A raíz de un comentario de un lector habitual en los últimos tiempos sobre el post de hace 14 días, he decidido que esta semana nuestra recomendación musical esté encuadrada dentro de la misma localización geográfica, perteneciendo el grupo a la misma ciudad de origen, Hull, que los revisados Everything But The Girl. Sin embargo, el cambio de estilo entre los discos revisados de cada banda, es más que evidente.The Housemartins es una de esas formaciones de fugaz trayectoria, la cual abarcó únicamente 2 discos de larga duración, y que tras su desmembración, dio lugar a proyectos más que interesantes por parte de varios de sus componentes, con bastante éxito en algunas ocasiones, y en todas con una más que aceptable calidad.
Este cuarteto, con aspecto físico de hooligans medianos de la selección inglesa de fútbol (véase el video de “Happy hour”), se ha visto definido en algunos foros e incluso en algunos recuadros informativos de tiendas de discos, como la versión alegre de The Smiths cuando estos últimos se ponían algo tristes o melancólicos. Parte de razón no les falta, básicamente por la concepción musical de los mismos y la confección de sus canciones en base a bajo, guitarra, batería y como mucho piano, dejando de lado los elementos electrónicos.
Entre 2 obras muy acertadas que editaron, me he decantado por la 1ª entrega, que es más luminosa y animada, dentro de esta tendencia veraniega que inicié semanas atrás. El disco “London 0 Hull 4”, de título con claras referencias futboleras, es igualmente una obra de larga lista de canciones, 16 al igual que la semana pasada, pero muchas son composiciones ligeras de alrededor de 2 minutos de duración, lo cual confiere en ocasiones un ritmo frenético a la obra.
Antes de nada, hagamos referencia a la formación de la banda, la cual estaba liderada por el cantante Paul Heaton, secundado por el actualmente conocido como Fatboy Slim Norman Cook, encargado del bajo en aquellos tiempos, el guitarrista Stan Cullimore y el batería Hugh Whittaker. Sin más rollo previo, que tampoco puede ser mayor por la corta historia de la banda, pasemos al listado de canciones, que como he comentado es extenso.
Uno de los himnos irrefutables de los años 80, aunque a un 2º nivel, es “Happy hour”. Descripción humorística de situaciones en los pub, alegría y despreocupación alrededor de unas buenas pintas o copas, con algún que otro flirteo subido de tono, es lo que se describe en esta letra, que viene a inmortalizar el agudo tono vocal de Paul Heaton. Los coros también son parte muy importante de las composiciones de la banda y aquí con ese “es la hora feliz de nuevo”, queda más que patente. La conjunción de la guitarra eléctrica y las notas de la acústica, junto al vértigo del bajo de Cook, generan una melodía trepidante, bailable, feliz, alegre y en definitiva una joya pop. Se dispuso de un clip, con los componentes del grupo escenificando esa salida del trabajo y el acceso al pub cercano a descargar tensiones laborales. También se incluían unas animaciones con figuritas de plastilina de los componentes y los otros clientes del bar, con un toque entrañable, infantil y divertido. Para mayor regocijo, al final del video se alude que “el partido” ya iba 0-2 a favor del Hull al descanso. “Get up off her knees” continúa la senda alegre que ha dejado “Happy hour”. Esta especie de rockabilly pop suave, será el estilo que mejor domine en su trayectoria la formación de Hull. Los animados coros vuelven a estar bien presentes, enfatizando el vitalismo con el que Paul afronta la canción. Sin embargo, dentro de The Housemartins, hay lugar para cortes de sonido menos luminoso, más solemnes y de carácter menos amable; un ejemplo de ello es la 3ª canción del listado “Flag day”. Es a su vez de las canciones más largas de duración de la obra. Aquí, el elemento de los coros sigue presente como signo identificativo de la banda. Es curioso que fuera uno de los primeros sencillos de The Housemartins, al que no le fue muy bien en la lista de los más vendidos. “Anxious” es un tema más animado y vitalista, dentro del estilo habitual del grupo; quizás de las que menos pegada tiene y de las más evidentes. Existen mejores ejemplos sin lugar a dudas. “Reverends revenge” es una corta instrumental, que en sonido se parece mucho a “Get up off her knees”. Menos de 2 minutos para confeccionar otro tema trepidante. La alegría continúa de la mano de “Sitting on a fence”, que tiene un comienzo de guitarra muy cercano a “Happy hour”. Destacan algunos falsetes exagerados que mete por ahí Paul Heaton, con su más que aguda y personal voz. Hay alguna parte en la que la línea rítmica de la guitarra decae ante un ritmo machacón de percusión. Como