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jueves, 25 de junio de 2009

Discos, música y reflexiones cumple un año

Hoy es una semana especial, ya que hace un añito que comenzamos esta andadura, tan quijotesca en ocasiones. Es curioso que la efeméride del blog coincida (de forma no intencionada) con otras que tengo a nivel personal. En parte en querido hacer un artículo reflexivo y de balance, echando un poco la vista atrás de lo que se ha visto y aprovechando para reafirmar los fines que desde esta bitácora perseguimos.

Para los seguidores habituales, bien sean registrados o no, el funcionamiento se tiene ya claro: una entrega semanal de propuesta musical en forma de disco, que colgamos todos los sábados, y revisión de conciertos a los que acudo, con sus fotos de rigor, cuando consigo hacer alguna. En tanto a las revisiones de los álbumes, gente cercana, me han comentado que quizás las mismas sean algo extensas y se me han realizado propuestas de realizarlas por entregas, para que no se hagan tan duras de leer. Bueno, es evidente que un texto de 3 o 4 páginas de Word, si es sobre un tema sobre el que no tienes mucho interés, resulta un coñazo (discúlpenme la palabra) infumable. No obstante, si estás interesado en un grupo/disco, o simplemente tienes curiosidad por adentrarte en algo que no conozcas, estimo que cuanta más información tengas mejor.

Precisamente, ese aspecto referido de despertar el interés en descubrir artistas o discos que no conoces, es lo que me gustaría que más tuviera lugar. Seré un poco iluso, pero el hecho de pensar que alguien, tras leer… ¿qué se yo?, por ejemplo la crítica de “The Flat Earth” de Thomas Dolby (alguien no muy conocido por las audiencias generalistas en el mundo de la música), se anime a escuchar el disco, es lo que haría que este blog mereciese realmente la pena, ya que lo que desde aquí busco es la difusión cultural musical.

He calificado la actividad del blog como “quijotesca” al inicio de esta especie de reflexión o de balance anual que estoy haciendo. Y es cierto que en gran parte es así, ya que hay semanas en las que parece que actúo cual “desfacedor de entuertos”. No sé por qué extraño motivo, siento debilidad por obras que comúnmente no son de las más celebradas dentro de las carreras discográficas de los artistas que reviso. Como ejemplo claro, está el masacrado disco “Zooropa” de U2. Desde aquí, busco hacer justicia con discos que en su día fueron incomprendidos, pero que tienen una calidad indiscutible tras el paso del tiempo. Muchas veces, sin necesidad de que el disco fuera vapuleado en su momento de ver la luz, simplemente lo que ha pasado, es que ha caído en el olvido. Lo que pretendo es que con mi recuerdo, se proceda a quitarle el polvo que acumule encima tras años y años de reclusión, y que la gente se anime a escucharlos de nuevo.

En tanto a las revisiones de conciertos, he llegado a pensar en los últimos días, que quizás lo suyo sería crear un blog paralelo para los post que vayan sobre ello. No obstante, tampoco es que un servidor acuda a conciertos todas las semanas y más bien la actividad de eventos en directo en mi persona, tiene largos períodos de letargo (véase el parón desde Danza Invisible hasta The Killers, de agosto 2008 a marzo 2009). Luego, sin embargo también se dan casualidades de juntarse en 10 días Franz Ferdinand y The Killers, o en 4 días Depeche Mode y Spandau Ballet (futuras citas en el mes de noviembre). Resumiendo, decir que los post de conciertos, seguirán apareciendo en esta misma bitácora por el momento. Sobra decir, que continuaré intentando recrear la experiencia vivida en los mismos al máximo, para que la gente que no pudiera acudir, pueda hacerse la mejor idea posible de lo que allí sucedió.

Otro aspecto a tener en cuenta, ha sido la participación en el 3er. certamen de los Premios 20blogs, en los que únicamente conseguí un voto. Curiosamente ahora estoy inscrito en la 4ª edición, en la cual espero conseguir un resultado mejor. Evidentemente no espero que la gente se decante por el diseño o el atractivo visual para darme su voto, sino por lo que aquí escribo que es la única baza que puedo jugar, ya que raramente incluyo imágenes en los post. Sin ir más lejos, la simpleza del mismo llega a tal punto que el contador de visitas que ven ahí arriba se instaló allá por el mes de abril. Creo que alguna visita más hemos tenido desde que empezamos. Prometo en este año revisar en parte el diseño del blog para intentar hacerlo algo más atractivo a los lectores.

Por último, agradecer en conjunto a todos aquellos que han dejado en alguna ocasión sus comentarios en la bitácora. Esta semana he procedido a responder a los comentarios que han ido apareciendo desde la última vez que me comuniqué con quienes dejan sus opiniones. Es curioso que tan solo conozca, creo, a una persona de las que ha dejado su reflexión. Algún conocido se quejó tiempo atrás de que al no estar registrado, cuando fue a grabar el comentario y después de escribir toda la perorata, no quedo publicado. Ya he informado en alguna ocasión, que creo que los usuarios no registrados también están ya habilitados a dejar comentarios desde hace unos meses; lo único que saldrá como usuario anónimo (de hecho uno de los últimos comentarios se ha registrado así). En estos casos, agradeceré que dejen firma al final del texto.

Agradezco especialmente los cumplidos en algunos comentarios, que siempre dan a uno una inyección de moral para seguir semana tras semana, y también agradezco las opiniones en las que se ha añadido algún aspecto complementario sobre la revisión en cuestión que, o bien no conociera, o que me haya pasado por alto. Igualmente es destacable que las 2 únicas opiniones disidentes, por unos u otros motivos, que existieron, se hayan expuesto desde el máximo respeto posible y no habiendo lugar a insultos o palabras subidas de tono. Esa moderación la valoro especialmente.

Mención especial para los 2 seguidores que figuran en perfil; espero que en este nuevo año, la lista de los mismos se vea engrosada. La dinámica del blog, seguirá siendo la misma y no tengo pensado introducir novedades en lo que al funcionamiento básico se refiere: estructura de los artículos y periodicidad de entrega. Seguiremos revisando bandas que todavía no han aparecido por estos lugares, y ya por fin, en este año, comenzaremos a analizar discos de grupos que ya han desfilado por la pasarela (repito que lo de Depeche Mode y “Sounds Of The Universe” no lo considero una revisión al uso).

Terminaré esta especie de discurso diciendo que deseo que lo que semana tras semana vaya publicando siga siendo de su interés. Gracias a todos por estar ahí, por su atención, por sus comentarios y espero que cumplamos juntos muchos años más.
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1995 Blur - The Great Escape

Con unas horas de antelación a la habitual en la que procedemos a publicar la revisión de la semana, por motivo de que este fin de semana me ausente y me evada al sur de la isla de Gran Canaria, para disfrutar de un merecido fin de semana largo de relax, les dejo la revisión de turno de la semana y un post “especial” conmemorativo del primer año que cumplimos esta semana. Vamos allá.

Hace ya varios meses que dejamos aparcado el brit pop de los años 90, y en las revisiones de Oasis y Pulp ya hice menciones a Blur, lo cual hacía pronosticar que tarde o temprano acabarían apareciendo por estos andurriales. Hoy les ha llegado el turno, y para ello he escogido de su discografía el disco que representa los momentos de mayor rivalidad con sus oponentes Oasis. Su lp “The Great Escape” mantuvo en 1995 y la primera mitad de 1996 un duro pulso con la 2ª entrega de los Gallagher y cia..

Los motivos por los cuales he escogido a este grupo británico para la revisión que conmemora un año de nuestra andadura son 2. Por un lado, que fue una de las primeras bandas que seguí, precisamente con la promoción de este disco. Por otro, y quizás más relevante, porque para alguien importante en mi vida, es una de las bandas que me refirió como uno de los grupos que, de alguna u otra forma, siguió en su día. Algún allegado podría llevarse a equívocos. Por favor, que no sea así.

Es un hecho que 1995 marca el punto álgido del brit pop, y que Blur, tras su exitoso “Parklife” del año anterior, estaba en las apuestas de todo el mundo para convertirse en una de las bandas más importantes de la década. La irrupción de Oasis con su impecable debut también en 1994 “Definitely Maybe”, propició que hubiera una importante piedra en el zapato de los Albarn, Coxon y demás.

Los cruces de declaraciones, retándose a ver quien tenía más éxito en sus siguientes trabajos y algunas que otras lindezas de mal gusto dirigidas desde una trinchera a la otra, dieron como fruto uno de los piques más agrios e intensos que hayan tenido lugar en el mundo de la música moderna. Más de algún periodista musical no entró en el juego, tildando estas polémicas como un mero apaño comercial y de autobombo que se daban entre sí las 2 bandas para estar en boca de todos.

Fuesen sinceras o reales las batallas dialécticas entre las 2 formaciones, la verdad es que el resultado precisamente fue el que algunos advertían, y que he referido al final del último párrafo, y no es otro que en 1995 existían 2 reyes dentro de la música a nivel mundial: Blur y Oasis, por mucho que todo esto pudiera doler a Jarvis Cocker y sus Pulp, que a nivel británico si les cogió el rebufo, pero que a escala mundial se quedó algo atrás, de forma algo injusta.

