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viernes, 30 de septiembre de 2016

Stromae - Cheese (2010)

ANTECEDENTES E INTRODUCCIÓN.
Paul Van Haver, más conocido como Stromae, es la última sensación de la música popular francófona. Este belga lleva ya vendidos millones de álbumes y sus giras recorren todo el planeta sin tenerse que someter a la dictadura de tener que cantar en inglés para introducirse masivamente en otros mercados. Stromae piensa acertadamente que la música puede hablar por sí misma más allá de la lengua en la que se cante.

Stromae es, sin lugar a dudas, un artista completo que va mucho más allá del simple músico; de hecho él parece burlarse de esta condición con sus famosas “lecciones” donde enseña como con un simple mac y un pequeño teclado se pueden hacer auténticas maravillas lowcost.

A pesar de su humildad, a nadie se le escapa la ambición de nuestro protagonista en ser un artista realmente completo: vestuario extravagante, videoclips originales y muy cuidados, al igual que todo el aspecto estético de sus lanzamientos discográficos, por no hablar de unos conciertos que no pueden dejar a nadie indiferente. A Stromae hay que descubrirlo para darse cuenta de lo inclasificable que es: ¿es rapero?, ¿es cantante pop?, ¿es simplemente música dance? Todo esto es Stromae y muchas cosas más, aunque sin duda su gran virtud es dotar a una música de baile destinada al gran público de textos muy poco convencionales en este tipo de género musical, hablando del abandono de un padre, del racismo, o del maltrato infantil bajo un ritmo dance, recogiendo así la tradición de grupos como Pet Shop Boys o New Order de dotar a la música de baile de un trasfondo más intelectual o social.

En esta ocasión empezaremos con su álbum de debut “Cheese” (2010), su segundo y último álbum “Racine Carré” (2013) nos lo guardamos para más adelante, aunque no tardaremos mucho en hablar de él.

“Cheese” es el debut de nuestro protagonista donde enseñaba todo su universo únicamente ataviado de un ordenador portátil con el que hacia música gracias a varios programas virtuales. De ahí salió el éxito internacional “Alors on dance” que hasta en España llego a conseguir un buen puesto en la lista de singles. Podemos decir que toda Europa bailó este single y que la expectación sobre el que sería el debut del artista estaba realmente alta, así que cuando por fin se publicó “Cheese”, fue la confirmación de estar ante un artista con muchísimo que decir y no simplemente un one-hit-wonder.

ANÁLISIS DEL ÁLBUM.
1. “Bienvenue chez moi”: El álbum empieza con un tema que es la perfecta introducción al universo de Stromae. Bajo un ligero sonido electro mitad bailable, Stromae nos hace una descripción de su rincón de creación donde existe cabida para “el humor amargo, humor vulgar, humor profundo” al igual que no le hace ningún asco a diferentes referencias musicales “a la vez rock, a la vez jazz o electro”. Aunque a decir verdad, tanto ésta como el resto de canciones del álbum tienen un sonido electro muy claro. Sin duda estamos ante una excelente presentación, totalmente original, no es normal que un artista haga un tema sobre su propio universo a la hora de componer, sobre la composición en sí misma, y es que a Stromae no le preocupa en absoluto destripar los entresijos de la composición musical como demostró más de una vez enseñándonos como se podían crear absolutos hits con un simple portátil.

2. “Te quiero”: Muy curiosa esta canción con titulo en español, aunque solo es el titulo porque el tema al completo es en frances pero es cierto que la sonoridad de las palabras “te quiero” en el estribillo consiguen un efecto mucho más pegadizo e interesante que el que podría conseguir un “je t’aime” o un “i love you”. Es como si Stromae se hubiese percatado de la más fuerte sonoridad del castellano y en consecuencia la hubiese utilizado como el que utiliza un sampler. Sin duda estamos ante uno de los mejores temas del álbum y del propio Stromae. La letra describe la rutina de las relaciones cuando comienzan y poco a poco van evolucionando, pero dado el fatalismo propio del autor esta evolución desemboca irremediablemente en hijos, divorcio y juez. En el estribillo podemos remarcar la contradicción de querer a alguien y al mismo tiempo no soportarla: “me gustaria ser su sombra, pero la odio”. La frase “la amo a muerte” se interpreta como un amor profundo, pero dado el dramatismo del autor y la propia performance de la canción también se puede interpretar como “la amare hasta la muerte” considerando la muerte propia (o la de ella) la solución al conflicto. La grandeza de Stromae es poder plantear una canción tan dura como ésta bajo ritmos houseros hechos para no parar de bailar y que la gente se lo pase en grande mientras suena una historia tan triste.

3. “Peace or violence”: Una de las grandes influencias de Stromae es el eurodance de los 90; de hecho es la máxima influencia en este álbum. Lo demuestra claramente en este tema aunque convenientemente actualizando los sonidos. En “Peace or violence” el cantante se interroga sobre qué significa realmente el signo V que se hace habitualmente con los dedos índice y corazón, si bien es la V de violencia o un signo de paz. Al igual que en “Te quiero” juega con las palabras peace y violence en inglés, pero la canción entera es en francés. Nuevamente vuelve a crear un sonido más remarcable en el estribillo gracias a esta mezcla.

4. “Rail de musique”: Al igual que en “Bienvenue chez moi”, aquí tenemos otra canción que trata exclusivamente sobre la forma de componer de Stromae. “Escribo, compongo, me alimento de los sonidos de la caja de ritmo”. También está el concepto de la música como droga; Stromae considera su música “mi coca, mi speed, mi crack, mi música”. Nos encontramos ante un tema simple de música dance que anticipa perfectamente el hit absoluto del álbum.

