonioso; un magnífico cálculo donde todo encaja con precisión, sin dejar de ser vivaz por ello. Se notó en la impecable complicidad entre todas, las largas horas que han tenido que dedicar a su pasión. A fin de cuentas, como decía un cartel allí mismo: “No bailo para ser feliz, soy feliz porque bailo”. En la música que sonó confluyeron arreglos orquestales con cierto toque de banda sonora y ritmos electrónicos con aromas orientales. Todo ello muy apropiado.
Acabado el espectáculo, la verdad sea dicha, nos marchamos con cierta prisa. Entiéndannos, estábamos lejos de nuestro feudo y el hambre, a eso de la medianoche, nos empezaba a apretar. Contra todo pronóstico aún conseguimos solazarnos en un Burger King en las inmediaciones de Alcalá, por cierto. Pero aún así lamentamos no haber podido quedar tranquilamente con nuestros amigos de La Broma Negra después del concierto. Hablar con ellos de música, y de lo que se tercie, es siempre un enorme placer para nosotros.
Afortunadamente, cuando estábamos a punto de enfilar hacia Madrid vimos a Carlos en la puerta del pub, y pudimos al menos despedirnos de él. Así que aprovechamos para enviar desde aquí un abrazo a La Broma Negra y agradecer, a título personal, a Laura Pérez que pudiera traerme una silla de su escuela de danza para que pudiera ver el concierto cómodamente. Nos fuimos a casa satisfechos, favorecidos por la bendita obstinación de La Broma Negra de no defraudar nunca a su público.

Fotografías y vídeos: Susana Hernanz y Mariano González.

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