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domingo, 23 de diciembre de 2018

Mejor Single Nacional 2018 DMR: “Mira a la gente” de Second

En nuestra tercera elección del mejor single (a nuestro juicio) del año que ya agoniza, de nuevo ha estado la cosa tremendamente nivelada. Finalmente, Second, con su tema “Mira a la gente”, que fuera primer adelanto de su nuevo lp, son quienes se han llevado el gato al agua.

En la presente edición de este título completamente simbólico, competían los de Murcia con los Dorian y su tema “Noches blancas” y con Izal y su potente “El pozo”. Fue el apoyo en las redes lo que deshizo el empate para los Frutos, Robles y Guirao frente a los chicos de Izal, ya que el apoyo popular se tiene en cuenta; los votos de los colaboradores de “DMR” había deparado un empate a 13 puntos, con Dorian situados en tercer puesto con 10.

Felicitamos a Second por este título (sin duda el menos importante que conseguirán con su último lanzamiento) y nos alegramos por ellos, ya que desde que les conocimos es una banda a la que hemos defendido y promocionado desde nuestros dominios de forma muy entusiasta y totalmente desinteresada y altruista. Aquí les insertamos el vídeoclip de la canción.

Veremos quién será el elegido en 2019... Nosotros continuamos con nuestras vacaciones navideñas. Pásenlo bien en estas fechas y que el próximo año, como ya dije al terminar el programa sobre Thomas Dolby el pasado día 15 de diciembre, les permita cumplir todos sus sueños, o al menos aquellos que lleven muchos muchos años anhelando con desbordada fuerza.
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viernes, 21 de diciembre de 2018

DMR cierra por vacaciones de Navidad 2018

Ya saben que en “DMR” nos gusta desconectar de cuando en cuando de la actividad para cargar pilas y volver con energías y ganas renovadas. Por ello, desde hoy pausamos nuestra actividad habitual hasta después del siempre señalado periodo navideño.

Cierto es que habrá un post excepcional en los próximos días en el que con mucha ilusión desvelaremos el ganador de nuestro humilde y solamente honorífico premio de Mejor Single Nacional. Todavía pueden votar por sus candidatos si lo desean.

Lo dicho, regresaremos más o menos a mediados de enero con más revisiones de discos y más programas de radio de nuestra 10ª temporada en las ondas. Pásenlo bien en estas fechas, que tenga unas felices navidades y que el 2019 les depare lo mejor. Les dejo con esta imagen tomada de una céntrica calle del barrio de Salamanca madrileño.
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lunes, 17 de diciembre de 2018

Programa Los Coyotes “Mujer Y Sentimiento” (Temporada 10/ Programa 4)

Entrevistamos con ocasión de rendir tributo a un gran disco como es “Mujer Y Sentimiento” de Los Coyotes, su primer lp, editado en 1985, a su líder Víctor Aparicio Abundancia “Coyote”.

El programa lo estrenamos a fecha 1 de diciembre de 2018 a las 16.00h en el dial de Radio Universitaria de Alcalá de Henares (RUAH), tras la redifusión de 15 a 16h que hicimos del programa sobre Queen y su biopic “Bohemian Rhapsody”. Sin embargo, la grabación del programa la llevamos a cabo el 17 de noviembre en torno a las 14h, previo a la realización en directo del programa sobre Queen.

Víctor Coyote optó muy amablemente por el formato largo de entrevista, aquel en el que el artista nos acompaña durante toda la hora del programa, cosa que valoramos mucho. Durante la hora Mariano Gónzalez y su tocayo servidor le preguntamos varios aspectos sobre la obra que nos ocupaba, la historia de Los Coyotes y su trayectoria profesional en general.

Resultó un programa muy interesante. Les recomendamos que lo escuchen si no lo hicieron en su día. Aquí les insertamos el reproductor y también les dejamos link a Ivoox para su descarga si lo desean. Termino agradeciendo a Víctor Coyote que aceptara nuestra invitación y a mi amigo y mano derecha Mariano González sus gestiones para que pudiéramos llevar a cabo este programa: https://www.ivoox.com/dmr-10-4-audios-mp3_rf_30839720_1.html
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viernes, 14 de diciembre de 2018

Temporada 10/ Programa 5: Thomas Dolby y “The Golden Age Of Wireless” (1982)

Arriesgamos nuevamente en “DMR” al recuperar y reivindicar la figura de un músico bastante olvidado a día de hoy, con su cierta repercusión en la música electrónica de los primeros años 80 del Reino Unido: Thomas Dolby.

La obra de Dolby no deja de ser curiosa, si bien no muy extensa. Y su figura e imagen también iban acorde a su música. Es el debut del año 1982 el disco que les proponemos para este sábado. Hablaremos de sus canciones y otras curiosidades del mundo de Dolby, para poner en valía su papel y para a los curiosos acercarles esta figura algo desconocida para muchos.

Acompáñennos este sábado 15 de diciembre de 2018, en lo que será nuestro último programa del presente año y de la 1ª mitad de nuestra 10ª temporada, la cual retomaremos tras las navidades. La cita, como siempre, en el dial de Radio Universitaria de Alcalá de Henares (RUAH) a las 16.00h.

Links de interés:
Evento en Facebook: https://www.facebook.com/events/335359380528629
Emisión on-line RUAH: http://www.ruah.es/emision-online/
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viernes, 7 de diciembre de 2018

Placebo - Black Market Music (2000)

ANTECEDENTES E INTRODUCCIÓN.
Placebo, en el efervescente mundillo de la música británica de mediados de los 90, se encuadraron en el nicho del sector glam. No faltaban referencias a ese género; cantante andrógino, sombra de ojos, letras ambiguas… También había en ellos cierta querencia por la oscuridad, cierto goticismo heredero de grupos como sus admirados The Cure. Añadamos algo de la rabia juvenil del rock alternativo de los primeros 90 y una pizca de punk y tendremos un retrato robot de la estilística de Placebo en sus primeros discos.

Pero el estilo sin un factor humano reconocible acaba desembocando en un ejercicio de caligrafía vacío y banal. Afortunadamente contaban con un cantante carismático y distintivo como Brian Molko, además de con un puñado de canciones potentes como un gancho directo a la mandíbula.

Su anterior disco, “Without You I’m Nothing” (1998), había aupado a un lugar relevante a Placebo, merced a estupendas canciones como “Pure morning” o “You don’t care about us”, que tenían el soporte además de unos impactantes vídeos. El éxito de este disco venía a refrendar el buen hacer de su debut homónimo de 1996.

Así pues, Placebo tenían carisma, buenas canciones y una imagen reconocible. Bien es cierto que no había nada particularmente revolucionario en ninguna de sus influencias, pero supieron disponerlas de una forma bastante personal y servirlas mediante excelentes melodías.

“Black Market Music”, por lo tanto, tenía el doble filo de tener asegurado un éxito razonable, por pura inercia, pero también significaba tener la presión de continuar con la andadura ascendente en la que se habían embarcado. El resultado de este tercer disco es, a mi juicio, plenamente satisfactorio. Posee buenas melodías en general y buenos singles en particular; buenas dosis de rabia y desazón; y una sofisticación áspera, como de distorsión y melodía a partes iguales. No afirmaría taxativamente que aumentase el nivel artístico de la carrera de Placebo, pero desde se mantuvo en niveles altos. Tirando de mi sempiterna nostalgia, es un disco que tengo muy asociado a mis años de facultad y por lo tanto acreedor de un cariño especial. En estilo no difiere mucho de “Without You I’m Nothing”, si acaso hay algún apunte en un par de canciones y con fortuna diversa. En cualquier caso, “Black Market Music” es una excelente escucha para los que buscan un glamuroso y oscuro rock alternativo. 