5. “Alors on dance”: Fue uno de los mayores éxitos en Europa en el año 2010 y su éxito continuó en 2011, ¿Quién no la ha oído? ¿Quién no la ha bailado? Sin duda el último gran triunfo de la música francófona, porque se puede hablar de artistas franceses que han vendido millones de discos en los últimos tiempos. A todos nos viene a la cabeza los Daft Punk o Justice, pero estos grupos y otros han tenido que claudicar y hacer sus canciones en inglés para adaptarse al mercado mundial. El belga Stromae no; él juega con sus propias reglas y de momento no le ha podido ir mejor, opina que no tiene por qué traducir sus canciones al inglés para ser disfrutadas en otros países. “Alors on dance” es una absoluta genialidad, no porque musicalmente sea una maravilla. Es un tema de dance noventero original con ese saxo sintetizado que parece un pato enfermo o los ladridos de perro en el estribillo, pero lo que realmente hace grande a este tema y la razón principal de su enorme éxito es el contraste entre unos versos absolutamente deprimentes “quien dice estudios dice trabajo, quien dice trabajo dice dinero, quien dice dinero dice gastos/ quien dice amor, dice hijos, dice para siempre y dice divorcio”, con un estribillo que estalla en una absoluta celebración “para olvidar todos los problemas bailemos”. Stromae simplemente dió en esta canción con ese sentimiento tan humano que es aparcar por un momento las preocupaciones y dedicarse a acciones más hedonistas, por eso mismo fue un éxito tan rotundo, porque conectaba con todo el mundo.

6. “Summertime”: Se trata de un tema más suave que pareciera la continuación de “Alors on dance”, como si el protagonista ahora se fuera de vacaciones y no quisiera por nada del mundo que nadie se las fastidiase. Otro tema claramente dirigido a la pista de baile con una letra simple y ritmos repetitivos; quizás Stromae quería ofrecernos algo ligero antes del trallazo que viene a continuación.
7. “Dodo”: Esta canción que comienza con suaves sonidos sintetizados, que bien podrían considerarse como una nana, podría tener claramente la famosa pegatina “parental advisory”. Stromae canta en tono de nana como un niño tiene que soportar como su padre agrede a su madre y no solo eso, sino que procede a cometer abusos sexuales sobre el niño protagonista de la canción. Para poner las cosas aun peor el nuevo novio/marido de la madre no es mucho mejor que su padre y vuelve a sufrir maltratos. La manera de interpretar la canción, en forma de nana, da un tono burlón a una letra de las más duras que jamás se hallan hecho en un contexto pop. Este tono hace todavía el tema más hiriente, aún más con los ritmos de música de baile incorporados en el estribillo y que posibilitan el estar bailando mientras suena la historia de un maltrato infantil. Al final el tono de la canción cambia hacia una interpretación más exaltada que luego da un nuevo giro donde el autor desea al niño un profundo sueño tras el cual pueda olvidar todo lo que le ha pasado.

8. “Silence”: Se trata de un tema instrumental que solo incluye la palabra “silence”. En él destacan las fuertes percusiones sintetizadas y un sonido más techno. Una dura base va marcando el ritmo durante toda la canción creando un ambiente de discoteca de los 90.

9. “Je cours”: El baile no para y aquí tenemos otro tema más para seguir en la pista. En él Stromae reflexiona sobre su propia carrera como artista que acaba de nacer, de plegarse a las exigencias de todos los que te rodean. La sensación que da el autor es el de no estar preparado para la vorágine de éxito que se le estaba viniendo encima, algo que se mantiene de forma aún más exagerada en la actualidad. “Je cours” es una forma de decir que a veces tienes ganas de correr, escapar y refugiarte en ti mismo u en otra gente de confianza.

10. “House’llelujah”: Nos encontramos ante otra genialidad de Stromae, frívola sí, pero genialidad. A Stromae se le ocurre crear una oración, una plegaria religiosa, basándose en la música house “en nombre del ritmo y la vox, yo grito House’llelujah, bendita sea la música y House’llelujah”. Se trata de una oración alternativa al dios House, ya que el real es demasiado viejo y demasiado rico para escucharnos según dice el artista. Un auténtico himno que deja patente la originalidad del autor a la hora de buscar conceptos para ilustrar sus canciones.

11. “Cheese”: Stromae se despide después de un álbum prácticamente entero dedicado a la música de baile con una balada en toda regla donde por un lado podemos apreciar la técnica para componer de Stromae con su mac, creando esos toques totalmente artificiales de piano y por otro una forma de interpretar sincera que da otra dimensión a los textos. En este caso la incomprensión, el inconformismo y los usos y costumbres parecen ser los temas principales; en todo caso nos encontramos ante un tema triste por mucho que al final Stromae nos diga “yo sonreiré”.

RESULTADO, CONCLUSIONES Y REFLEXIONES.
“Cheese” es un debut más que notable que tuvo tanto éxito que hizo que la fama de este chico se disparase hasta niveles que en la música francófona no se conocían desde el fenómeno Mylene Farmer. Muchos lo han calificado del Jacques Brell pasado por el electro; esto es simplemente absurdo, Stromae tiene un estilo muy propio mezcla del dance de los años 90 actualizado con letras difíciles de digerir, letras crudas que te hacen cuestionarte cosas, a mi desde luego son las letras que me parecen más interesantes.

En “Cheese” está todo el potencial que finalmente será desarrollado en total plenitud en “Racine Carrée” donde perfeccionaría aún más su fórmula de música de baile y textos duros, como hemos dicho pronto ese segundo y hasta ahora último disco de estudio pasara por aquí.

Texto: Alfredo Morales.
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martes, 27 de septiembre de 2016

Concierto Loquillo. Las Ventas - Madrid (24-09-2016)

Objetivo cumplido, Loco; a pesar de que en lo personal el éxito nos impidió experimentar el show... desde el interior. La convocatoria fue tan sumamente exitosa que las entradas llevaban agotadas tres meses, volaron rápido y se escaparon de nuestras manos. No obstante ya saben que en “DMR” somos inasequibles al desaliento y una vez más nos convertimos en “rondadores nocturnos”, como el personaje de la Marvel. Los lectores más avezados de ésta nuestra bitácora ya sabrán (y si no, ahí tienen la crónica del último concierto de Bruce Springsteen en Madrid) que cuando no tenemos la suerte de convertirnos en dueños de entradas, nos apostamos astutamente en las inmediaciones del recinto y tiramos de agudeza auditiva para empaparnos de cuanto podamos. La idea partió del dueño de este blog, Víctor Prats, y la proposición no me ofreció muchas dudas. No veo a Loquillo desde las fiestas de La Elipa en septiembre de 2011 y este precedente no puede ser más auspicioso. No recuerdo una fiesta de barrio de tal calibre como aquélla, pues allí entre coches de choque y una exquisita fragancia de salchipapas, una afluencia extraordinariamente numerosa disfrutó de un potentísimo y vigoroso concierto.

