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jueves, 23 de mayo de 2019

Concierto La Broma Negra -World Goth Day-. Madrid (18-05-2019)

La Broma Negra tiene dentro de sí el potencial de una apuesta segura, la garantía de la buena música y el gusto por el cuidado en los directos. Por eso no es de extrañar que en DMR cuando tenemos noticia de un concierto suyo empecemos a ensalivar como si estuviéramos convidados a dar cuenta de un suculento manjar. Y es eso exactamente; nosotros, que llevamos siguiéndoles desde ya unos cuantos años, sabemos de lo que hablamos.
La Broma Negra, los acérrimos ya lo sabrán, están dentro de un proceso de cambio, de muda de piel que, afortunadamente, no daña a las entrañas. Hace unos cuantos meses Álex Gómez, guitarrista desde casi los inicios de la banda, decidió abandonar La Broma Negra y a su salida se unió la de David Infantes, teclista que ya llevaba asentado un tiempo.
Reconozco que al ver saltar al escenario de la sala Caravan a La Broma Negra me vi sorprendido por un nuevo golpe de timón. Laura Pérez encargada de la percusión, danzas y coros no estaba en las tablas. De hecho la formación de La Broma Negra poco tenía que ver con la del concierto del pasado Noviembre en la sala Hangar 48. La Broma Negra estrenaron guitarrista y bajista también en esta ocasión. Las nuevas incorporaciones son: Javier Cañas en la batería, Raúl Zurita en el bajo y César Mysteria en la guitarra. La Broma Negra, ya adelantamos, nos ofreció el sonido más roquero y eléctrico en un concierto suyo que yo recuerde.
Pongamos en contexto el concierto. En la sala Caravan se concitó la noche del sábado 18 de Mayo un evento celebratorio del World Goth Day. Dos eran las actuaciones descollantes, por un lado el concierto de La Broma Negra y por otro la posterior actuación como dj de Digital 21 (al que vimos, los de DMR, en el Universimad de 2010 junto con Ana Curra). Servidor que, por motivos que no vienen al caso, ha tenido una semana un tanto infausta tenía previsto centrarse en el concierto y no acabar muy tarde. Es decir, que no se entienda como a un menoscabo hacia Digital 21 el que no me quedase a verle.
El turno de los agradecimientos siempre es procedente y necesario. En primer lugar al staff de la Sala Caravan, que atentos y amabilísimos me facilitaron un asiento que mitigara mis problemas de movimiento. Por otro lado, como siempre, a Carlos Caballero, que en mitad del concierto pidió a la organización que me trajeran precisamente una banqueta (los efectos de humo no le dejaban ver bien que ya estaba sentado). Qué bien cuando te encuentras con personas de buena voluntad.
Algunas generalidades. Realmente el sonido de La Broma Negra sonó electrificado, aguerrido, recio. Los toques electrónicos son ahora bases programadas, suprimiéndose así los teclados. La ausencia de Laura Pérez, por su parte, se notó tanto en la puesta en escena como en la parte vocal; es decir estuvieron ausentes son momentos de danza y sus coros, hecho que trastoca particularmente la transposición del estudio al directo en las canciones del último disco, donde Laura tenía un papel vocal de cierta relevancia. Así con todo debemos quedarnos con la idea de que esta es otra etapa para La Broma Negra; cuando Víctor Prats y servidor conocimos este proyecto musical en la sala Cats allá por 2011 nos dio la impresión de ver a un grupo techno. Ayer me sonaron a grupo de rock. La afluencia de público, no nos vamos a engañar, no era precisamente de llenazo. Es en estos momentos cuando piensas que en un mundo perfecto este concierto debería estar atestado, pero mirado de cierto modo los que seguimos al grupo nos sentimos como con una credencial de feligresía; como poseedores de un placer arcano y exquisito.
A lo que vamos. Sea la cual sea la etapa en que esté inmersa La Broma Negra, el atuendo y la puesta en escena son parte indisoluble de los conciertos. En esta ocasión el cuarteto salió ataviado con unas vendas fingidamente ensangrentadas en sus cabezas, de tal modo que parecían recién llegados de las trincheras de Verdún. Siempre hay algo de originalidad en este aspecto. Al fondo había una pantalla con proyecciones de “El Séptimo Sello” de Ingmar Bergman, detalle incluso coherente con el espíritu de lo que sonaba.
El concierto se inició con un clásico de probada eficacia, “Su decisión, mi capitán” que merced al nuevo enfoque de la banda sonó con toda la potencia necesaria y más. “Despierta a la guardia” no nos dejó tregua alguna; mención aparte su barroco y notorio estribillo. Y en la siguiente canción es donde la nueva cara de La Broma Negra mostró nítidamente su aspecto. “Demonios en el jardín”, adelanto de “Los Extraños Tienen los Mejores Caramelos” (su último disco) sonó con la vehemencia de un huracán, en una exhibición de poderío cercana al heavy metal.
Tiempo para bajar de revoluciones de la mano de “Banderas de nuestros padres”, una de las canciones estelares de su último disco. Por las propias características de la canción fue un momento de relajación en lo musical, pero no en lo emocional; tal es una de las características de este tema. Escuchar “Sagrado corazón” es como encontrarte con la agradable sorpresa de volver a ver a un viejo amigo. Habría de repasar anteriores repertorios, pero juraría que hace bastante que no la oía en directo. Qué bueno fue volver a escuchar ese fulgurante y rabioso estribillo.
“Me encantan los sitios donde hay vino”, eso es lo que dijo Carlos Caballero entre canción y canción al tiempo que a la banda se la veía cada vez más metida. Y en efecto, a la vera de Carlos había una copa de vino, de la cual fue dando cuenta progresivamente. Mientras tanto seguía la música, y vaya si siguió. “Los cuerpos celestes”, una de mis favoritas de “Amigos, Temo Que Ya No Estemos En La Tierra”, fue un regalo de épica y belleza de esos que animan a los parroquianos a cantar. Uno de mis momentos favoritos. De este mismo disco sonó a continuación “La enfermedad del beso”, momento para desplegar las bondades cada vez más roqueras de la banda.

