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domingo, 27 de noviembre de 2016

Programa Fundación Tony Manero “Superficial” (Temporada 8/ Programa 3)

Realmente este programa que compartimos telefónicamente con Lalo López, el guitarrista de Fundación Tony Manero, es el estreno de la 8ª temporada. Y es que la grabación de la entrevista la llevamos a cabo el sábado 15 de octubre de 2016, antes de que comenzáramos el programa en directo junto a La Broma Negra; para pruebas, comprobarán que la camiseta que llevo en la foto (correspondiente al momento de la edición del audio de la entrevista con Lalo) es la misma que la que nos sacamos más tarde con nuestros invitados presenciales.

El metro de Barcelona nos quiso jugar una mala pasada, pero Lalo consiguió superar las incidencias ajenas a su persona y pudimos llevar a cabo una disección razonablemente profunda sobre “Superficial” y otros aspectos que rodean a Fundación Tony Manero; la incidencia solamente se notó en que el estreno en directo de la temporada, por motivos de edición de la entrevista con Lalo, se retrasó un par de minutos.

El programa se estrenó el sábado 12 de noviembre a las 16.00h en el dial de Radio Universitaria de Alcalá de Henares (RUAH) y contó con sus 3 redifusiones correspondientes los miércoles 16 y 23 de noviembre a las 23.00h y el sábado 19 de noviembre a las 16.00h en el mismo dial.

Queremos agradecer a Carme Tasias de Musicbus (si bien Fundación Tony Manero a día de hoy ya no están en colaboración con Musicbus) sus gestiones para que pudiéramos llevar a cabo este programa que teníamos en mente realizar desde ya hace un tiempo.

Por si no pudieron escuchar en las 4 ocasiones el programa y es de su interés, les insertamos abajo el reproductor para que puedan ahora desquitarse y también les dejamos el enlace a Ivoox donde se encuentra alojado para que puedan descargárselo con total libertad: http://www.ivoox.com/dmr-8-3-audios-mp3_rf_14117173_1.html
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viernes, 25 de noviembre de 2016

Temporada 8/ Programa 4: The Cure y “Wish” (1992)

Aún estamos emocionados por el tremendo concierto que vivimos el pasado domingo en el Palacio de los Deportes con Robert Smith y el resto de los The Cure actuales. Y, ¿se creerán que ya teníamos de antemano pensado que hablaríamos sobre “Wish” este próximo sábado en nuestro programa? El motivo de la pregunta estriba en que el disco del grupo de 1992 fue uno de los protagonistas principales del repertorio que la banda ofreció para la ocasión.

Será excusa su análisis para dedicar el programa a partes iguales entre diseccionar este álbum, uno de los mejores de su trayectoria y para hablar largo y tendido del concierto. Mariano González vendrá en persona, con lo que probablemente tengamos abiertas las líneas para que puedan entrar y brevemente comentarnos sus impresiones sobre el disco protagonista y el concierto.

La cita es este sábado 26 de noviembre de 2016 a las 16.00h en la sintonía de Radio Universitaria de Alcalá de Henares (RUAH). Les esperamos. No nos falten.

Links de interés:
Evento en Facebook: https://www.facebook.com/events/1834799446763773
Emisión on-line RUAH: http://www.ruah.es/online.html
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jueves, 24 de noviembre de 2016

DMR cubrirá el concierto en Madrid de Ocean Colour Scene (30-11-2016)

Presumiblemente, nuestro último concierto de 2016 sea el que veremos este próximo miércoles en La Riviera, a la cual retornamos después de ver el triunfo de Dorian unas semanas atrás. Diciembre suele ser mes de pocos conciertos y sin haber en efecto alguno a la vista, despedirnos hasta 2017 de la mano de Ocean Colour Scene es una opción más que remarcable.

Los británicos, grupo paradigma de un pop-rock enérgico de buen ritmo desarrollado desde los años 90, vienen para celebrar los 20 años de su disco “Moseley Shoals”, un trabajo redondo, tal como me lo describió un amigo hace unos días cuando le comenté que el grupo actuaba en Madrid.

Estaremos presentes pues este próximo miércoles 30 de noviembre de 2016 a las 21.00h en La Riviera para narrarles lo que OCS ofrezcan derivado de rescatar en directo su disco más emblemático. No faltará un buque insignia como es “The riverboat song”, pero confiamos en que el repertorio incluirán otras canciones tan notables como “Hundred mile high city” o “Better day” del siguiente lp a “Moseley Shoals” “Marchin’ Already” y, ¿por qué no? otras canciones muy válidas como “Up on the dowside” por ejemplo.

En días siguientes les narraremos nuestras impresiones. Quedan entradas, por lo que mejor vívanlo de primera mano y luego contrastamos sensaciones. Agradecemos a Pablo Camuñas de Promociones Sin Fronteras que haya contado con nosotros una vez más para un evento tan destacado como éste.
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lunes, 21 de noviembre de 2016

Concierto The Cure. Madrid (20-11-2016)