La ocasión merecía al menos un esfuerzo, por muy extravagante que pueda resultar éste, dado que se publicitó como una ocasión única, como una especie de macro ritual histórico del rock español cuya asistencia de devotos y congregantes prometía ser apabullante. Era como un reto buscado valientemente por Loquillo que además no estaba exento de riesgos: muy pocos músicos en activo desde hace casi cuatro décadas pueden permitirse llegar, ver y vencer en Las Ventas. Poniéndonos grandilocuentes podríamos decir que o bien habría un éxito rotundo o bien una hostia de resonancias perdurables. ¿Qué ocurrió?

¿Acaso lo dudábamos? Éxito rotundo. Nuestra particular convocatoria incluyó a Víctor Prats, su novia y a un servidor. Fue Víctor quien a base de experiencia, oficio y un sexto sentido para estas lides, nos trasladó a la zona idónea para captar la música lo más cómodamente posible. Lo primero que se hace instintivamente llegados a este punto es, como dirían los veteranos periodistas deportivos, pulsar el ambiente: gente hormigueante, asistentes de última hora apremiados por las prisas, tenderetes de refrescos, pipas y altramuces... Un concierto normal, de infantería, pero con un aforo satisfecho hasta los topes. Todo, por cierto, matemáticamente organizado, con los accesos diferenciados taxonómicamente entre las entradas normales, palcos y “Premium rocker” (¿reservado para la flor y nata de los rockers?).

Nuestro cuartel general (o sea, un banco como los de los parques) nos permitió ver algunos eventos secundarios pero pintorescos. Era curioso ver cómo en el decurso de la actuación diversas personas iban saliendo del recinto, algunas muy tempranamente, en diverso estado de embriaguez; las había ligeramente achispadas, las habías manifiestamente borrachas y algunas que parecían haber acabado con todas las reservas cerveceras pasadas, presentes y futuras de Centro Europa. ¿Y qué? Es un concierto de rock, no uno de los Cantajuegos, y se canta “Chanel, cocaína y Don Perignon” y no “Soy una Taza”. Sea como fuera la música comenzó puntualmente a las 22:00h. Me permitirán consideraciones previas sobre el track list. Loquillo podía haber tirado por lo fácil, por la calle de en medio o por el piloto automático; tirar de grandes éxitos y replicar “¡A Por Ellos!... Que Son Pocos Y Cobardes” (1989). Sin embargo, Loquillo respeta su repertorio reciente, pondera perfectamente cada época y va más allá de lo obvio. Lo cual no es ni muchos menos ningún desdoro, discos como “Balmoral” (2008), “Su Nombre Era El De Todas Las Mujeres” (2011) o “La Nave De Los Locos” (2012), son solventes y contienen numerosos aciertos. Además, la época “troglodita” es esencial e importante, pero Loquillo ya tiene mucha mili en la mochila como artista en solitario.

Todo eso lo vimos en el tramo inicial. El concierto echó a andar con “Salud y rock and roll”, uno de los estandartes de su último disco (que aún tengo que escuchar más, pero que no pinta nada mal) y declaración de intenciones, de actitud y modus operandi vital y artístico; siguieron otros temas de reciente añada como “Línea clara”(su frase “milito en la razón del pensamiento ilustrado” es casi un lema personal), “El mundo necesita a hombres objeto”, “A tono bravo” o “Arte y ensayo” (ésta ya un poco más talludita). En estos momentos iniciales, y en general en todo el concierto, no detectamos que Loquillo se dirigiera demasiado al público ni se mostró muy hablador. De todos modos, en base a experiencias anteriores, la elocuencia de Loquillo no va por derroteros orales, se muestra de forma más gestual: miradas, ademanes, determinados movimientos. Sí hubo alguna frase que ya mencionaremos. Lo importante es que el inicio más que un mero tanteo, parecía hacer las delicias del público y el sonido que nos llegaba de la banda era ajustado, filoso y compacto. La sensación era que cuando sonase un clásico mayúsculo, una mecha rápida iba prender en forma de entusiasmo popular; tengan en cuenta que dadas las circunstancias Loquillo, en términos futbolísticos, jugaba en casa, con 3 ó 4 goles a su favor y superioridad numérica. O lo que es lo mismo, las manos ganadoras eran muchas en potencia. Esta teoría se corroboró con la llegada del gran homenaje a Johnny Cash que es “El hombre de negro” (del disco “Mientras Respiremos” -1993-, objeto de análisis en este blog); ritmo country trotón y algazara general. Cuando llegase el rock crudo lo íbamos a flipar. Poco después Loquillo, esta vez sí, se dirige al púbico y menciona al guitarrista de Los Negativos; no cabe de duda de que estábamos ante la versión de “Viaje al norte” del mencionado grupo barcelonés; uno de los cortes más curiosos del último disco y una agradable sorpresa para la noche. Otra canción amable de escuchar que sonó en esa sección del concierto fue “Cruzando el paraíso” que entre su vinculación con Johnny Halliday o su inclusión en la serie “Crematorio” va ganando justamente enteros como clásico moderno. No tardó mucho en llegar un descanso, que teniendo en cuenta la sucesión de acontecimientos posterior, no fue sino un estratégico impasse para volver con más fuerza. 
La reanudación fue exitosa en el sentido más amplio, no podía ser de otra forma con “El rompeolas”, canción que de puro cadenciosa, pegadiza y clásica acaba siendo entrañable. Y así se entendió, con los ecos del público tarareando llegándonos claramente al exterior. El tiempo nos fue desgranando casi acto seguido “Memorias de jóvenes airados” y “Carne para Linda”, o sea, uno de los momentos propicios para desbarrar, aunque incluso podía esperarme una interpretación más abrasiva. Sin embargo, la seguidilla posterior fue una auténtica tormenta perfecta, imbatible y superlativa. ¿Cómo se llama a tocar en apenas un corto espacio de tiempo “La mataré” y “El ritmo del garaje”? Despiporre, se llama despiporre; gargantas a pleno rendimiento y una banda de altísimo voltaje. Tuvo que venir, casi a la fuerza, otro receso para permitir el regreso del aliento y seguir hacia adelante. Creo que fue buena idea retornar con los acordes cálidos (y televisivos) de “Hawai 5.0” y a partir de ahí ir alternando canciones como “Eres un rocker” o la muy agradable sorpresa de nada más y nada menos que “Chanel, cocaína y Don Perignon” que no era para nada esperada por ninguno de nuestro escuchante conciliábulo. Siguiente parada para el desenfreno: “Quiero un camión”, que sigue siendo una saludable licencia para hacer el gamba y vacilar y así fue seguramente entre las roqueras filas asistentes.