Por duración y éxito, la formación de este disco puede ser la “clásica” de Placebo. Comenzó con “Without I’m Nothing”, con la entrada del batería Steve Hewitt, y llegó hasta “Meds” (2006) con la salida del mismo Hewitt. Los otros dos componentes son el bajista Stefan Olsdal y, cómo no, el cantante y guitarrista Brian Molko. Placebo en “Black Maket Music” suenan como una banda bien engrasada que nos ofrece un puñado de buenas canciones. Vamos a por ellas.

ANÁLISIS DEL DISCO.
1. “Taste in men”: Una de las novedades musicales la encontramos en el primer tema. Se han añadido elementos electrónicos. Las bases son maquinales y contundentes, de hecho la canción flirtea con el rock industrial; el propio Brian Molko reconoce influencias de Nine Inch Nails. La pista vocal es fría y algo amenazante. La línea de bajo introductoria, por cierto, es clavada a la de “Let there be more light” de Pink Floyd y a la de “Block rockin’ beats” de “The Chemical Brothers”. Buen tema, sin duda; me gusta su pegada. Fue primer single.

2. “Days before you came”: Seguimos sin abandonar la contundencia, esta vez de la mano de un rock oscuro, directo y denso. Es como una versión tétrica de algún glam rock de Bowie, como “Sufragette City”, y con más distorsión. Si bien la parte instrumental es muy potente, la voz de Brian Molko suena apagada, quejumbrosa. La letra es un poco decadente, con los habituales elementos de la banda: drogas, sexo, malestar vital....

3.”Special k”: Canción similar a la anterior, pero más vivaz; con un tono más “rebelde” y no tan derrotista. Incluso se permite jugar con la épica en el estribillo. La voz de Molko y la aspereza de las guitarras hacen la canción. Junto con las dos primeras canciones forma un trío de temas que son un auténtico relámpago; fulgurantes y directas. El título de la canción, claro está, no se refiere a los cereales para el desayuno; “Special k” es como se conoce en argot a la ketamina: Uséase más drogas. Fue tercer single.

4.”Spite & malice”: Y aquí viene otra novedad estilística. No en el tomo directo y rocoso, sino en la introducción del rap en la paleta musical. Se hace en el estribillo de la mano de la colaboración entre Placebo y Justin Warfield (músico de hip hop que con los años formaría parte del interesante proyecto postpunk She Wants Revenge). En este caso los aires nuevos no suenan particularmente bien, la canción se acaba quedando en una cansina tierra de nadie que pretende ser malota. Quizá contribuya a mi juicio que el rap no se encuentre, en líneas generales, entre mis preferencias musicales. Personalmente, esta canción es un punto flojo.

5.”Passive aggressive”: Es en esta canción donde Placebo echan el freno con un corte de ritmo lento. Las estrofas son tristes y misteriosas, apenas formadas por la voz de Brian y unas guitarras con efectos. El estribillo coge aire y se muestra más eléctrico pero sin abandonar la senda oscura e introspectiva de la canción. El cambio de estilo se agradece y la ejecución es solemnemente ajustada. Quizá aquí es donde se noten las influencias de “The Cure”.

6.”Black-eyed”: Recuperamos la vivacidad, en primer lugar con un pop rock vigoroso y una buena base de batería, y posteriormente con una robusta entrada de las guitarras. Es estribillo es simple pero efectivo, muy subrayado por la voz de Brian Molko. Es una canción donde aunque hay rabia, parece que está más contenida que en los temas iniciales. La letra, eso sí, habla de una especie de inadaptado social, solitario, egoísta y de difíciles orígenes. Placebo también gustan, digamos, de estos “outsiders. Fue cuarto single.

7.”Blue american”: Probablemente el momento más decadente del disco. “Blue american” es una balada absolutamente oscura y desesperanzada, no muy pegadiza de primeras, pero interesante a la larga. Consigue llevar consigo una considerable desazón sin necesidad de una gran densidad instrumental. Todo lo contrario, es una canción muy básica pero que aprovecha bien sus cualidades. Por supuesto Brian Molko canta con considerable melancolía.
8.”Slave to the wage”: Uno de mis momentos favoritos del disco. “Slave to the wage” es un single con todas las de la ley y, probablemente, lo más parecido a un pelotazo que hay en “Black Market Music”. Combativa y pegadiza, pasamos de las vivaces estrofas al épico estribillo de sonido expansivo y memorable. Las guitarras están escogidas con muchísimo tiento para subrayar la canción y el sampler de la canción del grupo Pavement, “Texas never whispers”, acaba por darle el toque. La letra nos habla de la rutina de tener una vida insípida y aburrida, mantenida por un trabajo que no te gusta. O como dice el título ser “esclavo del sueldo”. Muy buena.

9.”Commercial for Levi”: Curiosa canción. Musicalmente es absolutamente naif, casi una nana. Pero una nana bonita, entrañable, juguetona. Y además pegadiza. El contraste está en que la letra habla nuevamente del abuso de drogas y bebidas espirituosas. Concretamente habla de alguien advirtiendo a un amigo que si no cambia su camino de excesos, acabará bastante mal. Es además una canción autobiográfica; el tal Levi formaba parte del equipo de Placebo para una gira (técnico de sonido) y, en una de ésas, salvó a Brian Molko de tener un grave percance tras pillar una borrachera espectacular. Mezcla curiosísima entre letra y música..

10.”Haemoglobin”: No puede tener más contraste con la canción precedente. Ahora estamos inmersos en un tema denso, machacón, desesperado. Guitarras y baterías van a por todas y compiten por el protagonismo de la canción. No es que sea un prodigio melódico pero como grito primitivo cumple muy bien. Una canción tan oscura ha de tener un coherente correlato en la letra. En este caso toca temas raciales; nos habla de los linchamientos de la población negra en el sur de Estados Unidos, particularmente los que se ejecutaban mediante el ahorcamiento.

11.”Narcoleptic”: El disco cierra su tracklist regular con dos baladas, como dejando una estela de introspectiva melancolía. En realidad es un tipo de canción para nada extraño en Placebo. Recordemos, p.ej, que en el anterior disco estaban “Ask for answers”, “My Sweet prince” o “Burguer queen”. En “Narcoleptic” hay una triste dulzura, una cadencia hipnótica y agradable, pero apenada. Nos habla de los efectos obsesivos del amor, que a veces nos deja somnolientos y despistados como a un narcoléptico.

12.”Peeping tom”: Un efecto de guitarra nos sumerge en una canción que perfectamente puede formar una dupla unitaria con la composición anterior. Hermosa y triste, sin muchos subrayados vocales o instrumentales, acabamos el disco de una forma melancólica; de tono bajo. El caso es que cumple su función, se complementa con “Narcoleptic” y deja algún buen apunte melódico. Sin embargo la letra sigue teniendo algo de sórdido. “Peeping tom” en inglés viene a significar algo así como “mirón”. De hecho es una canción sobre el voyerismo donde Brian Molko trata de que sintamos cierta empatía con el “mirón”.

