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sábado, 30 de mayo de 2009

1983 Cyndi Lauper - She’s So Unusual

Últimamente no sé por qué motivo me asaltan dudas, dudas, dudas y más dudas a la hora de elegir el disco de cada semana. Para esta ocasión se me habían juntado “sobre la mesa” 3 tentadoras propuestas, que aunque todas estuvieran encuadradas en la década predominante en el blog de los 80 y vayan a desembocar en el pop, tienen sus orígenes muy bien diferenciados. Los 2 descartes, que tendrán su momento en las próximas semanas los mantengo como secreto de sumario. Echen cuenta de qué grupos no hemos visitado todavía, y si quieren hagan sus apuestas.

Para estos 7 días que poco a poco nos irán introduciendo en los que serán los más cálidos y largos del año, anticipo feliz de las vacaciones de muchos, me he decantado por la artista individual que se encontraba en el trébol de candidatos, en detrimento de las 2 bandas postergadas. Cynthia Anne Stephanie Lauper fue y es un claro icono pop de los años 80, a pesar del duro eclipse al que siempre se vio sometida por Madonna.

Escogemos su debut, que fue editado en 1983 y que se puede considerar como uno de los discos pop por excelencia de la mal llamada por algunos “Década De La Decadencia”; entiendo que dicha acepción sería por el género rock más clásico. Disculpen mi falta de originalidad si esa mención de “disco pop por excelencia” la haya usado ya en alguna ocasión. En todo caso, creo que de los discos revisados hasta la fecha es el que se lleva la palma claramente. Expliquemos por qué.

El uso de las melodías de teclados fantasiosas, de un fuerte carácter entrañable, van a ser protagonistas en gran parte de las canciones que conforman el álbum de título tan aplicable a Cyndi “Ella es tan fuera de lo normal”. Un pop en sentido estricto, que tras varias pasadas al lp, resulta más caluroso y menos inmediato de lo que nos puede parecer tras la primera escucha.

Ejemplo de ese recurso tan hipnotizante de las melodías de teclados es “Money changes everything”. Nada que ver con el notable tema instrumental que tienen por ahí perdido The Smiths, no se confundan. Desviándome a lo personal, decirles que accedí a Cyndi Lauper a través de su recopilatorio “The Best Of”, que es uno de los principales que tiene la cantante junto a “Twelve Deadly Cyns”. Ambos son de color rojo y con foto de la artista con sendos sombreros; pamela de ala muy ancha en el 1º y bombín cabaretero y rojizo en el 2º. El caso es que en el que yo me compré, no aparecía esta canción, pero sí que estaba incluida en el otro que tenía un ex-amigo (del que afortunadamente perdí la pista) que no llegué a escuchar. No sería hasta que conseguí este lp clásico en la discografía de la artista cuando me di de frente con esta irresistible canción. La agudísima voz de Lauper y su desenfadada forma de empezar la letra, con un enfoque algo rockero y desgarbado, contrastan con la música de la misma con una melodía de 5-6 notas de teclado que se clavan en tu mente de forma muy profunda. La historia que se cuenta es el abandono por parte de Lauper de su chico, aludiendo a que “el dinero cambia todo”. Resulta impactante el comienzo con ese “te diré que lo siento cariño, pero esta noche te dejo. Encontré a alguien nuevo, que está esperando afuera en el coche…”. Aunque lo que principalmente se te queda en la retina son los mencionados tecladitos, es destacable la línea de guitarra rítmica que hace de sostén principal del esqueleto musical de la canción. Reitero que la novedad viene de la mano de una actitud rockera en la forma de cantar de Cyndi, mezclada con una descarada melodía pop. ¿El resultado? Pues, como diría por estos tiempos U2, magnífico. Si este inicio les ha gustado y les ha emocionado, cojan fuerza, ya que en los siguientes temas no encontraremos momento para descansar. Sin ir más lejos la 2ª canción de “She’s So Unusual” es uno de los clásicos eternos de Cyndi, “Girls just wanna have fun”. Fue uno de los videos pioneros en emitirse en la nueva MTV por entonces y no paraba de ponerse una y otra vez. Hilarante clip en el que Cyndi volvía locos a sus supuestos padres (impagable esa especie de italoamericano a lo Pavarotti pero en plan sucio y churretoso) y terminaba montando una fiesta enorme en su cuarto con algunos personajes curiosos, como por ejemplo algún “caracono”, entre los asistentes. Un delirio total. Ese alocado riff de teclado del inicio y su ritmo saltarin y con retazos de funky en la guitarra, hace de fondo musical a esta especie de himno pop feminista y liberador por parte de Lauper. Sin duda una de las 3 o 4 canciones por las que Cyndi Lauper es recordada y que se ha visto homenajeada en películas como “Los Amigos De Peter” en su parte inicial, cuando la mujer de Kenneth Brannagh enloquece al escucharla tras llegar a la mansión del bueno de Stephen “Peter” Fry. Yo recuerdo que la primera vez que la escuché fue en un resumen anual de los mejores momentos futbolísticos del año 1993 en Telemadrid, en el cual la presente canción compartió protagonismo con otras como “El orden del mundo” de Danza Invisible y “Quiero tener tu presencia” de Seguridad Social… imaginen; no sé si fue porque en aquella época viera la luz algún recopilatorio de la artista. Una canción pop brillante, capaz de estar incluida en cualquier recopilatorio de la década de los 80. Sin duda una pista que te levanta el ánimo y te incita a irte de fiesta, bien seas chica o chico; recuerdo una noche por los madriles que estando en una calle la escuché en un garito y me adentré en el mismo para transportarme en el tiempo años atrás… testigos hay. ¡Atención! Llega uno de esos momentos que yo llamo las joyas ocultas que tienen los discos de estudio. Supongo que decirles que la canción de turno tiene la firma de Prince, les ayudará a abrir bien los oídos. “When you were mine”, para mi gusto, está por encima de las 2 excelentes canciones que ya hemos escuchado. Emotivo tema pop, preciosos teclados, y una interpretación de Cyndi en ciertas partes que pone el pelo de punta. Una canción de desamor de esas tan apañadas que Prince ha cedido a otros artistas (véase Sinead O’Connor y su “Nothing compares 2 u”) y que tanto éxito han tenido. En este caso se trató de un single frustrado frente a la fuerza universal de “Girls just…” y la siguiente “Time after time”. En tanto a las labores de Lauper al micro, destaco la parte final en la que no sé por qué me da la impresión de que se metió demasiado en la historia narrada en la letra y hasta parece que llora cuando dice eso de “Sé que estás saliendo con alguien, pero me da igual, porque yo te quiero y eso no es amor. Te quiero más de lo que lo hice cuando eras mío”. Incluso un artista que les presenté semanas atrás, Casiotone For The Painfully Alone, hizo una versión muy minimalista y decadente, pero bastante curiosa. Esta es una de las bondades que incluye el recopilatorio que yo tengo “The Best Of” y del que “Twelve Deadly Cyns” carecía. Recuerdo habérsela puesto a aquel compañero de batallas años atrás y alucinó de la calidad del tema que no contenía su cd síntesis de la discografía de la artista. Algunos la conocerán, otros no, con lo que esos a los que esta canción no les suene, les advierto que presten mucha atención… bueno, esperaré sus comentarios respecto a lo que les habrá parecido. Como mencioné antes, “Time after time” fue una de las canciones que se escogieron como single promocional. Alejándose de la locura pop de “Girls just…”, aquí Cyndi afronta una sentida balada con versos muy románticos como “Si estás perdido y miras me encontrarás una y otra vez. Si te caes, te cogeré, estaré esperándote una y otra vez…”. Para el recuerdo queda ese videoclip con la cantante, con una cara de muñón increíble, al inicio del mismo en el interior de una caravana en mitad de un bosque, mientras ve una película romántica. El video igualmente enseña el devenir de Cyndi con su figurado novio y las locuras varias que hace, como ese imposible cambio de look ante el cual su chico no se muestra muy emocionado. Bonita canción y que aporta un cambio respecto a tanto teclado, sintetizador y guitarras bailonas que hemos catado hasta el momento. Pero, vuelta la burra al trigo con “She bop”. Otro descabellado y acelerado tema pop con una base rítmica dura, que vagamente me recuerda a “To cut a long story short” de Spandau Ballet en ciertas notas. Cyndi adopta un estilo más hedonista en su forma de cantar, pero sin dejar de lado esa actitud desgarbada y radical que nos lleva aportando en casi todo el disco. Algo repetitiva y quizás tras las 4 canciones de inicio, se aprecia una leve bajada en la calidad del tema.“All through the night” muestra a una Cyndi más sentimental y frágil, ayudada sobre todo por los sintetizadores cristalinos del inicio. Luego curiosamente la canción evoluciona con una melodía más rimbombante. Una sentida baladita, que abunda en la variedad de registros con los que atenta el disco, aunque a cada uno de los mismos se les haga desembocar en el sonido pop. Por ejemplo “Witness” puede tener su origen en una especie de ska/reggae raro, que hasta podrían haber firmado Madness o sobre todo The Specials. Ritmos cálidos y una pieza exótica de las que a veces se valdrá Lauper como la futura revisión de “Girl just”, reconvertida en “Hey now!...” o “Iko Iko”. Otro momento bailable notable, aunque esta vez alegre en global, ya que no podemos ignorar que tanto “Money changes everything” o “When you were mine”, por muy poperas que sean, no dejan de tener un fuerte regusto triste y melancólico, tanto en sus melodías de teclados como en sus letras. “I’ll kiss you” quizás es el rival más débil en la lista de 10 canciones que conforman el núcleo de estudio del álbum. Repetitivo, algo tosco y un intento de sonar como los Talking Heads precisamente de ese año con su “Speaking In Tongues”; es decir, un ejercicio de funky descarado fallido. No hablemos más de él pues. El corte que da en parte título al disco, con la simple variación del género del pronombre personal, “He’s so unusual”, es una pieza curiosa de corta duración, de carácter clásico y cabaretero en la que se acoge un tamiz de sonido de gramófono o radio antigua. Tampoco tiene mucho más que comentar. El final viene de la mano de la alocada “Yeah yeah”. Es otro tema que circunda los territorios en los que malamente se movía “I’ll kiss you”, aunque esta vez con algo más de acierto. La histriónica interpretación de Cyndi con su diálogo con esos graves coros masculinos es la principal característica que conforma el tema. En lo musical destaca ese saxofón desaforado que aparece al principio y luego mediada la canción. No está mal para terminar, pero este es uno de los discos en los que me da por pensar que un orden alternativo de las canciones probablemente hubiera conseguido un mejor resultado final. Quizás demasiada carne en el asador en la primera parte, más acusado aún en su época en la cara “a” del vinilo de turno. En las últimas ediciones se incluye un añadido en directo con las versiones en vivo de “Money changes everything”, “She bop” y “All through the night”. Todas ellas suenan bastante bien, aunque lo que mas gracioso resulta es la aguda voz de Lauper dirigiéndose al público entre canción y canción.

