ANTECEDENTES E INTRODUCCIÓN.
Mike Oldfield, a principios de los años 80, había encontrado una fórmula para sus discos, que era una especie de convenio entre su discográfica, Virgin, y el propio artista. En estas obras seguiría habiendo largos desarrollos instrumentales y secciones de rock progresivo, pero también canciones pop perfectamente aptas para sonar en las radios.
“QE2” (1980) era algo distinto, pero a partir de “Five Miles Out” (1982) comenzaría este proceder, y podíamos encontrar una canción de casi 25 minutos como “Taurus II” y temas pop como “Family man” que podría pasar por ser el primer clásico pop-rock de Mike Oldfield (si bien es justo decir que la canción es recordada por la excelente versión de Hall & Oates), Con “Crises” (1983), de nuevo vuelve una cara completa instrumental, pero el lado pop surge con una fuerza enorme. “Moonlight shadow” se convirtió en un éxito internacional y aún hoy suena con bastante frecuencia en las emisoras “remember”. La angelical voz de Maggie Reilly era uno de los elementos característicos de estos singles.
En “Discovery” (1984), la plantilla es muy similar, solo que la parte instrumental se reduce a “solamente” doce minutos y pico, y hay algo más de hueco para el pop. También hubo razonable éxito para el single “To France”. Poco a poco Virgin con Richard Branson a la cabeza presionaría a Oldfield para centrarse cada vez más en lo pop y menos en lo instrumental, lo que derivó en grandes fricciones entre el sello y el artista, que acabaron en ruptura total.
“Discovery” tiene una producción estupenda, a cargo del propio Oldfield y de Simon Phillips quien también toca la batería en el álbum, y sigue sonado elegante, atmosférico y, a ratos, misterioso. A pesar de sus reticencias, que cada vez irían a más, a las canciones pop rock de formato convencional, el músico inglés tiene pericia para componerlas y un buen puñado de ellas suenan bastante bien. “Discovery” es precisamente un botón de muestra. Más allá de la conocida “To France”, hay elementos de gran interés en este aspecto. Y no olvidemos la parte instrumental con “The lake”. El disco está grabado en Suiza, con el Mont Blanc a la vista, y cuyo ambiente parece influir en algunos aspectos de sonido del LP.
Los músicos para la grabación de “Discovery” fueron Mike Oldfield (que toca todos los instrumentos excepto la batería), Simon Phillips en la batería, y Maggie Reilly y Barry Palmer en las voces.
ANÁLISIS DEL DISCO.
1. “To France”: El gran éxito del disco, y una afiliada habitual a las radiofórmulas, lo cual no es algo que juegue en contra. Sería fácil mirar por encima del hombro a la canción, pero no sería justo. El engarce entre lo acústico, el punteo eléctrico del final, las sutiles pero sofisticadas bases sintetizadas, y la voz de Maggie Reilly dan como resultado una muy buena canción. Le puede restar un poco de magia que ya la hayamos escuchado un montón de veces, pero su mérito original permanece intacto. ¿La letra podría hablar de María Estuardo?
2. “Poison arrows”: Unos sonidos sintetizados sirven de puente entre “To France” y esta canción. Y ese tono misterioso se mantiene al inicio intacto con la añadidura de unos interesantes redobles de batería. De improviso estalla el rock, con un inesperado punteo de guitarra de Mike Oldfield, casi bordeando el rock duro. La canción entonces coge una fuerza de la que ya no descansa, ofreciéndonos una razonable cantidad de intensidad. Muy buen tema, donde tampoco desentona la voz del cantante británico. Barry Palmer.
3. “Crystal gazing”: Su melodía se construye principalmente por la unión de una producción ambiental y la voz angelical de Maggie Reilly. Diría que tiene alguna remembranza de “Foreign affair, del disco anterior, pero incluso más ligera. Ambientes muy cuidados y unas pocas, pero adecuadas notas de guitarra de Mike Oldfield.
4. “Tricks of the light”: La canción más leve, saltarina y pop del disco. En realidad es un dueto en el que participan las dos contribuciones vocales de “Discovery”, Barry Palmer y Maggie Reilly. Las estrofas las domina un riff de guitarra modificada que casi parece un teclado. La voz que Maggie Reilly es tan excelente como siempre, Barry Palmer cumple su parte, y al final tenemos un pop sencillito y al pie. Que no es tan fácil como parece. Fue el segundo single del disco.
5. “Discovery”: Como contrapunto, este tema es el más áspero y roquero del disco. Se trata de una incursión en el hard rock, cosa, más o menos normal en el Mike Oldfield de la época, recordemos “Shadow on the Wall” en “Crises”, su disco anterior No llega al nivel de ésta, aunque tiene algunos punteos de guitarra nada desdeñables. Barry Palmer se esfuerza poniendo una voz lo más aguerrida posible, y la batería de Simon Phillips golpea con fuerza. No es el punto fuerte del disco, pero aporta variedad al conjunto.
