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domingo, 3 de enero de 2016

Concierto Danza Invisible / La Guardia. Madrid (26-12-2015)

Bueno, antes de nada, feliz 2016 a todos ustedes. He aquí la 2ª y última excepción a nuestro descanso navideño, que no está siendo tan acusado como podrán comprobar con esta crónica y lo que Alfredo Morales reportó del concierto de Kraftwerk en Grenoble. He de reconocerlo: al concierto que les voy a narrar iba bastante contrariado. Tras una larga siesta normalmente te levantas con el pie algo torcido y a eso se sumó que esa misma tarde ustedes lectores me avisaron de que en otro blog se estaban copiando varias opiniones de nuestras revisiones de discos, sin mencionar por lo visto la fuente origen presente.
Por ello, iba algo de mala gana, pero al menos había razones para intentar levantar el vuelo y tomárselo a bien, ya que además la entrada era un regalo de cumpleaños que me hicieron y el ir con el gesto torcido no es muy apropiado. La principal razón de poner buena cara es que Danza Invisible formaban parte del plan y ya saben que los de Málaga son un grupo que aprecio bastante, muy en desacuerdo con mi buen amigo Alfredo Morales, que los suele poner a caer de una burra (no siempre tenemos que estar de acuerdo entre amigos, faltaría más). Hacía mucho que a los Danza en sí no les veía en directo. La última vez data de los comienzos del blog, hace ya más de 7 años, en un intensísimo concierto en Alcalá de Henares. Curiosamente aquel verano de 2008 les vi en 3 ocasiones. Aquí abajo Javier Ojeda en un momento de la actuación de Danza Invisible en la que se sentó al borde del escenario.
Después, lo más parecido que vi a Danza Invisible, fue a Javier Ojeda en solitario interpretando temas de Danza Invisible en un concierto-festival, en el que iba acompañado de otros músicos que no eran Chris Navas, Antonio L. Gil ni Manolo Rubio. Por ello, a medida que se iba acercando la hora, se iban dejando de lado los nubarrones mentales para ser sustituidos por muchas ganas de ver a los Danza en escena. Llegamos a la sala But puntuales a la hora citada para la apertura de puertas (las 20.00h), y tras un ratito haciendo cola accedimos y nos situamos frente al escenario en 3ª fila en el lado contrario de donde estuvimos las 2 últimas veces que acudimos a esta correcta sala (cuyo único “pero” es su desalojo al terminar los shows) a ver a Second con Kuve y Los Ganglios. A continuación en primer plano Antonio L. Gil y en 2º plano el percusionista actual de los Danza Invisible en directo.
Se respetaron los horarios. Danza Invisible salieron a escena a las 20.30h muy puntualmente y abrieron con un acierto pleno: “El pintor y la modelo” de “Maratón” de 1985. Ya sabía que la habían recuperado hacía un tiempo, pero no dejó de sorprenderme que sonara y me alegró mucho, ya que en todas las ocasiones que había visto a Danza (4 hasta la fecha; además de las citadas de verano de 2008 hubo otro gran concierto en julio de 2006 en la avenida Pablo Iglesias en las fiestas veraniegas de Chamberí) nunca había caído. Aquí les inserto el video que grabé de la misma.

Ciertamente los Danza hicieron bingo. Bingo personal, voy a decir. Esto significa que no se dejaron ni un solo tema de los que son imprescindibles en uno de sus conciertos, bajo mi humilde punto de vista (dejando por imposible que la controvertida canción “Pero ahora” de “Efectos Personales” forme parte de algún set list del grupo); y esto tiene más mérito si además la duración de este concierto es un poco menor a la habitual de la que ofrece Danza Invisible. Venga, pongamos algún pero: de “Pura Danza” sí que me faltó “Donde el corazón nos lleve”; pero nada más. En la oscuridad aquí a continuación dejamos una foto de Manolo Rubio, que nos cogía justo al otro extremo.
En el escrutinio fueron lanzando hits de mayor y menor intensidad. Canciones por un lado queridas para los que nos consideramos seguidores de Danza Invisible a fondo (como por ejemplo que suenen de “Música De Contrabando”, disco de 1986, “Agua sin sueño” o “Espuelas”, esta última inmersa dentro de “El club del alcohol” al final del concierto) y otros trallazos de dominio público como “A sudar”, que fue de las primeras en desfilar, “Catalina”, en el tramo final del show y las inmortales “Sabor de amor”, que sonó a mitad de actuación (no tiraron de evidencia de guardársela para el final del show) y “Sin aliento”, que prendió fuego a la sala cuando se iba afrontando la recta final. Inserto el video que grabé de este temazo justo aquí (atención: el audio está más alto, ya que la cámara de mi móvil graba en mayor volumen que mi cámara de fotos).