Tras el celebrado “Parklife”, como ya he dicho, se abría una posibilidad de rematar la faena para la banda y colocarse en la vanguardia de la música del momento, sobre todo por el flaqueo de las grandes bandas de los 80 en aquellos tiempos: U2 apaleados de forma inmerecida (como ya comenté) por el lanzamiento de “Zooropa” un par de años atrás; Depeche Mode en estado de descomposición y al borde del abismo, con el intento de suicidio de Dave Gahan y la marcha de Alan Wilder; The Cure en plena recomposición tras la salida de Boris Williams y Porl Thompson… y así un largo etcétera.

El trono estaba vacante y el cuarteto de Blur iba a poner sobre la mesa su candidatura a ocupar ese sitio de la mano del disco que hoy proponemos recuperar, “The Great Escape”. La formación que en aquella época integraba la banda, y que menos en sus últimos momentos siempre permaneció unida, se nutría de Damon Albarn como vocalista y líder destacable, David Rowntree a la batería, Alex James al bajo y Graham Coxon como guitarrista y 2º de a bordo tras Damon.

Recuerdo que el comienzo de la promoción del disco comenzó a mediados de septiembre de 1995 con el lanzamiento del single de adelanto “Country house” y su desternillante videoclip, difundido felizmente en el programa “Del 40 al 1” hasta la saciedad. Una canción y un video llenos de referentes a la historia de la música británica tanto en sus imágenes como en parte de la letra, con especial reminiscencias a The Specials y Madness (“Rat race” y “Our house” para que lo entiendan).

No obstante, no perdamos hoy el orden, ya que “Country house” es la 2ª canción dentro del extenso listado que hoy nos espera, por lo que empecemos por el principio y adentrémonos en el disco. Intentaré ser lo más conciso posible para que no se haga muy largo el artículo, ya que hoy tenemos por delante nada más y nada menos que 15 canciones para revisar.

Es curioso que el disco empiece con el 4º y último sencillo que se extrajo. “Stereotypes” tiene una chirriante electrónica a base de arreglos de teclados, que crea algo de desasosiego. En parte es quizás el tema que más nos recuerda a los Blur más primerizos, sobre todo por la forma de cantar de Damon. “The Great Escape” es principalmente una irónica y sarcástica crítica a la sociedad británica del momento y ya desde este primer momento se ve. De hecho en “Country house” se aborda más de lleno el cinismo social y la ambición sin escrúpulos. La ironía se ve en ese videoclip, en el que me resulta descogorciante la imagen acelerada en la que el tipo con traje y bombín no para de dar vueltas sin parar al improvisado tablero al estilo del monopoly, y que no deja de simbolizar que cada vez que dabas una vuelta al tablero, pasabas por caja. ¿No les resulta igualmente curioso que en este primer single aparezca mencionada la cita “Morning glory”, que de forma tan rotunda conforma parte del título del disco contemporáneo de Oasis? Nunca lo llegué a entender… ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? La canción es un tema al estilo de “Girls and boys”, pero menos dance al dejar de lado la ayuda electrónica. El final con esos coros agudos y las secciones de viento, le dan mucha fuerza al corte. Música alegre y desenfadada para dar forma a uno de los himnos pop de los años 90. La desesperanza hace acto de presencia de la mano de la lenta “Best days”. Partes como el estribillo con frases tales como “Otra gente no le gustaría oírte si dices que estos son los mejores días de nuestra vida” ponen de manifiesto su falta de fe en algo mejor. Suave decadencia y punto de reposo tras las animadas 2 primeras canciones. No obstante, la crítica y el sarcasmo entran con más fuerza que nunca con esas atropelladas notas que introducen “Charmless man”. En las 4 primeras canciones se han dispuesto 3 de los 4 singles extraídos. Me da por pensar que se pone demasiada carne en el asador muy de golpe. Fue otra canción que se apoyó en otro irreverente video, en el que los Blur se convierten en la pesadilla de un medio ejecutivo entrado en los 30 y con una calvicie preocupante; un tipo paciente, pero que acaba por perder los nervios con los persecutivos músicos. El sonido socarrón de la guitarra es lo que más destaca aparte de los “Na na na na na, naná” en forma de coros agudos que quedarán para siempre en el recuerdo de los que vivimos aquella época. El título me evoca otro vago juego de palabras con otro clásico de los 80 como fue el “This charming man” de The Smiths, aunque ambas canciones no tengan nada que ver. Recuerdo que a medida que iba conociendo a The Cure de la mano de los últimos coletazos de “The 13th” y la edición como single de “Mint car”, esta canción era una de mis favoritas de aquel comienzo de verano de 1996. “Fade away” tiene ciertos sonidos que pueden recordar a The Specials con esas partes de viento tan marcadas. Nueva referencia para los de Coventry tras ese lejano guiño con la cita de “Rat race” en “Country house”, siendo aquí más bien instrumental la reminiscencia. Albarn hace nuevamente uso de su falsete más exagerado en el estribillo de la canción. “Top man” tiene nuevamente un aire descarado y juvenil con esos sonidos pueriles. El deletreo del título de la canción está en consonancia con aquel “F.E.E.L.I.N.G. C.A.L.L.E.D. L.O.V.E.” de Pulp del mismo año. Simpático corte y de los que más fácil se te quedan tras escucharlo por primera vez. Con “The universal” se pone punto y final al apartado de singles. Quizás un poco pronto teniendo en cuenta que acabamos de llegar a la mitad del álbum. Esto puede dar la impresión de una distribución algo floja de las canciones. Aquí el cuarteto se pone solemne y tira de arreglos clásicos para ahora sí, crear uno de los verdaderos himnos del brit pop junto a su anterior “Parklife” de su lp previo del mismo nombre. El estribillo tiene una intensidad brutal y es sumamente emotivo. Una desolada viñeta dibujada en el clip homenaje a “La Naranja Mecánica” de Kubrick, que vuelve a pintar desesperanzadas visiones como “cualquier periódico dice que mañana será tu día afortunado. Bueno, pues aquí tienes tu día afortunado…”. Preciosa canción, aunque he de reconocer que mi alocada adolescencia en el momento de que viera la luz, no me permitió apreciarla como se debía y me decantaba más por las moviditas y humorísticas “Country house” y “Charmless man”; el tiempo me ha dado la oportunidad de apreciar este himno como se merece. Supone uno de los momentos más perfectos de Blur musicalmente hablando. Para disfrutar una y otra vez.“Mr. Robinson Quango” tiene un ritmo musical parecido a “Country house”, pudiéndose tratarse de una variación de la línea de la misma. Aquí lo que nos encontramos en la letra, es otro arquetipo de tipo sin escrúpulos sobre el que Damon descarga su ira y crítica. El disco empezó por los “estereotipos”, pero poco a poco se nos van poniendo ejemplos individuales. Otra vez se hacen usos puntuales de arreglos de viento para darle un toque más alocado y divertido al corte. El regusto sarcástico sigue siendo una constante en el disco. “He thought of cars” es quizás la canción más farragosa y menos clara instrumentalmente. No obstante me gusta especialmente el ritmo de esos tarareos que hacen las veces de estribillo. “It could be you” es de las canciones más puras dentro del brit pop propiamente dicho que incluye “The Great Escape”. Aquí la estructura instrumental no incluye arreglos extraños, valiéndose simplemente de los instrumentos básicos, guitarra, bajo y batería. Por otro lado, quizás es de los temas más fácilmente olvidables de la obra. “Ernold same” empieza con sonidos de pajaritos y luego desemboca en una narración de una vida repetitiva del bueno de Ernold. Juego de palabras y un tema experimental e hipnótico para poner una nota discordante en el disco. Un ritmo de vals descompensado es el que se sigue en el estribillo de la misma, cantado de una forma más tradicional por Albarn. Cortita de duración, apenas abarca 2 minutos. “Globe alone” es en contraposición a su predecesora, de los cortes más alocados del disco. La forma desgañitada de cantar de Damon puede anticiparnos futuros tiempos como “Song 2” o “Bugman”. De no ser por esos moscarderos sonidos, sería el tema más serio del disco, pero esos apuntes le vuelven a dar ese toque humorístico que tanto perseguían los Blur en esos años y que de forma muy brusca abandonarían en su siguiente lp. “Dan abnormal” es un momento algo disoluto con un loop de coros agudos, sobre los que se mueve una interpretación algo descafeinada por parte de Damon. Algo repetitiva y plana, no merece más tiempo por mi parte. “Entertain me” destaca en su inicio, para mi gusto, la manera en la que la producción del disco destaca la batería de Rowntree. La misma producción hace que la voz de Albarn suene como si viniera de un Walky-talky o algo así. Otro tema claramente exponente del sonido brit pop genuino. La necesidad de la diversión en la rutina es lo que aquí proclaman los Blur. Esa necesidad que todos tenemos de salirnos del bucle vital en el que a veces nos encontramos inmersos. Buen aviso por parte de estos muchachos. Hay que divertirse, si no, ¿para qué estamos aquí? El estribillo es de los más fácilmente recordables y sencillos del disco. “Yuko and Hiro” suponen el cierre de este álbum de larga duración. De sonido algo peculiar, con arreglos electrónicos, nuevamente se aborda la vida laboral y la alienación en la que podemos caer sin darnos cuenta. Lenta decadencia musical para terminar el disco y toda la crítica social que Blur han soltado de golpe. Para la ocasión hacen acto de aparición unas voces femeninas que aportan la nota de color a este fin de obra. Existe un apéndice como track oculto en plan instrumental bastante gracioso a base de tecladitos y organillos que queda bastante curioso.

