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viernes, 10 de noviembre de 2017

Blur - The Magic Whip (2015)

ANTECEDENTES E INTRODUCCIÓN.
13 años pasaron hasta que, milagrosamente, volvieron Blur. Lo del carácter milagroso que le doy al hecho de la edición de “The Magic Whip” es que teniendo en cuenta la incontinencia creativa y promiscuidad de proyectos del líder y cantante Damon Albarn, parecía improbable que se animase a reunirse con Grahan Coxon (que en algún tiempo de este hiato estuvo fuera de Blur), Alex James y David Rowntree.

Damon ha pegado con fuerza con Gorillaz, pero también con otros proyectos como The Good, The Bad And The Queen, o incluso con sus discos en solitario; muy reivindicable en este sentido el previo a “The Magic Whip” del “Everyday Robots” que Damon firmó él solito; un trabajo muy experimental a ratos y que tendrá cabida algún día en este blog. De hecho, el influjo de este disco en lo que hoy nos ocupa es más que notable, lógico de alguna forma por la cercanía temporal.

En fin, que tras mucho tiempo con declaraciones confusas de unos y otros con respecto a lo que sería el siguiente disco de Blur, llegó el turno de que el ciertamente controvertido “Think Tank” de 2002 tuviera su continuidad. Y, aunque tras el análisis del disco tema a tema es cuando les daré mis correspondientes conclusiones, les adelanto que quizás nos encontremos ante uno de mis discos favoritos de la formación.

ANÁLISIS DEL DISCO.
1. “Lonesome street”: Abre el disco con cierto sonido reminiscente de la era “Parklife”. De alguna forma “Lonesome street”, de no ser por las partes recitadas de Phil Daniels, podría ser de alguna forma la descendiente directa de aquel clásico del grupo. Un sonido animoso, que sirve bien como apertura, pero que puede llevarnos a equívocos al pensar que nos vamos a encontrar con un disco frívolo y muy pop.

2. “New world towers”: Por ejemplo, ahora nos encontramos con un capítulo que pudiera ser perfectamente un descarte de las sesiones del “Everyday Robots” de Damon. Cierto perfil bajo, y algo de carácter experimental en ciertos matices electrónicos que jalonan la melodía, en la que también hay lugar para escuchar alguna línea de bajo protagonista de Álex James en formato de solo.

3. “Go out”: Nos volvemos a despegar de una línea clara o estilo predominante con la canción de estilo indie arrastrado que es “Go out”. Ojo, no se confundan con esta apreciación inicial que hago de la misma al adjetivarla como “indie arrastrado”, ya que es una de las piezas que más me gustan de la obra, y sin duda la que me llamó la atención en primer lugar en los primeros repasos sonoros que le daba. Puede ser algo cercana al sonido creado en el disco homónimo de la banda de 1997. La melodía marcha a golpetazos, los coros son los que aportan ese sonido algo arrastrado y perezoso. No deja de transmitir una cierta ironía en su melodía y Damon se muestra en su registro vocal más excesivo y descuidado de la obra, con sostenidos hipnóticos y saltarines. Personalmente para mí, uno de los activos de “The Magic Whip”. Por algo será que fue el 1er. single.

4. “Ice cream man”: Tras la sucia y caústica instrumentalmente hablando “Go out”, que tanto llama la atención en su escucha, pasamos a “Ice cream man”, que quizás por su situación en el track list del disco, no destaca mucho. Y ciertamente es una canción sin muchas pretensiones, que casi nos sirve de pausa para abordar acto seguido el próximo capítulo remarcable de la obra. Es curiosa en su sentido de canción electrónica en su sonido de base, pero sin embargo la sensación que nos queda es la de una pieza acústica gracias a las cuerdas de la guitarra.

5. “Thought I was a spaceman”: Hablaba hace poco tiempo con Mariano González sobre este disco, y estuvimos de acuerdo en destacar “Thought I was a spaceman” como una de las canciones más destacables del disco. Estructuralmente va in crescendo, de menos a más. En sus sonidos electrónicos podemos encontrar reminiscencias de aquel single muy acertado del “The Best Of” de la banda, “Music is my radar” y cositas del “Everyday Robots” de Damon. Todo funciona bien: el eco de la voz en Damon, muy acorde con la temática de la pista, los apuntes electrónicos (a rato sibilinos o juguetones, mezclados con otros ampulosos y ambiciosos que entran en el tramo final). 6 minutos de canción, de hecho algunos segundos más, de los que no sobra ni una décima.

6. “I broadcast”: Les sigo ayudando a situarse con respecto a la historia de Blur; “I broadcast”, ¿no les evoca algo a “M.O.R”? A mí sí. Canción acelerada, latente, rítmica y ligera, que contrapunta con la predecesora. No está mal, pero me quedo con la anterior.
7. “My Terracotta heart”: Abordan Blur con “My Terracotta heart” una pieza de carácter más íntimo. Un medio tiempo elegante, sensual en cierta manera, al que Damon aporta un registro más agudo del habitual, incluso atreviéndose con cierto falsete en algún pasaje. Como verán, no es un disco “The Magic Whip” en el que encontremos dos piezas seguidas de mismo carácter o estilo.