13.”Black market blood”: Tenemos una propinilla en forma de track oculto. Si dejamos pasar unos minutos de silencio tras “Peeping tom” comenzarán a escucharse los acordes de una canción que se ha dado en llamar consuetudinariamente como “Black market blood”. Se trata de una melodía lenta, reptante y oscura. Unos violines desafinados añade una inquietante sensación de decadencia. Una curiosidad.

RESULTADO, CONCLUSIONES Y REFLEXIONES.
Me veo obligado a llevar la contraria al propio Brian Molko en su opinión sobre “Black Market Music”; es el disco que menos le gusta de su propia banda. Para mí es la obra de una banda en su cénit creativo, que podría extenderse hasta “Sleeping With Ghosts” (2003); lo que vino después tiene buenos discos, y brillantez eventual pero no han vuelto a rayar a la misma altura.

“Black Market Music” tiene glam rock punzante, casi punk, y un buen sentido melódico de la oscuridad y de la melancolía cuando bajan las revoluciones. En ese aspecto puede que sea una síntesis de sus dos primeros discos o un resumen de lo hecho por la banda hasta ese entonces, con algún pequeño añadido allí y allá.

A partir de “Sleeping With Ghosts” empezarán a flirtear con la electrónica y bajar el volumen de las guitarras, si bien siempre tendrán un punto indómito. En cualquier caso “Black Market Music” es un estupendo botón de muestra del talento de Placebo y una auténtica ración de excelentes canciones. A disfrutar.
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domingo, 2 de diciembre de 2018

Programa Queen “Bohemian Rhapsody (OST)” (Temporada 10/ Programa 3)

Por segunda vez en nuestra historia radiofónica, en “DMR” nos dio por unir música y cine. Como ya hicimos en su día con “Blade Runner” y la magnífica BSO de Vángelis, en esta ocasión el estreno y visionado por parte de todo nuestro equipo del biopic sobre Queen “Bohemian Rhapsody”, nos ofreció la posibilidad de llevar a cabo este programa.

Fue el pasado sábado 17 de noviembre cuando a las 16.00h en el dial de Radio Universitaria de Alcalá de Henares (RUAH) llevamos a cabo este programa, que también de alguna forma vincula el presente blog con la bitácora “Películas Y Reflexiones”, de la que es titular Mariano González y que en su día hizo una buena revisión del film, narrando además la experiencia conjunta de la visita a sala para verla.

Junto a Mariano González y servidor, también acudieron José Antonio Sánchez, que llevaba por motivos personales justificados mucho tiempo sin poder asistir a un programa, y Luis Felipe Novalvos. Otro punto a favor importantísimo, al menos para mí, es que pudimos contar con la participación telefónica del crítico de cine profesional Jesús Usero, conocido por su labor en la revista “Acción”.

Por si no pudieron escucharlo en el directo ni en la redifusión que llevamos a cabo también en el dial de Radio Universitaria de Alcalá de Henares (RUAH) ayer de 15 a 16.00h como previo al programa-entrevista junto a Víctor de “Los Coyotes”, aquí les dejamos insertado el reproductor y el enlace a Ivoox para que puedan descargárselo si lo desean: https://www.ivoox.com/dmr-10-3-audios-mp3_rf_30478209_1.html
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viernes, 30 de noviembre de 2018

Temporada 10/ Programa 4: Los Coyotes y “Mujer Y Sentimiento” (1985)

Este sábado 1 de diciembre de 2018 a las 16:00h en el dial de Radio Universitaria de Alcalá de Henares (RUAH) dedicamos el programa a uno de los discos más llamativos e interesantes que se editaron en la década de los 80 en nuestro país. No estamos hablando ni de Mecano, ni de Alaska Y Dinarama, ni de Gabinete Caligari, ni de Radio Futura. Los responsables fueron Los Coyotes y la obra es “Mujer Y Sentimiento” de 1985.

Pero si por el disco en sí no les parece motivo suficiente de interés (que les garantizamos que lo es por todo lo que supone en fusión de géneros y estilos), añádanle el incentivo de que contamos en el espacio con la presencia vía telefónica del líder de la banda, Víctor Aparicio Abundancia o Víctor Coyote sencillamente.

Amablemente estuvo con nosotros colgado del teléfono la hora de duración del programa y nos comentó a Mariano González y servidor de ustedes muchas cosas interesantes sobre el disco y sobre su trayectoria profesional en general.

Les esperamos y espero que disfruten de un programa que sin duda alguna ensalza de alguna manera el trabajo que realizamos en las ondas por la presencia de una figura de nuestro panorama cultural como la de mi tocayo Coyote, al cual admiramos y apreciamos desde “DMR” y que por otro lado no dejaba de ser una cuenta pendiente que teníamos desde hace tiempo y que gracias a Mariano González y sus gestiones hemos podido saldar y llevar a cabo.

Links de interés:
Evento en Facebook: https://www.facebook.com/events/361260374450114
Emisión on-line RUAH: http://www.online.ruah.es/
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martes, 27 de noviembre de 2018

DMR entrevistó a Los Coyotes

Hacía tiempo que en “DMR” no llevábamos a cabo una entrevista y más tiempo aún desde el último invitado mítico que amablemente se ofreció a compartir una hora de radio con nosotros. Y el pasado sábado 17 de noviembre, previo al programa en directo sobre “Bohemian Rhapsody” de Queen, llevamos a cabo la grabación del programa entrevista que les ofreceremos este sábado en nuestro horario habitual de 16 a 17:00h en Radio Universitaria de Alcalá de Henares (RUAH).

Fue Mariano González quien se encargó de contactar y acordar la entrevista con nuestro invitado, el cual es ni más ni menos que Víctor Aparicio Abundancia, Víctor Coyote, líder de Los Coyotes. El motivo fue principalmente dar merecido tributo al disco de debut de la banda, el “Mujer Y Sentimiento” de 1985 y de paso comentar otros aspectos del devenir profesional de Víctor.

Escogió acompañarnos en formato de larga duración, durante todo el programa, y nos comentó muchas cosas interesantes que podrán escuchar en la emisión de este sábado y otras que se quedaron fuera de micrófono, quizás reservadas para un especial de inéditos de “DMR”. No se pierdan este programa tan interesante que les hemos preparado para este sábado 1 de diciembre de 2018.

Agradezco desde aquí personalmente a Víctor Coyote su amabilidad y colaboración y a mi amigo y mano derecha en “DMR” Mariano González su proactividad para conseguir ejemplos de entrevistas tan interesantes para nuestro espacio en las ondas.
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domingo, 25 de noviembre de 2018

Concierto Amatria. Madrid (22-11-2018)

