Regreso tras casi un año desde su último artículo sobre el disco “The Top” a mi “grupo prisma”, The Cure, para reflexionar sobre su lp más excesivo, desbordado, intenso y sin duda uno de los más valorados de su historia. Recuerdo que cuando estaba iniciándome en la vida y milagros de la banda de Robert Smith allá por 1997, la 1ª vez que me enteré de que The Cure tenía en su historia un disco con este título, me quedé a cuadros y antes de escucharlo empecé a hacerme conjeturas sobre qué clase de contenido sonoro tendría. Imaginaba algo intenso (más aún tras ver la portada) y no me equivocaba.
A comienzos de la década de los ochenta y en lo que serían sus primeros años, The Cure dio lugar a una trilogía musical siniestra y oscura irrepetible. Los fantasmas de Robert Smith comenzarían a aflorar en 1980 en el 2º disco de The Cure, aquel “Seventeen Seconds”, en el que se apreciaban cambios respecto al vitalismo post punk generalizado que había en el debut “Three Imaginary Boys”.
La convulsión no era solo creativa, sino que en apenas 3 años de historia el grupo ya había sufrido 2 bajas concretadas en el primer bajista Michael Dempsey y posteriormente en el teclista Mattieu Hartley. Hoy me propongo la tarea nada fácil de abordar el que para muchos es el mejor disco de The Cure, “Pornography” de 1982, que es el que pondría final a la citada primera trilogía siniestra de The Cure tras “Seventeen Seconds” de 1980 y “Faith” de 1981. Hay que reseñar, que para más gente si cabe su preferido es “Disintegration”, que junto a “Bloodflowers” y al que hoy nos ocupa forma parte de una trilogía reflexiva y siniestra más alargada en el tiempo.
El paso previo a “Pornography” vino de la mano del gris (¡qué apropiada es su portada!) “Faith” de 1981 en el que Robert Smith hacía una tesis sobre la fe, la pérdida de las creencias y de la esperanza, que se rubricarían en una de sus mejores canciones, que en definitiva es la que daba el título al disco y finalizaba la obra (véase que en los primeros trabajos de The Cure el tema homónimo es que daba carpetazo al álbum).
En el mismo 1981 se editaría un single con un carácter más pop, pero que no está alejado del oscurantismo tradicional del grupo. “Charlotte sometimes” además disfrutaría de uno de los videoclips con una localización más acorde con el sonido de la banda, una siniestra y enorme mansión; aunque mucha gente se tome a coña la historia que muestra el clip, hay que decir que es uno de los videos más originales y con el encanto del regusto añejo de la trayectoria de The Cure. No obstante, centrándonos en lo musical estrictamente, en el single se incluía una cara b violenta, siniestra y muy agresiva, que finalmente sería la que daba la pista clara y decidida de lo que harían The Cure en su inmediato siguiente lp. La pieza en cuestión era “Splintered in her head”, y suponía una base rítmica apocalíptica y una interpretación vocal fantasmagórica y distorsionada de Robert Smith. Un tema que causa un gran efectismo si lo escuchas en la soledad de las madrugadas, se lo garantizo.
“Pornography” sería el punto final de esta trilogía, que fue aumentando de intensidad en cada una de sus entregas, y que en este lp terminó por explotar. Estamos ante un disco muy intenso y a priori complicado. Pasemos a analizar detenidamente cada una de las 8 canciones que forman parte de esta personal obra maestra del trío que era The Cure en 1982, compuesto por Robert Smith a la voz y guitarra, Simon Gallup al bajo y Lol Tolhurst a la batería.
