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lunes, 2 de julio de 2018

Concierto Love Of Lesbian. Madrid (30-06-2018 16:00h)

Comenzaré diciendo que Love Of Lesbian son mi banda española contemporánea favorita. Si me pongo a tratar de racionalizarlo, si me pongo a elucubrar, quizá pueda argüir muchos argumentos. Por ejemplo la voz de Santi Balmes, peculiar y emotiva; tengo la sensación de que podría declamar el listín telefónico y seguir provocando, en un sentido o en otro, emociones. También podría hablar de las letras, de una lírica sencilla, sólida y profunda hasta niveles espeleológicos. Cómo no, podría hablar del empaque como grupo y de su funcionamiento de máquina bien engrasada. No obstante, esto de las afinidades musicales consta más de vísceras que de neuronas, así que supongo que hay algo instintivo en mi aprecio por Love Of Lesbian.
Andan los lesbianos celebrando sus 20 años desde su fundación, sin duda una marca apreciable para una banda. Yo no sé cuántos años cumplo escuchándoles, pero son los suficientes como para que sus canciones me hayan sido útiles en días relucientes, grises y lúgubres. Inmersos algunos en una vida bastante extraña. Ya les había visto anteriormente, pero un aniversario tan redondo requería un acto de presencia; al menos como partícipe en este soplado de velas que simboliza esta gira. O dicho en corto, acudir al Circo Price era una forma de decir gracias.
Me van a permitir un inciso. Estas líneas son muy importantes. He de dar gracias a las personas que han hecho posible que pueda haber venido a pesar de mis sempiternos achaques y goteras. Como requiero a toda costa ver los conciertos desde un asiento, he de mandar un afectuoso agradecimiento a Carme Tasías de Music Bus por hacer las gestiones oportunas para encontrarme acomodo en la grada en una localidad privilegiada, al lado mismo del escenario. Estupendo detalle que agradezco enormemente. Un segundo agradecimiento ha de ir para Víctor Prats, que ha confiado en mí para cubrir este concierto para el blog “DMR” y ha movido diligentemente todos los hilos que podía para conseguir la acreditación.
Hacía ya mucho tiempo que no acudía al Circo Price. En concreto desde mayo de 2011 con motivo de un concierto de Human League, presentando su disco “Credo”. Es un sitio siempre agradable de visitar; coqueto y con esa configuración circular tan peculiar. Sin duda una peculiaridad del concierto era la hora. Hoy, sábado 30 de Junio, Love Of Lesbian han dado un doble programa musical cuyo primer pase ha sido a las 16:00 y el posterior a las 20:45. Ya de por sí ofertar un programa doble es, como poco, insólito; pero comenzar a las 16:00 (fuera de un festival) es, como dijo Santi Balmes, “un poco friki”. Da igual; ni el calor, ni la atávica llamada de la siesta, ni el Mundial, mermaron un ápice el entusiasmo de un público exultante y excelentemente predispuesto.
Tras recoger la acreditación, llegarme hasta el asiento y esperar levemente, todo parecía listo para comenzar. Tal como efectivamente fue. De buenas a primeras veo a Julián Saldarriaga sobre el escenario manejando un teclado y animando sobremanera la excelente disposición del público. Después se oye un estallido de vítores y gritos y al volverme hacia la pista veo que Love Of Lesbian van a acceder al escenario a través del público. Esto ya prometía incluso antes de empezar la música.
Ya están todos colocados en formación. Santi Balmes, bien flanqueado por Jordi Roig en la guitarra (y prácticamente a mi lado), Julián Saldarriaga en la otra guitarra, Ricky Falkner en el bajo (tras la salida de Joan Ramon Planell), Oriol Bonet en la batería más un percusionista adicional y Dani Ferrer a los teclados. En varias canciones hubo una sección de viento. Detalle novedoso e interesante que, y quizá sea impresión mía, quizá no alcanzó un sonido muy alto en la mezcla y no se oyó con la misma nitidez que el resto de los instrumentos. Bien; una vez enunciada la alineación vamos con el partido.
Si miramos primeramente con un gran angular, he de decir que el concierto fue divertido. Muy divertido. Una pasada. Cada canción ganó un porcentaje de viveza, de potencia, de entusiasmo. En particular Santi Balmes es un maestro de ceremonias casi perfecto; hiperactivo, jovial, carismático. Sabe cómo parecer enormemente natural, probablemente porque ciertamente lo es. Prácticamente todo el Price bailó a su son. Pero es que además contó con el concurso de una banda sólida, en plena forma.
La primera canción ya empezó arrasando. “Carta a todas tus catástrofes” pasa por ser una canción que, por motivos musicales y extramusicales, es una de mis predilectas. Fue un contagio de entusiasmo poderoso y energético. El “vamos a localizarte” comenzó a meter a la gente en el concierto a niveles de inmersión profunda.