Lejos de la primera impresión ligera de cascos que nos podían reportar el ritmo alocado de singles como “Country house” o “Charmless man”, “The Great Escape” es mucho más incisivo y corrosivo de lo que aparenta. Blur se proponen poner patas arriba la sociedad, cultura, economía y mundo de negocios británico, a través de la presentación de ejemplos ruborizantes.

Con este disco, “Blur” vinieron a demostrar que para hacer una crítica del mundo que nos rodea, no es preciso ponerse a soltar escupitajos y espumarajos por la boca, y ni mucho menos hacer uso de un sonido corrosivo y agresivo. Velado por un sonido alegre e irónico, se puede crear una obra que efectivamente propone una “Gran Escapada” de lo que nos rodea, tras habernos pintado tan sórdidas imágenes.

Ahora bien, vayamos por partes. Hablemos de lo que se refiere a repercusión. Pues decir que el disco no comenzó mal su andadura y no tuvo una mala acogida, sobre todo en sus primeros pasos promocionales. Esto se coteja viendo que tanto “Country house” como “The universal”, consiguieron situarse en la parrilla de casi todas las emisoras y la difusión de sus videos en las cadenas de televisión de música y los programas de turno era casi constante.

Sin embargo, para los tiempos en los que “Charmless man” vio la luz como 3er. single, el disco había clavado la rodilla frente a “(What’s The Story?) Morning Glory” de sus rivales Oasis. Por mucho que queramos, ninguna de las canciones de “The Great Escape” está por encima de “Wonderwall” como himno generacional. De hecho, y demostrando el lento decaer de la promoción del lp, “Stereotypes” ni siquiera tuvo un clip grabado al efecto, sino que era una recopilación de imágenes del grupo en directo.

Es probable que a nivel global, tampoco es que “The Great Escape” se encuentre tan lejos de “Parklife” en lo que a calidad se refiere. Es un disco bastante apañado, aunque creo que la distribución de las canciones no es la más adecuada y se suelta toda la fuerza de golpe en la primera parte, dejando un poco desatendida el tramo final. La refrescante portada veraniega, con una instantánea en mar abierto de una fuera borda y alguien sumergiéndose en el agua, pone un punto más de crítica a la alta sociedad y la frivolidad de las clases adineradas; o al menos así me gusta interpretarlo a mi.

La derrota frente a los Gallagher no hundió a Blur, pero les dejó bien sonados y tocados. En su siguiente disco, se notaron cambios bastantes fuertes en el sonido del grupo. Se abandona ese tono irónico tan característico del disco hoy analizado y “Parklife”, para por un lado editar un primer single lánguido y oscuro y en 2º lugar un tema medio punk (“Beetlebum” y “Song 2” respectivamente).

Desde el punto de vista personal, he de reconocer que Blur siempre estuvieron a mi lado a medida que iba descubriendo grupos de la década de los 80 en la segunda de la mitad de los años 90. Es muy cierto que viví con cierta alegría la promoción y lanzamientos de sus discos “Blur”, “13” y su “The Best Of”. Quizás Blur sean más importantes de lo que creo dentro de mi estructura musical, y esta percepción haya residido en mi subconsciente y hasta ahora, a medida que tecleo, no me he dado cuenta de ello.

A nivel de reflexión, como casi siempre me gusta hacer al final de las revisiones, me da por pensar que si no se hubieran retado Blur y Oasis a sacar sus discos al mismo tiempo a ver quien vendía más y quien tenía más éxito, es probable que “The Great Escape” hubiera tenido un mayor protagonismo y posiblemente estuviera más afianzado en la memoria musical de la gente, si los de Manchester se hubieran esperado a la primera mitad de 1996 para lanzar su álbum.

Comparativas aparte, es un disco bastante destacable y agradable de escuchar. Sin duda los 3 primeros singles que se extrajeron son unas excelentes canciones y para nada están pasadas de moda. Lo más curioso es que en la actualidad, ni Oasis es uno de los referentes musicales principales básicos, aunque se les tiene respeto por lo que han hecho, y Blur está ahora tentando con su regreso con una serie de conciertos para este verano. Se lleva hablando mucho tiempo de un nuevo disco y de las idas y venidas de Coxon al redil tras su marcha en los tiempos de “Think Tank”. Venga lo que venga de ahora en adelante con esa reunión, revisar “The Great Escape” supone coger el momento en el que los Blur eran una de las bandas más importantes a nivel mundial, y, a mi juicio, de forma bastante merecida.

A Susana, muy especialmente.
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sábado, 20 de junio de 2009

1984 La Unión - Mil Siluetas

Con cierta periodicidad, aunque con poca frecuencia, existe alguna semana suelta en la que la revisión de turno trata sobre algún disco de alguna banda española a la que aprecie. Hoy es una de esas ocasiones. En esta semana, rendiremos tributo a uno de los grupos más longevos del panorama pop español, los madrileños de La Unión.

1984 era uno de los momentos álgidos de la llamada movida madrileña. Se han escrito ríos y ríos de tinta, se han debatido horas y horas y se ha homenajeado una y mil veces a esta revuelta cultural que surgió en nuestro país en los primeros años de democracia. Eran los tiempos en los que la juventud comenzaba a creerse que la libertad, de un modo u otro, parecía que se había establecido.

Ni mucho menos vamos aquí a hablar de este movimiento con motivo de la revisión de esta semana. Ya habrá tiempo para ello con otros grupos más paradigmáticos dentro de lo que aquello fue, porque La Unión, tampoco es que esté considerado como uno de los grupos principales asociados a La Movida. En todo caso, en el citado año, lo que al principio era un conocimiento underground, empezaba a tener una repercusión mediática a través de recuerdos imborrables como "La Edad De Oro" o "La Bola De Cristal".

En estos momentos, 4 chicos de la capital, todos ellos estudiantes universitarios, decidieron "unir" fuerzas y dar forma a un proyecto musical en conjunto. La Unión comenzó su andadura como cuarteto, aunque gran parte de su historia han sido un trío y como tal se les recuerda y se les ve en la actualidad. En aquellos instantes, junto al cantante Rafa Sánchez, el bajista Luís Bolín y el guitarrista Mario Martínez, estaba también el teclista Iñigo Zabala.

El disco de debut es el que escogemos para rendir nuestro primer tributo a esta banda esencial de la música española. Al amparo de la impagable defensa del componente de Mecano Nacho Cano, y ayudados en la producción por Rafael Abitbol, el primer lp del grupo gira en torno al clásico por excelencia de la discografía de la banda "Lobo hombre en París". No obstante, y "Sildavias" por descontado, el conjunto de canciones que incluye el track list es de una calidad más que remarcable.

