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sábado, 29 de noviembre de 2008

2008 R.E.M. - Accelerate

Para que no se diga que este blog es un anacronismo escrito, en esta ocasión, hablaremos de actualidad. Hoy revisaremos un disco que ha salido al mercado este mismo año y que se trata de la última obra del grupo en cuestión. Cierto es que de los Rapid Eye Movement, R.E.M. para los amigos, podríamos empezar por cualquier otro disco de mayor enjundia (“Green”, “Document”, “Automatic For The People”…), pero si he decidido introducirles a su último trabajo es porque este es bastante digno.

En referencia a mi punto de vista sobre la calidad de un disco, haré un inciso para comentarles lo siguiente. Hasta la fecha no ha existido una crítica destructiva de ningún álbum en esta bitácora. Siempre he dicho que no hay mejor desprecio que no hacer aprecio, por lo que discos que personalmente no me hagan gracia y grupos que no soporte, no harán acto de presencia por este blog. Igualmente me permito recordarles que la utilidad que pretende dar este blog, es que ustedes conozcan discos que merezcan la pena escuchar. ¿Para qué voy a hablarles de un disco que no merezca la pena escuchar? Bueno, no diré que de esta agua nunca beberé por si algún día estoy con las yemas de los dedos envenenadas, de mala leche y me da por descargar sobre alguien, pero en principio eso sería una excepción.

Una vez aclarado o recordado esto, a lo que vamos. Evidentemente, si en la introducción que suelo hacer sobre la situación anterior de la banda a la edición del álbum antes de hablarles del disco, en el caso de hoy me pusiera concienzudo, podría darse el caso de tener que escribir demasiadas líneas y convertir el artículo de hoy en un mini-libro, ya que R.E.M. llevan en activo desde comienzos de los 80 y hoy hablamos de su disco de 2008. Seré breve. R.E.M. se inició como grupo de rock indie que tocaba para minorías y basaba su sonido en vitalidad, ritmo y energía surgido de la new wave. El punto de inflexión en la historia de la banda llegó a finales de los 80 y mediados de los 90 con el lanzamiento de sus trabajos “Document” o “Green” como preludio o tarjeta de presentación a las masas y con “Out Of Time” de 1991 que asociado al himno “Losing my religion” convirtió a R.E.M. en un acontecimiento mundial.

La era dorada del grupo fue sin duda la primera mitad de los 90, en la que estaban considerados como una de las bandas situadas en lo más alto del panorama musical a nivel mundial. A mediados de los 90 se produjo el traumático abandono del batería de la banda, Bill Berry y que hizo temblar sensiblemente los cimientos de la formación, para que finalmente los restantes miembros, Michael Stipe como cantante, Peter Buck a la guitarra y Mike Mills al bajo, consiguieran mantener viva la llama de R.E.M.

Los tardíos 90 y lo que llevamos de siglo XXI, los de Athens (Georgia, U.S.A.; para que no haya confusiones, no son griegos) con cierta regularidad han ido lanzando discos más o menos aceptables que tenían como denominador común al menos un single de fuerte pegada y gran éxito. Ejemplos de ello son “Imitation of life” de “Reveal” de 2001, “Leaving New York” de “Around The Sun” de 2004, “Daysleeper”, “Lotus” o “At my most beatiful” de “Up” de 1997, o el tema de sonido tan clásico “Bad day” de su grandes éxitos de 2003. Algún fallo ha habido, como por ejemplo “All the way to Reno” de “Reveal”, que por mucho carácter benéfico y de homenaje humanitario que tuviera la canción, musicalmente es un tremendo patinazo.

Curiosamente, con su nuevo disco “Accelerate”, se da el caso contrario. Me explico: el asunto es que el disco no dispone de un single de relumbrón que haya sonado mucho en las emisoras, pero sin embargo, puede tratarse del mejor disco de R.E.M. en conjunto desde “Monster” (disco injustamente maltratado e incomprendido) y que llega a superar a “Up” de 1997, que hasta la fecha para mi era lo mejor que habían hecho R.E.M. como nueva obra, ya que “Reveal” a ratos resulta algo anodino, y aunque “Around The Sun” no he llegado a escucharlo, según me han comentado fuentes fiables, es bastante flojo.

En lo personal R.E.M. encabezaron el movimiento “Vote for change” de apoyo a John Kerry para evitar lo que fue el 2º mandato de George W. Bush. Por otro lado, a comienzos de siglo, el sr. Stipe decidió salir del armario y confesar su homosexualidad poniendo fin a las habituales especulaciones que suelen darse.

Comencemos con brío y energía a analizar “Accelerate” de la misma forma que el disco abre. “Living well is the best revenge” puede ser de las canciones más rockeras e intensas que R.E.M. haya compuesto desde los años 80. La guitarra y el muro creado es intenso, tan acelerado como el título del disco. Mike canta de forma atropellada y atropellando, con derroche de energía y rabia, perfectamente acompañado por los habituales coros de Mills. Sin duda es un tema que escuchado en su mp3 o mp4 por la mañana cuando vaya a trabajar, le ayudará a comenzar con la suficiente fuerza el día. Dedicado a George Herbert, clérigo inglés y poeta metafísico, el tema suelta cosas como “no apuntes todos tus puntos de discusión hacía mi, la historia me hará libre, el futuro es nuestro y tú no vales ni una huella en el suelo”. “Man-sized wreath” sigue por la vena vigorosa y guitarrera del comienzo del disco. Ligeramente más pausada, pero igualmente acertada. Estupendo ritmo en el estribillo: “tíralo al fuego, lánzalo al aire, dale una patada en la pista de baile como si no te importara, ¡mira lo que he encontrado! Todo el mundo mira alrededor, todo el mundo mira como si no le importara. Dame algo”. “Supernatural-superserious” tiene una estructura cíclica concretada en que el tema empieza como acaba: “todo el mundo aquí, viene de algún sitio que pronto olvidarían y confundirían”. Uno de los mejores momentos del disco, que en la parte del estribillo incluye coros de Mills apoyando a Stipe. “Hollow man” va a suponer el final del grupo inicial de canciones de alto voltaje que se han dispuesto al inicio del álbum. El comienzo es engañoso, ya que comienza de forma pausada al contrario que sus predecesoras que comenzaban potentes. De hecho, la intensidad se ve concentrada en “Hollow man” en el estribillo de la misma: “Cree en mi, cree en nada, arrincóname y hazme algo, me he convertido en el hombre vacío, ¿me he convertido en el hombre vacío que veo?”. “Houston” supone una bajada de fuerza y está más acorde con los R.E.M. de los últimos 10 años. Bueno, la bajada de la fuerza me refiero a la música en sí, ya que una canción que comienza con “si la tormenta no me mata, entonces lo hará el gobierno” tampoco se pueda decir que se trate de una canción inocente. Nuevamente el compromiso político de Buck, Mills y Stipe hace acto de presencia con la ironía con la que suelen abordarlo: “Houston está lleno de promesas, Laredo es un bonito lugar y Galveston canta como la canción que amo, su significado no ha sido borrado”. Tras un comienzo con tanto ajetreo, conviene hacer una pequeña parada para cobrar fuerzas y afrontar la canción título que vuelve de nuevo a la sorprendente vena rockera que tiene el disco. “Accelerate” está en consonancia con su significado y supone un nuevo ejercicio de guitarras aguerridas bastante acertado. Otro cambio de tercio que está de nuevo en la línea seguida en general por el grupo en discos como “Reveal” concretada en “Until the day is done” y que también se mantiene en “Mr. Richards”. Por otro lado, “Sing for the submarine” tiene un carácter melancólico y agrio. Comienza con una hipnótica línea de guitarra, para que la parte del estribillo se convierta en una melodía oscilante, de regusto triste. Tras haber afrontado este combo de 3 canciones de sonido más calmado, la pareja de canciones que no deja el final son 2 temas rockeros, a un fuerte nivel de intensidad. “Horse to water” tiene un sonido muy parecido al de accelerate, básicamente por el carácter más serio y sesudo del tono empleado por Stipe. “I’m gonna dj” cierra el disco de una forma algo extraña. Es una canción algo experimental y de lo menos convencional que haya compuesto la banda en muchos años. Aquí el muro de sonido que se crea en las pausas vocales de Michael es atronador. Sin embargo en muchos momentos Stipe únicamente se acompaña de unos leves golpes de batería para sostener su voz y de unos incipientes acordes de guitarra.

