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viernes, 23 de septiembre de 2016

Bunbury - Radical Sonora (1997)

ANTECEDENTES E INTRODUCCIÓN.
Éste quizá sea uno de esos artículos, interesantes por cierto, en los que tocará ejercer la labor de abogacía, en tanto en cuanto “Radical Sonora” no pasa por ser un disco particularmente loado dentro del currículum de Bunbury. Hasta cierto punto siempre he creído que se fue injusto con este LP y yo de hecho no voy a afirmar que sea un disco infravalorado… Porque lo que voy a hacer es envidar a grande y afirmar que, a día de hoy, es el disco de Bunbury con el que más disfruto (prácticamente ex aequo con “Flamingos” -2002- y “Hellville De Luxe -2008-).

A modo de anécdota, conocí a una persona que extravió el disco que nos ocupa y, lejos de lamentarse, incluso estultamente se ufanaba de ello aduciendo lo malo que era (hay gente que amortiza sus inversiones de una forma peculiar). Pero no era la única, hubo incluso conciertos de la gira con momentos tensos artista-público. ¿A qué se debió este mal recibimiento? Yo diría que fue una especie de efecto de “nostalgia a corto plazo”, en donde los fans acérrimos de Héroes Del Silencio (y había unos cuantos, con el tiempo yo mismo) empezaron a echar de menos al grupo al día siguiente de la separación, con lo que viniera lo que viniera después iba a ser controvertido casi seguro. Pero es que además el viraje estilístico que se dio tenía características muy marcadas, siendo una de las más señaladas la profusa inclusión de electrónica… Lo que supuso para muchos algo poco menos que herético. ¿Fue realmente una obra tan arriesgada y valiente como pueda parecer? Para ello habría que ver el panorama musical del momento.

Veamos, año 1997. Nos encontramos ante uno de los años capitales de la música electrónica; cosa que se puede comprobar con algunos de los álbumes exitosos que se dieron: The Prodigy con “The Fat Of The Land”, The Chemical Brothers con “Dig Your Own Hole” o Daft Punk con “Homework”, fueron auténticos éxitos que llevaron a lo más alto de las listas el gusto por lo electrónico. Por otro lado, grupos de rock de toda la vida ahondan cada vez más en los sonidos sintéticos; 1997 fue también el año de “Pop” de U2 (que ya tenía el precedente de “Zooropa” en 1993) disco que, por cierto, también fue injustamente vilipendiado en su momento. También creo que podría ser oportuno hablar del David Bowie de la época, particularmente de “Earthling” (1997 también). No olvidemos que probablemente sea el artista preferido de Bunbury y que incluso se le cita en una letra del disco, por no mencionar los patentes usos y maneras electrónicos que usa Bowie en esta obra. Por lo tanto viéndolo con perspectiva quizá no tenga nada de particular la estilística del disco, pero hay un factor diferencial que no se da en todos los ejemplos que hemos citado: la influencia de oriente, la música árabe y andalusí. En efecto, retazos de este tipo de “world music” (muy del gusto de Bunbury) aparecen por aquí y por allá a lo largo del disco, no obstante en un principio sospecho que iba a tener un peso mayor pues a la larga no dejan de ser un poco “chapa y pintura”. Por cierto, la canción “Días de borrasca (víspera de resplandores)” de Héroes Del Silencio (“Avalancha” -1995-) puede ser un antecedente en este aspecto. Además en España no es muy propio que un rockero proveniente de una banda de los ochenta se decante por la electrónica de esta manera y mucho menos al poco de dejar una banda tan carismática y con unas coordenadas formales tan definidas como Héroes Del Silencio. Es decir, para mí sí que fue un paso valiente artísticamente.

Sea como fuere ya digo que la recepción del público no fue buena (la de la crítica fue un poco más suave). Entendiendo perfectamente la disposición de cualquiera a recibir con mayor o menor alborozo un determinado estilo, pero cuando se trata de explorar nuevos sonidos prefiero los artistas que pecan por exceso que por defecto y no deja de parecerme un poco limitado y alicorto encasillar a un músico, por su origen o por lo que sea, en unas pautas concretas. Además, el disco sigue teniendo un poso importante de rock, y las guitarras están presentes y lo están de una forma potente, con un matiz de sonido procesado y una distorsión que le dan un empaque ciertamente poderoso (a veces flirteando con el rock industrial). Por si fuera poco no todo es tan rupturista con Héroes, el disco está producido por Phil Manzanera (productor de “Senderos De Traición” -1990- y “El Espíritu Del Vino” -1993- ) y cuenta con la participación de Alan Boguslavsky (guitarrista que acompañó a Héroes en sus dos últimos discos) y Copi Arellano (teclista que colaboró en alguna ocasión con Héroes). Otra ventaja para mí es lo contundente del disco, su nervio, su rabia, a veces contenida y a veces explícita, muy bien aparejada con el apartado de auto reivindicación que aparece en la parte lírica; pues esa es otra característica del disco, su carácter apologético del autor respecto a sí mismo por el nuevo camino emprendido.