Tras la cita con Kraftwerk del pasado mes de octubre en Bilbao, el otro gran acontecimiento musical de este 2016 a nivel personal era la 3ª vez que vería en directo a The Cure. 8 años y medio han tenido que pasar para que pudiera publicar una “crónica de evento” de mi grupo favorito en este blog. Y es que se dio el caso de que “DMR” nació 3 meses después de la última vez que The Cure pisaron Madrid. Hasta entonces, hemos hecho 2 programas de radio dedicados a la formación (más el que viene este sábado a las 16.00h en la sintonía de Radio Universitaria de Alcalá de Henares (RUAH), ¡no falten!) y 6 revisiones de discos de su obra. No obstante, a modo de desquite y para ir abriendo boca (les advierto que este artículo va a ser laaargo…), no me resisto a narrarles (tirando de memoria) algo de las 2 veces previas que había visto a The Cure antes de la del pasado domingo.
Descubrí a The Cure en el verano de 1996, al calor del lanzamiento de su “Wild Mood Swings”, disco que no gustó a casi ningún fan en aquel momento; sin embargo, “Mint car” provocó en mí el hechizo que a día de hoy permanece en mi ser y que hace que adore a The Cure. Desde entonces, comencé poco a poco a hacerme con la obra del grupo a modo de grabaciones que me iba pasando el hermano mayor de mi amigo Chemi Villena, Antonio. Primero fue el “Mixed Up” (incompleto, y otro ítem controvertido de la trayectoria del grupo), luego me regalaron el “París” y el “Kiss Me, Kiss Me, Kiss Me”. Después vinieron más cintas de cassette grabadas, incluyendo una de 90 minutos con “Seventeen Seconds”, “The Top” y “Faith” (embutidos los 3, salvo sus singles; curiosidades para aprovechar espacios de grabación, supongo) y así llegamos hasta el año 2000 cuando el grupo editó “Bloodflowers” y anunciaba 2 fechas en La Riviera.
A mis 18 años y pocos meses, asistía a mi 1er. concierto de verdad (al margen de los de fiestas patronales o populares de Torrejón de Ardoz), en sala y con pago de entrada. Allí acudimos varios fans amigos del instituto (Aida, Álvaro…) y yo en compañía de Antonio Villena. La sala estaba sofreaforada hasta límites insospechados. No cabía un alfiler. Nos situamos en 2ª fila enfrente de los teclados de Roger O’Donnell (que en aquella gira estaba en la parte izquierda del escenario según miras), detrás de un tío que era un perfecto calco de Marilyn Manson. En aquella noche inolvidable (en la que no pude ni quitarme el abrigo), Robert y cia. (por entonces con Simon Gallup al bajo, Perry Bamonte en la guitarra, Jason Cooper en la batería y el citado Roger en las teclas) desgranaron a fondo el agradable “Bloodflowers” (creo que prácticamente lo tocaron entero) y sellaron un set list oscuro, intenso y tremebundo que desarrollaron durante las 2 horas y 40 minutos de actuación. Brillaron momentos como la canción-título del disco “Faith” en los bises, “A forest” (¿cómo no iba a ser así? También en los bises) y hubo sorpresas agradables como “Want” o ítems extraños como “If only tonight we could sleep”. Nada de pop; lo más “alegre” que sonó aquella noche fue “Maybe someday”, que ya me dirán ustedes. La 2ª fecha en La Riviera incluyó más concesiones al pop que ésta reseñada del 27 de marzo de 2000. Clásicos como “Lullaby” y lógicamente como “Just like heaven” o “In between days” se quedaron en el olvido y me fui sin haberme podido desquitar. Aquel día me llevé mi cámara de carrete y saqué algunas fotos. He hecho una foto a una de las mejores que quedaron y que tengo en un álbum para el recuerdo. Les he dejado las 2 intentonas arriba y debajo de este párrafo; sí, tendría que haberla escaneado, lo sé.
Tras ese show, hubo alguna asistencia del grupo al FIB (al que no me desplazo ni borracho), la edición del disco homónimo del nombre de la banda (irregular a ratos) y llegamos al 6 de marzo de 2008, casi 8 años exactos después para acudir al Palacio de los Deportes. Allí acudí con mi buen amigo Sergio Calero y nos situamos en 3ª fila casi enfrente del propio Robert para antes ver a 65 Days Of Static y luego disfrutar de 3 horas de show inolvidables. Aquel día también estuvo Óscar Cañas, allá por mitad de pista, y Mariano González, que apenas pudo pasar del hall de entrada de la calle Goya y habiendo entrado al recinto con más de 5 canciones interpretadas (motivos laborales y de colas kilométricas para acceder a esas horas al Palacio de los Deportes). En esta ocasión The Cure sí que ofrecieron un show variado, donde no faltaron los grandes clásicos pop que fueron hits en su momento (las citadas ausencias de 2000, “Lullaby”, “Just like heaven”, “In between days”, esta vez no faltaron), aparte de capítulos siniestros sorpresivos y agradables como “A strange day” (tocada casi al arrancar) o la canción “Disintegration”, que no sonó mal a pesar de que en aquel show no había teclista; en esa fecha la formación había visto como se perdían a Perry y Roger, pero como volvía el clásico Porl Thompson, que dio un fuerte empaque al sonido con sus guitarras. En ese show de 3 horas superadas y que cerró con un bis de infarto (con cosas como “10.15 Saturday night”, “Grinding halt”, “Jumping someone else’s train”, “Killing an arab” y “Boys don’t cry”), solamente eché mucho en falta a “The walk”: primero porque me gusta y segundo porque mi partenaire Sergio Calero un día en el instituto, haciendo un cómic entre varias personas, por ciencia infusa calcó en una viñeta parte de la imaginería del videoclip alocado de la canción dirigido por Tim Pope. Aquí debajo una foto del concierto de 2008, desde la 3ª fila, en la que vemos a Robert y Jason junto al gran Porl Thompson.
Bueno, pues otros 8 años (y medio) más y llegamos hasta ayer. Nuevamente era el promotor Gay Mercader al que había que agradecer que nos trajera a The Cure a estas tierras. Las entradas salieron a la venta con 11 meses de antelación. Acordamos, para facilitar que Mariano González no se perdiera la cita, buscar un asiento reservado para esta ocasión (habiendo visto al grupo ya en 2 ocasiones en 2ª -2000- y 3-4ª fila -2008- en mi vida ya me parece suficiente), aparte de que el precio de pista (casi 80 euros) era algo descabellado. Localizamos unas entradas por 61,50 eur. que intuía que desde sus localidades no se vería mal del todo (nos daba algo de miedo el sonido a esas alturas del recinto). Y nos juntamos para la cita los 4 que vimos disgregados (salvo Sergio y yo) el concierto de 2008. Con Sergio, con el que no acudía a un concierto desde aquel de The Killers en 2009, quedé a las 17.15h en Av. América (llegando yo empapado tras un paseo desde el barrio de San Pascual hasta el intercambiador; ciertamente un día muy apropiado para un concierto de The Cure, a pesar de las incomodidades, ya que de sus tonos resultaba reminiscente de la portada de “Faith” de 1981, disco del que -ya les hago spoiler-, no sonaría luego nada). Luego fueron llegando Mariano y Óscar a eso de las 18-18.30h a una cervecería que hay justo enfrente del acceso de la calle Goya al recinto. Antes de entrar a tomarnos unas cañas, Sergio y yo pudimos ver desde las puertas de la calle Goya la prueba de sonido y proyecciones de The Cure. Se veía a Robert perfectamente al fondo en mitad del escenario mientras había una espiral sobre el telón de fondo proyectada.
Queríamos ver al telonero (sana costumbre que tenemos), si bien hasta el mismo día no reparé en ello. A eso de las 19.15h fuimos accediendo y tras sufrir por 1ª vez las colas eternas del guardarropas y localizar el ascensor, llegamos a nuestros asientos. The Twilight Sad no tardaron mucho en arrancar su actuación tras acomodarnos. Su sonido era muy bueno (cosa que nos tranquilizó) y melódicamente estaban bien. Su cantante ofrecía unos dejes curiosos marcando mucho las “r” en su pronunciación. Para primera percepción estuvieron bien. Supongo que ahondaré en su obra, ya que hubo varias piezas que sonaron agradables. Su estilo es de un pop-rock que se mueve entre cierta épica y melancolía que nos les queda mal. Sergio Calero me comentó que no le parecieron mal, pero que a él le gustaron más 8 años atrás los 65 Days Of Static. Yo me quedo por otro lado con The Twilight Sad. Arriba y debajo del párrafo, sendas fotos (muy oscuras) de The Twilight Sad.
Se encienden las luces, tras la algo más de media hora tácita de show de The Twilight Sad y rápidamente los roadies comienzan a cambiar y preparar el set para The Cure. Se veía a la gente con los vasos de bebida personalizados (buen detalle ciertamente) y Óscar y Sergio se pillaron un par de birras, con la sorpresa de que me invitaron a otra a mí. Lo valioso en este caso era el continente más que el contenido, o al menos así lo veo yo.
Comentemos algo de nuestra ubicación. Lo malo de la zona donde estuvimos no es la ya lógica distancia con la que se ve al grupo, bastante lejos y diminuto (si bien no tanto como se cree), sino que la gente no para de moverse de arriba para abajo, obligándote a levantarte una y 1000 veces; especialmente en nuestra fila había un merluzo con gafas y camisa clara que, en palabras de Mariano González no se sabía si tenía cistitis o si era un borracho que iba cada 2 por 3 a por priva. En fin, era lo que tocaba, al margen de que los de la fila de delante decidieran ponerse de pie y te dieran por saco visualmente al respecto. Flanqueando el presente párrafo 2 autofotos (hablemos en castellano) en las que nos verán a los 4 asistentes. A Mariano González (notablemente emocionado en la foto superior) y a Óscar Cañas (en el medio en la foto inferior) les conocerán ya los seguidores de “DMR”. Sergio Calero es el de la izquierda en la foto de abajo.
Puntualmente a las 21.00h se apagan las luces y comienzan a sonar ecos que me evocan a “Tape”. En las cañas previas a entrar, Mariano nos preguntó por nuestras intuiciones para el arranque y yo puse un “doble” en mi quiniela apostando por “Open” o “Plainsong”: ya no había lugar a dudas, tras “Tape” llegaría “Open” que funcionó como siempre muy bien a título de apertura (“Plainsong” abrió en 2008, por cierto). Sobre el escenario podíamos ver a Robert Smith capitaneando a los Cure actuales con Simon no parándose de mover por el escenario al bajo, Roger de vuelta en los teclados, Jason en la batería (ya más de 2 décadas en el grupo) y el último Cure Reeves Gabrels en la guitarra.
El arranque de concierto fue de quitar el hipo, ya que se encadenaron una serie de éxitos con otras sorpresas agradables que conformaron un inicio de set list de apoteosis. Tras “Open” llegó “High”, que aúna lo de éxito y sorpresa. Me gustó mucho escuchar en directo este pop tan bonito de su disco “Wish”, álbum que de momento se hacía acreedor de la noche. No obstante, no tardó mucho “The Head On The Door” en reclamar su puesto con un escrutinio soberbio de varios de sus temas. El primer vuelco de corazón de la velada lo supondría de hecho “A night like this”, que vino tras “High”. Una de las canciones más valoradas del disco de 1985 y que terminó de meterse en el bolsillo a todos los verdaderos fans del grupo que estábamos dentro del recinto. A continuación el vídeo (muy borroso) que grabé de este temazo.