“La Sala But era una Fiesta”. Con este atraco a Hemingway podríamos resumir la actuación de Amatria en Madrid. La Sala But acabó bailando, coreando, cantando y aplaudiendo al ritmo que marcaba Joni Antequera (líder del proyecto) desde el escenario. A ello se presta su música, rítmica y danzarina en gran medida, que últimamente además se ha ido nutriendo de esencias latinas.
La electrónica cuenta mucho en Amatria y aunque podamos definir su música con adjetivos de tipo sintético (electropop, dance, techno, etc) el común denominador a lo que todo va a parar yo diría que es el pop. Ni más ni menos. Pop de saludables melodías y de concatenación de estrofas-estribillo de toda la vida; todo dispuesto con buen gusto. Dentro del ciclo de conciertos Mad Town Days, a caballo entre Madrid y Barcelona, fuimos acreditados para ver a Amatria pensando, como así fue, que sería una buena ocasión para disfrutar de una buena velada de indie español.
Cuando llegué a la Sala But, sobre las 20:45, ya se podía palpar un ambiente razonable que fue in crescendo progresivamente; como suele pasar acusadamente en los conciertos entresemana. Como continúo cojo lo primero que instintivamente busqué fue el puerto seguro de un lugar donde poder sentarme, cosa que resulto fácil pues en los flancos y en el fondo de la sala hay un banco corrido para tomar asiento. Buena parte de él estaba ocupado y calibrando las variables “visibilidad” y “disponibilidad” me coloqué más o menos al fondo de la sala.
La cosa llevó retraso. La actuación estaba programa para las 21:00 y finalmente el concierto debió de comenzar alrededor de las 21:30. A esas horas el ambiente era ya formidable, para bien de Amatria, pero no tanto para mí pues tenía una pequeña muralla de gente muy próxima que me dificultaba la visión. Cosas del directo, oigan. El repertorio, ya lo adelanto, se sustentó exclusivamente en canciones de sus dos últimos discos: “Amatria” (2015) y “Algarabía” (2017) (más una cosilla más). En el escenario tres personas; Joni Antequera encargado de un teclado, de las programaciones y guitarras acústicas; de apoyo un batería y un guitarrista que lució durante todo el show una guitarra eléctrica de doble mástil. El baile comenzó con el primer tema del último LP, la fenomenal “Discordia”; una de esas canciones que aúnan el baile y el ritmo con la introspección. Fue una buena señal que él público coreara y se moviera al compás desde el mismo inicio.
Las dos siguientes canciones nos retrotraen a su disco “Amatria”. La exultante, sobre todo en la música, “Me falta algo” (a estas alturas quizá un pequeño clásico para los fans) y la más reflexiva “Hay miedo”. Ya más entrados en calor, la conexión se confirma que funciona; Joni saluda al público y el público, a su vez, se muestra receptivo.
La siguiente canción, según nos dijo Joni, nunca la había tocado en directo, de modo que nos llevamos a la saca una muestra inédita en directo. Se trata de “Tú”, correspondiente al sector melancólico del último disco de Amatria. Sonó igualmente bonita, pero yo diría que con más “beats” que en estudio. Ya lo decían Ultravox aquello de “Bailar con lágrimas en los ojos”. ¿Cómo resistirse a esos tecladillos estilo Casio de “La Buhardilla”? Y sobre todo a ese inconmensurable acercamiento al pop que siguió manteniendo en movimiento a los asistentes. Y si no, vean el vídeo.

Fusionada con la anterior canción vino enlazada “Lobo”, momento funk de la noche y segundo elemento de lo que, a su modo, fue una pequeña suite. Joni nos anuncia que ha llegado hora de una rumba, de modo que en consecuencia sonó “Siempre que quiera”, que por muy rumbera que sea pertenece al sector reflexivo de su último disco. Joni cada vez estaba más parlanchín y entre canción y canción nos daba alguna pista de lo que iba a sonar o bien nos contaba el germen de algún tema.
Algo así sucedió con “El coche fantasma”, canción particularmente positiva y luminosa y por ello bastante apta para los directos. Personalmente uno de los momentos más divertidos de la noche. Algo más sesuda es “Además”, pero no deja de ser un vigoroso medio tiempo que engrosó la cuenta de canciones del disco “Amatria”. “Un poco de fe” es una mezcla de sensaciones, algo meditabunda y apagada en las estrofas y positiva y resplandeciente en el estribillo. Además contó con un cantante adicional, invitado por Joni para subirse al escenario. Lo que nos lleva a otro de los momentos clave de la noche. Hace poco Amatria ha estrenado un nuevo single. “Un alud”, que es una canción entre lo acústico, lo electrónico y la influencia latina en las bases, pasa por ser una canción hermosa y cuyo sencillo estribillo “es un alud de luz” viene que ni pintado para los directos. Esta canción está hecha a pachas con el dúo Delaporte, formado por Sandra Delaporte y Sergio Salvi, que no podían perderse el evento de ayer de ninguna de las maneras. Joni nos invitó a invocarles para que salieran al escenario e interpretaran “Un Alud” con él. Dicho y hecho. Es muy destacable la actuación de Sandra Delaporte que con un desparpajo vivaracho y casi huracanado dio un brío enorme a la canción. Vean el vídeo de la canción.

Lo que escuchamos después fue una canción con nombre de ansiolítico, “Atarax”, que a pesar del título puso a bailar a la gente en uno de esos momentos en que Amatria maneja tan bien la electrónica. La noche avanzaba y antes de dar paso ya a los bises vino una de las curiosidades de la noche; una canción instrumental convirtió a la Sala But en una discoteca químicamente pura. Nos referimos a la interpretación de “Humanos vs. máquinas”, cierre del último LP de Amatria y, que tras comenzar suavemente a base de arreglos de cuerdas, acaba progresando en un auténtico pelotazo dance. Joni estuvo muy intenso manejando ritmos y sintes mientras nos arengaba a bailar. Y a fe mía que encontró respuesta.
Y los bises fueron todo trallazos dentro del repertorio de Amatria. Todos cinéticos, contundentes, rítmicos. Astutamente alineados para crear un subidón. La serie empezó con la frenética “Animal”, que a pesar de ser un tema reciente parece ser ya una canción imprescindible. Además, este tipo de música con letras vitriólicas suelen tener buena acogida. Más acción todavía con “El golpe, coreada con por un público ya extático, sencillamente entregado.
Pero Amatria sube la apuesta con el que es su mayor éxito hasta ahora, “Chinches”. Allá por 2015 contó una gran cantidad de reproducciones y desde entonces es probablemente su canción insignia. Y como estilística pop es una canción incontestable, construida, casi esculpida, para ser tarareada. Es fácil imaginar que el recibimiento fuera apoteósico. Tanto, que casi pensé que el concierto acabaría allí, con esa nota altísima. Pero faltaba algo. Algo que, yo por lo menos, no había visto nunca.
La canción que quedaba era “Encaja” y efectivamente la había pasado por alto como canción que casi a la fuerza tenía que caer. Lo que no podía esperar es que subiese al escenario a otro invitado. Su madre. Es la primera que veo a un artista cantar con su madre sobre las tablas. Aunque mirándolo bien está justificado porque en la versión de estudio la madre canta un fragmento: “Joni sal a bailar”. Con tan divertida sorpresa se acabó el tracklist de la noche, pero antes de irse Joni nos dijo que quería que escuchásemos algo. Y en ese momento comenzó a sonar “Me sube la bilirrubina” de Juan Luis Guerra, del cual Joni es admirador confeso.
Aunque tuvo sus momentos introspectivos o levemente melancólicos, la actuación de Amatria fue algo que sabe a hedonismo, a fiesta, a pop. Ese sabor me dejó al menos. Está bien, porque de ese modo sales con la sonrisa puesta.

Texto, fotografías y vídeos: Mariano González.
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viernes, 23 de noviembre de 2018

Arcade Fire - Everything Now (2017)

ANTECEDENTES E INTRODUCCIÓN.
Pues sí, con “Reflektor” el grupo no consiguió mantener la masividad de “The Suburbs”. Aunque sea quizás mi disco favorito del grupo, cierto es que su viraje al cierto experimentalismo no caló entre las masas que se rindieron ante el disco de 2010. De hecho, por España pasaron a modo de algún festival, pero no hubo conciertos de gira individuales.

