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sábado, 30 de agosto de 2008

1979 Talking Heads - Fear Of Music

Lo prometido es deuda y como ya advertí en el último artículo, iba a haber lugar para discos de otras épocas distintas a los 80. En el caso de hoy tampoco es que nos desviemos demasiado ya que estamos anclados en 1979, una de las fronteras de los 80, y hablamos de un grupo que dominó en dicha década, aunque su andadura comenzara en los 70.

Estamos frente a otra de mis debilidades musicales (¿4º lugar?, puede) y quizás su aparición en este blog se haya hecho esperar más de lo que hubiera debido. En todo caso, y como dice el refrán, nunca es tarde si la dicha es buena y en esta ocasión más que buena es buenísima.

En 1979 Talking Heads reinaban en el ambiente del underground neoyorkino de la 2ª mitad de los años 70. La formación del grupo en este año, y a lo largo de toda su trayectoria, se componía de David Byrne como cantante y guitarrista, Chris Frantz a la batería, Tina Weymouth/Frantz (como quieran llamarla) al bajo y Jerry Harrison a la guitarra y teclados. Aceptamos el hecho de que en los orígenes más primitivos y embriónicos de la banda no estaba aún Jerry Harrison.

Tras sus 2 primeros discos se habían ganado un respeto. En este punto de tiempo, la relación de la banda con el ex-miembro de Roxy Music Brian Eno en las labores de producción vivía sus mejores momentos y estaba quizás en el punto más alto de la misma. Tras la grabación el año anterior del excelente “More Songs About Buildings And Food”, la banda afrontaba el siempre complicado hecho de la edición del 3er disco de estudio, prueba definitiva de toque para demostrar las intenciones de un grupo. En el anterior disco se había notado una mayor complejidad rítmica y de sonido respecto al disco de debut. No obstante, el máximo experimentalismo de la banda, muy propiciado por el sr. Eno, se alcanzará en el disco que continuará al que hoy analizamos. “Fear Of Music” prosigue la evolución del sonido de “More Songs…” para posteriormente llegar a la desembocadura en “Remain In Light”. Supone una trayectoria lógica de madurez, no exenta de dificultades sobre todo en la grabación del 4º disco de estudio y 3º de esta triada de discos producidos por Brian Eno.