La segunda canción volvió a visitar su primer disco en castellano (“Maniobras De Escapismo” -2005-) de la mano de la canción título. Y con semejante demostración de buen pop de toda la vida, no resultó difícil mantener el nivel de entusiasmo. El caso es que Santi Balmes, con su habitual retranca, dijo que la siguiente canción debería llamarse, por aquello de la hora, “Tardes reversibles”… pero claro, la canción se llama “Noches Reversibles” sea el momento que sea. La primera incursión en el magnífico “Cuentos Chinos Para Niños Del Japón” (2007) fue un plato fuerte, coreado a pulmón libre sin disminuir ni un momento la intensidad. Todo lo contrario; la línea “creo que voy a empezar a romperme” estalló como un verso comunal y atronador.
A continuación aterrizamos con, posiblemente, la canción más “single” de “El Poeta Halley”; o lo que es lo mismo, “Cuando no me ves”. Esta canción, a juzgar por cómo suena y cómo es recibida en directo, puede convertirse en un clásico de repertorio. Retorno a “Maniobras De Escapismo”, disco dominador en este inicio. “Domingo astromántico” es una de las baladas por antonomasia, y por derecho propio, de la banda catalana. Emocionó como suele, pero casi rejuvenecida. Contó con la presencia del músico y productor David Soler tocando un… ¿artefacto? Un especie de teclado-theremin-lo que sea, de peculiar sonoridad.
No nos movemos de disco para escuchar “Música para ascensores”, otro buen momento de “Maniobras De Escapismo” traducido a pura orfebrería pop. Lo que vino después, a título personal, es una de mis canciones favoritas de Love Of Lesbian. El maravilloso inicio de “Cuentos Chinos Para Los Niños del Japón”, esto es “Universos Infinitos”, era una de las canciones que imploraba que sonasen. Y vaya sí sonó. La intro, adornada con las lucecitas de los móviles, fue la clásica, con todo lo que eso conlleva; una melancolía ingenua y fascinante. Inopinadamente el cambio de ritmo fue brutal y estrambótico, con la fulgurante y repentina aparición de Arkano que con su estilo propio empezó a rapear a toda tralla las siguientes estrofas. No negaré que la versión canónica es la que me llega, pero está bien que de vez en cuando se den vueltas y revueltas a las canciones. Si una banda no se aburre, tampoco lo hará el público. Gracioso el apunte de Santi Balmes, “yo creía que tenía labia hasta que conocí a Arkano”.
Santi Balmes presentó “Contraespionaje” como “una canción sobre el paso del tiempo” y una acertadísima interpretación ha hecho que me interese más por ella y que pueda ocupar dentro de mi aprecio un peldaño más alto cuando escuche su último disco la próxima vez. Buen momento la advertencia que coreamos todos los presentes: “era la vida, imbécil”. Una grata sorpresa.
Lo posterior fueron vientos huracanados. “La noche eterna”, semi-canción título de su álbum de 2012, fue el momento donde más se lució la banda como conjunto. Inapelable y rotunda en todos los aspectos, incluido el instrumental, su estructura compleja y su apasionamiento nos dejaron a todos en nuestro sitio. Un momento álgido; para enmarcar. Del huracán al intimismo. “Mi primera combustión”, tocada a solas entre Santi Balmes y Julián Saldarriaga, puso el contrapeso reposado aunque en modo alguno descartable. Fue una buena remembranza de “Maniobras De Escapismo”.
¿Qué es de una celebración de cumpleaños sin invitados? Pues en este punto llegó la tercera, tras David Soler y Arkano. Amaia, de sobra conocida por su fulgurante ascenso desde Operación Triunfo, fue invitada a interpretar uno de los puntales de Love Of Lesbian: “Allí dónde solíamos gritar”. Esta canción la han interpretado de varias formas a lo largo de los años. Más allá de la versión primigenia, la han tocado muchas veces con el efecto “de menos a más”, y en este concierto lo hicieron con una invitada. Amaia interpretó como solista la primera parte de la canción, con la sola ayuda del piano, para fundirse después en un hermoso dueto con Santi Balmes y rematar de forma torrencial una de las canciones más emocionales del grupo. Esta canción siempre es un activo y Amaia ciertamente demostró entenderla muy bien.
Cuando Santi nos dijo que había llegado el momento de retroceder a 1999 todos supimos captar adecuadamente este anuncio y nos preparamos para una de las canciones, a mi entender, más oscuras y desoladoras de Love Of Lesbian. La propia “1999”. La canción que reproduce a cámara lenta el momento en que una relación hace “crack”. No defraudó su potencial de emotividad y Santi Balmes, acaso por eso, se bajó al foso y cantó pegado al público. La “outtro” con el “Por qué te vas” de Jeanette sigue bien presente como un apéndice más de la canción.
Tiempo, a continuación, para irse bien lejos. A “Belice” más concretamente, una de las habituales de “La Noche Eterna. Los Días No Vividos” (2012) y con Santi momentáneamente a los teclados. A pesar de su toque fatalista esta canción nunca falla. Su frase: “A quien madruga, Dios no existe” ha pasado ya al acervo de la banda. Y vinieron más invitados. Santi lo presentó con entusiasmo y cariño: “me envió un mensaje a las tres de la mañana y me dijo que no tenía nada que el sábado por la tarde y que si podía sumarse”. Claro que pudo. Estamos hablando de Leiva, acaso uno de los músicos más célebres de nuestro país y entusiasta atlético (credencial suficiente para que una persona me caiga bien). Leiva colaboró en el estupendo e hipervitaminado single de 2014 “Manifiesto delirista” y el resultado fue uno de los chutes de optimismo más directos de la noche. Diversión y colegueo sobre el escenario y tanta (o más) diversión entre el público. Acto seguido llegó el momento de uno de los relucientes y exitosos singles que han ido cimentando la fama de los lesbianos. Hablamos del “Club de fans de John Boy”, una buena dosis de pop de algarabía y jolgorio. Imposible no venirse arriba.