“Accelerate” es un disco con el que R.E.M. ha querido desviarse de la quizás algo monótona línea recta que llevaban siguiendo desde hacía varios años. El riesgo se agradece y la intensidad y que el grupo afronte un disco con tan descarado enfoque rock es un soplo de aire fresco y demuestra que los de Athens no están muertos o en punto muerto como se podría creer desde hacía un tiempo, cosa que algunos fans declarados me habían comentado. La portada del disco refleja modernidad, urbanidad y el desasosiego y vértigo que ello conlleva, todo muy en boga con el título del disco. Se compone de un collage de rascacielos en el que se puede encontrar si se paran a mirar detenidamente las “Torres Blancas” de nuestra Avenida de América madrileña.

La crítica, en su inmensa mayoría ha visto el disco con buenos ojos y las crónicas y comentarios han sido amables en su inmensa mayoría. No obstante, algunas notables excepciones han existido, y sin ir más lejos, a Julián Ruíz no le ha gustado demasiado que se diga. Desde mi punto de vista, me parece un disco que sin llegar a las excelencias de finales de los 80, como cuando R.E.M. daba forma a discos como “Document”, sí que supone una variación y una apuesta por el cambio por parte del grupo. Una ruptura con lo hecho desde 1994 en adelante y el automatismo en el que el grupo había entrado.

A pesar de que la banda nos entregara canciones puntualmente buenas, se veía una fuerte falta de emoción en los discos y la sensación de que la banda componía de forma funcionarial y casi hastiados. Desde “Monster”, como ya he comentado antes, los discos de R.E.M. (quizás con la única salvedad de “Up”), se trataban de discos impersonales que guardaban una canción resultona editada como primer single. Aquí hay por lo menos 4 canciones de las 11 que te ponen en serias dudas de cual puede ser la mejor y, a juicio de mi oído, no existen temas flojos. Suponemos que a la banda todavía le queda mecha para unos cuantos años, con sus respectivos discos y giras (hará muy poco estuvieron en Las Ventas). Veremos cuál es el siguiente paso que darán. De momento, “Accelerate” es un soplo de aire fresco y vitalidad que nos hace ver principalmente que los Stipe, Mills y Buck, si quieren, todavía pueden editar lp’s que nos hagan vibrar.
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sábado, 22 de noviembre de 2008

1980 The Jam - Sound Affects

La pasada semana caí en la cuenta, mientras les hablaba del 3er. disco de estudio de Tears For Fears, que hasta la fecha no había reparado todavía en Paul Weller y presentarles alguno de sus proyectos. Voy a ir tapando agujeros y hoy les hablaré del primer grupo que formó un jovencísimo Weller al frente de The Jam.

Recién inaugurada la década de los 80, The Jam estaban considerados como una banda con un tremendo potencial y eran ciertamente respetados tanto por sus compañeros de profesion (alguna excepción había, como por ejemplo Sid Vicious), como por parte de la crítica. La banda se había formado en la pequeña localidad de Woking, y Paul Weller para el proyecto se hizo acompañar del bajista Bruce Foxton y de un por entonces batería de discutible calidad llamado Paul Buckler, renombrado a Rick Buckler. Chris Parry fue quien descubrió y lanzó a estos chicos al mercado, siendo el primer tanto importante que se apuntó este personaje, al cual hay que agradecer también el mecenazgo que confirió a The Cure.

Los comienzos de la banda estuvieron asociados al punk, y su primer disco “In The City” era un claro ejemplo de ello. Rabia, fuerza, energía a raudales, pero eso sí, con un toque de distinción, calidad y pericia que no estaba al alcance de todos los grupos de la época ¿Les suena esta característica a algo/alguien? ¿The Police, tal vez? Como verán más adelante, este detalle no es el único que veo que asemeja a la banda de Sting con la de Weller. El primer disco recibió muy buenas críticas y funcionó moderadamente bien en el campo de las ventas. Sin embargo, los buenos presagios que auguraba el debut, se vieron truncados temporalmente con el inconexo y descentrado 2º disco, que fue editado a los pocos meses. En “This Is The Modern World”, aunque el sonido era bastante parecido, las composiciones no tenían ese punto de enganche que sin duda desprendían las canciones del lp anterior.

A continuación se vería que Paul Weller con presión de por medio es cuando mejor responde. Les digo esto porque en 1978 se editó “All Mod Cons”. Disco de claro tributo al resurgimiento de la causa mod que abanderaban los Jam, y que está considerado como la gran obra de la banda en dura lucha con el disco que hoy les presentaré. Canciones como “To be someone (didn’t we have a nice time?)”, “In the crowd” y la balada, amada/odiada por Paul, “English rose”, dedicada a su novia de aquella época, ponen de manifiesto que nos encontramos ante algo más que un simple disco. En 1979 “Setting Sons”, bajó sensiblemente el grado de brillantez de su predecesor, pero para que el ritmo y la calidad no decayeran, la banda intercalaba sencillos que no se incluían en los discos de estudio que hacían las delicias de los fans; véanse “When you’re young”, “Strange town” o “Going underground”, aperitivo del disco de 1980, que supuso el primer nº1 en la lista de singles del trío.

La edición de este sencillo, vino a confirmar que desde la edición de “All Mod Cons”, la banda se encontraba en estado de gracia y en una muy buena disposición continuada en el tiempo para ofrecer material de una factura más que notable. Todo esto se vendría a reconfirmar con la edición de “Sound Affects”. Para seguir manteniendo diferenciación entre lo que eran singles y canciones de lp, “Going underground” se dejó fuera de la impresión del disco. Un claro gesto de descaro, que venía a decir algo como que el disco que se iba a editar, era tan bueno, que hasta no nos hace falta incluir nuestro primer nº1 para que tenga un reclamo. Podría considerarse una actitud algo altanera, pero tras conocer el álbum, a día de hoy me parece una decisión acertada y hasta me da por pensar que “Going underground” sería así como un postizo o un pegote en mitad de la obra.

