ANTECEDENTES E INTRODUCCIÓN.
Este pasado verano, con motivo de los viajes vacacionales en coche a la costa levantina, me vino a la mente recordar esos mismos viajes, pero cuando desempeñaba el papel de hijo y el padre era otro, en este caso el mío. Aquellos viajes a la provincia de Alicante, atravesando La Mancha por la zona que molaba (la de Mota del Cuervo y sus molinos de viento en la loma), iban aderezados de sesiones de cassette en el Renault 9 GTD (un coche muy bonito y elegante, pero de mal resultado mecánico; se dice que los diésel en Renault…).
En aquel vetusto cassette iban desfilando artistas del gusto de mis padres como José Luis Perales, Julio Iglesias, Georgie Dann (muy adecuado para esos viajes, evidentemente) y a veces me daban alguna concesión con la banda sonora de mi serie favorita de dibujos animados, “La Vuelta Al Mundo De Willy Fog”, a cargo de Mocedades. Sin embargo, los que más me quedaron en la retina, sin olvidar al resto, fue el peculiar trío La Trinca.
Era un grupo peculiar, no solamente por su evidente distancia en lo que a las letras se refería, ya que eran composiciones llamativas por lo que decían, mucho más que los melódicos ejemplos citados, sino por la variedad en sus sonidos, que a veces se apoyaban en composiciones de músicos clásicos, como que te hacían una especie de bossa nova, rock de los 50, twist, vodevil, etc.
El grupo estaba compuesto por un trío también bien diferenciados en aspecto y que de hecho eran conocidos más que por sus nombres por apodos derivados de su look. Con Miquel Ángel Pascual no había duda y era el de la barba de La Trinca. Josep María Mainat era conocido como el de las gafas o el rubio de La Trinca (para mí es el Charlie de Chant español, por el notable parecido que guardaba en aquellos días con el saxofonista mítico de Hall & Oates). Y Toni Cruz, al igual que Mainat, tenía 2 opciones: el alto o el guapo de La Trinca.
El grupo llegó a los años 80 con una trayectoria de éxito y repercusión en su tierra, Cataluña, donde sus aguijonadas letras e ingenio les hizo ser un fenómeno social muy bien recibido. Su composición se basaba en la lengua de la tierra, pero a comienzos de los 80 el grupo decidió también hacer versiones de sus temas en castellano, lo que les permitió asaltar al resto de España y parte de Latinoamérica.
Su primer disco en castellano fue “Quesquesé Se Merdé”, que realmente era una compilación de temas ya incluidos en álbumes anteriores, pero haciendo nuevas versiones en castellano de esos mismos temas en catalán. El disco tuvo una excelente aceptación y permitió abrir un lustro de éxito a nivel nacional del trío. Además, es la primera de los cassettes que tuvo mi padre y que aún conservo, casi como una especie de tesoro. Estábamos en 1983.
1985 vio el siguiente lp en castellano. “Sinánimus Molestandi” quizás no fuera en su conjunto tan logrado como el anterior, pero hay que tener en cuenta que el predecesor era un completo recopilatorio de readaptaciones, aunque en este también hay espacio para temas antiguos revisitados al castellano. En la carátula del cassette salen los 3 componentes con una cara de buenos chicos muy entrañable. Quizás su tema más recordado fue ese desternillante pasodoble dedicado a Manuel Fraga, “Ele Manolo!”.
Tuve dudas en cuál de los 3 discos escoger, entre los 2 comentados en los párrafos anteriores y el que finalmente me ha servido para tributar a este impagable trío. Creo que “Trinca, Sexo Y Rocanrol” fue el que ya les supuso un triunfo más notable y más llegada. Ayudó mucho un single tan irreverente y quizás a día de hoy imposible de publicar “Quiero una novia pechugona” (en catalán más discreto: “Em descontrolen les neurones”). La portada deja de mostrar una imagen de los 3 componentes del grupo y quizás pasa a ser la más anodina de la época. Vamos a pasar a ver su contenido.
ANÁLISIS DEL DISCO.