Por si fuera poco, el ritmo añejo y divertido continuó con “Esto no es Hawai”, en una noche cada vez más jovial, a pesar de que ya se había rebasado la media noche y las dos horas de actuación. A esas horas ya se podía comprobar que este concierto era el elegido, que tenía una pátina especial y era una concienzuda celebración. La extensión del evento así lo rebelaba y además un cartel anunciaba en los accesos que la actuación sería grabada para lo posterior comercialización de un dvd.

Y según avanzábamos seguía siendo patente que el lugar que se le dio al último disco no era ni mucho menos marginal y aún pudimos oír en consecuencia temas como “Rusty”, pero justo es reconocer que fue “Feo, fuerte y formal” la que volvió a levantar pasiones y promovió un divertido feedback entre artista y público. No es una canción muy esotérica dentro del repertorio del Loco, pero reconozco que ya no esperaba oírla, lo que unido a la simpatía que tengo al corte me dejó una muy buena disposición (como más o menos dirían Nacha Pop) para el tramo restante de concierto. Tramo que, por cierto, fue un estimulante trallazo que vino precedido por uno de los pocos “speech” de la noche, donde Loquillo manifestó su aprecio por Madrid, además de presentar a la banda de la gira, que por cierto es: Laurent Castagnet a la batería, Alfonso Alcalá al bajo, Raúl Bernal a los teclados y Josu García, Igor Paskual y Mario Cobo a las guitarra. Después de todo esto, directa al corazón y sin anestesia sonó la magnífica “Las calles de Madrid”; canción muy de mi gusto, no solamente por el orgullo regional, sino también por la marcada consistencia de bajo y batería muy en la onda post punk. Con este tema comenzó el concierto de 2011 en La Elipa y sonó igualmente estupenda. Hablando de La Elipa, tengo para mí la sospecha de que Loquillo, aparte de elegir Las Ventas por su envergadura, también lo hizo por la proximidad a este barrio. No en vano es el feudo de los Burning, grupo del que Loquillo es amicísimo, por no mencionar la proverbial admiración que siempre profesó a Pepe Risi. A todo esto, quedaban dos balas bien cargadas en la recámara siendo la primera de ellas “Rock and roll star”, con su jovial fatalismo urbano de rocker. La interpretación fue bastante interactiva y a Loquillo se le oía interpretarla sobrio, elegante, peripuesto, declamando más que cantando, mostrando chulería en el mejor sentido de la palabra, la de un intérprete que está seguro de sí mismo. Que sean otros los que tocan casi pidiendo perdón. Todas nuestras quinielas apuntaban a que tenía que caer sí o sí el “Cadillac solitario”. No nos equivocamos. La expectativa estuvo a la altura de la pretensión y la potencia con la que se cerró el concierto fue imparable, eléctrica, alimentada por los gritos de “¡Loco, Loco, Loco!”. Casi nos costó irnos alejando en busca de transporte después del titánico colofón, pero fue cosa de maravillarse ir viendo cómo salía el público con una satisfecha cara de felicidad casi post orgásmica (con algún que otro beodo incontinente, eso sí).

¿Qué quieren que les diga? A “DMR” nos hubiera gustado haber estado al pie del cañón pero el temprano “no hay billetes” nos privó de ello. Como la cosa olía a grande decidimos hacer de la necesidad virtud y por lo menos ser, de algún modo, partícipes ya que no pudimos ser actores integrantes. Loquillo es un artista al que admiramos y el hecho de haber llevado a cabo esta experiencia a pesar de no haber conseguido entradas creo que da fe de ello. Y además, estar tranquilamente acomodado en un banco comentando la jugada con tus acompañantes fue agradable. Nos veremos en otra. En cualquier caso, misión cumplida Loco; fue un triunfo.

Texto y fotografías: Mariano González.
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viernes, 23 de septiembre de 2016

Bunbury - Radical Sonora (1997)

ANTECEDENTES E INTRODUCCIÓN.
Éste quizá sea uno de esos artículos, interesantes por cierto, en los que tocará ejercer la labor de abogacía, en tanto en cuanto “Radical Sonora” no pasa por ser un disco particularmente loado dentro del currículum de Bunbury. Hasta cierto punto siempre he creído que se fue injusto con este LP y yo de hecho no voy a afirmar que sea un disco infravalorado… Porque lo que voy a hacer es envidar a grande y afirmar que, a día de hoy, es el disco de Bunbury con el que más disfruto (prácticamente ex aequo con “Flamingos” -2002- y “Hellville De Luxe -2008-).

A modo de anécdota, conocí a una persona que extravió el disco que nos ocupa y, lejos de lamentarse, incluso estultamente se ufanaba de ello aduciendo lo malo que era (hay gente que amortiza sus inversiones de una forma peculiar). Pero no era la única, hubo incluso conciertos de la gira con momentos tensos artista-público. ¿A qué se debió este mal recibimiento? Yo diría que fue una especie de efecto de “nostalgia a corto plazo”, en donde los fans acérrimos de Héroes Del Silencio (y había unos cuantos, con el tiempo yo mismo) empezaron a echar de menos al grupo al día siguiente de la separación, con lo que viniera lo que viniera después iba a ser controvertido casi seguro. Pero es que además el viraje estilístico que se dio tenía características muy marcadas, siendo una de las más señaladas la profusa inclusión de electrónica… Lo que supuso para muchos algo poco menos que herético. ¿Fue realmente una obra tan arriesgada y valiente como pueda parecer? Para ello habría que ver el panorama musical del momento.

