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viernes, 24 de noviembre de 2017

Iggy Pop - The Idiot (1977)

ANTECEDENTES E INTRODUCCIÓN.
Adoro el acercamiento anglosajón y norteamericano a la música alemana que se empieza a realizar en la segunda mitad de los años 70; cómo la radical experimentación del krautrock y de la música electrónica incipiente es captada por la inquietud de artistas como David Bowie, Brian Eno o Iggy Pop. De aquí nacen, a modo de ejemplo, buena parte del postpunk, la new wave, el techno y la música industrial. Imagínense el caudal vanguardista de Kraftwerk , Neu! O Can, canalizado hacia vías musicales más melódicas (aunque Kraftwerk son harina de otro costal) y menos esotéricas.

La cima de este “mestizaje” creo que fue la trilogía berlinesa de David Bowie, y “The Idiot” está medularmente emparentado con ella. En efecto, la presencia del Duque Blanco es importante en este disco; es el productor, co-compositor y toca varios instrumentos; tampoco se ha de olvidar la presencia de un buen colaborador y amigo de Bowie, el guitarrista Carlos Alomar, ni la de Tony Visconti en las mezclas, otro gran socio del bueno de David. Sin embargo no ha de verse “The Idiot” como un disco en la sombra de David Bowie o como una obra pasiva donde Iggy Pop no aporta nada al conjunto. Ni mucho menos. No solo es que también lleve a cabo parte de la composición de las canciones, su voz (medio de barítono medio de roquero rasposo) reina y domina durante todo el disco. Y la carisma, por supuesto. Hay pocos artistas tan idiosincráticos como Iggy.

Es un Iggy Pop insólito, eso es cierto, y que desmiente toda su trayectoria hasta entonces y buena parte de la que vendría después. No es frecuente verle trastear con sintetizadores, efectos electrónicos y ritmos tan cadenciosos, pero para mí ahí radica parte de la gracia de “The Idiot”. Otra de mis debilidades es ver a los artistas fuera de su zona de confort, aventurando la linealidad de su carrera en pos de un giro y escucharles cosas que, a priori, no casan mucho con ellos. Viva la heterodoxia. Por cierto, que la carrera hasta entonces de Iggy es tan reseñable como influyente. Es casi unánime que dentro del árbol genealógico del punk hay un lugar de prestigio para los Stooges, con su furia primitiva y subversiva. Con ellos Iggy Pop comenzó a labrarse la bien merecida fama de frontman carismático y transgresor. Sus actuaciones eran una mezcla de lascivia malévola y rabia autodestructiva; en sus conciertos de hecho solía auto mutilarse. También hay que hacer notar su disco “Kill City” (1975) con James Williamson.

Una cosa que me gusta de este debut de Iggy es la sensación de decadencia que transmite, de oscuridad robótica y agónica al mismo tiempo. Bandas como Joy Division y otros compañeros de generación debieron de tener aquí una notable influencia; de hecho se supone que es el disco que estaba escuchando Ian Curtis cuando se ahorcó. Mitologías necrófilas aparte, “The Idiot”, me parece un disco esencial dentro de su época y aún atractivo de escuchar hoy en día. Justo cuarenta años después. Por cierto, antes de pasar al análisis, recomendaría no hacer excesivo caso de la frase con que se promocionó el disco en su momento: “una mezcla entre Kraftwerk y James Brown”. No estoy seguro que los devotos del Padrino del Soul vayan a encontrar mucho rastro de esa influencia (si acaso “Sister midnight se acercaría levemente), quizá los de Kraftwerk alguna más. Por cierto, el nombre del disco proviene de la novela homónima de Dostoievski. En cualquier caso, disfruten.

ANÁLISIS DEL DISCO.
1. “Sister Midnight”: El comienzo sienta algunas bases que luego encontraremos dispersas por todo el disco. De momento “Sister Midnight” es una especie de funk robótico, oscuro y más bien mutante. Todo parece estar hecho a ritmo de metrónomo, todo parece medido y mecánico, pero la voz de Iggy, aunque impasible, tiene esa pasión cavernosa que en él es tan natural. La definición que trataba de aunar a Kraftwerk y a James Brown podría tener aquí cierto sentido. No falta tampoco cierto tono de gamberrismo, de bohemia berlinesa. La fusión de la frialdad germánica con la energía del rock y del funk nos deja un tema muy interesante como inicio.

2. “Nightclubbing”: Y ahora pasamos a la decadencia absoluta, a la parte oscura del exceso. El comienzo, con ese ritmo palpitante que casi emula a un corazón, nos va introduciendo en un clima distorsionado, enrarecido, disonante. Mención aparte merece el momento en que entran las guitarras de Phil Palmer, raspando, aguijoneando. Excelente y visceral canción que además es un clásico de Iggy, no en vano su influencia en otras bandas ha sido mucha: The Human League hicieron una versión en un EP algo anterior a su disco “Travelogue” (1980) y las intro de las canciones “Force of nature” de Oasis y “Closer” de Nine Inch Nails están basadas en el ritmo “cardiaco” que señalábamos antes. No me extraña que fuese utilizada en la película “Trainspotting” justo para dar la entradilla al momento en que Renton y sus amigos deciden reengancharse a la heroína; la atmósfera drogota casa muy bien con “Nightclubbing”.