Y la apuesta subió. En la apoteosis de la energía positiva y la diversión llegó el jolgorio festivo y descacharrante de “Los toros en la Wii (Fantástico)”. Esto es lo bueno de los conciertos, la sincronía entre el artista y el público, y los pequeños momentos de felicidad reconcentrada. Esta canción parece compuesta y nacida para el directo. Moló hasta la salida de la canción, que incluyó un fragmento de “Lobo hombre en París” de La Unión.
Momento para los bises, y su pertinente sucesión de acontecimientos. La banda se va, el público implora, la banda vuelve. Todo en su sitio. Como en su sitio estuvo el regreso a las tablas. Fue el turno de “Incendios de nieve”, canción entrañable donde las haya y de la que se podría decir lo mismo que de la anterior. Parece que ha sido concebida para el directo; propicia, casi exige, la participación del público a base de silbidos o coros. En la parte de los silbidos, Santi nuevamente lanzó una de sus chanzas: “una vez, en esta parte, parece que nos abucheaban”. Pues quedó estupenda.
Quedaban dos canciones y ambas pertenecen a su último disco, “El Poeta Halley”. Aunque quizá no hayan alcanzado el reconocimiento de otros temas, son dos composiciones muy personales para la banda y en esta fecha conmemoratoria es muy pertinente que suenen. Pero es que además lo hicieron muy bien. “Bajo el volcán” fue el primer single de su última referencia y dentro de su compleja sencillez, la canción progresa estupendamente. Es normal que la canción fuera bien recibida y coreada. Como también lo fue la profunda (mucho más de lo que parece, diría yo) “Planeador” que nos trajo con su letra numerosas reflexiones sobre la creación, el paso del tiempo, la nostalgia… Referencias maleables, quizá, para cada uno. Como final de concierto sonó estupendamente, fue cantada con agrado y calor.
Una última reflexión sobre lo que significa Love Of Lesbian la dejó Santi Balmes antes de irnos, a modo de anécdota, cuando dijo que mientras paseaba un día por Barcelona se le acercó una persona que le había reconocido y le dijo sencillamente: “gracias”. A grandes rasgos eso es lo que sentíamos todos los asistentes al Circo Price. Agradecimiento. Así que, queridos Love Of Lesbian, muchas gracias. Nos vemos pronto, espero. Quisiera reiterar mi agradecimiento a Carme Tasías de Music Bus por sus gestiones y su trabajo en favor de “DMR” en general y mío en particular.