Veamos, año 1997. Nos encontramos ante uno de los años capitales de la música electrónica; cosa que se puede comprobar con algunos de los álbumes exitosos que se dieron: The Prodigy con “The Fat Of The Land”, The Chemical Brothers con “Dig Your Own Hole” o Daft Punk con “Homework”, fueron auténticos éxitos que llevaron a lo más alto de las listas el gusto por lo electrónico. Por otro lado, grupos de rock de toda la vida ahondan cada vez más en los sonidos sintéticos; 1997 fue también el año de “Pop” de U2 (que ya tenía el precedente de “Zooropa” en 1993) disco que, por cierto, también fue injustamente vilipendiado en su momento. También creo que podría ser oportuno hablar del David Bowie de la época, particularmente de “Earthling” (1997 también). No olvidemos que probablemente sea el artista preferido de Bunbury y que incluso se le cita en una letra del disco, por no mencionar los patentes usos y maneras electrónicos que usa Bowie en esta obra. Por lo tanto viéndolo con perspectiva quizá no tenga nada de particular la estilística del disco, pero hay un factor diferencial que no se da en todos los ejemplos que hemos citado: la influencia de oriente, la música árabe y andalusí. En efecto, retazos de este tipo de “world music” (muy del gusto de Bunbury) aparecen por aquí y por allá a lo largo del disco, no obstante en un principio sospecho que iba a tener un peso mayor pues a la larga no dejan de ser un poco “chapa y pintura”. Por cierto, la canción “Días de borrasca (víspera de resplandores)” de Héroes Del Silencio (“Avalancha” -1995-) puede ser un antecedente en este aspecto. Además en España no es muy propio que un rockero proveniente de una banda de los ochenta se decante por la electrónica de esta manera y mucho menos al poco de dejar una banda tan carismática y con unas coordenadas formales tan definidas como Héroes Del Silencio. Es decir, para mí sí que fue un paso valiente artísticamente.

Sea como fuere ya digo que la recepción del público no fue buena (la de la crítica fue un poco más suave). Entendiendo perfectamente la disposición de cualquiera a recibir con mayor o menor alborozo un determinado estilo, pero cuando se trata de explorar nuevos sonidos prefiero los artistas que pecan por exceso que por defecto y no deja de parecerme un poco limitado y alicorto encasillar a un músico, por su origen o por lo que sea, en unas pautas concretas. Además, el disco sigue teniendo un poso importante de rock, y las guitarras están presentes y lo están de una forma potente, con un matiz de sonido procesado y una distorsión que le dan un empaque ciertamente poderoso (a veces flirteando con el rock industrial). Por si fuera poco no todo es tan rupturista con Héroes, el disco está producido por Phil Manzanera (productor de “Senderos De Traición” -1990- y “El Espíritu Del Vino” -1993- ) y cuenta con la participación de Alan Boguslavsky (guitarrista que acompañó a Héroes en sus dos últimos discos) y Copi Arellano (teclista que colaboró en alguna ocasión con Héroes). Otra ventaja para mí es lo contundente del disco, su nervio, su rabia, a veces contenida y a veces explícita, muy bien aparejada con el apartado de auto reivindicación que aparece en la parte lírica; pues esa es otra característica del disco, su carácter apologético del autor respecto a sí mismo por el nuevo camino emprendido.

A todo esto, el disco por muy desfavorablemente que fuera recibido, dejó su cuota de clásicos, particularmente: “Alicia (expulsada al País De Las Maravillas) y “Salomé”. Además, han pasado casi veinte años y las circunstancias contingentes, como las que se daban, en la época ya no tienen tanto calado, los ánimos se han ido templando y creo que “Radical Sonora” se puede escuchar de otra manera. De momento repasémoslo.

ANÁLISIS DEL DISCO.
1. “Big-bang”: Y el disco comienza con unas hechuras realmente contundentes. Una pequeña intro (en árabe, bajo la influencia de sonidos orientales) donde se presenta el disco conduce a unas bases poderosas, programaciones, sonidos sintéticos y unos aguijonazos de guitarra eléctrica estratégicamente situados. La voz de Bunbury se muestra distorsionada en las estrofas, aumentando así la rudeza de la canción. Potentísimo techno-rock cuya lírica contiene el componente de reivindicación y actitud que, en altas dosis, tiene Radical Sonora: “Si vas convencido a la celda que quieras, esa es tu apuesta y ahí mismo te quedas”. Bunbury vindica su aventura exploratoria con un buen inicio de obra.

2. “Negativo”: Unas guitarras rasposas, distorsionadas y oscilantes llevan la tónica de la canción. Se trata de un medio tiempo épico, con los toques electrónicos justos y algunos arreglos de cuerdas orientales aquí y allá. La canción suena desafiante y punzante. En la letra Bunbury nos habla de algunos de sus referentes: “…discos de Bowie y Elvis rayados…”, reconoce que habrá momentos difíciles de olvidar como “las drogas consumidas, las noches desvelado” o lugares como “La Estación Del Silencio” (mítico local de Zaragoza”). Todo ello hace referencia a los recuerdos de la época de Héroes, pero la canción transmite las ganas de empezar a andar una nueva ruta y dejar el pasado atrás. No llega al nivel del tema de inicio pero mantiene el pulso.

3. “Encadenados”: El inicio es atmosférico y más sereno que en las dos canciones anteriores. Bunbury canta sobre unos leves toques de sintetizador para crear una atmósfera relajada no exenta de sensualidad. Poco a poco se irán añadiendo más elementos, rematando en un final bastante roquero con una notoria aparición de guitarras y batería. O dicho rápidamente, pasamos casi del trip hop a una balada rock. La letra es abiertamente de índole sexual, con el toque Bunbury eso sí, usando circunloquios varios: “Así son de imperativos los asaltos del deseo/ embistiendo otra vez al abordaje/ en el rapto carnal de vaciarme”.

4. “Contracorriente”: Un corte que nos sugiere que no es “Radical Sonora” un disco falto de rock, sobre todo (en este caso) en el estribillo. Las estrofas son un pop rock melódico, de buen gusto, hasta que empiezan a surgir ráfagas de guitarras secundando el ya mencionado estribillo, el cual además es pétreo, sencillo, cortante. Bunbury lo repite enérgica y sostenidamente, lo me sugiere que incluso pudiera existir un ligero parentesco con la canción título de “Avalancha” (1995). La mejor baza de la canción es el espíritu resuelto y decidido que desprende: “contra la pasividad la curiosidad enciendo/ contra lo lento y cotidiano la exploración”. Ya en 1998 se publicó un maxi de la canción.

5. “Planeta Sur”: Voluntariosa fusión de rock con el ritmo pulsante y marcado de bases electrónicas. Otros arreglos sintéticos adornan un poco la canción. No obstante el puente y el posterior estribillo en falsete me parecen la clave de la canción y de hecho se me antoja como uno de los momentos más melódicos y cálidos del disco. Fue single. Por cierto, para su reciente unplugged “El Libro De Las Mutaciones” Enrique hizo una interesante versión con Vetusta Morla. La letra quizá hable de un benéfico e idealizado lugar “donde cada instante pase a ser una hora sagrada”.