Otra de mis favoritas del último disco es “Rimas y leyendas”, vivaz, animosa y generosa en referencias históricas. Cómo no disfrutarla. Para mí personalmente que tocaran “Canción de cuna” fue una sorpresa. Y no mala. Desde luego para un evento gótico es una de las canciones más apropiadas de La Broma Negra. Esta narración larga, oscura y fascinante sonó más férrea que en disco. Un momento muy peculiar.
La elección posterior fue una melodía habitual de prácticamente todos los conciertos de La Broma Negra, “Heridos”. Buen momento de rock energético que siempre es bien recibido. “Cenicienta” aportó, como acostumbra uno de los momentos más pop y bailables de la noche y fue el preludio de una las estupendas sorpresas de “Los Extraños Tienen Mejores Caramelos”: la magnífica “Martín Pescador”, cierre de álbum y auténtico compendio de épica trágica, contundente e hipnótica. La traslación al directo fue francamente acertada; espero volver a escucharla con frecuencia próximamente.
“Protege tus secretos” es una imprescindible ya de la banda en directo, y conservó anoche las esencias que la hacen grande, vivacidad y belleza. Y para belleza, cómo no, “Nieto de maestro de escuela”, acaso una de las canciones más conmovedoras de todo su repertorio y una cita ineludible que acudió una vez más a nuestro encuentro. Como colofón del concierto sonó “Cuidado con lo que matas”, profunda y misteriosa en sus estrofas y demoledora en su estribillo. Otra canción de largo recorrido que fue un broche estupendo para el concierto.

Podemos decir que esta nueva fase de La Broma Negra pasó su primer examen con nota. La nueva sonoridad puede aportar matices interesantes y buenas ideas para plasmar. Carlos Caballero estuvo, como de costumbre, estupendo en su papel de maestro de ceremonias. Personalmente le noté cada vez más metido con el transcurrir del concierto hasta acabar notablemente pletórico. Javier, Raúl y César van aportando peculiaridades, y nos darán casi seguro buenos momentos de rock. Salvo algún acople y que la guitarra daba la impresión de que se comía la voz de Carlos en los dos últimos temas, la cosa sonó bien. Y la actitud fue enérgica y entregada.
Tras el concierto estuve un rato esperando a Carlos para saludarle y que me hablara de la nueva formación, pero se retrasó comprensiblemente debido a la trabajosa recogida de todo el equipo para dar paso a Digital 21. En cualquier caso, como dije al inicio, tras una semana mermada de ánimo no tenía demasiados ánimos de esperar mucho y media hora o así después emprendí el retorno a casa. Espero que pronto podamos hablar con él y disfrutar como siempre de su conversación y su amistad. Larga vida a La Broma Negra.

Texto, fotografías y vídeos: Mariano González.

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