A todo esto, el disco por muy desfavorablemente que fuera recibido, dejó su cuota de clásicos, particularmente: “Alicia (expulsada al País De Las Maravillas) y “Salomé”. Además, han pasado casi veinte años y las circunstancias contingentes, como las que se daban, en la época ya no tienen tanto calado, los ánimos se han ido templando y creo que “Radical Sonora” se puede escuchar de otra manera. De momento repasémoslo.

ANÁLISIS DEL DISCO.
1. “Big-bang”: Y el disco comienza con unas hechuras realmente contundentes. Una pequeña intro (en árabe, bajo la influencia de sonidos orientales) donde se presenta el disco conduce a unas bases poderosas, programaciones, sonidos sintéticos y unos aguijonazos de guitarra eléctrica estratégicamente situados. La voz de Bunbury se muestra distorsionada en las estrofas, aumentando así la rudeza de la canción. Potentísimo techno-rock cuya lírica contiene el componente de reivindicación y actitud que, en altas dosis, tiene Radical Sonora: “Si vas convencido a la celda que quieras, esa es tu apuesta y ahí mismo te quedas”. Bunbury vindica su aventura exploratoria con un buen inicio de obra.

2. “Negativo”: Unas guitarras rasposas, distorsionadas y oscilantes llevan la tónica de la canción. Se trata de un medio tiempo épico, con los toques electrónicos justos y algunos arreglos de cuerdas orientales aquí y allá. La canción suena desafiante y punzante. En la letra Bunbury nos habla de algunos de sus referentes: “…discos de Bowie y Elvis rayados…”, reconoce que habrá momentos difíciles de olvidar como “las drogas consumidas, las noches desvelado” o lugares como “La Estación Del Silencio” (mítico local de Zaragoza”). Todo ello hace referencia a los recuerdos de la época de Héroes, pero la canción transmite las ganas de empezar a andar una nueva ruta y dejar el pasado atrás. No llega al nivel del tema de inicio pero mantiene el pulso.

3. “Encadenados”: El inicio es atmosférico y más sereno que en las dos canciones anteriores. Bunbury canta sobre unos leves toques de sintetizador para crear una atmósfera relajada no exenta de sensualidad. Poco a poco se irán añadiendo más elementos, rematando en un final bastante roquero con una notoria aparición de guitarras y batería. O dicho rápidamente, pasamos casi del trip hop a una balada rock. La letra es abiertamente de índole sexual, con el toque Bunbury eso sí, usando circunloquios varios: “Así son de imperativos los asaltos del deseo/ embistiendo otra vez al abordaje/ en el rapto carnal de vaciarme”.

4. “Contracorriente”: Un corte que nos sugiere que no es “Radical Sonora” un disco falto de rock, sobre todo (en este caso) en el estribillo. Las estrofas son un pop rock melódico, de buen gusto, hasta que empiezan a surgir ráfagas de guitarras secundando el ya mencionado estribillo, el cual además es pétreo, sencillo, cortante. Bunbury lo repite enérgica y sostenidamente, lo me sugiere que incluso pudiera existir un ligero parentesco con la canción título de “Avalancha” (1995). La mejor baza de la canción es el espíritu resuelto y decidido que desprende: “contra la pasividad la curiosidad enciendo/ contra lo lento y cotidiano la exploración”. Ya en 1998 se publicó un maxi de la canción.

5. “Planeta Sur”: Voluntariosa fusión de rock con el ritmo pulsante y marcado de bases electrónicas. Otros arreglos sintéticos adornan un poco la canción. No obstante el puente y el posterior estribillo en falsete me parecen la clave de la canción y de hecho se me antoja como uno de los momentos más melódicos y cálidos del disco. Fue single. Por cierto, para su reciente unplugged “El Libro De Las Mutaciones” Enrique hizo una interesante versión con Vetusta Morla. La letra quizá hable de un benéfico e idealizado lugar “donde cada instante pase a ser una hora sagrada”.