El comienzo viene de la mano de la citada "Sildavia". Efectivamente, tras "Lobo hombre en París" es el otro gran momento extraíble del disco. La descripción de ese mundo de fantasía por parte de Rafa, tan aplicable a cualquier adolescente incomprendido o inconformista, se convirtió en himno de muchos en aquellos años. La batería, los arreglos de teclados, la fuerza de la guitarra de Mario y sobre todo ello la intensa voz de Rafa Sánchez, dan como resultado un aceptable resultado, que para mi gusto, y tras escuchar todo el álbum, me parece de los momentos menos fuertes. Para aquellos que no han escuchado al completo "Mil Siluetas" y solamente conocen los 2 singles de relumbrón, y enloquecen con "Sildavia", recomiendo que se preparen para ciertas canciones que vendrán a partir de ahora. "Eclipse total", sin embargo no viene a justificar, desde mi punto de vista, esas afirmaciones de futuras buenas promesas que nos entregará el disco. La voz de Rafa al comienzo del estribillo, resulta demasiado retorcida y dolorida y la letra… pues tampoco me llama la atención. Me gusta especialmente la parte inicial instrumental, pero aparte de eso, poco más. "Sangre entre tú y yo" destaca principalmente por el turbio estribillo que mezcla varios niveles de voces y coros. Los teclados de corte cristalino y luminoso, pero que dan forma a una melodía con cierta melancolía, es de lo más destacable en momentos puntuales de la misma. "Cabaret" es una delicia y una de las verdaderas entregas sublimes del disco. 3er. single moral, dispuso de un ochentero videoclip, el cual se puede ver en la página oficial del grupo. En dicho clip, una pareja algo aquejada de falta de comunicación, viajando en un Alfa Romeo deportivo, llega a un desierto surtidor de gasolina en mitad de la nada, y la chica entra en los servicios, los cuales le llevan a una clandestina sala de conciertos (muy cabaretesca, haciendo justicia al nombre del tema), en la cual están tocando La Unión, con unos atuendos y trajes muy al estilo de los felices años 20 del siglo pasado. Es en lo instrumental la balada por excelencia del disco, con esas delicadas notas de teclado tan bien llevadas y con ese estribillo tan bonito "en el cabaret, solo una cerilla puede borrar el brillo de la embriaguez… ¿Qué día fue ayer?". De mis favoritas del disco. Lo siguiente es un himno generacional, desde su inicio con esas nocturnas y trastabilladas notas de piano, hasta esa rotunda y marcada línea de bajo a cargo de Bolín que nos lleva al interior de la canción, que incluye esos rasgueos de guitarra eléctrica inconfundibles de Mario Martínez. "Lobo hombre en París", es una de las melodías más arraigadas en la memoria musical de muchos españoles que ahora tendrán entre 30 y 45 años. La letra, en la que se narra la historia de un personaje de fábula macabra, que devora a sus amantes, es una de las historias más intensas que se han compuesto en la historia musical española, a la par que incluye algún toque romántico "… junto a él se ha sentado, ¡oh! una joven, con la que irá a contemplar la luna llena sobre París". El tremendo videoclip grabado al efecto en blanco y negro, que intenta recrear algún barrio parisino de pensiones baratas y casas de citas, también es otro momento inolvidable de la historia audiovisual española, junto a otros contemporáneos suyos como el aventurero clip de "Amante bandido" de Miguel Bosé, convirtiéndose en un particular Indiana Jones. Siempre he comentado en mis particulares tertulias musicales, cuando ha hecho acto de aparición La Unión, que el video me da la impresión de que se rodara más bien en cualquiera de esas callejuelas propias de Estrecho, Alvarado o Tetuán, que van a desembocar en la calle Bravo Murillo madrileña. No se imaginan el efectismo personal que me supuso ver en directo a La Unión en la Plaza de la Remonta del distrito de Tetuán hace un par de años; ¡Qué apropiado!Se da paso a continuación a la canción-título; "Mil siluetas" es bastante parecida quizás a "Eclipse total", pero sin embargo, aquí el extraño mecanismo mental que hace que una melodía te haga "clic" en el interior de tu mente, se activa al escuchar partes como el estribillo con ese sostenido "y séeeee… que estás ahí…". Rafa encadena estrofas de forma vertiginosa con versos acertados como "pero algo que no es de la habitación eriza el vello de la piel". Sonido paradigmático de la que podríamos llamar "nueva ola" española. Muy apañada. No obstante, el hecho de estar anexada al inmortal de la banda "Lobo hombre en París", le hace un flaco favor en pasar algo desapercibida. "Todos los gatos son pardos", supone personalmente algo de nostalgia al recordarme a uno de mis más antiguos recuerdos de la radio, cuando escuchaba en el Renault 9 GTD de mi padre los sábados por la mañana aquel programa de José Ramón Pardo de mismo nombre. No obstante, este inciso de morriña temporal personal, no tiene nada que ver con la canción en cuestión, aparte de compartir el título. Lo más destacable es la guitarra de Mario, que confiere a esta canción uno de los instantes de mayor ritmo y aceleración del disco. "Mujer cosmopolita" cambia de ritmo y es un tema más lento. Aquí Rafa canta de forma sensual y a ratos modula su voz a registros mucho más graves de los que ha mostrado a lo largo del disco, por ejemplo cuando cita el título de la canción. La siguiente canción dispone de una apocalíptica producción al inicio que puede ir acorde con el título que tiene, "Voracidad". Es curioso que la canción verse sobre una mujer con mucho apetito literario, que devora libros sin parar y otras lindezas. A pesar de lo algo chorra de la letra, es de las que más me gusta instrumentalmente hablando, por el atropello musical que con tan buen criterio incluye. El final lo supone la enigmática "La niebla". Perfecta conjunción de los instrumentos y un adecuado epílogo para terminar de conformar una obra compacta, tanto en su sonido, como en su fuerte carácter new wave a la española que destila. Destaco los coros en plan vocoder que se incluyen en la parte final. Se entremezclan notablemente la rítmica guitarra de Mario y los ampulosos teclados a cargo de Zabala. Resultan vagamente graciosas y chocantes algunas consignas que proclama Rafa como "se ha puesto de moda el streap-tease colectivo en toda la ciudad". Buena forma de terminar el disco, que incluye un notable combo final con la intensidad de "Voracidad" y el medio misterio que aporta "La niebla".

"Mil Siluetas" fue una de las revelaciones de aquel 1984, básicamente por el éxito como sencillo de "Lobo hombre en París". Situó a La Unión en la vanguardia de la música que se realizaba en España y como una de las promesas más firmes del panorama patrio, que vendrían a confirmar en el resto de la década y en gran parte de los años 90, sobre todo a comienzos de dicha década, cuando dominaron el mundo musical del país, aprovechando la marcha de Mecano.

La portada de "Mil Siluetas", incluía una foto de los 4 componentes en aquella época del grupo en un anochecer crepuscular enmarcada en el centro de la misma, situándose en la parte de arriba el nombre del grupo y el título del disco y en la parte de abajo el título de las canciones.

La Unión, bajo la protección y apadrinamiento de Nacho Cano, se confirmaron como un nuevo fenómeno de masas dentro de la música española. El cantante Rafa Sánchez, poco a poco fue ganándose la imagen de símbolo de deseo para las fans más fogosas, consiguiéndose su más alto nivel en los primeros años 90, en los tiempos del acongojante y sensacional disco en directo "Tren De Largo Recorrido".

Sin embargo, tras este incontestable debut, los 2 siguientes discos de la banda, tuvieron un menor éxito y una acogida más bien tibia. Esto derivaría en el abandono de la banda por parte del teclista Iñigo Zabala, quedándose en trío el grupo. Sin embargo, este punto de inflexión, supondría el renacimiento de La Unión tras la edición de su cuarta entrega "Vivir Al Este Del Edén" con canciones como la que le da título, "Maracaibo" y sobre todo "Más y más", rutilante sintonía de la Vuelta Ciclista a España de aquel año 1988.

"Mil Siluetas" es uno de los discos imprescindibles de la música española. Representa la banda sonora de una época imborrable de la cultura de este país. Supuso el espaldarazo a un grupo, que tras 25 años en el mundo de la música pueden sentirse muy orgullosos de lo que han conseguido. A su favor diré que el concierto que tuve ocasión de ver en la fiestas patronales de Torrejón de Ardoz de octubre de 2004, fue uno de los shows más completos y mejor distribuidos de los que he escuchado en mi vida. No es el caso de que haya ido a pocos conciertos y de escasa importancia, así que algo bueno tendrán.

Habrá otras ocasiones en las que más adelante analizaremos otros trabajos de La Unión. La verdad es que no esperaba tanto de su debut y tenía la errónea idea, antes de escuchar el disco completo, de que se trataría de un álbum de relleno para acolchar a "Sildavia" y "Lobo hombre en París". Estaba equivocado. Es de largo, uno de los mejores discos que se editaron en la década de los 80 en España. Merece la pena detenerse unos minutos y darle algunas escuchas.
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sábado, 13 de junio de 2009

11-06-2009 Concierto Madness. Madrid

Esta ocasión, es una de las que tienes que frotarte bastante los ojos para llegar a creer lo que estás viendo, y la primera de las que tendrán lugar en este glorioso año de conciertos. Daba a estas alturas a los “Naughty Boys” como una de las bandas descartadas para poder ver en directo en mi vida, a no ser que me tomara las molestias de ir a verles a algún Madstock londinense o ir a un FIB al uso como hace 3 años.

De pura chiripa, hace unas semanas, y en pleno orgasmo (discúlpenme el término asociado a la emoción) tras saber que Spandau Ballet y Depeche Mode confirmaban fechas en Madrid para noviembre, me enteré que también esta banda, leyenda viva del ska, venían de gira a Madrid con motivo de la presentación de su último disco “The Liberty Of Norton Folgate”.

El único problema que me surgía, era el precio de las entradas. Es una evidencia aplastante, que ante la cada vez menor venta de discos, los grupos van a hacer caja en sus giras y si no, de muestra un botón: Depeche Mode el 6 de febrero de 2006 cobró 32,50 eur en el Palacio de los Deportes. Sin embargo, Depeche Mode el próximo 16 de noviembre de 2009 cobra 51 eur. en el mismo lugar… Bueno, pues Madness no iban a ser menos y tocaron techo en los 45 eur. por verles, eso sí en la sala La Riviera. ¿Cuándo tendremos en Madrid una sala al estilo Razzmatazz, decente y en condiciones? En fin.