Los Butler, Chassagne y cia. volvieron hace cosa de un año con “Everything Now”, un disco que ahonda en la electrónica y el baile, pero restando hermetismo al conjunto. Se presentó de la mano de la canción título, que es una canción de sonido alegre, válida para intentar volver a hacerse amables a sonidos más abiertos.

Mariano González, en nuestros debates personales musicales (al margen de los que compartimos con ustedes en nuestro programa de radio), me ha comentado que, estableciendo un paralelismo con U2, “Reflektor” sería el “Zooropa” de los canadienses y “Everything Now” el “Pop”. Y estoy bastante de acuerdo.

En conjunto, es un disco que considero muy válido, de los que van ganando con las escuchas, si bien tiene sus pequeñas taras que de haber sido limadas hubiera conseguido un resultado más redondo. Soy defensor en general del último disco de Arcade Fire, pero ello no quita que les advierta de lo que no me agrada en particular.

ANÁLISIS DEL DISCO.
1. “Everything now (continued)”: El disco tiene una envoltura temática, ya que arranca como acabará, con una intro y una outtro que de modo hedonista y ensoñador abundan sobre el single de adelanto de la obra. En este primer pasito, es el preludio lógico para meternos con la canción principal de la que deriva.

2. “Everything now”: La canción título de la obra es un ejemplo de pop luminoso. Sería un ejercicio de coger un “Rebellion (lies)” y quitarle la épica, para movernos en terrenos menos trascendentales. Y no está mal. Cierto es que de primeras escuchas tampoco me llamó la atención, pero a día de hoy me consigue agradar. El grupo sale tocando en mitad del desierto en el videoclip, en un ejercicio audiovisual promocional bastante sencillito.

3. “Signs of life”: Algo misteriosa y nocturna, y también obsesiva, resulta “Signs of life”. Win canta de forma sesusa y Règine ayuda como debe ser en las segundas voces. Canción que termina abriéndose paso con el resto de las escuchas y que ayuda a crear un buen arranque de disco.

4. “Creature comfort”: Fue en el concierto del pasado mes de abril en el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid cuando me quedé enganchado a esta pieza. Hasta entonces tampoco le había prestado excesiva atención. Sin embargo, su toma en directo funcionó muy bien, y más aún al ayudarse de ese vídeo mal encuadrado que tiene con el grupo tocando en una habitación. Suena a proclama la fuerza con la que Régine y Win gritan al unísono: “Creature comfort, make it painless”. Maravillosa. Quizás uno de los momentos épicos del disco y que tiene lejanos ecos de “Funeral” (de hecho, no será en vano que exista una cita o referencia al debut del grupo en la propia letra).

5. “Peter Pan”: Con “Peter Pan” estamos ante un ligero ejercicio de experimentalismo minimalista a base de inquietantes arreglos sintéticos. Bien Win al micro que canta de forma cercana y sentida. Manierista en cierta forma, es una canción sin grandes ambiciones, pero a la que se le coge su cariño por su cierta rareza y exotismo y porque tampoco es pretenciosa.

6. “Chemistry”: Quizás “Chemistry” sea de mis pasajes prescindibles de la obra. Es algo reiterativa y no aporta demasiado. Sin embargo, ha sido reivindicada como single con un videoclip que de la misma forma tampoco es nada del otro jueves.

7. “Infinite content”: Ahora llega una suite de 2 canciones. Misma letra, pero que se diferencian en la melodía. Primero nos toca la parte atropellada, en plan estampida de búfalos, con Win completamente desatado acorde con la música.
8. “Infinite_content”: En la 2ª parte, “Infinite_content” se relajan y se pone melódica y hasta bonita y relajante. Curioso experimento musical situado en la mitad de obra.

9. “Electric blue”: En “Everything Now”, Règine se vuelve a anotar una gran canción. En este caso, uno de los adjetivos del título están en consonancia con su sonido. “Electric blue” es un ejercicio electrónico algo lisérgico por el tono tan agudo en el que se muestra Règine en el micro. Es quizás de las canciones más accesibles y amables del disco, que fue single y contó con un videoclip en el que Règine anda por la calle en mitad de los restos de lo que parece ha sido un desfile o sambódromo. De mis favoritas del disco.

10. “Good god dawn”: “Good god dawn” es una especie de interludio entre varios pesos pesados de la obra. Es una canción lenta, con Win cantando con cierto tono desabrido, que tarda en ser identificada en el disco.

11. “Put your money on me”: Lo que viene a continuación, también es una especie de suite de 2 canciones, puesto que “Put your money on me” y “We don’t deserve love” fueron editadas en formato vídeosingle en un mismo clip titulado “Money + Love”. “Put your money on me” es frenética, hipnótica, obsesiva y quizás de los mejores momentos del álbum. Creo que se busca esa repetición a modo de mantra. Canción efectista y que puede ser un pequeño clásico para la historia del grupo.

12. “We don’t deserve love”: Tras lo movido llega la calma. “We don’t deserve love” es una preciosa balada bien llevada a cabo por Win en las voces, con Règine también notable en coros (aquí no hay estridencias). Una pieza lenta, bonita y sosegada para ir acabando con la obra. El videoclip conjunto muestra una especie de venta al diablo por parte de la banda, en el que la ambiciosa directiva que les contrata es Toni Collette, que da mucho empaque al resultado con su presencia. El grupo se vende al mercantilismo (cosa que es temática básica dentro del disco), luego se arrepienten, pero terminan viendo que al final son esclavos de sus acciones. ¿Paradójico? Puede.

13. “Everything now (continued)”: El disco termina igual que empezó, con los sonidos ensoñados de “Everything now”, a modo de darle si cabe más empaque a la obra. Epílogo acertado, que nos despide amablemente y con menos intensidad que la emoción que causa “We don’t deserve love”.

RESULTADO, CONCLUSIONES Y REFLEXIONES.
A ver, el resultado mediático no es malo, en el sentido de que el grupo ha seguido girando en grandes recintos arena, con gran éxito de audiencia. Si bien, hay muchos sectores que este disco no les ha gustado tanto. Hay intentos del grupo por crear nuevos himnos (y yo creo que lo consiguen en algunas ocasiones como con “Creature comfort”), pero está claro que el grupo busca más hacer bailar que otra cosa.

A mí me parece bien. Me gustó “Reflektor” y me gusta este “Everything Now”, aunque quizás menos que su predecesor. Arcade Fire son una banda consolidada y quizás este disco no les haya hecho ganar nuevos adeptos (o al menos no muchos), y puede que haya cabreado a fans originales más puristas (conozco algunos). Sin embargo, otros seguimos dándoles el aprobado y nos divertimos mucho en los conciertos de su gira (si bien también conozco a alguien que el concierto de Madrid le horrorizó; no diré nombres).

