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viernes, 16 de febrero de 2018

Havalina - Muerdesombra (2017)

ANTECEDENTES E INTRODUCCIÓN.
Hay muchos elementos confluyentes en Havalina y casi todos me parecen interesantes. Se me viene a la cabeza lo que se solía decir a veces de Héroes del Silencio. Algo así como que eran demasiado heavies para ser pop y demasiado pop para ser heavies. No es que Havalina me evoquen particularmente a los zaragozanos, pero hay un concepto clave: poner un pie a cada lado de la frontera. Havalina podrían ir al FIB y podrían ir al Viñarock, si es que el símil festivalero se entiende. 

Así pues, a lo largo de la discografía de Havalina se puede encontrar rock de alto octanaje, algo de rock alternativo americano, pop, post punk y otros sazonados condimentos. Es como rezar a The Cure y encender también una velita a Black Sabbath.

Su carrera posee ya bastante recorrido y tiene su origen allá por el principio de los dos miles, primera cantando en inglés y luego saltando al castellano en 2008 con su disco “Junio”. Los subsiguientes, “Imperfección” (2009), “Las Hojas Secas” (2010), “H” (2012) e “Islas De Cemento” (2015) han ido labrando una sólida reputación dentro de la escena independiente española. De todos modos Havalina es el clásico grupo al que deseas que tenga más suerte, que pueda llegar un más alto. En cualquier caso, con independencia de su eco, su música es magnífica.

De la formación inicial solamente queda el cantante, guitarrista, teclista (un hombre multitarea) compositor y líder espiritual: Manuel Cabezalí. Viejo conocido, por cierto, de “DMR”; acuérdense de su entrevista, allá por 2010, a colación del segundo disco de The Cabriolets; uno de los proyectos de Manuel Cabezalí al margen de Havalina, al frente del cual estaba la añorada Bimba Bosé. Nótese que es un músico estajanovista y muy solicitado (por Anni B Sweet, Russian Red, Christina Rosenvinge…), cuya hiperactividad también le ha permitido sacar discos en solitario como “Pequeño y Plateado” (2013).

El resto de la formación actual también suena de maravilla, y son: Javier Couceiro en la batería Jaime Olmedo en bajo y teclados. Añádasele a Juan Manuel Padilla en la percusión de algunos temas.

Centrando más el tiro en “Muerdesombra”, es notorio que hay un viraje hacia los años ochenta y hacia los sintetizadores. Personalmente es un hecho a celebrar lo de juntar rock y electrónica; cuando el mestizaje es atinado los resultados son óptimos. Me gustan mucho los discos que emparentan con el “Songs Of Faith And Devotion” (1993) de Depeche Mode, en cuya prole podría contarse (p.ej), el recientemente comentado en nuestro programa, “Adore” (1998) de The Smashing Pumpkins, de un modo más intimista. “Muerdesombra” quizá podría tener sintonía con esta estilística.

En realidad los que gusten de los sonidos oscuros típicos de los años ochenta van a darse un festín con “Muerdesombra”, que si bien tiene menos furia guitarrera no escatima los momentos opresivos en forma y fondo. Nos vemos en unas coordenadas donde se citan las pacientes y lúgubres atmósferas de The Cure, con bases sintéticas de espíritu ochentero y reminiscencias guitarreras típicas de Havalina, entre el hard rock y el stoner.

Un giro de estilo, quizá inesperado, pero gratificante. Para una banda es muy positivo mantener el instinto exploratorio y las orejas tiesas; es fácil estancarse en un segmento concreto. Pero también más aburrido. En lo que a mí respecta bienvenidas sean estas incorporaciones de estilo a Havalina, varias de ellas son de mis favoritas.

“Muerdesombra”, sin ser un disco difícil o esotérico, requiere de varias escuchas para ir notando todas sus virtudes. Es un disco denso, sombrío, pero que va ganando peso poco a poco hasta encontrarnos con uno de los mejores lps nacionales, en mi opinión, de los últimos tiempos. Tómenselo con calma y lo agradecerán.

ANÁLISIS DEL DISCO.
1. “Abismoide”: La primera en la frente. De inicio escuchamos una excelente intro instrumental de un minuto y veinte segundos, con una sólida base rítmica y unos seductores ambientes. Cuando entra la voz de Manuel Cabezalí todo se torna inquietante, comedidamente convulso. Las guitarras hacen filigranas extrañas y el estribillo se alarga dejándonos hipnotizados. También hay tiempo para un potente riff. La letra, como en general durante todo el disco, es más bien críptica y no deja traslucir mucho, pero las imágenes que sugiere son perturbadoras: “Amanecen dormidos en sus jaulas, no reniegan de ti, criaturas más antiguas que tu alma”. Uno de los singles del disco, que además trae un interesante y nocturno vídeo.

2. “Malditos mamíferos”: Una combinación perfecta entre rock y teclados. Desde el inicio unas pulsantes notas de sintetizador se dan de la mano con un electrizante riff de guitarra. Se trata de una canción densa, intensa, con mucho nervio. Puede recordar a los Havalina más clásicos pero con el aditivo de las notas de teclado allí y allá. Las letras siguen siendo contundentes: “He probado la sangre, he mordido mi piel, puedo arrancarme el cerebro, no lo puedo coser”. Otro single, y también con un vídeo muy acorde.