pueden comprobar la tónica general es el ritmo y el pop alegre, con el único inciso de “Flag day”. Proseguimos ahora con otro de los sencillos del disco, la acertada “Sheep”. Perfecto y rítmico momento pop que allanaría el camino a “Happy hour”, para que ésta última pudiera conseguir trepar al 3er. puesto en las listas de los sencillos. Básicamente, The Housemartins, tienen casi siempre un sonido muy parecido y lo que hace más o menos acertada a una canción son esas entonaciones más o menos pegadizas y resultonas. Aquí, con ese estribillo tan marcado, se consigue un producto final muy reconocible dentro de la historia del grupo. Prosigue la menos acelerada “Over there”, siendo uno de los momentos menos destacados y más aún al situarse después de “Sheep”.
Se da paso ahora a uno de esos instantes reflexivos en el sonido (y en este caso también en el título), que tiene de vez en cuando la banda, “Think for a minute”. Es un momento lento tras tanta guitarra rítmica resultona y reluciente. El grupo nos pide insistentemente en el estribillo que “pensemos un minuto, paremos por un minuto” y de hecho lo haremos durante algo más de 3 minutos. Se trata de una de las canciones más recordadas o destacadas dentro de los recopilatorios del grupo. Viene bien encontrarse algún tema de este registro, para dar variedad al disco. De hecho se vuelve a la carga a continuación con una de las rimas más pegadizas, y ya es decir, del disco. “We’re not deep”, incluye algunos coros vocales simples, destacando ese estribillo “y sé, sé lo que piensas de mi. Pensamientos como éstos se quedan en casa, para ti no somos profundos”. Turno para uno de los elementos más alejados del conjunto global de la obra. “Lean on me” es una balada a base de notas de piano clásico con un inspirado Paul Heaton en las voces pidiendo constantemente, a ratos desgañitándose, que “te apoyes en él”. Tras esta pieza única en el disco, volvemos a las formas habituales y alegres de la mano de “Freedom”. En lo instrumental, sin embargo, el ritmo es menos trepidante, destacando en lo vocal un sarcástico Paul, tanto en su entonación como en la letra que canta; siempre me ha hecho mucha gracia esa resignación en el estribillo “Así que esto es libertad (deben estar de broma)”. Deben estar de broma (si piensan que es verdad). Así que esto es libertad (dudo de su verdad). Así que esto es libertad (para ti y para mi)”. En la parte instrumental mediada la canción, entran con energía la guitarra eléctrica, confiriendo una fuerza especial a la canción. Hay todavía sitio para otra balada, aunque alejada del sonido de “Lean on me”. “I’ll be your shelter (just like a shelter)”, comienza con notas de piano igualmente, pero la crecida de intensidad que mete Paul en la parte del estribillo, cargado de emotividad, le da un toque muy distinto. También ya entrado el minuto de la canción, entra con fuerza la batería y el resto de instrumentos, aunque la producción sigue poniendo de relieve las notas de piano. Los coros, muy cercanos al gospel más puro, confieren por otro lado la principal marca de distinción de esta versión que hizo la banda. “People get ready” es uno de los cortes vocales de la banda, creando música sirviéndose únicamente de sus voces como instrumentos. Aceptable adaptación de una composición de Curtis Mayfield. No será el único ejemplo que nos encontraremos, habrá tiempo para otro más. Ahora, entre medias, se nos mete una alegre instrumental titulada “The mighty ship”. Las marcas de sonido principales de la banda cuando se ponen alegres siguen presentes, es decir, guitarra rítmica brillante con una buena base rítmica, y aquí además destaca sobremanera la armónica, que hace las veces de la ausente voz de Heaton. “He ain’t heavy, he’s my brother”, es la otra pieza vocal, adaptando una canción de The Hollies, que no sería la única que nos encontraríamos en el período que estuvo activa la banda. De hecho, posteriormente “Caravan of love” les reportaría su único nº1 en las listas de los singles más vendidos. The Housemartins, de forma muy valiente pondrían de moda el grupo vocal estrictamente en los años 80, siendo ésta quizás la época menos favorable a priori para esos experimentos. El resultado de “He ain’t heavy, he’s my brother”, es simplemente extraordinario. Excelente forma de finalizar un más que recomendable lp.The Housemartins se postularon con su disco de debut como una de las bandas más prometedoras que saltaron al ring en 1986. Su decisión de no hacerse valer de elementos electrónicos y aún así, conseguir crear canciones pop, alegres y bailables, supusieron un soplo de aire fresco entre tanta explosión de pop de sintetizadores por aquel tiempo (Pet Shop Boys, Erasure etc.).
