ANTECEDENTES E INTRODUCCIÓN.
Esta reseña va a ser algo peculiar en lo que a mí respecta. Va a ser el análisis de un “converso”. Me explico. AC/DC suele ser un grupo que gusta desde la adolescencia, que casa bien con el ímpetu de la juventud y que por lo tanto suele paladearse desde épocas más o menos tempranas. Desde ahí puede acompañarte toda la vida. Sin embargo, reconozco que mi interés por AC/DC está aumentando a los treinta y muchos.
¿El por qué? Ni yo mismo lo sabría explicar. Como dicen en la película “Alta Fidelidad”, a veces hay que esperar a que una música haga “click” en nuestra cabeza. No crean que no me gusta el rock, me encantan desde hace muchos años Led Zeppelin, Black Sabbath, The Doors, The Rolling Stones, The Beatles, etc, etc. Quizá percibiera que todas las canciones que escuchaba parecían casi iguales, pero también me gustan los Ramones, que son el epítome de la persistencia estilística. Sin embargo, llegados a este punto me interesa muy poco racionalizar y me interesa bastante disfrutar. Tampoco se crean, por otra parte, que me he convertido en el fan número 1.
A mis ojos AC/DC hacen una versión “hiperelectrificada” del rock clásico, tonificando y dando músculo a música que en principio podría ser propia de grupos como los Rolling Stones. Hay varias virtudes en AC/DC que son incuestionables. La guitarra rítmica de Malcolm Young es capaz de parir antológicos riff (en este disco hay unos cuantos ejemplos); por su parte la de Angus Young (el que va vestido de colegial) es virtuosa, incendiaria y desbocada. Este dúo de guitarras amerita haber conseguido uno de los sonidos más reconocibles, salvajes y celebrados de la historia del rock.
Otro mérito es, aunque por circunstancias indeseables, haber sobrevivido a la muerte de su primer y carismático cantante: Bon Scott. Aunque la etapa aurea de AC/DC suele considerarse que es esta primera, Brian Johnson ha sido un sustituto que forma parte de la historia de la banda. Y el caso es que aunque hayan tenido dos vocalistas de peso, la historia de AC/DC es la historia de un solo grupo. ¿Pudieron Queen decir eso, por ejemplo, cuando se unieron con Paul Rodgers? Es más, el disco que nos ocupa es el primero en el que cantó Brian Johnson y, a día de hoy, resulta ser no solo el más vendido de la banda, sino que es el segundo disco de la historia más vendido después del “Thriller” de Michael Jackson. El concepto de resurrección encarnado en disco de rock.
Hay muchos cosas de “Back in Black” en particular que pueden aplicarse a AC/DC en general. Puro hard rock. O como yo lo llamaría hard rock “de venirse arriba”. Pocos grupos invitan tanto a cabecear, saltar o tocar la guitarra invisible como AC/DC. Y quizá ahí esté parte de su secreto, en que todas sus marañas eléctricas vayan a desembocar en descargas de pura energía. No esperen letras filosóficas o grandes conceptos, AC/DC es un grupo para un disfrute primario y divertido, además de bien tocado, por cierto. Es posible que sea un grupo de “nicho”, es decir, que no haya mucha variedad en el conjunto de su carrera. Sin embargo lo que hacen lo hacen bien y han encontrado desde hace muuuuuuchos años una fórmula que puede considerarse propia. Se puede comprar o no. Yo antes elegí que no; ahora practico el infravalorado placer de cambiar de opinión.
“Back in Black” trajo bajo el brazo algunos trallazos que tardaron poco en convertirse en clásicos de la banda. A modo de botón están “Hells bells”, “Back in black” o “You shook me all night long”. La banda para este disco la completan dos músicos que también son historia de AC/DC: Phil Rudd (batería) y Cliff Williams (bajo). En las tareas de producción está el afamado Mutt Lounge.
ANÁLISIS DEL DISCO.
1. “Hells bells”: Empezamos con un pequeño clásico de la banda. Es, de lejos, la composición más oscura de “Back in Black”. El inicio con el lúgubre tañido de campanas y las guitarras introduciéndose poco a poco es estupendo; el trabajo en los riffs es perfecto; y Brian Johnson en las voces contribuye a la épica de la canción. Se nos presenta una banda que echa de menos a Bon Scott, pero que se las ha arreglado para tirar hacia adelante. La construcción de la canción es impecable. El tema es un tributo precisamente a su difunto cantante y no una canción satánica como se sacaron de la manga los analistas más alicortos. Brian Johnson cuenta que el estallido de una tormenta huracanada durante el proceso de grabación del disco ayudó a la creación de este segundo single.
2. “Shoot to thrill”: Canción mucho más saltarina, ágil y ligera. No por eso significa que las guitarras sean livianas, ni mucho menos. Tema realmente pegadizo, que desde cierto punto de vista puede tener algún deje “pop”. Al menos hasta que Angus Young tira la casa abajo con un eléctrico punteo. La canción va sobre un camello que va dispensando antidepresivos entre las amas de casa de un barrio, anécdota que Brian Johnson leyó en la prensa. Ojo al poderosísimo fade out. No fue single pero es una favorita de los fans.
3. “What do you do for money honey”: El inicio es un riff de rock clásico llevado al poderoso campo de AC/DC. La armonía entre las dos guitarras y la voz de Brian es estupenda. El estribillo trae consigo el desfase mediante un catártico y algo alargado grito. Tiene todos los componentes de una canción marca de la casa; rock sencillo, potente y divertido.
4. “Given the dog a bone”: El sentido del ritmo de este tema es uno de sus atractivos. Es una canción que te pondrías para conducir, o algo así. El riffeo de Malcolm y los dibujos y punteos de la guitarra de Angus suenan tan característicos como siempre. El estribillo es algo más conciso y “malote”. De esas canciones que no dan tregua y te persiguen durante tres minutos y medio.