“Sound Affects” comienza con un bajo muy marcado dirigido por Foxton, que junto a la batería de un cada vez mejor Rick Buckler, crean la agitada y saltarina línea de ritmo de “Pretty green”. Es un claro guiño de Weller al negocio, al éxito, al consumismo, a la acumulación de fortunas y todas esas cosas que desde hacía un tiempo venían experimentando estos muchachos. “Monday” es un contrapunto al animado inicio. Un tema ciertamente lento, decadente, con cierto aire de melancolía y resignación que también irá asociado a la connotación ciertamente negativa que llevan los lunes en sí mismos. Algo bueno tendrán que tener esos días cuando supone el momento de reencuentro entre los protagonistas de la canción: “Oh, nena, sueño con el lunes, oh nena cuando te volveré a ver”. La vitalidad vuelve en forma de “But I’m different now” con un Paul Weller cantando de forma vertiginosa, con la nerviosa instrumentación sobre todo de la batería de Buckler y su propia guitarra. Canción de sonido alegre y desenfadado y que por su corta duración, menos de 2 minutos, nos recuerda a las primeras composiciones del grupo. En el otro extremo se encuentra su sucesora en el orden de prelación del disco, ya que “Set the house ablaze” dura más de 5 minutos y el carácter de la misma es serio y su sonido sumamente abrasivo en ciertas partes de guitarra. El muro de sonido alcanzado en la parte instrumental final supone uno de los instantes más agresivos y acelerados de toda la historia de la banda. Al mismo tiempo, el decaer de los instrumentos le confiere un cierto aire de melancolía, que sobre todo te da más de lleno si has tenido ocasión de ver el montaje de la 2ª etapa de la historia de The Jam en su imprescindible dvd “The Complete Jam”, en la cual se intercalan referencias a momentos de la banda en subtítulos, con imágenes del grupo, y que claro termina con la separación del grupo. Para compensar la agresividad de “Set the house ablaze” se coloca a continuación “Start”. Segundo nº1 de la banda como single y que se sustenta principalmente en la importada línea de bajo de “Taxman” de The Beatles. La canción habla de la dificultad de las relaciones sociales y el vacío contenido de las mismas que suele existir en una gran mayoría de las ocasiones: “da igual si no conozco tu nombre, ni tú conoces el mío, pero si tan sólo habláramos durante dos minutos eso ya sería suficiente”. En un principio la canción iba a llamarse “2 minutes”, en una clara alusión a la letra. Remarco el último “lo que das es lo que recibes” que suelta Paul con tremenda rabia. Sin dejarnos un momento de respiro, se nos presenta otro momento inolvidable del disco. “That’s entertainment” vuelve a ser una crítica social, pero está vez que va más allá de las relaciones personales, intentando abarcar el todo y que nos retrata una gris estampa social. Desoladas viñetas como “levantarse en una cálida mañana, abrir las ventanas y respirar gasolina… esto es espectáculo”. Si “Start” tenía un aire irónico en su sonido, aquí el regusto es ciertamente melancólico, apoyado en su concepción acústica y los coros aportados por el grupo. Una de las mejores letras jamás compuestas por Weller y que en un futuro sería versioneada con acierto por parte de Morrissey en su carrera en solitario. “Dream time” empieza con una divagación instrumental para posteriormente adoptar un carácter semejante al de “But I’m different now”. Para mi gusto es de los momentos menos reseñables del disco, y por enésima vez me da por pensar que su situación anexa a 2 clásicos del grupo, le hace un flaco favor. “Man in the cornershop” vuelve a describir aspectos sociales con cierto aire pausado, relajado, y también resignado derivado de la letra que incluye sobre la vida del personaje descrito y sus compañeros cotidianos. “Music for the last couple” es el tema más instrumental de “Sound Affects” y a la vez el más experimental en su extraño sonido, que por otro lado es muy juguetón y amable con quien lo escucha. El comienzo es ciertamente esquelético con unos sonidos confusos para dar paso a una guitarra tremendamente rítmica y una línea de bajo de 1, 2, 3 acordes y una batería igual de sencilla. Algunos arreglos de viento, que advierten tiempos futuros, ayudan a dar forma al corte. Bailable, alegre, desenfada y curiosa. Experimento válido. “Boy about town” es un tema de pop descarado y sencillo de digerir, tanto por su sonido como por su corta duración. De nuevo nos encontramos ciertos arreglos de viento que muestran el camino hacia donde evolucionaría la banda. “Scrape away” no es el mejor tema que se podría colocar para cerrar el disco. Se abandona el aire alegre de las 2 canciones anteriores y, sin llegar al nivel de “Set the house ablaze”, se da forma a un corte de carácter mucho más serio y de sabor amargo. Para mi gusto no se trata de una canción brillante y el plano y repetitivo final del mismo hace que me dé por pensar que un cambio de lugar por “Set the house ablaze” hubiera hecho que el disco fuera mejor de lo que ya por sí es, o al menos terminarlo de una forma más impactante. No sé si alguna vez lo he comentado, pero el orden en que se colocan las canciones en un disco, puede hacer de éste un completo desastre si no estructura correctamente.

Hay muchas dudas sobre qué disco es el mejor de la historia del grupo entre el hoy presentado y “All Mod Cons”. Sinceramente, es ganas de discutir del sexo de los ángeles, como suele decirse. Ambas obras son excelentes e imprescindibles para cualquier melómano que se precie. Sin embargo, en el momento de la publicación el disco fue recibido con escepticismo por parte de la crítica y solamente el paso del tiempo ha propiciado que haya sido puesto en su lugar. La portada del disco es un collage de imágenes variadas, fotografías, símbolos y proclamas de las que destaco la sentencia “Desde la cuna hasta la tumba” en un tono pálido con tonos morados, grises y rosados.

Tras la edición de “Sound Affects” la banda siguió una actividad frenética en tanto a actuaciones en directo y giras, e intercalando ediciones de singles, que en el caso de los Jam valen su peso en oro al no formar parte de los lp’s que se editarían posteriormente. “The Gift”, último disco de estudio de la banda vería la luz en 1982. Como ya se advertía en algunas canciones del disco que hoy hemos visitado, la inclusión de las secciones de viento y su giro hacía el jazz es lo que más marcó a esta edición. A pesar de incluir otro inmortal del repertorio de la banda como es “Town called Malice” y que dicho single, e incluso el disco toparan las listas de ventas, la percepción del disco y el apoyo de la prensa no fue muy favorable y tuvo una fría acogida, ante lo que Paul Weller decidió por finiquitar el grupo tras una gira de despedida y un último single “Beat Surrender” de regalo para los fans, que supuso el último nº1 de la banda.

Sobra decir que los otros 2 miembros nunca encajaron esa decisión y desde entonces no tienen relación con Weller. Todo ello está intensificado por el libro que sacaron en los años 90, que sacaba a relucir ciertos trapos sucios del “Modfather”. Recientemente se unieron para hacer un tour llamado “From The Jam”, que pasó por la sala Joy Eslava hará cosa de un año por estas fechas y que por su nula promoción se me pasó inadvertido…

Weller, tras abandonar The Jam, formó el grupo neo-jazzy The Style Council con Mick Talbot como partenaire. Ya en los 90 inició su carrera en solitario, cerrando el chiringuito de su 2º grupo o proyecto. Weller es una figura muy reconocida dentro del mundo de la música. Altamente respetado por sus compañeros de profesión y alabado hasta por los irreverentes hermanos Gallagher de Oasis, con los que colaboró en “Champagne supernova”, como ya les dije al revisar el 2º disco de los de Manchester. Influencia reconocida para muchos y ejemplo a seguir para gente hasta dentro de nuestro panorama nacional musical como Miqui Puig.

La reflexión que hoy les dejo es que The Jam y Weller fueron un grupo sobresaliente, que surgió asociado al punk y al resurgimiento neo-mod. El caso es que tanto en espacio como en tiempo, coincidieron con The Police, otro grupo británico con el que tienen tremendas semejanzas: trío de componentes; formación clásica de bajo, batería y guitarra; duración de los grupos 5 años en ambos casos desde la edición de su primer disco al último (The Jam 1977-1982 y The Police 1978-1983); 4 números 1 en singles por The Jam (“Going Underground”, “Start”, “Town called Malice” y “Beat surrender”) y 5 por parte de los de Sting (“Message in a bottle”, “Walking on the moon”, “Don’t stand so close to me”, “Every little thing she does is magic” y “Every breath you take”); el cantante del grupo fue el que decidió la separación de la banda e inició proyectos al margen de la banda con cierto éxito.

A lo que voy: el caso es que al español medio (aquel que conoce a U2, The Beatles y The Rolling Stones y que le suena de algo el nombre de Pink Floyd), le preguntas si conoce a Sting y te dice que cómo no; sin embargo le preguntas por Paul Weller y te dirá: ¿Quién es ese?, y si en un 2º instante pruebas con The Jam, pasará a mirarte con ojos raros. Siempre se ha dicho que más vale caer en gracia que ser gracioso y el caso es que Sting y The Police han eclipsado totalmente a The Jam, no por culpa de ellos que iban a lo suyo y buen hacer, sino por la dudosa habilidad del ser humano de resumir las situaciones o circunstancias y quedarse con una cosa en lugar de con varias. Conozcan a The Jam y verán que probablemente les guste tanto o al menos casi como les gustan los discos de The Police. Créanme.
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sábado, 15 de noviembre de 2008

1989 Tears For Fears - The Seeds Of Love

Gracias a la ayuda inestimable de un allegado, hoy puedo dejarles aquí el artículo de turno, ya que ayer por la tarde la lucha en mi ordenador personal contra virus y otros intrusos, que a través de memorias Usb se han podido adentrar en mi pc, dejó durante varias horas k.o. a mi equipo. Finalmente, el correcto apoyo informático por parte de un entendido, me permitió acceder al disco duro, solucionar el problema (eso sí, sin limpiar los virus que siguen por ahí metidos… maldito “autorun” y “jix9bat”) y recuperar la crónica que a continuación les dejo.