La irrupción de Cyndi Lauper en el mundo de la música fue un terremoto en toda regla. “She’s So Unusual” fue un tremendo bombazo comercial y un clarísimo éxito a nivel mundial para la cantante. El disco destaca igualmente por la curiosa portada que tiene. Ese escorzo o postura imposible de Cyndi en mitad de la calle y esa vestimenta tan paradigmática de la década de los 80, lo convierte en un icono de aquellos años y un símbolo pop sin posibilidad de discusión alguna. Ya he hecho referencia a la importancia del video de “Girls just…” y su brutal difusión en televisión. Fue uno de los hechos que hizo que el disco triunfara a nivel comercial. Una promoción muy insistente y quizás algo excesiva, pero resultona.

La marca de imagen de Cyndi con sus ropas desaliñadas, con esos vestidos imposibles y coloridos y por otro lado, sus cortes de pelo con tonos rojos/naraja mezclados con amarillo y sus rapados laterales, son la consecuencia de mezclar la imagen punk con la estética pulcra de los artistas pop. El resultado que da es simplemente Cyndi. No hago valoraciones, cada cual que piense lo que quiera. Lo que no podemos negar es que gracias a ello, Lauper siempre será recordada además de por sus canciones por su look. Sin ir más lejos, a ello hacía referencia Joaquín Reyes en su homenaje en Muchachada Nui a la cantante, ejemplo del carisma que desprende a día de hoy aún esta celebridad pop.

Podría decirles que con “She’s So Unusual” comenzaba el reinado de Cyndi Lauper dentro del mundo de la música y en especial del pop. Pues no fue así por una sencilla razón: Madonna. Al poco tiempo de la aparición en escena de Cyndi, apareció en escena la cantante italoamericana con su disco de debut y sus “Lucky star”, “Holiday” y “Borderline”. De esa forma consiguió contrarrestar el debut de Cyndi. Ya en 1985 Madonna adelantó a Lauper quitándole las pegatinas, como se diría en términos de F1, con su rotundo lp “Like A Virgin” y todas las canciones brillantes que incluía. Sin embargo, “True Colors”, la 2ª obra de Lauper, no llegó a alcanzar las cotas de éxito que tuvo el 2º trabajo de la Cicconne.

A pesar de eso, Lauper podría decirse que fue la cantante que más cara plantó a la reina definitiva del pop, por mucho que se hagan referencias actuales a Britney Spears. No olvidemos que en los 80, Cyndi fue un símbolo de la juventud al aparecer en “Los Goonies” y protagonizar esa canción tan insanamente divertida. El final de la década vio como la trayectoria de Lauper iba en línea descendente, mientras que la de su rival iba al alza. “A Night To Remember” pasó desapercibido en comparativa con “Like A Prayer”. Más evidente fue que de ese año se recuerda mucho más esa conjunción perfecta de música y videoclip que suponía la canción título del disco de Madonna, que la versión de “I drove all night” y el perdulario video que hizo Cyndi.

Quizás uno de sus últimos momentos cumbres, fue su aparición como alumna rebelde en el concierto de Roger Waters en Berlín, en el que se enfrentaba al profesor encarnado por Thomas Dolby; esos profesores, que por lo visto, y según recientes noticias bastante sórdidas sobre sentencias, al menos en Irlanda, eran mucho más horribles que los que denunciaban los Pink Floyd en su “The Wall”. De los tiempos actuales, comentarles que hace unos meses se rumoreaba o incluso en algún medio se anunciaba un concierto de Cyndi Lauper en Madrid en la sala Arena. Parece ser que finalmente fue un bulo y dicho concierto no tuvo lugar. Espero que esta reina frustrada del pop aparezca todavía alguna vez por Madrid y tenga ocasión de verla en directo.

En parte, revisando antes un disco de Cyndi Lauper que una de Madonna (evidentemente en este blog no daremos la espalda a esta diva y ya le llegará su turno de análisis a alguno de sus discos), he querido reivindicar y homenajear en parte a la artista, ya que me da que pensar que algo de resentimiento con la irrupción de Madonna y su lucha baldía contra ella le habrá quedado; y si no, ¿quién me explica esa canción titulada “Madonna whore” en su ep de 2003 titulado “Shine”? Supongo que aparte de la indiscutible calidad de las entregas de Madonna hasta 1997, el hecho de que Lauper no sea tan agraciada físicamente le supondría alguna desventaja en comparativa con Madonna. En efecto resulta muy curioso que últimamente Cyndi esté mucho más guapa que 20 años atrás, y si no echen un ojo a la portada de su disco “At Last”. Consideraciones aparte sobre la belleza/imagen de la cantante, simplemente déjense llevar por el excelente disco pop que hoy les propongo. Eso es lo verdaderamente importante y lo que desde aquí defendemos.
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sábado, 23 de mayo de 2009

1986 Orchestral Manoeuvres In The Dark - The Pacific Age

Considero que es hora de retomar el techno-pop británico de la década de los 80, que de vez en cuando vamos revisando, como hicimos ya con Ultravox, Depeche Mode... Ahora acabo de caer en la cuenta que curiosamente, y sin ser de forma intencionada, he optado por los discos que estas bandas editaron en 1986 (ya que lo de “Sounds Of The Universe” de Depeche Mode no lo considero un artículo tradicional de los que suelo hacer). El caso es que creo que hubo años más gloriosos para el pop de sintetizadores, pero bueno, la cosa ha salido así casualmente.

No obstante, no se crean que para esta semana no he estado un largo rato meditando qué álbum de la notable discografía de las Maniobras Orquestales En La Oscuridad rescatar para la ocasión. El principal conflicto se ha dado entre “The Pacific Age”, quien se ha llevado finalmente el gato al agua, y el claramente heredero de Kraftwerk (véase si no “Radio Prague”) “Dazzle Ships” de 1983.

A medida que tecleo las primeras palabras de la crónica, siguen surgiéndome dudas de si cambiar y retomar “Dazzle Ships”, pero ya que he empezado continuaré hasta el final. De hecho, y cuando propiamente empecemos a revisitar grupos, ya habrá momento para recuperar esa pequeña joya de portada cubista, que este entrañable grupo lanzó en plena explosión neorromántica.

Esta semana viajamos en el tiempo para visitar la época madura de OMD en la 2ª mitad de los años 80. El motivo por el que he dudado si escoger “Dazzle Ships”, es porque esta obra supone un antes y un después en la trayectoria de OMD. Sostengo esa idea debido a que dicho trabajo fue el último momento con un enfoque experimental y poco accesible de la formación. A partir de su edición, el grupo adoptó un tono más comercial y descarado. Este viraje se ve claramente en la edición como 1er. single del siguiente disco “Junk Culture” de la alocada “Tesla girls”.

Tras el lanzamiento del lp “Crush” de 1985, un trabajo romántico desde la imagen de la portada hasta los emotivos singles “Secret” y la desgarradora y soberbia “So in love”, el grupo había confirmado esa nueva tendencia a complicarse menos la vida y también a los fans del grupo y posibles futuros oyentes de su música. Este hecho decepcionó a los más puristas, que admiraban los experimentos y vanguardia que se veía en mayor o menor medida en la primera etapa de la banda y sus primeras 4 obras.

La formación se había estabilizado desde hacía varios años atrás y tras unos primeros pasos con idas y venidas y diversos proyectos, se había consolidado con Andy McCluskey al bajo y voz, Paul Humphreys a los teclados y voz, Malcolm Holmes a la batería y Martin Cooper también como teclista. De siempre las cabezas visibles fueron McCluskey y Humphreys, con eso de alternarse las tareas de cantante. McCluskey suponía la interpretación más exagerada, dolida, sentimental y a ratos exagerada al micrófono. Por otro lado, Humphreys aportaba una mayor mesura y relax que el retorcimiento que a veces transmitía Andy.