Pero con “The Head On The Door” no acabaría ahí la cosa y en los primeros 45 minutos de concierto también salieron a la palestra “The blood” (siempre apropiada de sonar en nuestra ciudad y que no en vano ya sonó en 2008), “Kyoto song” (una de las grandes sorpresas del show) y la guitarrera “Push”, donde las cuerdas de las guitarras eléctricas del tándem Smith-Gabrels sonaron potentísimas. “In between days” fue otro caso de alegría personal que estuvo presente en esta primera parte de concierto, si bien la viví con más intensidad en 2008 cuando la escuché en directo por 1ª vez. No está mal el zoom de la cámara de mi madre, la cual cogí prestada para la ocasión, ¿no?
Sin embargo, y “Kyoto song” al margen, para mí el gran momento del primer sector del concierto vino de la mano de la simpática “The caterpillar”, único single de “The Top” de 1984. Ese “gusanito” apareció cuando menos me lo esperaba y elevó a todo el Palacio de los Deportes a cotas de felicidad y hedonismo pop exageradas. No me la esperaba (yo no soy de mirar los set list de noches previas para evitar spoilers y consecuencia de ello vivir los shows de forma descafeinada sabiendo lo que viene de antemano; ya soy abonado actualmente a la ópera del Teatro Real, que cada sensación tiene su lugar) y me supuso un alegrón. La grabé en vídeo, pero la imagen se mueve muchísimo: desde tanta distancia y con zoom es difícil atinar. No obstante, la calidad de audio y vídeo es mejor que otras veces, ya que la cámara de mi madre responde con más solvencia.
Tras “The caterpillar”, hubo un combo de 2 formado por “Just like heaven” y “Lovesong” que puso la piel de gallina a todo el público. Emoción desbordada al máximo, que nuevamente vivió otro momento muy bonito en la estupenda “Pictures of you” que también estuvo en este alud en forma de comienzo de concierto que Robert Smith y los Cure diseñaron para esta noche. Abajo el gran tándem Gallup-Smith.
Había que parar algo el ritmo, que no dábamos abasto y alguno estaría ya al borde de un ataque. En ese sentido, otra de las sorpresas de la noche hizo su papel. Me estoy refiriendo a “The last day of summer”, quizás la pieza más calmada a la par que melancólica que incluye “Bloodflowers” de 2000, que fue además la única representante de su álbum esa noche. Y es que “Bloodflowers” no suele ser muy recordado por The Cure en sus shows, ya que en 2008 creo recordar que no se recuperó ninguna canción. En esta ocasión los discos sin representación fueron “Faith” de 1981, “Wild Mood Swings” de 1996 (muy tristemente para mí) y “The Cure” de 2004. Del resto, aunque fuera una sola canción, caería.
“The last day of summer” fue una clara frontera psicológica del show. Aquí llegó el turno de una sección de desarrollos largos y el que quizás (y sin el “quizás”) fue el sector del concierto que menos me gustó. Aparecieron, “The hungry ghost”, voluntariosa canción del hasta la fecha último disco del grupo “4:13 Dream”, y para apuntalar más a “Wish” como uno de los discos triunfadores de la noche, “End” y “From the edge of the deep green sea” y entre ellas la corrosiva y contundente “One hundred years”, con proyecciones de mal rollo sobre el telón de fondo que dispuso la banda y del que desde nuestra posición tampoco se apreciaba demasiado bien. Tras finalizar (valga la redundancia) “End”, canción algo repetitiva, (y en ese mismo sentir me hubiera llenado mucho más que hubiera sonado la canción “The top”), llegaría el turno de las idas y venidas del escenario. En esta ocasión habría 3 bises, separados por 2 minutos de ausencia sobre las tablas de Robert y los muchachos.
Los bises empezaron con una canción nueva, que de primeras escuchas no sonó mal, pero a la que habrá que dar tiempo, titulada “It can never be the same”. Aquí se situó el sector dedicado a “Seventeen Seconds”. No hubo lugar a mucha sorpresa al respecto: “Play for today” lo que sí hizo fue reportar el momento de coros más arrolladores de la noche por parte del público y “A forest” estuvo en su nivel de emoción-intensidad, con unas líneas de guitarras que sonaron en su mejor versión y unas palmas acompasando al bajo de Simon que también son dignas de comentar.
En este bis, lo que sí que fue una sorpresa gigante (repito: para los que no miramos los set list de conciertos previos de la gira) fue cuando Robert cogió una flauta y empezó a hacer sonidos desafinados. Yo me colé y le solté a Mariano: ¡“The snakepit”! No. Error, y mejor. Era “Burn”, de la banda sonora de “El Cuervo”. Una de las canciones más acertadas en el campo del rock guitarrero que The Cure crearon en los años 90. Brilló tanto Robert como Reeve en esa parte instrumental de guitarras que hay a mitad de canción. Cuando Simon dejó de machacar a su bajo tras el final de “A forest”, el grupo se marcha nuevamente. Abajo un fragmento de “A forest”, pero donde la calidad deja mucho que desear, ya que utilicé la cámara del móvil.
Tras el par de minutos preceptivo, desde nuestra posición veíamos bien cómo el grupo salía de los camerinos y subía nuevamente al escenario. El segundo bis empezó con “Shake dog shake”, tema agrio y contundente del apaleado lp “The Top” de 1984, que siempre me resulta agradable de escuchar, pero que no me suponía mayor sorpresa, puesto que en el concierto de 2000 la recuerdo como uno de los pasajes que más claros quedaron en mi retina de aquella mágica noche. En 2008 se escuchó también, pero no dejó de ser algo no muy esperado que la canción que da título al primer disco de estudio del grupo, “Three imaginary boys”, desfilara en la noche de ayer.
Este bis fue muy guitarrero e intenso, ya que sumadas a estas 2 piezas, luego vendría la emocionante “Fascination street”, para seguir completando el repaso de “Disintegration”, concretado en sus 4 singles (otro spoiler en la crónica), “Never enough”, donde Robert quizás hizo la interpretación más exagerada, teatral y divertida de la noche, y “Wrong number”, donde Robert se comportó de forma extremadamente relajada el micrófono, dándonos una toma distinta a la de estudio y a la que recuerdo del concierto de 2008, donde también apareció este tema inédito en su día para el recopilatorio de singles “Galore” de 1997. Parada tras el número incorrecto, con teléfonos descolgados en el telón de fondo y la sensación de que me faltaba algo. Abajo un fragmento que grabé de “Wrong number”, pero eso sí, con la cámara del móvil. Por cierto, vean el buen juego de luces (acorde con la letra de la canción), con tonos verdes y narajas y al final dorados y rojos; y es que el juego de luces fue otro punto a favor del show, como por ejemplo en tonos verdes de “A forest” y los potentes focos de “Lullaby”.
Siguiente bis. Venga, a lo grande: “Lullaby”. Con focos de color verde nuclear paralelos unidireccionales sobre el público y una gigante telaraña en el telón de fondo, Robert ahora sí finiquitaba “Disintegration” con una canción que provocó el mayor clamor del recinto cuando se reconocieron sus primeros compases. En sus últimos momentos, Sergio Calero y yo decidimos bajarnos a un pasillo ancho debajo de nuestras localidades, en una zona donde estaba el acceso de vomitorio y que no provocaba falta de visión a nadie. Y, ¡qué acierto! Ahí pudimos movernos sin parar y dejamos de tener que soportar a pesados que pasaban una y otra vez. Óscar y Mariano (por lógica motriz) se quedaron en las localidades.
El siguiente capítulo de este bis fue, ¡por fín!, ¡¡¡síiii!!!... “The walk”. Me pasó con este tema incluido en “Japanese Whispers” algo como con “Stripped” de Depeche Mode: que hasta el 3er. concierto que veo al grupo no me la conceden. Me volví loco. Empecé a bailar como un espantapájaros (al estilo de Robert) y casi me llevo por delante a Sergio Calero (siempre le he tenido muy asociado a dicha canción, por su inspiración divina al recrear el videoclip del grupo una vez y porque le grabé en su día en cinta de cassette el “Japanese Whispers). Del vídeo que debajo les dejo insertado, no esperen gran calidad, ya que no presté casi atención a la pantalla puesto que había que vivir la canción como era debido. Personalmente, que no a nivel general, fue mi gran momento de la noche. Aquí el vídeo que grabé, muy movido por mi emoción del momento.
Más pop en el 3er. bis: “Friday I’m in love” corroboraba a “Wish” como uno de los álbumes del concierto (qué cosa tan apropiada para nosotros… Ya les contaremos no a mucho tardar) y luego vendría “Boys don’t cry”, que para Sergio Calero era la gran esperada. Se rubricaría el bis con “Close to me”, clásico que no había vivido en directo y que me alegré de sumar a la lista, y con el despiporre generalizado de “Why can’t I be you?”, con todo el Palacio de los Deportes desparramado y bailando como posesos. Abajo Gabrels en solitario.