En varias ocasiones hasta la fecha nos hemos encontrado notables tandems compositivos en las historias de los grupos. Parejas musicales que han ofrecido un excelente y satisfactorio rendimiento durante el tiempo que han permanecido unidos; véase sin ir más lejos la revisión de la semana pasada sobre Golpes Bajos y el engranaje de la maquinaria compuesta por Teo Cardalda y Germán Coppini. Hoy abordaremos la revisión de uno de los trabajos al que dio forma nuevamente un dúo de músicos excelentes como son Curt Smith y Roland Orzabal, al frente de su grupo Tears For Fears.

Este grupo británicos a finales de la década de los 80 ya se había conseguido ganar una importante reputación a nivel mundial. Estaban considerados como uno de los mejores grupos que había aportado dicha década, a pesar de que tampoco se tratara de un grupo con una trayectoria dilatada, ya que tras 7 años en activo únicamente disponían de 2 discos de estudio. Pero eso sí, ¡qué discos!

Su andadura comenzó a comienzos de la década con la edición de su primer lp titulado “The Hurting”. Un título para nada gratuito y que iba acorde con los temas tratados en la mayoría de las canciones (se puede comprobar en evidencias claras de títulos de canciones como “Watch me bleed” o “Start of the breakdown”). Este álbum ya incluía canciones que tuvieron un notable éxito en su edición como sencillos. Para el recuerdo colectivo está “Mad world”, aunque erróneamente se recuerda (como tantas otras canciones) asociada a una versión de Gary Jules, que formó parte de la banda sonora de “Donnie Darko” y que también se popularizó a través de un reciente anuncio de un videojuego de acción. Igualmente destacables fueron los otros singles “Pale shelter” y “Change”.

1985 vio la definitiva consagración de Tears For Fears. Con la edición de su 2º trabajo de estudio, la banda alcanzó el olimpo de la música. Es innegable el hecho de que la edición de los singles “Shout” y “Everybody wants to rule the world” y su repetida emisión en la Mtv con sus inolvidables videoclips, es lo que marcó principalmente esta etapa de la banda. El disco “Songs From The Big Chair” no se puede decir que sea un engaño; me explico: no se trata de un disco que se promociona con 2 excelentes singles extraídos y el resto del mismo se trata de un pestiño insoportable. Nada más lejos de la realidad, el disco incluye joyas imprescindibles como “The working hour” o “Broken”, aparte de los singles de 2ª fila (utilizo esta expresión un tanto inexacta para dejar claro que eran algo menos buenos que los 2 ya mencionados) “Mothers talk” y “Head over heels”.

Numerosos premios recibidos por el disco, una larga gira mundial, aparición constante en las cadenas musicales de televisión y radio, y la sensación de grupo más importante del momento en dura pugna con The Smiths, The Cure o Simple Minds (recordemos que el “tsunami” U2 se produciría en 1987 con “The Joshua Tree”). En este disco ya se apreció un vuelco en el protagonismo principal dentro de la pareja compositiva. Si en el primer disco Curt Smith firmaba el registro vocal de prácticamente casi todas las canciones, en esta ocasión Roland Orzabal ganaba mucho terreno, dejando eso sí a Curt la interpretación de “Everybody wants to rule the world”.

Sin duda alguna no dejaba de ser curioso que una banda con una trayectoria tan exigua para la época (recordemos que bandas como Depeche Mode o The Cure iban a disco por año) estuviera situada en tan alto status. Este hecho pone de manifiesto la ya mencionada calidad extrema de las entregas aportadas hasta la fecha. Tras un paréntesis excesivo de 4 años, en 1989 se editaría el 3er. disco de la banda, “The Seeds Of Love”, que hoy procederemos a revisar. Ciertamente la papeleta que tenían Tears For Fears no era fácil. Tras el gran éxito de su anterior trabajo, igualar dicha gesta no era sencillo y quizás ese cálculo tan minucioso fue lo que propició que se tardase tanto en disponer de una nueva entrega de este grupo británico.

Para esta ocasión, la formación clásica de la banda (por definir alguna línea de componentes como la alineación tipo del grupo), completada por Manny Elias a las baquetas e Ian Stanley a los teclados, se había resquebrajado. En el nuevo disco que se editaría solo se contaría con el teclista como músico de sesión en uno de los cortes. Aquí ya podemos apreciar que la historia del grupo está principalmente ligada a la batuta de Roland Orzabal y Curt Smith, y más bien principalmente del primero que hemos nombrado.

La portada del disco está asociada a la estética generada en el videoclip homenaje al mundo de Miró que se grabó para el single “Sowing the seeds of love”, que por cierto ganó el grammy a mejor video del año. El trabajo está situado a la sombra de sus discos predecesores. Es muy probable que con tanto parón en aquella época (ahora es normal que pasen 4 años entre disco y disco) hizo que la pasión por este grupo se enfriara y el estallido mundial de otros grupos (nuevamente me refiero a U2) hizo que este disco pasara de puntillas para los anales de la historia; es decir, que en su momento se le prestó atención, pero a día de hoy mucha gente ni se acuerda de él, sino más bien de alguno de sus singles.

Recuerdo que este disco estuvo durante mucho tiempo descatalogado y que hará un tiempo se volvió a imprimir (que no reeditar) y a llevarse de nuevo a las estanterías de las tiendas de discos. Fue para mi una tremenda sorpresa, de esas que te hacen abrir los ojos como platos, que el 28 de enero de 2005 una fría, casi gélida, gris y huracanada mañana de viernes (yo desempleado en aquella época), dando una vuelta por el desaparecido Madrid Rock me lo encontré. Estaba en las estanterías correspondientes a la serie media que había en la planta a nivel de calle al fondo del todo (esas bondades que tenía esta tienda de que a veces disponía de discos muy difíciles de encontrar). Estaba al nada despreciable precio de 8,95 eur. Sin dudarlo lo cogí, junto al “Carefully” de Najwa (ya de paso les comento la experiencia completa), con el único conocimiento de los 3 singles de rigor. Sobra decirles que tras escucharlo, me quedé más que satisfecho de la compra que realicé.