1. “El IVA (hecho fácil)”: Empezamos con la estresante (ya solamente por el hecho de a qué impuesto está dedicada) “El IVA (hecho fácil)”. Es un tema solemne en su melodía, que ofrece una interpretación vocal acelerada y difícil de seguir. “¿Se ha entendido?”, pregunta Mainat, “No”, dice la gente; “¿Se repite?” vuelve a preguntar Mainat, “Sí”, dice la gente y vuelta a empezar la peculiar explicación de cómo se ha de declarar este impuesto y realizar su cálculo. Una sacudida de inicio que te mete de lleno en el disco y que de paso sirve para criticar ese impuesto tan odiado, que en su día cuando llegó provocó mucha más indignación que la que causa a día de hoy, en la que ya se considera asimilado.
2. “Y el pobre mundo, ¿qué?”: Muy cachonda y mezclando diversos estilos, ajustados al origen de los personajes protagonistas (ya fuera Reagan, Gorbachov o Juan Pablo II), se nos presenta en 2º lugar “Y el pobre mundo, ¿qué?”. Quizás no sea la pista más recordable del disco, pero ciertamente es una pista alegre y jovial, bien situada en el arranque del disco.
3. “La “tele” matutina”: Con “La “tele” matutina” y casi haciendo un estudio previo del mercado que pasará a interesarles al trío, La Trinca elaboran un fiel escrutinio de la programación de tv de los años 80. Instrumentalmente se apoya en sonidos ingenuos y luminosos. Hay incluso menciones directas al que era el director de Rtve en aquellos días, Calviño; estas referencias no les sonarán a gente de nuevas generaciones, ni les dirán nada, pero en su momento resultaban efectivas.
4. “Sube al avión”: Aquí se valen de una envoltura basada en parte en el twist y con apoyos en el clásico “Volare” para dibujar una hilarante y desternillante travesía en avión con secuestro por parte de unos terroristas islámicos. Supongo que sería la canción menos adecuada para escuchar el 11 de septiembre de 2001. En todo caso, “Sube al avión” no deja títere con cabeza al atizar incluso a los de alguna institución y sus colectas. Destaca mucho el ya citado homenaje al “Volare”, con Mainat y su siempre engolada voz viniéndose muy arriba. Es uno de los temas que más recordaba de mis escuchas en el coche de mi padre más de 3 décadas atrás.
5. “Qué bonitos los anuncios”: Nuevo ejemplo dedicado a la televisión. Puede ser que el grupo ya estuviera mirando con avidez a lo que sería su nuevo campo profesional, el de la producción televisiva, con el cual se forraron bien el riñón en los 90 y comienzos de los 2000. Esta “Qué bonitos los anuncios” tiene una curiosa estructura con estribillo de mucho retintineo y con incisiones curiosísimas de los imaginados anuncios. También es otro de los temas que no había olvidado.
6. “No sé por qué te quiero (canción del electorado socialista)”: Ahora a ritmo de tango se nos presenta una directa crítica a la gestión de gobierno del por entonces ejecutivo al mando de Felipe González. Realmente es muy atinada en su letra y dentro del riesgo que supone meterse en las texturas sonoras de un tango, tiene su gancho melódico y ofrece momentos realmente acertados, como por ejemplo su largo estribillo en el que se menciona el título de la canción.
7. “Quiero una novia pechugona”: Aquí tenemos la canción quizás bandera del disco y la que supuso un gran éxito para el grupo. Curiosamente, y supongo que por asociación de otras palabras, el “nena” que sirve al grupo para llamar la atención de esa supuesta novia a la que se le conmina a ponerse cebona e incluso operarse, yo lo oía como “Ramona” (y es que el famoso tema de Fernando Esteso incluía lo de pechugona en su letra). Estamos en todo caso y más allá de lo incorrectamente político (sobre todo actualmente) de su letra, ante una canción disfrutona y alegre, con una base de rock de los 50 o twist. El videoclip de “Quiero una novia pechugona”, con cierto regusto a “Grease”, resulta desternillante con el trío terminando bailando con unas muñecas hinchables a las que terminan tirando por ahí.
8. “El hombre light”: Me acuerdo muy bien de “El hombre light”. Su estribillo, muy sencillo y repetitivo en la palabra “light”, se quedaba muy fácilmente. Es quizás una de las canciones más vigentes a día de hoy, con una letra muy mordaz criticando a todos esos productos que desvirtúan la esencia de las cosas.