Robert Smith, al terminar este alocado single de 1987, se despedía yendo de lado a lado del escenario, lo cual me suponía cierto temor. Imaginaba un 4º bis compuesto por “10.15 saturday night” y “Killing an arab” (renombrada en “Killing another” hace un tiempo para no herir susceptibilidades). Y, ¿por qué no?, dentro de ese bis, acabar con un “Forever” desaforado al estilo de esa joya del “Curiosity” con la interpretación del 15 de mayo de 1984 en Le Zenith de París. Pues no. No había tiempo para más. Se encienden las luces y nos damos por más que satisfechos. Miramos nuestros relojes y The Cure se mantuvieron en 2 horas y 45 minutos en el escenario. No igualaron su registro anterior en Madrid, pero fue altamente satisfactorio.
Pasamos por el tedioso guardarropas para que Óscar recogiera sus pertenencias (obligado a dejar el paraguas por la gente del acceso), éste y Mariano pillaron sendos taxis en la calle Goya y Sergio y yo fuimos a Av. América en mitad de la lluvia, para luego esperar 55 minutos al N-202 que tenía que coger Sergio para retornar a Torrejón. La lluvia paró y yo andaría 20 minutos para retornar a mi casa en el barrio de San Pascual/La Concepción; podría haberme ido con Óscar o Mariano, que pasaban con sus taxis relativamente cerca de mi casa, pero creo que había que ser buen amigo y más viendo la espera que le tocaba al bueno de Sergio Calero en la avenida de América. Además, hoy tenía libranza en la oficina, con lo que tampoco me suponía gran esfuerzo. Mariano pudo llevarse un vaso de los personalizados que estaba en buen estado y solamente tenía un par de hielos dentro (no tenía líquidos amarillos que pudieran llevar a equívocos). Declinó la opción y antes de que se quedara allí, me lo apañé yo también: se limpia y de decoración en una estantería de discos, que queda de rechupete.
¿Adivinan el momento de la fotografía superior? Bueno, aquí acabó el contar nuestra experiencia personal y la narración del show, y ahora viene el capítulo de reflexiones y conclusiones. Comencemos por comentar el devenir de los 5 Cure actuales. Empezamos por el líder, por Robert Smith. Ciertamente estuvo más simpático y cercano que en las 2 veces anteriores. En varias ocasiones dijo “gracias” o “muchas gracias” (con cierta broma incluida en un momento) y se comportó intenso cuando procedía (en los temas más sesudos) y distendido cuando tocaba (en los capítulos más pop y desenfadados).
Simon Gallup es claramente el 2º de a bordo de The Cure. Su actitud es tremendamente vital. No paró de moverse por todo el escenario. Si bien su posición es a la izquierda de Robert, muchas veces se iba con Reeves o al lado contrario con Roger y otras tantas veces merodeaba por la retaguardia de Robert. Su look recordaba mucho al que llevaba en la época de “Faith”. Le vimos bastante bien conservado, cosa que no a Robert por cierto, al cual se le intuían ciertos claros preocupantes en la parte superior de su cabeza (dirá alguno que quién viene a hablar de problemas de alopecia...) y es que los 57 años ya se van notando en nuestro querido sr. Smith. Abajo Simon, guardando las espaldas de Robert con su potente bajo.
Con el pelo bastante largo, en plan media melena, Roger O’Donnell ofreció un buen papel desde sus teclados. Cosa que se echó algo de menos en 2008, aunque hay que decir que el enfoque de aquel concierto fue algo distinto. Es querido dentro del seno de seguidores de The Cure y estuvo discreto, sin querer llevarse protagonismo alguno o querer competir con Robert o Simon. La mejor imagen que tomamos de Roger, el componente que más lejos (si cabía) nos cogía, es la que insertamos a continuación.
En la batería estaba el que lleva más tiempo en The Cure en esa posición. Jason Cooper se mostró correcto y respondió en capítulos cuando hacía falta y donde se nota más la percusión con redobles que deben destacar (“One hundred years” o “The walk”). A continuación una fotografía de Jason sentado en su batería.
No tengo nada en contra de Reeves Gabrels, que conste, pero a nivel emocional (repito, nivel emocional) no me supone nada dentro de The Cure. Demostró, objetivamente, ser un gran guitarrista (que haya tocado con Bowie entre otros no es casualidad u oportunismo) y su papel fue fundamental en ciertas fases como la ya comentada de “Burn”. No obstante, servidor es muy talibán y restrictivo con el asunto de las formaciones clásicas de los grupos. Manías que tiene uno. Con lo que hasta que Reeves no forme parte del grupo en la edición de un nuevo disco y se mantenga unos cuantos años más en el redil, no terminaré de verle como uno de los nuestros. No obstante, lo dicho, al César lo que es del César: Gabrels tocó muy bien y para nada quiso llevarse protagonismo, estando en un discreto segundo plano, cosa que le honra. Abajo Gabrels, que parece que mira hacia nuestra posición en compañía cercana y con Robert al fondo del plano brazos en alto.
Pasemos al capítulo de las cosas que no pudimos vivir, es decir, canciones que anhelábamos que pudieran sonar, pero que no tomaron parte del show. Y es que con The Cure los fans ya sabemos que cualquier tema de su discografía (incluidas caras “b”) es posible que aparezca en cualquier show. Nos apenó especialmente a Mariano González y a mí que no saltara la liebre con “Homesick”, la bonita pieza de teclados (más con Roger de vuelta) que forma parte del tramo final de “Disintegration”. A Mariano le jodió que “Want” no sonara (yo al menos la viví en 2000) y a mí me fastidió saber que “The lovecats” sí que había sido de la partida en conciertos a posteriori (cosa que me comentó Carlos Caballero, cantante de La Broma Negra, que por lo visto estuvo situado en 10ª fila a la derecha del escenario en compañía de su hijo de 16 años, con el que mantuve una breve y animada conversación por mensajes al terminar el concierto mientras que esperábamos a que Óscar recuperara sus pertenencias custodiadas).
Cosas difíciles eran un “Forever” o un “Splintered in her head”, ciertamente, pero con The Cure nunca se sabe. Al menos apareció “The walk” y también me llevé a casa “The caterpillar”. Quizás con estos 2 capítulos mi sensación buena del concierto subiría varias décimas e incluso puntos. Hubiera estado bien también repetir sensaciones de 2000 y 2008 con las canciones que titulan “Faith” y “Disintegration”, pero bueno, como ya las experimenté en su día tampoco me molestó tanto. Ahora recuerdo que Carlos Caballero también me comentó en sus mensajes que “Doing the unstuck” también había sonado en noches anteriores; pues eso también me dolió un poquito.
Cierro este capítulo de ausencias echadas de menos, comentando que quizás “Pornography” quedó muy reducido con la sola interpretación de “One hundred years”; me queda como gran cuenta pendiente “The hanging garden”, claramente, y también hubiera estado bien un “The figurehead” o la atronadora canción título. No me hubieran sobrado igualmente que hubieran aparecido “Birdmad girl” o “Piggy in the mirror” del denostado “The Top”; sí, ya saben que el disco de The Cure de 1984 es muy de mi agrado, ¿qué le vamos a hacer?
A Sergio Calero por ejemplo le gustó más este concierto que el de 2008. A mí no. Si tuviera que enumerar por orden de satisfacción (de las 3 salí contentísimo, que conste) mis 3 noches con The Cure serían: 2008, 2016 y 2000. El de 2000 fue un concierto muy bueno, pero era un concierto para alguien que ya habría visto al grupo al menos una vez previa y con un repertorio más heterogéneo en estilos. Este show de anoche arrancó muy bien y cerró por todo lo alto, pero el sector previo a los bises me saturó un poco, a pesar de “One hundred years”; dirán ustedes que por 2 canciones, “From the edge…” y “End”, que qué pijotero me pongo, pero es que en el 2008 la media de emoción de principio a fin en las 3 horas y 10 minutos (también a tener en cuenta la mayor duración) fue más nivelada. No tiene nada que ver el hecho de estar en pista en 3-4ª fila con estar en graderío alto. En ese sentido el sonido fue nítido a más no poder y la visión no era mala del todo (a pesar de gente de filas anteriores que se levantaban y cenutrios incontinentes que no paraban de ir y venir del baño; yo me estuve aguantando las ganas, que no eran pocas, las casi 3 horas, porque no me perdonaría perderme ripio de una actuación de mi banda favorita).
En definitiva: los más de 16000 que estuvimos en el Palacio de los Deportes (yo no atiendo a nombres comerciales de los recintos) disfrutamos de un gran concierto de The Cure. Altamente satisfactorio. Plagado de éxitos, con un Robert con, eso sí, la mejor predisposición que le he visto (en ese sentido este concierto gana a la actitud de Robert en los 2 previos) y con una serie de sorpresitas agradables en forma de canción que me hicieron pasar momentos inolvidables que solamente un hipotético desarrollo futuro de alzheimer podrá disipar; espero que no. Todo esto vivido en la buena compañía de 3 buenos amigos como son Sergio Calero, Mariano González y Óscar Cañas, hace que las buenas sensaciones que quedan sean aún mejores. ¿Habrá que esperar otros 8 años? Mi sensación es que siempre merece la pena esperar a The Cure.
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viernes, 18 de noviembre de 2016