Se abre fuego (y nunca mejor venida a cuento esta expresión) con “One hundred years”. Una canción con una fuerza y vigor desmedidos, con unas correosas y sangrantes líneas de guitarras eléctricas, y con un ritmo marcial implacable de la batería de Lol Tolhurst; es curioso que Lol no se volvería a encargar de la batería en ningún disco más de The Cure, y que sin embargo en este lp su papel en los bombos y platillos fuera tan importante y excelente. En este tema de inicio, Robert nos va mostrando una serie de cuadros grotescos de la sociedad, tras soltar unas palabras arrolladoras para comenzar el álbum: “no importa si todos morimos”; con un disco que empieza así te puedes imaginar lo que vas a encontrar. Es un tema que nunca falta en sus conciertos, la cual se sirve normalmente de una iluminación efectista en luces blancas y apagones, y que pone a tope a cualquiera que la escuche. Probablemente si The Cure hubiera editado en aquellos días 2 singles por disco, se hubiera llevado los honores de ser el 2º sencillo tras “The hanging garden”. Muerte, violencia, sangre y demás horrores se dan cita en este contundente tema de inicio, que rompe en una intensidad desmedida en su parte final, que si cabe destaca sobre la duración previa de la misma, la cual hay que decir que no es coja. Luego llega la oscilante “A short term effect”, que destaca por esas idas y venidas del sonido, creando un efecto de desasosiego y en el que se vuelve a destilar un oscurantismo y rotundidad importante en los acordes musicales que presenta y un efecto algo grotesco en ciertas notas. Nuevamente el tema de la muerte está muy presente en su letra, resultando a ratos bastante macabra. El único single de la obra vino de la mano de “The hanging garden”, la cual se presenta con unos redobles de batería geniales a cargo de Lol, que serían mejorados si cabe en el posterior directo “Concert Live” por el batería puntual de The Cure Andy Anderson. Estamos ante otro tema con un gran arrojo, sobre todo en esos estribillos que se valen de efectos sonoros de repetición de ciertos vocablos en la parte de la letra cantada para darle más intensidad. El sonido de la guitarra vuelve a ser hiriente y correoso, al estilo del de “One hundred years”, pero con un punto menor. El videoclip del que dispuso es quizás mi favorito de The Cure, y en todo caso es el clip promocional más siniestro de toda la historia de The Cure. El grupo, ataviado con esas gabardinas grises y con esos maquillajes corridos creando efecto de sangrado, se valen de ciertas máscaras siniestras y disponen la grabación del mismo en un parque o jardín con estatuas neoclásicas, en plena noche. Se incluye alguna escena de gran efectismo, como cuando aparecen durante un segundo los 3 componentes del grupo ahorcados. Un excelente single, poco comercial, pero que sin duda es de los que mejor definen el sonido de los Cure de aquellos primeros años. Toca recuperarse y por ello se presenta ahora un tema casi acústico, pero que para nada pierde por su menor recargo sonoro y menor ritmo el regusto siniestro y decadente de la obra. “Siamese twins” habla del fin del amor y está llena de reproches visto en partes como “nunca hablamos, nunca reímos, grito que no eres nada, no te necesito más, no eres nada”.Llegamos a una de mis favoritas, “The figurehead”. Primeramente, antes que la versión de estudio dispuesta en este álbum, escuché el abrumador inicio del disco en directo “Paris” de comienzos de los 90 (una de mis primeras adquisiciones de The Cure en junio de 1997 en el antiguo Pryca de San Fernando de Henares, como regalo paterno ante unas calificaciones orgullosas en la evaluación final de mi 2º de B.U.P.), en la que se puede apreciar el tenebrismo y oscuridad que desprende esta canción. En esa versión en directo, el lento caer de la melodía a medida que van desapareciendo los instrumentos, con esa repetición lírica final por parte de Robert diciendo “nunca volveré a estar limpio”, es sencillamente genial. Sonido crudo, oscuro a más no poder y aunque no tiene un ritmo frenético como “One hundred years” o “The hanging garden”, el siniestrismo que transmite es como ese frío intenso invernal que parece que no, pero se te mete hasta el interior de cada uno de tus huesos. Parece mentira, pero sin necesidad de alardes, “The figurehead” me parece la canción más intensa de la obra. En su sobriedad depresiva está el gran efectismo que consigue. Se vuelve a conceder gran carga sonora en “A strange day”. Un tema con un fuerte componente emocional y trágico en su melodía, sin duda acompasado por su letra, en la que de forma evidente se nos plantea el tema del suicidio. Estamos ante una canción fuertemente triste, más que potente, que incluye momentos de cierta belleza en los acordes de la guitarra en ciertos cambios de ritmo que incluye. Es una de las verdaderas joyas ocultas del disco. Acto seguido llega la solemne “Cold”, que dispone de las atmósferas más intensas y asfixiantes de la obra, en la que los