En los años 90 eclosionó una banda liderada en sus días de mayor éxito por un chico con la cabeza afeitada, los cuáles estaban considerados como una de las principales promesas del rock venidas de Norteamérica. A día de hoy, resulta bastante desolador el lugar que han terminado por ocupar The Smashing Pumpkins o Smashing Pumpkins (sin el “The” en su nombre) dentro de la historia de la música.La banda liderada por Billy Corgan, que en sus días de más repercusión se acompañaba de Jimmy Chamberlin a la batería, D’arcy Wretzky al bajo y James Iha a la guitarra, comenzó a despuntar con su disco “Siamese Dream” de 1993. No obstante sería su gran obra, el álbum doble “Mellon Collie And The Infinite Sadness”, el que terminaría por ponerles en la 1ª fila del rock independiente de mediados de los 90, suponiendo la alternativa más clara en el plano internacional a propuestas musicales derivadas del brit pop.
1995 por tanto, sería el año en el que The Smashing Pumpkins alcanzarían su momento más álgido, no exento de golpes duros como el incidente del batería Jimmy Chamberlin con uno de los músicos del directo del grupo, en el que resultó fallecido aquel componente tras una sesión de drogas duras con el batería de la formación. Aquello derivó en la 1ª ruptura de la alineación de la banda, con la expulsión de Chamberlin de The Smashing Pumpkins. También en aquellos días fue cuando Corgan se quedaría sin su repeinado pelo con raya al lado, para comenzar a afeitarse completamente la cabeza, pasando a ser uno de los calvos más famosos del mundo de la música.
Sin Chamberlin y tras un duro proceso de reconversión, Corgan, Iha y D’arcy se encontraban en una encrucijada 3 años después a la hora de editar lo que sería su siguiente disco de estudio, que vendría a titularse “Adore”, el cuál a la larga no terminó de agradar por completo a los seguidores de la banda. Partimos de la base de que “Mellon Collie And The Infinite Sadness” es un disco doble y por mucho que “Adore” sea extenso (16 temas), no puede tener una concepción semejante. No es, desde mi óptica personal, una mala obra, y es el disco que protagoniza el post de esta semana.
Ya de por sí te puedes quedar algo contrariado cuando lo primero que escuchas es la delicada canción “To Sheyla”. Una balada casi acústica, muy bonita, pero que dista mucho de tantos y tantos momentos de rabia, texturas agrias y dolor que Corgan y los suyos habían ofrecido en temas como “Bullet with butterfly wings” o “X.Y.U.” de su anterior disco. El álbum se avanzó con el single de adelanto “Ava adore”, que en parte le concedía el título, con ese peculiar videoclip, con ese desafiante, reptante y siniestro Billy Corgan. Esta canción, 2ª en el orden del disco, está más acorde con el sonido previo de los Smashing Pumpkins y de hecho es muy lógico que se escogiera como single de adelanto para no perderse mucho. Contundencia rockera, tintada con ciertos retazos de épica en el estribillo, en el que Corgan se esfuerza en gritar “Nunca debemos estar separados”. Otro single, y que llega justo a continuación, fue “Perfect” y quizás dentro de un disco de 16 temas no debería haberse situado pegado a “Ava adore”, debiéndose haber guardado para la 2ª mitad de la obra, para descargar el contenido más público y nivelar la obra. En parte nos puede suponer un paralelismo con “1979”, en su sonido relajado y llevadero, aunque en esta ocasión si cabe es más optimista y luminosa que el citado clásico del anterior disco del grupo. “Daphne descends” es una de esas composiciones angustiosas, llenas de intensidad, que tan solemnemente sabe confeccionar Corgan. Su melodía, adornada sutilmente de ciertos elementos clásicos sobre el sonido aguerrido de sus guitarras, aporta el justo oscurantismo y melancolía, que nos muestra a los Smashing Pumpkins en sus mejores labores instrumentales dentro de su estilo. Para mi gusto, de las joyas ocultas de esta obra y que a su vez viene a confirmar un cuarteto de inicio genial y muy variado como podrán escuchar. “Once upon a time” busca ofrecernos un punto de sonido de ensoñación, que no destaca en exceso, para posteriormente sumergirnos en una marea de melancolía y sonido poco amable, muy amarga, llamada “Tear”, que como curiosidad tiene una parte inicial muy acústica. “Crestfallen” nos devuelve a la calma y mesura, algo poco habitual en los Pumpkins y que sin embargo en “Adore” nos encontraremos de forma más marcada en muchas composiciones, sobre todo en la 2ª mitad del mismo. Acto seguido, resulta interesante la latente y animada base que contiene “Appels + oranjes”. Estamos ante una composición de tintes oscuros, con un uso razonable de la electrónica, y que es paradigmática del sonido del rock independiente más comercial de aquellos días (véanse Garbage, por ejemplo); no está mal, de hecho creo que Corgan y los suyos dominaban muy bien estos tiempos musicales y melódicos y con el tiempo resulta muy llevadero escucharla.