Dardem - La Brecha (2016)

ANTECEDENTES E INTRODUCCIÓN.
Hoy nos toca afrontar el disco “La Brecha” de la formación sevillana con residencia en la capital Dardem. Vamos a ser sinceros y les confesamos que del pasado de Dardem no conocemos mucho, por no decir nada, con lo que a nivel de antecedentes del grupo poco les podemos contar. Ya saben que nosotros no somos muy dados a copiar datos wikipédicos o de otros lugares para elaborar nuestros post, con lo que hablemos un poco a modo introductorio del contenido musical que les proponemos.

Nos vamos a enfrentar hoy a un disco que muestra 2 caras, las 2 notables e interesantes. Dardem en este su 3er. disco (hasta ahí sí que llegamos de conocimiento del grupo) alterna canciones de palpable intensidad con otros capítulos de tono más oscuro o, mejor dicho, reflexivo que resultan altamente satisfactorios.

“La Brecha” es un trabajo que está bien compensado, ya que Dardem, grupo compuesto por Pepe Rodríguez como cantante y teclista, Joe Melero al bajo, Raúl Pacheco a la guitarra y Peter Bacán a la batería, han nivelado bien en el orden del track list los capítulos distintos en los sentires que transmiten sus melodías. Veámoslo paso a paso.

ANÁLISIS DEL DISCO.
1. “Eclipse”: Empezamos con unos teclados ciertamente oscuros que ceden el paso a la voz de Pepe y las guitarras de Raúl. La canción dispone de un estribillo de potente músculo, de fuerte intensidad rockera. Los teclados iniciales aparecen en el momento justo a mitad de la duración para ofrecer su acierto melódico antes de un receso en el discurso contundente de esta pieza de arranque. “Eclipse” ha sido single, con un videoclip con el grupo tocando en un plató negro, alumbrado por potentes pocos, donde se alternan imágenes de bailarinas en coreografía con el grupo dándolo todo a sus instrumentos.

2. “Lunas negras”: Buena canción “Lunas negras”, que parte del sonido agrio de “Eclipse” para ofrecer en su melodía un capítulo algo menos oscuro, pero que no rebaja mucho en lo que a potencia sonora y contundencia se refiere. Buen estribillo, en el que Pepe muestra su registro más alto, el cual alterna con un tono más engravecido en las estrofas que evoluciona en el puente.

3. “Tus dudas”: Un gran riff de guitarras nos presenta “Tus dudas”, último single de “La Brecha”. De estructura parecida a “Eclipse”, “Tus dudas” destaca por un ritmo más vitalista que su predecesora en el apartado de sencillos. Su videoclip en un plató iluminado por luces de fondo blancas, muestra a Pepe en distintas poses al micro y al resto del grupo nuevamente a sus labores instrumentales, todo ello alternado con el devenir de una pareja de actores. Canción muy pegadiza y fácil de memorizar por su buena pegada.

4. “Subterráneo”: Hablaba de alternancia en la introducción del post como uno de los valores de “La Brecha” y tras capítulos intensos y potentes, pasamos a “Subterráneo” en un perfil en torno al medio tiempo, que pasa por ser uno de mis pasajes favoritos del lp. En esta canción Dardem se ofrecen reflexivos, de alguna forma melancólicos y sin renunciar a una buena estructura potente melódica en la base. Canción bien llevada, bien rematada y de estructura notable.

5. “Alquímica”: Punto intermedio el que nos supone “Alquímica”. No estamos ante un capítulo del sector crepuscular del disco como la previa “Subterráneo”, pero tampoco estamos ante un trallazo como “Tus dudas”. Pop rock de toque sensual y con cierta chulería en su melodía que queda resultona para ir llegando a la mitad de “La Brecha”. ¿Posibles influencias del sonido Madchester mezclado con algo de glam? Quizás sean imaginaciones mías.

6. “Raíz”: Dardem bajan nuevamente la rueda de potencia para ofrecer un capítulo que nada en el medio tiempo, si bien no se ofrece un capítulo que desprenda melancolía, pero si cierto carácter reflexivo que funciona bien en una estructura sin demasiadas complicaciones. De nuevo, con “Raíz” nos damos cuenta de que Dardem en este disco están atinados en los estribillos marcados que se quedan fácilmente en la retina de los que escuchamos.
7. “El reloj”: En “El reloj” nos encontramos con uno de los mejores capítulos que Raúl Pacheco nos ofrece a las notas de la eléctrica (escuchen entre la 1ª y 2ª estrofa ese solo). Canción notable y destacable del disco. ¿Por qué? Pues porque creo que en ella se aúnan de mejor manera los 2 perfiles de Dardem: la potencia sonora y la reflexión. Sin embargo, “El reloj” no triunfa por disponer de un estribillo de fácil asimilación. En ese sentido es mucho menos evidente, pero si se dispone de una melodía principal buena y el resto de la estructura es llamativa, el éxito está asegurado. Para nosotros es otra de las joyas de “La Brecha”.

8. “Origami”: Melódicamente “Origami” tiene una melodía nuevamente de las más destacables del disco. Latente, pero sin querer apostar por la contundencia, Dardem ofrecen otro capítulo que transmite cierta melancolía en sus notas y en los sostenidos vocales de Pepe al micro. Las referencias a “Blade Runner” siempre son un punto a su favor desde mi gusto personal y la reflexión lírica está más que patente: “me pregunto quién soy yo”.

9. “Digo no”: Dardem retornan con “Digo no” a la contundencia y potencia, la cual se muestra, sin embargo, desde sus primeros compases en emoción contenida. Es a la mitad de la canción cuando se suelta el grupo la melena para afrontar en el tramo final una buena descarga rockera para insuflar rabia al tramo final de “La Brecha”.

10. “La brecha”: Llegamos al penúltimo capítulo del disco con la canción título, la cual no se esconde y desde su arranque demuestra otro arreón sonoro de notable rock. Buenos cambios de ritmo, donde se nota el nerviosismo en las estrofas (noten los redobles de batería de Peter Bacán creando ese efecto) y puentes, para estallar en el estribillo. Rápida e intensa, apuntamos como curiosidad que no en vano es la canción más corta en duración del disco al que concede nombre.

11. “Últimas estrellas”: Acierto pleno para cerrar el disco. “Últimas estrellas” es la apuesta de Dardem para rubricar el álbum y Dardem se arriesgan por otro de los pasajes más reflexivos, melancólicos y crepusculares del lp. Creemos que está bien. Nos gustan mucho los finales de este tinte. Además, tras 2 capítulos de energía e intensidad como “Digo no” y la propia “La brecha”, “Últimas estrellas” supone un episodio tremendamente bello y emotivo.

RESULTADO, CONCLUSIONES Y REFLEXIONES.
Creo que a mí se me ha visto el plumero al presentarles “La Brecha” de Dardem, disco de portada inquietante con ese cuerpo descabezado saliendo del agua. Pero, por si no se han dado cuenta, me confieso: sí, me gustan más los medios tiempos y los pasajes reflexivos del disco que los arreones de intensidad que ofrecen Dardem. Y no es una cuestión de selección o descarte, sino que creo que simplemente noto que en ese terreno el grupo ha sabido calar mejor.

No obstante, en la variedad está la diversión (como diría el gran José Luis Moro de Un Pingüino En Mi Ascensor) y el buen resultado de “La Brecha” redunda en esa compensación o balanza que Dardem han dispuesto muy equilibradamente en esta obra. Si bien personalmente los momentos más rockeros no son los que más me han llegado, objetivamente hay que reconocer que los singles “Tus dudas” o “Eclipse” son 2 trallazos en toda regla, con un rock potente que además para el directo son más que válidos (esto me lo ha chivado, como muchos ya saben, Mariano González, que vio a Dardem en directo hace justo una semana).