La banda confirmaría con “The Pacific Age” la madurez compositiva que alcanzan la inmensa mayoría de los grupos. Es decir, que las bandas comienzan su trayectoria con unas composiciones más radicales, encuadradas dentro del género o preferencias musicales que tienen, y posteriormente se van abriendo al gran público ajustando su sonido a la media. El punto de inflexión, como ya lo he comentado antes, se dio en 1983-1984 y la tendencia no se vería modificada en esta ocasión.

“Stay” con su complemento “The black rose and the universal wheel” en el encabezamiento, irrumpe con fuerza e intensidad. Para ello se dispone a un animoso y entregado McCluskey al frente de la voz. De hecho, este prometedor inicio era una de las canciones preferidas por los componentes de OMD para que se editara como sencillo; por lo visto en Virgin pensaban distinto y los galones se los acabó agenciando la posterior en el track list “Shame” como tercer single. La desesperada plegaria de Andy, rogando “quédate, ¿Por qué no te quedas? ¡Huye! Como una rosa negra” es lo más fácilmente recordable de la pista. Según explicaciones de la propia banda, la citada “rosa negra” simboliza un amor acabado; poético a la par que evidente. En lo instrumental destacan los potentes teclados, siendo también dignos de mención los coros femeninos que acompañan a Andy. La canción destila una cierta melancolía en algunas melodías de teclado que confrontan con algunas partes que desprenden un vitalismo arrollador. Correcta apertura de disco. Si esta pista de inicio supuso un single frustrado, ahora sí llega la ocasión de escuchar una de las canciones a las que se les concedió el honor de su edición en solitario. “Forever live and die” comienza con un lejano órgano a modo de intro casi religiosa y posteriormente aporta los 3 minutos y medio más relajados y menos frenéticos de la historia de OMD. Destacan las inocentes notas de teclado y el marcado bajo de McCluskey, junto a ciertas atmósferas etéreas creadas por otros sintetizadores, que sustentan al siempre más comedido Humphreys en las labores vocales. Es una canción por otro lado que, aunque parezca contradictorio, desprende un extraño halo de vitalismo. El estribillo se pega a tu mente de forma rápida: “nunca sé, nunca sé, nunca sé porque me haces llorar…”. El tema se acompañó de un teatral videoclip con la banda tocando en un escenario de un teatro vacío, que no resulta muy memorable. Tras una de las canciones que sitúan a “The Pacific Age” en el mapa de la discografía de OMD, se presenta la melancolía contenida de la canción que le da nombre. Por lo visto, el título del disco deriva del sentimiento que algunos componentes del grupo tenían sobre la expansión económica de los llamados tigres asiáticos y el incipiente dominio mundial por parte de Japón, Hong Kong y otros países emergentes. Instrumentalmente se vale de unas notas fantasiosas de teclado de inicio, que a la larga suponen la base de la canción, y posteriormente de la superposición de unos teclados de sonido más hinchado. McCluskey toma nuevamente las riendas de la voz para alertar sobre esa nueva revolución: “La era del Pacífico se acerca como un diluvio, empapándonos de arriba abajo una y otra vez, se está extendiendo desde el este como un tren a toda velocidad, a medida que las ruedas se van parando y perdemos la partida”. Este estribillo, con esta letra y esa melodía con ese cierto regusto triste no sé cómo se lo tomaría el siempre interesante mercado japonés desde el punto de vista musical/comercial… La banda lo enfoca como si fuera el fin del mundo. Consideraciones políticas/económicas aparte, se trata de una bonita canción. “The dead girls” contiene una introducción instrumental de más de un minuto de carácter solemne, al igual que el componente de percusión que acompaña la melodía durante todo el metraje. Andy canta con tono desesperanzado y el conjunto de características reseñadas hace que la canción nos dibuje una imagen crepuscular en nuestras mentes tras su escucha. “Shame” fue el single de la polémica. Como ya les he referido, las preferencias de los miembros del grupo era para que “Stay” se llevara la distinción como canción promocional; sin embargo, fue la frágil y delicada balada de desamor la que a instancias de Virgin se ganó el premio. Acompañada de un bucólico videoclip rodado en un bosque con la pareja visible y líder de OMD, Humphreys y McCluskey, “Shame” es por otro lado el tema más sentido en el aspecto lírico del álbum. El estribillo “Llévate tu beso de mi boca, llévate tu corazón de mi corazón, esto no volverá a suceder. Sabes que tus promesas no durarán ni un solo día. Dios sabe que es un pena, pero es la única solución” habla por si sólo, es tierno sin necesidad de caer en lo empalagoso. Curiosamente en el posterior recopilatorio de OMD de 1988 “The Best Of”, “Shame” quedó excluída. No sé si tratará de una venganza del grupo hacía una de sus creaciones, a la que hubieran cogido manía por esa polémica con la discográfica y el lugar que ellos pensaban que tenía que haber ocupado en la planificación de “The Pacific Age”. Si me tengo que pronunciar acerca de la polémica entre “Stay” y “Shame”, decirles que desde su primera escucha “Stay” me pareció una canción evidente para ser editada como single, pero también reconozco que tras unas cuentas escuchas “Shame” ha llegado a calarme igual de hondo, aunque evidentemente de distinta forma, al tratarse de canciones de estilos diferentes.De la canción más lenta y cristalina tanto en lo lírico como en sus tecladitos, se pasa a la mayor experimentación que incluye el lp. “Southern” es una pista instrumental con algunos sampleados de voces (al estilo de lo que hizo David Byrne y Brian Eno en “My Life In The Bush Of Ghosts”). No obstante, este retazo es un vestigio aislado de los experimentos que OMD hacía unos años atrás. Aún así, la melodía es bastante evidente y se aleja mucho de ejemplos anteriores como “ABC auto-industry”, constituyendo el elemento más arriesgado los sampleados mencionados. “Flame of hope” vuelve a los caminos habituales por los que se mueve “The Pacific Age”. Se trata de una canción muy sencilla, pero que con un estribillo bastante esquelético y una intencionada melodía de teclado, conforma una composición ligera (menos de 3 minutos) a la par que notable. Nuevamente se transmite una sensación de lejanía y cierta tristeza. “Goddess of love” abre un combo de 2 canciones de cierto tono alegre y que irá en sentido creciente, ya que “We love you”, rutilante single del álbum, la supera en intensidad y sonido alegre. Tras un listado de temas que nos han reportado tanta carga emotiva y melancólica, ahora es turno de disfrutar un poco y para ello OMD se ponen manos a la obra de forma más que acertada. Quizás “Goddess of love” y “We love you” son algo repetitivas, pero en mi caso, “We love you” actualmente es una de mis canciones preferidas del grupo de todos los tiempos. Con un videoclip al estilo de los de Queen, con una fingida actuación en directo, la canción es una celebración en toda regla. Desprende alegría desde el primer segundo. Un exacerbado optimismo y vitalidad y en parte, me da por pensar, un agradecimiento a sus seguidores. Supongo que McCluskey al cantar el tema en directo reportaría una agradable sensación a los seguidores al escuchar “Os amamos, moriríamos por vosotros, os necesitamos todos los días”. Y qué verdad, porque sin los fans los grupos no son nada. Sin duda, se trata de una de las canciones pop en el sentido más estricto que compuso Orchestral Manoeuvres In The Dark en toda su historia. Sobresaliente composición, a pesar de su repetición vocal. En el posterior recopilatorio se incluyó un remix de 12 pulgadas en lugar del “single edit” al uso. “Watch us fall” supone el cierre de disco. Contrasta los teclados petarderos que destacan en lo instrumental con la calma, fuera de lo que en él es habitual, de Andy en la voz, máxime tras el frenesí de “We love you”. En parte puede suponer como un análisis de la historia del grupo en partes como “vamos para arriba y nos venimos abajo otra vez…”. El caso es que la trayectoria de OMD, para bien o para mal, era descendente en nivel comparativo. A continuación les hablaré de ello para que me entiendan. Creo que nuevamente está bien escogido el tema para echar el telón, ya que tiene un cierto toque electro-acústico y no se trata de una pista agitada que te deje convulso, sino de un medio tiempo que como siempre te permite quedarte pensando en qué has descubierto tras la escucha seguida de todos los temas.

Bueno, pues “The Pacific Age” para nada se trató del disco más celebrado de la historia de OMD. A pesar de que “Forever live and die” consiguió un más que discreto puesto en la lista de sencillos llegando a entrar en el top 20, la edición del disco no supuso o aportó en realidad nada nuevo a la historia de la banda. Se confirmaba la tendencia de los últimos tiempos del grupo, en los cuales se había ajustado a la media global su sonido y se habían dejado a un lado las inquietudes y los ejercicios experimentales de unos años atrás. También de alguna manera, el carácter oscuro que tenían las canciones de OMD en los primeros discos, se abandona y hasta podrían haberse cambiado el nombre a Orchestral Manoeuvres In The Light, haciendo un juego de palabras algo facilón, por la nueva textura y sensación que sus canciones dejaban a partir de 1984.

La portada del disco es una colorista composición, con un dibujo de 2 caras puestas de espaldas una a la otra, simbolizando una el día y otra la noche. Por los bordes se dispone el nombre de la formación y del disco y todo ello salteado con vivos colores azules, morados, rojos, rosas, amarillos, etc. No sé por qué, pero en parte me recuerda a algunas toallas de playa que veo por ahí en verano… ¿no les da a ustedes la misma impresión?