“Pug” resulta más anodina y olvidable. Este tema alterna partes farragosas y de sonido retorcido, con otros momentos más calmados, sobre todo debido a los instrumentos y acordes que se utilizan en las secciones. Puede ser que uno de los fallos de “Adore” estribe en la mala distribución de las canciones. Reitero que quizás haber dispuesto “Perfect” más tarde hubiera sido lo más correcto, y más aún en un disco que supera los 14 temas de listado. “The tale of Dusty and Pistol Pete” se mueve nuevamente en terrenos sonoros amables, nada estridentes, dentro de un pop/rock suave y mediano, con algunos buenos detalles muy puntuales, pero sin suponer ningún momento especial. “Annie-dog” si cabe es más relajada y por primera vez en la obra el grupo encadena 2 temas de factura sobria y contenida. Ya les advertí de esta característica de “Adore” y ahora lo están pudiendo comprobar, ya que en “Shame” Corgan demuestra que se encuentra a gusto en estos medios tiempos, de lenta decadencia y melancolía, quizás intentando emular a un reflexivo Robert Smith de The Cure en ciertas composiciones de “Faith” o “Seventeen Seconds”. La principal crítica que le hago a “Shame” es que habiéndola recortado 2 minutos de duración resultaría más ligera y no hubiera perdido gran cosa. Con “Behold! The night mare” se vuelve a hacer uso de la electrónica para reforzar los matices de la composición y conseguir crear una envoltura de canción crepuscular, con una cierta angustia reflejada nuevamente en ciertos momentos de la interpretación vocal de Billy Corgan. Al principio de “Adore” Sheyla era la protagonista; ahora es el turno de Martha en la delicada pieza “For Martha”, con una interesante introducción de piano clásico, que nos da la bienvenida a una pieza de 8 minutos que rubrica la 2ª parte tan calmada y de lenta melancolía que ofrece “Adore”. No obstante, durante más de 8 minutos hay tiempo para interesantes ejercicios de guitarra eléctrica, sobre todo en torno a los 5 minutos; hay que apuntar que quizás su último minuto y medio instrumental no viene a aportar nada. “Blank page” comienza de la misma forma que “For Martha”, con notas de piano, sobre las que Corgan se pronuncia casi de forma susurrante. En esta pieza ciertos matices electrónicos, creando efecto de lejanía en algunos momentos, son lo que más personalidad y validez conceden a la canción. Se termina con un epílogo de unos segundos, titulado “17”, que en sí es lo que dura en segundos la perogrullada instrumental que se anota Corgan y compañía para poner el cierre a la obra.“Adore” tuvo en su día una tibia acogida. Aquellos que esperaban un disco al nivel de “Mellon Collie And The Infinite Sadness” se vieron decepcionados. No obstante, esperar algo así era ser un poco iluso, ya que tras una obra de ese calado y teniendo en cuenta las circunstancias internas de la banda tras la promoción de aquel disco, era complicado repetir triunfo con este disco de oscura y gótica portada con esa foto cenital de una siniestra dama de negro.
Recuerdo en aquellos días de 1998 en los que contaba vía parabólica con la presencia de la cadena de tv alemana Viva Zwei, que “Adore”, al menos en Alemania y Centroeuropa, tuvo una repercusión mucho más notable de la que tuvo en nuestro país; de hecho, creo recordar que los singles de “Machina: The Machines Of God”, el siguiente trabajo de Smashing Pumpkins, tuvieron mucha mayor difusión y calado en nuestro país que temas como “Ava adore” o “Perfect”. Sin embargo, tengo guardado en la memoria el hecho de que el video de “Ava adore” y en menor medida el de “Perfect” eran objeto de redifusión constante en la citada cadena alemana y también incluso dentro de un programa de conciertos que se llamaba Overdrive, se emitió varias veces una actuación al aire libre de Corgan y los suyos en una plaza de una ciudad teutona.