Además, un disco monolítico en plan reflexivo, a no ser que te llames Robert Smith, dirijas un grupo que se llama The Cure y estés en 1989 para editar un trabajo llamado “Disintegration”, puedes ofrecer algo demasiado denso e inaccesible. “La Brecha” es un buen capítulo en la historia de Dardem que además les ha permitido girar desde hace ya un tiempo por todo el país y ser parte de los carteles de los festivales veraniegos importantes como el Isla Go! junto a otros grandes de nuestro panorama nacional. Escuchen “La Brecha” y comprueben si están de acuerdo conmigo en sus momentos favoritos del disco, si me llevan la contraria o si, más allá, les gustan cada una de las 11 canciones que lo componen, que también es posible.
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lunes, 14 de noviembre de 2016

Concierto Dardem. Madrid (11-11-2016)

Pues ya puedo añadir al zurrón de descubrimientos agradables de este año al grupo sevillano (afincado en Madrid) Dardem. Por de pronto, además, me gustó que el emplazamiento de su concierto fuera la Sala Arena (o Marco Aldany, es un lugar muy “polinominal”, valga el neologismo); lugar en el que he pasado buenos momentos (conciertos de Echo & The Bunnymen, Ladytron, OMD…) y al que hace tiempo que no acudía, del mismo modo que no acudo a muchos otros sitios por diversos motivos. Más allá de esta pequeña nostalgia, “La Brecha”, es un disco que me ha agradado mucho y tenía ganas de verlo en movimiento, sobre las tablas, defendido frente a frente con los fans. El prolegómeno del evento no pudo ser mejor, y algunos de mis temores de índole logística se fueron disipando de un plumazo. Gracias al buen hacer tanto de la gente de Promociones sin Fronteras, como del personal de Sala Arena pude ver el concierto confortablemente instalado en una silla más o menos a la altura de la barra (tengo problemas de tipo motor). Y así, tranquilamente, como un relajado espectador me dispuse a disfrutar de la música, fuera del “fregao” de la pista, pero con una perspectiva bastante nítida de lo que acontecía.
El concierto tuvo un preliminar interesantísimo de la mano de la música seleccionada y pinchada por el gran Pablo Arribas, o lo que es lo mismo Dj Pichurra. No hubo canción de esta sesión que no me gustase; todos nos pudimos deleitar con temas de David Bowie, Red Hot Chili Peppers, Queen, Guns And Roses… Yo particularmente disfruté como un enano con “A day in a life” de los Beatles (el final del “Sargent Pepper’s” y una de mis canciones favoritas de ellos) y con “People are strange” de The Doors (que recientemente hemos revisado aquí, al estar dentro del disco “Strange Days”). Como Pichurra colaboró en que pudiera asistir, la sesión era magnífica, me pillaba cerca de la silla y además tenía referencias de que era colchonero, me acerqué a saludarle y de paso a conocerle. Además de poner buena música, y ser del Atleti, me pareció un tío encantador, así que más contento que unas castañuelas y tras una breve charla volví a dirigir mis pasos hacía mi asiento para disfrutar del ya inminente concierto de Dardem. El cual por cierto, hemos tratado de recoger gráficamente lo mejor posible a base de tecnología de móvil, al no poder disponer de cámara al efecto. Por ello nos disculpamos.
Debían ser las 21:40 o 21:45h cuando en una pantalla localizada al fondo de la sala se iluminó el nombre del grupo, situado sobre un fondo que varió según el momento de una constelación estrellada a lo que creo que era una cadena de ADN. Antes de entrar en materia he de decir que el concierto funcionó muy bien en lo referente al aforo, la concurrencia fue abundante, receptiva y demoscópicamente variada, pudiéndose ver gente de todas las hechuras y edades. Algo positivo y que supongo que agradará al grupo; es síntoma de no encasillarse. También hablaremos un poco de los componentes de la banda y de su desempeño. El cantante y teclista es Pepe Rodríguez y hablamos con propiedad si decimos que es un buen frontman, maestro de ceremonias o como lo queramos llamar. Su proceder en las tablas es muy proactivo, dinámico, tiene buen conocimiento de cómo moverse por el escenario y se contonea y baila sin que parezca ni teatral ni forzado. En una banda de rock (aunque Dardem hacen más cosas) la instrumentación es muy importante y ahí hizo buen papel Raúl Pacheco en las guitarras, mostrándose inmisericorde tanto en los riffs como en los punteos. Muy contundente fue también la base rítmica de Joe Melero (bajo) y Peter Bacán (batería), aportando músculo y buen hacer. Aspectualmente se mostraron sobrios, Pepe curiosamente iba cambiando de peinado en función de la canción, ora llevando la melena recogida en un moño o coleta, ora llevándola suelta. Unido a la perilla, a ratos podía tener un aire un poco de Alonso De Entrerríos o de Iñigo Montoya; como de espadachín (tampoco hagan mucho caso de mis extrañas asociaciones).
A lo que vamos. Dardem entran en escena y comienzan los acordes de “Alquímica”, que curiosamente en las quinielas mentales que siempre hago sobre la ordenación del track list (costumbres de uno) no entraba en mis cábalas como inicio. Y sin embargo, a posteriori, he de decir que fue una correctísima elección. Se trata de un tema para empezar a buen ritmo desde el principio y además con ese aire que le intuyo de rock clásico setentero, cuadraba a la perfección con la sesión recién finalizada de Pichurra. La consigna de inicio me dio la impresión que fue la de salir al ataque, con el cuchillo entre los dientes y envueltos en electricidad. Los primeros temas de “La Brecha” que sonaron así lo refrendan, tocó el turno de “Lunas negras” (de la que aportamos vídeo) y “Tus dudas”, con su brioso rock épico bien trasladado con intensidad y energía al escenario. Es casi proverbial que si una banda suena segura de sí misma, acabará convenciendo a la congregación, aunque no sean muy adeptos; y esa impresión tuve, la de un grupo manejándose con convicción. Y sin embargo el siguiente tema no hizo sino subir más el nivel de intensidad. Fue “Digo no” y la ejecución fue más atronadora que en el álbum; si lo escuchan notarán que está canción tiene como bandera un drástico cambio de ritmo, pasando de un tempo contenido a otro directísimo. Pues bien, en concierto sonó acelerada ya desde el mismo comienzo, exigiendo movimiento y cabeceos a todos los asistentes. No es mala decisión, refuerza bien el carácter numantino e indócil de la letra.

En algún momento había que bajar el pistón y, tras un saludo de Pepe a la sala, llegó el turno de “El reloj”, buena representante de los medios tiempos reflexivos de “La Brecha” y, dicho de paso, una de las canciones que más va creciendo según la vas escuchando. El cambio de tercio fue superado con nota y además fue una de las pocas ocasiones en que vimos a Pepe Rodríguez a cargo de los teclados. A lo largo de la noche, cabe destacar que también se diseminaron eventualmente temas de trabajos anteriores como “La bendición”, o un momento especial en la ejecución como fue “La noche de San Juan”, tocada solamente entre Pepe Rodríguez y guitarrista Raúl Pacheco. Fue muy bien recibida esta canción, cosa que se notó en los múltiples piropos que recibió Raúl al término de la misma, provenientes desde el público. Siguiendo con los temas que podríamos categorizar como medios tiempos “Subterráneo” y “Raíz” ahondaron en esa estilística pero interpretados con un poco más de colmillo, con un extra de contundencia. A esta alturas el show es indudablemente versátil, con atributos de rabia, contundencia, intimismo y reflexión, sin sacrificar por ello un resultado cohesionado o coherente. La canción que remató el track list regular antes de llegar a los bises fue “Eclipse”, uno de los singles de referencia de “La Brecha” y de la que tomamos otro vídeo.

Buen tema en sí mismo y también para el cometido que tuvo en el concierto. Como bien puede suponerse el punto álgido fue el arrebato estribillo, donde por cierto asoman los dejes interpretativos de Pepe Rodríguez más cercanos al sur. Casi recuerda un poco a Medina Azahara o a un Jesús de la Rosa, de “Triana”, más electrificado. Fue además el momento de que Pepe presentara a la banda y volviera a agradecernos a los que allí estábamos nuestra asistencia.
Tras la preceptiva y breve espera, la banda vuelve a la acción con la agradable sorpresa de poder escuchar “Origami”, una de mis composiciones predilectas de “La Brecha”, quizá por su tremendo potencial melódico unido a las influencias en la letra de la enorme película “Blade Runner”. La canción en directo pierde algo de refinamiento, pero a costa de ser más vibrante, cosa más que razonable en un directo. Además la sofisticación no se disuelve. Tampoco faltó una nueva tanda de agradecimientos que incluyó a Pichurra, a Pablo Camuñas de Promociones Sin Fronteras, el profesor de canto de Pepe… Y después…
El grand finale, la última canción, la definitiva, fue el corte título de “La Brecha”, decisión lógica pues aparte de tratarse de una de las canciones destacadas del LP, el estilo pasa por ser una muestra representativa de Dardem en general y del concierto en particular. Tiene rotundidad, épica y pegada. Las expectativas fueron cubiertas y ahora sí que llegó el final definitivo del evento. Haciendo recuento, la única canción de “La Brecha” que se quedó fuera fue “Últimas estrellas”, que quizá hubiera quedado un poco desubicada. El concierto fue planificado de manera que todo tendió a ser lo más directo posible, con Pepe poco proclive a tocar los teclados, supongo que por las exigencias del repertorio elegido y por ser un poco más frontman.
Y con la satisfacción de un buen concierto llenando el buche se pone punto final a mi experiencia “concertística” con Dardem. En virtud de lo cual animo a, si tienen oportunidad, acudir a cualquier directo de la banda sevillana, sobre todo si tienen gusto por el rock fibroso y potente que no desdeñe los sintetizadores o guiños incluso a los años ochenta. Por actitud, desenvoltura y talento quedarán, muy probablemente, satisfechos.
Quisiera agradecer, como no podía ser de otra forma, las gestiones realizadas por Pablo Camuñas de Promociones Sin Fronteras para que “DMR” pudiese cubrir este interesante evento y para que yo, a título particular, pudiese realizar mi labor cómodamente a pesar de mis impedimentos. En este agradecimiento incluyo a Pichurra y también a la diligencia y preocupación de la gente de la Sala Arena en las cuestiones relativas a mi acomodamiento en la sala.

