Primeramente, decirles que esta semana un servidor de ustedes fue entrevistado en el radioblog Luz De Gas por su titular Juan Duque el pasado miércoles por la tarde, con motivo de mi participación en la 4ª edición de los premios 20blogs. Les dejo el link aquí, por si es de su interés rescatar la entrevista (aparezco a la hora y 45 minutos de duración, más o menos) y para que disfruten de tan buena labor realizada por este bloguero sevillano. Añadir, que esta semana en el concurso hemos conseguido ni más ni menos que 4 votos, los cuales me hacen tener unas remotas esperanzas de sumar de un tirón unos pocos más, que nos acerquen a una lucha real por el 5º puesto, que es el que da acceso a la discusión del jurado de expertos. Vamos en 9º lugar, empatado con otro blog, con 10 votos. El puesto 5º cuesta actualmente 16 votos. La esperanza es lo último que se pierde, pero hay que ser realista y admitir que la cosa sigue estando muy complicada. Bueno, pasemos a lo nuestro.Si en las 2 últimas entregas parecía que había dejado de un lado ya el intento de ajustar la música a la época en la que nos encontramos, esta semana vuelvo de forma más clara con dicha intención. De hecho, desde este humilde blog, siempre intento que las propuestas vayan en consonancia, lo más objetivamente posible, con la fecha en la que nos encontremos. Es cierto que a veces la explicación personal que me justifica, es lo único en lo que me apoyo. Quizás éste sea el caso. Además, de paso dejamos ya la década de los 80, que me da la impresión de que hemos estado muy anclados en ella en las últimas semanas. También, de forma muy seguida hacemos otra propuesta de artista nacional, aunque en este caso sus letras sean en inglés.
Nos metemos por primera vez creo, en lo que es analizar a una cantante y compositora, que también es reconocida por otras facetas externas a la música. Najwa Nimri, además de una de las figuras de la electrónica española de más buen gusto de los últimos tiempos, es una reconocida actriz, que ha salido en películas tales como “Lucía Y El Sexo”, “Abre Los Ojos” o “El Metodo Gronholm”. No obstante, aquí hablaremos de su labor musical y más concretamente de su 2º disco en solitario, tras su debut formando tándem con el productor y músico Carlos Jean.
Precisamente, aquel disco de finales del siglo XX, el tan celebrado “No Blood” bajo el nombre de Najwajean, es quizás su trabajo más valorado y reconocido hasta la fecha. Junto a Carlos, dieron forma a un disco que sigue sonando actual a día de hoy. Es probable, que alguno de los seguidores más antiguos del blog, o la gente que me conoce personalmente, sepan que a mi me gusta ir a contracorriente (como diría Dani Martín). Digo esto, porque aprecio mucho más a la Najwa que se puso mano a mano con Raúl Santos en la producción (batería de Los Planetas y también conocido como “SupercineXcene”), que la Najwa aclamada por su colaboración con Jean.
Digamos que en 2003 y tras un prometedor disco titulado “Carefully” del año 2001, Najwa se encontraba ante la oportunidad de confirmarse como una cantante y compositora que tuviera vida más allá de Carlos Jean, o por el contrario demostrar que no supiera volar por sí sola. Por fortuna, “Mayday” vendría a rubricar la primera alternativa.
“Carefully” es un disco con muy buenas maneras, pero que, incluso según palabras de la propia cantante, tenía ciertos fallos o errores que lo hacían mejorable. Es un trabajo de atmósfera algo oscura, con una electrónica alejada de las pistas de baile, menos en alguna ocasión de la mano de “Following dolphins” por ejemplo. Son destacables piezas como “That cyclone”, que ponen de manifiesto ese toque oscuro que desprende esta obra. Quizás influya personalmente el hecho de que lo comprara aquella inhóspita mañana de viernes de enero de 2005, en la que me hice también con “The Seeds Of Love” de Tears For Fears. El disco tampoco hizo demasiado ruido y salvo alguna aparición en Canal+ en un programa de entrevistas conducido por entonces creo que por Sira Fernández, poco se vio a la buena de Najwa por los medios para promocionar su entrega.