Nuevamente, tras este disco, se volvieron a producir desavenencias. Se materializó la marcha de D’arcy Wretzky, con el consecuente mazazo personal que supuso a Corgan, todo ello motivado en parte por el regreso al redil del expulsado batería Jimmy Chamberlin. La baja se suplió con otra bajista mediática, en este caso Melissa Auf Der Maur de la banda de Courtney Love, la viuda de Kurt Cobain, Hole, que por aquellos días vivía sus días de mayor éxito discográfico gracias a su disco “Celebrity Skin”.
Ya trataremos en el futuro nuevamente a los Smashing Pumpkins, bien en su época posterior, con la nada relevante reunión de 2007 con “Zeitgeist” o por otro lado abordando sus días previos a “Adore” con el grandioso “Mellon Collie And The Infinite Sadness” o “Siamese Dream”, por ejemplo. Creo que “Adore” es un disco aceptable, con un par de singles apañados, y con otras canciones interesantes en su interior como “Daphne descends” o “Appels + oranjes”. Está claro que en su momento no hizo demasiada gracia a los seguidores del grupo la falta de fuerza o arreones en la obra, no calándoles en exceso esa melancolía relajada que impregna en su mayor parte a “Adore”.
Puede ser que el punto más flaco del álbum es que gran parte de las canciones que incluye tienen una duración un poco extendida, que puede generar una impresión de obra densa. Quizás el paso del tiempo ha terminado por ser el mejor aliado de “Adore”; en su día, ser el sucesor de “Mellon Collie And The Infinite Sadness” no le vino nada, pero que nada bien.
En lo referente a la radio para esta semana que llega, tras 2 intentos fallidos (uno por retraso voluntario de su emisión por mi parte y otro por un fallo en la automatización de nuestro servidor), sonará en RUAH el miércoles a las 23.00h el especial sobre Morrissey y su disco “Vauxhall And I”; en parte, nos hemos comportado con Mozza como él ha hecho en algunas ocasiones con los festivales o conciertos en España y en otros lugares… En &radio tienen disponible el planning de la semana en nuestro rincón dentro de la web de dicha radio: http://laradioabierta.com/discos-música-reflexiones/ Si tienen tiempo, échenle un vistazo a nuestro apartado dentro de la web de &radio y ya si se animan dejen un comentario y todo.
Otra canción reconocible que está incluida en “Emergency” es la delicada balada “Cherish”. Particularmente no es una canción que me guste en exceso, y no es por su formato o estilo, ya que otros temas de Kool And The Gang como es “Joanna” me parecen espectaculares. Sin embargo, “Cherish” cumple su papel como momento de calma tras los dos cálidos ejercicios de ritmo frenético que nos hemos encontrado en los 2 primeros temas de la obra. “Surrender” puede ser el rival más débil de “Emergency” hasta el momento. Las bases funky actualizadas al momento y a los sonidos de aquellos días es lo más reseñable de esta pieza, que tiene incorporados unos teclados algo chirriantes en lo que a textura se refiere. “Surrender” ofrece ritmo pero con mucho menos gracia y gancho que “Fresh”, “Emergency” e incluso “Misled”. “Bad woman” es la otra balada de la obra, que a ratos resulta totalmente irresistible con esos coros tan ligeros y delicados que incluye. Quizás sea una aberración que afirme lo siguiente, pero personalmente me gusta más que “Cherish”. Quizás sea que “Cherish” la tengo demasiado trillada y “Bad woman” siempre que la escucho me sorprende más con sus relajadas notas y con la mesura vocal que T.J. Taylor supone en esta pequeña joya oculta dentro de “Emergency”, que no escatima en el apartado instrumental de unas partes de saxofón que le ponen la rúbrica de elegancia y sensualidad justas. “You’re the one” es un tema pop animoso que mejora notoriamente la experiencia anterior que nos ofreció “Surrender”. Tampoco se trata de un tema con excesivos alardes, pero estimo que la electrónica está muy bien empleada, con unos sintetizadores y teclados muy moviditos y en definitiva una melodía llevadera y muy correcta para finalizar el disco y terminar de paso con un buen sabor de boca. Por sacarle alguna pega, podríamos echarle en cara que se pasa algo de duración.