Como curiosidad personal puedo comentar que hubo un momento en el que Javier Ojeda preguntó al público por preferencias para la siguiente canción que tocaría y acerté gritando “El ángel caído”; lo que pasó es que Javier no se percató de ello. Vean debajo a Chris Navas concentrado en su bajo.
El bis estuvo muy bien medido, ya que además del ya comentado final de fiesta tan efectivo que es “El club del alcohol”, se incluyeron la versión readaptada de Van Morrison “A este lado de la carretera” (que curiosamente se me había olvidado a lo largo del concierto y no reparé en la misma hasta que empezaron a sonar sus acordes) y “Naturaleza muerta”, la cual sí que esperaba con ganas (es una de mis favoritas de siempre y en lo que coincido con la persona que me regaló la entrada y que me acompañó a la sala But) y por la que empezaba a impacientarme al ver que a los Danza Invisible se les acababa el tiempo y no salía la bola del bombo. Oigan, que se me ha pasado, les inserto ahora aquí el temazo que es “Agua sin sueño”, que también la grabé en video.

El concierto, quizás también por ser en Madrid y por ser en una sala parecida a la antigua Aqualung, me recordó mucho al correctísimo disco en directo de mediados de los 90 “Al Compás De La Banda”, y es que ayudó mucho que sonaran piezas coincidentes en listado como “La estanquera del puerto” o “Reina del Caribe”, muy relevantes dentro de ese lp en vivo que les recomiendo mucho que escuchen si aún no lo han hecho; tomando en parte una impresión del propio Javier Ojeda que leí por ahí, quizás no sea un disco tan fresco como el “Directo” de los años 80, pero es más que aprovechable.
Ya lo he citado. Quizás la mayor sorpresa me la supuso “Espuelas”, cuando sonó insertada en “El club del alcohol”. Sonó corrosiva e intensa, mucho más que en estudio, con un Javier Ojeda que bramaba al micrófono eso de “Vivo o muerto…”. También me sorprendió que sonara íntegra “Por ahí se va”, otro hit del grupo de los últimos 90 y que solamente recordaba haber escuchado en forma de guiño (quizás un par de versos cantados por ahí por Javier) en alguno de los conciertos anteriores que había visto de Danza.
Poco más de hora y 15 minutos, pero muy bien aprovechados. Un set list sin fisuras, que contentó a los fans y los no tan fans y que contó con el cuarteto clásico a pleno rendimiento. Antonio L. Gil, al cual tuvimos justo enfrente, demostró lo buen guitarrista que es, con momentos tremendos de interpretación de los acordes melódicos de los hits de Danza, Chris Navas sigue con su característica forma de tocar el bajo, con sus inseparables gafas de sol y con esa conservación física que nos hace dudar de un pacto con el diablo a lo Dorian Grey, por no mencionar en ese aspecto al señor Ojeda (en primerísimo plano en la foto de arriba de este párrafo), por el que tampoco parecen pasar los años. Y es que el cantante de Danza Invisible es puro nervio (había un chico al lado mío que se partía de risa al intentar sacarle una foto a Javier, diciendo que no paraba de moverse) y estuvo a su nivel; si bien, la vez que más desaforado le vi fue en el concierto de 2008 en Alcalá de Henares. No obstante, Javier estuvo a su nivel, y si no, como ejemplo, la foto que ponemos a continuación, completamente desgañitado; de hecho, comenzó con americana y terminó sin ella.
Por cierto, por lo visto los Danza el día anterior tuvieron algún incidente en no sé qué pueblo por no sé qué multa; Javier Ojeda en varias ocasiones soltó reprimendas al aire al alcalde del pueblo en cuestión y se le notaba a ratos la mala leche al respecto. Y, perdón, no podemos olvidar al carismático Manolo Rubio, el “sargento Furia” apodado por Javier Ojeda, que con sus teclados y guitarras aporta el toque y rúbrica a la música de Danza Invisible. Danza Invisible contaron con un batería de turno (desde que se fue Ricardo Texidó en los 90 nunca ha habido un miembro oficial en esa sección) y un percusionista que se sumó a guitarras en el tramo final. El batería que toca con La Guardia también se sumó a los Danza en un momento. Luego Javier Ojeda completaría el intercambio al sumarse a La Guardia en el bis de su correspondiente actuación.
Pues muy contentos terminamos con lo ofrecido por Danza Invisible. Sigo contento a día de hoy, una vez asentadas las sensaciones. Terminó siendo un regalo muy acertado. Además, a Danza Invisible siempre les había visto en fiestas municipales y al aire libre. Siempre es un punto distinto ver a un grupo en sala. Pero aquí no acababa la noche. Y es que, aunque yo no sea muy seguidor de La Guardia (como sí que lo soy de los Danza Invisible), hubiera sido una tremenda y horrenda falta de respeto hacia Manuel España y sus muchachos dar la espantada y marcharnos del recinto una vez terminada la actuación de Danza Invisible. Yo no soy de esos.
Tardaron algo más de lo previsto en salir a escena La Guardia, pero cuando lo hicieron, lo hicieron con determinación. Ni mucho menos soy un experto en la discografía de La Guardia (quizás mi buen amigo David Sánchez Arribas sería quien, si hubiera venido al concierto, podría contarles algo con más conocimiento que servidor), pero lo que sí se pudo palpar fue el enfoque claro del grupo. Apoyados en su pop con matices country en muchos momentos (también a eso ayuda el look de algunos de los músicos que están junto a Manuel España en La Guardia), ofrecieron una hora y 15 minutos de actuación muy rítmica. A continuación un primer plano de Manuel España.
Fue en los primeros segundos cuando sonó uno de sus recordados éxitos “Mil calles llevan hacia ti”. El público respondió con entusiasmo a este trallazo que La Guardia decidieron situar en 3er. lugar (creo recordar) de su repertorio para que la gente terminara de meterse en el concierto. Varios fueron los temas que se me terminaron quedando de la actuación como “Pequeña Lolita” o “Blues de la Nacional II” (uno que ha vivido siempre (ahora y antes) pegado prácticamente a esa autopista no le puede pasar desapercibido un tema titulado así. Les insertamos a continuación un fragmento que grabamos de “Mil calles llevan hacia ti”.