6. “Alicia (expulsada al País De Las Maravillas): Unos efectos de sonido asimilables a una caja de música, o simplemente a unas campanillas, dan paso una melodía acústica, hipnótica, misteriosa que nos prepara para un registro que Bunbury domina con suma facilidad: los estribillos barrocos y épicos. En realidad salvo por las lisérgicas distorsiones de guitarras que se contonean a lo largo de la canción no es una tema muy distante del estilo de Héroes Del Silencio. Fue primer single y, según creo, de forma acertada. No era extremadamente rupturista y la pegada como canción me parece muy a tener en cuenta. Tuvo cierta repercusión, incluso creo (si la memoria no me es infiel) que llegó a aparecer en un anuncio televisivo de Vía Digital. En el videoclip se puede ver otro de los cambios más perceptibles de Bunbury para su debut: el look con el pelo corto, que junto con otros cambios visuales ayudaron a la tarea de separarse de su imagen anterior. Por cierto, en el disco en directo “Pequeño Cabaret Ambulante” (2000) existe una estimable versión en la que usa a modo de intro, nada más y nada menos, la primera estrofa de “La estatua del Jardín Botánico” de Radio Futura. La tal Alicia, lejos de ser el personaje creado por Lewis Carroll, simboliza una voluble mujer que “dice que te quiere cuando ya te ha abandonado”.
7. “Salomé”: Y éste es otro de los clásicos que dejó el disco. Nada más empezar nos topamos con dos de las características que dotan de personalidad a “Radical Sonora”: los toque árabes y la música electrónica; de hecho quizá sea el número más cercano al dance del álbum. Eso sí, el estribillo apabullante con toques de rock no lo quita nadie. Es un single más rupturista que “Alicia” y supongo que a los partidarios de un estilo más “heroico” aquí comenzaron a acelerársele el pulso. Tampoco pierdan de vista (más bien de oído) la línea de bajo; la mejor quizá del disco. Bunbury en esta letra se pliega a los deseos de la contumaz Salomé. Supongo que estará influenciada (al menos en el título) por la obra de teatro de Oscar Wilde. No olvidemos que es un autor muy apreciado por el aragonés; “Bunbury” es el nombre de un personaje de su obra “La Importancia De Llamarse Ernesto” y que Enrique Ortiz de Landázuri adoptó como apellido artístico.

8. “Servidor de nadie”: Tan sencillo como abrasivo es este corte casi cercano al rock industrial. Unos sonidos maquinales, mecánicos, nos llevan a una recia muralla de guitarras distorsionadas que sirven a Bunbury para recrearse en la furia y en la potencia. La estructura es continua y la repetición del estribillo (básicamente el título de la canción) es pertinaz. La letra lanza otra andanada acerca del individualismo artístico: “A los tabúes establecidos/ por mediocres y poderosos rechazo”. Vale como grito primario pero no está muy desarrollada como canción.

9. “Despacio”: Notable cambio de tercio. La electrónica se muestra en su forma más ambiental y despaciosa, a base de una cadencia de suaves sintetizadores. Podríamos hablar de un hipnótico trip hop, bien secundado no obstante por un efecto de sonido de concomitancias levemente sexuales (o eso o es mi calenturienta mente). Trata de ser sugestiva y acariciante y al principio quizá pinche un poco en hueso, pero con sucesivas escuchas se va apreciando.

10. “Polen”: Una de mis favoritas del disco y una de las joyas ocultas del repertorio de Bunbury en general. Aúna muy bien el pop rock de toda la vida con los procedimientos de distorsión y procesado de sonidos; puede verse muy bien en el riff de guitarra de la canción, más modernamente psicodélico que clásico. El estribillo es peculiar e igualmente lisérgico, casi amenazante tal como está producido. Por supuesto la canción no describe la reproducción de las plantas sino que el “polen” del título es el hachís y la letra una muestra de sus efectos: “sopla el viento encarcelado en mis pulmones, acumulando desorden”. Al respecto de esto, en el propio disco vienen una serie de recomendaciones para la escucha del mismo, entre las que se incluye escucharlo alto, a oscuras, solo y… Con un canuto de hachís, lo que causó cierta controversia.

11. “Nueve”: Canción saltarina, alegre y ligera con riff de guitarra y estribillo fácilmente asimilables. Es casi lo más cercano que encontramos al rock clásico en el disco y su liviandad no obsta para que la melodía sea tan meritoria como disfrutable. Divertida, en suma. Bunbury muestra en la letra un fogoso enamoramiento: “Oro es su piel, nueve es su nombre/ y pongo a sus pies mis venas para que mi sangre sirva de limosna”. No estuvo en la edición latinoamericana.

12. “Alfa”: Acabamos el disco suavemente, volviendo a las atmósferas y de algún modo al relax. Minimalista, de matices sintéticos, se apoya apenas en un leve sonido metálico. Me deja la sensación de ser la canción mística del disco, un pseudoambient para dejarse llevar. No me disgusta para acabar el disco y además hoy día, casi veinte años después, es insólito asociar a Bunbury con este estilo. Aun así, ni en este registro estamos faltos del insobornable individualismo que desprenden las letras: “la opinión general es siempre la peor tiranía”.

RESULTADO, CONCLUSIONES Y REFLEXIONES.
Notamos que Bunbury es un artista realmente independiente atendiendo al factor de que al margen de músico/compositor es un “investigador”. No se me ocurre otro adjetivo mejor para acercarnos a la obra del maño. A este disco le sucedió “Pequeño” (1999) con su tono de cabaret bohemio e itinerante, y ya puestos a enumerar quiebros y cambios de estilo lo mismo ha virado del cantautor decadente influenciado por Tom Waits o Leonard Cohen a la tradición musical latinoamericana, sin abandonar el rock por supuesto. Han sido muchos los estilos y muchas las pequeñas revoluciones, pero “Radical Sonora” fue la primera y hoy en día sigue siendo la menos valorada. Fue un paso quizá relativamente pequeño en ventas pero grande en magnitud artística y en crecimiento personal. Bunbury dejaba de ser el vocalista de Héroes Del Silencio para ser otra cosa, aún a costa de la falta de comprensión. También yo me he preguntado qué hubiera pasado si Héroes hubieran seguido juntos (soy fan también del grupo) pero siendo prácticos prefiero la satisfacción real a la potencial. Y el bagaje de Bunbury es muy real y muy tangible.