Poniendo en la balanza el hecho de darse la ocasión única de ver a una banda que lleva 30 años en activo, y que tampoco es que se diga que se hayan pasado en su historia muchas veces por Madrid, al menos en los últimos 20 años de su dilatada carrera, el aspecto económico ha sido derrotado por las ganas de concierto y de disfrutar de un concierto que, a pesar del recinto inapropiado (¡Qué bien que les viene a Madness el cielo abierto!), podría ser devastador.

Sin ningún interés por estar más cerca de la 5ª fila, para no repetir “agradables” experiencias en la salita de turno, me dispuse a llegar poco antes de la apertura de puertas para situarme en una 7ª fila. Chasco que me llevé cuando compruebo que al llegar a las 19.50h minutos, tan solo delante de mi había 5 personas… La 1ª fila era obligada sin haberla buscado. Me situé un poco ladeado hacia la izquierda según miras al escenario, como casi siempre que acudo a un concierto, básicamente para evitar posibles bailoteos de ska duro en la parte central, a pesar de que algún tímido baile de ska también me marcase. A la postre, sería un servidor cuando tras haberse tocado la 1ª canción, estaba empapado en sudor y en estado de histeria tras haberme puesto a bailar ska al estilo más clásico posible; eso sí, sin dar ningún guarrazo a nadie, ya que apreturas excesivas tampoco es que hubieran.

Es muy curioso que hasta las 21.15h, cualquiera que entraba en la sala, podía disponerse perfectamente en 2ª fila, y no sería hasta la hora en la que se marcaba el inicio de la actuación, cuando la sala registró una apariencia de lleno. De hecho, a la gente que entablamos conversación por allí, nos sorprendía la tardanza de la gente en llegar al recinto, ya que media hora tras la apertura de puertas, no había más de 30 personas en el interior de la sala, aparte del personal que trabaja en la misma. Entre dicho personal, localicé tristemente al tipo de seguridad que consiguió amargarme el concierto de Interpol. Es duro reconocerlo, pero después de haber estado el jueves en primerísima fila y no haber tenido problema de ningún tipo en el asunto fotos/videos, me da por pensar que gran parte de la culpa de la actitud hitleriana de aquel día, recae sobre Banks y sus acólitos. Abstraeré esa percepción de la alta concepción musical que tengo sobre esta banda. En consecuencia, las fotos que les pongo entre párrafos son, dentro de lo que mi cámara alcanza, de bastante calidad. Lástima no poder colgarles los videos…Pasando a la actuación musical, Madness aparecieron en escena unos minutos pasadas las 21.30h, porque parecía que los técnicos de sonido estaban intentando solucionar algún problemilla en el cableado que había por el suelo del escenario. Un público no muy impaciente (supongo que con eso de que no llevaban varias horas de espera), recibió gritando a pulmón abierto a los 7 magníficos cuando éstos salieron de detrás del escenario, acompañados de un trío de metales de viento. Mencionar, que todos ellos iban con gafas de sol, a excepción del batería Daniel Woodgate y Chris Foreman. A la mayoría, la cercanía o más bien la adquisición de su condición de cincuentones, les ha pasado buena factura. Sin embargo, Carl Smyth, se mantiene prácticamente igual que en el Madstock de 1992 y Suggs, con algún kilito de más, pero sin llegar a los niveles actuales del rollo de carne de kebab que es Morrissey en la actualidad, tampoco se conserva mal. Lo único que esa salida al escenario con su traje con camisa sin corbata y tal, no sé por qué motivo me vino a la mente la imagen de nuestro actor patrio Carlos Larrañaga… Bueno, mejor pasemos de mis paranoias habituales.Como era de esperar, Chas enganchó el micrófono y dio la bienvenida a la audiencia como se merece con esa proclama que introduce a la enérgica y desaforada “One step beyond”. Ese “¡Eh, tú! No prestes atención a eso y mira esto… Esto es el sonido más duro, duro y monstruoso. El sonido más gamberro que te puedes encontrar…” La gente siguió a voz pelada a Carl y tras ese primer “Un paso hacia delante”, se dio paso a la maquinaria de sonido, que en este corte destaca sobre todo por el arrollador saxo de Lee Thompson; Lee, es uno de los miembros más desmejorados, por su enorme tripa actual, su alopecia confirmada definitivamente tras aquellas pronunciadas entradas que lucía en el Madstock mítico del 92 y el trajín de los años, reflejado en su hinchada cara de hooligan maduro inglés. No obstante, todo eso no impidió que fuera uno de los miembros que más activo estuvo y que trajo de cabeza a los empleados de seguridad, que como he dicho, en esta ocasión no se afanaron en joder a la gente con lo de las fotos etc.Sin tiempo de coger fuerzas y tras haber sido una marea increíble de intensidad, baile desaforado y adrenalina rebosante, desembocando todo ello en una cara encharcada de sudor en mi persona, se nos presentó uno de los clásicos del 2º disco de la banda “Absolutely” en forma de “Embarrassment”. Una de mis favoritas de siempre de la formación y que sonó inmejorable con todos los músicos de viento que llevó la banda, destacando Chas a la trompeta y, como no, Lee a su saxo. La gente entregada sin límites cantó a duo con Suggs sobre todo en ese perfecto parón de “No hay compromiso, eres una impresentable. Sí, una impresentable, una prohibición en vida”. ¿Mejor forma de empezar el show? No creo que la haya. Con estos 2 inmortales se metieron el público en el bolsillo, e hicieron que el mismo se metiera de lleno en el concierto. Inestimable fue la entrega por parte del incansable Carl Smyth, que junto a ciertas apariciones estelares de Lee Thompson, fue quien llevó el peso y el carisma del concierto por encima de Suggs. De sobra es conocido el buen talante y la sana locura del bueno de Chas.Esto les dio crédito para empezar a intercalar temas del nuevo disco del grupo. Destacó en ese aspecto principalmente la canción de sonido clásico “Forever young” (nada que ver con la de Alphaville), que sonó más o menos mediado el concierto, tirando al final del mismo antes de los bises. Sin embargo, mi favorita del disco “On the town”, no hizo acto de presencia. Una lástima.También dentro de la parte inicial, se dispuso otro clásico de la talla de “Shut up”, que no hace mucho se puso de moda en el anuncio de un operador de internet, que se valía más que de su potente estribillo, de su parte inicial con ese alocado piano que estupendamente recreó en directo el bueno de Mike Barson, que estuvo recluido en su teclado tan bien decorado de los clásicos cuadros blancos y negros, simbolismo puro del género. El estribillo “Pasa la culpa a otro y no me la eches a mi. Solo cierra tus ojos y cuenta hasta 3. ¡1,2,3! Entonces me habré ido y olvidarás la ventana rota del mueble del televisor”, tuvo una fuerte respuesta en el público, sobre todo en esa cuenta que incluye. Muy agradecido de que cayera, ya que es una de las canciones que últimamente más aprecio de la banda.En la primera mitad del concierto, fue reseñable la versión más acústica que puede ofrecer la banda de “My girl”. Igualmente “The prince”, creo que en 5º lugar, hizo las delicias de los seguidores más clásico dentro del género que sigue a la banda. Junto a “Madness”, que fue incluida en uno de los 2 bises que ofreció el grupo, y la ya mencionada “One step beyond”, fueron las canciones recuperadas del disco debut del grupo. Eché de menos “Bed and breakfast man”, pero bueno, tampoco se puede tener todo.Centrándonos en los clásicos, la parte final del concierto fue de traca mayor de las fallas de Valencia. Se encadenaron “House of fun”, “Baggy trousers”, “Our house” e “It must be love”. Sobrecogedor; un combo que puede acabar con la energía de cualquiera. La locura alcanzó sus puntos máximos evidentemente en “Baggy trousers”. El ritmo acelerado y alocado del tema invita sin lugar a dudas a dejarse llevar sin reservas. “House of fun” propició uno de los momentos de mejor baile a la sala, o al menos por lo que a mi se refiere, ya que intenté imitar esos juegos de piernas tan curiosos que Lee Thompson se marca en el video de la canción, mezclado con un bamboleo de brazos arriba-abajo derivado del baile más clásico del ska.Fue con “Our house” cuando se vivió uno de los momentos más emocionantes del concierto, y quizás el más álgido de la noche. Es posiblemente el clásico por excelencia del grupo y además se acompañó de una perfecta compenetración, rebosante de complicidad en el escenario, entre los 2 vocalistas Suggs y Chas. El marcado estribillo retumbó como nunca en la sala al dejarse el público las cuerdas vocales en el intento. Para dar cierre al núcleo principal del set list, se dispuso “It must be love” que también hizo las delicias de los seguidores y especialmente las mías, ya que como les dije la pasada semana, fue la canción con la que conocí a Madness.Hubo 2 bises en los que se introdujo el “Barco nocturno a El Cairo”. En “Night boat to Cairo”, destacó el instante en el que Lee Thompson se bajó del escenario para tocarle el saxofón encima a una mujer que estaba situada en primera fila en silla de ruedas. Reseñable fue el comportamiento de la gente, que a pesar de estar introducido en el público, no importunaron a Lee y ni siquiera tuvieron que intervenir los miembros de seguridad. Evidentemente, se trató de otro de los momentos de mayor intensidad y locura del concierto junto a “Baggy trousers”.A nivel de éxitos, se me olvidaba mencionar que también se dispuso por ahí “The return of the los palmas 7”, que es un tema que a mi siempre me ha resultado algo anodino, pero que contra todo pronóstico, se llevó una fuerte ovación del público cuando el mismo terminó. Volviendo al apartado de los bises, los mismos incluyeron temas instrumentales del grupo, aparte del mencionado “Night boat to Cairo” y “Madness”.Tras las 2 vueltas al escenario y las correspondientes propinas, a las 23.06h finalizaba el concierto. A pesar de que por parte de gente a la que conocí, se me había propuesto ir a una fiesta post-concierto que se celebraba en un pub cercano a la Gran Vía, decliné dicha invitación. El hecho de tener que levantarme al día siguiente a las 7 para ir a trabajar (un servidor, lejos de tener puente, tuvo que trabajar también el jueves), hizo que me dirigiera directamente y lo más pronto posible hacia el metro de Puerta del Ángel. No, hoy no, hoy no tocan fotos con componentes del grupo, ni entrevistas no oficiales a los mismos. Lo siento si alguien se siente decepcionado en ese aspecto.