Texto, fotografías y vídeos: Mariano González.
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domingo, 1 de julio de 2018

Concierto Simple Minds. “Noches Del Botánico”, Madrid (30-06-2018)

Simple Minds encandilan al Botánico.

Con periodicidad casi exacta y no buscada se da en mi ser que cada 6 años y medio tengo ocasión de ver a Simple Minds, sin duda una de las grandes bandas que la explosión musical de la nueva ola de finales de los 70 y primeros ochenta nos ha deparado la historia. Y curiosamente todas las citas con el grupo liderado por el carismático Jim Kerr siempre han tenido algo de especial. En septiembre de 2005 en la extinta sala Aqualung les vi en un reducido concierto de poco más de una hora con el que presentaban en Madrid su por entonces nuevo disco “Black And White 050505” y a cuyo show solamente se accedía por invitación. En febrero de 2012 les vi en La Riviera en la acertada gira con la que reivindicaron sus primeros 5 discos de estudio. En esta ocasión lo especial venía por el lugar del show, el Jardín Botánico de la Universidad Complutense, dentro del festival “Noches Del Botánico”, un recinto más que válido e idóneo para disfrutar como se debe de un buen concierto.

Cuando llegamos al recinto sonaba “Sowing the seeds of love” de Tears For Fears y cuando ya pasábamos por el pasillo de diversos stands escuchamos “Bad case of loving you” del malogrado Robert Palmer. Todo ello venía del dj set de Juan Pablo Jiménez, que fue el encargado de dar el pistoletazo a los eventos de la noche. Antes de la hora que tenían fijada, a eso de las 20:50h, salieron al escenario principal Gimnástica, el artista invitado que amenizaría la espera hasta que a las 22h recibiéramos a Simple Minds. Gimnástica, formación de brío rock concretado en quinteto con 2 guitarras, bajo, batería y cantante que también se hace cargo de los sintes, demostraron energía y potencia. En algo más de 40 minutos dispusieron un set animoso por lo general, en el que hubo varios pasajes celebrables. Se ve que también tuvieron la ocasión de telonear a los Simple Minds en Granada. Aquí debajo Gimnástica en acción.
Los escoceses protagonistas principales de la noche no se hicieron demasiado de rogar. Serían las 22:05h cuando comienza a sonar el sonido intro que nos ponía en sobreaviso de lo que llegaba. Y ahí estaban los Simple Minds, comandados por un excelentemente conservado Jim Kerr, con su sempiterno escudero que es ese notable guitarrista llamado Charlie Burchill. No sabía que Mel Gaynor ya no estaba en la batería (podría ser su hija Cherisse Osei que le ha sustituido) y la plantilla de Simple Minds en directo se completaba con otro guitarrista, bajista, teclista y apoyo vocal en coros. Todo bastante igualitario y paritario en cuestión de género, ya que el grupo cuenta con 3 mujeres que tuvieron su papel relevante en el show con protagonismo destacado en ciertas fases.

Arrancaron con canción del último disco “Walk Between Worlds”, del cual Jim hizo su correspondiente propaganda atreviéndose a afirmar ante el público que era su mejor disco; “tengo cara de no decir la verdad” preguntó Jim a la audiencia. No obstante, eso sería más adelante cuando volvió la banda a retomar el nuevo trabajo de estudio. El pistoletazo de salida vino con “The signal and the noise”, que cumplió voluntariosamente con la ruptura del hielo y dejó la cosa pintiparada para que el grupo comenzara a soltar trallazos sin más concesiones.