Un aspecto o mejor dicho, una impresión que siempre he tenido, es el relevo que se produjo a mediados de los 80 en lo que al liderato del techno pop se refiere. Orchestral Manoeuvres In The Dark, junto a Ultravox, reinaron en la primera mitad de los años 80, pero a partir de 1984, cedieron su trono a bandas emergentes como Pet Shop Boys o Erasure y a otras que iban consolidando su producto y ganando en seriedad como Depeche Mode.

El caso es que tras la publicación de “The Pacific Age”, la banda se enroló en una larga gira mundial e incluso por Estados Unidos estuvieron mano a mano con Depeche Mode en algunos shows. Tras esto, la banda hizo balance de su historia hasta la época sacando al mercado su “The Best Of”. En este caso, se trata de un excelente recopilatorio y a través del cual accedí a conocer a McCluskey y cia., posteriormente entrando en cada uno de los lps individualmente.

He de reconocer que hacía muchos años que conocía a OMD de nombre, pero sin haber entrado en su discografía y sin tener un solo ítem en mi fondo de discos. Un servidor conocía “Enola gay”, “Electricity” y “Walking on the milky way” de los posteriores 90 y nada más. Gracias a un compañero de trabajo, que me prestó el cd recopilatorio mencionado allá por el mes de noviembre del año pasado, poco a poco he ido adentrándome en la obra de esta fenomenal formación techno. Tras haber indagado en el esqueleto de su historia, he de reconocer que de “The Pacific Age” no me esperaba gran cosa. Los motivos eran que se trataba de su último disco de su primera etapa, algo así como la puesta de sol de la banda, antes de su separación formal, por mucho que Andy continuara con el nombre en los 90.

No sé si será por las pocas expectativas que tenía, pero el caso es que me llevé una tremenda alegría tras escuchar el conjunto global de la obra. Personalmente me gusta bastante más que “Junk Culture”, que fue el trabajo que inició la nueva era en la dirección musical de la banda. Ya sabía que el disco incluía “We love you” por su conocimiento previo a través del recopilatorio, pero la sorpresa vino de la mano de canciones como “Stay”, “Shame” o “Watch us fall”. No voy a plantear la defensa de “The Pacific Age” diciendo que se trate del disco más celebrado de OMD, pero sí hay que reconocer que con eso de tratarse del último trabajo que editó la formación clásica, tiene un carácter muy entrañable y un regusto ciertamente triste y melancólico al suponer el fin de una era.

No hará mucho tiempo que lo ví en Fnac Callao de Madrid al precio amigo de 5,95 eur., al igual que la mayoría de la discografía de la banda. Se lo recomiendo, sobra decirlo. Fue el lp que puso punto y final a la primera etapa de la historia de la formación, por mucho que dicha era se pueda dividir en 2 subetapas por la mayor experimentación de los primeros discos y el sonido más pop de los 3 últimos. Tras esto Andy se fue quedando progresivamente solo al frente de OMD e iniciaría un camino con 3 discos en los años 90, que dignamente le reportó algún tibio medio éxito.

Para terminar esta semana, ya al margen del artículo de OMD, pero relacionado con el mismo por el género musical, decirles que Depeche Mode finalmente han puesto fecha en Madrid dentro de su gira Tour Of The Universe para el próximo 16 de noviembre en el Palacio de los Deportes. El 28 de mayo salen las entradas a la venta y aunque ya son 2 las ocasiones en las que he visto a este trío, intentaré que no haya 2 sin 3. Parece que mis quejas al viento de las pasadas semanas de algún extraño modo se han visto finalmente saciadas. De igual manera, Spandau Ballet, anunciada su milagrosa reunificación hace unos meses, también pisarán la capital 4 días antes de que lo hagan los de Basildon. Las entradas salen a la venta el 4 de junio y la cita será en el Palacio Vistalegre. ¡Buen mes de noviembre nos espera!
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sábado, 16 de mayo de 2009

1985 Fine Young Cannibals - Fine Young Cannibals

Rendimos hoy tributo a una de tantas bandas de fugaz trayectoria y pronta separación, que tuvo sus relativos momentos de gloria en la 2ª mitad de los años 80, Fine Young Cannibals. Estos "caníbales jóvenes de puta madre" (traducción libre y alegre que suelo hacer del nombre de la banda al castellano), eran un trío compuesto por el guitarrista Andy Cox, el bajista y teclista David Steele y el cantante Roland Lee Gift.

Aunque quizás su obra de mayor repercusión fue su 2º trabajo de 1989 titulado "The Raw And The Cooked", me he decantado por su debut, que por otro lado es un disco mucho menos evidente y menos comercial que su continuación. La génesis del grupo vino propiciada por la unión de Steele y Cox, que habían militado conjuntamente en grupos anteriormente como por ejemplo la banda new wave de ska The English Beat, con el cantante Roland Gift, al que yo siempre he llamado desde el cariño "el negrito de las entradas", por la incipiente alopecia que siempre mostró.

El grupo se caracteriza por lo que yo considero una revisión pop del sonido estandarte del sello Motown. Es decir, un pop souleado o bluesado, que buscara una mayor repercusión o alcance de este género hacia el gran público. Esta constante se ve de forma más clara en su debut, puesto que "The Raw And The Cooked" se mueve de forma más descarada hacia el pop generalista.

El primer trabajo de la banda vino a titularse como el grupo y empezaba con uno de los singles que se eligieron de forma promocional y una de las canciones que hacen que los Fine Young Cannibals permanezcan en la memoria colectiva. "Johnny come home" es un acelerado, rítmico y vertiginoso tema pop con sus ya señalados retazos soul, los cuales se aprecian en la ayuda por parte de secciones de viento y metales que aparecen. La letra es una clara petición de que Johnny regrese a casa o que al menos dé señales de vida: "usa el teléfono para llamar a tu madre, te echa mucho de menos, echa de menos a su hijo, ¿quién sabrá dónde estás? La vida de la gran ciudad no es lo que dicen por ahí. Johnny, lo sentimos, ¿porque no vuelves a casa?, nos preocupamos, ¿no volverías? ¿Qué falla en mi vida para tener que beber todas las noches? Johnny, lo sentimos". Bueno, la letra como se puede ver no es nada profunda ni pretende nada en especial; simplemente es una letra pegadiza, que al igual que la canción busca hacerte bailar con cierto estilo. Destacable en lo instrumental son la saltarina línea del bajo y los acordes perdidos de guitarra que aparecen de vez en cuando. Igual mención merece el piano en la parte del estribillo. Hay que tener muy en cuenta en estos años que los discos se concebían con cara "A" y cara "B". Lo que quiero decirles con esto es que "Johnny come home" es un espejismo de ritmo acelerado dentro de lo que sería la primera parte del disco, ya que en la misma, Gift, Steele y Cox se moveran por terrenos lentos y más cercanos al soul. "Couldn’t care more" es un ejemplo de ello. En la misma, resultan interesantes los coros femeninos que en el estribillo acompañan a Gift. Algo más movidita resulta "Don’t ask me to choose", pero tampoco en exceso, ya que el vertigo se acumula principalmente en sus primeras notas con ese combo de guitarra y bajo que hace esperar más movimiento. Recuerda bastante en su ritmo a la revisión de "Suspicious minds" que unos minutos más tarde nos vamos a encontrar. "Funny how love is", acercándose en este caso algo más a una pura balada, abunda en esa sensación de menor frenesí que aportaba la cara "A" del disco. No sé por qué motivo me recuerda a alguna que otra composición que por aquellos momentos creó Paul Weller al frente de The Style Council, "A stone’s throw away". El otro sencillo escogido fue la ya mencionada versión de "Suspicious minds" que hicieron los Cannibals, con la inestimable colaboración del "comunero" Jimmy Somerville a los coros. Otro relativo éxito a mediados de los 80 y un hit fuera de lo habitual en la época.Tras este bombazo comercial de los chicos, se sitúa una de las joyitas del disco, "Blue". Una de las piezas más alegres, pero en cambio con un título y letra agridulce y que vuelve a suponer otro momento de soul y pop a partes iguales en el sonido. De ritmo más pausado que "Johnny come home", igualmente puede incitarte a bailar, aunque no de forma frenética. Para moverse animosamente está mejor la siguiente pista, cosa que se ve hasta en su título "Move to work". Si en la previa "Blue", los Cannibals no dejaban de afrontar de forma velada alguna crítica social como se apreciaba en frases como "mi ciudad se viene abajo y me estoy volviendo loco de pensarlo…", aquí se aborda el problema del trabajo, tan de rabiosa actualidad en nuestro país en la actualidad. El cambiar de ciudad para trabajar está presente en toda la letra. "No me pidas sacrificio, me tengo que marchar para trabajar" dice Gift al igual que "Todo lo que quiero es estar contigo, pero tengo que marcharme para trabajar". Nuevamente, aunque de forma más movida, los Fine Young Cannibals mezclan una melodía juguetona con una letra agria, creando una extraña sensación. Instrumentalmente quizás estemos ante la mejor composición del disco. El grueso formado por el saltarín bajo y la guitarra que le da empaque, se acompaña a lo largo del todo el metraje de diversos teclados, partes de instrumentos de viento y alguna que otra guitarra arrimando el hombro. Excelente creación, que además incluye una de las letras más válidas del disco. "On a promise" se apoya principalmente en la marcada melodía de guitarra rítmica que la sustenta. Viene a confirmar la partida del rumbo del disco de su primera cara que se movía por sonidos más lentos y baladísticos. Ahora se buscan ejercicios bailables y animados para que el personal se mueva. "Time isn’t kind" muestra nuevamente esa tendencia hacia el mayor ritmo y movimiento. A estas alturas ya queda consagrada como una perfecta máquina de creación de ritmo el combo que forman Cox y Steele a sus respectivos instrumentos. "Like a stranger" echa el telón de una forma frenética y acelerada con una forma de tocar el bajo y la guitarra, que a ratos nos hace pensar que la mano se les vaya a desencajar a Cox y a Steele. Por otro lado, un Roland Gift bastante exagerado en lo vocal, hace que el corte pueda acercarse al género gospel, aunque de forma bastante anfetamínica; digo esto básicamente por los coros que secundan a Gift en la parte final de la canción. Podrán comprobar que con esta pista, terminamos el disco casi sin aliento y con la lengua fuera, porque desde "Funny how love is" no se nos ha concedido respiro prácticamente.