Sin embargo, los comienzos del verano de 2003, trajeron como agradable regalo en aquellas sobremesas de junio y aquellos “Del 40 Al 1” de los sábados por la mañana, el video del nuevo single de Najwa titulado “Go Cain”. Se nos mostraba una canción electrónica, de maneras suaves, como intentando mezclar chill out y trip hop, con un poso melancólico en su sonido y que a su vez iba acompañada de un metafórico video del que luego les hablaré, cuando lleguemos a su turno dentro del lp en sí. Analicemos pues cada una de las 11 pistas que incluye “Mayday”.
La principal característica de la nueva obra de Najwa, estribaba en el abandono del oscurantismo de “Carefully”, para adoptar un enfoque más melancólico y emotivo. También en lo que al sonido se refiere, se refinan los detalles en la producción, suavizando las notas, los retoques y los sutiles añadidos de cada una de las piezas. “All clear”, canción de apertura del álbum, es un ejemplo de ello. Los teclados de cierto corte clásico, las bases de sintetizador, algunas notas de fantasía y la forma melancólica de cantar de Najwa, muestran un sentido comienzo de disco, que nos hace prever una electrónica bastante humanizada. Najwa alcanza algún momento álgido en su interpretación vocal de bastante intensidad, como cuando repite ese “para rescatarlo” en la parte final. Precisamente la canción va ganando fuerza poco a poco, para terminar envuelta en una atmósfera muy emotiva. “One and other lies” tiene un carácter menos amable. En parte recuerda en su sonido a la Madonna de aquellos días, que se movía de la mano del productor Mirwais. Tampoco se descarta en la parte final de la canción, incluir ciertos sonidos de corte clásico, que tanto le gustan a Najwa en sus canciones y que tan bien quedan. “Hey boys, girls” es de los temas más bailables del disco y por el que Najwa hasta consiguió algún premio. Fue escogido como 2º single promocional. Destaca por los teclados nebulosos y la base rítmica medio funky que tiene en gran parte de su duración. De las canciones de sonido más alegre y desenfadado del álbum. “Nothing to do” podría situarse a mitad de camino entre “All clear” y “Hey boys, girls”, en lo que a su sonido se refiere; es decir, carácter alegre, pero menos recargado electrónicamente hablando. Aquí se buscan ciertos retorcimientos de las programaciones y se introducen los primeros acordes cíclicos de guitarra acústica (o de sonido parecido) que tan apañados quedan. En la letra, Najwa insta a “no hacer nada, ya que no hay nada a lo que comparar nuestro amor” y se muestra segura en frases como “obviamente el poder de nuestros ritmos, haría cambiar tu mente y te evitará dañar nuestra armonía”. Delicado corte electrónico, marca de la casa Najwa. “Trained” muestra 2 partes diferenciadas entre lo que es el estribillo, el cual se muestra relajado y llevadero, y las partes narrativas del principio, con un enfoque menos hedonista. La base rítmica acelerada, contrasta nuevamente con los inocentes teclados y sintetizadores que se mueven en la parte frontal de la producción. En el tramo final, se muestran si cabe, unas notas de teclado aún más fantasiosas y delicadas. Hemos llegado a uno de los principales motivos por los que hay que escuchar “Mayday”, “Go Cain”. Fue su primer single y la carta de presentación idónea para mostrar a Najwa como alguien a tener en cuenta. Ese loop de acordes de guitarra, y los suaves sintetizadores atmosféricos traseros, conforman la base principal de la canción, la cual se va adornando de notas de teclado delicadas, fantasiosas y emotivas, del estilo de las que nos hemos encontrado en el disco hasta el momento. La letra no deja de ser muy acertada y contundente en versos como “Adelante Cain. El odio te hará más fuerte, pero podrá acabar contigo” o “sabes que a veces sigues adelante, sigues adelante con esa fe que sigue creciendo. Toda esa fe crece rápido, toda esa fe que tuviste antes, que tuviste antes”. También en la parte final se incluyen arreglos de factura clásica, que ayudan a hacer más irresistible y solemne el corte. Uno de los mejores temas electrónicos, o quizás mejor decir electroacústicos, que he escuchado siempre. Se acompañó de un apropiado videoclip en el que, de forma metafórica más que acertada, se representan las vicisitudes de la vida. Nuestra existencia es una carrera en la que recibimos empujones, nos caemos, nos