De lo que vino después ya decía en la introducción que mis otros caballos ganadores son “Flamingos”, por ser un atinado y divertido fresco de lo que había sido su carrera hasta ese momento. Lo mismo había rock (“El club de los imposibles”), pop rock cabaretero (“Sí”) e incluso reminiscencias electrónicas suaves (“Hoy no estoy para nadie”) etc. También destaco “Hellville Deluxe” (2008), un disco que satisfará tanto a los paladares roqueros (“El hombre delgado que no flaqueará jamás”, “Si no fuera por ti”), como a los fans de sonidos relajados de “autor” (“El porqué de tus silencios”, “Aquí”); además posee una de las canciones más hermosas de Bunbury: “Porque las cosas cambian”.

Más allá de rankings, filias o fobias, siempre ha habido pequeñas vueltas de tuerca allí y allá. “Pequeño” (1999) fue un cambio de sonido rotundo, pero mejor recibido que “Radical Sonora”; quizá por su tono más cálido y más cercano, toda vez que el influjo mediterráneo era patente. Canciones como “El extranjero”, “Infinito”, o sobre todo (para mí) “El viento a favor” son magníficas. Y cambiando de tercio ¿cómo definir una versión de la “rebelde” Jeanette transustanciada en una lúgubre balada (de no menos lúgubre vídeo a cargo de J. Bayona)? Esto ocurrió con “Frente a frente” del disco “Las Consecuencias” (2010), quizá su disco más introspectivo y oscuro. ¿Y qué me dicen de “El Licenciado Cantinas” y su homenaje a la canción latinoamericana? ¿O el disco doble “El Viaje A Ninguna Parte”? Siempre hay un paso valiente, como para tener un pie en la exploración y otro en la melodía. Una cosa, por cierto, que habría que reconocer es su maduración lírica, soslayando parte de la grandilocuencia (que de vez en cuando está bien, bienvenida sea la ambición) de las ideas para usar una imaginería más sobria sin por ello perder lirismo. Otro mérito de Bunbury es evitar el olor a naftalina a pesar del notable obstáculo de llevar casi tres décadas de carrera, lo cual no siempre es fácil, e incluso acercándose a algunas testas coronadas de la “modernidad”: disco conjunto con Nacho Vegas, colaboraciones con Miren Iza, León Benavente o Vetusta Morla, triunfo en el Dcode de este año… Al respecto ha tenido mucho que ver, diría yo, el excelente desempeño en directo, donde Bunbury ha estado bien secundado por las bandas de acompañamiento “Huracán Ambulante” y “Los Santos Inocentes”.

Pero hoy nos ocupamos de “Radical Sonora”. Para mí, un disco no solamente solvente sino que repleto de buenas melodías, y con hallazgos y resultados interesantísimos. Reconozco que a la hora de juzgar no soy objetivo, ya que la tipología de disco que asimila rock y electrónica me es muy querida por muy socorrida que pueda ser, pero tengan en cuenta que hubiera sido más fácil continuar en modo “piloto automático” y ser mucho más conservador. Por gustarme, me gusta hasta la portada, que casi podría formar una trilogía gráfica con “Aladdin Sane” (1973) de Bowie y con “Bandido” (1984) de Miguel Bosé. Y yendo al track list, los singles están a la altura de los de cualquier otro disco y la cantidad de relleno es nimia. Además, los discos relegados, presuntamente segundones, y mirados de soslayo me suelen caer bien, sobre todos cuando están cargados de argumentos a su favor. Creo que es el caso.

Texto: Mariano González.
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lunes, 19 de septiembre de 2016

DMR cubrirá el concierto en Madrid de Lloyd Cole (28-09-2016)

En el Teatro Barceló el próximo miércoles 28 de septiembre se presentará sobre el escenario el músico británico Lloyd Cole para defender su repertorio labrado durante más de 3 décadas de actividad.

Quien en su día firmara sus obras y se acompañara en escena junto a The Commotions editando trabajos tan imprescindibles como aquel “Rattlesnakes” de 1984, viene en solitario y a buen seguro que incluirá en su repertorio a ofrecer en Madrid algún que otro clásico del citado disco, de otros trabajos junto a The Commotions y, como no, de su discografía estrictamente en solitario.

Estamos ante una buena ocasión para ver a un músico de culto y que ha sido defendido por gente tan arisca y reacia a aplaudir a otros como Morrissey. No desaprovechen la oportunidad. “DMR” estaremos allí presentes para poder narrarles a posteriori lo que Lloyd nos ofrezca. Agradecemos a Pablo Camuñas de Promociones Sin Fronteras sus gestiones para que se haya contado con nosotros como medio de comunicación para informar de este interesante concierto.
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viernes, 16 de septiembre de 2016

Fundación Tony Manero - Superficial (2014)

ANTECEDENTES E INTRODUCCIÓN.
Retornamos a la actividad tras los necesarios 2 meses largos de asueto que nos tomamos en “DMR”. De momento retorna el blog y en cosa de un mes comenzaremos la 8ª temporada de radio de nuestro proyecto. Como ya he hecho en los últimos años, los primeros artículos de servidor de ustedes versarán sobre la revisión de los discos que voluntariamente he querido que formaran parte de mi pasado verano. Y, aunque el verano en sí comienza a despedirse, creo que todavía es época apropiada para el disco que hoy propongo.

La Fundación Tony Manero es un grupo que me interesó desde que se hicieron archifamosos por el anuncio de un coche en el que su tema “Supersexy girl” era la banda sonora. Ya saben que aunque no soy un obseso del género, sí que soy admirador del funk y creo que este nutrido grupo de Barcelona es un elegante ejemplo de la religión funky de nuestras tierras.

2014 vio el lanzamiento del primer disco del grupo desde que editaran el ambicioso “Pandilleros”, disco que era la banda sonora de una película que no llegó a rodarse (al menos a fecha de hoy). Un disco extenso, con momentos aprovechables, que precisaba de generosas escuchas y paciencia para cogérsele el punto necesario. “Superficial” es el trabajo con el que este grupo formado por Paquito Sex Machine y Miguelito Superstar a las voces, Lalo López a la guitarra, Deliciosa Smith al bajo, Marc Benaiges a la batería, Tom Johnson al trombón, Mr. Paco Manzanares en los teclados, Marçal Muñoz a la trompeta y Ginés Brown al saxo, retornan apostando clara y completamente por las letras en español.