El disco nos saluda de forma amable y desenfadada con “I Zimbra”. Rítmicamente esta canción se acerca a los sonidos de música africana que tanto excitaban a David Byrne por aquellos años, y nos adelanta aspectos abordados más a fondo en el siguiente disco. Líricamente… ejem, bueno, no hay gran cosa que comentar, ya que la canción es un claro ejercicio de dadaísmo al no tener letra inteligible propiamente dicha. Simplemente está inspirada en una obra llamada el “poema sin palabras” y viene a demostrar la asociación que siempre tuvo el grupo al arte de vanguardia. Reseñable es la colaboración en este corte de Robert Fripp y sus inestimables guitarras. La siguiente canción “Mind” es más ramplona en lo musical, al imponer un ritmo más lento que a ratos es hipnótico y oscilante. Característica relevante de esta canción y de la obra en completo, es la dirección vocal de Byrne. A ratos es exagerada, histriónica, bromista y humorística. David en este disco no se preocupa de una entonación vocalmente perfecta (y pocas veces lo ha hecho a lo largo de su carrera), y si le apetece ponerse a hacer un poco el payasete lo hace sin dudarlo. El retorcimiento vocal en el estribillo cuando dice “necesito algo para cambiar tu mente” y repite la palabra “mente” hace más que evidente este hecho, que se verá repetido en otros cortes del disco. A alguno que escuche el disco esto le parecerá horrible, a mí, personalmente, me gusta. Los temas abordados en gran parte del disco son sobre cosas banales y cotidianas. Sobre esta evidencia ya se burló la banda en el título del disco anterior, pero curiosamente esta peculiaridad de la banda se pone especialmente de manifiesto en este disco más que en ningún otro. Un claro ejemplo es “Paper”. El ritmo musical vuelve a ser más aturullado que el de la canción anterior y más vibrante y recargado. La vertiginosidad en lo instrumental sigue estando de manifiesto en “Cities”. Oscilante en el ritmo, David nos habla de ciudades como El Paso, Birmingham o Memphis y termina la canción repitiendo el estribillo de la misma con ese desboque vocal que utiliza en todo el disco, como ya les he mencionado. Es un corte pop excelente y que, al igual que hizo “I Zimbra”, nos invita a bailar de forma desenfadada y que por otro lado se nos presenta una cercanía al funk que abordará la banda en momentos posteriores. Curioso es que tras este acelerado y alegre corte nos encontremos con la canción más seria y sesuda del disco, tanto en la letra como en lo musical. En “Life During Wartime” David describe lo que puede ser la vida de un espía en tiempos de guerra y la austeridad vital que se impone en esos momentos dejando de un lado la diversión, plasmado en versos como “no hay tiempo para el Mudd Club o el CBGB, no tengo tiempo ahora para eso”, haciendo de paso un guiño al underground de New York del que ellos salieron, citando a 2 de los lugares emblemáticos de esos ambientes. Relevantes aquí son los teclados en el muro musical creado al respecto. “Memories can’t wait” supone el momento más siniestro y de mayor desasosiego del disco. Distorsiones de sonido y de voz hacen inquieto y poco amigable este corte, tarea inestimable de la mano de Brian Eno a los mandos de la producción. “Air” es otro de los momentos de excesos vocales de Byrne en el disco. La forma de entonar las palabras “faster” y “remember” es de lo más humorístico que nos podemos encontrar en un disco, que ya de por sí es bastante desenfadado. Reseñar que los coros de la canción corren a cargo de Tina Weymouth y sus hermanas (llamadas las Sweetbreathes). En este disco también hay sitio para una canción delicada. En tono de balada, “Heaven” supone el pasaje romántico del disco. En la misma, David nos describe un bar “al que todo el mundo intenta ir” y “en el que nunca pasa nada”. Las labores de producción de la mano de Eno hacen que la canción no tenga el enfoque baladístico abiertamente y esta impregnada de cierta imperfección vocal asociada a la vibración de la misma, para así conseguir el experimentalismo que se pretendía. Si desean escuchar la versión cristalina de la misma, les recomiendo que se hagan con “Stop Making Sense”, disco en directo de 1984 en el que “Heaven” se toca de forma acústica y que llega a poner el vello de punta. Como curiosidad, les diré que cuando vean por cuadragésima vez la película del director amigo de la banda Jonathan Demme “Philadelphia”, en la fiesta organizada en la parte final de la película se interpreta una versión de esta canción que no es nada desdeñable. Tras este precioso corte, se nos presenta “Animals” que comienza con una declaración de principios por parte de David Byrne “estoy loco y esto es un hecho”. Le creemos. En esta canción David da rienda suelta a su fobia por los animalitos y a describir sus vidas, enfocando las mismas como si de una burla hacia nosotros se tratara. Enrevesada musicalmente, termina de forma hipnótica con supervisión de pistas de audio. La letra alcanza momentos extremadamente hilarantes como “los animales creen que entiendes, confiar en ellos es un gran error, los animales quieren cambiar mi vida, ignoraré los consejos de los animales”… sobran los comentarios, ¿no? “Electric Guitar” supone nuevamente un momento de delirio letrístico. En esta canción de ritmo plomizo, se nos describe el atropello de una guitarra eléctrica en una autopista y el posterior juicio a dicha guitarra eléctrica por parte de un tribunal y un jurado, para llegar a la conclusión de que “alguien controla a la guitarra eléctrica” tras previamente haber determinado “afinar” y “nunca escuchar a la guitarra eléctrica”. “Drugs” es un lento y experimental tema con subidas de intensidad en la calma global de la duración del corte. En algunos conciertos, la canción adoptaba el título de “Electricity”, que no es otra que el nombre que pone el sr. Byrne a su experiencia con las drogas.

El disco supone un ejercicio de equilibrio entre el experimentalismo y la sencillez, por raro que esto parezca. Las maniobras y experimentos de Eno a la producción, enrevesando los sonidos del bajo de Tina, las guitarras de David y Jerry, los teclados de Jerry e incluso la voz de David, juegan con la sencillez lírica de los temas abordados en el disco, en el que se nos habla de ciudades, guitarras eléctricas, animalitos, drogas y del aire entre otras cosas.

“Fear Of Music” es un disco bastante asequible para escuchar. No se trata de una obra conceptual o de un disco de sonido compacto, sino más bien es una colección de canciones, que a ratos son bastante divertidas, irónicas y moviditas. “Remain In Light” supone un mayor enrevesamiento y es mucho menos desenfadado en su conjunto global que el disco que hoy hemos analizado. La variedad de sonidos de las canciones hace que sea un álbum muy completo, aunque evidentemente se pierda en el carácter compacto del mismo, apartado en el que ganan quizás el disco anterior y el posterior. La portada, oscura y con los títulos en un color azul verdoso enfermizo, no es nada más y nada menos que la recreación de una tapa de alcantarilla.