volvemos a levantar, nos ponemos en cabeza, nos entra la depresión y a veces nos bajamos de ese tren para vivir de forma menos agobiada. Eso es lo que entiendo que se muestra en este clip, con ese atleta negro compitiendo con el resto de blancos y Najwa en plan entrenadora y “supporter” suya. Finalmente, cuando el atleta protagonistas afronta la recta final de la carrera en cabeza, decide frenarse, dejando pasar al resto y marchándose tranquilamente con Najwa, mientras los otros celebran la victoria del ganador. Está rodado en una pista de atletismo de entrenamiento, no sé si de la Ciudad Universitaria, o de un lugar parecido. En lo que al esfuerzo mínimo que les sugiero para esta semana, si les parece demasiado hacerse con el disco al completo, les sugiero que vean el video de esta canción en youtube. Apuesto a que los que no conozcan la canción, quedarán encantados.
“Near the air” es la continuación de una de las piedras preciosas del disco. Cambio radical en el sonido, pasando a un corte más oscuro y de sonido más agresivo. Instrumentalmente se crea desasosiego y Najwa, en su forma de cantar algo desesperada, contribuye a ese efecto. En parte podría tratarse de una canción que describía la situación bélica en la que nos encontrábamos en ese 2003. La explicación a esa posibilidad se ve en frases como “No más banderas de colores en mi cielo, no más banderas de colores en mi mente. Al fin y al cabo es tiempo de armas” o “Sé lo que compra el dinero, tiempo y silencio. Sé lo que compra el dinero, nunca el cielo”. Para continuar, nuevo cambio de estilo, pasando a un tema que se muestra en sus primeros compases de forma muy delicada. De hecho “The echo” (menudo juego de letras me ha salido), es suave y amable durante todo su metraje, para ayudarnos en parte a recuperarnos de la convulsión de “Near the air”. “Bitten everywhere” es un medio tiempo. Ni muy frenética, ni muy relajada. Tiene una base rítmica muy pausada, menos en la parte final, en la que parece que se acerque al drum’n’bass de forma algo sutil, y se apoya en unos teclados bastante sencillitos, acompañados de unas programaciones que le da algo de complejidad a la parte instrumental. Najwa canta en un registro muy sosegado, sin hacer excesivo esfuerzo de mostrar intensidad como hacía en otras canciones como “Go Cain”, en aquel párrafo que les cité que empezaba con “sabes que a veces sigues adelante…”. “Nobody asks” se mueve al comienzo en lo que a un lento drum’n’bass podría decirse, para poco a poco incorporar más sonidos electrónicos que se van sumando al entramado instrumental. Najwa a ratos parece rapear tímidamente en algunos párrafos. Es quizás un corte único en su textura en “Mayday”. Normalmente, siempre me suelen gustar los cierres de los discos. Pocas veces me pronuncio de forma negativa en ese aspecto. Pero hoy si cabe les diré que aquí es donde encontramos esa “joya oculta”, que me gusta siempre destacar dentro de un lp. “Feel the beat (Satie)” es un homenaje y una variación de una composición de una creación de dicho músico por parte de Najwa, concretado en una pista que está a mitad de camino entre el drum’n’bass, el trip-hop y el chill out. Son irresistibles las notas de teclado que tiene, llenas de un carácter y una sensación de ensoñación, que te dejan embobado tras terminar de escuchar la canción y, en consecuencia el álbum. La letra es básica y Najwa simplemente repite “siento el amor nuevamente y siento el latido de tu corazón”. Igualmente son deliciosos los tarareos que introduce Najwa en varias partes de la pista. Preciosa y sentida forma de terminar uno de los discos más acertados de música electrónica, y concretamente del subgénero del trip-hop, que se han hecho en nuestro país.“Mayday”, dentro del género al que pertenece, fue un disco muy celebrado y tuvo un relativo éxito. Es evidente que en nuestro país, salvo ocasiones muy reducidas, la electrónica no mueve montañas, o si las mueve es de la mano de grupos internacionales del estilo de mis queridos Depeche Mode, que agotan entradas y duplican fecha siempre que vienen a Madrid últimamente. No obstante, la difusión del video de “Go Cain”, ayudó a que mucha gente prestara atención a esta mujer, más conocida tradicionalmente por su faceta de actriz. Incluso muchos conocidos que apuntan o se mueven al calor de música más comercial, dijeron cosas parecidas a “no suena nada mal”.