5. “Let me put my love into you”: Bajamos revoluciones hasta acercarnos a un medio tiempo melódico de puro rock clásico. La intensidad es distinta, buscando algo más de emoción y menos jolgorio. ¿Será éste el romanticismo de los AC/DC? No exageremos. Ni siquiera es una balada. Pero sí cambia de tercio, y tiene algunas virtudes melódicas interesantes. No está mal.
6. “Back in black”: Señoras y señores, esto sí que es un riff. Qué bueno era para estos menesteres Malcolm Young. Todo en esta canción es pegadizo, desde el mencionado riff, la melodía o vocal o el punteo Angus. Una de mis canciones favoritas de AC/DC y un enorme clásico de la banda; puede ser saboreada por no solo por los acérrimos del grupo, casi cualquiera que se acerque a la canción se quedará compulsivamente enganchado a sus acordes. Aunque el ritmo alegre parece querer desmentirlo, la canción es un tributo al recién fallecido Bon Scott. Cuando el grupo pensó en hacer esta canción no querían un tema triste o mortuorio, sino una melodía que sonase a celebración. Así se conseguiría atrapar mejor la esencia del malogrado vocalista. Como dato curioso personal, en un concierto de Travis los escoceses decidieron terminal su recital con una versión de esta canción. Los que asistimos, sabiendo que el estilo les pega como a un Cristo dos pistolas, nos quedamos con la boca abierta.
7. “You shook me all night long”: Menuda dupla forma junto con la canción anterior. Prepárense para cabecear y dar saltitos en cuanto comiencen a sonar los acordes de esta maravilla. De nuevo un riff genialmente sencillo, como si fuera increíble que a nadie se le hubiera ocurrido antes; un ritmo simple pero persistente y efectivo por parte de Phil Rudd; un buen punteo de remate. La melodía vocal es quizá la más pegadiza del disco, con una capacidad melódica digna del mejor pop. Fue el primer single sin Bon Cott y una de las razones de por qué AC/DC pueden traspasar fronteras estilísticas y resonar en gente en principio ajena al hard rock.
8. “Have a drink on me”: No es tan exuberante como las dos canciones anteriores pero es un ejemplo claro de conocimiento de los resortes del rock clásico. Es una especie de medio tiempo gustoso donde aunque no destaque nada, tampoco se puede decir que falte o sobre algo. Es como aquello de “its only rock and roll but i like it”; que no es poco. A destacar, no obstante, como se va endureciendo en el tramo final hasta acabar desembocando en un vehemente fade out. Algunos quieren ver en esta canción otro recuerdo para Bon Scott, como si el fallecido cantante animara a la banda a seguir con la fiesta y a tomarse otra copa en su memoria.
9. “Shake a leg”: Esto es más rapidito. Tiene un ritmo mucho más movido y macarra que las anteriores canciones, como si quisiera emular un boogie. A su modo también incita al baile y al movimiento. Una de las canciones más directas del disco, pero sin el agarre de otras. A mitad de canción tenemos la vertiente más bullanguera y rotunda de AC/DC, añadiendo decibelios a una canción poderosa y divertida que quizá pudo haberse pulido más.
10. “Rock and roll ain´t noise pollution”: Finalizamos “Back in Black con una incursión en el blues; particularmente en los primeros compases. El riff y el tempo están marcadísimos, siendo una de las canciones más contenidas en cuanto a velocidad. Brian Johnson agrava su voz para parecerse a un “bluesman” y consigue un registro algo distinto respecto de otras canciones. AC/DC redactan y firman ellos solitos un manifiesto a favor del rock and roll y lo rubrican como mejor saben hacer. El origen de la canción está en las declaraciones de un cargo político que se atrevió a definir el rock como “contaminación acústica”. ¿Acaso AC/DC iban a permanecer pasivos ante tal afrenta? Fue el último single del disco.
RESULTADO, CONCLUSIONES Y REFLEXIONES.
Es posible que parte del éxito del disco, y de la continuidad de AC/DC como banda tras la muerte de Bon Scott, sea que el estilo vocal de Brian Johnson no es particularmente distinto. Y sobre todo, claro, están las canciones. En general no es que sean los reyes de la sutileza, pero hay algo que hasta los más detractores tendrán que admitir: transmiten entusiasmo. Con AC/DC no se puede hablar ni de modernidad, ni de estilo retrógrado; sencillamente hacen un estilo de música que está al margen del tiempo y las modas; su principal referente son ellos mismos. Ello no quiere decir que todas las épocas hayan tenido la misma aceptación; la década de los ochenta en general suele ser la peor considerada de la banda. 1990 fue el resurgir con el pelotazo de “Thunderstruck”, incluido en el disco “The Razors Edge”.
Personalmente, y por razones de edad, la primera vez que oí hablar de ellos fue en 1995 a raíz del lanzamiento del disco “Ballbreaker” y su single “Hard as rock”. Mucho más nítido es el recuerdo de “Stiff Upper Lip” (2000) y de su arrolladora canción título. Por cierto que en el año 1996 salió un video en directo de la banda llamado “No Bull” y que fue grabado en la Plaza de Toros de las Ventas.
Ya les digo que AC/DC es un gusto adquirido y no una pasión innata, pero a veces la fe del converso posee recovecos tan interesantes como la del devoto de primera hora. Nunca digan de esta agua no beberé, porque nuestros denuestos de hoy podrían ser pequeñas joyas el día de mañana. Consideren, si quieren, este artículo un voto a favor del cambio de criterio meditado y de la libre fluctuación de la música.
Texto: Mariano González.
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