“The Seeds Of Love” comienza con uno de los clásicos inconfundibles de Tears For Fears. La balada por excelencia de la discografía de la banda concretada en “Woman in chains”. Acompañados en esta ocasión por Oleta Adams, la cual aporta su portentosa voz para formar un tremendo dueto con Roland. La canción aborda de forma elegante el maltrato que sufren las mujeres y para ello se acompañó de un videoclip bastante remirado que escenificara más o menos lo que describe la canción. En dicho videoclip ya se aprecia el decaimiento en el peso del grupo que iba cogiendo Curt Smith. Musicalmente es reseñable la batería del inicio… ¡Atención!: pregunta, ¿A cargo de quién?, respuesta: Phil Collins, y la inconfundible guitarra de Roland. Notable canción para abrir el disco con fuerza. Posteriormente la banda nos presenta un corte de carácter soul titulado “Badman’s song”. La pista comienza con unas nerviosas notas de piano y a lo largo de su extensión se producen varios cambios de ritmo convirtiendo al tema en uno de los momentos más elaborados del disco. No en balde la canción supera los 8 minutos. Nuevamente Oleta Adams colabora vocalmente. Se alternan momento de calma, con subidas de intensidad. Se trata de una de esas canciones que demuestran la evolución hacia la madurez de una banda. Tras “Badman’s song” que incluso nos regalaba algunos coletazos de tímido gospel, se da paso a otro de los singles de relumbrón de la obra. La “más o menos” canción título con un “Sowing” añadido al comienzo, es un claro ejercicio de tributo a The Beatles. Podríamos decir que en muchos momentos puede recordar al sonido de los de Liverpool y a matices de los años 60. Quizás es una canción algo repetitiva y que se alarga demasiado en duración; no obstante, con el tiempo se le va cogiendo aprecio. El tema de la canción es más que evidente y simplemente mencionaré la curiosidad que supone cuando Roland dice “da una patada a The Style y reforma The Jam”, un mensaje alto y claro dirigido al Modfather mr. Paul Weller… Eh… ¿Todavía no hemos hablado de él?... Habrá que poner remedio en breve. “Sowing the seeds of love”, por otro lado, es un mano a mano vocal entre Roland y Curt, dividido de tal manera que Curt Smith se encarga del reiterativo estribillo y Roland de la prosa pura y dura. “Advice for the young at heart” es la única canción del disco en la que el peso vocal cae totalmente en Curt Smith. Lejos quedan ya los tiempos de “The Hurting” donde era el principal cantante de la banda. Es una canción relajada, sosegada, elegante, con cierto aire melancólico en la letra y también en título de la canción. Viene a tratar del paso del tiempo, de cómo aprovecharlo y el papel del amor en el mismo. Incluye partes con versos muy válidos como “el amor es una promesa, el amor es un souvenir. Una vez que se ha dado, nunca se olvida, nunca se deja que desaparezca. Esta puede ser nuestra última oportunidad, ¿cuándo vamos a hacer que funcione?”. Un corte que perfectamente podrían haber firmado los Crowded House y de la cual me quedo con el lánguido y triste final, en el que, acompañado por unas leves notas de piano, Curt dice “podemos hacer cualquier cosa que queramos, cualquier cosa que nos apetezca hacer”. El disco continúa con un corte lento, de sonido reflexivo y también de letra reflexiva. “Standing on the corner of the third world”, que comienza musicalmente con un protagonismo del bajo de Curt acompañado de teclados y programaciones para sustentar al susurrante Roland que diserta sobre los problemas sociales y diferencias que supone el asunto del que trata la canción. Se da paso a unos teclados más solemnes en el que unos coros femeninos se abren camino para que Roland gane intensidad interpretativa. Nuevamente se vuelve al sonido íntimo y reflexivo para terminar con cierta distorsión de sonido el corte. Tras esta comprometida canción, se da paso a otro momento de pop maduro en el que Roland vuelve a valerse de coros femeninos de acompañamiento “Swords and knives”. Lo considero un tema de transición, tranquilo y quizás el más olvidable del disco. Eso sí, quizás esto se deba a lo que ya he comentado en otras ocasiones de que una canción esté pegada a un tema bandera. Y en esta ocasión es así, porque la siguiente canción es uno de esos momentos que pueden poner a uno el pelo de punta. “The year of the knife” es uno de esos cortes con sonido en directo que al igual que en su día tenía “Broken” en el anterior disco de estudio. Un atronador y afilado solo de guitarra apoyado en una potente batería y un vigoroso bajo, todo ello con un ritmo vertiginoso, da paso a un Roland acelerado cantando cosas como “Aleluya, el rey ha muerto, ella dijo que el amor fue el cuchillo…” sobre un punteo de guitarra más que acertado. El tono épico de la canción es sobrecogedor. Los coros femeninos, que repiten el título de la canción, igualmente son tremendamente intensos. A mitad de canción hay un momento de solo de bajo de Curt con cierto experimentalismo instrumental, para coger fuerzas y afrontar la 2ª parte de la canción de forma abrumadora. Roland acaba por desgañitarse en algún momento en la interpretación. En el final de la canción, tras el redoble de batería, con Roland diciendo aquello de “este es el año del cuchillo”, se produce la bajada de intensidad por el agotamiento producido por tanto esfuerzo épico. Todo esto, hace que este sea uno de los momentos más imprescindibles de la banda y que, por enésima vez digo, está reservado a la gente que se adentra en los discos de estudio. Anexada se encuentra la melancólica “Famoust last words”. Sonido triste que empieza con unas cristalinas notas de teclado y con un cálido Roland nuevamente a la voz. La canción poco a poco va ganando intensidad para terminar de forma épica, aunque de una forma distinta a su atronadora predecesora, debido al tono melancólico que tiene ésta, ya que en algunos momentos la interpretación de Roland hace que te entren escalofríos por el tono que adquiere en la parte de registro más alto. La canción, sin embargo termina como empieza, de forma, cálida, sigilosa e íntima. Forma idónea de terminar el disco, un trabajo en el que las canciones duran todas más de 5 minutos y se aprecia una tremenda elaboración instrumental y distintas variaciones o partes en las canciones. Se da por finalizado en track list principal. En la edición que compré hará 3 años y medio, el cd dispone de unos valiosos bonus tracks como “Tears roll down”, que en el posterior grandes éxitos se revisaría para añadirle más parte vocal, ya que aquí es tremendamente experimental y solo incluye un párrafo. “Always in the past” es quizás el verdadero descarte del track list principal del disco, al ser la más perfilada de todas. La reflexiva “Music for tables” es una instrumental igual de valiosa que las que a veces traían bajo el brazo The Smiths. Para terminar, se incluye una canción que surge de una variación a partir de “Sowing the seeds of love”, que se transforma en “Johnny Panic & the bible of dreams”. Todas estas canciones son bastante más accesibles y agradecidas que los bonus que incluía “Songs From The Big Chair”, ciertamente experimentales y enrevesados a ratos.

“The Seeds Of Love” es un disco que está por debajo del nivel obtenido en “Songs From The Big Chair”, pero es sin duda un más que excelente trabajo. Quizás esté a la altura de calificación de “The Hurting”, pero desde una óptica, conceptualización y sonido distinto, ya que las canciones aquí parten de la base de la música creada en los años 60 y absorviendo influencias de jazz, cosa que en “The Hurting” el sonido iba asociado a la música electrónica principalmente.

Tras este disco y su correspondiente gira y promoción, las relaciones entre Roland y Curt terminaron de saltar por los aires. En 1992 se hizo público el abandono del barco por parte de Smith para centrarse en su grupo Mayfield y Roland se dedicó a editar el grandes éxitos de la banda hasta la fecha, incluyendo una revisión de “Tears roll down”. Al año siguiente Orzabal decidió editar el irregular “Elemental” conservando el nombre de Tears For Fears. Un disco que está a años luz de lo editado hasta la fecha.

Vista la poca aceptación y el batacazo que supuso “Elemental”, no hubo que esperar tanto para una nueva entrega de Tears For Fears, con la única dirección musical por parte de Roland. En 1995 se editó “Raoul And The Kings Of Spain”, un disco que revisa parte de la historia medieval española, suponiendo un tributo a las raíces españolas que tiene este músico. Aquí nos encontramos con un disco realmente bueno, sumamente infravalorado y que dispone de canciones excelentes como “Me and my big ideas”, “Sketches of pain” o “Falling down” por citar algunas. Se tomó como single la canción título que sin dejar de ser atractiva y encantarme en aquella época, cuando podía ver el correspondiente video en el extinto “Del 40 al 1” con Fernandisco a la cabeza, tras escuchar el disco entero me parece de las canciones más discretas que incluye.

A pesar de que “Raoul And The Kings Of Spain” es un más que notable trabajo, el disco pasó desapercibido y no tuvo prácticamente ninguna repercusión ni reconocimiento alguno. Tras varios años de silencio, Roland Orzabal volvería en solitario, ya en esta ocasión también como nombre de artista, para editar el electrónico y potente “Tomcats Screaming Outside” a comienzos de siglo. Nuevamente nos encontramos ante un disco más que notable con muy buenas canciones llenas de intensidad; igualmente, el disco pasó más de puntillas si cabe que el último disco que Roland editó bajo el nombre artístico de Tears For Fears.

Allá por 2002 estaba en el aire el rumor que informaba de que los contactos entre Roland y Curt se habían reanudado y que estaban trabajando en material nuevo. A través de Plásticos y Decibelios se pudo escuchar composiciones como “Who killed Tangerine” o “Closest thing to heaven” que formarían parte del nuevo disco de la banda que en el título recordaba a uno de sus grandes momentos: “Everybody Loves A Happy Ending” y que además jugaba con la reconciliación de los músicos.

Varios problemas de la discográfica y el productor ejecutivo que respaldaba el regreso de la banda, hizo que el disco se editara con nocturnidad y alevosía con un tremendo retraso y sin promoción alguna. Recuerdo perfectamente encontrármelo en los grandes almacenes de la calle Goya de Madrid en las estanterías allá por junio de 2005, llevándome una gran sorpresa. El resultado del disco es un tanto irregular. Demasiado sonido beatlelesco pero pasado de vueltas y gracias que viene a llevar al extremo las formas que en su justa medida se aportaron en el disco que hoy hemos revisado. El disco supuso un nuevo fracaso a nivel comercial de la banda, esta vez, desde mi punto de vista, justificado.