Conclusión: hora y media de concierto que se hizo muy corta, ya que de lo bien que lo pasamos nos quedamos con ganas de más. Quizás se echó de menos algún tema extraño al uso de los discos clásicos como el ya citado ausente “Bed and breakfast man”, un “Razor blade Alley” o “Blue skinned beast”. De los clásicos, el grupo no se dejó fuera ninguno de los platos fuertes, y de los recopilatorios al uso de la formación, de 1979 a 1982 no se dejaron más que “Tomorrow’s just another day”, “Grey day” o “Cardiac arrest”; por ejemplo a esta última sí que la eché de menos. Ya ni siquiera tendré en cuenta la casi siempre olvidada “Driving in my car”.

De los “hermanos pobres” de los 80, el revisado “Keep Moving” y “Mad Not Mad”, no se seleccionó ningún tema… y bien que hicieron. Un track list bastante bueno, aderezado de algunas canciones de su último disco, que no desmerecieron ni desentonaron dentro del fuerte entramado que formaron los tremendos bombazos clásicos que lanzó Madness a lo largo del concierto.

Habiendo hablado del núcleo duro de la formación, en mi opinión el cuarteto formado por Suggs, Chas, Lee y Barso, los 3 compañeros restantes estuvieron bastante más comedidos, sobre todo Daniel Woodgate a la batería y Mark Bedford al bajo. Chris Foreman sí que estuvo algo más animado y tuvo algún momento de protagonismo, a la par que en su atuendo destacaba ese sombrerito tan propio de los años 20 que llevaba puesto. Ahí les dejo una foto que viene a ilustrarlo.En lo personal, mencionar que de alguna forma me quité la espina clavada y el mal recuerdo que me quedó de la última ocasión que visité La Riviera. Tristemente, como ya he dicho, creo que Interpol o sus managers estuvieron detrás de la censura de aquel día. No obstante, por dónde me coge la sala respecto de donde vivo y que tampoco me gusta especialmente el inmueble, sigo opinando que no es el lugar que más me agrada para ver un concierto. Si no puede ser en grandes recintos, me quedo antes con una sala Arena o la Joy Eslava. Preferencias que tiene uno.

En definitiva y para concluir, Madness dejaron un buen sabor de boca en su inédita visita a la capital española. Demostraron que a pesar de su edad madura, siguen siendo unos locos encantadores que son capaces de poner patas arriba una sala entera. Espero que les haya gustado la revisión y les ayude a imaginar en parte lo que el jueves vivimos allí. Si bien es cierto, hay que decir que a veces es difícil recrear o explicar ciertas sensaciones, y la verdad es que Madness firmaron un concierto muy intenso, a la par que emotivo. Algunas experiencias son difíciles de plasmar en papel y como ellos mismos dirían en “It must be love”: “¿Cómo puede ser que podemos decir tanto sin palabras?”. Pues eso.
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2005 Simple Minds - Black & White 050505

Como en otras ocasiones hemos hecho, aprovechando la publicación de su nuevo disco “Graffiti Soul” hace unos días, esta semana completaremos la encrucijada de propuestas que se me plantearon hace 3 semanas. Será la primera entrega que dedicaremos a una de las bandas más longevas del panorama musical y abanderados sobre todo de la década de los 80, Simple Minds. ¿Algún acierto en las predicciones?

Comentar que también se ha dado una disyuntiva a la hora de escoger el disco de su dilatada trayectoria que quisiera comentarles en primer lugar. Estaba prácticamente decidido desde la pasada semana, cuando decidí el orden de aparición entre Madness y ellos, que el elegido iba a ser “New Gold Dream (81-82-83-84)”. Disco, cuyo título me hizo dudar en una primera ocasión si se trataba de un recopilatorio, ya ven. Sin embargo, de última hora, el domingo decidí cambiar a favor de su última entrega antes de la edición de “Graffiti Soul”.

“Black & White 050505”, cuyo título evoca a la fecha en la que vio la luz, es junto al mencionado clásico de 1982, “Empires And Dance” y “Street Fighting Years”, uno de mis trabajos favoritos de la banda escocesa liderada por Jim Kerr. El motivo del cambio de opción, simplemente estribó en que ya era hora de saltar nuevamente de década tras varias semanas anclados en los años 80. Algo de variedad, dentro de lo que aquí quepa, habrá que ofrecer.

Digamos que desde el citado “Street Fighting Years” de 1989, el éxito de Simple Minds ha ido lentamente decayendo, y sus entregas con una periodicidad más o menos de 3-4 años entre unas y otras, han ido perdiendo interés dentro del mundo de la música. También es cierto que salvo ciertos pasajes de “Neapolis” y alguna canción de “Cry”, el nivel de la calidad compositiva de los Kerr, Burchill y demás, también ha mermado considerablemente.

Sin embargo, llega el año 2005 y casi de tapadillo, sin hacer demasiado ruido y tras 3 años de silencio desde “Cry”, los escoceses iban a firmar su mejor trabajo en 16 años. La intensidad y las ganas en el sonido de la banda, vuelven a estar presentes, y el tono épico en algunas canciones es sobrecogedor. Un disco básicamente de rock más que pop y en parte un mayor protagonismo de las guitarras lideradas por el bajito Charlie Burchill, más que por los teclados.

“Stay visible” es la mejor carta de presentación que se podía situar para apertura del disco. Las características citadas, intensidad, fuerza, tono épico y sobre todo actitud y entrega, están muy presentes. No sólo se ven estas connotaciones en la parte instrumental, sino que la aportación vocal de Jim es excepcional. Uno de mis favoritas del álbum y un sonido de guitarra solemne y heroico, apoyado en una más que aceptable producción. El carácter épico también se ve en la letra en partes como “la carretera se extiende ante nosotros y si hubiera espacio para los 2 y pudiera deslizarme por debajo del alambre, esperaríamos aquí… mi cuerpo está cansado y este miedo nunca me deja dormir…”. Lo dicho, imposible empezar mejor, una declaración de intenciones y una contundencia que hacía mucho tiempo que los Simple Minds no mostraban, o al menos con tan buen criterio, claro. Lugar ahora para “Home”, uno de los singles que se escogieron para la casi inexistente promoción del disco. Otra vez un tema con bastante potencia e intensidad, aunque ahora se intenta dejar de un lado el tono épico, para conseguir unos riffs de guitarra más pegadizos. Es decir, una estructura más básica que sea fácil de recordar; por algo se escogió como sencillo. No obstante, creo que puede ser el mejor sencillo que desde “War babies” ha entregado la banda. Su promoción en alguna emisora como M-80 le libró del anonimato en nuestro país. Kerr adopta aquí un tono grave y cálido, alejándose de los altos registros que mostró en el tema de inicio. Nuevamente la guitarra de Burchill se mueve en unos niveles de muy alta calificación y conforman un single bastante rockero a la par que bailable, lleno de intensidad. “Stranger”, sin embargo nos puede suponer una ligera decepción. Este corte suena bastante a los medios tiempos anodinos en los que la banda se ha movido desde “Good News From The Next World”. No aporta gran cosa, teniendo una melodía y un estribillo algo planos. “Different world” comienza con una melodía de teclado, y en esta ocasión sí que se consigue un resultado más o menos aceptable sin complicarse excesivamente. Se confiere un mayor protagonismo a los teclados en lo que a la producción se refiere. Será en la 5ª pista cuando nos demos de frente con otra de las joyas que guarda en su interior “Black & White 050505”. “Underneath the ice” es un tema más relajado, que deja de un lado la intensidad mostrada hasta el momento, para aportar un toque melancólico y lento al disco. Existen algunos coros femeninos que ayudan a dar a la canción un matiz especial. Ese tono triste y melancólico del sonido de la canción, se ve coordinado con la letra en partes exquisitas como “Te busqué en cada rincón escondido y a través de mi imaginación en cada cara, cada lugar y cada memoria en mi interior. Allá arriba más alto de las nubes, dicen que hay galaxias y otros lugares… y entonces te vi pasar patinando, pero yo estaba debajo de la capa de hielo”. Preciosa canción, y atreviéndome a ir más lejos, una de las baladas más bonitas que los Simple Minds han compuesto a lo largo de su trayectoria. Destacan en lo instrumental el solo de guitarra a mitad de canción y las notas de teclado, lánguidas y pausadas, que resaltan en la producción a lo largo de su duración.“The jeweller, Pt.2”, vuelve a destacar desde su inicio por la fuerza de la guitarra. En el estribillo, apoyado en esas aguerridas notas de guitarra, Kerr canta de forma cálida y sensual. También importante son los teclados que dan cuerpo a la canción en las ausencias de la guitarra eléctrica. Lo que es evidente más que nunca, es la independencia de McNeil y sus teclados, después de su partida años atrás, quien hasta entonces había formado junto a Kerr y Burchill, el núcleo duro de la banda. “A life shot in black and white”, en parte el tema título, empieza con unos compases vagamente parecidos a los de algunos sonidos de la ópera prima de la banda, aquel “Life In A Day” de 1979. No deja de ser un espejismo en la introducción. Posteriormente, se presenta el tema más falto de emoción y fuerza del disco. Es una pista que no termina de romper. Pausado, y no fue acertado, representa el ejemplo de muchos instantes sosos firmados por la banda en los años 90, que les hizo desaparecer de la primera plana en lo que a expectativas de lanzamientos se refiere. Por fortuna, “Kiss the ground” demuestra que lo mostrado en el anterior corte, se puede considerar simplemente un intermedio y se regresa a una mayor intensidad, aunando de forma acertada arreglos de teclados con la guitarra eléctrica. Para terminar se dispone la lánguida y melancólica “Dolphin”. Un tema lento, con mucha carga sensiblera en su metraje. Carácter semiacústico sobre todo en su introducción y algún arreglo clásico en lo que a lo instrumental se refiere. Calma y delicadeza para dar cierre a un disco que nos ha mostrado a los Simple Minds más entregados en más de una década. Ya saben que a uno le gusta ese apunte melancólico en las partes finales de los discos, que como siempre te dejan pensando en la obra que has estado escuchando.