Najwa incluso recibió algún premio por mejor tema dance por “Hey boys, girls”, ahora que hago memoria, y como creo que ya referí antes. Hubo alguna que otra reedición, en la que cambiaron la portada original, que es esa instantánea de una Najwa subida a la mesa de un camerino, enfrentada al espejo de bombillas, con su cabeza agachada y con las manos llevadas a la misma, como si en un estado de histeria contenida se encontrase. El título del disco, esa petición de socorro, no sé si se puede enfocar como una alarma soltada al viento por Najwa para conseguir un éxito mayor que el obtenido por “Carefully”.
La explicación personal de que asocie este disco a estas fechas, además de porque salió o estuvo de actualidad por las mismas hace ya 6 años, es que fue uno de los discos originales que me animé a comprar en aquel agosto de 2003. Fue en El Corte Inglés de Alcalá de Henares por 11,95 euros, a lo que había que restarle un 10% por las rebajas veraniegas de esos grandes almacenes. Encontrar el disco a algo más de 10 euros de precio final, siendo novedad, y ver que tenía incluida la maravilla que sigo pensando que es “Go Cain”, fue lo que me movió a invertir parte de mi dinero en el mismo; a día de hoy para nada me arrepiento. Fue la banda sonora de mi vida por estas fechas 6 años atrás, marcando además el inicio de una feliz etapa personal en lo social y afectivo, que se alargó durante unos meses.
“Walkabout” de 2006, confirmó la continuidad de trabajo con Raúl Santos. Disco si cabe más exitoso sobre todo gracias al sencillo “Capable”, que incluso se utilizó como sintonía de algún que otro programa de la época. Este disco tiene una vuelta de tuerca más en lo que al carácter acústico se refiere e incluye joyas como “I’ll wait for us” o el atrevimiento de Najwa de cantar en francés de la mano de la deliciosa “Le tien, le mien”; un “debe”, en lo que su escucha se refiere, que suelto desde aquí a todos los lectores del blog. Además, por youtube, está el video promocional que se grabó de la misma, con lo que tampoco es muy complicado dar con ella.
Lo que nadie se esperaba, es que en 2008, regresara Najwajean con un nuevo disco titulado “Till It Breaks”. Es nuevamente un acierto de álbum y una obra muy elegante y variada, que abarca desde la delicada “Crime” a la rockera y subversiva “Wannabe”. Veremos cuándo se rompe esta unión con su antiguo amigo Carlos Jean, por parte de Najwa (si es que no se ha roto ya a estas alturas).
No obstante, reitero, sigo quedándome con el trabajo que Najwa hizo en el estudio con Raúl Santos. Este productor, nos mostró a la Najwa más sensible y delicada y ayudó a que la cantante tenga a estas alturas ese halo de artista de culto, el cual no podría ser de otra manera debido al género principal que profesa esta navarra. Según he podido ver por ahí, en breve tendremos nueva entrega por parte de la señorita Nimri, Najwa a secas en lo que la música se refiere (como mucho acompañado de Jean en algunas ocasiones). No tengo casi dudas de que lo que nos entregue esta mujer, será un nuevo placer para los oídos. De momento, hagamos llevadera la espera rescatando el que quizás sea su mejor disco en solitario. Go Najwa.