8. “There are too many of us”: Llegamos a otra de mis debilidades de “The Magic Whip”. “There are to many of us” es el episodio más solemne y ampuloso sonoramente. Damon parece un predicador al micrófono (parece que tiene un altavoz en la mano y frente a la boca), en una canción que va bien dirigida en todos los sentidos. La percusión y base va en sentido marcial, lo cual apoya a lo ya descrito. A medida que avanza, el ritmo toma una marcha más, dejando el sonido marcado percusivo, el cual solamente retorna al final. Buen desarrollo de despegue, vuelo y aterrizaje. 2º single del disco, por cierto.

9. “Ghost ship”: Y otro gran tema. Y en sentir distinto de nuevo, partiendo mucho de lo previamente oído inmediatamente. “Ghost ship” apuesta por la calidez, sobre todo en la guitarra eléctrica, y después de un ejercicio de pretenciosidad bien llevado a cabo, entramos en una canción que suena luminosa y con muy buen rollito. Fácilmente disfrutable, no precisa más de una escucha para cogerle el punto y apreciarla como se merece. Quita hierro al sonido a ratos arriesgado y menos accesible del disco, y para nada es irrelevante que se sitúe aquí exactamente, porque lo que viene a continuación…

10. “Pyongyang”: Esta canción, en la que el título se lo aporta la capital de Corea del Norte, y en la que Damon parece ser que se inspira al recordar una estancia en dicho país, ofrece a partes iguales sonidos nocturnos y ciertamente siniestros, con unos estribillos casi de oración de congregación religiosa, a cuya sensación ayudan los sostenidos vocales de Damon. Si han apreciado riesgo hasta la canción nº 9 en muchos de los cortes de “The Magic Whip”, creo que ésta es la que se lleva la palma. Cuesta mucho, al contrario que con la previa “Ghost ship”, cogerle el truco, pero después de repetidas y repetidas escuchas, se le termina cogiendo sus virtudes.

11. “Ong ong”: El único single que ocasionalmente vi por “Hit Tv” o “Kiss Tv” (no sé si ya se había renombrado dicho canal por entonces) fue el de “Ong ong”; y, atención, que era el 4º single. Con ese videoclip, tremendamente chorra, y la mayor parte de él en formato de videojuego muy vintage, con impagable momento de vergüenza ajena con el grupo disfrazado al final del mismo, estamos en efecto ante la canción más fácilmente accesible y con pegada. Es un single que puede ser muy reconocible dentro del repertorio de Blur. Directa, muy pop, sencilla, luminosa y pegadiza en cierto punto; no obstante, han pasado tantas cosas interesantes hasta su llegada en el penúltimo capítulo del disco, que casi ya ni me la esperaba (esa es la sensación que me ha quedado tras acceder al disco completo, ya que fue la única que escuché hasta que me metí de lleno en el lp). Por cierto, es probable que el videoclip llevara a la portada del disco o viceversa.

12. “Mirrorball”: Es fundamental, al menos así lo considero yo, que un buen disco que se precie sepa despedirse como debe. Y “The Magic Whip” lo hace con “Mirrorball”. Canción taciturna, vagamente crepuscular (con algún matiz oriental en sus sonidos), de sonido reposado y con Damon en perfil grave vocal. También a la par desprende un leve halo de misterio que le queda pintiparado al disco.

RESULTADO, CONCLUSIONES Y REFLEXIONES.
Si hablamos del resultado cualitativo del disco, en mi opinión estamos ante un éxito o triunfo claro. Si los regresos de las bandas son para dar lugar a obras como ésta, así que vuelva o resucite quien sea. Disco de manual en metraje este “The Magic Whip”, con 12 canciones y algo más de 50 minutos, donde prácticamente no sobra nada y hay cosas muy destacables. Canciones que les terminarán convenciendo, si bien les advierto que hay mucho riesgo y no es accesible en su totalidad (solamente un par o 3 canciones), con lo que tendrán que darle muchas y muchas escuchas; de hecho yo he tardado mucho en poder afrontarlo como se merece.

¿Cuantitativamente? Si hablamos de repercusión o interés de la sociedad cultural musical… Pues no muy bien. Solamente parte de los seguidores fieles del grupo hemos entrado en él y comercialmente, al menos fuera de UK (donde sí que fue nº 1 en la lista de discos, pero donde los singles estuvieron lejos lejos de las primeras posiciones) ha pasado de puntillas. Lo peor es que por aquí solamente se pasaron de gira por un festival (puñeteros festivales…) y no dieron conciertos en recinto cerrado de gira propia. Qué pena.

A nivel personal, desde hace más de un año me ha supuesto un buen acompañamiento musical en mis gustosas caminatas por el área metropolitana de Madrid incluido en mi selección de mi mp4, al que aún le aguanta la vida sonoramente, si bien la pantalla ya no le chufla (debo ser yo, porque a la tv le pasa actualmente algo parecido).

En fin, en formato estudio Blur han satisfecho la papeleta del regreso tras más de una década de silencio compositivo con un trabajo que nos ofrece una variedad sonora notable (algo que por otro lado era habitual en los extensos lps anteriores del grupo). De alguna forma, y readaptando los sonidos al presente, podemos encontrarnos a los Blur de distintos periodos y también los dejes y ramalazos estilísticos de su líder margen de la formación. ¿Cuál será el siguiente paso de Blur? ¿Habrá algo más? El tiempo lo dirá. De momento me alegra ver que una de mis bandas de la adolescencia ha sabido editar un disco muy digno y solamente reprocho a quien le corresponda que no se hayan pasado a tocar por Madrid en algún recinto.

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