¿Nueva ocasión para vivir esos grandes conciertos de antaño de las Fiestas de San Isidro en la Plaza Mayor? ¡Bien! ¿El ayuntamiento considera hacer un programa triple con grandes como Los Toreros Muertos, La Orquesta Mondragón y Álex O’Dogherty Y La Bizarrería? ¡Bien! ¿Evento gratuito? ¡Bien! ¿Buen tiempo? ¡Bien! ¿Un domingo? ¡Mal y requetemal! Éste fue el único punto negro del buen criterio que la concejalía de turno del ayto. de Madrid dispuso para uno de los grandes eventos de sus fiestas. Desde “DMR” somos de la opinión de que los conciertos nunca deberían celebrarse un domingo o lunes (que me disculpe aquellos pocos que libren lunes/martes). Por lo demás, y venciendo a la bajona que es un plan de domingo noche, decidimos rendirnos a la propuesta, que era muy convincente, y tiramos para la Plaza Mayor.
Llegamos cuando todavía estaba Álex O’Dogherty junto a La Bizarrería haciendo la prueba de sonido; aquí arriba lo pueden ver. El motivo fue que Alfredo Morales estaba temeroso de que aquello estuviera hasta los topes y no pudiéramos situarnos bien; si yo me confundí con Morrissey en octubre, ahora le tocó a él equivocarse y cuando llegamos nos pudimos colocar sin problemas en la primera fila. Lo que pasó a la postre es que ahí se situó un cámara que nos jodió la visión del evento bastante, lo cual verán en las fotos del post.
Pudimos escuchar “Yo y mi imaginación” en versión pre-concierto y luego estuvimos 40 minutos de charla hasta que O’Dogherty y su grupo retornaban vestidos ya de gala rigurosamente a las 21.00h para abrir el programa. El bueno de Álex O’Dogherty, el cual lleva ya tiempo en Madrid realizando actuaciones en teatros junto a La Bizarrería, dispuso de media hora de reloj para defender su propuesta musical. Este actor y músico muy ingenioso, que en los Premios Goya saca a relucir su faceta musical, a veces con buena aceptación (como en 2013) y otras con menor (como la de este año, que pocos entendieron), lamentó en un par de ocasiones la prisa que le metían y el no disponer de algo más de tiempo para divertir a la gente con su música y ocurrencias.
Cerró con “Yo y mi imaginación”, canción clásica de su repertorio que ya hemos comentando estaba ensayando cuando llegamos, pero antes ofreció cosas tan divertidas como “Esta canción es una mierda” y acto seguido el contrapunto de “Una canción muy bonita” o a raíz de esta última canción arrancarse con un ingenioso medley en 3 acordes donde evidenció que muchas de las grandes canciones del pop se apoyan en los mismos acordes y la combinación de los mismos. Tocó el piano, la guitarra eléctrica y poco a poco fue desprendiéndose de su look elegante para terminar en camiseta negra de manga corta. Breve, en efecto, pero agradable y entretenido. Muchas veces dicen que lo bueno si es breve es 2 veces bueno. Espero esto le sirva a O’Dogherty para no lamentar la urgencia que la transmitían para que se ajustara a lo que disponía de tiempo.
Dio gusto, eso sí, lo rápido que se cambiaron los sets del escenario para un grupo y otro. Álex O’Dogherty abandonó el escenario a las 22.35h y a las 22.40h ya estaban en las tablas la formación actual de La Orquesta Mondragón esperando a su líder Javier Gurruchaga, el cual salió cuando su banda ya estaban a pleno rendimiento instrumental. A La Orquesta Mondragón quise verles allá en 1988 cuando actuaron en Torrejón de Ardoz en el campo de fútbol de Las Veredillas en mitad de su gigantesco éxito de “Ellos Las Prefieren Gordas”. Con 6 años que tenía, no podía ir solo y mi madre se negó a llevarme a aquel concierto gratuito de las fiestas populares. Me saqué la espina en 2009 cuando 20 años después retornaron al municipio para un concierto en el que abrieron las celebraciones del carnaval de aquel año en la carpa de la plaza mayor. Tenía muchas ganas de volver a ver a La Orquesta Mondragón y fueron el principal motivo que me llevó a quitarme la pereza dominguera de salir de casa más allá de las 19.00h para ir a cualquier sitio. Y me volvieron a gustar mucho.