“No surrender” es una de esas piezas que Bruce compone con mucha orquestación instrumental, que choca más que nunca tras el carácter nocturno, íntimo y casi acústico que nos ha dejado la gloriosa “I’m on fire”. Suena bien, pero quizás es de las que me menos me llama la atención del disco, supongo que muy influenciado por el estado de shock en el que me deja la canción que la precede. “Bobby Jean” curiosamente repite más o menos el mismo sonido emotivo y sentimental de “No surrender”. Son más que importantes los teclados tan sentidos que se incluyen en las partes instrumentales. En la misma se narra la historia de una amistad perdida por la marcha sin aviso de Bobby Jean, que dejó al bueno de Bruce con las ganas de “al menos decirte adiós”. “I’m goin’ down” pone fin a este trío de canciones de sonido melancólico y emotivo que se inició con “No surrender”. Narración de un amor que parece que se viene abajo como indica el título y un tema que se recuerda principalmente por esa repetición del título por parte de Bruce en el estribillo, el cual se te graba a fuego en la mente. “Glory days” es quizás un evidente recuerdo a uno de los últimos éxitos que tuvo Bruce con la banda antes de este disco, que fue aquel “Hungry heart”, en lo que al sonido se refiere. Es quizás un signo de seguridad, que antes de editar el disco, se incluyera una canción que tiene por título “días de gloria”, que efectivamente es lo que principalmente reportaría el álbum a Bruce. Fue uno de los singles extraídos y dispuso de un clip promocional en el que se ve a Bruce jugando al béisbol con su hijo, que vuelve a escenificar otro ejemplo de la “american way of life”, que ya nos mostró otro estrado de la misma en la vida de ese solitario mecánico del video de “I’m on fire”. A continuación, nos damos de frente con la canción que me abrió el camino hacia Bruce. “Dancing in the dark” supone la adaptación perfecta de Springsteen a la década de los 80, introduciendo de forma más que inteligente los teclados y sintetizadores a cargo de Bittan y Federici, para conformar un tema rock muy bailable. Dichos teclados y elementos electrónicos es lo más destacable del corte en lo instrumental, pero también hay que señalar el principal papel en el disco del gigante Clarence Clemons en la parte final de este tema, con ese solo de saxo tan bien insertado. En tanto a las ganas de baile que despierta la canción, mejor ver el clip grabado al efecto, que recrea una actuación en directo de Bruce, irresistiblemente vestido con un ceñido pantalón vaquero y una acertada camisa blanca, que sumerge en la locura a la actriz Courteney Cox de Friends, cuando Springsteen la invita a subir a bailar la parte final de la canción al escenario. Recreación de lo que solía hacer el Boss en aquellos días y ejemplo de la fuerza que tenía. No tenemos que caer en el error de pensar que este tema, de claro enfoque comercial, sea una canción baladí en lo que a la letra se refiere; personalmente me parece soberbio ese verso de inicio del estribillo, que con tanta fuerza canta Bruce: “no puedes prender fuego, no puedes prender fuego sin una chispa…”. También en la letra se muestra la evidencia de que Bruce se quiere adaptar a los tiempos: “el mensaje se está haciendo cada vez más claro, la radio está encendida y me muevo alrededor de donde estoy. Miro en el espejo mi aspecto, quiero cambiar mi ropa, mi pelo y mi cara…”. Un bombazo que reportó a Bruce un éxito descomunal, que junto a la canción título del disco le situó en el Olimpo de los grandes músicos del rock de la historia de forma definitiva. También amplió el ratio de seguidores a los/las más jóvenes. En el recopilatorio “The Greatest Hits”, en cuyo libreto Bruce comenta breves impresiones de los temas incluidos, cuenta que unas quinceañeras se le acercaron un día y le comentaron de forma efusiva que habían visto el clip de la canción en la televisión y que les había gustado mucho; Bruce confiesa que disfrutó mucho al convertirse en ídolo adolescente a la edad de 34 