El lp tuvo una cierta buena acogida y por otro lado suponía algo radicalmente distinto a lo que topaba las listas de ventas de la época. La difusión del curioso clip de "Suspicious minds", con esos trajes de lamé dorado coloreados sobre el blanco y negro de los componentes, ha quedado para el recuerdo de la historia de la MTV, al igual que el video tan propio de club nocturno de "Johnny come home".

La portada del disco se compone del símbolo de las iniciales del grupo en la parte de arriba en plan mosaico, entre medias el nombre completo de la banda y, en este caso también del álbum, y en la parte inferior de la composición una fotografía en blanco y negro de los 3 miembros del grupo, la cual está firmada por… adivinen… ¡Premio! Sí, Anton Corbijn.

En la prolífica década de los años 80, cuando los grupos iban al ritmo de 1 disco por año, estos 3 muchachos, al igual que hicieron Tears For Fears, tardaron 4 largos años en lanzar su 2º trabajo. Eso sí, la espera les mereció la pena, ya que con "The Raw And The Cooked", escudado en "Good thing", un corte de clara influencia del rock clásico de los años 50, y la impagable "She drives me crazy", la banda superó el incipiente éxito de su ópera prima.

No me pregunten por qué, pero el caso es que tras este disco el grupo se disolvió y poco más se supo de ellos. Pasarían varios años hasta que se editó el recopilatorio "The Finest" con el tema inédito grabado en aquellos días "The flame". Desde entonces lo único que surgió relacionado con Fine Young Cannibals fue de un disco que pasó desapercibido a comienzos de siglo editado en solitario por el cantante Roland Gift y que no tuvo repercusión alguna.

Fine Young Cannibals se salieron de la norma habitual que predominaba en los años 80 y aunque evidentemente amoldaron en parte sus preferencias musicales al pop de la época, no dejaron de ser un fenómeno algo extraño encajado en aquellos años. El disco propuesto dura apenas 35 minutos y es tan ligero y animado que hasta les puede cuadrar perfectamente en sus mp4 o reproductores digitales para formar parte de la banda sonora que les lleva al trabajo.

No en vano, por el reiterativo, sesudo y trabajado martilleo de la melodía de "Johnny come home", a veces me daba por decir en lugar de "Johnny we’re sorry", "Johnny was working". Chorrada mental de las que me dan a veces, no me hagan caso. Como tantas otras veces en las que me da la impresión de que les estoy incitando a adentrarse en algo no muy conocido, decirles que espero que no les decepcione.

Desde aquí, y aunque no venga muy a cuenta con el artículo de hoy, un sentido recuerdo a Antonio Vega, que nos abandonó hace unos días. Que Dios lo tenga en su gloria.
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sábado, 9 de mayo de 2009

2007 Editors - An End Has A Start

Antes de nada decirles, que un servidor no ganó el concurso de Depeche Mode del diario 20minutos, con la consecuente no asistencia al inicio del tour mundial en Luxemburgo. A mi parecer, la crítica ganadora me pareció algo empalagosa y demasiado condescendiente con la nueva entrega de los de Basildon. De acuerdo, llámenme envidioso, pero el caso es que a no ser que se animen estos genios de la electrónica a añadir Madrid en una hipotética fecha en noviembre de este año cuando aparezcan por aquí con motivo de sus visitas a Barcelona y Valencia, me parece que se quedan sin crónica de concierto.

Igualmente en www.20minutos.es podrán ver una reflexión que envié sobre el "ninguneo" al que habitualmente se le somete a Madrid por las bandas, asunto que traté en persona como recordarán con Nick McCarthy de los Franz Ferdinand. Aunque no se lo crean, algo de polémica suscitó en los comentarios que la gente fue colgando, pero creo que mal enfocada. Me explico; a mi me parece genial que las bandas visiten también ciudades más pequeñas, pero creo que una de las ciudades con más población del país, en este caso la capital, no puede quedar tan marginada y en tantas ocasiones. Búsquenlo y échenle un vistazo si es de su interés.

Pasemos a lo nuestro y como ven, de momento seguiré moviéndome en los parámetros habituales del blog. Con sus comentarios, que siempre agradezco, (aunque todavía no hay ninguno sobre el artículo de la pasada semana en respuesta a mi petición) de alguna forma he ido midiendo el seguimiento de esta humilde bitácora desde sus inicios, ya que demostrando ser poco avezado, coloqué el contador de visitas hace 2 semanas, como se habrán percatado los seguidores habituales, 10 meses después del inicio de nuestra andadura. Hábil, ¿verdad? Menos rollo y al grano.

Tras el paréntesis pop que marcó Nik Kershaw la pasada semana, volvemos nuevamente a los sonidos oscuros, aunque esta vez cargados de adrenalina. En parte, y como referimos hace unas semanas, se trata también de una vuelta a Joy Division, ya que hoy tributamos a una de las bandas de reciente creación que muestran una marcada influencia del grupo de Ian Curtis, desde su sonido hasta la voz del cantante, pasando por sus letras.

No se crean que no le he dado muchas vueltas al asunto para decidir qué disco revisar de los 2 trabajos editados por Editors hasta la fecha. Finalmente me he decidido por el último que salió al mercado hará ya cosa de 2 años. No obstante, y como es habitual, algo les referiré de su ópera prima en los párrafos de antecedentes que siempre incluyo. Vamos a ello.

Editors, fue la última banda en unirse al tren de las nuevas generaciones influidas por el sonido new wave de comienzos de los años 80. En 2005 cuando salió su sobresaliente debut titulado "The Back Room", ya habían saltado a la palestra bandas como Interpol, The Killers o The Strokes y algunas de estas formaciones ya habían grabado su 2º disco. Esta obra puede estar perfectamente a la altura de la calidad de los debuts de las 3 bandas mencionadas, lo único que al llegar en último lugar, la repercusión mundial no fue tan impactante.

La primera entrega de la banda liderada por el cantante, guitarrista y teclista Tom Smith, incluía tremendos bombazos de energía, basados en un aluvión de guitarras sin grietas, como por ejemplo "Munich", que fue uno de los singles que abanderaron la promoción de la obra. El resto del grupo lo completan Chris Urbanowicz como guitarrista, el bajista Russ Leetch y Ed Lay a la batería. El disco mostraba a Editors como una banda que recordaba mucho a Joy Division, y si unos años atrás con la irrupción de Interpol, las comparativas entre la voz de Banks y la del difunto Curtis fue motivo de muchos comentarios, aquí la voz de Tom Smith a ratos parece la reencarnación de la del líder de la citada banda de Manchester.

Con motivo de la gira de presentación de su primer disco, la banda visitó la capital española, haciendo un concierto en la sala Moby Dick. Pasarían 2 años hasta que el grupo perfilara su 2ª acometida. Sería a comienzos de verano de 2007 cuando su lp "An End Has A Start" vería la luz, casi al mismo tiempo que el 3er. disco de Interpol. A través de lo que sería su tema de presentación, se parecía atisbar un cambio en la dirección musical del grupo. Posteriormente, y por fortuna, no sería para tanto.