6. “Alicia (expulsada al País De Las Maravillas): Unos efectos de sonido asimilables a una caja de música, o simplemente a unas campanillas, dan paso una melodía acústica, hipnótica, misteriosa que nos prepara para un registro que Bunbury domina con suma facilidad: los estribillos barrocos y épicos. En realidad salvo por las lisérgicas distorsiones de guitarras que se contonean a lo largo de la canción no es una tema muy distante del estilo de Héroes Del Silencio. Fue primer single y, según creo, de forma acertada. No era extremadamente rupturista y la pegada como canción me parece muy a tener en cuenta. Tuvo cierta repercusión, incluso creo (si la memoria no me es infiel) que llegó a aparecer en un anuncio televisivo de Vía Digital. En el videoclip se puede ver otro de los cambios más perceptibles de Bunbury para su debut: el look con el pelo corto, que junto con otros cambios visuales ayudaron a la tarea de separarse de su imagen anterior. Por cierto, en el disco en directo “Pequeño Cabaret Ambulante” (2000) existe una estimable versión en la que usa a modo de intro, nada más y nada menos, la primera estrofa de “La estatua del Jardín Botánico” de Radio Futura. La tal Alicia, lejos de ser el personaje creado por Lewis Carroll, simboliza una voluble mujer que “dice que te quiere cuando ya te ha abandonado”.
7. “Salomé”: Y éste es otro de los clásicos que dejó el disco. Nada más empezar nos topamos con dos de las características que dotan de personalidad a “Radical Sonora”: los toque árabes y la música electrónica; de hecho quizá sea el número más cercano al dance del álbum. Eso sí, el estribillo apabullante con toques de rock no lo quita nadie. Es un single más rupturista que “Alicia” y supongo que a los partidarios de un estilo más “heroico” aquí comenzaron a acelerársele el pulso. Tampoco pierdan de vista (más bien de oído) la línea de bajo; la mejor quizá del disco. Bunbury en esta letra se pliega a los deseos de la contumaz Salomé. Supongo que estará influenciada (al menos en el título) por la obra de teatro de Oscar Wilde. No olvidemos que es un autor muy apreciado por el aragonés; “Bunbury” es el nombre de un personaje de su obra “La Importancia De Llamarse Ernesto” y que Enrique Ortiz de Landázuri adoptó como apellido artístico.

8. “Servidor de nadie”: Tan sencillo como abrasivo es este corte casi cercano al rock industrial. Unos sonidos maquinales, mecánicos, nos llevan a una recia muralla de guitarras distorsionadas que sirven a Bunbury para recrearse en la furia y en la potencia. La estructura es continua y la repetición del estribillo (básicamente el título de la canción) es pertinaz. La letra lanza otra andanada acerca del individualismo artístico: “A los tabúes establecidos/ por mediocres y poderosos rechazo”. Vale como grito primario pero no está muy desarrollada como canción.

9. “Despacio”: Notable cambio de tercio. La electrónica se muestra en su forma más ambiental y despaciosa, a base de una cadencia de suaves sintetizadores. Podríamos hablar de un hipnótico trip hop, bien secundado no obstante por un efecto de sonido de concomitancias levemente sexuales (o eso o es mi calenturienta mente). Trata de ser sugestiva y acariciante y al principio quizá pinche un poco en hueso, pero con sucesivas escuchas se va apreciando.

10. “Polen”: Una de mis favoritas del disco y una de las joyas ocultas del repertorio de Bunbury en general. Aúna muy bien el pop rock de toda la vida con los procedimientos de distorsión y procesado de sonidos; puede verse muy bien en el riff de guitarra de la canción, más modernamente psicodélico que clásico. El estribillo es peculiar e igualmente lisérgico, casi amenazante tal como está producido. Por supuesto la canción no describe la reproducción de las plantas sino que el “polen” del título es el hachís y la letra una muestra de sus efectos: “sopla el viento encarcelado en mis pulmones, acumulando desorden”. Al respecto de esto, en el propio disco vienen una serie de recomendaciones para la escucha del mismo, entre las que se incluye escucharlo alto, a oscuras, solo y… Con un canuto de hachís, lo que causó cierta controversia.