teclados alcanzan un protagonismo que hasta ahora no habían tenido en “Pornography”. Crea una sensación parecida a la previa “The funeral party” de “Faith”, una de las canciones más difíciles de escuchar de The Cure, por su tremendo halo de tristeza sin límite, pero no llega a puntos de intensidad tan altos, por lo que es menos agreste de escuchar. “Cold” nos prepara para el 8º capítulo del disco, en el que se alcanza la culminación de la intensidad, la fuerza, el siniestrismo y la brutalidad lírica. El tema que le da título a la obra es una canción violenta, sucia, arrolladora y acongojante. Ya desde su inicio con esas cintas pregrabadas de conversaciones que están distorsionadas y con esos teclados tan siniestros que se van escuchando de lejos, intuyes que algo no va bien. Después, cuando entra toda la máquina sonora en un fade in, con un sonido bastante grotesco, ya te encuentras de lleno en esa tormenta particular. No hay salida, Robert Smith está completamente fuera de sí en este tema. Se termina de forma brutal con las siguientes frases: “Otro día como este y te mato. Un deseo de sangre y carne fresca. Te veré hundirte en la ducha mientras pasa toda mi vida por delante. ¡Debo combatir esta enfermedad y encontrar una cura! Debo combatir esta enfermedad…”. Entonces, se entremezcla todo: los sonidos pregrabados del inicio, la máquina sonora inquebrantable y los alaridos finales de Robert para terminar de golpe y porrazo. Entonces, te quedas en silencio y como seas de corazón frágil, corres el riesgo de quedarte como cierto profesor de universidad en un instante de la película “Tesis” de Amenábar tras ver una película en una sala de audiovisuales de la facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid.
El disco se mantuvo más o menos en los mismos niveles de ventas y de repercusión de los predecesores, incluso superándolos al entrar en el top 10 de los álbumes más vendidos, hecho por 1ª vez conseguido por la banda. No obstante, hubo un gran sector de la crítica que en su día no entendieron esta contundencia y el mensaje tan agrio y extremo que lanzaba Robert Smith y su banda en este disco, y varios periodistas musicales pusieron a caer de una burra a “Pornography”. Lo que está claro es que este disco no puede dejar indiferente a nadie: o lo adoras o lo odias. Yo, evidentemente, lo adoro.
No podemos obviar que este disco está claramente vinculado al sentir y a la vida personal de Smith, como realmente pasa en casi toda la obra de The Cure. Robert Smith estaba en una espiral de autodestrucción, muy metido en la idea de que uno de sus ídolos musicales y espejos personales, que no era otro que Ian Curtis, se había suicidado no hacía mucho tiempo. Los excesos con sustancias prohibidas, la vida nocturna disoluta (de hecho el disco se grabó de noche, lo cual suma más efecto al resultado) y en parte la angustia existencial que atravesaba un joven veinteañero en aquellos días, fue el resultado lógico plasmado en esta obra.
Las cosas estaban también al límite dentro del grupo, es decir, The Cure no era del todo una válvula de escape para Smith, puesto que se aguantaban bien poco entre sí Gallup, Tolhurst y él mismo. Este hecho se refleja claramente en el incidente ocurrido en mitad de la gira cuando Smith y Gallup se dieron de leches en un pub, lo cual derivó en que al término de la gira el bajista Simon Gallup estaba fuera de The Cure y solamente quedaban en el redil Smith y un Tolhurst que nunca más volvería a hacerse cargo de la batería y que paulatinamente fue incapacitándose musicalmente dentro de The Cure, algo que he de confesarles que considero un hecho muy triste.
Sin embargo, Robert Smith no levantaría cabeza hasta 3 años después. Tras sendos momentos de descanso tras este disco y tras “The Top”, The Cure lanzaría el glorioso “The Head On The Door”, el cual cambiaría el curso de la vida de la banda para siempre y además supondría la firma de la paz entre Robert y Simon 3 años después. Es decir, que aunque en los meses siguientes a “Pornography” Robert y Lol fueran sacando sencillos tan alegres y desinhibidos como “Let’s go to bed” o “The walk”, las cosas no iban bien todavía en la vida de Smith.
La conjunción perfecta entre sentir interno y el plasmarlo musicalmente se dan en “Pornography”. Es un disco extremo, crudo y muy intenso. Un trabajo difícil de escuchar y que a ratos pone el pelo de punta. Ya desde su portada, con esas borrosas siluetas siniestras de los 3 componentes del grupo, te imaginas que lo que vas a encontrar precisamente no es un disco luminoso y radiante. Está claro que es un disco para escuchar en casa y con buenos alimentos; no les recomiendo su escucha por ejemplo por las mañanas cuando van al trabajo, ya que como se tomen al pie de la letra ciertos pasajes líricos de Robert Smith, pueden acabar en comisaría. Como dijo La Orquesta Mondragón, tómenselo con calma. The Cure es mi grupo favorito. Nos quedan muchos discos todavía por comentar. Volveremos a ellos, por supuesto.