A efectos comerciales, de éxito, repercusión, etc., el disco no es que saliera muy bien parado. A parte de esta consideración, es lógico no perder la perspectiva y asimilar que Simple Minds no ocupa en la música actual un lugar tan importante como el que tenían en los años 80, cuando se asignaban himnos generacionales como el relamido “Don’t your forget about me”. Por eso mismo, hay que dejar de hablar de cifras en el caso de estos escoceses en su situación actual.

Abstrayéndonos de esos análisis contables, hay que valorar a “Black & White 050505” como un disco notable y muy válido. De esta forma, Simple Minds han demostrado que son capaces a estas alturas de crear buenas canciones y conseguir dar forma a un álbum que te haga abrir bien los oídos. La portada recupera en cierta parte la simbología clásica de Simple Minds con ese tan clásico juego de manos sobre fondo dorado.

Es muy probable que el éxito que atribuyo a esta obra, resida en la entrega e intensidad de la banda. Hacía muchos años que no se veía a Simple Minds demostrar tantas ganas y actitud a la hora de grabar en estudio. Arena de otro costal es el directo del grupo, el cuál sigue alcanzando una intensidad más que aceptable por parte de Kerr a la hora de moverse por el escenario.

Un ejemplo de ello tuvimos la ocasión de contemplar justo el domingo en el que Fernando Alonso se iría a proclamar por 1ª vez campeón del mundo de F-1, en aquel mes de septiembre de 2005. Es curioso que quien consiguiera las entradas, no tenía ni pajolera idea de quien era el grupo, y cuando me propuso ir al concierto con unas escasas horas de antelación esa misma mañana, aluciné completamente. Sintiéndolo mucho en parte, decidí sacrificar mi afición a la F-1, y aprovechar esa ocasión única de ver a uno de mis grupos admirados sin tener que pagar un solo duro por ello.

Jejeje, permítanme que me ría, pero ahí le dejaré algunas fotos que conseguí hacer con un arcaico móvil que tenía en aquella época, que ni siquiera tenía infrarrojos/bluetooth o dispositivo para conectar al ordenador, y que me tenía que enviar vía mms a mi cuenta de correo electrónico para conseguir sacarlas del terminal. Inaudito, créanme. La calidad, lógicamente no es muy buena, pero menos es nada, ¿no? El show se celebró en la extinta sala Aqualung y conseguí estar en 2ª fila. De hecho en algún momento pude llegar a tocar la mano de Jim cuando este se intentaba integrar con el público congregado allí, que estaba entregado completamente. Fue un concierto al que solamente se accedía si tenías invitación, al cual no había opción de ir pagando entrada. Aún así, el espectáculo rebasó la hora de duración y además de temas del disco hoy analizado, que por aquel entonces aún no conocía, incluyeron clásicos increíbles como “Waterfront”, “Alive and kicking” o “Mandela day” para disfrute de los que allí estuvimos. Al terminar el concierto, conseguimos incluso ver a los componentes del grupo y conseguí llegar a intercambiar 2 frases con Jim Kerr y Charlie Burchill, al igual que hacerme alguna foto con ellos. No obstante, el grupo iba con prisas y tampoco repararon mucho en las más o menos 20 personas que estábamos en las inmediaciones de una de las puertas del centro comercial al que pertenecía la desaparecida sala de conciertos. Tengo esperanzas de que en este año de tantos buenos conciertos, pueda darse el caso de que Simple Minds visiten nuestro país para promocionar su nueva entrega “Graffiti Soul”. Aquel concierto estuvo muy bien, y como experiencia cuenta como cualquier otra, no obstante, supongo que un concierto al uso tradicional con venta de entradas y tal, durará algo más de hora y media en el caso de esta banda con 30 años de carrera a sus espaldas, superando aquel decente show de hora y 5 minutos. Es un poco estúpido, podrán pensar algunos de ustedes, que teniendo un nuevo disco de Simple Minds para escuchar, ponerse a oír el trabajo anterior. No obstante, les recalco la valoración y sentencia inicial que les he puesto, reafirmándome en que “Black & White 050505” es el mejor disco de los escoceses en muchos años. Con entregas como esta, queda más que justificada la permanencia en el panorama musical de Simple Minds. Para que todo esto alcance verosimilitud, decirles que este entusiasmo no lo he tenido con las últimas entregas de mis intocables The Cure y Depeche Mode. Espero que como “prueba del algodón” les valga.
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sábado, 6 de junio de 2009

1984 Madness - Keep Moving

¿Acertó alguien en las apuestas de los otros 2 grupos que comenté la pasada semana que tenía en la recámara para estas próximas entregas? Llega el momento de enfrentarnos al género ska. Aunque, como ya dije, el estilo abordado por Madness, parte del ska para hacerlo más universal y acabar desembocando en un enfoque pop del mismo. De hecho la obra que extraigo de su carrera, no es un ejemplo del género ska, sino más bien un disco pop.

¿Qué es lo que me ha hecho decantarme por “Keep Moving” entonces? Entremos una vez más en lo personal. La explicación reside en que fue el disco a través del cual accedí a la banda. Se trata del primer cd de Madness que me compré allá por verano de 1998 tras encontrarlo a buen precio, 1295 ptas. de las de entonces, en la serie media, bastante abundante en aquellos días, del Alcampo del Parque Corredor de Torrejón de Ardoz.

A Madness los había conocido propiamente en otoño de 1997 a través de un videoclip que ponían en la MTV española en mitad de los cortes publicitarios, en un inciso titulado “MTV Classics”, y que era el del tema “It must be love”, aquella estupenda revisión del clásico de Labi Siffre. Evidentemente, varias canciones de Madness estaban ya ancladas en mi subconsciente (“One step beyond”, “Our house”…), al igual que a muchos les pasará. Sería unos meses más tarde cuando me decidí a arriesgarme a comprarme aquel disco del que no conocía ninguna canción.

Un poco más adelante, ya sin disponer en aquella época del Vía Digital que había quitado mi padre, pedí a un ex-compañero de instituto que me grabara un concierto que ponían en un canal llamado Buzz de la banda en el Finsbury Park londinense de 1992, de cuya difusión me enteré porque a pesar de ya estar dados de baja, aún nos llegaba la revista de la programación de la plataforma televisiva. Ahí pude percibir la grandeza de Madness en su verdadera dimensión, al tratarse de un repertorio de los grandes hits de la banda y ya por fin asociar varios himnos al universo de la banda.