11. “Nueve”: Canción saltarina, alegre y ligera con riff de guitarra y estribillo fácilmente asimilables. Es casi lo más cercano que encontramos al rock clásico en el disco y su liviandad no obsta para que la melodía sea tan meritoria como disfrutable. Divertida, en suma. Bunbury muestra en la letra un fogoso enamoramiento: “Oro es su piel, nueve es su nombre/ y pongo a sus pies mis venas para que mi sangre sirva de limosna”. No estuvo en la edición latinoamericana.

12. “Alfa”: Acabamos el disco suavemente, volviendo a las atmósferas y de algún modo al relax. Minimalista, de matices sintéticos, se apoya apenas en un leve sonido metálico. Me deja la sensación de ser la canción mística del disco, un pseudoambient para dejarse llevar. No me disgusta para acabar el disco y además hoy día, casi veinte años después, es insólito asociar a Bunbury con este estilo. Aun así, ni en este registro estamos faltos del insobornable individualismo que desprenden las letras: “la opinión general es siempre la peor tiranía”.

RESULTADO, CONCLUSIONES Y REFLEXIONES.
Notamos que Bunbury es un artista realmente independiente atendiendo al factor de que al margen de músico/compositor es un “investigador”. No se me ocurre otro adjetivo mejor para acercarnos a la obra del maño. A este disco le sucedió “Pequeño” (1999) con su tono de cabaret bohemio e itinerante, y ya puestos a enumerar quiebros y cambios de estilo lo mismo ha virado del cantautor decadente influenciado por Tom Waits o Leonard Cohen a la tradición musical latinoamericana, sin abandonar el rock por supuesto. Han sido muchos los estilos y muchas las pequeñas revoluciones, pero “Radical Sonora” fue la primera y hoy en día sigue siendo la menos valorada. Fue un paso quizá relativamente pequeño en ventas pero grande en magnitud artística y en crecimiento personal. Bunbury dejaba de ser el vocalista de Héroes Del Silencio para ser otra cosa, aún a costa de la falta de comprensión. También yo me he preguntado qué hubiera pasado si Héroes hubieran seguido juntos (soy fan también del grupo) pero siendo prácticos prefiero la satisfacción real a la potencial. Y el bagaje de Bunbury es muy real y muy tangible.

De lo que vino después ya decía en la introducción que mis otros caballos ganadores son “Flamingos”, por ser un atinado y divertido fresco de lo que había sido su carrera hasta ese momento. Lo mismo había rock (“El club de los imposibles”), pop rock cabaretero (“Sí”) e incluso reminiscencias electrónicas suaves (“Hoy no estoy para nadie”) etc. También destaco “Hellville Deluxe” (2008), un disco que satisfará tanto a los paladares roqueros (“El hombre delgado que no flaqueará jamás”, “Si no fuera por ti”), como a los fans de sonidos relajados de “autor” (“El porqué de tus silencios”, “Aquí”); además posee una de las canciones más hermosas de Bunbury: “Porque las cosas cambian”.

Más allá de rankings, filias o fobias, siempre ha habido pequeñas vueltas de tuerca allí y allá. “Pequeño” (1999) fue un cambio de sonido rotundo, pero mejor recibido que “Radical Sonora”; quizá por su tono más cálido y más cercano, toda vez que el influjo mediterráneo era patente. Canciones como “El extranjero”, “Infinito”, o sobre todo (para mí) “El viento a favor” son magníficas. Y cambiando de tercio ¿cómo definir una versión de la “rebelde” Jeanette transustanciada en una lúgubre balada (de no menos lúgubre vídeo a cargo de J. Bayona)? Esto ocurrió con “Frente a frente” del disco “Las Consecuencias” (2010), quizá su disco más introspectivo y oscuro. ¿Y qué me dicen de “El Licenciado Cantinas” y su homenaje a la canción latinoamericana? ¿O el disco doble “El Viaje A Ninguna Parte”? Siempre hay un paso valiente, como para tener un pie en la exploración y otro en la melodía. Una cosa, por cierto, que habría que reconocer es su maduración lírica, soslayando parte de la grandilocuencia (que de vez en cuando está bien, bienvenida sea la ambición) de las ideas para usar una imaginería más sobria sin por ello perder lirismo. Otro mérito de Bunbury es evitar el olor a naftalina a pesar del notable obstáculo de llevar casi tres décadas de carrera, lo cual no siempre es fácil, e incluso acercándose a algunas testas coronadas de la “modernidad”: disco conjunto con Nacho Vegas, colaboraciones con Miren Iza, León Benavente o Vetusta Morla, triunfo en el Dcode de este año… Al respecto ha tenido mucho que ver, diría yo, el excelente desempeño en directo, donde Bunbury ha estado bien secundado por las bandas de acompañamiento “Huracán Ambulante” y “Los Santos Inocentes”.