“Superficial” es un disco directo, bailable, fresco, divertido y a ratos picante. Es un buen retorno a la actividad discográfica para la Fundación que demuestra un buen estado de creatividad musical. A nosotros nos gustó mucho desde que lo catamos por primera vez, que coincidió en época con la presentación oficial del disco en Madrid en la sala El Sol, cuya actuación cubrimos de primera mano realizando una extensa crónica posterior.

Para un viaje que hice a finales de julio/comienzos de agosto al sur de Gran Canaria me propuse que fuera uno de los discos que formara mi banda sonora de esos días, para ya de paso refrescar su escucha y afrontar este post que tenía pendiente desde hace ya mucho tiempo. Pasemos ya a ver el contenido conciso y directo que ofrece “Superficial” canción a canción.

ANÁLISIS DEL DISCO.
1. “Lo haces tan bien”: Canción de sonidos exóticos y cálidos (muy veraniega) y con formas sensuales para comenzar el disco. “Lo haces tan bien” apuesta por los tonos en cierto falsete de las voces del grupo y a lo largo del tema Miguelito y Paquito se lucen como es debido. Es una canción llevadera, de cierto toque hedonista y que es perfecta para dejarse llevar como buenamente vean por sus notas. Entra bien desde la primera escucha. Una de mis favoritas del disco.

2. “Inevitable”: Del exotismo de “Lo haces tan bien” pasamos al sonido funk más clásico que supone “Inevitable”, uno de los singles del disco (de impagable videoclip), en el que la sección de viento de FTM comienzan a hacerse notar. Pegadiza, con un buen estribillo que se queda bastante rápido en la memoria y que te asalta desde el subconsciente en el momento del día que menos te lo esperas. Ayuda a sellar un arranque de álbum de alta exigencia.

3. “Despacio”: Con “Despacio” la Fundación se mete en lo explícito en lo que a la letra se refiere. Con sonidos electrónicos interesantes dentro de un cierto ritmo sincopado, entramos en uno de los temas más calientes del disco. “Quítate la ropa despacio, más despacio” canta el grupo en coro en el estribillo, en una canción que ofrece un ritmo más lento para frenar el éxtasis del binomio de arranque.

4. “No se oye nada”: Ahora toca un tema ciertamente experimental en el que la banda hace un reproche a su sección de viento de forma reiterativa, y la sección responde en consecuencia con unas notas rigurosas a modo de batalla entre voces y vientos que resulta cuando menos curioso.

5. “Me enciendes”: Aquí llega el otro tema caliente del disco tras “Despacio”. “Me enciendes” ofrece nuevamente en la letra una fuerte carga sensual. El sonido es más gamberro y descarado que el de “Despacio”. Nuevamente las notas de viento se hacen notar bien en las partes instrumentales. Presten buena atención a la letra y la descripción de sensaciones que encadena.
6. “Chica B”: Arranca la cara “b” y FTM demuestran ser unos chicos espabilados situando a la “Chica B” como canción de arranque. Es uno de los temas más accesibles y pop del disco. Paquito Sex Machine nos ofrece otro de sus mejores pasajes al micrófono del disco (a ratos replicado por vocoders), sellando un pequeño clásico ya a estas alturas del repertorio de la Fundación. Sin duda “Chica B” es uno de los temas destacados de “Superficial”, o al menos eso opinamos humildemente. Destacamos mucho el trabajo de las notas del bajo de Deliciosa Smith, muy notable en la mezcla.

7. “Tus piernas”: A estas alturas del disco llega un tema potente y acelerado como es “Tus piernas”. Buen ejercicio del funk más setentero y clásico que nos puede ofrecer la Fundación Tony Manero, con todo el personal funcionando a pleno pulmón cada uno en su faceta.

8. “Alma 808”: Tras el frenesí de “Tus piernas” llega el momento íntimo del disco gracias a “Alma 808” en el que a Paquito le acompaña Ikah. Lenta y sensual balada, para ofrecer un capítulo de reposo y relajo extremo dentro de un disco que dentro del género funk, como estarán comprobando, está lleno de matices y giros dentro del estilo.

9. “Un domingo más”: El capítulo final en sí lo supone “Un domingo más”; tranquilos, que hay un notable epílogo después. En “Un domingo más” FTM afrontan de nuevo el lado más accesible y pop de su funk. Canción divertida, que aborda el tema de la dura resaca tras un sábado noche potente, y que contó con un videoclip muy divertido y veraniego que me da la razón a la hora de haber escogido el disco para mi viaje a la Playa del Inglés de Gran Canaria. Una buena forma de ofrecer la última canción en sí del disco.

10. “D.W.M.F”: El epílogo lo supone la deliciosa instrumental “D.W.M.F.”. Creo que es el broche perfecto, ya que melódicamente es muy acertada y solamente se ve acometida por unos tímidos vocoders que se atreven a poner la nota curiosa a la estructura instrumental al uso. Me agrada bastante. No sé si había en mente ponerle letra o su concepción era la que ha resultado.

RESULTADO, CONCLUSIONES Y REFLEXIONES.
Nosotros vimos al grupo presentar el disco en Madrid. El concierto fue un gran éxito y se pudo ver que los nuevos temas no tenían nada que envidiar a clásicos del grupo como “United soul” o cualquier otra, por mucho caché que tenga dentro de la historia de FTM. Eso lo noté de primera escucha en directo y creo que pone de manifiesto el buen resultado de “Superficial”. La portada es muy colorida, con un collage de formas y siluetas entre las que se ven gafas de sol, varitas de mago, cajetillas de tabaco, etc..

Creo que dispone del número exacto de canciones, 5 por cara, y que dentro de sus 10 temas hay los suficientes giros y matices para que el disco no aburra en ningún momento. Tras no demasiadas escuchas es fácil hacerse a él y disfrutar cada una de las estaciones del viaje sonoro que nos propone. Los temas más accesibles están perfectamente escalonados para que se alternen a la perfección con los más experimentales y de melodías menos evidentes.

El grupo sigue en la actualidad celebrando sus 2 décadas de funcionamiento y por motivos personales nos perdimos la fiesta que seguramente supuso su concierto de este 2016 en la sala Arena de la calle Princesa. Veremos cuál será el siguiente paso discográfico del grupo, pero creo que “Superficial” es el ejemplo de por dónde debería transcurrir el futuro nuevo disco del grupo. Hay acierto instrumental y melódico, contención creativa y síntesis. ¿Resultado? Un disco muy aprovechable y disfrutable. Si esto es ser superficial, ¡pues que viva lo superficial!
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