3. “Funtime”: Una canción que aunque sigue siendo robótica es mucho más directa que las anteriores y gustará a los seguidores más afines del Iggy roquero. Visceral y sin concesiones, supone un punto energizante dentro de “The Idiot”; incluso hay algo de espíritu punk. Puede verse como un modelo, más punzante, de algunas canciones aún por venir de David Bowie, como por ejemplo “The beauty and the beast” o “Joe the lion” del disco “Heroes” (1978). De hecho los coros de Bowie están muy presentes en la canción. Yo diría que el ensalzamiento del desparrame, que en principio supone “Funtime” (“todos a bordo para la diversión”), tiene cierto matiz irónico.

4. “Baby”: Tiene un aire cabaretero y crápula construido inverosímilmente a base de teclados y alguna distorsión eléctrica. Quizá pueda recordar a alguna canción de The Doors como “People are strange” pero alumbrada por el por el espíritu germánico en su vertiente más gélida. No deja de ser un momento de reposo después de la intensidad de las dos primeras canciones y del gancho al mentón que supone “Funtime”. La letra tiene algo de inquietud bohemia. Cómo se lo debieron pasar Bowie e Iggy en Berlín.
5. “China girl”: Canción conocida, sobre todo, por la versión de David Bowie en su “Let’s Dance” (1983) y que prácticamente ha eclipsado a la original. Mientras que la de Bowie era un pop-funk de factura inmaculada (cortesía del productor Neil Rodgers), la de Iggy es mucho más áspera, intrincada y excéntrica. También es más derrotista y torturada, se nota que es una canción de deseo, de pasión sofocante. Mucho ojo a los toques de guitarra de Carlos Alomar y Phil Palmer y a algunos quiebros de voz de Iggy. La “China girl” del título parece ser en realidad una mujer vietnamita de la cual se encaprichó Iggy.

6. “Dum dum boys”: Esta canción es quizá lo más parecido al rock clásico que tenemos en “The Idiot” y su mayor aliciente es el omnipresente riff de guitarra, no exento de distorsiones que lo hacen casi un poco narcótico. La indomable voz de Iggy Pop alcanza también uno de sus puntos álgidos del disco, poseyendo incluso alguna virtud evocadora. No en vano es una canción que mira hacia atrás, hacia los años de The Stooges; en la parte hablada del inicio se hace un repaso de los antiguos componentes de la banda. No está mal, pero los más de siete minutos son excesivos.

7. “Tiny girls”: Si la canción anterior era el momento para el rock, éste es el momento para la elegancia. Canción pausada y sensual perfilada por un sofisticado saxofón de reminiscencias muy “bowieanas”. Casi es un verso suelto dentro del disco, pero no desagrada en absoluto, Iggy casi parece un crooner algo bronco y arriscado.

8. “Mass production”: Y para finalizar nos encontramos con el momento más experimental del disco, fuertemente influenciado por el krautrock. El ritmo es completamente mecanicista y frío, pero a la vez misterioso, sugerente. Diferentes efectos electrónicos acompañan al persistente riff de guitarra mientras, por acumulación, la canción se adensa y se va haciendo más decadente. Iggy siempre dijo que las factorías e industrias de Detroit, de algún modo, habían tenido efecto sobre su música; y quizá está canción sea el epítome de esa influencia. Podríamos hablar casi de una música “proto-industrial”. Buen y desasosegante final.

RESULTADO, CONCLUSIONES Y REFLEXIONES.
Quizá se quede, “The Idiot”, un poco en medio de varios estilos, pero este terreno mixto entre la electrónica setentera y el brío rock áspero y directo, da lugar a un disco original, misterioso y decadente. Tiene el encanto berlinés de la trilogía de Bowie aunque prescindiendo de los instrumentales (por cierto magníficos) que suelen copar la segunda parte del disco. A día de hoy, “The Idiot”, sigue sonando moderno y atrevido, tiene el regusto de la osadía artística y la fascinación de una época. Es el debut de Iggy Pop en solitario y probablemente uno de sus discos que mejor ha resistido el paso del tiempo. 1977 iba a ser un año bastante proactivo para Iggy Pop, apenas unos meses después editará “Lust For Life”, sin duda otro disco clásico, pero esta vez más dominado por el rock y alejándose del vanguardismo. Sus canciones “The passenger” y “Lust for life” están entre las más celebrada de su catálogo; no era cuestión de que, en el año dorado del punk, los Ramones o los Sex Pistols se le subieran a las barbas.

La carrera posterior de Iggy Pop es muy larga para glosarla aquí, nunca ha sido un artista que ha dimitido. Durante los ochenta consiguió un éxito apreciable con “Blah, Blah, Blah” (1986) o “Instinct” (1988) y en los 90 discos como “Brick By Brick” (1990) y “American Caesar” (1993) fueron recibidos con agrado. Últimamente lo mismo ha vuelto con los Stooges, flirteado con la canción francesa con “Après” (2012) o retornado incluso a sus vestigios berlineses mediante “Post Pop Depression” (2016), con la ayuda del cantante de Queens Of The Stone Age y el batería de los Arctic Monkeys.

Lo que está claro es que a los setenta años, siendo una leyenda, y habiéndotelas visto con todo tipo de situaciones, Iggy se ha ganado el sacrosanto derecho de hacer lo que le dé la gana; como si quiere hacer rancheras mezcladas con pasodobles. Padrino del punk (y de otras cosas) y origen e inspiración de un sinnúmero de bandas, aun con sus defectos es uno de los artistas que consiguen que la música popular vaya avanzando. Y qué quieren que les diga, me lo imagino creando música con Bowie en su periodo alemán y cada vez siento más interés por aquellos tiempos. Ya lo decían Kraftwerk en “Trans-Europe Express” (1977): “From station to station, back to Dusseldorf City, meet Iggy Pop and David Bowie”.

Texto: Mariano González.

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