Tras este disco de tibio resultado crítico, tengo curiosidad por ver qué hace el grupo en su siguiente paso. Creo que la banda tiene el suficiente criterio para hacer lo que ellos sientan, más allá de opiniones de crítica o fans. Les veo con personalidad. Creo que no me sorprenderán en ese sentido. Esperaremos, pero de momento yo les puedo decir que hoy he vuelto a escuchar el disco (no necesariamente para escribir el post, puesto que me lo sé bastante bien) y me ha reportado un rato agradable de escucha musical. Es lo que hay.
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jueves, 22 de noviembre de 2018

Concierto La Broma Negra. Madrid (17-11-2018)

SINOPSIS (por Víctor Prats)
Que el concierto de La Broma Negra, prefijado para el pasado sábado 17 de noviembre desde mucho tiempo antes, traía novedades, era algo muy patente. Más allá del hecho principal que supone presentar un nuevo disco, en este caso el “Los Extraños Tienen Los Mejores Caramelos” del presente año, los cambios en la formación teñían la fecha de algo especial. La marcha a comienzos del pasado verano de David Infantes, teclista en los últimos tiempos de la formación y que cada vez iba cogiendo más protagonismo en el directo del grupo, y sobre todo de Álex Gómez, el guitarrista y mano derecha de Carlos Caballero desde hace mucho tiempo, supuso un trauma en el seno de La Broma Negra.
Carlos Caballero, todavía con la compañía de Laura Pérez, mantuvo el pulso y ha conseguido estabilizar al grupo. Con nuevo material y la nueva situación, LBN se presentaba en la sala Hangar 48 de la calle Bailén, arropados de los incondicionales de la banda, entre los cuales nos encontramos. El algo más de medio centenar de personas que allí nos congregamos (nosotros llegando en la 4ª canción por motivos justificados), estuvo entusiasta, dando aliento al grupo y viviendo con muchas ganas cada una de las canciones que sonaron (tanto las nuevas como las ya conocidas de hace tiempo).
La sala no está mal y le vino bien a la banda, pero el sonido a ratos no fue el mejor, con algunos ruidos en los micros y algún que otro fallo técnico. Carlos estuvo con fuerza y aplomo durante todo el show, pero yo me quedaré en la retina con la interpretación de “Nieto de maestro de escuela”, en la que la emoción flotó en el ambiente como nunca lo había visto en un concierto del grupo, lo cual no es decir poco; Álex Gomez, al fondo de la sala (al lado de nosotros), coreaba las canciones, y se dio un punto en el que noté que los antiguos camaradas cruzaban las miradas. Carlos tuvo que mantener la emoción para llevar a cabo la canción; habrá pasado lo que haya pasado (las partes han sido muy respetuosas y no han saciado nuestro curiosidad del verdadero motivo de la marcha de Álex, lo cual demuestra elegancia), pero lo que está claro es que el cariño y lo vivido sigue ahí, aunque las vías se hayan separado.
Al margen de esto, el grupo respondió bien con la nueva formación. Laura sigue ofreciendo un buen complemento al directo, con su percusión y sus performances (por no mencionar su look) y los nuevos músicos de directo (que no miembros oficiales de LBN) completaron bien el sonido con bajo, teclados y guitarra. Esta es la nueva Broma Negra. Tras mucho tiempo, el grupo afronta una nueva etapa en lo que a formación se refiere y también a sonido (nótese la ausencia de teclados en el último disco). Mariano González ahora les narrará más al detalle. Para mí era una ocasión especial, distinta a otras, en la que había que estar más que nunca. Me alegro de haber podido acudir y ver que La Broma Negra se mantiene en pie y con solvencia.

CRÓNICA (por Mariano González)
Finales y comienzos, de todo hubo en el concierto de nuestros predilectos La Broma Negra. Por un lado presentaban su último disco “Los Extraños Tienen Los Mejores Caramelos”, evento inicial y puesta de largo de nuevas canciones, y por otro la anterior versión de La Broma Negra había dado carpetazo a su existencia. En efecto, Álex Gómez y David Infantes ya no están en la formación de la banda; particularmente extraño se nos hizo no ver a Álex sobre las tablas, siempre lo habíamos visto acompañando a Carlos con su guitarra; no olvidemos que además es un componente que llevaba unos veinticinco años a bordo.
Circunstancias y finales de ciclo conllevan a veces este peaje, pero la vida continúa y La Broma Negra también. Pero también hubo otro inicio. No se piensen que el concierto solo supo a despedida, también hubo savia nueva que esperemos que fructifique y dé lugar a una provechosa etapa. De momento se mantiene la formación de cuarteto, a Álex lo sustituyó Sergio y a David, Jesús, que, y aquí está la novedad, además de los teclados se encargó de aportar principalmente un bajo. Ambas novedades conllevaron un cambio de sonoridad en algunos detalles. La Broma Negra sonaron más orgánicos que nunca, con menos presencia de teclados y programaciones. El bajo, desde el punto de vista rítmico, aporto más grosor, y las guitarras, por su parte, añadieron alguna sonoridad nueva; algún tono más funk, algún punteo distinto…
Yo, por mi parte, llegué al evento alrededor de las 21:30, quizá demasiado pronto. Al ver que en la sala Hangar 48 no había nadie esperando en la puerta me introduje como quien no quiere la cosa para comprobar que ya estaba sonando la música. ¡Horror! ¿Había empezado ya el concierto? ¿Me había equivocado de hora? Para añadir extrañeza al asunto no había nadie facilitando entradas o acreditaciones, casi parecía un bar fantasma. Por las indicaciones de un miembro de la sala deduje que lo que sonaba era la prueba de sonido y que yo me había adelantado. Volví a salir a la calle y allí, sentado en un pivote, esperé la apertura definitiva.
No pasa nada. Vuelvo a entrar y me encuentro a Carlos que sale a fumar un piti y nos saludamos brevemente. Cuando entro en el recinto del concierto veo una banqueta salvadora, sin duda situada a requerimiento de La Broma Negra para que yo pudiese ver sentado cómodamente el concierto. Desde aquí todo mi más profundo agradecimiento para la banda y sus constantes desvelos conmigo. Y, cómo no, a la sala Hangar 48 por su ayuda. La sala fue adquiriendo color poco a poco hasta reunir alrededor de una cincuentena de personas. Acaso no fuera un aforo espectacular, pero todos éramos cómplices y apasionados seguidores. Lo que se dice una pequeña logia; una hermandad musical. Víctor Prats llegó acompañado de su novia Susana algo más tarde del inicio y se colocaron algo más atrás.
Creo que eran las 22:15h cuando la música empezó. Siendo como fue la presentación de su último disco, “Los Extraños Tienen Los Mejores Caramelos”, es evidente que las canciones recientes iban a tener una presencia importante. Y así fue realmente. Las seis primeras canciones fueron de su último LP. Abrieron fuego con “Teme al hombre de un solo libro”, canción de furibundos cambios de ritmo, que de la calma reflexiva pasa fácilmente a la rabia. El papel de la guitarra de Sergio y la percusión de Laura fue muy destacado. “Séptimo hijo varón” fue más melódica, resultando un buen y melancólico medio tiempo con el pegadizo fraseo de Carlos “Andad de día, que las noches son mías” (algo parecido a lo que se supone que dice la Santa Compaña, creo). Las letras de Carlos siguen siendo crípticas, líricas y bellas. Llega el momento del que fue el primer adelanto de “Los Extraños Tienen Los Mejores Caramelos”, la atronadora “Demonios en el jardín”; una furibunda muestra de rock industrial, poderosísima y apabullante. Aun así es una canción pegadiza, que tocada en directo nos electrizó a todos; por cierto que es una adecuada música, teniendo en cuenta que la letra se inspira en “El Paraíso Perdido” de Milton y su agitada teología.
Tiempo después para otro single de este mismo año, “Banderas de nuestros padres”. Es una canción que ya de por sí me gusta bastante y que en directo tuvo un digno reflejo, manteniendo ese inquietante (y sorprendente) inicio, con la participación vocal importante de Laura y un estribillo perfecto para corear. También es muy pintona para el directo “Niñera de gigantes”, de intrincando ritmo constante y cuya musculatura en el estribillo queda muy bien sobre el escenario. Además también permite cantar más a Laura. Qué bueno, además, que incluya a un personaje de “Las Meninas” en la letra. Serán manías mías, pero las canciones que incluyen referencias al Madrid de los Austrias tienden a gustarme. Cada cual con sus rarezas, es un sitio con mucho encanto para mí. Lo que pasa es que no son muchas que yo recuerde; así a bote pronto “Oro negro” de Tino Casal, “Los niños de Dickens” (también de La Broma Negra), y la que sonó a continuación: “Rimas y leyendas”. Fetichismos líricos aparte, es una magnífica canción en forma de medio tiempo vigorizante, pegadizo y motivador. Me vengo arriba cuando la escucho. También molan las referencias historicistas que suelen ser habituales en Carlos. Aquí va un vídeo.
La séptima canción fue la primera en mirar hacia atrás en el tiempo, aunque no demasiado. En realidad siguieron dos canciones de “Amigos, Temo Que Ya No Estemos En La Tierra” (2015), unidas por un vínculo de melancolía muy características y que trajeron momentos de notable emoción. Estoy hablando de “La enfermedad del beso” y “Mientras ella cerraba las cortinas”, algo más roquera la primera y desolada la segunda, con una muy buena interpretación por parte de Carlos.
“Su decisión mi capitán” es por derecho propio un clásico consolidado de la banda y siempre una magnífica elección sobre las tablas. Pudimos disfrutar de una magnífica y enérgica rendición a cargo de un conjunto, creo intuir yo, que se iba sintiendo más cómodo sobre el escenario. El contrapeso pausado fue “Los hijos de las brujas”; con su aire de cuento de hadas consiguió aquietar el temperamento heredado de la canción anterior. “Los cuerpos celestes” es pura épica, y un momento perfecto para dar rienda suelta a la vena teatral de La Broma Negra. En la ecuación se juntaron los componentes de la expresiva actuación de Carlos, la vistosa performance danzante de Laura y en general el sólido sonido que la canción requiere. Siempre es un punto alto de los directos.
“Heridos” fue la continuación directa y perfecta en cuanto a intensidad, con sus clásicos y vivaces redobles de batería y la dramática melodía vocal. Incluso sonó más agresiva que en otras ocasiones debido a la adición del bajo y al buen nivel de la guitarra. La canción sonó expresiva desde el principio, merced sobre todo al sonoro rugido de Carlos en la intro. Como hidratarse es muy importante en cualquier esfuerzo, Carlos en particular y la banda en general se trasegaron no sé cuántas botellas de agua mineral, necesitando incluso hacer un llamamiento a la barra para que trajesen más provisión. No me extraña, si yo tuviera que actuar durante tanto rato necesitaría decalitros de bebida energética.