Varias cosas para terminar por hoy, una vez que he finalizado el aspecto de la revisión estricta del disco de turno. Primero de todo informarles que durante el siguiente mes la actividad en las redes sociales y en el blog se podrá ver alterada, debido a motivos personales caseros, que me harán no disponer de conexión hasta el mes de junio. Intentaré garantizar el mantenimiento del día de publicación, es decir, los sábados, pero el “twitteo” diario y la actividad del muro de Facebook y Tuenti se verá drásticamente reducida.
Y segundo, respecto del programa de radio, informar que este miércoles “estrenamos” el 2º debate musical de “Discos, música y reflexiones” sobre “Music For The Masses” de Depeche Mode, el cual hicimos en directo el pasado sábado 2 de abril. Lo pueden escuchar tanto en &radio, como en RUAH el miércoles día 4 de mayo a las 23.00h. El resto de la programación semanal de nuestro espacio en &radio la pueden consultar en nuestro rincón de la web de la emisora. Esta tarde a las 19.00h en RUAH podrán escuchar la repetición del programa dedicado a “Stranded” de Roxy Music, el cual se emitió el pasado miércoles. Intentaré subir este audio y el del anterior programa con la entrevista a Oberón antes de que llegue el martes 3 de mayo y empiece a sufrir la carencia de disponibilidad de conexión.
A comienzos de la década de los ochenta y en lo que serían sus primeros años, The Cure dio lugar a una trilogía musical siniestra y oscura irrepetible. Los fantasmas de Robert Smith comenzarían a aflorar en 1980 en el 2º disco de The Cure, aquel “Seventeen Seconds”, en el que se apreciaban cambios respecto al vitalismo post punk generalizado que había en el debut “Three Imaginary Boys”.
La convulsión no era solo creativa, sino que en apenas 3 años de historia el grupo ya había sufrido 2 bajas concretadas en el primer bajista Michael Dempsey y posteriormente en el teclista Mattieu Hartley. Hoy me propongo la tarea nada fácil de abordar el que para muchos es el mejor disco de The Cure, “Pornography” de 1982, que es el que pondría final a la citada primera trilogía siniestra de The Cure tras “Seventeen Seconds” de 1980 y “Faith” de 1981. Hay que reseñar, que para más gente si cabe su preferido es “Disintegration”, que junto a “Bloodflowers” y al que hoy nos ocupa forma parte de una trilogía reflexiva y siniestra más alargada en el tiempo.
El paso previo a “Pornography” vino de la mano del gris (¡qué apropiada es su portada!) “Faith” de 1981 en el que Robert Smith hacía una tesis sobre la fe, la pérdida de las creencias y de la esperanza, que se rubricarían en una de sus mejores canciones, que en definitiva es la que daba el título al disco y finalizaba la obra (véase que en los primeros trabajos de The Cure el tema homónimo es que daba carpetazo al álbum).
En el mismo 1981 se editaría un single con un carácter más pop, pero que no está alejado del oscurantismo tradicional del grupo. “Charlotte sometimes” además disfrutaría de uno de los videoclips con una localización más acorde con el sonido de la banda, una siniestra y enorme mansión; aunque mucha gente se tome a coña la historia que muestra el clip, hay que decir que es uno de los videos más originales y con el encanto del regusto añejo de la trayectoria de The Cure. No obstante, centrándonos en lo musical estrictamente, en el single se incluía una cara b violenta, siniestra y muy agresiva, que finalmente sería la que daba la pista clara y decidida de lo que harían The Cure en su inmediato siguiente lp. La pieza en cuestión era “Splintered in her head”, y suponía una base rítmica apocalíptica y una interpretación vocal fantasmagórica y distorsionada de Robert Smith. Un tema que causa un gran efectismo si lo escuchas en la soledad de las madrugadas, se lo garantizo.