Sin embargo, y lejos de lo que se podría esperar, la banda duró un añito más y tan solo firmó otro trabajo de larga duración de largo título “The People Who Grinned Themselves To Death”. Menos inmediato y menos largo que el disco hoy revisado, también tenía verdaderas joyas enérgicas como “We’re not going back” o la lenta y deliciosa “Build”, que pone fin a ese disco de 12 canciones.
Tras esto, Paul Heaton formó The Beautiful South y Norman Cook conseguiría dar forma a proyectos bastante interesantes dentro del acid jazz como Freakpower a mediados de los años 90 y a finales de siglo tocó techo con su proyecto electrónico como Fatboy Slim. Qué lejanos quedaban los tiempos de bajista al frente de The Housemartins.
En el terreno personal, decirles que conocí a la banda a través de aquel programa de la cadena Vh1, que se llamaba So 80's, viendo los videos de “Happy hour” y del citado único nº1 de la banda como sencillo, “Caravan of love”. Posteriormente, en noviembre de 2001, me atreví a comprarme su extenso y completísimo recopilatorio “Now That's What I Call Quite Good”. Y nuevamente nos encontramos ante un título muy correcto y definidor de lo que contiene.
La mayoría sabrá desde el artículo de introducción del presente blog, que no tomo en serio para nada a los recopilatorios, ya que los veo como un ejercicio comercial, y los considero un simple amago de inicio para luego acceder al resto de la obra de un grupo. Pero en este caso, les diré que por la cantidad de caras “a” y “b” de los singles que editaron la banda al margen de los lp y que no se editaron dentro de los mismos, merece mucho la pena. De esa forma nos habríamos perdido joyas como la que abre la recopilación “I smell winter”, que es un sublime tema pop.
“London 0 Hull 4” es de los discos más amables y simpáticos que se editaron en los años 80. La banda, a pesar de su breve trayectoria, disfruta de un carisma muy importante dentro de los aficionados a la música. Es un álbum al que puede acceder cualquiera y que sin duda hace pasar un buen rato. Para nada se hace largo a pesar de sus 16 canciones, ya que todas son muy entretenidas.
La portada de la obra, incluye una foto de Paul Heaton como medio bailando con su jersey de oficinista, muy al estilo del video de “Happy hour”, velado por una cortina verde de filtro. Puede ser un disco muy válido para estas fechas calurosas y para animarse a salir y disfrutar del buen tiempo, ya que muchas de las canciones que contiene, te inyectan la dosis justa de adrenalina y ritmo. Suele decirse que “lo bueno, si breve, 2 veces bueno”, y lo cierto es que The Housemartins fueron muy breves y muy respetables. Que ustedes lo pasen bien de la mano de Heaton, Cook y demás. La próxima semana continuaremos con más propuestas.