Desde entonces la actividad de la banda, lejos de hacer una gira mundial en condiciones que siempre responde a las expectativas y que daría de sobra para llenar alguna noche la sala La Riviera (véase a Crowded House en septiembre de 2007), se ha centrado en formar parte del proyecto de conciertos sinfónicos “Night of the proms”, pasando por Madrid hará un tiempo. A día de hoy no sé muy bien en qué punto se encontrará el grupo. Visto que en los años 80 se tomaban su tiempo para editar trabajos y visto las dificultades que tuvieron para editar su último disco, es probable que si volvemos a disponer de un nuevo disco de la banda, aún pase un tiempo.

De momento conténtense o llévense una alegría con la escucha del disco que hoy les propongo. El disco es muy variado. Tiene su dosis de balada, de rock épico, de canción semiacústica, de pop melancólico y de pop alegre. Igualmente es un disco mucho más accesible que “The Hurting” o “Songs From The Big Chair”. Dejando de un lado los recopilatorios, o mejor dicho, una vez pasado el trámite inicial de haber escuchado el disco de grandes éxitos “Tears Roll Down”, es el idóneo paso siguiente que hay que dar para adentrarse en la interesante trayectoria de este grupo británico.
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sábado, 8 de noviembre de 2008

1984 Golpes Bajos - A Santa Compaña

A estas alturas me sorprendo del porcentaje de cuota de protagonismo de grabaciones de grupos españoles que han aparecido hasta la fecha, créanme. No obstante, el hecho de que hoy proceda a hablarles de Golpes Bajos, grupo gallego asociado a la movida madrileña, redunda en el oportunismo actual que ha tenido en mi vida el haber tenido opción de acceder a sus grabaciones, habiendo dispuesto hasta la fecha de las canciones más conocidas.

Golpes Bajos fue un grupo surgido en Vigo a comienzos de los 80 a raíz de la colaboración ocasional entre 2 viejos compañeros de escuela: Teo Cardalda y Germán Coppini. El primero había formado parte de algún proyecto de poco nombre en el mismo Vigo tras haber pasado unos años en el conservatorio, del que no saco mucho en limpio según sus propias palabras. El 2º se había enrolado en varios grupos para desembocar en los irreverentes Siniestro Total como vocalista de los mismos. La reunión iba a ser puntual para realizar alguna versión de The Who (“I can’t explain” si no tengo mal entendido), pero por lo visto surgieron composiciones propias que hicieron que el proyecto se fuera haciendo más serio.

Germán, ciertamente contrariado tras su accidente al frente de Siniestro Total, al haber sufrido la furia punk en su propia pierna al recibir un botellazo en un concierto, vio la posibilidad de cambiar de tercio con la nueva ventana que se le abría junto a su antiguo amigo. Reclutaron al bajista Luís García y al guitarrista Pablo Novoa para conformar la formación definitiva. Decidieron enviar sus maquetas a un concurso de la revista “Rock Espezial”, ganando claramente dicho evento. Golpes Bajos, al igual que ya comentamos en su día de Danza Invisible, fue uno de esos grupos de fuera de Madrid, que están claramente asociados a la movida madrileña de comienzos de los años 80.

1983 contempló la edición de su primer álbum, más bien un “ep”, que contenía clásicos como “Malos tiempos para la lírica” o “No mires a los ojos de la gente”, entremezcladas con otras piezas reseñables como la histriónica “Estoy enfermo”. A mediados de dicho año, el grupo apareció en el gran escaparate de la época, el programa “La Edad De Oro”. Fue una actuación que estuvo apadrinada por reputados personajes del mundo de la música como Jesús Ordovás o Miguel Ángel Arenas “El Capi”. Sería al año siguiente cuando se dio forma al único trabajo de estudio considerado como “lp” de la corta trayectoria de la banda y que hoy revisamos: “A Santa Compaña”.

Unos rítmicos acordes de guitarra y bajo aperturan el disco dando forma a “Escenas olvidadas”. Una canción reseñable en el punto de las variaciones de tono vocal de Germán. En ciertas partes, como cuando dice “solamente me amarás, si son paralelos los vaivenes. Cuantas las noches me absorbes para formar nuestra unión, pero otras tantas en cambio… ¡Ih! ¡Ih!”, me hace meditar si en los años 90, Alfonso Arús cuando desarrollaba su desternillante programa “Al ataque”, se vio inspirado en dicha forma de cantar para dar forma al habla de su alter ego Pepe Gáfez. Bueno, bromas aparte, la canción habla de recuerdos, de las condiciones de la pareja y el amor y la falta de correspondencia en dichos terrenos. Un corte animadito para empezar bien el disco y que musicalmente recordaremos en un futuro en los ritmos de “La virgen loca” del siguiente trabajo del grupo. “Hazme un nueve” tiene un carácter más melancólico, propiciado por sus notas de piano y por el ritmo más lento y menos rítmico que aporta. Todo ello va a asociado a la letra de la canción que trata del marchitamiento de las relaciones amorosas. Se busca recordar los tiempos en los que las cosas no andaban así, pero por lo visto “el tedio es tan grande, ni los 2 sólos somos capaces”. “Hansel y Gretel” es algo más acelerada en el ritmo y los teclados del inicio pueden hacer que la confundamos con “Me colé en una fiesta” de Mecano. La canción habla de variaciones sobre la fábula de estos 2 personajes. Como personalmente este cuento nunca me hizo particular gracia, pasaré al siguiente corte, que por otro lado nos dará más juego. “Colecciono moscas” es una canción delirante. De nuevo a asociar con otra canción de Mecano, aunque no en el sonido, sino en el título y de lo que trata (recuerden “Mosquito” de “Ya Viene El Sol”), está acompañada por cierta instrumentación de viento. El ritmo es enrevesado y saltarín. La letra es surrealista y a ratos kafkiana. Se nos presenta la vida de un personaje que guarda moscas en una cajita en su cuarto y que las observa y analiza sus comportamientos. Finalmente, los bichitos se van haciendo grandes rompiendo la caja para acabar intimidando a su dueño. Germán a ratos se pone histriónico al cantar y efectúa proclamas graciosas tales como “Colecciono moscas, pero no estoy loco ¡¡¡Por qué?!!! Colecciono moscas, pero no están locas ¡¡¡¿Y qué?!!!”. Realmente una canción para volverse loco, pero para disfrutar a la par. Una composición divertida sin duda alguna. Tras este ejercicio de insano juicio, se da paso a la canción título, que nos habla de almas en penas que aterrorizan a poblados: “Sigo la procesión con un hacha de cera, soy una parte de ellos que aterroriza la aldea...”. Vagamente me recuerda a una de las leyendas más famosas de Gustavo Adolfo Bécquer: “El monte de las ánimas”, precisamente ambientada en estas fechas. La guitarra rítmica a ratos es bastante importante y aporta buenos riffs dentro del sonido de la banda. La parte finalmente es tremendamente acelerada. “Cena recalentada” deja de lado el misticismo de la canción título y se nos habla de una escena cotidiana familiar: “cena recalentada cuando llego tarde a casa… la loca de mi madre que me chilla y no se cansa… ¿Dónde has estado? ¡Mira qué facha! ¿Qué horas son estas? Vete a la cama”. Todo ello se acompañó promocionalmente de un videoclip rodado para el programa “La Bola de Cristal” que recrea perfectamente la letra de la canción y en cuyo video solamente aparece en algún momento Germán tumbado en una cama. “Come prima” es una de las versiones que surgieron de las primeras sesiones que grabaron Teo y Germán al inicio de sus colaboraciones. Se tuvo a bien incluirla en este lp en lugar de en el anterior ep, llamado al igual que el grupo. “La reclusa” comienza con un Germán Coppini que parece estar rezando en una iglesia abandonada o algo así, sin ningún acompañamiento musical: “Y si así fuera… Daría la vida… Por un solo abrazo, una sonrisa perdida… ¡Nos fundiremos!... los 2 en un cuerpo, sellando ante todos… nuestro amor eterno”. A continuación una martilleante percusión da inicio a una historia de otro amor acabado y atormentado por los celos. Un personaje que ahoga sus penas en los bares hasta las tantas y que acaba siendo echado a patadas por los camareros para poder cerrar. Mientras tanto se lamenta de su mal: “¿Qué ha quedado de ese amor jurado? Te querré siempre mientras vivas, antes de escupirme tirado y recluirme por siempre dormido”. Canción nerviosa, inquietante y con mucho desasosiego para transmitir las correctas sensaciones de sus letras. Para terminar el disco se incluye “Fiesta de los maniquíes”. Claro tributo a los “Showroom dummies” de Kraftwerk, nos encontramos con el tema más electrónico del disco. Para la posteridad queda ese estribillo: “Fiesta de los maniquíes, no los toques por favor…” La canción se había anticipado en aquella actuación en “La Edad de Oro” y está considerada como el verdadero clásico de “A Santa Compaña”.