años. La importancia de “Dancing in the dark” reside en que fue el primer single extraído y que tuvo una excelente acogida, como no podía ser de otra manera, debido a su increíble gancho, llegando al nº1 en la lista de singles de Estados Unidos. “My hometown” reporta el reflexivo y lento final a una obra intensa de principio a fin, aunque dicha intensidad se muestre de distintas maneras, ya sea de forma sentimental, melancólica, pasional, enérgica, bailable etc. Apoyado en unos sentidos teclados, Bruce describe la melancolía brutal que supone dejar tu ciudad de origen, al ver que en la misma no hay futuro. Desgarrador resulta ese párrafo final con el que se cierra el disco: “La última noche Kate y yo estábamos tumbados en la cama, hablando de marcharnos. Cogimos las maletas y probablemente iremos al sur. Tengo 35 años y ahora tenemos un hijo. La última noche, le senté al lado del volante y le dije: “hijo, echa un buen vistazo alrededor. Esta es tu ciudad natal””. Emotividad y nuevamente otra recreación de las numerosas historias que se dan en ese gigantesco país, llamado Estados Unidos, del cual Springsteen se ha convertido en su trovador preferido (con permiso de su maestro Dylan).
“Íntima decoración” es un tema acelerado y punk de poco más de 2 minutos, que muestra a los Derribos más guitarreros y puros, sin ayuda de la electrónica enrevesada y experimental, que de vez en cuando les gustaba meter por ahí. “Crematorio” comienza con una base de percusión algo militarizada y se nutre de una fuerte línea de guitarra sobre la cual berrea Poch que “en el crematorio hace mucho calor”, de forma tal que parece que está metido en el propio crematorio cantando. Se compone de 2 núcleos cíclicos, que alternan la parte de la citada remarcada batería y posteriormente la sección más disoluta, en la que canta Poch de forma tan apurada. “Misiles hacia Cuba” empieza de forma esquelética con un martilleo incesante, tras el cual Poch se mueve sobre una compasiva batería y una relajada guitarra. No deja de ser desternillante esa parte de la letra en la que el sr. Gasca dice “hay que ver a Fidel, charlaremos con él”; me imagino a Poch de tertulia con Castro y con Iñaki de Glutamato Ye-yé metido en la misma, y me parto de risa. No lo puedo remediar. Aquí se hacen usos de algunos elementos de viento, al mismo tiempo que se meten apuntes desordenados de electrónica, que ayudan a crear el trance en el que te sumergían irremediablemente las canciones de Derribos Arias en muchas ocasiones. “La chica del Brasil”, vuelve a moverse, aunque de forma más suave, por la senda de punk/rock, esta vez ayudándose de notas de teclado algo disonantes para aportar desasosiego al corte. Es quizás la canción que menos me emociona del disco y más tras haber pasado antes por “Pobre cowboy Bill” o “Íntima decoración”. El tema que lleva el nombre del grupo, pone el broche final a esta obra vanguardista. En la letra de la misma, se incluyen tanto el título del presente disco, como del posterior recopilatorio de la banda “La Centralita De Información”, como del propio grupo. Canción himno o emblema de Derribos Arias, que comienza con ecos, voces perdidas que van y vienen, sonidos desordenados y graves notas de piano, que confieren un toque más oscuro al corte. Es junto a “Lo que hay” el tema más experimental y vanguardista del álbum. Igualmente, también hay alguna actuación en Tve perdida por youtube, en la que se puede ver una versión de la misma en plan más acelerado y punk. Esto es una característica básica del grupo, que tenía como atractivo principal para acudir a sus conciertos que rara vez repetían repertorio y que las canciones estaban casi siempre improvisadas, pudiendo distar bastante una toma de otra de concierto a concierto. Considero un cierre apropiado esta pista tan surrealista, con retoques siniestros y con un claro efecto de trance, parecido lejanamente a las voces pregrabadas en la canción “Pornography” de The Cure, que cierran el disco de mismo nombre de la banda de Robert Smith.