“Midnight” abre de forma clásica orquestada dejándonos un poco fuera de juego, con semejante intro. Posteriormente nos encontramos con otro tema pausado y relajado, que nuevamente gana intensidad en su estribillo. Característica canción, básicamente por los coros aportados por Frusciante, tan habituales en los últimos tiempos del grupo. “Throw away your televisión”, intenta coger intensidad apoyándose en una mayor rabia al cantar por parte de Anthony. No obstante, tampoco resulta tan abrasiva como podría hacernos creer a priori su corrosivo título. El apunte exótico del disco y en parte bastante humorístico, lo aporta “Cabron”. Con un título así de rotundo, te podrías imaginar a priori alguna canción llena de rabia e intensidad de esas que suelen meter los RHCP de vez en cuando. La sorpresa viene cuando te das de frente con un tema de sonidos cálidos y tropicales y a Kiedis cantando de forma muy suave “cabron, cabron. cabron, cabron”. A alguno le parecerá una chorrada y hasta le puede mosquear, pero a mi me hace gracia y me gusta. Aporta diversidad al disco y suelen decir que en la variedad está el gusto. “Tear” se deja llevar por un ritmo marcado de la batería de Chad. La repetición en la estructura lírica de la canción te crea una sensación de bucle y abstracción bastante importante. Un tema muy lineal y con poco riesgo. “On Mercury” es otro de los cortes graciosillos del lp. Esos arreglos de viento con cierto regusto mexicano, pueden recordar en parte a aquel “Illegal Alien” de Genesis en mediados de los 80. A pesar de su sonido algo chusco, se agradece el intento por parte del grupo de ser originales e intentar sorprender. También no se puede negar que ritmo aporta. “Minor thing” es quizás a día de hoy mi favorita. En parte, es un corte que resultaría de coger “By the way” y restarle intensidad, pero dejar el ritmo vertiginoso presente. La aceleración se ve en la atropellada y sin fisuras interpretación vocal de Kiedis. Se trata de un tema pop, con unas gotas de rapeo salteadas por ahí en medio. “Warm tape” es una canción curiosa. Con unas muy marcadas notas de teclado, cálidas como indica el título de la canción, es otra de las piezas que pueden descuadrarte de lo que son habitualmente RHCP. También es destacable la línea de bajo que tiene la canción, llevada como siempre magistralmente por Flea. Como anécdota les diré que un servidor de ustedes accedió a un ejemplar del disco en el que la canción era instrumental. De esa forma, se convierte en un corte muy hipnótico. “Venice queen” es un tema en parte lento y de los menos animados del disco, que se sitúa en la cola del track list para despedirnos de la escucha. No queda mal situada en ese punto y aunque no es de los temas de sonido más asociado a la banda, no es del todo desacertada.
“Compression” es una pista instrumental de drum’n’bass que se vale de ciertos ecos y voces puntuales aportadas por Tracey, pero que no tiene letra alguna. Más vértigo musical y ritmo para continuar tras el tema dance que le da título al disco, pero a continuación se vuelve a la calma de la mano de “Downhill racer”. Aquí son los matices instrumentales los que curiosamente nos pueden trasladar nuevamente de forma muy ligera a épocas anteriores de la banda. El uso de ciertos sonidos parecidos a un saxofón, pueden permitirnos ver la cara más clásica de EBTG, aunque sea de refilón. “Lullaby of clubland” es otro de los temas animados, bailables, nocturnos y evocadores de las luces de neón de las noches más animadas y marchosas que te puedas imaginar. A ratos me recuerda bastante al remix de Todd Terry de “Missing”. Para volver a mostrar nuevamente la constante ida y venida del ritmo a los momentos más pausados y sentimentales, se presenta ahora otro acierto de la talla de “No difference”. La forma en la que Tracey afronta la parte vocal de la canción, con esa especie de halo de indiferencia y conformismo es pasmosa. Bien pensado, si con “Temperamental” hiciéramos el experimento de poner seguidas las canciones lentas y reflexivas y por otro lado juntar el dance, trip hop y drum’n’bass, tendríamos claramente un disco de vinilo con cara “a” y cara “b” más que diferenciadas. En esta pequeña joya, se utilizan de forma más clara ciertos acordes de guitarra, apoyados en unas notas muy claras de teclado, que a medida que va a avanzando el tema se complementan por otras melodías atmosféricas y relajantes, que si cierras los ojos te puede crear la sensación de que estás volando o algo así. Perdón si me pongo muy cursi, corto antes de que empalague diciéndoles que es una de esas piedras preciosas incrustadas en el interior de los álbumes, que si no les da por escuchar en su totalidad, se perderán; y como siempre digo, sería una verdadera pena. Se da carpetazo con “The future of the future”. Vuelta al dance puro y de sonidos brillantes. De los temas más largos del disco, es de los que junto a “Five fathoms” se puede enfocar de forma más sencilla a las pistas de baile. De esta forma, al tener un sonido y carácter muy parecido al corte de inicio del álbum, se le aporta al disco una especie de estructura cíclica por terminar de forma muy semejante a la que empezamos, habiendo pasado por distintos sonidos en el núcleo central, aunque basándose en una clara estructura de alternancia entre la calma y el baile.