Golpes Bajos gozaba de las bondades de la crítica. Considerados junto a La Mode como el grupo con música más elegante y sofisticada, curiosamente al poco tiempo, al igual que la banda de El Zurdo, se vinieron abajo. En 1985 se editó su 3er. trabajo, el cual fue considerado como “ep”, y que fue titulado “Devocionario”. El trabajo nuevamente es de una excelente calidad e incluye quizás la canción más perfecta y seria que haya compuesto la banda: “Desconocido”. Dicha tema igualmente se acompañó de un elegante video igualmente grabado para “La Bola de Cristal” como ya pasó con “Cena recalentada”. El clip escenificaba a un Teo y un Germán que no se hablaban, en una figurada situación de posguerra española, encarnando a 2 ideólogos repúblicanos. Quizás fue premonitorio del fin de la banda ese verso en dicha canción: “No me llames de amigo, si me vas a dejar dolido. Mi amigo”.

El caso es que el inquieto carácter del cantante Germán Coppini, hizo que el grupo se disolviera antes de tiempo. Cardalda inició su andadura con Complices y comenzó a cosechar cierto éxito y también empezó a prodigarse como productor. Pablo Novoa y Luís García también formaron parte de otros proyectos. Allá por 1998 Teo Cardalda y Germán Coppini decidieron reunirse para grabar nuevas versiones de canciones antiguas, pero sin contar con sus otros 2 compañeros. El éxito cosechado no fue muy grande y tras editar “Vivo” se volvió a dar carpetazo a Golpes Bajos, siguiendo cada uno a sus labores.

A Germán se le ha visto en los últimos tiempos de gira presentado de tal manera: “Seine Coppini con Maga”. Perdónenme la chorrada, pero esto me suena a un combinado de licor o algo así. Me imagino a Daniel Craig dentro de unos días en la 22ª película de James Bond cambiando su Dry Martini agitado, pero no mezclado por un Seine Coppini, pero con Maga. Si les ha hecho algo de gracia lo daré por bueno, y si no les rogaría que lo olviden. El caso es que con dicho grupo sevillano ha retomado parte del repertorio de los Golpes Bajos. Igualmente tuve la ocasión de verle en un concierto para la fundación de Nelson Mandela celebrado en primavera de 2005 en el Palacio de los Deportes, en aquella ocasión con unas canciones tremendamente rockeras.

Me da por pensar que la reunión del grupo en 1998 no estuvo bien enfocada. Desde mi punto de vista no se debería haber prescindido de los otros 2 compañeros y en todo caso deberían haberse puesto manos a la obra para intentar componer al menos otras 7 canciones nuevas en lugar de revisitar lo que tan bien hicieron en su día. Es muy poco probable que volvamos a ver de nuevo a este grupo que de haber trazado una trayectoria longeva probablemente se encontrarían en el trono de grupo alternativo español en detrimento de Los Planetas. Yo aún así no pierdo la esperanza de verles algún día y si no al menos de ver a Coppini en un escenario cantando varias canciones del excelente repertorio que compusieron.

El disco hoy analizado es uno de los grandes olvidados a nivel generalista de la movida madrileña. Es un disco llevadero, simpático y divertido a ratos y que se escucha rápidamente al no ser de muy larga duración. La portada se compone de una foto de los componentes del grupo en el pantano de San Lorenzo y ataviados con unos harapos confeccionados por el diseñador Montesinos a petición de la banda, para así poder representar “A Santa Compaña”. Si todavía no lo han escuchado y se animan a hacerlo, me da por pensar que no les decepcionara, aunque les advierto que la primera escucha es muy probable que les deje fuera de juego. ¿Por qué no se animan?
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sábado, 1 de noviembre de 2008

1980 The Police - Zenyatta Mondatta

Hará unos meses, les comenté mi experiencia en el festival Rock In Rio y dentro de la misma, les analicé el concierto que ofrecieron Stewart Copeland, Andy Summers y Gordon Sumner “Sting” en aquella noche. De aquel artículo ya ha pasado un tiempo razonable. Para despertar de nuevo el interés por The Police, procedo hoy a analizar el 3er. trabajo de su discografía.

Grupo surgido de la furia punk y liderado en sus inicios por el batería Stewart Copeland, que previamente había militado en Curved Air, The Police comenzó como trío, pero dicha formación no incluía a Andy Summers en la guitarra en sus orígenes, sino a Henry Padovani, el cual fue amablemente invitado a dejar la banda una vez que ya se había incorporado Andy, tras un breve período en el que The Police funcionó como cuarteto.

Allá por 1978 editaron su primer trabajo. El más cercano a la furia y vitalidad punk de la que surgieron, si bien es justo decir que mediaba una gran distancia entre los escupitajos sonoros de muchas bandas y ya se apreciaba que The Police eran algo más. “Outlandos d’Amour” fue un considerable éxito, catapultado por “Roxanne”, single que como curiosidad no atinó a la primera, sino a la segunda, alzándose al puesto 2 de la listas de sencillos más vendidos.

A este prometedor debut, le siguió al año siguiente “Regatta De Blanc”. Un disco que perdía gran parte de la rabia que incluía el álbum de debut y que demostraba una fusión de estilos, que partiendo del rock incluía variables de jazz y reggae, confiriendo un sello muy distintivo al sonido creado por la banda. Nuevamente 2 canciones brillantes como “Walking on the moon” y “Message in a bottle” situaron en lo más alto del panorama rock al grupo. Ello sumado al inicio de la repercusión mediática de Sting a todos los niveles, en este caso con su participación en el film “Quadrophenia” de The Who, hizo que The Police tomara la posición de banda más importante a nivel mundial.

Con estos antecedentes, en 1980 se editaría el 3er. disco del grupo. El grupo no era ajeno a la importancia que había adquirido y tras el enigmático título que se dio al disco “Zenyatta Mondatta”, se rumorea que dichas palabras no dejan de ser un lenguaje en clave que ocultaba otro encriptado, en este caso “Trimondo Blondomina” que, en un lenguaje figurado, significa: tres hombres rubios dominan el mundo (trio, mondo, Blonde, domina).