La tripleta de canciones que encadenó la banda acto seguido rindió incluso al más escéptico que hubiera podido acudir con ciertas reservas. Y además hay que destacar la variedad de matices en este terceto, vean: “Waterfront”, “Let there be love” y “Lovesong”. Como pueden ver, una de cada época, la primera la que supuso un primer acercamiento al rock de masas perteneciente a aquel “Sparkle In The Rain”. Se representó intensa, como debe ser. La 2ª correspondiente a la etapa del rock maduro de comienzos de los 90 y la 3ª nos metió de lleno en el momento más nuevaolero del grupo, con un guiño de Jim a Madrid en particular recordando con el público en los primeros compases su actuación en Rock-Ola; “éramos muy jóvenes” afirmaba el señor Kerr. Y tanto.
Atreviéndome con mis juicios personales, diré que el show contó en el setlist con todos los “debes” que a priori le exigía. Y, es más, incluso me llevé un tremendo sorpresón cuando sonó maravillosa una de mis canciones favoritas del grupo, que no es otra que aquella deliciosa dedicatoria a Nelson Mandela; no había reparado en ella en los días previos, y por eso cuando Jim avisó que era lo siguiente que venía en uno de los primeros compases del show, se me erizó el vello de los brazos. Fue interpretada correctamente, no como hizo el grupo de forma reprochable en su concierto en vídeo de Verona de los años 90.

También me resultó inesperada la canción título de “Once Upon A Time”, la cual ya desfiló en el tramo final del show. Este disco fue, junto al último lp, uno de los más representados de la noche, ya que también estuvieron presentes “All the things she said” (épica y brutal), y un combo de despedida formado por la emotiva “Alive and kicking” y “Sanctify yourself”; de hecho, no imaginaba que quedaba nada más tras “Alive and kicking”. El grupo bien podía haberse marchado, ya que se habían despedido y a mí (que ya saben mucho que no tengo por costumbre mirar los setlist de la gira antes de a los conciertos), me la colaron doblada. Jim avisó que les quedaba una bala más y fueron capaces de sumar más puntos a la valoración regalándonos una memorable toma de “Sanctify yourself”. Sé que es pedir peras al olmo, pero siempre me quedará la lástima de que quizás mi tema favorito del disco “Wish you were here” lo tengan más que olvidado y descartado para sus giras. En este sector, he de confesarles que “Alive and kicking” fue quizás mi momento más destacado y que disfruté del concierto.
¿Más clásicos que sonaron? Pues cómo no “Don’t you (forget about me)”, que sirvió de plato final antes del retorno para las propinas en parte ya comentadas en el párrafo anterior, “She’s a river” que funcionó realmente bien y uno de los momentos quizás más celebrados de la noche, que fue “Someone somewhere (in summertime)”. No podemos dejar de mencionar la siempre animada y rimbombante “Promised you a miracle”, que supuso la otra pieza que apuntaló en la noche la valía y estela del imprescindible “New Gold Dream (81/82/83/84)”.

Jim Kerr demostró estar en perfectísimo estado. No paró de moverse, abarcando todo el escenario, con sus personales poses y bailes que son tan suyos y aprobando sobradamente en el apartado vocal. Se tomó un respiro para cambiarse la parte superior (que la había sudado a conciencia) mientras que Catherine AD y Sarah Brown interpretaban el notable fin de disco de “Black And White 050505” “Dolphins”. Charlie Burchill estuvo aplicadísimo en su guitarra eléctrica. Tuvo tremendos momentos de lucimiento como en “All the things she said” o haciendo las veces de las notas cristalinas de “Alive and kicking”, en lugar de que la teclista las reprodujera; y es que, tíldenme de nostálgico, como Michael McNeil lo haría, nadie lo hace.

Resumiendo y concluyendo, hora y 45 minutos aprox. de buena música de la mano de una formación que vale su peso en oro y que las 3 veces que les he visto han sabido dejarme marcadas distintas sensaciones. Todas ellas muy positivas. El grupo reivindicó como se debe su nuevo disco, tocando muchas de las canciones del mismo y demostrando que suena realmente bien; no sé si llegará al nivel de excelencia clasificatoria que aseveró Jim, pero siempre he defendido que Simple Minds han sido capaces de editar siempre trabajos realmente dignos. Y la selección de clásicos fue realmente atinada y bien ejecutada.
Resultado: un gran concierto de un grupo que no vive exclusivamente de su pasado y que sigue demostrando vigencia en el directo, siendo capaces de rendir a una audiencia que terminó el concierto totalmente entregada y desaforada al grito de “Sanctify yourself”. Termino agradeciendo a la organización de “Noches Del Botánico” y especial a Pilar González de G-News por sus gestiones de cara a que “DMR” les haya podido narrar en primera persona una de las citas más señaladas del granado cartel del festival en su 3ª edición.
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