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sábado, 28 de febrero de 2009

1980 Kate Bush - Never For Ever

Cualquiera que piense que el orden de aparición de los artistas en el blog, va en relación directa con mi preferencia por ellos, está equivocado de pleno. Cierto es que el tributo inicial de revisión del podio de mis grupos más adorados, puede llevar a engaños, pero más allá de ese detalle, no se fíen. Ejemplo de ello, es que tras varios meses de andadura, es hoy cuando me he decidido a introducirles en la figura de la gran dama del rock británico, la inigualable y mi muy querida Kate Bush.

Entramos en la trayectoria de esta talentosa señora, cuando todavía era una jovencita de 22 tiernos añitos, haciendo una incisión en lo que sería su 3er. trabajo de estudio. Allá por comienzos de la década de los 80 y tras 2 discos editados en el mismo año 1978, Kate ya se había permitido el lujo de grabar algún programa monográfico especial de Navidad para la BBC, al estilo de los que suele hacer Raphael en nuestro país.

Como anécdota, quedan los temores y miedos de los directivos de EMI ante la entrega de Kate a los mismos de lo que iba a ser su single de presentación en sociedad y anticipo de su 1er. álbum. Por lo visto, los mandatarios de la discográfica se lamentaban de que la canción no era lo suficientemente comercial… “Wuthering heights” llegó directa al nº1 de la lista de ventas de singles.

Tras el lanzamiento de “The Kick Inside” y en el mismo año “Lionheart”, daba la impresión, desde el punto de vista crítico, de que la buena de Kate era una artista algo plana y repetitiva; percepción básicamente sostenida por lo parecido del sonido del 2º disco respecto al primero. Bien es cierto que los discos se llevaron unos pocos meses entre sí y es más que probable que Kate ya tuviera compuestas la mayoría de las canciones antes de la publicación de “The Kick Inside” y lo que hizo fue un reparto entre los 2 trabajos.

Tras sus correspondientes y teatrales giras, para el tiempo que Kate estaba dando forma a su 3er. disco, esta controvertida artista decidió retirarse de los escenarios para centrar su trabajo en la producción, composición y grabación de material de estudio, renunciando a llevar sus creaciones a los escenarios. En el imprescindible concierto filmado en el Hammersmith Odeon, ya se nos dejó ver un tema inédito que formaría parte de su 3er. lp, titulado “Violin”. Es evidente que la complejidad de las actuaciones de Kate, haría el trabajo increíblemente estresante a la cantante, por la mezcla entre representación de danza, atrezzo de decorados y personajes, coreografías y además la interpretación vocal.