La Guardia sí que no se salieron del guión y sí que se guardaron para el final del su actuación su tema más reconocible: “Cuando brille el sol”. No obstante, ahí no terminó la fiesta y hubo espacio para que Manuel España y su grupo, en este caso acompañados por un enérgico y entregado Javier Ojeda sellaran su actuación con “Mueve tus caderas”, la cual funcionó bastante bien como cierre del concierto y de un evento que resultó muy apañado. Y aquí de seguido un cachito de “Cuando brille el sol”. Suban el volumen, que este fragmento lo grabé con la cámara de fotos.

Terminó el concierto y como teníamos mucha hambre salimos echando patas para zamparnos unas hamburguesas en una cadena de comida rápida cercana a la sala. No nos quedamos en esta ocasión a intentar saludar a Javier Ojeda, al cual podemos considerar amigo de “DMR” tras la entrevista que le hicimos ya hace unas temporadas y el backstage tan interesante que tuvimos en Torrejón de Ardoz hace unos años (donde en un pequeño debate a colación sobre un artículo que Javier hizo en su blog sobre Springsteen, incluso nos deleitó cantando a capella un par de versos de “I’m on fire”), ni tampoco pude quedarme a charlar con una buena seguidora de nuestro programa de radio, Mai, que también acudió a la cita y que tuvo la suerte de estar en primerísima fila y frente al palo del micrófono de Ojeda/España. En la siguiente foto verán a Javier Ojeda en su colaboración en las tablas junto a La Guardia.
En definitiva, me lo pasé muy bien. Fue una noche de buena música en una muy buena sala (la sala But reitero que es muy buen sitio cuyo único punto negativo es su desalojo) y con un ambiente fenomenal. La gente vivió el concierto con emoción y mucha ilusión, pero desde el mantenimiento de las formas, sin que la histeria se desatara y provocara situaciones incómodas.
Danza Invisible y La Guardia terminaron muy bien el 2015, tocando en Madrid, en una sala de buen aforo que prácticamente completaron y demostrando que en el escenario siguen funcionando muy bien, por mucho que hayan pasado décadas de sus momentos de mayor apogeo mediático. La vida tiene sus etapas.

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