Javier Gurruchaga no es un tío celoso de su éxito y en su humildad se aprecia que en una hora de actuación que le dan, prefiere tributar a sus grandes ídolos que aprovechar el tiempo para deleitar con las composiciones de la extensa trayectoria de La Orquesta Mondragón que son de creación propia (las cuales le dan para un concierto más que solvente de hora y media). Por ello, La Orquesta Mondragón intercaló versiones de John Lennon (el querido “Imagine” de Gurruchaga), The Doors o Elvis Presley con los grandes hits de La Orquesta Mondragón. De las primeras que sonaron fueron “Corazón de neón” o “Caperucita feroz”. No faltaron más adelante “Olvídate de mí”, “Ponte peluca” o “Viaje con nosotros”, la cual sonó en su mejor registro. Aquí inserto un fragmento que grabamos de la siempre estupenda “Corazón de neón”.
Sin embargo, hubo una cosa que me apenó y que deja en parte algo coja la actuación de La Orquesta Mondragón. Vaya por delante que Javier Gurruchaga es el líder y voz personalísima del grupo de siempre. Si escuchas un disco, todo va bien, o si escuchas el concierto por la radio (si lo hubiera retransmitido Radio 3 por ejemplo), perfecto. Pero, sin embargo, si acudes a ver a La Orquesta Mondragón, parte del espectáculo reside en lo visual y ahí el señor Popotxo Ayestarán es básico. Popotxo no estuvo. No sé el motivo (he buscado por ahí a ver si me enteraba del motivo de su ausencia). Las gafas de sol que llevaba Gurruchaga deslumbraban cualquier flash, y si no lo creen vean la foto de aquí abajo.
A cambio fue sustituido por una bella chica morena que hizo en parte sus veces disfrazándose de Caperucita (ver la foto debajo de este párrafo) y otro mozo que representaba los números cómicos mímicos y aunque la belleza física del dúo es mayor que la de señor Ayestarán, la verdad es que lamenté mucho no ver al carismático actor junto a Javier en escena. En este sentido, en aquel concierto de 2009 sí que estuvo Popotxo, más grande que la vida misma, con su repertorio de gestos y disfraces que tan bien acompañan a La Orquesta Mondragón. Aquel día Javier estuvo más exagerado que en este concierto, poniéndose entre otras cosas su máscara de lobo feroz y otras cosas que hicieron muy divertido aquel show.
Este concierto de La Orquesta Mondragón fue más serio y más profesional musicalmente hablando. Javier Gurruchaga se alejó del histrionismo que a veces profesa en la voz (y que muchos adoramos) y estuvo más comedido o sentido. No obstante, nos regaló algún “ladies and gentlemen” a voz pelada de los suyos que tanto me gustan y que demostraron que este tío sigue ofreciendo un espectáculo digno de ver sobre las tablas. De aspecto me recordó muchísimo a Van Morrison, por cierto. Algo más de 50 minutos de actuación bastante bien aprovechada.
Los Toreros Muertos son una banda de mucho carisma. En cierto sentido, tienen alguna similitud de estatus respecto a La Orquesta Mondragón, más allá de que sus líderes coincidieran en aquel gran programa que fue “La Bola De Cristal”. Pablo Carbonell es un tipo que me cae muy simpático y que me caería más simpático aún si no fuera porque junto a El Gran Wyoming (otro que me sucede lo mismo que con Carbonell) le saliera en su día el tiro por la culata y crearan en el “CQC” de los años 90 de Esperanza Aguirre un personaje político que consigue mayorías absolutas, básicamente porque el pueblo llano (tonto a más no poder), no entendió el mensaje que intentaron transmitir con la imagen que retrataban de la amenazante futura alcaldesa que vamos a tener en Madrid. Por eso, por ayudar a haber creado ese monstruo lamentable (esto no es un post de política, sino les explicaría mis motivos, que también son personales más allá de ideas políticas o de gestión), a Carbonell le miro con cierto aire de rabia y reproche por aquella labor periodística que tan mal resultado tuvo en ese sentido con “la Espe”.