Tras esta aclaración de las motivaciones que me han movido a hablar de “Keep Moving” (como habrán sacado en claro, la nostalgia), decirles que en 1984 Madness se encontraban en fase descendente de éxito y popularidad. Su anterior trabajo de 1982 “Presents The Rise And Fall” había conseguido mantener el nivel de éxito de sus trabajos hasta la fecha, incluso superándola en su conjunto, con clásicos de la talla de “Tomorrow’s just another day” o sobre todo “Our house”. Aún así, el disco incluía otros cortes menos convencionales como la canción de estribillo atropellado “Blue skinned beast”. Madness en los primeros ochenta, era un grupo tremendamente popular en el Reino Unido, de gran éxito y con un fuerte carisma.

La desintegración de Madness se gestaba también en el seno de la misma formación, cuando a mitad de la promoción del disco que hoy les presento, el fundador y teclista de la banda Mike Barson, decidió abandonar el grupo para irse a vivir a Holanda con su mujer. Los restantes 6 componentes, por otro lado, seguían implicados en la causa: Graham Mc.Pherson “Suggs” como vocalista principal, Carl Smyth “Chass Smash” como 2º vocalista y trompeta, Lee Thompson como saxofonista y en gran parte alma del sonido de Madness, Daniel Woodgate a la batería, Mark Bedford al bajo y Chris Foreman a la guitarra.

El disco empieza con el tema que le da título. Antes de nada, que ahora acabo de caer, por ahí he visto ediciones remasterizadas y otros formatos del disco que incluyen distintos listados de canciones. Aquí voy a analizarles la primera edición en cd que contenía 12 temas, que es la que yo tengo. En este caso, el inicio viene de la mano de la propia “Keep moving”, que más que un tema ska, es una variación medio jazz pop que podría asignarse sin mucho ajuste de sonido a ciertos momentos de los Level 42. Animado tema pop con una interpretación vocal por parte de Suggs bastante relajada y velada. En 2º término nos encontramos con “Michael Caine”. Tema que fue extraído como primer single del lp, y que es un evidente homenaje al actor británico, que además cuenta con la colaboración del mismo diciendo ese “mi nombre es Michael Caine”. Ejemplo claro por otro lado de esa citada estandarización y suavización de los inicios ska de la banda, que desembocan en un pop más ligerito. Bonito tema que destaca por los coros que aparecen en el estribillo. Gracioso resulta el videoclip con persecuciones policiales e interrogatorios figurados y teléfonos sonando repentinamente, en el que Barson solamente aparece al inicio tocando el piano. Destaca ese solo de saxo de Thompson en la parte final, que viene en parte a representar el sello clásico de sonido del grupo. “Turning blue” puede ser el tema que más recuerde a las anteriores entregas de la banda. No hubiera desentonado para nada por ejemplo en el anterior disco “Presents The Rise And Fall”. El ritmo se acelera y en parte resulta atropellado como suele ser habitual en el género musical del ska y que no era una excepción hasta la fecha en varias de las composiciones que firmaban Madness. Encadenando prácticamente singles, a continuación aparece la deliciosa balada “One better day”. Elegante tema ya desde el inicio con las notas de saxo de Lee, relajado, cálido y que incluye un video de la banda rodado en el metro; ¿posible guiño al descenso de la cumbre que iniciaba el grupo? Ya sabemos que la ironía en Madness y el sarcasmo siempre han estado presentes y en alguna que otra ocasión, estos chicos también han llegado a autoparodiarse. El estribillo es de una luminosidad pasmosa, con unos teclados cristalinos y unos arreglos orquestales, por otro lado presentes en casi todo el corte, pero que en esta parte adquieren un mayor protagonismo. Un tema del que están muy orgullosos los Madness (se puede ver en los comentarios del dvd de sus videoclips por parte de algunos de sus componentes) y con razón. Es posible que la distribución de temas, haga que el disco suelte todo su potencial en estos 4 primeros temas, quizás los más acertados de la obra. A partir de aquí, la banda va a afrontar distintos sonidos, géneros y estados de ánimo. “March of the Gherkins” es un alegre tema pop, que en parte puede también recordar a tiempos pasados, pero que me da que falla en la tonalidad y ritmo del estribillo. Es curioso que menos en su parte remarcada sea donde más flojee y que destaqué más bien en sus partes más narrativas. Resalto la parte instrumental poco antes de los 2 minutos de duración con su principal uso de las secciones de viento y la posterior parte vocal fuera del ritmo normal de la canción y la fuerza con la que Mc.Pherson retoma la narrativa con ese “estaba pensando en…”. “Walz into mischief” es un desparrame total. Oscilante, ebria, pero curiosa. Se trata de tema cuyo estribillo fácilmente podrían entonar unos marineros borrachos en cualquier puerto pesquero de Inglaterra en el interior de la taberna de turno. Coros hooliganeros y una pieza exótica de esas que tan fuera de lugar te dejan y que casi siempre introducían en sus discos Madness.“Brand new beat” es una canción pop muy delicada y apta para todos los públicos. Resultan graciosas esas palabras que suelta por ahí Suggs en castellano “nuevo ritmo” con un acento evidentemente muy inglés. Teclados inofensivos y una canción que parece mostrar a los Madness como unos niños buenos que jamás hayan roto un plato, sin ese tono sarcástico tan necesario y predominante en sus canciones. “Victoria gardens” incluye unos coros más propios de la música negra de los años 70, apoyados en una melodía bastante fantasiosa y quizás algo hinchada de teclados. Contrasta con otras partes más lentas y acompasadas vocalmente por Mc.Pherson. Una pieza algo rimbombante y de los instantes más animados del disco en su conjunto; de los temas más enérgicos. “Samantha” es quizás la canción que confiere el mayor protagonismo a la guitarra eléctrica. Intensa, sobre todo en su estribillo con ese apoyo del piano de Barson con ese “Samantha, Samantha cariño, debo haber perdido la razón. Samantha, Samantha cariño… pero ella sigue durmiendo” que desesperadamente suelta Suggs. “Time for tea” es una de mis favoritas. Quizás Mc.Pherson alcanza aquí su mayor solemnidad vocal, al igual que en la anterior “Samantha” y ello ayuda a que nos encontremos con uno de los temas más sesudos en lo que a sonido se refiere del disco. “Prospects” de sonido feriante y quizás algo anodino, nos acerca al final del disco que dará paso al epílogo compositivo de Barson, “Give me a reason”, que de no ser por su predecesora “Prospects”, haría que hubiéramos afrontado una parte final bastante intensa.

Como ya creo haber referido o al menos dejado entrever, quizás “Keep Moving” no sea ni de lejos el mejor disco que firmaron los Madness. Ya les he explicado que quizás su elección haya residido en la nostalgia y en parte el agradecimiento que le tengo al lp de haber sido la piedra de toque con la que inicié el conocimiento global de Madness. La portada es bastante llamativa con una imagen de una carrera de los 10 metros lisos con los 7 componentes del grupo, entre los que destaca precisamente el disidente Mike Barson con una expresión de rabia en su cara, a la par que lleva gafas de sol, que da algo de miedo.

Comercialmente, lo dicho, un retroceso notable de ventas y de la popularidad de la banda. Quizás el motivo es que no hay dentro del set list un tema abanderado como lo fueron en su día “One step beyond”, “Embarressment”, “House of fun”, “It must be love” o “Our house”. Igualmente, el regusto que deja la obra, dista mucho de la energía, ritmo y humor acertado de sus álbumes predecesores. A partir de aquí, y con la salida de Barson del grupo, la banda confirmó su drástico descenso de popularidad tras su reinado entre 1979 y 1982.

El año siguiente vería la edición del aún menos celebrado “Mad Not Mad”, que a pesar de incluir alguna canción graciosa como “Uncle Sam” o la válida balada “Yesterday’s man”, fue un brutal patinazo comercial y propició la separación temporal del grupo. De ahí en adelante, Madness han ido retomando de forma intermitente su actividad, cual transcurrir geográfico del río Guadiana, y en una de estas nos encontramos en estos momentos con la reciente edición de su primer disco en una década desde “Wonderful” que ha venido a llamarse “The Liberty Of Norton Folgate”.

Lo mejor: que en unos días podré ver el directo de la banda, en lo que será mi regreso a la sala La Riviera tras aquella fatal experiencia con la seguridad de la misma el día de Interpol. El nuevo trabajo lo he conseguido hace apenas unos días. A falta de más repasos, no me ha llamado especialmente la atención en su primera escucha; de por sí, no he identificado ningún tema como el maravilloso “Lovestruck” de su anterior entrega.

Esperen pues una crónica de lo que será el espectáculo del grupo, no sé si para la próxima semana (con esto de que el concierto es el jueves quizás no me dé tiempo), o si para la siguiente. A pesar del coste algo elevado, 45 eur., estoy deseoso de ver a Madness en escena, máxime tras haber visto conciertos suyos como ese citado “Madstock” en Finsbury Park de 1992. Lo que no sé es si la crónica les incluirá buenas fotos, o si incluso les podré poner siquiera una por lo que pasó la última vez que anduve por aquellos andurriales. De momento, atrévanse a escuchar “Keep Moving” y si por una de estas se animan, creo que aún quedan entradas. Como acicate, a los que residen en Madrid decirles que el día del concierto es festivo en la capital. Pocas excusas tendrán en ese aspecto.
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