“Pornography” sería el punto final de esta trilogía, que fue aumentando de intensidad en cada una de sus entregas, y que en este lp terminó por explotar. Estamos ante un disco muy intenso y a priori complicado. Pasemos a analizar detenidamente cada una de las 8 canciones que forman parte de esta personal obra maestra del trío que era The Cure en 1982, compuesto por Robert Smith a la voz y guitarra, Simon Gallup al bajo y Lol Tolhurst a la batería.
Se abre fuego (y nunca mejor venida a cuento esta expresión) con “One hundred years”. Una canción con una fuerza y vigor desmedidos, con unas correosas y sangrantes líneas de guitarras eléctricas, y con un ritmo marcial implacable de la batería de Lol Tolhurst; es curioso que Lol no se volvería a encargar de la batería en ningún disco más de The Cure, y que sin embargo en este lp su papel en los bombos y platillos fuera tan importante y excelente. En este tema de inicio, Robert nos va mostrando una serie de cuadros grotescos de la sociedad, tras soltar unas palabras arrolladoras para comenzar el álbum: “no importa si todos morimos”; con un disco que empieza así te puedes imaginar lo que vas a encontrar. Es un tema que nunca falta en sus conciertos, la cual se sirve normalmente de una iluminación efectista en luces blancas y apagones, y que pone a tope a cualquiera que la escuche. Probablemente si The Cure hubiera editado en aquellos días 2 singles por disco, se hubiera llevado los honores de ser el 2º sencillo tras “The hanging garden”. Muerte, violencia, sangre y demás horrores se dan cita en este contundente tema de inicio, que rompe en una intensidad desmedida en su parte final, que si cabe destaca sobre la duración previa de la misma, la cual hay que decir que no es coja. Luego llega la oscilante “A short term effect”, que destaca por esas idas y venidas del sonido, creando un efecto de desasosiego y en el que se vuelve a destilar un oscurantismo y rotundidad importante en los acordes musicales que presenta y un efecto algo grotesco en ciertas notas. Nuevamente el tema de la muerte está muy presente en su letra, resultando a ratos bastante macabra. El único single de la obra vino de la mano de “The hanging garden”, la cual se presenta con unos redobles de batería geniales a cargo de Lol, que serían mejorados si cabe en el posterior directo “Concert Live” por el batería puntual de The Cure Andy Anderson. Estamos ante otro tema con un gran arrojo, sobre todo en esos estribillos que se valen de efectos sonoros de repetición de ciertos vocablos en la parte de la letra cantada para darle más intensidad. El sonido de la guitarra vuelve a ser hiriente y correoso, al estilo del de “One hundred years”, pero con un punto menor. El videoclip del que dispuso es quizás mi favorito de The Cure, y en todo caso es el clip promocional más siniestro de toda la historia de The Cure. El grupo, ataviado con esas gabardinas grises y con esos maquillajes corridos creando efecto de sangrado, se valen de ciertas máscaras siniestras y disponen la grabación del mismo en un parque o jardín con estatuas neoclásicas, en plena noche. Se incluye alguna escena de gran efectismo, como cuando aparecen durante un segundo los 3 componentes del grupo ahorcados. Un excelente single, poco comercial, pero que sin duda es de los que mejor definen el sonido de los Cure de aquellos primeros años. Toca recuperarse y por ello se presenta ahora un tema casi acústico, pero que para nada pierde por su menor recargo sonoro y menor ritmo el regusto siniestro y decadente de la obra. “Siamese twins” habla del fin del amor y está llena de reproches visto en partes como “nunca hablamos, nunca reímos, grito que no eres nada, no te necesito más, no eres nada”.Llegamos a una de mis favoritas, “The figurehead”. Primeramente, antes que la versión de estudio dispuesta en este álbum, escuché el abrumador inicio del disco en directo “Paris” de comienzos de los 90 (una de mis primeras adquisiciones de The Cure en junio de 1997 en el antiguo Pryca de San Fernando de Henares, como regalo paterno ante unas calificaciones orgullosas en la evaluación final de mi 2º de B.U.P.), en la que se puede apreciar el tenebrismo y oscuridad que desprende esta canción. En esa versión en directo, el lento caer de la melodía a medida que van desapareciendo los instrumentos, con esa repetición lírica final por parte de Robert diciendo “nunca volveré a estar limpio”, es sencillamente genial. Sonido crudo, oscuro a más no poder y aunque no tiene un ritmo frenético como “One hundred years” o “The