Expliquemos esto último ahora mismo, ya que precisamente la apertura viene de la mano del citado single de adelanto. La canción titulada "Smokers outside the hospital doors" es una dolorosa recreación personal de Tom Smith, evidentemente algo lúgubre, ya que esos cigarros en las puertas de los hospitales, vienen a estar asociadas a dolorosas esperas por algún allegado que esté puertas adentro. De hecho Tom refiere que "la cosa más triste que nunca vi fueron fumadores en las puertas del hospital". El sonido es sumamente épico y se aleja del sonido puro new wave del primer disco. Esos riffs de guitarras tan subidos de tono y el fuerte impacto melancólico de Smith en su forma de cantar, suponen un punto de partida respecto a los primeros pasos de la banda. No obstante, esta hinchada presentación es engañosa y el resto del disco no se aleja tanto de lo que Editors nos tenía acostumbrados. Sin ir más lejos, el siguiente paso que damos en el disco nos enfrenta con la canción que le da nombre. El sonido vuelve a los parámetros de "The Back Room". La guitarra es atronadora y punzante y no muestra fisuras. La promoción de la canción como 2º single, se vio acompañada por un video en el que la banda aparecía tocando infiltrados entre una curiosa coreografía con bailarinas vestidas de forma muy colorida (quizás este aspecto podría resultar algo chocante). Ya es un clásico dentro de la banda su estribillo: "Viniste sola y así es como te vas, con esperanza en tus manos y aire para respirar". Una vuelta al sonido registrado en "Smokers outside..." la encontramos en la 3ª pista "The weight of the world". Un tema melancólico, aunque menos épico e hinchado que el primer sencillo del disco. Pasemos a la 4ª pista, que es donde nos encontramos con la joya de la corona. "Bones" es una canción que puede recordar perfectamente a los compases más acelerados de la primera entrega de la banda. Desde los primeros acordes de la abrasiva guitarra eléctrica, la melodía es contundente a más no poder. La letra, sobre todo en su estribillo es igual de contundente, cosa apreciable en frases como "tu cara en mi mano es todo lo bueno que tengo". Si les he referido que "Smokers outside…" no es que me parezca del todo un tema bueno y que la épica buscada me resulta algo fallida, la corrección se presenta ahora con "When anger shows". En la letra se aborda el sentimiento de rabia que cita el título y se incluyen versos bastante solemnes: "En ese momento te das cuenta que algo que pensaste que siempre estaría ahí, morirá como todas las cosas…". Una mezcla de melancolía y sonido calmado con un repunte sin igual de intensidad y, ahora sí, una épica acongojante para conformar una preciosa canción."The racing rats", como tercer sencillo, prosigue el distanciamiento respecto a esa supuesta partida que mostraba "Smokers outside...". Un muro de sonido nuevamente sin fisuras y una intensidad descomunal de guitarras sobre todo en la parte del estribillo. "Put your head towards the air" es como la segunda parte de "The weight of the world" en lo que al sonido se refiere. Algo de calma entre tanta intensidad y energía, que hasta la fecha son los principales raíles por los que discurre la locomotora sonora de Editors. "Escape the nest" es un paso intermedio entre la melancolía y la intensidad, ya que tiene partes diferenciadas en las que se alternan ambos estilos. A medida que nos acercamos al final se dispone quizás el tema más emotivo y sentido del disco, sin necesidad de entrar en exageraciones. Me refiero a "Spiders", la canción adopta una estructura de crecimiento de intensidad desde su incipiente inicio con Tom al piano y la entrada de los instrumentos para conformar un final de canción que pone el vello de punta. En estructura y sonido recuerda mucho a "When anger shows", y quizás con esta nueva pareja de temas parecidos, se puede apreciar que el disco se compone de dúos de canciones similares salteados entre sí. La canción que queda "soltera" y sin comparativa posible con el resto de sus compañeras de cd es "Well worn hands". Un corte basado principalmente en la melodía de piano, sobre la que de forma sentida avanza la voz de Tom Smith. Simplemente se apoya en alguna programación para dar algo más de empaque, pero de forma muy sutil. Una punzante canción de amor, en la que se dicen cosas como "no quiero volver a salir sólo nunca más, no puedo afrontar la noche como solía hacer". Quizás un tema excesivamente triste para finalizar un disco que tanta emoción, pero desde la energía, desprende. No obstante, estos temas donde mejor quedan es al final de los álbumes y su sonido alejado de los ritmos del lp hacen que tenga un carácter a modo de epílogo y propicia que tras su última escucha te quedes embobado meditando lo que has escuchado.

El disco incluye una portada con un paisaje bastante futurista eléctrico, con unas estructuras metálicas industriales difuminadas en la misma, que viene a metaforizar la energía que desprende el grupo, tanto en estudio como en directo. A nivel de calidad, podría situarse al mismo nivel de excelencia que el debut del grupo. Es un disco que incluye momentos melancólicos y enérgicos casi a partes iguales. Su música en comparativa con Interpol y The Killers es mucho más demoledora.

El resultado comercial fue bastante aceptable y la repercusión mundial de la banda se vio incrementada notablemente, visto en detalles como cuando el grupo vino a Madrid con motivo de su gira mundial, la banda acaparó algún reportaje de media página en alguno de los diarios de distribución gratuita. Precisamente la banda tuvo a bien celebrar 2 conciertos casi seguidos en la capital, el primero el 17 de noviembre de 2007 con motivo de ser cabezas de cartel en el festival Wintercase y el 2º en abril de 2008 en la sala La Riviera.

Un servidor de ustedes, tuvo la ocasión de asistir al primero de los shows. Al 2º, no es que no tuviera ocasión, sino que no me apeteció en demasía por 2 motivos. La primera de las razones fue que el concierto se celebraba un martes. Y el segundo, o también primer motivo, fue que la actuación tenía lugar en la sala La Riviera... ya saben algunos de ustedes la "simpatía" que tengo por dicha sala. Teniendo en cuenta que la actuación de Interpol había sido poco tiempo antes, no tenía ganas de repetir experiencia, máxime cuando las sensaciones vividas en la sala Joy Eslava fueron tan positivas. Ahora les comentaré parte del concierto.

Igualmente, les incluyo alguna imagen que hice para que se hagan una idea. Aquí, curiosamente dimos con un empleado de seguridad opuesto completamente a los represivos energúmenos que nos fastidiaron días antes en Interpol. Un tío bastante simpático, que alucino cuando le comenté lo que unos compañeros de gremio suyos nos habían hecho unos días atrás.Nada más llegar entrar a la sala, la marca de cervezas patrocinadora del evento, nos regaló un vale por una cerveza por toda la cara, con lo cual ya empezamos bien la noche. Los teloneros fueron How I Became The Bomb y The Boxer Rebellion. La primera de las bandas me gustó especialmente y The Boxer Rebellion (últimamente apadrinados por Julián Ruiz desde "Plásticos y Decibelios") también sonaron bastante bien. No dejó de ser interesante o curioso la casualidad que hizo que solo hubiera 8 días entre el concierto de Editors e Interpol. Alumnos reconocidos o no de Joy Division, coincidían en espacio y tiempo en la capital para mostrar su directo y presentar su 2º y 3er. trabajo respectivamente. De Interpol ya les hablé, con lo que les comentaré parte del show de Editors. El grupo ofreció un repertorio completísimo (evidente al contar con 2 discos) y gran parte de su atractivo recae sobre el líder Tom Smith, que es pura adrenalina y espectáculo, subiéndose al piano guitarra en mano y dando saltos imposibles. La conclusión que sacamos uno de mis acompañantes habituales en estos acontecimientos y yo, fue que Editors en directo son atronadores y apabullantes. Quedamos impresionados de la intensidad del show que habíamos vivido. La banda actualmente se encuentra grabando y perfilando lo que será su 3er. lanzamiento. Ya he referido en varias ocasiones el punto crítico, o mejor dicho "la prueba del algodón" que supone el 3er. álbum en los grupos actuales. Incluso en el pre-concierto de Franz Ferdinand, con la gente que conocí, llegamos a referirnos a dicho aspecto. Alguno de los contertulios apuntó que los grupos de ahora parece que tienen acumuladas muy buenas ideas de inicio, las cuales exponen en sus 2 primeros discos, pero después parece que se les acabe la inspiración.

Habrá que esperar, según aviso/comunicado en la página web oficial de la banda, hasta después del verano para disfrutar del esperado nuevo trabajo de la banda. Supongo que igualmente el otoño, además del frío, nos traerá la visita de Tom y sus secuaces para ofrecernos nuevamente un intenso espectáculo, al que intentaré no faltar por mucho que las condiciones no sean favorables.

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sábado, 2 de mayo de 2009

27-04-2009 Concierto David Byrne. Madrid

“Jugando en otra liga” podría titularse la crónica del recital que el ex líder de Talking Heads David Byrne ofreció en el Teatro Lope de Vega el lunes de esta semana. Ya apartado del primer plano de la actualidad o, mejor dicho vanguardia musical, que lideró a finales de los 70 y comienzos de los 80, Byrne sigue editando con cierta regularidad discos y en ocasiones decide salir de gira para ofrecer siempre recitales que se desmarcan de lo que un concierto de rock al uso suele ser.

Ya tuve ocasión de poder ver a este inquietante personaje del underground neoyorkino (aunque escocés de nacimiento) hace casi 5 años el 2 de abril de 2004 en la extinta sala Aqualung. Para aquella ocasión, Byrne hizo una variada selección de su trayectoria en solitario y una muestra muy representativa de la historia de su mítica banda. Para salirse de la rutina, David se hizo acompañar del sexteto de cuerda The Tosca Strings para dar un carácter especial a la representación de las canciones de aquella noche. No se puede obviar que la gira iba asociada a la promoción del disco de clara influencia clásica “Grown Backwards”.

Tras los sobrecogedores shows recientemente vividos en el Palacio de los Deportes de la mano de 2 de las bandas con más proyección del momento, acudía a este concierto con una sensación y perspectiva radicalmente distintas. Los motivos son lógicos, ya que para empezar, al celebrarse en un teatro y tener asiento reservado se hace innecesario un peregrinaje intempestivo y largas horas de espera a las puertas del recinto para conseguir una posición mejor. Por otro lado, al no tener que estar de pie, la dinámica varía completamente y no deja de ser una situación no habitual. Creo recordar que el único concierto que vi en su totalidad sentado (y que fue de motu propio) fue el celebrado en octubre de 2001 por Depeche Mode en el Palacio de Vistalegre.