Ahora bien, la verdadera canción pop con gancho, atemporal y un seguro de éxito en cualquier fiesta que se precie, es “Into the groove”. Claramente asociada al debut cinematográfico de Madonna (y quizás su única película aceptable), el film “Desesperadamente Buscando A Susan”, en la cual la cantante compartió protagonismo con Rosanna Arquette, dispuso de un clip promocional de la propia película, que a la par es el mejor videoclip promocional de una película que he visto nunca; de hecho, hace más apetecible de ver la película, de lo que lo es en realidad (y eso que no está mal y no deja de ser entretenida en sí). El entrelazado de sintetizadores, teclados, la batería eléctrica, y la llevadera forma de cantar de Madonna, que engarza frases que transmiten en sí mismas mucho ritmo, crean una canción dance arrolladora. Versos como “solo cuando bailo puedo sentirme tan libre, de noche cierro las puertas, dónde nadie más pueda ver”, “no intentes ocultarlo, el amor no lleva disfraz, veo el fuego arder en tus ojos” transmiten una fuerte sensación de movimiento; sobre todo adoro esa parte que dice “Vive tu fantasía cerca de mi, simplemente deja que la música te libere. Toca mi cuerpo y muévete a tiempo. Ahora sé que eres mío”, y más aún cuando repite ese “Ahora sé que eres mío” durante 4 veces en un tremendo in-crescendo, que me pone el vello de punta cuando lo escucho. A medida que se reproduce el disco mientras que escribo la crónica, y ahora en concreto esta canción, he de decirles que tengo una fuerte necesidad de dejar el teclado, levantarme de la silla y ponerme a bailotear en mi cuarto… imagínense. Un inmortal de la música disco y sin lugar a dudas uno de los mejores temas dance de la década de los 80 y… ¡Qué coño!, de la historia de la música. Sublime. Advertir, eso sí, que “Into the groove” no se encuentra en todas las ediciones del disco. En la que yo tengo sí, y por eso la incluyo en la revisión. Tras este soberbio combo, cualquier cosa nos parecerá inferior. A continuación se nos presenta “Dress you up”, que desde un primer momento nos pretende agradar. Es quizás de los temas más rítmicos y más movidos. En realidad no está mal del todo, aunque creo que ese grito que mete Madonna al inicio de cada estribillo me tira algo para atrás. Creo que se pasa de intensidad. La técnica y estructura viene a ser la misma que en casi todo el disco, es decir, sintetizadores de base rítmica y por encima destacando notas fantasiosas e inocentes de teclado. Aquí hay que destacar también un solo de guitarra más o menos a los 2 minutos de duración, para agregar algo de variedad instrumental. Decir que “Dress you up” fue uno de los singles extraídos y que alcanzó un meritorio top 5. “Shoo-bee-doo” aporta una balada de esas lloronas que he referido antes y junto a “Love don’t live here anymore” conforman los únicos momentos algo lentos del disco. Sin sonar mal, tampoco tiene nada que la convierta en un momento memorable del disco. “Pretender” en otro tema pop algo machacón y bastante ramplón. “Stay” mejora ligeramente el nivel mostrado en las últimas pistas del álbum, que bien hay que decir que es muy fuerte del 1er al 6º corte, pero que posteriormente palidece ligeramente. También hay que añadir, que las canciones que se nos presentan en la primera parte son de tan alta calidad y exigencia pop, que cualquier cosa a su lado parece poca. Analizando estas últimas 4 canciones por separado, hay que decir que no están nada mal, aunque también he decir que esta afirmación la tecleo mientras escucho la última pieza “Stay”, que es mi favorita del núcleo reseñado. No podía ser de otra manera, ya que un disco tan importante no se puede cerrar de forma anodina. Madonna te pide que “estés” y efectivamente nos quedaremos con ella hasta los presentes días.