La oscuridad pausada llegó con “Amo al cantante, pero odio la canción”, una especie de dark folk de ritmo hipnótico que mejora con las sucesivas escuchas. Fue la manera de retomar “Los Extraños Tienen Los Mejores Caramelos” en su tono más reflexivo y decadentista; además es un ejemplo de la mayor participación vocal de Laura. Muy interesante. Retorno a la intensidad con la excelente “Protege tus secretos”, una canción siempre motivante y rotunda que me llevó a pensar en La Broma Negra como en una banda rock casi pura. En parte por el nuevo enfoque más orgánico y en parte por las características de la canción. Fue la segunda representación del disco “Desilusiones De Grandeza” (2012) que sonó.
Se echaba de menos alguna canción de “Joyas De Princesas Muertas” (2010) y en el tramo que vino a continuación nuestra hambre iba a ser satisfecha. Para empezar sonó “Los niños de Dickens” (¡Madrid de los Austrias!), siempre perfecta para corear con el público. Hubo un interludio para volver al último disco de la mano de “Rey cuervo”, canción pausada y melancólica con una notable aportación vocal de Laura acompañando a los dejes ligeramente folk. Fue segundo single, contrastando fuertemente con “Demonios en el jardín”.
Hora del baile y del regreso a “Joyas De Princesas Muertas” mediante la clásica “Cenicienta”, celebrada por los acérrimos de La Broma Negra (sospecho que lo éramos todos). Y a partir de aquí pone el turbo precisamente “Joyas De Princesas Muertas” con tres canciones seguidas más. Todas ellas curtidas en muchos directos y siempre disfrutadas; como efectivamente ocurrió una vez más. Nos referimos a “Balas para matar el tiempo”, “Cuidado con lo que matas” y “Nieto de maestro de escuela”; la primera más luminosa, la segunda muy beneficiada del bajo de Jesús y la tercera siempre emocionante (Víctor Prats me dijo que había visto a Carlos particularmente emocionado en un momento de esta canción, y es posible que así fuera) y con un punteo de guitarra, creo, algo distinto al usual.
Para cerrar el tracklist La Broma Negra fueron valientes. “Martín pescador”, que también cierra el disco, es una canción con unos arreglos casi célticos y algo barrocos difíciles de emular en el directo. No obstante el grupo superó con nota el reto y consiguió un buen acabado. Carlos, además, estuvo muy teatral fumando en pose casi desafiante.
Hablar del aspecto de una banda sobre el escenario suele ser un tema banal y escasamente interesante, pero en el caso de La Broma Negra a menudo es un elemento muy cuidado y parte importante del show. La primera puesta en escena de la nueva formación fue más sobria que en otras ocasiones, siendo lo más llamativo la vestimenta de Laura que según Carlos se correspondía con una virgen mexicana. De todos modos sí quedó algo de la buena y antigua teatralidad de la banda. En cuanto a los componentes de DMR, una vez acabó la música no tardamos mucho en salir. Nos hubiera gustado quedarnos un poco y hablar con el grupo y, de paso, saludar a los nuevos de a bordo. Sin embargo fue un día largo para nosotros y había cansancio. Ojalá la próxima vez haya ocasión. Sí departimos muy brevemente con Álex, presente en esta ocasión desde la pista y al que deseamos toda la suerte del mundo. Quisiera recalcar mi agradecimiento a la banda por facilitarme asiento y por ser siempre tan atentos con DMR. Espero que volvamos a vernos muy pronto.
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lunes, 19 de noviembre de 2018

Concierto The Coral. Madrid (16-11-2018)