“Never For Ever” sería el título del 3er. álbum de Kate Bush y abría su track list con el exitoso single “Babooshka”, que recordando los tiempos no muy lejanos de “Wuthering heights”, consiguió llegar al nº5 en la lista de singles más vendidos. La canción nos cuenta la historia recurrente de una mujer, que decide poner a prueba la fidelidad de su marido, disfrazándose y seduciéndole para ver si cae en sus redes amorosas: “Le envió cartas perfumadas y él las recibió con extraño placer. Justo como su mujer, pero como era antes de las lágrimas, como era antes de que los años volaran, como era antes, cuando era guapa. Ella firmó las cartas: “Totalmente tuya, Babooshka”…”. El videoclip grabado al efecto no tiene ni un ápice de desperdicio, a pesar de su simplicidad, principalmente por el atuendo de guerrera algo picantota que lleva Kate. Ya apreciamos un cambio respecto a los sonidos de los primeros discos que tanta importancia concedían al piano. “Delius” es un enigmático tema de sonido embriagador, prácticamente instrumental, con coros de Kate y alguna voz grave que irrumpe por ahí de cuando en cuando. Los sonidos de las cuerdas tan orientales y las notas de piano, se alejan, no obstante, de las pautas de las primeras entregas de Kate, confiriendo un resultado hedonista y creando una canción perfecta para la escena de cualquier película que recree el mundo árabe. “Blow away” es un pequeño tributo a un antiguo ingeniero encargado de las luces de su “Tour Of Life”, que falleció poco antes de que el disco saliera al mercado. También existen referencias a “gente que casi murió, pero que sobrevivió, sin sentir miedo por dejar aquí sus cuerpos”, menciones a Vicious, Bolan y otros están presentes en la canción, que incluye unos coros angelicales por parte de la propia Kate. Nuevamente se trata de otra canción que nos envuelve en un halo de fantasía y ensueño. “All we ever look for” confiere cierto regusto medieval, principalmente por los sonidos de instrumentos de cuerda que conforman diversas partes de la canción y ese sonido parecido a un silbido que nos acompaña por casi todo el corte. Por una extraña asociación de ideas me da por pensar que hubiera sido un tema perfecto para algún pasaje de la película “Shrek”. “Egypt” es uno de los cortes más enigmáticos del disco. Los teclados y efectos aportados, crean una sugerente melodía misteriosa acorde con la civilización antigua a la que se rinde homenaje en la canción. Podrían establecerse ciertos paralelismos de efectos de sonidos psicodélicos con los Pink Floyd de su padrino musical David Gilmour. Letrísticamente es una oda de admiración por parte de Kate a Egipto, país del cual declara sentirse enamorada en la misma canción. Tras haber disfrutado de un instante tan experimental, se nos presenta la saltarina “The wedding list”, una canción que en parte nos puede recordar a “Hammer horror” del 2º disco de Kate. Algunos coros de la parte final me evocan que pudieran ser cantados por los personajillos que pululan por la portada del disco, es decir, esos trasgos y extrañas criaturas, más que la propia Kate con ese peculiar tono, que viene a imponerse a su registro principal y director de la parte vocal del tema. “Violin” ya se anticipó en su última gira como ya comenté antes. Se trata de una alocada canción, que divaga de forma paranoica sobre los violines y que se vale de unas chirriantes guitarras, aparte de, evidentemente, unas notas de violines. Impagable, digo una vez más, el fragmento del Hammersmith Odeon con una Kate histérica, escenificando esos gritos vocales, dando saltos cual Chiquito de la Calzada (hilarante). “Violin” es de los temás más recordados del disco por los seguidores de Kate, e incluye uno de los solos de guitarra más importantes del disco. Rock mezclado de ciertos elementos menos comunes, que conforman una notable canción. “The infant kiss” puede recordarnos en parte a “The man with the child in his eyes” de “The Kick Inside”, pero en sus notas tiene un leve toque más oscuro y misterioso, que le acerca a ese aroma tan personal que desprende el disco, no tan evidente como en las anteriores obras de la artista. “Night scented rock” es una instrumental de carácter coral, que supone un interludio al núcleo final conformado por 2 de los singles escogidos para promocionar el álbum. Una canción corta, relajante y de fuerte influjo celestial. No deja de ser una estructura particular que los singles flanqueen el disco en su inicio y en su fin. El asunto es que como penúltimo corte se nos sitúa la acústica “Army dreamers”; una canción antibélica compuesta por Kate: “¿Qué podría haber hecho? Debería haber sido una estrella de rock, pero no tenía dinero para una guitarra, ¿Qué podría haber hecho? Debería haber sido un político, pero nunca tuvo una educación adecuada… Qué desperdicio de ejército de soñadores”. El tema se valió de un clip con Kate vestida de militar, patrullando en mitad de un bosque acompañada de otros soldados figurantes. “Breathing” podría sintetizar en conjunto el sonido global de “Never For Ever”. Ese misterio, esa tristeza y melancolía de Kate en su interpretación, esas notas o sonidos lejanos como venidos de otro mundo y ese final tan desgarrador, indicador de tiempos futuros, demuestra el punto de partida respecto a los 2 primeros trabajos de mrs. Bush. El videoclip, que mostraba a Kate atrapada en una burbuja y que termina en mitad de un río vagando cual zoombie, está perfectamente acorde con el sonido de la canción.

“Never For Ever”, tomando como origen el sonido de piano tradicional paradigmático de “The Kick Inside” y “Lionheart”, evoluciona aportando nuevos matices, valiéndose de sutiles arreglos electrónicos y adentrándose en el misterio y lo fantasioso, dejando de un lado el corte clásico, solo visto en algunas de las composiciones. El disco supuso un nuevo repunte en cuanto al éxito comercial se refiere, tras el ligero retroceso que supuso “Lionheart”.

La portada, a la que he hecho vaga referencia anteriormente, incluye un dibujo de Kate como dando un grito con los brazos en jarra tras su nuca y frente a ella un cúmulo de animalitos, aves, criaturillas, enanos narigudos, duendes, trasgos etc. No deja de ser curiosa y simpática la portada, la verdad es que no.

Reitero la importancia de “Never For Ever” en el sentido que supuso la evolución de Kate, para dar una mayor amplitud a sus composiciones. El giro de Kate también se enfocó hacia un mayor malditismo y oscurantismo, que hemos podido apreciar en algunas partes de “Egypt” o en el final del disco con los últimos compases de “Breathing”.

Estos antecedentes darían paso, o más bien facilitarían el camino a la creación del futuro “The Dreaming” de 1982, disco maldito dentro de la discografía de Kate. Un descenso a los infiernos tanto en lo musical como en lo personal, ya que dicha obra no fue entendido en su momento de lanzamiento, con el consecuente descalabro comercial asociado, y ello llevaría a Kate a sumirse en una gran depresión. No obstante, Kate volvería a resurgir con más fuerza si cabe. En estos aspectos es donde se ven a los verdaderos artistas.

Ya habrá tiempo en un futuro de hablar de épocas posteriores o anteriores de Kate. Hoy es momento de escuchar el primer disco realmente variado de Kate, en lo que a su sonido se refiere, y quizás la primera obra realmente madura de la artista tras sus entrañables y aplicados comienzos, tan dignos de conservatorio.
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sábado, 21 de febrero de 2009

2002 Coldplay - A Rush Of Blood To The Head

Como cierre del artículo de la pasada semana, les hice una comparativa de Interpol con Coldplay, en lo que a un cierto paralelismo entre las trayectorias de las 2 bandas pudiera darse. He creído que ya que mencioné el otro día al grupo de Chris Martin, para qué vamos a rompernos más la cabeza, y mejor que volver más adelante al asunto en cuestión, tratémoslo hoy que lo tenemos fresco. Comenzaremos como siempre por la historia previa de la banda al lanzamiento del disco que analizaremos.

Tuve la ocasión, allá por verano de 2000 de conocer en la cadena alemana Viva Zwei, a un grupo británico que daba sus primeros coletazos musicales a escala continental. El grupo en cuestión tenía como nombre Coldplay y el videoclip que vi era el perteneciente a su single “Shiver”. En el mismo creo recordar, porque hace mucho que no lo veo, que se veía al grupo tocar en un estudio de tonos claros y liderados por un cantante con el pelo alborotado, medio largo y rizado. La canción tenía cierta energía y aportaba matices de corrientes cercanas al indie rock suave, género en el cual encuadré a la banda tras esa primera percepción.

No tardaría más que unas semanas en ver el siguiente clip del 2º sencillo de su 1er. disco. Aquí solamente aparecía el cantante, con el pelo sumamente recortado respecto al video anterior a la par que empapado, dando un paseo por la orilla del mar en un bucólico amanecer nublado. No dejaba de chocarme el aspecto tan sumamente inglés tradicional de la estética del vocalista en este video. Centrándonos en lo musical, la canción era simplemente sublime; su título “Yellow”. Su primer trabajo “Parachutes”, fue acogido con cierto ánimo por el público en general y el resultado final era más que satisfactorio; iré más allá, este trabajo en una pequeña joya, una obra íntima, con las gotas justas de melancolía y con su cierto atisbo de optimismo para no perder la esperanza (véase la canción que cierra “Everything’s not lost”; el título lo dice todo).

Decir que por aquellas fechas, la banda en España eran unos tremendos desconocidos. Pasaría casi medio año hasta que se comenzara a popularizar el grupo con el lanzamiento del single “Trouble”, que curiosamente cuajó más en nuestro país. Antes de esto, el bueno de Larry Mullen Jr., batería de U2 por si no lo saben, ya hizo mención de la proyección de la banda, cuando con motivo de una entrevista promocional de su “celebrado” disco “All That You Can’t Leave Behind” en la MTV, le preguntaron por sus preferencias musicales del momento; lo que supo acertar a decir Larry fue algo como: “…¡Ah, sí! y ese grupo que tiene esa canción que se llama “Yellow””. Se ve que a los U2 todavía les funciona el oído, a pesar de que la inspiración esté en letargo, a falta de comprobar que siga así dentro de unos días… Se ve que el batería no acertaba a recordar el nombre de la banda y menos aún el de sus 4 componentes: Guy Berryman, Jon Auckland, Will Champion y, liderando el proyecto, Chris Martin.

Resulta que el grupo, tuvo a bien programar un concierto en mi querida La Riviera en la primavera de 2001. 3000 pesetas costaba la entrada y me animé a sacarla. Resulta que el día del concierto, creo que era un 18 de marzo o algo así, me presento en la puerta de la sala y un operario me dice que el concierto se cancelaba por enfermedad vocal del cantante… chasco al canto. Parece ser que el motivo real de la cancelación era iniciar una gira por los tan preciados Estados Unidos, en fin. El disco reportó excelentes críticas y desde entonces se veía a Coldplay como una de las grandes promesas musicales, en un momento en el que el panorama internacional carecía de un líder coherente; comprobemos unos Radiohead girando en exceso al experimentalismo, unos U2 sin arriesgar, o unos Depeche Mode firmando su peor lp de la historia con “Exciter”.

