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viernes, 8 de febrero de 2019

Marillion - Clutching At Straws (1987)

ANTECEDENTES E INTRODUCCIÓN.
Con Marillion tenía pendiente ahondar a conciencia en su discografía de su “Era Fish” (por no mencionar que de la actual y más longeva “Era Hogart o H” no he escuchado nada; no por ser reacio, sino por vaguería inexplicable). Cierto es que “Misplaced Childhood” es un lp que me lleva acompañando desde hace muchos años, pero más allá de una escucha superficial de “Script For A Jester’s Tear”, de “Fugazi” y del lp que nos ocupa, no había entrado a fondo en ellos (quizás había escuchado algo más “Fugazi”).

Y estas navidades, mirando en mi fondo de armario discográfico, para darle alegría y compañía a las siempre penosas tareas caseras de acondicionamiento de la morada, aleatoriamente decidí, tras darme de lleno con los discos de Marillion, tomar la determinación de dar el paso decidido por fin.

Y fue “Clutching At Straws”, el último disco que el grupo facturó con Fish a las voces el escogido. Oigan, por cierto, inciso: el caso de que de forma también aleatoria e individual nuestro colaborador Luis Felipe Novalvos también se metiera con la etapa Fish de Marillion en las mismas fechas, no deja de ser una sorprendente coincidencia.

Pensaba que sería difícil que cualquiera de las obras de Marillion pudiera gustarme más o igual que “Misplaced Childhood”, pero a veces la vida te demuestra lo equivocado que puedes estar. El resultado es que a la presente fecha “Clutching At Straws” se me ha desvelado como un disco muy bueno y capaz de pelear con su predecesor el puesto de mi disco favorito del grupo.

Fue un trabajo que sin embargo en su día no tuvo tanto éxito o aceptación como “Misplaced Childhood”, pero que no funcionó mal. Sus singles, sobre todo “Incommunicado”, lograron buenas posiciones en los charts, pero ninguno llegó al nº 2 como en su día logró “Kayleigh”.

Sin embargo, con el paso del tiempo, la crítica ha terminado aceptando a este disco como quizás la mejor obra del grupo y de hecho el propio Dereck Dick “Fish” ha afirmado en alguna ocasión que considera a “Clutching At Straws” el mejor disco que selló con la banda.

La formación, además de con Fish como vocalista, seguía con su línea habitual, con Mark Kelly en los teclados, Pete Trewavas en el bajo, Ian Mosley en la batería y las inestimables guitarras épicas del sensacional Steve Rothery. Nos espera un disco fabuloso para comentar, vamos con sus temazos.

ANÁLISIS DEL DISCO.
1. “Hotel hobbies”: El disco empieza sigiloso con “Hotel hobbies”, siendo una canción que va de menos a más. El tema alcanza puntos álgidos brutales con los acordes de Rothery acompañando a un Fish muy acertado en su interpretación vocal. La parte en la que Fish acusa en la letra con ese “lloras en momentos felices” es quizás lo que más permanece de un más que brillante comienzo de lp.

2. “Warm wet circles”: Nos encontramos con una pieza rockera y de entrega con “Warm wet circles” en la que, como no puede ser de otra manera en Marillion, hay lugar para interesantísimos giros en los sentires que transmite. Sirve para afianzar una apertura de disco de nota muy alta.

3. “That time of night (the short straw)”: Hay que ver qué bien arranca “That time of night (the short straw)”, con un sonido misterioso apoyado en las melodías de teclados de Kelly y las lejanas guitarras de Rothery. Sin embargo, ese poso se abandona casi al llegar los 2 minutos, para ganar la canción bastante potencia y asemejándose algo en la pegada e la previa “Warm wet circles” (no en vano, con ella forma una especie de suite, al volver en el tramo final a la misma). Sin lugar a dudas nos encontramos ante una composición que resulta muy interesante en cualquiera de sus sectores.

4. “Going under”: Fabulosa también resulta “Going under”, originalmente no incluida en el lp. El sonido más acústico de las cuerdas, con un sentido Fish a las voces, le concede un halo como de pieza gélida, invernal, que para fechas o sectores del año como en el que nos encontramos, resulta muy adecuada (ayudan las leves atmósferas de Kelly). La canción no evoluciona, siendo de las más lineales en su estructura del disco, pero a pesar de eso, no precisa de más alardes para dejar un buen sabor de boca y poder convertirse en un pasaje favorito de cualquiera que acceda al disco.

5. “Just for the record”: Cambiamos el tercio melódicamente y de forma radical, ya que pasamos del misterio y lejanía de “Going under” a la cierta amabilidad y facilidad de “Just for the record”, con un sonido muy apto para cualquiera. Un pasaje de cierta alegría y luminosidad para ir llegando al ecuador del disco.