Otro clásico nos encontraremos mediada la obra con “El color de tus ojos al bailar”. El tema más ligero de la obra, más pop en sentido estricto, en el que Fox Cycloide se vale de acompañamiento femenino para la interpretación de gran parte de la canción, lo cual viene a sumar a su carácter desenfadado. Un tema este “El color de tus ojos al bailar” que sin duda descargará tensión cuando escuchen el disco al completo del tirón. “Aterriza en mi” tiene una menor carga electrónica e incluso ciertos sonidos nos pueden parecer como de armónica, con un extraño regusto a canción del oeste. El símil para hablar del intento de seducir a alguien viene de la mano de la metáfora entre lugar de aterrizaje y la nave en cuestión: “Yo soy el planeta y tú eres la nave, amor”. “Aelita” es casi como una continuación de “Néstor el cyborg”, en el que El Aviador Dro Y Sus Obreros Especializados nos presenta a otro personaje mitad humano, mitad máquina, describiendo su aspecto, su cuerpo, su mecanismo y su comportamiento. En el plano musical, resultan un poco extraños esos vítores que se sueltan a la protagonista, casi en plan de ánimo “¡Aelita! ¡Aelita”. Una canción curiosa, pero creo que resulta mucho mejor la más agresiva y acelerada canción de cierre “Autoduelo”. Un tema acelerado desde los sonidos o efectos de coches que suenan, hasta la melodía tan rítmica y vibrante que tiene. Fox Cycloide, para mi gusto personal, se muestra mejor que en ningún momento de la obra al micrófono. La letra, que viene a narrar un pique entre coches, con sus justas dosis de violencia, es de las más agresivas que encontramos en el disco. Hay por ahí un videoclip que el grupo grabó para un programa de televisión de esta canción más que apañado, que les recomiendo ver. El final, con esos efectos de cristales rotos y choque con algo, te deja sin posibilidad de articular palabra cuando el silencio se apodera del lugar donde has estado escuchando el disco.
“Maria” es quizás la canción que menos gracia me hace del disco. No es que sea mala, pero en todo caso se trata de una canción pop demasiado inofensiva y sin ningún elemento que la haga destacar en algún sentido. Cumple el expediente, pero sin alardes. Su mayor interés es que nos viene a mostrar en gran parte las formas que adoptará Colin Hay en varias de sus composiciones de su carrera en solitario que comenzaría tras la disolución del grupo. “Stay at home” es otro momento cedido a Greg Ham como vocalista y que en todo caso mejora su anterior presentación a las voces, que como recordarán fue el 2º corte “Giving up”. Para mi gusto, 2 de las mejores composiciones se van a situar entre las últimas 3 piezas que contiene “Two Hearts”. La primera de ellas es la trabajosa “Hard luck story”, de la cual destaco esos sonidos de saxofón tan sesudos que incluye el estribillo a modo de adorno y que en parte nos evoca a ciertas gloriosas secciones de “Business As Usual”, como era la monumental composición “Touching the untouchables”. La otra será la desesperanzada canción “Still life”, que será en definitiva el cierre de la obra, pero antes nos encontraremos con “Snake and ladders”, la cual por el simple hecho de situarse entre “Hard luck story” y “Still life” adolece de un fuerte agravio comparativo, presentándose como una canción pop de fácil olvido. “Still life” es de las que más suelen gustar a la gente que han tenido opción de escuchar el disco. Como final de álbum queda que ni pintada, con ese sonido vagamente oriental que tiene su melodía. Viene a demostrar que las apariciones de Greg Ham como vocalista han ido en sentido ascendente en lo que a calidad y acierto se refieren; ¿qué hubiera pasado si el disco hubiera tenido 14 canciones? Si hubiera seguido esa tendencia, probablemente Ham hubiera terminado cantando una obra maestra. Aquí Colin Hay aporta unos coros bastante apropiados para escudar a su buen amigo Greg en la parte del estribillo, el cual es estupendo con ese reproche de su letra “amarte podría haber sido tan fácil, pero hay algo que no entiendes”; de alguna forma parece ser un mensaje lanzado por el grupo frente a la incomprensión que algunos sectores de la crítica tenían hacia la banda.