6. “Talk about your life”: Nuevo giro estilístico, en esta ocasión hacia terrenos reposados, atmosféricos y delicados. Es la balada del disco, y no queda nada mal. La producción está enfocada a resaltar los encantos vocales de Maggie Reilly, adornados de una ligera melancolía. Así como quien no quiere la cosa, Mike Oldfield introduce algunos acordes de “To France”, quizá para un efecto de continuidad o de simulación de una suite.” Es una canción realmente bonita y a reivindicar.
7. “Saved by a bell”: El comienzo tiene también tono de balada, pero coge más músculo en el estribillo casi a modo de medio tiempo. La mezcla entre estrofas reposadas y estribillos vehementes marca todo el tono del tema. Menos eficiente que la canción anterior cuando trata de emocionar, es una muestra aceptable, aunque algo genérica.
8. “The lake”: Esta última canción recoge las querencias progresivas e instrumentales de Oldfield. Aunque es casi la mitad de larga que sus émulos en discos anteriores, sigue asomando la patita el talento del británico para los largos pasajes instrumentales. Y bueno, doce minutos tampoco son moco de pavo. Comienza con suaves ráfagas de sintetizador, creando un ambiente casi onírico para dar pie a un breve piano que ejerce de puentes hacia un segmento dominado por unas guitarras eléctricas galopantes. A continuación, llega una sutil melodía de corte casi oriental, para dar un poco de reflexión. Y así, se van sucediendo paisajes tranquilos y otros más tormentosos. Instrumentalmente gana presencia sobre los demás instrumentos la guitarra eléctrica, pero los guiños sintetizados, con Fairlight incluido, quedan bastante bien. La canción trata de capturar las sensaciones que en Oldfield causó la contemplación del Lago Lemán, que se encontraba cerca del estudio de grabación.
RESULTADO, CONCLUSIONES Y REFLEXIONES.
Fue una época laboriosa para Mike Oldfield, que poco antes de ponerse con “Discovery”, tuvo que terminar con prisa la banda sonora, posteriormente nominada al Óscar, de “Los Gritos Del Silencio”. En el disco que nos ocupa la producción, y la ingeniería de sonido son los propios de un disco excelente, obteniendo un sonido nítido y sugerente. Las canciones pop-rock funcionan bien en su mayoría, no hay un punto flojo claro y en sus mejores momentos “Discovery” es capaz de brillar.
El encono entre Virgin y Mike Oldfield aumentaría con el paso de los discos. Su siguiente álbum de estudio, “Islands” (1987), supone un cierto bajón. Tiene predicamento la canción homónima, cantada por Bonnie Tyler (que a mí me parece un tema bastante mediano), pero en general es un disco que causó indiferencia. Si acaso podemos destacar alguna sorpresa como “North point” o el largo instrumenta dividido en dos partes “The wind chimes”, que de nuevo vuelve a superar la veintena de minutos, lo que a Richard Branson debió de sentar más bien regular.
Su siguiente referencia fue quizá el disco más denostado de Mike Oldfield, incluso por él mismo: “Earth Moving” (1989). Ni una canción instrumental, ni rastro de rock progresivo salvo quizá el detalle de “enlazar” dos canciones independientes: “Nothing but/Bridge to paradise”. Richard Branson tuvo su “álbum pop” finalmente, pero también muy flojillo.
Mike Oldfield tendría su venganza con el extrañísimo, y cada vez más valorado, “Amarok” (1990). 60 minutos justos, completamente instrumentales (salvo coros, etc) reunidos en una sola pista. Como botón de muestra se puede escuchar el fragmento del recopilatorio “Elements” (1993), y su música extravagante, imprevisible y algo marciana. Las pullas de Mike Oldfield a Richard Branson están disimuladas, pero son vehementes. Así, por ejemplo, hay un mensaje en morse que decía “Fuck off, RB” (imaginen quién es RB).
Su disco de 1991, “Heaven’s Open”, volvía a la forma de canciones cortas junto con otra de casi 20 minutos, la tirando a experimental “Music from the balcony”. Este disco sería su última referencia con Virgin, y hay un sentir liberatorio en las letras. Si acaso, ha quedado la canción título, cantada por el propio Oldfield, y que aparecía en el recopilatorio “Elements”. Por cierto, es el único disco de la carrera del británico que firma con el nombre de Michael Oldfield (no Mike).
Es demasiado extenso repasar la carrera de Mike Oldfield. Añadiremos que ya con Warner sacó “Tubular Bells II”, y desde entonces ha sacado obras inspiradas por el folk celta, los sonidos dance baleáricos, o incluso por libros de ciencia ficción, entre otros estilos y temáticas. Una carrera sin duda interesante.
Texto: Mariano González.
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