Después de este álbum, las cosas con Eno fueron a mal. Las triquiñuelas por parte del productor de hacerse con los mandos globales de la banda desembocaron en el cierre de colaboraciones tras la edición del emblemático “Remain In Light”. De paso, todo esto propició el inicio de las guerras internas entre Tina y David, que llevaron a comienzos de los 90 a la desintegración definitiva de la banda. Hasta su desaparición, el grupo editaría ejercicios de funky como el lp “Speaking In Tongues”, un disco en directo excepcional de la gira de este álbum como es “Stop Making Sense”, o una vuelta al sonido sencillo de su primer álbum, pero con las tablas y el saber hacer de una formación consolidada, materializada en “Little Creatures” de 1985, que a su vez nos regala un clásico del grupo “Road To Nowhere”. También habrá tiempo para alguna incoherencia o patinazo como “True Stories”. Su disco final “Naked”, vino a demostrar que las ideas que tenía cada miembro de por donde tenía que ir la dirección musical del grupo, eran más que discordantes. Algún que otro single suelto editado y se llega al punto y final de la historia de la banda.

Volveremos más adelante para recuperar alguna otra obra de la banda. Hasta entonces les dejo con este disco, el cual recomiendo le reciban con buen ánimo. Si lo encajan como se debe, terminarán con una leve sonrisa por el toque de humor que tiene y con ganas de bailar por la buena música y el ritmo que siempre crearon estos chicos. De vez en cuando conviene llevarse una alegría.

4 comentarios:

Bullz dijo...

Me está dando por escuchar "Heaven" y no creo que sea una balada romantica en absoluto.
Creo que la canción trata sobre la obsesión compulsiva:
Un bar llamado cielo donde tocan su canción favorita... toda la noche!, en el cielo nunca pasa nada.
A los obsesivos compulsivos no les gustan los cambios, sino hacer lo mismo una y otra vez.
Un bar donde se hace una fiesta y cuando termina, comienza otra fiesta EXACTAMENTE IGUAL.
Es decir, este obsesivo compulsivo está describiendo su lugar ideal, donde nada nuevo ocurre ni le esperan sorpresas, sólo las cosas que le hacen sentir bien, una y otra vez.
Esto además concuerda con el tono que usa David Byrne en la canción.

Abacab dijo...

Quizás no haya explicado muy bien a qué sentido romántico me refería. El romanticismo no es únicamente expresar sentimientos de amor, sino rodear tu vida de un sentido melancólico y emotivo, sin que eso sea necesariamente derivado de una relación amorosa. El que la tilde de balada, es debido al sonido cercano a ese género que tiene. Valoro igualmente tu impresión y que compartas tus percepciones. Gracias por escribir.

sublibrarian dijo...

Menudo descubrimiento este blog. Me parece que me voy a pasar horas leyéndolo. Enhorabuena por seis años de constancia bloguera, por cierto :))

Además, tenemos gustos similares. Mi Olimpo particular estaría formado por Talking Heads-Cure-Smiths aunque no sé muy bien en qué orden.

Quería hacer una pequeña aclaración sobre el tema de la "tapa de alcantarilla". No se trata de la combinación de colores sino de la funda de la edición en vinilo original. Era un diseño de Jerry Harrison y era en relieve, con unas muescas a intervalos regulares. En eso consistía el efecto "tapa de alcantarilla".

¡Incluso consiguió una candidatura a los Grammy de aquel año por el diseño de la funda!

El color negro a secas queda bastante soso, pero si has tenido en las manos la funda original en relieve, te cambia el concepto completamente.

En cuanto a la música en sí... buf! los Talking Heads fueron mi primer "grupo favorito" y es como hablar de un primer amor de adolescencia. No puedo ser objetivo.

Bueno, este es mi primer comentario en tu sensacional blog... y seguro que no será el último.

Saludos enormísimos.

Abacab dijo...

Sublibrarian, primero de todo, disculpas por la tardanza en responder.

Gracias, aguantamos como podemos (resistimos, más bien). Muchas gracias por la ampliación de información sobre la portada; por desgracia, no he tenido el original de vinilo entre mis manos (solamente tengo la edición de cd).

Serán bienvenidos todos los comentarios que desees poner, aunque luego tarde bastante en responderlos.

Saludos igualmente de enormes para tí y gracias por escribir.