6. “White russian”: Canción cáustica y contundente en sus formas, “White russian” suena incluso levemente amenazante en sus formas. Las notas muy marcadas de su melodía ayudan a esta sensación. Una composición de nervio y cierta rabia, con algún leve cambio de ritmo o pasaje de ensoñación que quizás en las primeras escuchas no llama la atención, pero que termina por convertirse en un clásico cuando el disco va haciéndose familiar. Quizás lo que más me llame la atención es su viraje a la épica gloriosa de los Marillion de aquellos días en sus 2 últimos minutos (nuevamente perfecta síntesis entre Rothery y sus cuerdas con la interpretación vocal de Fish); presten buena atención a ese tramo final, ya que puede ser uno de los mejores pasajes del disco en general.
7. “Incommunicado”: Cierto es que esta pieza sea la que menos (o de las que menos) tenga que ver con el conjunto de la obra, pero también es muy común que este ejemplo de canción sea la escogida como single y que además consiga un buen resultado (nº 6 en los charts). “Incommunicado” es una pieza alegre y acelerada, con un videoclip bastante excesivo y gracioso que le vino como anillo al dedo. Claramente es un tema muy pegadizo, que tras no muchas escuchas se termina grabando a fuego en tu mente y permanece como una pieza agradable. Siempre viene bien además un tema de este perfil en un disco donde lo baladí no abunda; de alguna forma nos da un respiro para afrontar la 2ª parte de la obra, donde Marillion continúan con su sesuda y más profunda labor compositiva. Sería como de alguna forma meter en una coctelera el “Jump” de los Van Halen con el “Invisible touch” de Genesis y subirle por 2 la velocidad. El lucimiento se lo adjudica en esta ocasión Mark Kelly y sus endiabladas melodías de teclado.

8. “Torch song”: Tras el locurón de “Incommunicado”, “Torch song” (canción dedicada al protagonista de la temática conceptual del disco -la historia de un hombre de difícil situación social, laboral, familiar, etc.-), viene a reportarnos la calma, gracias a un medio tiempo de transición que nos permite relajarnos, pero sin escatimar a la hora de regalarnos algunos momentos realmente disfrutables instrumentalmente.

9. “Slainte mhath”: “Slainte mhath” regresa al sonido más épico, destacando mucho esos sostenidos vocales de Fish en algunos momentos. No obstante, a pesar de su entrega y ciertos puntos de intensidad, no es personalmente el capítulo que más me llame la atención del lp. Es un capítulo de transición que, de alguna forma, nos prepara para el sector final donde nos encontramos con 2 piezas de mayor alcance, siendo las 2 de muy distinto sentir. Creo que fue la canción elegida para el inicio de los conciertos del tour, con lo que también tiene su importancia.

10. “Sugar mice”: He aquí otro de los singles del disco y quizás una de sus piezas más bonitas. Quizás a ratos sea mi favorita del conjunto e irremediablemente ha sido mi canción personal de las pasadas navidades, ya que, si bien la había escuchado alguna vez de pasada en una primera escucha superficial del disco hace una década, ha sido ahora cuando he profundizado en mi relación con ella. Es una pieza en forma de balada melancólica y reflexiva, con Fish excelente en el micrófono.

11. “The last straw”: El disco termina con “The last straw”, una canción que abandona el sentir melancólico de “Sugar mice” y permite terminar con un sonido más poderoso y luminoso. Con mejor rollo. De alguna forma deja un regusto algo parecido al del anterior disco, aunque creo que no llega a tan alta nota. Fish en el tramo final cuenta con coros que le apoyan, afianzando el título de la obra, esa expresión hecha que viene a significar algo así como “agarrarse a un clavo ardiendo”. Final poderoso, potente y no exento de épica (nuevamente gracias a la impagable labor de Steve Rothery a las cuerdas -lo sé, me estoy repitiendo mucho en esto, pero es que es muy necesario-); de alguna forma transmite (con su sonido), que no hay que rendirse y sacar fuerzas para revolverse ante esas situaciones difíciles que la vida nos puede plantear, con lo que con estas sensaciones que personalmente me transmite, creo que es un buen mensaje para acabar un disco muy rico y variado en matices. El añadido de “Happy ending” no deja de ser solamente una risas que se escuchan por ahí, que ahora mismo no sabría decir a quién pertenecen (¿al propio Fish?).

RESULTADO, CONCLUSIONES Y REFLEXIONES.
Ya he apuntado en la intro que el disco no superó en resultado comercial a “Misplaced Childhood”, pero que tampoco fue mal del todo en las listas (llegó al 2º lugar en el Reino Unido). De alguna forma, en el calado social supondría como un disco bueno que continuaba el éxito del previo; de afianzamiento de banda.

Lo que pocos supondrían en su momento es que Fish se marcharía del grupo en verano de 1988. Los motivos por lo visto estribaron en que Fish no soportaba el ritmo de grabación de disco y gira continuo sin paradas al que estaba sometida la formación. El grupo no decayó y, como por ejemplo hicieron Genesis en los 70 (y en los 90, con menos éxito), cambiaron de vocalista incorporando a Steve Hogarth. Como ya he reconocido, aún no me he metido en la era de “H” al frente. Prometo que lo haré, ya que no tengo nada en contra.

Este disco, con personajes culturales históricos añadidos en su portada y contraportada al ambiente de pub que se plasma junto a los componentes del grupo, pasa por ser un gran álbum. Yo he estado muchos años embelesado por el fenomenal “Misplaced Childhood”, teniendo la escucha de “Clutching At Straws” detenida en la cola de espera y me alegro muchísimo de por fin haberme salido de la zona de confort y profundizar en este trabajo. Espero que si alguien lee esto en la misma situación previa a la mía, se atreva a escuchar detalladamente este disco y lo pase igual de bien que lo he pasado yo.

Termino recomendándoles que, si puede ser, consigan al menos la edición de 2 cds. Básicamente porque en el cd2 hay algunas tomas muy interesantes de canciones del listado principal del disco, y además hay lugar para incluirse joyas de la talla de “Voice on the crowd” o “Exile on Princess Street”, esta última una pieza merecedora de estar en el conjunto principal (si bien, al ser un disco conceptual, quizás no tuviera una cabida muy lógica). Hay, creo, una edición más mastodóntica (de 4 cds, según me comentó Luis Felipe Novalvos), pero esa ya personalmente no la controlo. Lo dicho, sea como fuere, accedan a él. No se lo pierdan.

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