No se preocupen, ya que tras este ligero retroceso, pasamos a una de mis llamadas “joyas ocultas”. “New religion” es una canción con un sonido más misterioso y oscuro, con unos claros efectos en sus sonidos sintéticos y las notas solemnes de bajo y guitarra. Le Bon incluso se contiene bastante en la partes externas del estribillo. He de decirles que empecé con Duran Duran a través de su disco en directo “Arena”. En este acertado álbum, “New religion” suena el doble de rápida y vertiginosa y la versión es superior a la del estudio. No obstante, la versión original de “Rio”, a pesar de ser algo menos acelerada, es tremenda. Esa parte previa al estribillo con el entrelazado de estrofas y voces es muy acertada. Y el estribillo con ese “estoy hablando por hablar, no puedo detenerme, es una nueva religión. Tengo algo que ver, no puedo ayudarme, es una nueva religión”, tiene en su melodía y su entonación algo especial que me gusta. 5 minutos y medio de la mejor calidad de Duran Duran en toda su historia. “Last chance on the stairway”, vuelve a los sonidos menos oscuros y las entonaciones menos retorcidas y dolidas de la anterior canción. A ratos recuerda a “Planet earth”, sobre todo en la melodía vocal de Le Bon. Si bien hay que decir que esta canción tiene un sonido más amable y menos serio que el que tenía aquel primerizo éxito de la banda. No podía faltar en un disco ejemplar del movimiento neorromántico, la balada amorosa por excelencia. “Save a prayer” comienza con unos fantasiosos sintetizadores, que dan paso a unos arreglos de corte oriental y a una interpretación vocal muy sentimental por parte de Simon. Fue otro de los temas que se valió de la visita de la banda a Sri Lanka y dispone de otro excelente y resultón videoclip. Inolvidable para muchos y muchas (sobre todo) ese estribillo tan dolido “No reces una oración por mi ahora, guárdala para la mañana siguiente”. En lo instrumental me encanta la parte de teclado que hay antes de que la canción afronte su recta final. En el resto de su duración, se consigue un efecto muy bonito con la sencilla combinación de esos sintetizadores fantasiosos de base y los arreglos de sonido exótico en los teclados. La parte final es curioso que termine con un enrevesamiento de los efectos de sintetizador y teclados, retorciendo su sonido. Para finalizar la obra se dispone un tema bastante curioso titulado “The chauffeur”. Que nuevamente basa su potencial en una parte electroacústica de intro con unas marcadas notas de teclado. La producción adorna el tema con distintos efectos de sintetizador y notas de teclado, para que posteriormente termine con una melodía de teclado algo más usual. Vocalmente es el tema que supone un mayor protagonismo para Simon Le Bon, sobre todo en sus 2 primeros minutos por ese esqueleto de melodía confeccionado. Un tema muy extravagante y el que menos tiene que ver con el resto del disco. Aún así, su disposición al final tampoco resulta errónea del todo, ya que quizás haber dejado como cierre a “Save a prayer”, dejaría al disco un tono pastel excesivo que ni se merece, ni desprende. De esta forma, se nos deja claro la variedad de estados de ánimo que el disco puede crear: adrenalina con “Hungry like the wolf”, sentimentalismo amoroso en “Save a prayer”, misterio con “New religion” o baile en “Hold back the rain”.