Dejando de lado estos asuntos no musicales, tenía ganas de ver el show irreverente de la banda liderada por Pablo que volvieron hace unos años a la escena para recuperar su buen repertorio. En este post por partes, será Alfredo Morales quien en su momento les hablará más a fondo de la actuación de Los Toreros Muertos, ya que él es quien es el experto y si yo fui al evento por La Orquesta Mondragón, él acudió principalmente por Los Toreros Muertos. Comenzaron con su peculiar prueba de sonido “Probando”, donde Carbonell hizo porque me olvidara de su “Aguirregate” con cosas como la puya que soltó del 4-0 del Atleti al Real Madrid de este año y posteriormente con la canción que da título a la banda, y que quizás es mi favorita de su repertorio, por su melodía insanamente oscilante de ritmos ska. Aquí abajo un cachito de la gran canción “Los toreros muertos”.
Presentaron temas nuevos, tras 23 años sin editar nuevo material y recuperaron prácticamente todos sus hits. No se dejaron llevar por lo evidente de finalizar con “Mi agüita amarilla”, ya que sonó en el tramo final, pero ni siquiera fue el tema con el que se despidieron hasta los bises y rescataron canciones que no escuchaba desde los días en los que sonaban en la radio como fue el caso de “Manolito” (¡Anda que no hacía años que no escuchaba aquello de “… me gusta jugar con mi amigo Sebastián”!). Abajo Pablo con la americana más discreta de las que lució.
La brutal “On the desk” se situó en el tramo inicial y por ejemplo otro gran hit como es “Yo no me llamo Javier” estuvo en el sector final del show. Terminaron con la hilarante “D.N.I.”, que narra la desesperación que supone extraviar el documento de marras y lo que jode tener que pagar otra vez las tasas en ese caso; en la misma metieron una broma sobre los Duncan Dhu muy en la honda del humor de Pablo Carbonell. Los Toreros Muertos estuvieron con sus componentes clásicos Many Moure al bajo y Guillermo Piccolini en los teclados (enredado por una hiedra en el traje toda la actuación) y tampoco faltó Fernando Polaino en las guitarras (al cual conocimos en persona por su colaboración en Dr. Sapo junto a Miguel de Lucas hará cosa de algo más de un año). Abajo Guillermo y Fernando.
No había visto jamás a Los Toreros Muertos en escena. Alfredo Morales sí. Les vio en la sala Galileo en su gira de reunión de hace unos años y en 1992 en el Parque de Atracciones. Me gustaron muchísimo. Fue una hora y cuarto de actuación irreverente y sarcástica, con Pablo Carbonell vestido de pantalón corto y botas militares, con americanas heredadas de José Corbacho, su inseparable rollo de papel higiénico y un maquillaje de mimo corrido, que acrecentaron en mi la sensación que siempre he tenido que el bueno de Pablo podría haber participado perfectamente en el reparto de “La Familia Adams”. Se despidió pidiendo que votáramos con juicio (supongo que algo de conciencia no tranquila debe tener el señor Carbonell por lo que comenté antes) y se marcharon por todo lo alto del escenario.
Grandioso programa, cuyo único “pero” fue el día de la semana en el que se encuadró. Si hubiera sido el sábado la Plaza Mayor probablemente hubiera reventado. Finalmente estuvo muy llena, pero se notó que un domingo por la noche a la mayoría de la gente la echa para atrás. Y esta ha sido mi visión del evento que puso final a las Fiestas de San Isidro de 2015. Alfredo Morales en los próximos días o semanas les dará su versión de lo sucedido. Un concierto con estos 3 grupos se merece sin duda un artículo en 2 partes.
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