La apertura de puertas en la entrada estaba fijada en las 19.30h y con dicha puntualidad llegué a las puertas del teatro. Para entonces ya había mucha gente congregada y era difícil distinguir el recinto debido al acaparamiento por parte de la obra “Carmen” de Sara Baras, que empapelaba de arriba abajo la portada del teatro. En el acceso se disponían los empleados del teatro advirtiendo que el concierto empezaría a las 21h, con lo que la mayoría de la gente, tras recibir la precisa explicación, decidía irse a dar un paseo. Yo al ir en esta ocasión solo, tomé la opción de entrar y sentarme en mi localidad.

Tras llegar a la misma siguiendo las instrucciones de un acomodador, que al principio intentó restringirme el acceso pensando que todavía no estaba abierto al público el teatro, comprobé mi elevada, aunque evidentemente no muy alejada, ubicación. Efectivamente, eso de “artista invitado” que se citaba en la entrada parecía ser que no iba a tener lugar. Hasta que empezó el concierto, se puso como hilo musical precisamente el último disco de Byrne en su versión instrumental; mucho mejor esto que otras sintonías insulsas, que lo único que hacen es desesperar al personal en mitad de la espera.

Bastante puntual, sobre las 21.05h, las luces se apagaron de golpe y con un tenue foco saltó Byrne al escenario con su guitarra a cuestas. Ataviado con un traje y camisa blanca, además de esas deportivas también blancas que tan de moda puso desde “Stop Making Sense”, Byrne tuvo unas palabras previas antes de comenzar el concierto. Primero se preocupó de que todo el mundo estuviera sentado y no faltara nadie. Posteriormente, David aludió que estábamos completamente autorizados a realizar fotos con nuestras cámaras y móviles, a la par que refiriéndose a los que andábamos por el “gallinero” que por ahí nuestros flashes no creía que llegaran al escenario.
Pasemos al detalle de los mejores momentos musicales del show. Como es habitual, iré introduciendo fotos que hice de la actuación para que tengan una recreación más completa de lo que vivimos los que allí nos congregamos. Ahí arriba les he dejado la primera, aparte de la que siempre pongo como cabecera de crónica de concierto. Como ya sabrán por los últimos artículos, le concedo especial importancia a la forma en que un grupo/artista comienza sus conciertos. Creo que una selección errónea de los temas en los primeros compases, puede lacrar, o al menos hacer que un concierto reporte una experiencia menos satisfactoria de lo que pudiera haber sido (pregúntenselo a The Killers). Sin embargo, Byrne eligió 2 temas estupendos para abrir. En primer lugar, y representando a su último disco “Everything That Happens Will Happen Today” (el cuál iré comentando a medida que repasemos el concierto como hice con “Day & Age” de The Killers), tocó “Strange overtones”. Quizás la mejor canción del nuevo disco de David. En parte se nos puede recordar a los Talking Heads de comienzos de los 80, sobre todo en la forma de cantar del propio Byrne. No podemos evidentemente dejar aislado el hecho de la presencia de Brian Eno como la otra parte contratante del nuevo álbum. Ahí la explicación. Si a este acierto al empezar con el tema más brillante de su último disco (que no olvidemos que no es un disco mainstream como el de The Killers por ejemplo, y que dicha canción no está sobreexpuesta en los medios), le sumamos el hecho de colocar en 2º lugar a la dadaísta y alocada “I zimbra”, el resultado de la ecuación es sencillo: Byrne había conseguido meterse en el bolsillo y que a la vez se metieran en el concierto la totalidad de las personas, que por muy pocos asientos no abarrotaron el Teatro Lope de Vega.Extasiado por este comienzo, descubrí que el hecho de estar sentado no es impedimento para poder moverse y “bailar” desde tu propio asiento, sin necesidad de que ésta sea contenida. Aunque en mi ubicación natural, había conseguido abrir conversación con una pareja y otro solitario espectador como yo, el poder ver que había algún que otro sitio libre 2 filas más abajo, me hizo moverme a dichas posiciones, y desde la misma pude observar que en la 3ª fila de mi anfiteatro había 3 asientos libres. Corriendo bajé en mitad de “Help me somebody” para situarme en dicha zona. Teniendo en cuenta que estaba en la fila 14 y que pude bajar 11 filas, la mejora visual fue considerable (más cercanía y sobre todo menos altura). Ya de ese asiento no me movería en todo el concierto, mejor dicho no me desplacé, ya que moverme sí que me moví y mucho.Abriendo el apartado de sorpresas, al que siempre aludo en la revisión de mis conciertos, la citada canción perteneciente al primer disco en solitario hecho mano a mano con Brian Eno fue un absoluto alucine. Ya David aludió antes de empezar a tocarla que en su día había sido compuesta a base de samplers de voces y no dejó de ser muy curioso poder ver su interpretación vocal por David y el trío de coristas que le acompañaban.Aprovecho para hacer un inciso y hablar del staff que acompañó a Byrne. Por un lado la distribución del escenario era sospechosamente parecida a la que Talking Heads dispuso (una vez finalizado el “proceso de montaje”) en el concierto “Stop Making Sense” que curiosamente también se grabó en un teatro, en este caso el “Les Pantages” de Los Ángeles. Es decir, sobre tarimas negras y cuadradas se dispuso la batería, la sección de percusión y los teclados. David también se acompañó de un bajista y otro guitarrista para completar la sección instrumental. Por otro lado destacaban 2 tríos; por un lado el citado de coristas y por otro uno de danza, formado por 2 bailarinas y un bailarín que deleitaron al público con estrambóticas coreografías y representaciones que conformaron un espectáculo de danza a la par que el propio concierto, que casaban perfectamente con las canciones que se tocaron de Talking Heads y del propio Byrne en solitario.Aclarada la disposición de la línea de personal sobre el escenario que diseñó Byrne, continúo con el apartado de sorpresas. En término global, me dejó sin palabras que de “Remain In Light”, obra maestra de Talking Heads, Byrne decidiera tocar más de la mitad de canciones que componen el álbum. La primera que se presentó fue la saltarina “Houses in motion”, una de mis preferidas del disco sin lugar a dudas. “Crosseyed and painless”, desató la histeria general, lo único que a mi no es especialmente uno de mis temas favoritos del disco. La situación inversa se dio cuando los misteriosos ritmos de “Born under punches”, a modo de los de la versión del disco en directo “The Name Of This Band Is Talking Heads”, empezaron a abrir el camino a esta disparatada crítica social de Byrne. David estuvo tremendamente histriónico y exagerado cantando este tema y para entonces, ya avanzada la mitad del espectáculo, un servidor de ustedes terminó de enloquecer. Quedará indeleble en mi mente la forma en la que David cantó esas frases: “No soy un hombre ahogándose, no soy un edificio en llamas. Soy un revolucionario. El ahogarse no puede herir a un hombre, ahogarse no puede herir a un hombre, no al menos a un miembro del gobierno”. “Once in a lifetime” en la parte final terminó de poner patas arribas el teatro. A destacar el estupendo ambiente que se respiraba. Las personas más jóvenes tendrían 25 años a lo poco y en la mayoría el público se movía en los 30-40 años, incluso más edad. La gente estuvo entregada, ovacionando tema tras tema a Byrne y tras la citada “Once in a lifetime” los aplausos duraron casi un minuto (cosa rara en un concierto de rock). En los bises no dejó de sorprender que el lugar que tendrían reservado “This must be the place (naive melody)” o “Road to nowhere”, se lo adueñara la acelerada “The great curve” que también estuvo entre las elegidas.De lo que el nuevo disco se refiere, David fue salteando las entregas poco a poco, haciendo de esta forma que el show resultara variado y entretenido. Tras el acertado inicio con “Strange overtones”, destacó “Life is long” con David y todo el personal sobre el escenario sentados en sillas de ruedas de oficina girando sobre sí mismos. Ahí les dejo una de las fotos para que lo comprueben.Por otro lado, y también asociado a la representación y espectáculo de danza y en esta ocasión también de luces, la enigmática “I feel my stuff”, también tuvo un momento destacado al disponerse tanto los coristas como el trío de danza en formación realizando frenéticos movimientos de baile. No podemos ignorar el hecho de que este corte es el momento más experimental y enrevesado de la última entrega de Byrne y Eno. Completando lo que fue la presentación de su nuevo disco, se incluyeron la suave “My big nurse” mediado el concierto, en la parte inicial “One fine day” con su delicadeza, y la canción título como cierre definitivo en lo que fue… ¡el tercer bis! Parece ser que eso de parar y salir a tocar 4-5 canciones es propio de las nuevas generaciones y los viejos rockeros siguen con lo que solía ser habitual. A nivel del atrezzo, nos dejó a cuadros ver a Byrne en una de las propinas salir a escena con un tutú por encima del pantalón. Delirante.Digamos que el espectáculo estuvo, en lo que a la selección de canciones se refiere, centrado en el último trabajo de Byrne, ya que a excepción de “Moonlight in glory” y “Help me somebody”, de sus discos en solitario no se rescató nada más, y por otro lado en los discos que Talking Heads editaron de 1978 a 1983. Por ejemplo del 2º disco de la banda, se rescató para los bises la adorada por Byrne versión de Al Green “Take me to the river” y nada más. De “Fear Of Music” hubo más suerte al seleccionarse en mitad del concierto, y como momento cumbre, “Heaven”, en la parte final la progresiva “Life during wartime” y como imprevisible elección “Air” en uno de los bises, aparte de la ya comentada “I zimbra”. En los citados bises, también se puso para terminar de desatar la histeria colectiva “Burning down the house” que pertenecía a “Speaking in tongues”.En el apartado de los “debes”, podemos decir que se quedaron en el tintero clásicos imperdonables como “Road to nowhere” o “Psycho killer” y quizás la adorada por muchos (yo entre ellos) “This must be the place (naive melody)”. Por fortuna, yo tuve ocasión de disfrutar de su interpretación 5 años atrás en el primer concierto que pude ver de Byrne, con lo que la omisión de estas joyas, y máxime cuando por otro lado se incluyeron bombazos como “Air” o “Born under punches”, no me afectaron especialmente. Eso sí, no puedo dejar de decir que si hubieran sustituido a “Crosseyed and painless” y el cierre de “Everything that happens will happen today”, alguno de los citados clásicos olvidados, estaríamos hablando de un concierto de matrícula de honor. Aún así la experiencia fue mucho más que satisfactoria y la podría calificar de un 8,5 sobre 10. No obstante, es fácil entender el motivo de la selección de temas, y ese no es otro que David tiró de composiciones en las que Brian Eno estuvo presente en los momentos de grabación. Solamente hubo la citada concesión a “Burning down the house” en ese aspecto de tándem creativo Byrne-Eno en el repertorio.Como he dicho al inicio, jugando en otra liga distinta, pero estableciendo una imposible comparativa, creo que David en su terreno me ha reportado una experiencia incluso más gratificante que las de The Killers y Franz Ferdinand. Y como bien saben por artículos anteriores, dichos espectáculos no es que fueran malos precisamente. Los Talking Heads es muy difícil que regresen a estas alturas y aunque se echa de menos ver en escena a la pizpireta Tina Weymouth con su bajo, a su cabezón marido Chris Frantz en la batería y a Jerry “Quintero” Harrison en los teclados, a nivel musical y de espectáculo tampoco creo que hubiera mucha variación respecto a lo que vimos. Los músicos que acompañaron a Byrne tocaron de forma excelente. Tan solo el cariño y lo entrañable que resultaría ver unida a la banda en el escenario sería lo único que le daría sentido.Respecto a lo de la mayor satisfacción comparativa con mis otros recientes conciertos, todo tiene una explicación. Por un lado el público, mucho más maduro, pero no por ello menos apasionado, que crearon una atmósfera incomparable para disfrutar de un concierto. Por otro, la sorprendente adaptación al asiento y que ello no reprimiera las sensaciones que se pueden vivir de pie, eso sí, quitándote innumerables empujones, sudores, apretones, asfixias y niñatas pesadas que no levantan el 1,60 m. de estatura que se quejan de que no las dejo ver.