hanging garden”, el siniestrismo que transmite es como ese frío intenso invernal que parece que no, pero se te mete hasta el interior de cada uno de tus huesos. Parece mentira, pero sin necesidad de alardes, “The figurehead” me parece la canción más intensa de la obra. En su sobriedad depresiva está el gran efectismo que consigue. Se vuelve a conceder gran carga sonora en “A strange day”. Un tema con un fuerte componente emocional y trágico en su melodía, sin duda acompasado por su letra, en la que de forma evidente se nos plantea el tema del suicidio. Estamos ante una canción fuertemente triste, más que potente, que incluye momentos de cierta belleza en los acordes de la guitarra en ciertos cambios de ritmo que incluye. Es una de las verdaderas joyas ocultas del disco. Acto seguido llega la solemne “Cold”, que dispone de las atmósferas más intensas y asfixiantes de la obra, en la que los teclados alcanzan un protagonismo que hasta ahora no habían tenido en “Pornography”. Crea una sensación parecida a la previa “The funeral party” de “Faith”, una de las canciones más difíciles de escuchar de The Cure, por su tremendo halo de tristeza sin límite, pero no llega a puntos de intensidad tan altos, por lo que es menos agreste de escuchar. “Cold” nos prepara para el 8º capítulo del disco, en el que se alcanza la culminación de la intensidad, la fuerza, el siniestrismo y la brutalidad lírica. El tema que le da título a la obra es una canción violenta, sucia, arrolladora y acongojante. Ya desde su inicio con esas cintas pregrabadas de conversaciones que están distorsionadas y con esos teclados tan siniestros que se van escuchando de lejos, intuyes que algo no va bien. Después, cuando entra toda la máquina sonora en un fade in, con un sonido bastante grotesco, ya te encuentras de lleno en esa tormenta particular. No hay salida, Robert Smith está completamente fuera de sí en este tema. Se termina de forma brutal con las siguientes frases: “Otro día como este y te mato. Un deseo de sangre y carne fresca. Te veré hundirte en la ducha mientras pasa toda mi vida por delante. ¡Debo combatir esta enfermedad y encontrar una cura! Debo combatir esta enfermedad…”. Entonces, se entremezcla todo: los sonidos pregrabados del inicio, la máquina sonora inquebrantable y los alaridos finales de Robert para terminar de golpe y porrazo. Entonces, te quedas en silencio y como seas de corazón frágil, corres el riesgo de quedarte como cierto profesor de universidad en un instante de la película “Tesis” de Amenábar tras ver una película en una sala de audiovisuales de la facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid.
El disco se mantuvo más o menos en los mismos niveles de ventas y de repercusión de los predecesores, incluso superándolos al entrar en el top 10 de los álbumes más vendidos, hecho por 1ª vez conseguido por la banda. No obstante, hubo un gran sector de la crítica que en su día no entendieron esta contundencia y el mensaje tan agrio y extremo que lanzaba Robert Smith y su banda en este disco, y varios periodistas musicales pusieron a caer de una burra a “Pornography”. Lo que está claro es que este disco no puede dejar indiferente a nadie: o lo adoras o lo odias. Yo, evidentemente, lo adoro.
No podemos obviar que este disco está claramente vinculado al sentir y a la vida personal de Smith, como realmente pasa en casi toda la obra de The Cure. Robert Smith estaba en una espiral de autodestrucción, muy metido en la idea de que uno de sus ídolos musicales y espejos personales, que no era otro que Ian Curtis, se había suicidado no hacía mucho tiempo. Los excesos con sustancias prohibidas, la vida nocturna disoluta (de hecho el disco se grabó de noche, lo cual suma más efecto al resultado) y en parte la angustia existencial que atravesaba un joven veinteañero en aquellos días, fue el resultado lógico plasmado en esta obra.
Las cosas estaban también al límite dentro del grupo, es decir, The Cure no era del todo una válvula de escape para Smith, puesto que se aguantaban bien poco entre sí Gallup, Tolhurst y él mismo. Este hecho se refleja claramente en el incidente ocurrido en mitad de la gira cuando Smith y Gallup se dieron de leches en un pub, lo cual derivó en que al término de la gira el bajista Simon Gallup estaba fuera de The Cure y solamente quedaban en el redil Smith y un Tolhurst que nunca más volvería a hacerse cargo de la batería y que paulatinamente fue incapacitándose musicalmente dentro de The Cure, algo que he de confesarles que considero un hecho muy triste.