El disco abre con un imprescindible de la carrera de la banda. “Don’t stand so close to me”, no deja de ser una recreación de la historia de Nabokov de Lolita y en parte supone un guiño al pasado de Sting como profesor de colegio, y quien sabe si alguna fantasía oculta de este hombre viéndose reflejado en el personaje de dicha novela en aquella etapa de su vida; véase: “joven profesor, el objeto de la fantasía de una chica de colegio...”. Musicalmente destaca el inicio de la canción con cierto uso de sintetizadores para crear una atmósfera de misterio y el esquelético inicio de la batería de Stewart y leves acordes de guitarra de Andy. Muy importante es la interpretación vocal de Sting. Inicia la canción en sus registros más graves para entonar los estribillos con su particular tono agudo tan conocido y que acapara el protagonismo e incluso la musicalidad de la canción en dichas partes. Obviamente y para seguir la tradición de los últimos singles de la banda, la canción llegó al nº1 en la lista de ventas y se acompañó en la promoción de un simpático video ambientado en una aula escolar con unos gamberretes alumnos personificados en Stewart y Andy, y por otro lado un sufrido profesor protagonizado por Sting, que acaba perdiendo los papeles al final del mismo con un semidesnudo de cintura para arriba. Por mucho que esta canción esté eclipsada por la futura “Every breath you take” o la primeriza “Roxanne”, estamos quizás ante uno de los temas de mayor belleza jamás compuestos por el trío. Para continuar el disco se nos coloca la íntima y llevadera “Driven to tears”. Destacable en los estribillos son los pertinaces acordes y el sonido de la guitarra de Andy para acompañar la simple repetición del título de la canción. Siguiendo en la misma tónica y subiendo ligeramente la intensidad rítmica, se nos presenta “When the world is running down you make the best of what’s still around”. La canción incluso tiene tiempo para que el bajo de Sting adquiera un protagonismo frontal y en su conjunto se mueve en los talantes de la canción que la precede, con un aire muy formal, serio y centrado. Contrapunto de este semblante templado es la siguiente “Cannary in a coalmine”, la canción más divertida del disco y vertiginosa rítmicamente hablando. Acompañada en algún momento de una cadena de notas de piano desenfrenadas para decir cosas como “vives tu vida como un canario en una mina, te ensucias muchísimo incluso trazando una línea recta”. Para la ocasión Sting vuelve a hacer uso de su particular falsete, dejando de lado la gravedad que demostró en el 2 y 3er. corte del disco. “Voices inside my head” aporta cierto carácter acústico al disco y con una repetición de 2 frases como “voces dentro de mi cabeza, ecos de las cosas que dijiste”, se consigue un efecto hipnótico acompañado de ciertos golpes vocales que también acompañan al corte. “Bombs away”, canción de carácter antibelicista, se abre camino en el disco concediendo un descanso al oyente al suponer una bajada en la intensidad y brillantez que hasta ahora nos había regalado el grupo. Para continuar nos damos de frente con el single “De doo doo doo, de da da da”. Fallida canción, que desde el punto de vista de mucha gente, no solo el mío, está considerado como algo más que una inofensiva broma. Es la canción más estúpida que jamás ha compuesto The Police y no sabemos si este fue uno de los momentos en los que Sting utilizó drogas para componer como ha reconocido. ¿En qué estaría pensando? No lo sé muy bien. La canción dispuso a su servicio un videoclip muy acorde con ella misma en el que los chicos hacían el payasete por la nieve intentando esquiar. Cuando parecía que la mediocridad no podría continuar un corte más, “Behind my camel” nos atropella de forma tal que se alcanza el in-crescendo de flojera iniciado en “Bombs away”, intensificado en “De doo doo…” y llevado al extremo en esta ocasión. Se trata de un corte instrumental, compuesto por Andy Summers que está en dura lucha con “Mother” de “Synchronicity” como peor tema de la historia de The Police, curiosamente también compuesta por el guitarrista. Todo esto me ha echado para atrás a la hora de acceder a la dilatada trayectoria en solitario del músico, porque… ¡Menudas 2 patas para un banco! Afortunadamente, a continuación nos recobramos de este mal susto de la mano de “Man in a suitcase”. El hombre en la maleta nos recuerda vagamente a “Cannary in a coalmine”, siendo menos agitada musicalmente, aunque con ese toque simpático y desenfadado de la 4ª canción de “Zenyatta Mondatta”. Por fortuna, tras este momento alegre, el disco sigue subiendo enteros de cara a dejarnos con un buen sabor de boca. “Shadows in the rain” es un corte inquietante. Musicalmente me parece un anticipo de “Invisible sun” e incluso en el cariz aportado por ambas, las cuales me sugieren un día gris de lluvia, son muy parecidas. La producción hace que la voz de Sting vaya y vuelva, oscilando y la música es pausada, semiacústica y entrecortada, creando un aire de misterio muy agradable “The other way of stopping” es una instrumental colocada para cerrar el disco, que no tiene nada de particular, dentro de cierto ritmo de progresión en escala, que resulta bastante lineal. No obstante, con la experiencia previa del otro corte instrumental del disco hasta nos parece buena.

“Zenyatta Mondatta” abrió definitivamente las puertas del estrellato a The Police y terminó de consagrarlos a nivel mundial como la banda más importante del momento. Una extensa gira mundial que los llevó por India, Japón, Egipto y que en algún documental nos regaló momentos hilarantes como la escena que protagonizan Sting y Stewart en las pirámides vestidos de beduinos siendo separados para que no se partieran los morros. Esta imagen por otro lado demostraba que las tensiones dentro de la banda se iban acrecentando y siendo cada vez más insoportables. Las ansias de Sting para acabar liderando el grupo y su disputa declarada hacia Summers y Copeland, se hacían evidentes hasta en la portada. La misma, se componía de la clásica foto de los componentes, pero con una estructuración en forma de pirámide, en la que, aunque Sting no estaba en lo más alto, sí que aparecía dando la espalda a sus 2 compañeros. Sobran los comentarios.

1982 contempló la edición del 4º disco, el irregular “Ghost In The Machine”, disco que contiene buenas canciones, pero que por otro lado resulta algo lineal y falto de la chispa de los discos anteriores. En este disco Sting ejerció como jefe supremo y no dejó participar prácticamente a los otros 2 componentes en la creación de las canciones que formarían parte del disco. Para “Synchronicity”, disco de 1983, Sting fue algo más benévolo y cedió 2 canciones en el track list que no le pertenecían como compositor, una para Stewart (“Miss Gradenko”) y otra para Andy (“Mother”); ésta última se la podía haber ahorrado. Dicho disco fue un tremendo éxito y suena realmente maduro y como una obra realmente elaborada y cuidada en todos sus aspectos. Suponemos que parte de la pulcritud se debe al productor Hugh Paghdam que solía entregar esos discos de producción tan cristalina y perfecta y que sufrió en sus carnes los malos rollos que había entre los 3 componentes, sobre todo de Sting frente a Copeland y Summers.

Sting comenzó su trayectoria en solitario y la separación de The Police se hizo evidente más que se comunicara de forma oficial. 1986 vio la reunión de la banda para una serie de conciertos benéficos y se planteó la reunificación y el comienzo del trabajo en equipo. Se planteó grabar canciones antiguas con un sonido distinto, pero en mitad de dichos trabajos Stewart sufrió una lesión grave jugando al polo al caer de su caballo y esto agotó de golpe la paciencia de Sting, con lo que lo único que se hizo fue editar la revisada “Don’t stand so close to me” como single y aprovechar para lanzar el recopilatorio de grandes éxitos.

Hasta 2007, momento en que The Police, con motivo de su entrada en el Rock ‘n’ Roll Hall of Fame decidió reunirse para hacer un tour mundial, la única ocasión en la que se vio al grupo tocar juntos fue en la boda de Sting con Trudy Styler en 1992. Por lo visto en mitad de la fiesta tras el pertinente banquete, los chicos se subieron para tocar “Message in a bottle” y “Roxanne”. Stewart antes de que se reunieran en 2007, allá por 1999 recordaba dicho evento bastante emocionado; por otro lado Andy Summers, más escéptico, se refería a aquella anécdota diciendo “sólo éramos 3 tíos que habíamos bebido mucho y que intentábamos tocar los instrumentos”.

Pues bien, a día de hoy parece poco probable que The Police se vuelvan a juntar para nada más. La gira terminó este verano en el Madison Square Garden neoyorkino y tuvimos la suerte de verles por aquí en el Rock in Rio y en noviembre de 2007 también pasaron por Barcelona. En mitad de gira se llegó a rumorear que incluso se estaba trabajando en nuevo material, pero por lo visto los egos y conflictos de antaño volvieron a surgir y desembocaron en un “con esto es suficiente” y un “nunca mais”. Una pena.

Es difícil pronunciarse sobre qué disco de The Police es mejor, sobre todo entre el que hoy les he analizado, “Regatta de Blanc” y “Synchronicity”. Quizás el disco de hoy suele ser el gran tapado de The Police y suele recordarse más los otros 2 mencionados por los clásicos que contienen. No obstante, con “Synchronicity” me pasa como con esas personas muy bien vestidas, educadas, pero que no sabes por qué te causan desconfianza. Es un disco que no de tan perfecto que es, le falta la frescura que todavía existía en “Zenyatta Mondatta” y que iba ligado a un enfrentamiento todavía menor entre estos 3 genios de la música.
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