David Byrne, con las 2 horas de concierto que entregó, demostró que a sus casi 60 años está en una estupenda forma y que con su simpatía y con su carisma puede conseguir emocionar a gente de distintas generaciones, ya que la audiencia se componía de gente que pudo escuchar en su día en la emisora la actualidad de los lanzamientos de Talking Heads, con otros que hemos accedido a su música cuando dicha banda ya estaba más que separada. Igualmente en el estudio Byrne, valiéndose de la brillante colaboración de Eno, ha firmado su mejor obra desde que a comienzos de los 90 editara “Uh-Oh!”.

Destacaron las interacciones de Byrne con la audiencia, aparte de la citada presentación que hizo, cuando en una ocasión, dirigiéndose a alguien del patio inferior de butacas que no paraba de dirigirse a él, le dijo: “me hablas demasiado, ¿por qué no me escribes un e-mail?”; consecuencia: carcajada general. En esta ocasión David estuvo mucho más simpático y hablador que en la anterior ocasión que le vi tocar. Creo recordar que aquella vez, salió directo al micrófono a cantar y lo único que dijo para presentar “Si fulano” fue: “Peret”. Y ya.

Habrá que ver cuántas visitas más de Byrne a la capital nos deparará el futuro. De momento, he podido vivir 2 conciertos de este referente imprescindible de la new wave y a buen seguro que si vuelve a aparecer por estos andurriales volveré a acercarme a verle. Su concierto de hace 5 años ya fue más que satisfactorio, pero en esta ocasión, aunque por sutilezas del set list puede que fuera mejor el previo, el espectáculo fue aún mejor en su totalidad, sobre todo por el hecho de asistir a más que un concierto a una representación. Repito, fue impagable la parte de coreografía de danza incluida en casi todas las canciones. Vanguardia en estado puro incluso a la puerta de los 60 años. Larga vida Mr. Byrne.
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2009 Depeche Mode - Sounds Of The Universe

Para esta semana les voy a proponer un juego. Algunos dirán nada más ver el título del post, que ya por fin no he podido resistirme a incurrir en repetir revisión de artista y menos aún de uno de mis 3 grupos favoritos de todos los tiempos. Bueno, no es así exactamente, ahora les explico. No obstante, decirles que si siempre estoy tan pesado con lo de la duplicidad de grupos, es porque todavía quedan muchos, muchos, muchos artistas y bandas de los que hablar, antes de empezar a retomar las historias de los grupos y cantantes que ya hemos ido viendo.

Informarles que esto no es una revisión al uso a las que les tengo acostumbrados. ¿De qué se trata? Bueno, resulta que el periódico gratuito 20minutos anunciaba el lunes un concurso para conseguir entradas para el inicio de gira mundial de Depeche Mode en Luxemburgo. El requisito para participar, era enviar un e-mail expresando tu opinión sobre el nuevo disco de los de Basildon con tus datos personales.

¿Qué pasaba? Que los parámetros de la crítica a enviar del disco establecían que no se superaran los 500-800 caracteres. Vamos, una reseña de nada. Escribí un párrafo medio normal, sintetizando lo máximo posible y me resultó un texto de 1100 caracteres aproximadamente. A base de recortar y recortar, conseguí cuadrar los 799 requeridos como tope máximo y procedí a enviarlo.

Les voy a dejar la revisión que confeccioné para el concurso. Participé básicamente porque en este nuevo tour, Depeche Mode se han olvidado de Madrid y no tengo muchas ganas de costearme el viaje a Valladolid, que además cae entre semana. Lo que les sugiero es que expongan sus opiniones sobre qué tipo de revisiones prefieren. Si les gustan más las revisiones largas y exhaustivas que hago semana tras semana, o si por el contrario les agrada más una síntesis a modo de lo que hice para el citado concurso. En el siguiente párrafo está expuesta la crítica.

Con "Sounds Of The Universe", Depeche Mode prosigue el proceso de recuperación de credibilidad que perdieron por 2 motivos. Por un lado la salida en 1995 del grupo de Alan Wilder y la espiral de autodestrucción en la que entró el grupo con la tentativa de suicidio del cantante Dave Gahan, y por el otro el borrón absoluto en su inmaculada discografía que supuso su disco de 2001 "Exciter". "Playing The Angel" ya reportó una ligera mejoría respecto a su predecesor. En el nuevo álbum, el retorno a los sintetizadores analógicos y el abandono del sonido industrial/distorsionado que abordaron en las 2 obras previas, ofrece un resultado que acerca a Depeche Mode al sonido que les hizo triunfar a finales de los 80.El disco incluye temas realmente buenos como "In chains" o "Come back", siendo esta última un clásico en potencia del repertorio de la banda. Quizás la elección de "Wrong" como single de adelanto no haya sido del todo acertada. En valoración de 1 a 10 se le puede dar un 6,5 fácilmente. Lo mejor, al igual que sucede con otras bandas de su generación como U2, es que la edición del nuevo disco supone una nueva gira mundial en la que se puede disfrutar del insultante potencial de la banda en directo, escudado principalmente en la entrega sin límites de Dave Gahan a lo largo de los shows.

Este párrafo es la crónica origen que hice y que luego tuve que recortar… así que imagínense el parrafito de nada que quedó. Espero leer sus comentarios pronunciándose al respecto. Es muy probable que la dinámica del blog siga por los parámetros habituales en los que me muevo, pero me ha parecido interesante hacerles esta propuesta, para salirnos algo de la rutina. Yo siempre he pensado que a alguien que le interese un tema, cuanta más información sobre el asunto pueda conseguir, mejor que mejor; o al menos eso me pasa a mí. Lo que busco es hacer una revisión lo más completa posible y un análisis total de los discos expuestos. Evidentemente, si el grupo o disco revisado no es de su interés, les parecerá un tremendo tostón leerse más de 3 páginas de word sobre el asunto en cuestión.

La próxima semana volveremos con una revisión de las de formato habitual. También de esta forma, compensamos el tiempo que les restará esta semana leer el artículo del concierto de David Byrne. No se crean que esto lo he hecho por vaguería, porque de hecho ya tenía preparado el artículo de turno, que se trasladará a la próxima semana. Además me doy cuenta de que con este motivo, hemos procedido a analizar, aunque de forma muy concisa, la actualidad musical. Ardo en deseos de saber sus opiniones. Les recuerdo que, como dije hace unas semanas, creo que ya está habilitada la opción de que pueda dejar comentarios cualquier persona aunque no sea usuario registrado. Por favor, anímense.
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