Pero hoy nos ocupamos de “Radical Sonora”. Para mí, un disco no solamente solvente sino que repleto de buenas melodías, y con hallazgos y resultados interesantísimos. Reconozco que a la hora de juzgar no soy objetivo, ya que la tipología de disco que asimila rock y electrónica me es muy querida por muy socorrida que pueda ser, pero tengan en cuenta que hubiera sido más fácil continuar en modo “piloto automático” y ser mucho más conservador. Por gustarme, me gusta hasta la portada, que casi podría formar una trilogía gráfica con “Aladdin Sane” (1973) de Bowie y con “Bandido” (1984) de Miguel Bosé. Y yendo al track list, los singles están a la altura de los de cualquier otro disco y la cantidad de relleno es nimia. Además, los discos relegados, presuntamente segundones, y mirados de soslayo me suelen caer bien, sobre todos cuando están cargados de argumentos a su favor. Creo que es el caso.

Texto: Mariano González.

6 comentarios:

JakeSnake dijo...

Tremendo (y no sólo por lo extenso) e interesante artículo, como siempre. Los trabajos de Bunbury mejoran con el tiempo, y poco a poco va convenciendo a ceporros que le cerraron las puertas sin haberlo escuchado; yo el primero.

Salomé sin duda la más clásica del álbum, aunque yo siempre preferí Flamingos.

Enhorabuena.

Anónimo dijo...

Hola Jakesnake White

¡Muchas gracias por tus palabras! Me alegra que te haya gustado.
Flamingos también me gusta mucho a mí, un disco magnífico sin duda.

Un abrazo

Mariano

Lousan92 dijo...

Acabo de leer este artículo, y debo decir que es mucha casualidad que solo tres días después de que tú escribieras este artículo yo empezara a escuchar la discografía de Bunbury en orden cronológico. Después de varios meses escuchando a Héroes, me animé con su discografía en solitario.

Recuerdo que este fue el único disco que, digamos, me llamó la atención en su primera escucha. No entendía, y sigo sin entender, por qué en su día fue tan controvertido. En mi opinión, no es tan rupturista como lo fue "Pequeño", que fue mucho más aclamado (y que es un discazo, no hay que quitarle méritos). Hay temas que son una delicia musical, me acuerdo que me enganché muchísimo a "Negativo", pero el disco en general es genial. Hay grandes temazos como "Salomé" o "Contracorriente".

Ahora mismo disfruto muchísimo más con la etapa en solitario de Bunbury (mi disco favorito es "El viaje a ninguna parte", pese a haber sido siempre reacio a la música latina), pero igual que tú, opino que este disco ha sido tratado injustamente.

¡Un saludo!

Anónimo dijo...

Hola Lousan 92

Pues me alegra que cada vez disfrutes más de la carrera en solitario de Enrique Bunbury en general y de "Radical Sonora" en particular. Ciertamente "Pequeño" fue un pequeño salto mortal (que dirían Fangoria); al menos "Radical Sonora" seguía teniendo guitarras potentes.

"El Viaje a Ninguna Parte" es ciertamente un disco osado (doble, nada menos) y con buenas canciones como "Que tengas suertecita" o "La chica triste que te hacía reír".

Gracias por leer y por escribir.

Mariano

¡Un saludo!

Anónimo dijo...

Ese disco es Nietzsche puro, con su mala leche y con sus toques machadianos y todo: "Hoy es siempre todavía" (Alicia). Por cierto, Alicia o el ser, de ahí el nexo/contraste con 'La Estatua' auseroniana, pero ya sé que suena demasiado filosófico el asunto...

(Si no recuerdo mal, incluso nos pone a Beethoven con relojes y cajas de música en la intro al tema)

Es, en mi opinión, de lo mejor de Bunbury, y no solo por las letras.

Saludos.

Unknown dijo...

Sorprendente!