Texto, fotografías y vídeos: Mariano González.
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domingo, 13 de noviembre de 2016

Programa Phil Collins “No Jacket Required” (Temporada 8/ Programa 2)

Fue el 29 de octubre de 2016 en nuestro horario habitual de las 16.00h los sábados, cuando en los estudios y en la sintonía de Radio Universitaria de Alcalá de Henares (RUAH) llevamos a cabo la emisión en directo del 2º programa de la 8ª temporada que dedicamos al exitoso y 3er. disco de Phil Collins en su carrera al margen de Genesis.

Mariano González volvió a participar telefónicamente (véanle oscurecido en el cutremontaje) y fue junto a servidor una de las 2 voces que comentamos varios aspectos sobre este gran lp y sobre la trayectoria de Phil en aquellos mediados años 80 del pasado siglo, en los que tan frenética actividad tenía el bueno de Collins en tantos terrenos.

Aquí les dejamos insertado el reproductor para su escucha directa y el enlace a Ivoox para que se lo descarguen por si lo desean escuchar en otro momento y ubicación: http://www.ivoox.com/dmr-8-2-audios-mp3_rf_13733219_1.html
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viernes, 11 de noviembre de 2016

Temporada 8/ Programa 3: Fundación Tony Manero y “Superficial” (2014)

Nuevo capítulo de entrevistas de la 8ª temporada, en esta ocasión con Lalo López de Fundación Tony Manero. Lalo nos atendió al teléfono para poder prestar buena y debida atención al más que apañado último lp de estudio de la banda, “Superficial” de 2014.

Nos dio tiempo a hablar sobre su composición, diversos aspectos promocionales del disco y comentar el presente y futuro de Fundación Tony Manero. Les esperamos este sábado 12 de noviembre de 2016, es decir, mañana, a las 16.00h en el dial de Radio Universitaria de Alcalá de Henares (RUAH).

Confiamos plenamente en que este programa será muy de su agrado por diversos motivos, entre ellos la amabilidad y cercanía de Lalo López y por otro lado la calidad y gancho de las canciones de “Superficial” que seleccionamos y que hemos intercalado en la charla musical que mantuvimos con Lalo.

Links de interés:
Evento en Facebook: https://www.facebook.com/events/1392974214053785
Emisión on-line RUAH: http://www.ruah.es/online.html
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miércoles, 9 de noviembre de 2016

Concierto Dorian. Madrid (05-11-2016)

El sector llamado independiente de la música española mueve montañas. Es algo que hemos podido comprobar en este 2016 que afronta su tramo final con 4 muestras que, tanto en conjunto como por separado, dicen bastante: Izal en el Teatro Circo Price, Second en La Riviera, Love Of Lesbian también en La Riviera y lo que ahora nos atañe, que es Dorian también en la sala de las palmeras en mitad del recinto. El quinteto más 1 (Marcos Deker a la guitarra) de Barcelona se presentaban en Madrid con las entradas agotadas desde mucho tiempo atrás para ofrecer 2 shows en La Riviera con los que arrancar el tramo final de su celebérrima gira del disco “10 Años Y Un Día”, con el que el grupo ha celebrado su década de actividad y gracias al cual ha terminado por dar el salto a la primera línea para empatar con las bandas más exitosas del sector.
El fin de semana pintaba turbio, frío y lluvioso, pero por fortuna para llegar a eso de las 20.15h a la sala, hubo un receso en el mal tiempo y llegamos secos a las inmediaciones de Madrid Río. Estuvimos dudando entre si situarnos en la zona VIP, donde teníamos acceso como prensa, o estar abajo. Finalmente nos decantamos por estar en el foso y conseguimos una situación más o menos buena (fila 9 o 10 algo ladeados hacia la derecha mirando al escenario, justo enfrente de Bart Sanz, el bajista de Dorian).
Como medio acreditado, sabíamos que hasta las 21.30h no arrancaría el show, pero finalmente no hubo que esperar tanto. Las luces se apagaban a eso de las 21.15h pasadas y se presentaban en escena el grupo capitaneado por Marc Gili o Marc Dorian, como ustedes prefieran llamarle. El grupo se quitó presiones desde el inicio, demostrando autoridad. Me vino a la mente un show al que no acudí en su día, pero del que me llegaron ecos, el concierto de OMD en el Summercase 2007 en Boadilla del Monte, cuando McCluskey y cia. arrancaron con “Enola Gay”. Y se preguntarán ustedes por qué. Pues porque Dorian decidieron empezar con un trallazo tal de su discografía como es “Los amigos que perdí”. De esta forma, se nos quitaba un miedo (muy improbable por otro lado), que supusiera que no la tocasen, ya que es quizás nuestro tema favorito de Dorian.
Por si la gente ya de por sí no recibe la primera canción de un track list con tremenda y desbordada emoción, imagínense cómo se puso La Riviera con este inicio de actuación. Dorian ya habían logrado ganarse al público, por si eso fuera necesario, ya que el público que abarrotaba el local se notaba que era devoto de Dorian y se hacía palpable al ver como coreaban casi todas las canciones a grito pelado. Por cierto, hay que apuntar que, aunque el papel estaba todo vendido, se agradece la revisión de aforos de los locales que permite estar más o menos cómodo y con relativo espacio; tuvo que pasar la desgracia del Madrid Arena de hace 4 años para que se pusiera remedio y evitemos dramas como ese o situaciones de asfixia humana como el 1º de los conciertos que The Cure ofrecieron en la misma Riviera en el año 2000, donde no cabía un alfiler (aquel día no me pude ni quitar el abrigo). Bueno, aquí les insertamos el video que grabamos de “Los amigos que perdí”, canción en cuya letra hay cabida para gente sin media y ratos para confundir molinos con gigantes.

Pero el arranque de arreón no se quedó en una sola canción. Ni mucho menos. El terceto de apertura fue de aúpa, ya que tras “Los amigos que perdí” llegó “Verte amanecer”, que no desfalleció el ánimo y acto seguido se encadenó el homenaje a la banda argentina Soda Stereo, una de las canciones más bonitas y emotivas de Dorian en general.
Marc cogió aire y dio la bienvenida a todas... Y a todos (pausa efectista). Había que afrontar un sector con un perfil más bajo, con temas como “Más problemas” y otros como “El temblor”, notable composición y single dentro de la obra de Dorian por la apertura de miras sonoras que supuso en su momento. Aquí abajo, exprimiendo el zoom desde nuestra posición, un primer plano de Belly a sus teclados.
Momento álgido del concierto vino de la mano de “Corta el aire” del disco de 2006 “El Futuro No Es De Nadie”, en el que Marc motivó quizás el coro más estruendoso que se marcó la audiencia de La Riviera, con el estribillo que dice “de la vida que soñamos aún nos queda lo mejor”. Sí Marc, Madrid estaba ahí, quedó más que patente. Del mismo disco, “Tan lejos de ti” supuso uno de los pasajes más bonitos y sentidos del show casi cuando se mediaba el desarrollo. Se fueron intercalando bien los trallazos y otro que aparecería no a mucho tardar fue “Paraísos artificiales”, que claramente se sitúa en el top 5 de los momentos de mayor histeria colectiva del concierto que les estamos narrando. Pudimos grabar un pequeño “excerpt” el cual les insertamos a continuación. De por sí los audios de nuestros videos son atronadores, pero en esta ocasión si cabe lo es más por el ambientazo que se respiraba en esos momentos en La Riviera con uno de los celebrados singles del disco “La Ciudad Subterránea”.