9. “Masacre y aniquilación”: De “Masacre y aniquilación” no me acordaba a bote pronto, pero luego tras escucharla sí que la recordé bien. El tema versa sobre la contundencia de las películas de acción, con una melodía e instrumentación que evoca claramente a la saga de James Bond. Un tema alterado y contundente que no nos deja precisamente relajados para ir terminando la escucha del cassette (en mi caso el formato que manejo).
10. “El centro on the rocks”: Termina el disco con un sonido de rock guitarrero clásico, pero sin un ritmo excesivamente rápido. Nuevamente una canción de enfoque político en su letra, con descripción de algo que sucedía en aquellos días y que no sé si era precisamente por la creación del partido CDS. Canción discreta para terminar el disco, con la que La Trinca optan por rubricar en perfil bajo en lugar de haber escogido alguna de las otras compañeras de lp con mayor pegada.
RESULTADO, CONCLUSIONES Y REFLEXIONES.
Con este “Trinca, Sexo y Rocanrol” el grupo consiguió un éxito definitivo a nivel de toda España e incluso en América Latina. Yo recuerdo que incluso mis padres me llevaron en el verano de 1988 (curiosamente el único que no hubo viaje a la costa porque el bingo del Hotel Conde Duque de Madrid, en el que trabajaba mi padre, estuvo cerrado por reforma y los ingresos familiares se vieron resentidos) al Parque de Atracciones de Madrid porque un día en programa doble actuaba La Trinca y Alaska Y Dinarama. Para mí, además de disfrutar de aquel Parque de Atracciones más entrañable que el ya 1000 veces remodelado actual (y al que no regresé hasta las navidades pasadas de 2022), me permitió ver, desde lo alto de aquel anfiteatro al aire libre (ahora está cubierto) a gente que veía por la tele, ya fuera en programación nocturna o en tele matutina (como reza una de las canciones) de fin de semana en “La Bola De Cristal”.
El siguiente disco del grupo, sin embargo, fue un paso atrás comercial. “Marro!”, principalmente por su no adaptación al castellano, pasó desapercibido a nivel nacional, aunque en Cataluña sí que hizo más eco. No obstante, el grupo ya andaba en otras cosas. Primeramente porque tras un primer paso por TV3 presentando “No Passa Res”, el grupo volvió a dominar España con su irreverente “Tariro, Tariro” en TVE, que creo que vino a tomar el relevo del aún más irreverente “Viaje Con Nosotros” de mi adorado Javier Gurruchaga.
Y de la presentación, a la producción. Mainat, Cruz y Pascual desaparecieron de las pantallas y se pusieron detrás. Recuerdo muchos programas en los que, un jovencito como yo, no entendía que en los créditos iniciales se pusiera “Producido por La Trinca” y luego no viera el pelo ni al rubio, ni al alto, ni al de la barba. El caso es que se pusieron a facturar con éxito descomunal, dando sobre todo en la diana con “Operación Triunfo” y “Crónicas Marcianas”.
La Trinca no buscó trascender, o al menos no desde un punto de apoyo tradicional en una carrera musical. Fueron un ejemplo de divertimento puro y absoluto, con cierto y palpable objetivo crítico en sus letras, pero con muy buen humor y ánimo. Quizás su procedencia, y su postura política, y con todo el jaleo que hay con Cataluña desde hace un tiempo, hace que no sean muy recordados a nivel nacional, pero aquí no voy a entrar en consideraciones políticas; ya saben que a mí no me interesan ni con quién se acuesten, ni las ideas políticas de los artistas que por aquí van pasando.
En cualquier caso, y esto ya es personal, tengo asociados a La Trinca a mi infancia y la verdad es que he disfrutado mucho recuperando la escucha de estos viejos cassettes en los últimos meses. Quizás sea la nostalgia, pero no considero que haya sido un ejercicio doloroso. Era de ley tributar a esta banda y en cierta manera a mi padre, con una de sus bandas favoritas, ya que, a la presente, cuando uno es padre, es cuando comienza a poner en valía y a entender ciertas cosas del pasado. El tiempo pone todo en su lugar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario