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domingo, 29 de mayo de 2016

Programa Izal “Agujeros De Gusano” (Temporada 7/ Programa 13)

Antes de llevar a cabo el programa sobre Talking Heads y su 2º disco de estudio, el pasado sábado 16 de abril de 2016 a eso de las 14h, contactamos por teléfono con Emanuel Pérez “Gato”, bajista de Izal para llevar a cabo una entrevista que llevábamos tiempo con ganas de realizar sobre el 2º disco de larga duración de la banda que fundó junto al Mikel cuyo apellido da nombre al grupo.

Gato nos atendió muy amablemente y salvo un corte de la llamada por asuntos de cobertura, no tuvimos ningún problema en sellar este programa en el que además de comentar varios aspectos del penúltimo disco de Izal hasta la fecha, pudimos tratar la actualidad y el futuro de la banda.

El programa se emitió el sábado 30 de abril a las 16.00h en nuestro horario habitual en Radio Universitaria de Alcalá de Henares (RUAH). Debido al funcionamiento actual de la emisora en la que estamos “DMR”, el programa no ha contado con redifusiones, con lo que ahora es cuando tendrán ocasión de escucharlo si es que no lo hicieron en su estreno.

Aquí les dejamos el link a Ivoox donde está alojado el podcast por si desean descargárselo y abajo insertamos el reproductor para que le den al “play” directamente aquí sin necesidad de moverse a otros lugares para escucharlo. Agradecemos a Gloria González de G-News sus gestiones para que pudiéramos llevar a cabo este programa en compañía de Emanuel Pérez “Gato”, un tío muy amable con el que fue un placer compartir este espacio radiofónico: http://www.ivoox.com/dmr-7-13-audios-mp3_rf_11701914_1.html
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viernes, 27 de mayo de 2016

Temporada 7/ Programa 14: Prince And The Revolution y “Music For The Motion Picture “Purple Rain”” (1984)

Terminamos (a priori, salvo apéndice o epílogo sorpresa de última hora…) nuestra 7ª temporada de radio de la mano del homenaje que haremos al recientemente fallecido Prince. Y le homenajearemos de la mejor forma que se nos ha ocurrido, dando protagonismo a su masivo disco “Purple Rain” que emana del ambicioso proyecto que incluyó la película del mismo nombre.

Creo que estoy en condiciones de avisarles que seremos 3 las voces. Aparte de Mariano González, que participará desde el teléfono, en los estudios de Radio Universitaria de Alcalá de Henares (RUAH) estaremos Luis Felipe Novalvos, gran admirador del genio de Minneapolis y servidor de ustedes.

Como ya mencioné en el artículo de la semana pasada en un comentario que puse, ya tuve ocasión el pasado viernes por la noche de ver la película. Comentaremos aspectos de la misma y si no la han visto y son enemigos del más mínimo spoiler (como es mi caso), les recomiendo que escuchen el programa con cuidado o incluso que no lo hagan; avisados están.

En todo caso espero que los casos sean los menos en el último sentido que he comentado y que nos acompañen varios con su escucha de los que hagamos este sábado 28 de mayo de 2016 a las 16.00h en la sintonía de Radio Universitaria de Alcalá de Henares (RUAH). Prince And The Revolution se lo merecen. Y, ¡¿qué coño?!, nosotros también.

Links de interés:
Evento en Facebook: https://www.facebook.com/events/665804236891396
Emisión on-line RUAH: http://www.ruah.es/online.html
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jueves, 26 de mayo de 2016

Concierto Bruce Springsteen. Madrid (21-05-2016)

El pasado sábado 21 de mayo de 2016 acudimos a las inmediaciones del recinto donde Bruce Springsteen ofrecía a su concierto en Madrid. Intenté conseguir entrada en su momento para estar a pie de pista, pero fue totalmente imposible. El encargo de la compra se lo hice a mi amigo César San Miguel, pero tras comprar las 6 localidades de asiento reservado para él y otros amigos suyos, el servidor no le dejó comprar un par de entradas para pie de pista que yo precisaba; cuando a eso de las 15h y pocos minutos llegué a casa, ya habían volado todas las entradas (todas, no quedaban ni las más lejanas de asiento reservado). Por tanto se nos planteaba de nuevo una situación parecida a la de 2012 cuando acudimos de oyentes y con fortuna incluso pudimos ver parte de la actuación. Además, en esta ocasión era un sábado por la noche, mucho mejor que la vez previa que fue un jodido domingo.

En esta ocasión incité a mi amigo y colaborador en el presente blog y nuestro programa de radio Mariano González para que fuera mi partenaire en estas circunstancias tan peculiares. El sábado por tanto partimos hacia el recinto y yo lo hice desde Torrejón en compañía de mi ya mencionado amigo César San Miguel y cia.. Llegué allí y me tuve que separar de ellos porque había un cordón policial de seguridad que impedía estar pegado a los muros del estadio como sí se podía hacer en 2012. Aquí abajo una de las fotos que César sacó desde su privilegiada localidad.
Al poco rato llegó Mariano en su taxi y estuvimos sentados en unos poyetes que hay al lado del Paseo de la Castellana. Viendo que el perímetro de seguridad de la policía no se levantaba, decidimos irnos por la zona de las calles Rafael Salgado y Padre Damián para buscar un lugar donde pudiera escucharse lo más nítidamente posible. Tras incluso ser requeridos por un agente de policía, que no nos permitía sentarnos en un bordillo de acera, el cual estaba fuera del perímetro en la zona del Colegio de San Agustín (que manda huevos…), nos situamos en un parque que se encuentra en el fondo norte en una bocacalle que parte de Rafael Salgado y ahí estuvimos las dos primeras horas de las 3 horas y 15 minutos de actuación que Bruce ofreció en esta ocasión en Madrid. La foto de aquí abajo, con un espontáneo, me la pasó mi amigo Andrés Vialás, que también tuvo entrada para el concierto.
Hasta que nos asentamos sentados en una zona de césped fueron sonando los primeros compases con grandes composiciones como “Badlands” y otros temas de mi gusto como por ejemplo “Cover me” y luego vino la parte en la que se prestó una mayor atención al disco “The River”, en teoría protagonista de la gira, que tampoco fue tan extensa como se iba a suponer. Ahí se escuchó con fuerza “Hungry heart” con el rugido correspondiente por parte de la audiencia nada más sonar sus primeros acordes y fuimos escuchando otros temas que nos hacían ver que el disco “Born In The U.S.A.” iba a ser el que se llevará la palma en esa actuación.
Por ejemplo, al respecto, una grandísima sorpresa fue “I’m on fire”. Una de mis canciones favoritas de su repertorio y que escuchamos realmente de forma muy clara desde el exterior del estadio, a pesar de que en algunas ocasiones pasaban camiones de limpieza que nos hacían perder calidad de sonido. Mariano y yo la habíamos mencionado unos minutos antes de que empezara la música en tanto a que nos agradaría escucharla. Además, en las tres ocasiones que había visto de alguna u otra manera a Bruce Springsteen, no había tenido la ocasión de vivir tan maravillosa canción en directo. Al día siguiente busqué algún video en Youtube grabado por la audiencia para recrear el momento sonoro que más he disfrutado en estas peculiares experiencias de audición presencial de conciertos. En los minutos que sonó “I’m on fire” el ambiente, incluso fuera del estadio, se hizo especial y los sonidos lejanos y elegantes de este clásico de culto del Boss envolvieron la noche madrileña de forma monumental. Es curioso que sin estar dentro del recinto, pueda ser una de las veces que sensaciones más especiales he sentido al escuchar una canción en directo. Abajo Mariano y servidor sentados en un terruño de césped frente al vallado.
Contra todo pronóstico cuando se superaban las 2 horas de actuación, un agente de policía nos dijo que nos iban a permitir acercarnos más: por fin el perímetro de seguridad se levantaba y viendo lo que había transcurrido intuíamos que una hora más de actuación íbamos a poder escuchar de forma ya más clara. Fuimos por el fondo norte a ver si a través de alguna de las puertas se veía algo y tras comprobar que no era así, regresamos a la puerta en la que estuvimos en el año 2012 con la satisfacción de ver que el escenario se había situado exactamente en el mismo lugar que la vez anterior, por lo que tenía ocasión de ver perfectamente a la banda alineada en el escenario. Por ejemplo, en la foto de abajo si la amplían y afinan la vista, allá donde el vomitorio y al lado de las piernas de la chica se ve a Patti Scialfa.
Ahí es cuando empezó el carrusel sin parada de hits absolutos del repertorio de Bruce cayeron “Born in the U.S.A.”, “Born to run”, “Dancing in the dark”, la versión de “Twist and shout” de The Beatles y se cerró el concierto con una versión acústica de “Thunder road” con Bruce Springsteen solo en las tablas frente al público que quería más. El bis fue movidito y a ello ayudó también la desenfadada “Glory days”, otro de los singles de “Born In The U.S.A.”, que claramente se convirtió en el disco protagonista de la noche en claro detrimento del supuestamente capital “The River”. Cuando finalizó la versión acústica de “Thunder road” se veía que no había para más y peleamos para coger un taxi, debido a las necesidades de Mariano (ahí me di cuenta cuánta gente se decanta por este medio de transporte), el cual pilotaba un chico de Valencia que hacía su primera noche de servicio, el cual me dejó en la calle Ezequiel Solana en el camino de Mariano a su morada.
Comentando algo más sobre el show antes de terminar mis disgresiones, a nivel de temas poco habituales destacaron en los bises “Tenth avenue freeze-out”, que ya sonó igual que en el pasado concierto de 2012 y más sorprendente fue la aparición del tema más desenfadado de “Nebraska” “Johnny 99”. Aparte de por la experiencia, vi notables paralelismos con su concierto de 2012, sobre todo en los que a los bises se refiere. Por ejemplo, en 2012 fue sorpresa que volviera al repertorio “Because the night”, cosa que en esta ocasión no me sorprendió tanto. Nos hubiera gustado que sonara “Brilliant disguise”, pero la que sí sonó, de sentires parecidos, fue “Human touch”. De “The Rising” no faltaron las troncales “Waitin’ on a sunny day” (quizás el gran clásico del Boss del nuevo milenio) y la canción título. Comprobamos con lástima que “Lonesome day” siguió en el olvido. Aquí abajo un plano aéreo que sacó un amigo de a la vez un buen amigo mío y compañero en mi equipo de fútbol, el ya citado en párrafos anteriores Andrés Vialás.
En esta ocasión el concierto duró algo menos que la vez anterior, pero no se puede pedir más a las 3 horas de show que se incluyeron. Desde fuera sonó de forma arrolladora y pudimos ver a Bruce en esa última hora de actuación desde la rendija de las puertas de acceso en la que nos situamos con su desbordante energía y con su impagable entrega a sus nada más y nada menos que 66 años. En la siguiente ocasión intentaré nuevamente adquirir una entrada de pie de pista y si no, ya sabemos dónde dirigirnos; lo único que espero es que por culpa de más fanáticos terroristas no tengamos que soportar un perímetro de seguridad de tanta distancia y que prácticamente duró durante todo el concierto. A continuación otra buena foto de César San Miguel, ya bien entrada la noche y avanzado el show.
La gente que estuvo dentro se quejaron mucho del sonido; nosotros la verdad es que no lo escuchamos nada mal, ni cuando estábamos a unos 80 metros alejados de las paredes del estadio ni cuando estábamos pegados a la puerta de una de las entradas. Comprobamos que no fuimos los únicos seres peculiares de la noche que fuimos a escuchar el concierto a los alrededores y que ni siquiera desistimos cuando se apreció lo del cordón policial de varios metros alrededor del recinto. En el parquecillo donde estuvimos las 2 primeras horas se acercaban varios curiosos que incluso se apoyaban en las vallas azules perimetrales o se tumbaban en el césped que estábamos nosotros a oír lo que Bruce estaba ofreciendo. Lo dicho, a ver si a la siguiente consigo estar nuevamente dentro y en esa ocasión a pie de pista, que es lo que espero. Veremos si quedan más visitas de Springsteen junto a la E-Street Band por Madrid. Ya tendrá 70 cumplidos lo más seguro. La energía le seguirá dando para ello. Seguro.

Ahora les dejo con la 2ª parte de esta peculiar crónica la cual va firmada por la otra parte contratante de esta particular noche de sábado, Mariano González. Que ustedes la disfruten.

Cuando era más bien jovenzuelo, no diré cuánto hace de eso, y empezaba a arrimar con intención melómana las orejas a los aparatos de radio había una serie de afirmaciones que, a puro de ser repetidas, se convertían en verdades casi inamovibles: Madonna era la reina del pop, los Rolling Stones (ya entonces) eran incombustibles y también se decía que la E-Street Band era la mejor banda en directo del mundo. ¿Era justa la afirmación? ¿Está la realidad a la altura de la leyenda? Como la experiencia es la madre de todas las ciencias, la única forma fiable de despejar la incógnita es acercándose a la música.

Por causas de diversa índole mi amigo Víctor Prats y yo no pudimos convertirnos en dueños de ninguna entrada y, como ya ha sucedido anteriormente en otros eventos, tomamos la consoladora y estratégica decisión de acercarnos a los aledaños del recinto del concierto (Estadio Santiago Bernabéu) con la experiencia de poder captar auditiva y quién sabe si visualmente la experiencia musical. El aspecto de las inmediaciones del evento alimentaba solo de verlo; resulta de lo más gratificante ver a una hormigueante multitud de personas preparándose para el ritual de diversas formas: apurando unas cervezas, participando en animadas tertulias (como Víctor Prats y yo), dirigiéndose exultantes al estadio… Era como si la infelicidad, de algún modo, tuviera prohibido el paso.

Sin embargo, lo que prohibía el paso era el dispositivo policial organizado, supongo, para la eventualidad de que pudiera existir un zumbado de mentalidad medieval pero paradójicamente armado con la última tecnología armamentística. Paranoia o afán de seguridad, no sabría qué decir, el caso es que nos sentó un poco mal que no nos dejasen acercarnos más a la música. Menos mal que mi amigo Víctor con su sabiduría e instinto para estas eventualidades consiguió conducirnos a los sitios más adecuados para un seguimiento razonable. Finalmente nos aposentamos en un césped cerca del vallado regentado por la policía donde el sonido era más que aceptable.
A todo esto, la música había comenzado (serían las 21:10). Para comprender el sentido y el tracklist del concierto hay que tener en cuenta que esta gira está especialmente centrada en “The River”, su icónico disco de 1980, de ahí que la mayor parte de la primera mitad del concierto estuviese poblada por canciones de ese álbum (si bien al final se esperaban más).

Por eso mismo quizá sorprenda que comenzase por “Badlands”, de su relativamente poco mencionado disco “Darkness On The Edge Of Town” (1978), pero la elección, aparte de original y acertada, fue una buena forma de entrar dando una patada en la puerta. Es entonces cuando te das cuenta de que la fama de la E Street Band es algo más que un tópico; sabes que su empaque y carisma no necesitan de una exquisita perfección técnica. A eso se le llama personalidad, señoras y señores. Los Van Zadt, Weinberg, Tallent, etc. pueden seguir reclamando tranquilamente su trono, aunque en la memoria aún estén Clarence Clemons y Danny Federici.

Los sonidos de animación ya eran manifiestamente notorios en estos primeros compases del concierto, a pesar de que fue la más “ligera” por así decirlo. Se iban intercalando temas de “The River” (“The ties that blind”, “Sherry darling”…) con otros cuyo renombre no es de nivel de clásico. Y sin embargo no estuvieron nada mal, ahí estuvo p.ej “Cover me” de “Born In The U.S.A.” (1984). Al rato, llega el primer tema de relumbrón, “Hungry Heart” y la subsiguiente reacción del público fue arrolladora, cantando buena parte de la canción. Es en estos momentos cuando Bruce equipara el ejercicio de su profesión de músico a la de un especie de sacerdocio laico mediante el cual mueve a la acción a miles de feligreses. Una palabra, un gesto suyo basta para desatar destellos de pasión. Para que luego hablen peyorativamente del “rock de estadio”.

Más temas de “The River” hasta que llega otra bomba de profundidad: “The river” (canción título). No es una canción para provocar oleadas de movimientos, pero es la faceta de contador de historias, de storyteller (perdónenme el anglicismo) que es otra modalidad distinta de conmover a un estadio. Por cierto, en breves instantes nos damos cuenta de que aparte de “The River”, ésta va a ser la noche de “Born In The U.S.A.”. Lo vemos porque Bruce prosigue con la inclusión de temas menos conocidos del álbum (“Downbound train”, “Working on the highway” o “Darlington county”) y por una de las agradables sorpresas de la noche: “I’m on Fire”. Esta canción pasa por ser una de las canciones más bonitas del Boss, sutil y desesperada a un tiempo; era además una canción esquiva dado que en sus inmediatas anteriores comparecencias en Madrid Bruce nunca había optado por tocarla. A Víctor Prats y a mí nos encantó este momento y el público pareció ser de nuestra misma opinión a juzgar por cómo participó de la melodía. Todo el Madrid circundante debería de haber sacar un mechero.
Mientras veíamos el concierto, una de la reflexiones que hacíamos Víctor y yo es que aunque Bruce y su banda son un grupo eminentemente rockero, no se basan de forma definitiva en la guitarra. En ese sentido son una banda bastante democrática, la batería (brutal Weinberg anoche), el saxofón y los teclados tienen numerosos momentos de mérito y lucimiento, a ratos estelar. La parte de los teclados por ejemplo es muy notoria en los temas de “Born In The U.S.A.”, y anoche tuvimos sobrados momentos para aseverarlo.

Poco a poco la música va pisando el acelerador, la intensidad va creciendo y tenemos la sensación de que estamos un poco más dentro de la ceremonia. Es ya la segunda mitad del concierto y el repertorio va variando. Una favorita de los fans como “Waiting on a sunny day” (luego ya vi que con niño incluido en el escenario), quizá una de las que más ha quedado de “The Rising (2002), consigue nuevamente conectar casi eléctricamente con el público a través de su luminosa y amigable épica. Canción propia de una fina estrategia para meterte al público en el bolsillo y que fue seguida por “Johny 99”, la canción más movida del introspectivo “Nebraska” (1982). Cosa por otra parte lógica, era el momento de la acción directa y la proactividad. Que no pare la fiesta, llega el momento de una canción con trazas de himno y resultados demoledores: “Becasuse the night”, la canción coescrita con Patti Smith, y que volvió a sacar brillo a la conexión Springsteen-público con su mayestático estribillo.

La conexión no se interrumpió para nada con “Spirit in the night” y para Víctor y para mí fue un momento destacado, pues en el ínterin entre ésta y “Human Touch” (muy bien el guiño a los noventa, y con Patti Scialfa) la policía decide levantar el perímetro de seguridad y franquearnos el paso para acercarnos al estadio. Se ve que la amenaza terrorista caduca a las dos horas (lo que llevábamos de concierto más o menos). Víctor, que ya se las sabe todas de su experiencia de 2012, nos condujo hasta la puerta más adecuada para impregnarse de concierto. No fuimos los únicos congregados allí y pudimos ver a variopintos seguidores del Boss tratando de sacar algo en claro (o sea, poder ver algo) pero que a la larga solían marchar desalentados, una vez que sus esfuerzos acabaron siendo vacuos. No obstante, no nos faltó compañía en ese punto. Víctor, aprovechando su envergadura, era capaz de ver parte del escenario y me pudo dar cumplido testimonio de cuanto veía.
Los bises, por si a estas alturas alguien se esperaba lo contrario, fueron pura dinamita. ¿Qué puede esperarse cuando suenan los mayestáticos teclados y la firme batería de “Born In The U.S.A.” (canción título)? Algo muy cercano a la catarsis, a la locura y a una incipiente afonía del respetable; nadie se guardó, todo fueron algarabía y gritos. Lo que siguió, fue una vuelta a la “normalidad”; hasta entonces no había tocado ni una sola canción de su clásico “Born To Run” (1975) cosa que me extrañaba muchísimo. Bien, pues llegó la canción título y la espera mereció la pena al ver el despliegue épico de artista y público. De hecho salvo por su ya clásica versión del “Twist and shout” el resto del repertorio se lo repartieron “Born In The U.S.A.”, con “Glory days”, “Dancing in the dark” y “Bobby Jean”, y “Born To Run” con “Tenth Avenue freeze-out” y “Thunder road”.

Ésta última fue la despedida del concierto y Bruce decidió tocarla él solito y en acústico. Yo quizá prefiera la potente versión en estudio, pero a veces en un concierto se agradece que se le den la vuelta a las cosas y se añadan otras perspectivas a las ya conocidas. Si se han dado cuenta, aparte de “Thunder Road”, he mencionado a toda una retahíla de clásicos que fueron recibidos con alborozo y contento con los fans. No podía ver a Bruce (salvo por las indicaciones de Víctor), pero a juzgar por el sonido que me llegaba de banda y público parecía que la E-Street Band se hubieran hecho con la propiedad del Bernabéu y estuviesen dando una apabullante sensación de dominio, de mando. Hay muchos sobrenombres musicales: “Leon de Belfast”, “Tigre de Gales”, “Genio de Minneapolis” (al que dedicaremos un programa este sábado, por cierto), pero si hay uno cuya coherencia es total es el de “Boss”. Él dirige, manda y ordena. ¿Y saben qué es lo mejor? Que él no pide pleitesía, no es un cantante mesiánico, no es una satánica majestad, sino que aparenta ser un artista a pie de obra, con la mayor excentricidad del rock de grandes masas: la normalidad.
Quizá por ello, tras la rendición acústica de “Thunder Road” y el fin de concierto, la gente que iba saliendo, en pos de metro o taxis, parecía en general satisfecha, feliz. He oído algún comentario sobre fallos en el sonido, pero sería un poco picajoso hacer de ello algo significativo, cuando lo que se vio el sábado fue un ejemplo de pasión, más que algo técnico y cerebral.

No se pueden objetar demasiadas cosas del tracklist, para los buenos conocedores del Boss probablemente las sorpresas fueran relativas, pero aun así el repertorio fue bastante menos previsible y funcionarial que el de otras bandas. Yo, por mi parte hubiera gustado de escuchar “Sad eyes” (sabiendo que es poco apropiada para un estadio), alguna canción de “Tunnel Of Love”, “Lonesome day” o, por ejemplo, el jolgorio luminoso de “She’s the one”. No obstante la noche invitó a la satisfacción, y en comparación con otras experiencias de “rondadores nocturnos de conciertos” (Morrissey, The Killers), la cosa siguió estando bien y con una mayor longitud (3h 15 min. aprox.). ¿Habrá más giras de Bruce y la E-Street Band? No se sabe, “El Jefe” manda. Esperemos que sí.

Texto: Víctor Prats y Mariano González.
Fotografías: César San Miguel, Andrés Vialás (y allegados) y Víctor Prats.
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viernes, 20 de mayo de 2016

Prince And The Revolution - Music For The Motion Picture “Purple Rain” (1984)

ANTECEDENTES E INTRODUCCIÓN.
Es preciso homenajear a la figura de Prince tras su reciente fallecimiento. Daba por hecho que ya había hablado hacía tiempo del disco que hoy nos ocupa, pero me equivocaba. Aviso que la película en sí no la he visto (cosa que tengo pendiente desde hace mucho), por lo que aquí nos vamos a centrar en el contenido musical del disco que representa su banda sonora, sin poder comentarles nada relacionado con el film a la presente fecha.

El motivo de hablarles tan de repente de Prince es que queremos terminar nuestra 7ª temporada de radio con él. Y ya sabrán ustedes de nuestro método de trabajo: no hay programa sobre un disco hasta que aún no haya pasado por el blog; primero fue el blog y luego vino el programa de radio. De esta forma, ya les anticipamos sobre qué irá el programa del siguiente sábado 28 de mayo a las 16.00h en Radio Universitaria de Alcalá de Henares (RUAH).

Prince venía de su anterior “1999”, en el que con canciones como la que titula el trabajo ya se había dejado notar con mucha fuerza. Este “Purple Rain”, aunque yo lo haya citado en el título del post de la manera completa, es el 6º disco de estudio de Prince y el primero firmado junto a The Revolution. Por la notoriedad que alcanzó y que ya hubo con “1999”, parecía que eran los 2 primeros discos del artista de Minneapolis, pero no era así evidentemente.

Este disco “Music For The Motion Picture “Purple Rain””, contiene los detalles básicos para confeccionar un gran éxito: listado ajustado de temas (9), 2 auténticos hitazos en su haber (“When doves cry” y la canción título), sonido muy moderno y que no ha envejecido tan mal como alguna escucha de repaso pueda a veces suponer, sobre todo en los referido a los temas más electrónicos, y un artista del carisma y la talla de Prince.

ANÁLISIS DEL DISCO.
1. “Let’s go crazy”: Empezamos con una la voz de Prince lejana, con eco y solemnidad, para luego que entren las bases y las notas de teclado de forma algo barroca, en la que el funk y la psicodelia se hacen un mismo género. Canción de título apropiada esta “Let’s go crazy”, ya que en su sonido desenfadado y de fuerte baile hay algo de sala locura que permiten abrir con buen pie.

2. “Take me with U”: “Take me with U” engaña con sus primeros segundos donde una percusión trastabillada nos pone en sobreaviso. Sin embargo, la canción deriva en un medio tiempo, en tono de balada de mucha luz, con bastante manierismo en sus sonidos y que es claramente el tipo de canción que podría definir uno de los principales enfoques sonoros que con maestría siempre mostró Prince en su discografía.

3. “The beautiful ones”: Apostando por el falsete (que no sé si sirvió de inspiración para el Bono de U2 de los primeros años 90) Prince comienza con “The beautiful ones” que si cabe rebaja el ritmo respecto a la ya comedida canción previa. Es una canción elegante que se apoya en maneras hedonistas y relajadas. Ligera y de fácil entrada en nuestros oídos. El tema gana en intensidad en sus últimos instantes, donde Prince se desgañita al micrófono cuando la guitarra eléctrica aborda acordes de tintes épicos.

4. “Computer blue”: Con unas bases y sonidos que pueden llevar a equívocos de “When doves cry”, llega “Computer blue” que entra como un pequeño elefante en una cacharrería con su sonido anguloso y a ratos exagerado y levemente grotesco. Prince abunda en la contundencia en el micrófono en esta canción de melodías o notas principales de cierto carácter obsesivo que terminan por afianzarse muy bien en el recuerdo.

5. “Darling Nikki”: En “Darling Nikki” la producción se desnuda y todo suena casi a maqueta. Se resta ampulosidad a un tema que llama la atención por su carácter severo, con Prince cantando de forma muy marcada y con mucho aplomo, con unas notas musicales que abundan en las bases rítmicas y un paso sincopado. Como curiosidad, creo que Rihanna ha hecho alguna versión de este tema para sus giras.
6. “When doves cry”: Comenzamos la cara “b” y ¡qué forma de comenzar la cara “b”! Ni más ni menos que “When doves cry” es la que nos recibe en la 2ª parte del disco. Mi canción favorita de Prince quizás (digo lo de quizás porque eso de destacar una canción de una trayectoria llena de tanto material aprovechable es aventurado). Canción nuevamente manierista, elegante, barroca, con Prince ofreciendo una de sus mejores interpretaciones al micrófono, comedido y con tono engravecido a ratos que le reporta solemnidad en ratos como cuando pregunta “¿Cómo me pudiste dejar sin más?”. La canción tiene su toque psicodélico en el desarrollo del tramo final y el videoclip que se grabó, con fragmentos de la película y una coreografía de paso lento con Prince junto a The Revolution en plató blanco, es también más que definitorio de una época.

7. “I would die 4 U”: “Music For The Motion Picture “Purple Rain”” es un caso de disco grande en general, pero que si cabe mejora en la cara “b”. “I would die 4 U” es un tema con mayúsculas. Pop bonito, con mucho ritmo, cierto frenesí, que si cabe hace que sus menos de 3 minutos se pasen en un suspiro. No estamos ante un tema de transición, cosa que pudiera parecer por encontrarse ante un templo de canción como es “When doves cry” y por su corta duración. “I would die 4 U” es una de mis composiciones favoritas del disco que nos ocupa.

8. “Baby I’m a star”: “I would die 4 U” cede el testigo a “Baby I’m a star”, que vuelve a las formas barrocas y recargadas y resta la emotividad de “I would die 4 U” para apostar por un mayor músculo en las sensaciones que transmite. Canción de celebración, alocada y que nos permitirá llegar a la cima que supone el final de obra.

9. “Purple rain”: Este disco es otro caso de lp que acaba por la puerta grande, con su gran hit. No es algo muy común, pero cuando sucede esto suele ser en ocasiones importantes. “Purple rain”, canción que da título al disco, a la película y casi a Prince, es una composición con mayúsculas. Es una canción de la que ya se ha podido decir todo y mucho más que eso. Son casi 9 minutos de canción, pero no sobra ni un segundo. La canción comienza con unos acordes de guitarra eléctrica para la historia y con Prince cantando en reverb acusado, con mucho aplomo nuevamente. El estribillo no tarda en entrar en esta epístola lírica que es “Purple rain”. Es uno de los casos en los que un estribillo mejor ha funcionado siendo tan simple, es decir, abundando en la repetición del título de la canción. Poco a poco la canción va ganando intensidad, con un broche en forma de final épico. El videoclip, con actuación de Prince en un garito y un tío con una gorra notable y gafas de sol mirando atentamente es sin duda, al menos para mí, otro momento icónico de la historia del videoclip. Final de disco descomunal, arrollador e inmejorable, porque, ¿qué mejor forma de terminar un disco que con “Purple rain”?

RESULTADO, CONCLUSIONES Y REFLEXIONES.
Prince tomó el relevo a Michael Jackson y su “Thriller” como sensación de la nueva música heredera del R&B. “Music For The Motion Picture “Purple Rain”” llegó en el momento en el que los rescoldos del disco del 82 de Jacko comenzaban a sonar con eco y permitió a Prince consagrarse como un grande.

El disco vendió millones y millones de copias. Y lo hizo con justicia. Es un trabajo animado, por lo general, con momentos muy locos, y con otros pasajes de otras texturas que le confieren la variedad justa para que no sea un disparate de música de baile que gusta del barroquismo de producción.

Tras este disco Prince siguió reinando en los 80 y parte de los 90. Los siguientes 3 discos, “Around The World In A Day”, “Parade” y “Sign ‘O’ The Times” ofrecen varios temas para la historia y en los 90 también hubo varios trabajos más que aprovechables, aunque en esa época a Prince se le fuera yendo un poco la cabeza con lo de renombrarse y tal y Pascual.

Quédense con el Prince más colosal y grande, al que podemos escuchar de cabo a rabo en este trabajo imprescindible para la historia del pop. Dentro de unos días terminaremos nuestra 7ª temporada rindiéndole tributo analizando en las ondas este disco y poniendo varios de los temazos que guarda “Music For The Motion Picture “Purple Rain””. Les esperaremos en el dial de Radio Universitaria de Alcalá de Henares (RUAH) el próximo sábado 28 de mayo de 2016 a las 16.00h.
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viernes, 13 de mayo de 2016

Pet Shop Boys - Super (2016)

ANTECEDENTES E INTRODUCCIÓN.
A estas alturas Pet Shop Boys no necesitan ninguna presentación ya que se les puede clasificar de clásicos del pop electrónico con 30 años de carrera a sus espaldas, multitud de singles éxito que forman parte de la historia del pop como “West end girls”, “Go west”, “It’s a sin”, “Left to my own devices” o “Suburbia” por citar unos pocos. Sus álbumes no se quedan atrás, de un perfeccionismo y calidad remarcable, algunos más inspirados, otros menos pero siempre sorprendiendo. Pet Shop Boys, al contrario que otros grupos de su quinta, no caen en la rutina de álbum+gira+descanso+álbum, sino que su discografía está llena de proyectos interesantes como la banda sonora del Acorazado Potemkin, su colaboraciones con diversos artistas como Liza Minelli, Dusty Springfield o David Bowie, el musical “Closer To Heaven” o el ballet “The Most Incredible Thing”.

Algo que hay que agradecer al dúo es que nunca se han lanzado a hacer el ridículo en solitario; ya saben: llega un momento en las carreras de los grupos que, o bien los miembros intentan lanzarse en solitario a ver si hay suerte y pierden de vista a sus compañeros (casi siempre es un fracaso y tienen que volver al grupo), o bien se aburren tanto en el grupo después de tantos años que tienen necesidad de lanzar algo diferente (y que suele dejar mucho que desear).

Para situarnos en los últimos discos de Pet Shop Boys, el dúo nos sorprendía con la edición de dos álbumes en tiempo récord. Dos álbumes que se contraponían el uno al otro: el orgánico y poco bailable “Elysium” (2012) y el electrónico con un sonido claramente techno “Electric” (2013), álbum que fue muy bien recibido por su público y que manifestaba su excelente estado de forma tras tantos años de carrera.

Después de pasarse desde 2013 a 2015 de gira, este año vuelven con lo que ellos describen como la continuación lógica de “Electric”, volviendo a repetir con el productor Stuart Price. Vamos a analizar canción por canción este segundo capítulo.

ANÁLISIS DEL DISCO.
1. “Happiness”: Parece que al igual que en “Electric” el grupo quiere comenzar con un instrumental con duras bases techno. Al final no es así y la canción tiene una mínima letra que actúa como estribillo con cierto toque country y la búsqueda de la felicidad como temática. Es sin duda una buena introducción al álbum y actúa como aperitivo para lo que viene.

2. “The pop kids”: Single de presentación y esta vez muy bien elegido. La historia transcurre en los años 90 y consecuentemente las influencias del house de esa época están muy presentes, al igual que un toque muy New Order que recuerda mucho al periodo “Technique-Republic” de los de Manchester. El único “pero” que se le puede poner es haber elegido la versión single y no la versión “full story” disponible solo en el cd single y que, tal como el nombre indica, cuenta toda la historia al completo.

3. “Twenty-something”: A pesar de ser un grupo muy pop, los psb siempre han introducido comentarios sociales en sus canciones (“King cross”, “Suburbia”, “Integral”, “To step aside”, etc.). En “Twenty-something” el narrador le habla a un veinteañero que en el mundo en el que vivimos no tiene precisamente la vida fácil. Cuando leí que esta canción tiene influencias del reggaetón me eche las manos a la cabeza pensando en la aberración que podía resultar. Finalmente las influencias están tan pasadas por el filtro del grupo que simplemente podría formar parte de “Bilingual”, aunque sin la elaborada producción de ese álbum. De alguna forma se desmarca del espíritu de música de baile que impregnaba “Electric” y es que aunque “Super” sea la segunda parte, al contrario de su antecesor no es uniforme.

4. “Groovy”: Cambio total de registro con un tema puramente discotequero y desenfadado para disfrutar. Letra muy simple pero efectiva e influencias de la música disco setentera que aparecen de forma fluida. Sin duda muy disfrutable y con madera de single, aunque muchos de los temas de este álbum podrían serlo sin problemas.

5. “The dictator decides”: De nuevo la ambivalencia entre temas lúdicos y otros más retorcidos, en este caso se inspiran en Bashar Assad y Kim Jong para contar la historia de un dictador que está aburrido de serlo y sólo desea marcharse para no tener que sufrir todas las obligaciones de su cargo. Los sintetizadores consiguen un sonido hipnótico que hacen que te metas totalmente en la historia. Al final hasta sabe a poco y desearíamos que esa parte instrumental del final fuera más larga.

6. “Pazoo!”: Los PSB son conscientes de su pasado y saben que a estas alturas no tienen que demostrar nada a nadie; se pueden permitir rescatar las influencias del italo-disco de sus principios y actualizarlas en este tema caótico y muy bailable que recuerda a una mezcla del “Fine time” y “Tutifrutti” de New Order. Nuevamente queda acreditada la admiración de Tennant y Lowe por Sumner y compañía. De hecho comparten productor en sus últimos trabajos respectivos.
7. “Inner sanctum”: Claramente “Super” está concebido como un álbum a la antigua usanza, con su cara “a” y su cara “b”, e “Inner sanctum” actúa como introducción a la segunda parte del álbum. Un tema prácticamente instrumental con fuertes bases electrónicas donde consiguen sonar totalmente actuales. Es un tema que adelantaron como aperitivo antes de sacar el álbum para poner los dientes largos antes de lanzar el single oficial.

8. “Undertow”: Uno de los temas más contundentes del álbum, eufórico, hedonista y tremendamente pegadizo. Podrían cederlo a alguna princesita pop y seria todo un éxito. Una especie de puente entre su sonido más clásico y las sonoridades más modernas, sin duda uno de los puntos fuertes del álbum.

9. “Sad robot world”: Y después de tanta euforia llegamos a la balada del álbum, donde se nos cuenta la triste historia de un robot esclavo que trabaja todo el día sin recibir nada a cambio. La voz de Tennant se va poco a poco robotizando hasta ser puro vocoder al final de la misma creando un efecto frío y mecánico. Esta canción casi podría ser la antítesis de “The robots” de Kraftwerk, aunque podría funcionar también como metáfora sobre toda esa gente que trabaja en las fábricas del tercer mundo por un sueldo de esclavo.

10. “Say it to me”: Se trata del único tema del álbum no escrito totalmente por Tennant y Lowe ya que esta co-escrito por ambos junto al productor Stuart Price. De nuevo cambio de tercio que hace que nos olvidemos de la pobre vida del robot anterior para darnos del nuevo al baile con ritmos EDM. Mucha luminosidad y un gusto exquisito por la melodía con una letra fácil de digerir. Pop con mayúsculas.

11. “Burn”: Me encanta cuando se dejan temazos para el final del álbum. Nunca he entendido porque muchas veces las segundas partes de los discos ofrecen los temas menos contundentes. Aquí los PSB, unos señores mayores, nos llaman a bailar toda la noche y quemar la discoteca. De nuevo consiguen aunar lo viejo con lo nuevo en cuanto a sonido: Giorgio Moroder , el house de los 90, artistas más actuales como Vitalic e incluso un cierto gusto a “Always on my mind” están presentes y lo mejor es que consiguen que suene moderno, podría ser un single perfecto.

12. “Into thin air”: Para despedirse PSB bajan el acelerador para ofrecernos un tema bastante atmosférico, melancólico y cargado de ricos detalles, muy elegante y con la idea muy común en la temática de las canciones de PSB de escapar de la realidad para encontrar un lugar mejor. De nuevo vuelven a demostrar su enorme clase. Un broche final destacable.

RESULTADO, CONCLUSIONES Y REFLEXIONES.
Pet Shop Boys vuelven a demostrar con “Super” su excelente estado de forma. si bien han seguido la línea de “Electric”, han querido hacer un álbum mucho más pop y con algunos momentos melancólicos y tristes que contrastan con el concepto dance del álbum y que no estaban presentes en su antecesor.

“Super” puede recordar en parte a “Very” en cuanto a ser un álbum comercial donde el dúo muestra todas sus diferentes facetas, pero claramente “Super” es un álbum puramente electrónico con clara tendencia a la pista de baile y que hace hincapié en pasajes instrumentales donde la letra es secundaria. De nuevo Pet Shop Boys demuestran su capacidad para ofrecer algo nuevo sin renunciar a su pasado. “Super” es sin duda un digno sucesor de “Electric”. Es lo mismo, pero no es lo mismo, como suelen decir.

Ahora viene lo mejor, como lo presentaran en directo ya que esa es uno de los fuertes del grupo: su siempre sorprendente puesta en escena donde la música pregrabada se pone al servicio de crear un gran espectáculo en lo visual. Cuántos, tanto jóvenes como maduros, deberían aprender.

Texto: Alfredo Morales.
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viernes, 6 de mayo de 2016

The Who - My Generation (1965)

ANTECEDENTES E INTRODUCCIÓN.
Nunca he sido muy partidario de los rankings, clasificaciones o listas cuando hablamos de materia musical; particularmente de las que jerarquizan grupos. Me parece que incurrimos en el error de aplicar los criterios de la formulación matemática, o de la cuantificación pura y dura, cuando en realidad estamos tratando de ordenar elementos de una altísima subjetividad. De todos modos, si decidiera entrar al trapo y me preguntaran por un ranking de grupos más influyentes dentro de la historia del rock clásico, sin duda metería a The Who, al menos, entre los diez primeros. El año pasado se cumplió medio siglo desde que echaron a andar y es de justicia que les honremos en este blog. Precisamente con su debut, “My Generation”.

¿Qué es lo primero que se nos viene a la cabeza cuando hablamos de The Who? La palabra “mod”. En efecto, el grupo es considerado como uno de los referentes de este movimiento (junto con otros en diversas épocas como The Small Faces o The Jam…) Sería largo de explicar las implicaciones de este estilo/filosofía de vida, pero ya saben: vespas con decenas de retrovisores, trajes, soul, beat, rythm and blues, hostias como panes en reyertas con los rockers… De todos modos sería un inmerecido reduccionismo catalogar a The Who como mods y quedarnos tan tranquilos. Si acaso, sería procedente en los primeros compases de la banda (creo que una de las cosas más mod que sacaron fue “Zoo Suit/I’m The Face” cuando todavía eran The High Numbers, antes de ser propiamente The Who) y en las referencias de su disco “Quadrophenia” (1973). Y claro, nuestro disco de hoy es un buen reflejo también.

A mí personalmente me parece que una de las principales aportaciones de The Who es la crudeza instrumental; de hecho los considero una piedra de toque importante para movimientos digamos, “fuertes” como el hard rock o incluso el punk. Cojamos el disco de hoy y concretamente el single “My generation”. Les aseguro que en el año 1965 no era nada fácil encontrar una canción donde se tocara tan duro ni con tanta rabia. Y en este mismo disco tenemos también “The ox”, “I’m a man” (p.ej), canciones toda ellas rabiosas y plenas de poderío. Y si profundizamos más todavía en el contenido del disco nos damos cuenta de que no es una potencia sin control, que como decía el anuncio no sirve de nada, sino que a la par tenemos un alto sentido de la melodía digno de un gran pop. Como desde el punto de vista de la ejecución este grupo destaca mucho, creo que lo mejor será presentarles. La formación de este disco y, sin discusión la clásica de The Who es:

Pete Townshend: guitarrista, compositor y eventualmente cantante. Este sujeto tiene una de las frases más interesantes que jamás se han dicho sobre rock. Decía que era como una especie de mecano, con elementos muy sencillos se pueden hacer cosas bastante complejas. Supongo que en su momento lo aplicaría a discos ulteriores, en “My Generation” veremos que ya deja ver cosas interesantes. Antes de las filigranas de Hendrix o Clapton notamos como ya aquí Pete juega con distorsiones, feedbacks y con la rabia. Y ya empieza a mostrar sus dotes como compositor, como un creador dúctil de melodías, aunando fuerza y sutileza. De las voces se encarga Roger Daltrey, uno de los vocalistas icónicos del rock; a veces más que cantar parece que ruge. En “My Generation” suena muy juvenil, pero ya contundente; no llega a los niveles todavía del huracán que será en “Won’t get fooled again” (p.ej), pero denle tiempo. A la batería Keith Moon, un batería libre, contundente, complejo; fulgurante y explosivo. De personalidad extravagante y autodestructiva hasta límites peligrosos… Como se vio en 1978 con su muerte. Uno de los grandes baterías de la historia; son recordados los finales de concierto donde destruía su batería a la par que Pete hacía lo propio con su guitarra. Y al bajo, otro miembro tristemente fallecido (en 2002): John Entwistle. Un hombre mucho más tranquilo (aunque de hábitos no siempre saludables precisamente) pero con una fuerza y notoriedad en su técnica realmente apabullante; como si utilizara el bajo para canalizar su energía interior. The Who tenían una de las mejores secciones rítmica que ha visto el rock, y extendiéndonos al ámbito general de la banda, todos destaca con prominencia.

“My Generation” es un debut, pero ya tiene clásicos; de hecho quizá el mayor de todos: la canción título. Comparativamente, aunque Beatles o Rolling me gusten más, he de reconocer que el debut de The Who me parece mejor, es más completo; podríamos decir que es uno de los mejores debuts de su época. Era normal que como grupo hubiese una curva de aprendizaje, y aunque eso también suceda con The Who, nuestra banda de hoy parte a un nivel ya notablemente sólido. Y la cosa, como mencionaremos adelante, fue a más; bien es cierto que más de medio siglo da para mucho y no todo es caviar, pero los pináculos serán estupendos. De momento analicemos este pequeño primer paso para The Who, pero un gran paso la historia musical.

ANÁLISIS DEL DISCO.
1. “Out on the Street”: Comenzamos con un leve rasgueo de guitarra, que conduce a una exclamación de Roger Daltrey y a posteriori a la parte rítmica. La batería me parece excelente, ágil y contundente a un tiempo, llevando un ritmo bailable y trotón. La voz de Roger empieza a vislumbrar el talante salvaje y su interpretación es firme, vivaz. Hay que prestar atención a alguna filigrana que Pete empieza a fabricar a la guitarra. Empezamos con un tema potente, que aúna una vertiente un poco macarra que sin embargo no está exenta de elegancia. Para enganchar a la escucha no está nada mal.

2. “I don’t mind”: Versión de una canción de James Brown. Lo que más destaco de esta canción es la apasionada interpretación; la melodía en sí misma no me interesa tanto. La pasión incluye la potente voz de Roger y la implacable sección rítmica (ojo a los zurriagazos que Keith Moon sacude a la batería). Es un soul cuya ejecución no es meliflua, pero me parece un poco lineal y melódicamente no me cala mucho.

3. “The good’s gone”: Esta canción siempre me sonó “cabreada”, seria y un poco pétrea. Sin embargo de ello The Who hacen virtud y consiguen que a pesar de todo la cosa suena pegadiza, pero con un trazo firme. Un pop rock de manual pero que huye de la candidez propia de muchas canciones de la época. Interesante.

4. “La-la-la-lies”: Pop sencillo y digerible, más ligero que tracks anteriores y, en cierto modo, muy hijo de su época. Una canción muy “sixties” con un simpático acompañamiento de piano. Nada del otro jueves pero cumple. Fue cuarto single, sin permiso de la banda. La canción presenta a alguien dirigiendo reproches a otra persona, suponemos que por mentir o intentar socavar una relación (“tengo a mi chica y juntos somos fuertes, para reír y probarte que estabas equivocado”).

5. “Much too much”: Nueva muestras de pop de manual, pero esta vez menos luminoso; recuerda un poco a “The good’s gone”. La canción comienza con un simpático coro, pero la resolución de la canción es recia: notoria batería, voz desafiante, contradiciendo la canción anterior. Ya vamos viendo por dónde van los tiros, canciones pop pero interpretadas con contundencia. Caramelos envenenados, en cierto modo.

6. “My generation”: Una canción clave en la historia del rock, clásico de la banda y de la música popular. ¿Por dónde empezamos? La palabra clave es rabia. Lírica y musical. Tenemos los eléctricos chispazos de Pete, la demoledora batería de Keith cuyos redobles llegan a atronar, casi a devorar la canción, el impresionante bajo de John (con un pequeño solo) y la peculiarísima interpretación vocal de Roger (tartamudeos incluidos). El resultado es huracanado, dudo que alguien más hace 51 años pudiera tocar con esta fuerza y convicción. Por no mencionar ese estructura de voz-respuesta tan genuina. Líricamente es una canción de furia juvenil, según el propio Pete una canción sobre “encontrar un sitio en la sociedad”. Es famosa la frase “prefiero morir antes que envejecer”. ¿Qué piensas Pete, ahora que tienes casi 71 años? No obstante, en una entrevista en 1989 afirmó que quería decir “prefiero morir antes que hacerme rico”. Hombre, ya supongo que los royalties tampoco serán pequeños. En cualquier caso un clasicazo, y junto con “You really got me” de The Kinks una piedra de toque para el hard rock o incluso el punk. Fue single un par de meses antes de publicar el disco.
7. “The kids are alright”: Melódicamente quizá sea la mejor de todo el disco. Nos encontramos ante un pop altísimamente consistente, casi de orfebrería, con momentos muy hermosos. Sin embargo, The Who encuentran resquicios para hacer gala de su pericia y reciedumbre instrumental. Nuevamente Keith Moon hace maravillas a la batería. Líricamente la letra está sujeta a interpretación, pudiera ser que hable de un hombre cansado de su matrimonio o de su vida familiar “mejor dejarla atrás, con los chicos; los chicos están bien”. Lo dicho, caramelos envenenados. Fue tercer single y es un pequeño gran clásico.

8. “Please, please, please: Nuevamente una versión de James Brown (la influencia del R&B es grande) y de nuevo no acaba de llenarme. De todos modos coloco a ésta por encima porque melódicamente creo que es superior y la conjunción entre los coros y la voz de Roger Daltrey no está del todo mal. Pasional, pero hay números mejores.

9. “It’s not true”: Canción muy loca y directa, de tempo rápido y ágil interpretación. Es un pop muy movido y un tanto excéntrico, simpático y disfrutable. Escuchando el estribillo parece que se trata de una respuesta a las afirmaciones (rumores) de las estrofas: “no tengo 11 hijos, no nací en Bagdag, no soy medio chino…”. Me gusta, aunque en un principio Pete Townshend la odiaba. Ojo a la distorsión que emplea en el último cuarto de canción, bastante potente para el momento del disco.

10. “I’m a man”: De nuevo una versión; en esta ocasión de Bo Diddley, uno de los pioneros del blues y del rock and roll. La interpretación es la propia de un rudo blues, con Roger cantando en plan machote y el resto de la banda secundando con una notable garra instrumental. Una canción perfecta para los seguidores de los blues añejos, con sus marcadas cadencias. Lo más interesante es, precisamente ver la potencia de la interpretación, incluyendo unas guitarras peudo hard rockeras de Pete Townshend casi prototípicas. Solamente se incluye en la edición original británica, de tal modo que en la edición USA este track no está disponible.

11. “A legal matter”: Pop de tempo rápido, más bien locuelo y saltarín. No está mal situada después de dos números más contundentes como han sido los anteriores. Muy interesante pop sesentero. En lo lírico la cosa no es tan liviana, el “asunto legal” del que habla la letra se refiere a un divorcio. De hecho en este caso la voz principal corresponde a Pete Townshend, ya que Roger Daltrey vivía el tema de la canción demasiado de cerca (se estaba divorciando en ese momento). Fue segundo single sin el permiso de la banda… Se ve que en este tema había sus más y sus menos.

12. “The ox”: Y terminamos con un instrumental, surgido como una improvisación de todos los instrumentistas de la banda más el teclista Nick Hopkins al piano. La canción, reconozcámoslo, es una ida de olla pura y dura. Pete Townshend saca unos acordes potentísimos de guitarra, con un prominente uso de la distorsión y el feedback, la batería de Keith Moon es como un mortero lanzando bombas, el bajo brutal y el piano es loquísimo y fulgurante. No tiene muchas trazas, vale, pero no deja de ser curioso y divertido ver a buenos instrumentistas soltarse la coleta.

RESULTADO, CONCLUSIONES Y REFLEXIONES.
No fue un mal año el 1965, Bob Dylan se electrifica y lanza “Subterranean Homesick Blues” y “Highway 61 Revisited” para escarnio e indignación de los integristas del folk; los Beatles aportan el divertido “Help!” y el influyente y completo “Rubber Soul”. Pues este debut debe mencionarse con lo mejor de aquel año, viniendo además con la bendición de un clásico debajo del brazo. Por cierto, hemos de aclarar que estamos analizando el lanzamiento más primigenio, pues este mismo disco fue lanzado meses después en Estados Unidos con un tracklist ligeramente diferente y con el nombre “The Who Sings My Generation”.

Es un disco muy vital, que invita al movimiento, al dinamismo, a la diversión… Un disco juvenil en el mejor sentido de la palabra; hecho por veinteañero con ganas de comerse el mundo, con muchísima actitud y además con unas virtudes compositoras e instrumentales bastante desarrolladas. No es fácil además que un debut sea tan influyente, ya hemos mencionado arriba que nos encontramos en este disco ante muchos antecedentes de músicas por venir. The Who mismo gustaban a grupos punk (Ramones y Sex Pistols versionaron “Substitute”, single más o menos coetáneo a nuestro disco de hoy), a grupos mod revival como The Jam o al Brit Pop (Oasis solían hacer una versión de “My generation” en directo). El hard rock también es un estilo que debe mucho a The Who.

A pesar de ser un disco con connotaciones de tribu (léase, mod) rápidamente se convirtió en clásico rock de amplio espectro. La producción gustará mucho a los amantes de la música vintage, de aires sesenteros, y con el gracejo de los pioneros, de los que pusieron los cimientos a multitud de detalles posteriores.

Como glosar tantísimos años de andadura es una tarea hercúlea, nos conformaremos con destacar algunos álbumes importantes de la banda. Si en el primer párrafo decíamos que, por asociación de ideas, lo primero que se nos venía a la cabeza al hablar de The Who era la palabra “mod”, lo segundo será “ópera rock”. En efecto, The Who no la inventaron pero sí la llevaron probablemente a su cima comercial y artística. Todo ello mediante “Tommy” (1969), con una historia un tanto raruna acerca de un chico autista que se convierte en un mago del pinball y en líder de masas, y con “Quadrophenia” (1973) y las andanzas de un joven mod. Son discos con un aumento exponencial de la complejidad y de la estructura y excelentemente compuestos. Sin embargo, en cuestión de frescura no estoy seguro de que aventajen a su debut. En cualquier caso son discos para la historia, dando incluso lugar a dos películas. Por otro lado tenemos a “Who’s Next” (1971), con canciones ampulosas y magníficas como “Baba O’Riley” o uno de los mejores gritos de rabia de la historia del rock : “Won’t get fooled again” (es decir, “no seremos engañados otra vez” y su mítica línea “meet the new boss, same as the old boss”… Políticos de toda índole daos por aludidos). Y me dejo unos cuanto en la saca, pero mencionar todo lo interesante nos llevaría demasiado tiempo para un post. Si acaso mencionar que la canción que más se escucha hoy de The Who quizá sea “Who are you?”, del disco homónimo de 1978, por aquello de aparecer en “CSI”.

Fíjense hasta donde llega la alargada sombra de los británicos. Hecho que podrán comprobar en breve, pues The Who (su formación actual, en la que sobreviven Pete y Roger) visitarán dos festivales en España: el Mad Cool en Madrid y el Azkena Rock en Bilbao. Me será imposible dar cuenta de ello, pero ustedes no se priven y acudan prestos.

En fin, escuchar nuestro disco de hoy es como asistir a un parto, al nacimiento de muchas cosas que se irían filtrando con el devenir de los años para disfrute de nuestros oídos. 1965 es el umbral para un montón de novedades que se abalanzaron poderosísimamente poco después, y de The Who estaban en el furgón de cabeza. Por eso, más de medio siglo después, “My Generation” sigue sonando como un disco joven.

Texto: Mariano González.
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martes, 3 de mayo de 2016

Programa Talking Heads “More Songs About Buildings And Food” (Temporada 7/ Programa 12)

Tras haber llevado una satisfactoria entrevista para el programa 13 de la presente temporada en compañía telefónica de Emanuel Pérez “Gato”, bajista de Izal, acometimos el pasado 16 de abril de 2016 a las 16.00h en directo en la sintonía de Radio Universitaria de Alcalá de Henares (RUAH) un coloquio sobre una de nuestras bandas favoritas.

Se trató de un mano a mano entre Mariano González (nuevamente por teléfono e insertado de manera casera en la foto) y servidor de ustedes sobre Talking Heads y su 2º disco de estudio. Lo disfrutamos mucho y nos permitió recordar tiempos de hace más de una década en los que en nuestras conversaciones musicales privadas los Byrne, Frantz, Weymouth y Harrison eran objeto constante de nuestras charlas.

No hubo redifusiones, ya que RUAH en la actualidad es solamente radio de directo, sin continuidad, radiofórmula o espacios de emisión programada, por lo que si no lo escucharon en directo ahora tienen la ocasión. Aquí les dejamos enlace a Ivoox donde está alojado (para su libre descarga) e insertamos el reproductor para que lo escuchen directamente en este blog sin necesidad de moverse más: http://www.ivoox.com/dmr-7-12-audios-mp3_rf_11394165_1.html
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