Hará unas semanas la Reina del Pop visitó Madrid, tras 19 años de olvido. El alto precio de las entradas y en parte, el cierto cabreo por parte de muchos fans madrileños por tanto desaire durante tanto tiempo, hicieron que gran parte del papel que salió a la venta se quedará en las taquillas. Un servidor de ustedes no acudió al evento, pero sí que lo hizo un amiguete, que me pasó unas imágenes previas al show que les sitúo en el artículo flanqueando el presente párrafo. Las razones por las que no acudí son 3: 1ª el precio de las entradas. 2ª el dispendio de varios euros gastados hace poco para Madness, Spandau Ballet y Depeche Mode. 3º que a mi me hubiera gustado ver a Madonna precisamente aquella vez que vino en 1990 de la mano del “Blonde Ambition Tour”, ocasión en la que se enfundó la camiseta del Atlético de Madrid con el dorsal 16 a la espalda. Para mí, buen aficionado atlético como ya sabrán, ese detalle supone un punto a favor de la Ciccone.
Madonna es muy grande, aunque he de decir que sus últimos discos no son santo de mi devoción. Quizás su última gran obra fue aquel “Ray Of Light” de 1998, con tan buenas canciones como “Frozen”, el tema que le da título, o las baladas “Substitute for love” o “The power of goodbye”. Hoy les propongo que se trasladen casi 25 años atrás para comprobar la génesis de la expansión sin límites de esta artista. “Like A Virgin” solo fue el inicio de la ascensión a la cima por parte de esta diva. Además, no me negarán que es un disco que ni pintado para estas fechas. Más veraniego no puede ser; solamente le falta que tuviera una toma en directo o un remix de “Holiday” como bonus track (que en muchos discos de otros grupos, sucede a menudo eso de meter propinas revisadas de obras anteriores) y ya sería perfecto. Que lo disfruten ustedes, estén donde estén.
“Hallelujah” es una delicada canción, menos intensa que la anterior en el orden de aparición del disco y que nos permite relajarnos bastante debido a la calma que aporta, gracias a sus suaves teclados, notas de piano, acordes cálidos de guitarra y, sobre todo, por los coros de Wendy Smith, que aquí podrían asemejarse a los cánticos mitológicos de sirenas. “Moving the river” es un animado tema pop, que se presenta tras un lento y misterioso comienzo. Esos punteos tan rítmicos de guitarra con esa mayor intensidad por parte de Paddy, crean una canción más animada que la anterior “Hallelujah”. Hay tiempo para esos guiños que de vez en cuando hace Prefab Sprout a otros géneros como “Horsin around”, que podría ser una canción que le hubiera venido como anillo al dedo a Frank Sinatra en sus últimos años. Uno de los momentos más clásicos que supone el disco. “Desire us” es una auténtica delicia. Ya desde su inicio con ese susurro vocal sobre esas notas de teclado se intuye algo grande. Esa base de teclados se mantiene durante toda la canción. La frase más destacada es esa repetición de “Tengo seis cosas en mi mente, ya no eres una de ellas”. Sencilla, y muy emotiva, demuestra que Prefab Sprout, con los elementos justos y dispuestos de la forma adecuada, conseguían crear verdaderas preciosidades sonoras. “Blueberry pies” sigue por la senda melódica que tendría la cara “b” del vinilo. Ritmos más pausados y relajados, que contrastan con la emoción y movimiento que nos encontramos en “Faron young”, “Bonny”, “Appetite” o “When love breaks down”. “When the Angels” es el final del disco y curiosamente es el tema pop más alegre y acelerado del disco. Comienza con unos órganos de sonido religioso, para dar paso a una base rítmica de bajo y batería animada, apoyada en unas saltarinas notas de teclado. Aunque hemos pasado por momentos más melancólicos o sentimentales como en la primera parte del disco, y otros más pausados como los que hemos visto a partir de “Hallelujah” hasta esta canción final, Prefab Sprout demuestra con esta pista que no pretenden dejarnos excesivamente relajados. Se comenzó con ímpetu y se termina con mucho ritmo, con sus distintos estados de ánimo entre medias. Pues, ¿qué les voy a decir?... Genial.