Antes de los bien nutridos bises, Dorian ofrecieron otro de los momentos destacados y álgidos de la noche. Y es que “Cualquier otra parte” es un clásico dentro de Dorian y que con “10 Años Y Un Día” ha vivido una fabulosa 2ª juventud, gracias entre otras cosas a ese acertado videoclip que protagonizan María Valverde y el genial Daniel Brühl. La gente perdió el control con “(A) cualquier otra parte”. Media sala, consecuencia del sing-a-long de turno, estaría el domingo siguiente completamente afónico, ya que había ratos en los que a Marc casi ni se le escuchaba (y no estamos ante un caso de que el sonido del que disfrutaran los Dorian fuera malo o le faltara potencia; no se trataba de eso).
Se hizo una pausa (la gente pedía “otra, otra”… ¿Acaso había dudas?) y de repente se empiezan a escuchar notas y jaleo a nuestras espaldas. Ya había visto, antes del show, desde la altura de la zona VIP, que en el terreno de la mesa de sonido, antes de la barra de mitad de sala, había un mini set colocado. Y el quinteto oficial de Dorian se marcharon allí (como hicieron Spandau Ballet en 2015 en el Palacio de los Deportes) para ofrecer un mini set acústico que hizo las delicias de la sala y permitió a los que estaban situados más atrás ver bien de cerca al grupo (eso siempre es de agradecer; de hecho, de esa forma se evitaría la mucha cara de algunos, que siempre los hay y no faltaron en esta ocasión, que llegan tarde y se van colando sin respeto alguno hasta las primeras filas). En este capítulo recogido e íntimo del show, Dorian empezaron con “Simulacro de emergencia”, luego viajaron a su 1er. disco “10.000 Metrópolis” para proseguir con “Te echamos de menos”. Arriba y debajo de este párrafo, un par de fotos del sector acústico a nuestra retaguardia.
El bis no podía acaban allí. Por eso Bart y Víctor dejaron a Lisandro, Belly y Marc en el set y cuando acabó el último capítulo acústico que supuso “Te echamos de menos”, comenzaron a trabajar desde el escenario principal en las bases del siguiente tema, que terminaría siendo “Armas para volar”, con unos riffs de guitarra que instrumentalmente brillaron bastante. Contrastó mucho el tono agrio que en sus primeros compases ofrece y mostró la siguiente pieza del track list “Tristeza”. Luego vendría “La mañana herida”, que si bien se disfrutó, quedaría empequeñecida por la que le tomaría el relevo, que es compañera de disco y de trilogía de videoclips.
Se puso el cierre de la actuación por todo lo alto. Estaba clarísimo. Faltaba la efectiva y certera “La tormenta de arena”, que quizás supuso el gran momento (por encima de otros tantos destacables que hemos ido comentando) del show. Y es que no es lo habitual que el último tema del concierto, sea el mejor pasaje de un espectáculo, pero creo que tras mucho tiempo, tuve esa sensación. Y que un grupo logre eso es algo relevante, ya que la gente se marcha encantada y en una nube, como nos pasó a nosotros que salimos de la sala encantados de lo que habíamos vivido con Dorian. Además, veíamos que el cielo estaba despejado y la noche, a pesar de ser algo fresca, era calmada. Nos marchamos a una franquicia de mini bocadillos que hay camino del metro de Puerta del Ángel para celebrar la vivencia de Dorian en directo y para ir asimilando lo vivido. Arriba del párrafo vemos a Marc encima de los bafles cuando comenzó a cantar el estribillo prácticamente a capella (únicamente sobre una base de teclados) de “La tormenta de arena” a modo de intro de toda la canción y aquí abajo queda insertado el video que grabamos del resto de la canción.

Mientras cenábamos a la otra margen del Manzanares, nos pusimos a comentar sobre el comportamiento de cada uno de los miembros de Dorian en escena. Estuvimos de acuerdo en el buen frontman y cantante que es Marc. No es que Marc tenga una voz excesivamente personal o un timbre reconocible como puede suceder con otros ejemplos del indie, como es el caso de Santi de Love Of Lesbian o Pucho de Vetusta Morla, pero sí que destaca como un vocalista muy correcto, que sabe muy bien hasta dónde puede llegar y al que se le entiende perfectamente bien todo lo que canta (y eso en una banda donde las letras tienen su importancia como es el caso de Dorian, es básico). Su proceder en escena mezcla el misterio, la seriedad y cierta timidez (me da la impresión), redundando todo ello en un carisma evidente. Se dirige lo justo a la audiencia, no es amigo de meter largos discursos. No obstante, es vital y animoso, ya que hasta en 3 o 4 ocasiones se bajó del escenario y se subió a la valla de seguridad para mimetizarse en parte el público de las 3 primeras filas. Vistió de riguroso negro (mantuvo la gabardina de cuero durante casi la mitad de las 2 horas de actuación), salvo por sus zapatos de hebilla de intenso rojo.
Enfrente, ya hemos comentado, tuvimos a Bart Sanz, al cual verán arriba en turbia y oscura imagen. Bajista solvente y con un look apropiado para ese instrumento, ya que siempre me ha recordado algo en su aspecto al gigante Simon Gallup de The Cure. Tras él Víctor López en la batería, correcto, y del que hizo gracia la presentación que hizo Marc de él, comentando que fue el que arruinó la adolescencia de sus hermanos tocando en la habitación de al lado.
Belly Hernández (arriba de perfil en mitad del set acústico de los bises) es claramente un peso pesado (no por su fisionomía, no se confundan) dentro de Dorian. Desde sus teclados ofrece su apoyo inestimable a las melodías de las pistas de Dorian y lo que quizás menos funcionó en las mezclas y sonido del concierto (que por lo general fue muy bueno) fue que se la escuchó poco en los coros (habría que haber subido algo más su canal en la mesa, estimamos). Siendo la primera vez que veíamos a Dorian en vivo, nos sorprendió su sonriente semblante, ya que teníamos marcada muy a fuego la imagen de una Belly muy muy seria en el videoclip de “Los amigos que perdí” y sin embargo estuvo durante todo el concierto con una sonrisa en la cara; creemos que de los componentes de Dorian fue la que más disfrutó de la ocasión o la que al menos lo exteriorizó de una forma más evidente.
No nos podemos olvidar de Lisandro Montes. Teclista, guitarrista, programador de Dorian y también apoyo en coros. Estuvo en lo alto, en una tarima tras Belly Hernández, que estaba con su teclado al borde del escenario, salvo en puntual ocasión en la que se cambió la posición con Belly y otras en las que por ejemplo se vino a nuestra vertical, como muestra la siguiente imagen en la que está en composición junto a Víctor y Bart. Igualmente, siempre resulta destacable y visual la utilización de un keytar rojo por parte de Lisandro.
Dorian ofrecieron el sábado en Madrid un 2º concierto de muy alta nota, de calificación sobresaliente. Más de 2 horas de actuación, un juego de luces y focos que les resultó muy bien (por mucho que nos evitara conseguir unas fotos decentes para este post), mucho confeti (desde el mismo inicio con “Los amigos que perdí), que terminó con La Riviera enmoquetada del mismo y unos divertidos globos enormes blancos y negros que surgieron en el final instrumental desaforado de “La tormenta de arena”, con los que el público se divirtió muchísimo dándoles manotazos que incluso los devolvían al mismo escenario; los globos se mantuvieron hasta el último instante, y si no, vean la siguiente foto con el grupo despidiéndose y uno de los mismos taponando en parte el encuadre.
A Dorian le queda un mes intenso por delante de actuaciones para sellar una etapa, gloriosa etapa, de su historia. Entre las fechas restantes destacan los 2 “sold out” que ofrecerán en casa en la sala Apolo el 18 y 20 de noviembre. Tras ello quedará esperar hasta el siguiente disco de estudio de Dorian, el cual será recibido con expectación alta. Está muy claro que Dorian es una de las bandas que más han crecido en los 2 últimos años junto a los Izal y con estos shows ofrecidos el pasado viernes y el que les hemos narrado del sábado, se pone de manifiesto. Y lo importante es que el grupo responde a las expectativas, ya que el concierto fue de un grado alto de satisfacción: todo sonó bien, repertorio muy bien elegido/compensado, buena actitud y sobre todo sentimiento en la ejecución, cosa que ya de por sí suelen transmitir muchas de sus composiciones. Dorian están bien encaminados.
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