Mis flirteos con The Coral tienen ya unos añitos y el concierto del Son Estrella Galicia, en el club Changó, ha desempolvado de mi memoria recuerdos un tanto dispersos. Allá, a principios de los 2000, M80 tenía una serie de locutores y programas dignos de una auténtica época dorada. Hablo de Julián Ruiz, Santi Alcanda, el añorado Ángel Álvarez o Rafael Abitbol. Éste último tenía un programa vespertino llamado “La Música Que Viene” donde, como su propio nombre indica, se comentaba la actualidad musical. Muchos de los artistas que ahí aparecían eran de calado indie, alejados de las cadenas generalistas; así, por ejemplo, descubrí cosas interesantes como Mando Diao p.ej. Y también a The Coral.
Todo empezó con su debut homónimo de larga duración en 2002, donde había un puñado de canciones efervescentes, locas, fumadas y muy divertidas. Rafael Abitbol programaba las que a la postre han sido dos grandes clásicos de la banda “Goodbye” y “Dreaming of you”. Al año siguiente “Magic And Medicine” ponía encima de la mesa otro buen puñado de canciones, igualmente divertidas pero más reposadas. En “La Música Que Viene” solía caer “Don`t think you’re the first”. De los discos posteriores me gustaron, p.ej, “The Invisible Invasion” (2005), donde Geoff Barrow de Portishead aportó, desde la producción, un sonido más oscuro y atmosférico. Reconoceré que en diversos puntos de su carrera, como últimamente, los tenía un poco desatendidos; así que este concierto es, en cierto modo, la recuperación de un idilio.
Basta de añoranzas. Dentro de la serie de conciertos del Son Estrella Galicia, en todo el ámbito nacional, en el club Changó tocaban de The Coral. Me avisó mi buen amigo Víctor Prats, quien a través de Pablo Sotés, consiguió acreditarme para el evento; por lo tanto es de justicia que les muestre mi total agradecimiento a todos ellos.
Llegué pronto al lugar al club Changó. La apertura de puertas estaba anunciada a las 20:00 y yo me personé alrededor de las 19:50. Todavía no se podía acceder y como no puedo permanecer mucho rato de pie, a causa de mis taras físicas, decidí plegar velas ligeramente y sentarme en las escaleras del anejo Teatro Luchana mientras no perdía ojo de lo que acontecía en la puerta del Changó. A eso de las 20:10 o 20:15, veo con gran sorpresa que la banda llega tan tranquilamente por la calle y accede a la sala; de inmediato se franqueó el paso a todos los que esperaban, y yo, finalmente, me infiltré como acreditado dentro del recinto.
El ambiente era todavía escaso, apenas unas cuantas personas paseando por un recinto bastante cuco para un concierto. Afortunadamente para mi condición física, había en los flancos de la sala unos sillones donde se puede reposar de perlas sin estar lejos del escenario. Para amenizar la espera, sonaron canciones de p.ej The Yardbirds, la Velvet Underground o Cream. Cerca de las 21:00 comienza el concierto. La sala ya ha ido tomando ambiente y color, cosa que está muy bien pero que a mí me dificultaba un poco la visión y por ende sacar las mejores fotos posibles. Finalmente el aforo estuvo a la altura y el ambiente de concierto era muy palpable.
La alineación titular fue la que sigue: James Skelly en las voces y guitarra rítmica, Paul Duffy en el bajo y en las segundas voces, Nick Power en los teclados, Ian Skelly en la batería y Paul Molloy en las guitarras principales. En las percusiones adicionales estuvo Jack Prince.
La primera canción fue, adivinen, una patada en la puerta; “Sweet release” de su último disco “Moving Through Dawn” (2018). O lo que es lo mismo un rock eléctrico, musculoso y dinámico totalmente adecuado para comenzar el recital. Más guitarrera si cabe pero más sinuosa fue “Chasing the tail of a dream” del álbum de 2016 “Distance Inbetween”. Estas dos canciones muestran la faceta más roquera del grupo, de un atractivo estilo retro y sin olvidar un saludable toque psicodélico.
Hora de mirar más atrás en el tiempo con el pop exquisito de “Something inside of me” del muy aprovechable “Invisible Invasion”; sin duda un contrapunto a la pasión roquera del inicio. La electricidad fue más intensa de nuevo con “Outside my window” del “Distance Inbetween”. A continuación vino una seguidilla de canciones de relativo sosiego y altos vuelos melódicos a base de un buen pop rock melódico con toques folk aquí y allí. La bucólica “Jacqueline” del disco “Roots And Echoes” (2007) comenzó este tramo para luego dar paso a dos canciones del gran “Magic And Medicine”; en concreto “Pass it on” y “ Bill McCai”, dos viejas y agradables conocidas. Para remate una de las canciones más puramente pop y más encantadoramente pegadizas de The Coral, “In the morning”; un excelente nexo personal con recuerdos de hace más de una década y de la que grabé este vídeo.

“Holy revelation” fue la vuelta a la electricidad de su penúltimo disco y el retorno de un sonido más bronco pero más energético. Es curioso como en estudio la parte vocal me recuerda a Beck, si bien en directo no fue tan así. Dos canciones más del mismo álbum siguieron a continuación, mostrándonos que pueden manejar la psicodelia de muchas maneras; “Miss Fortune” de una forma relativamente atmosférica y “Million eyes” con un talante más eléctrico, aunque incluye un curioso interludio instrumental. La única representación del disco “Butterfly House” (2010) fue la bicoca pop psicodélica de “1000 years”, buen punteo de guitarra añadido.
En este punto mi situación mejoró. Un empleado del club Changó, que andaba de ronda para comprobar que todo estaba en orden, se dio cuenta de que llevaba muleta y que cada vez había más gente alrededor, con la consiguiente pérdida de visión resultante, y se ofreció a acomodarme en la planta superior, de tal modo que pude ver el tramo final del concierto como si estuviera en un palco y con una visión extraordinaria. Desde aquí muchas gracias al personal del club Changó. Desde tan privilegiada posición pude ver como The Coral retomaban su último disco con dos piezas encantadoras de buen pop rock clásico, “Eyes like pearls” y “Reaching out for a friend” (esta última una de mis favoritas de su repertorio reciente) y un corte más complejo y roquero, con un buen solo de guitarra, como la muy interesante “Stormbreaker”. Y tras esto… los bises.
A estas alturas me extrañaba que no hubieran tocado nada de su disco debut, lo cual me hacía suponer que dejarían alguna perla de esa obra para rematar correctamente el tracklist. Y vaya que si acerté. Para empezar, la primera canción del retorno al escenario fue la inconmensurable “Goodbye”, una de sus canciones que me resultan predilectas desde hace muchísimo tiempo. Yendo a por todas, la banda interpretó de manera espléndida este corte enérgico y loco, alargando de forma antológica el chiflado interludio instrumental haciendo una exhibición que hubiera admirado el propio Syd Barret. En total alargaron la canción hasta el doble de su duración, regalándonos 8 minutos de pura viveza musical. Si no me creen vean el vídeo.
Todas las apuestas, que seguramente todos los presentes nos hacíamos internamente, apuntaban a que cerrarían el concierto con, probablemente, su canción más conocida. Y así fue; “Dreaming of you” sonó frenética, arrasadora, saltarina. El pública venía con la inercia de la canción anterior y con semejante plataforma de lanzamiento todo fue entusiasmo y jolgorio. Y así, con público y banda compartiendo entusiasmo, llegamos al final del evento.
En total fue un concierto de algo más de una hora que no concedió ningún momento sobrante y mostró las diferentes facetas que han caracterizado hasta ahora a The Coral. Pudimos escuchar pop rock de manual, apuntes folk, psicodelia juguetona y rock visceral, pasados por el túrmix de un grupo que siempre tuve la sensación que mereció más atención. Sea como sea nos queda el consuelo de sus conciertos. La actitud sobre las tablas fue muy digna; el más expresivo en movimientos y soltura fue posiblemente el bajista Paul Duffy; como ligero contrapunto James Skelly se mostró más comedido, acaso era una pose, y tranquilo en el micro; si bien tuvo sus momentos más extravertidos. Curioso como entre canción y canción siempre soltaba “Next one!”, a veces añadiendo el nombre del siguiente tema.
Eso son ya sutilezas, para mí fue un placer volver a poner a The Coral en mi vida. Por ello reitero mi agradecimiento a Víctor Prats por confiar en mí para cubrir el evento y a Pablo Sotés por haber hecho las gestiones oportunas para la acreditación. Fue una buena noche.

Texto, fotografías y vídeos: Mariano González.
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