Sin embargo, Robert Smith no levantaría cabeza hasta 3 años después. Tras sendos momentos de descanso tras este disco y tras “The Top”, The Cure lanzaría el glorioso “The Head On The Door”, el cual cambiaría el curso de la vida de la banda para siempre y además supondría la firma de la paz entre Robert y Simon 3 años después. Es decir, que aunque en los meses siguientes a “Pornography” Robert y Lol fueran sacando sencillos tan alegres y desinhibidos como “Let’s go to bed” o “The walk”, las cosas no iban bien todavía en la vida de Smith.
La conjunción perfecta entre sentir interno y el plasmarlo musicalmente se dan en “Pornography”. Es un disco extremo, crudo y muy intenso. Un trabajo difícil de escuchar y que a ratos pone el pelo de punta. Ya desde su portada, con esas borrosas siluetas siniestras de los 3 componentes del grupo, te imaginas que lo que vas a encontrar precisamente no es un disco luminoso y radiante. Está claro que es un disco para escuchar en casa y con buenos alimentos; no les recomiendo su escucha por ejemplo por las mañanas cuando van al trabajo, ya que como se tomen al pie de la letra ciertos pasajes líricos de Robert Smith, pueden acabar en comisaría. Como dijo La Orquesta Mondragón, tómenselo con calma. The Cure es mi grupo favorito. Nos quedan muchos discos todavía por comentar. Volveremos a ellos, por supuesto.
Varias cosas para terminar por hoy, una vez que he finalizado el aspecto de la revisión estricta del disco de turno. Primero de todo informarles que durante el siguiente mes la actividad en las redes sociales y en el blog se podrá ver alterada, debido a motivos personales caseros, que me harán no disponer de conexión hasta el mes de junio. Intentaré garantizar el mantenimiento del día de publicación, es decir, los sábados, pero el “twitteo” diario y la actividad del muro de Facebook y Tuenti se verá drásticamente reducida.
Y segundo, respecto del programa de radio, informar que este miércoles “estrenamos” el 2º debate musical de “Discos, música y reflexiones” sobre “Music For The Masses” de Depeche Mode, el cual hicimos en directo el pasado sábado 2 de abril. Lo pueden escuchar tanto en &radio, como en RUAH el miércoles día 4 de mayo a las 23.00h. El resto de la programación semanal de nuestro espacio en &radio la pueden consultar en nuestro rincón de la web de la emisora. Esta tarde a las 19.00h en RUAH podrán escuchar la repetición del programa dedicado a “Stranded” de Roxy Music, el cual se emitió el pasado miércoles. Intentaré subir este audio y el del anterior programa con la entrevista a Oberón antes de que llegue el martes 3 de mayo y empiece a sufrir la carencia de disponibilidad de conexión.
10 comentarios:
Genial critica,me encanta leerte.
Anónimo, y yo encantado de que me leas y siga siendo así.
Celebro especialmente que hayas comentado, porque me dolía ver que nadie se hubiera pronunciado en un post sobre mi banda favorita de todos los tiempos (ahora estoy con su último lanzamiento, el directo "Bestival Live 2011", y estoy encantado).
Más que nunca, gracias por escribir.
muy buena critica, como siempre.
Anónimo, celebro que te haya gustado.
Gracias por escribir.
Adoro las criticas pasionales por decirlo de alguna forma, esa descripcion de lo que nos hace sentir esta musica , hacia donde nos transporta .... sensaciones/sentimientos de alegria, tristeza o dolor ....
Martin
Martin, nos agrada que compartas con nosotros tus percepciones.
Gracias por escribir.
Excelente desarrollo critico. Siempre pensè que las baterìas de este disco eran màquinas. Me cuesta creer que un baterista pueda convertirse en una. Saludos!!!
Dva, ciertamente parece mentira, pero fue Lol Tolhurst el que hizo ese trabajazo en la batería. Es curioso, y sobre todo triste, que fuera lo último que hiciera en The Cure al mando de ese instrumento.
Saludos y gracias por escribir.
Buena critica,me pasa lo mismo que a ti con lo version de figurhead del paris cuando repite el nunca volvere a estar limpio es simplemente bello y doloroso
Unknown, estamos completamente de acuerdo en ese detalle.
Gracias por escribir.
Publicar un comentario