3. “Lazos rotos”: Si bien no es tan directa, esta canción nos lleva hasta las brumas góticas de los ochenta. Aromas a The Cure para una sombría melodía de cuidadas atmósferas y decadentes ademanes. La inmersión en la oscuridad no implica que la canción se aquiete totalmente. La parte rítmica sigue siendo robusta y hay un buen punteo de guitarra al final de la canción. Interesante. La letra quizá nos hable de la dificultad de recomponer una relación tras haber cruzado ya un Rubicón en forma de crisis.

4. “Órbitas”: Probablemente la canción más pop y ensoñadora del disco. Gran melodía, reforzada por una vigorosa guitarra, si bien no tan encrespada como en otras canciones. Hay una calidez melancólica y amable que hace llevadera no sólo la canción sino también el álbum. Es como un paréntesis entre la oscuridad. Dicho esto, tampoco creamos que es exactamente una canción alegre.

5. “Nacidos de la bruma”: Volvemos a la oscuridad y a los ambientes sombríos de la mano de un tema que, quizá atrevidamente, yo diría que tiene influencias del “Disintegration” de The Cure. También lo hace de una forma más envolvente y reptante que en “Lazos rotos” pero añadiendo una interpretación vocal más apasionada. Desde luego el título está escogido a conciencia; “bruma” es una de las palabras que bien pudiera evocar la música de este tema. Las atmósferas, como en todo el disco, están cuidadísimas.
6. “Alta tormenta I”: La primera de una dupla de canciones nos sirve para ver un buen ejemplo de progresión musical y ambición compositiva. De hecho, ya esta primera parte atesora virtudes de complejidad. El modo en que transitamos de un comienzo casi de metrónomo al vivaz estribillo es un buen logro de construcción. También es la ocasión para sacar brillo a la guitarras y mostrarnos un potente riff, áspero y seco, en la onda de Black Sabbath o Queens of the Stone Age. Por cierto, que entre los sonidos se deja sentir una sensación de amenaza, como de temor ante el estallido de la tormenta que menciona el título. A todo esto, “El archivo de las tormentas”, del escritor de género fantástico Brandon Sanderson, parece ser la inspiración de varias letras del disco. Y sin solución de continuidad pasamos a…

7. “Alta tormenta II”: Se confirma el dominio de Havalina para los desarrollos instrumentales y la creación de atmósferas. De hecho no sé sí soy yo que he perdido el oremus o qué, pero a eso de los veinticinco segundos escucho unos teclados que me evocan ¡al Vangelis de “Blade Runner”! Quizá no sea ningún desvarío, en general este tema tiene un aire como de oscura ciencia ficción. Más reflexiva también que “Alta tormenta I”, la conjunción de ambas da un todo diverso pero bien compactado.

8. “Más velocidad”: Buena muestra de las influencias del pop del 80 en el disco, basándose en sofisticadas guitarras y espaciosos teclados. Por supuesto también muestra el colmillo marca de la casa en el potente estribillo. Sencilla y directa fue, con acierto creo yo, el adelanto de “Muerdesombra”. La canción más accesible del disco (junto a “Órbitas”), de fácil asimilación y duradera memoria tras las escuchas.

9. “Trópico fantasma”: Finalizamos de forma pausada, sin prisas, haciendo que la canción se abra paso. Ritmo cadencioso y atmósferas a media luz para una canción que se paladea con atención y con el propósito de dejarse llevar. De los ocho minutos y pico de duración la mitad o más es un segmento instrumental de carácter brumoso e hipnótico. Por estructura y tipo de melodía es un final perfectamente adecuado. Te deja en un estado meditabundo, abstraído.

RESULTADO, CONCLUSIONES Y REFLEXIONES.
Son bienvenidos los sonidos de un conjunto de bandas españolas que se imbuyen del post-punk de los años ochenta. Ahí están: Nudozurdo, León Benavente, Ornamento y Delito… Pero la vertiente atmosférica de esa sonoridad creo que es captada más propiamente por Havalina (sin ánimo de comparar, todas son buenas bandas); y de una manera eficiente. Las reminiscencias a The Cure son enriquecedoras y creativas, no fotocopias inanes. Cada grupo tiene sus propias fortalezas y ésta es una de las Havalina. También, ya decíamos en la introducción, la inclusión de contundentes guitarras hard roqueras es una marca de agua bien utilizada por el grupo.

¿Hacia dónde dirigirán sus pasos Havalina? A saber. Como los melómanos a veces somos un poco como la Gata Flora y nos quejamos si los artistas repiten estilo y protestamos si intentan cosas nuevas, es de comprender que deban abstraerse de contentar a todos. Al respecto creo que podemos estar tranquilos, Havalina siempre han compuesto con fidelidad a sí mismos y han obrado con creatividad. Si acaso, esperamos que puedan apuntar más alto y alcancen más reconocimiento.

Texto: Mariano González.

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