Tras la correspondiente promoción del disco, con su bien llevada (menos en Madrid) gira y los 4 singles de rigor, el grupo se tomó unos meses para dar forma al disco que hoy analizamos. Evidentemente, la expectación por parte de la gente era muy alta, ya que tras un debut tan notable y entrañable como “Parachutes”, la curiosidad por ver si la banda mantenía ese nivel estaba más que justificada. El caso es que los buenos augurios se cumplieron, y Coldplay firmaron un trabajo simplemente excelente. Dicho esto, procedamos a desgranarlo.

De forma sorprendente, el disco comienza con “Politik”, que se nutre de un aporreante muro de sonido, que para de golpe para dejar que Chris comience su papel de forma susurrante. “Abre tus ojos” es el aviso que Martin nos deja bien claro a lo largo de la canción. El carácter abrupto y agitado de la canción, contrasta de forma bien clara con las composiciones del primer disco del grupo. Una apertura para dejar bien claro que la banda puede moverse por el terreno que le dé la gana. No obstante, también hay tiempo para algún momento más pausado a mitad de canción, pero con el martilleo permaneciendo latente en la sombra. Tras este comienzo tan rompedor, se presenta “In my place”. Recordando claramente al sonido de “Yellow”, el grupo vuelve al encaje que tan bien llevó en su primer disco y que aquí vuelven a demostrar que todavía dominan a la perfección. Esos acordes tan cálidos de guitarra, la melodía de teclado que tanta mesura aporta y la sentida dirección vocal de Chris, conforman una canción íntima, melancólica y preciosa. Un verdadero acierto que se eligiera como 1er. single, aunque no sea el que más se haya recordado a la postre. Tras este emotivo momento, la banda decide cambiar de registro y dar paso a la sombría y a la vez rítmica “God put a smile upon your face”. Dicha canción fue escogida como 4º single y nuevamente la batería y unos repetitivos acordes de guitarra, crean una sensación de intranquilidad y desasosiego para acrecentar el lado oscuro del corte. De nuevo vemos alternancia, ya que “The scientist” vuelve a los derroteros melancólicos en forma de balada. Podría decir que es mi canción favorita del disco, y mi gusto viene reforzado por su condición de 3er. sencillo del lp, que por cierto se acompañó de un clip de suma belleza grabado con retroceso de la acción (les recomiendo que lo vean si no lo han hecho). Si nos ponemos a extraer alguna frase reseñable de la canción, podría citar ese marcado “Nadie dijo que sería fácil, es una pena que tengamos que partir”, dentro de todos los versos amorosos encadenados por Martin desde el inicio. Es curioso que la banda dispusiera los 4 singles seguidos del 2º al 5º lugar en el álbum. “Clocks” es la canción que quedará para la posteridad del disco. Sustentada en una juguetona melodía de piano de Chris, que es lo que da personalidad total al corte, “Clocks” alcanza momentos tremendamente épicos en la 2ª mitad de la misma. No sé si la sobreexposición a la que fue sometida como soporte de cabecera de TVE, o que sonara hasta en la sopa, hacen que no sea una de mis favoritas. No obstante, no deja de ser un tremendo temazo. “Daylight” se apoya en unos sonidos de lejana reminiscencia oriental y en su base es bastante parecida a “God put a smile…”. Lo más destacable son los registros agudos de Chris en la parte del estribillo, ya que alcanzan una de sus cotas más altas en el disco. “Green eyes” aporta la justa cantidad acústica a la obra, y si cabe el contraste es mayor tras haberse dispuesto tras la intensidad “Clocks” y “Daylights”. No deja de ser, como evidencia su título, una balada dedicada a alguien con unos remarcables ojos verdes; “Ojos verdes, tú eras a quien quería encontrar” viene a decir Chris Martin. Lo bueno de esta canción, es que viene a demostrar que la banda sin necesidad de recargos y con economía de medios, puede llegar a emocionar y crear estupendas composiciones. Con algo más de sonoridad, pero con mesura y tranquilidad melódica, llega “Warning sign”. Llega la hora de cantar a la ausencia del amor: “La verdad es que te echo de menos, la verdad es que echo tanto de menos…”. La parte final, con la melodía de piano acompañada de unas notas de guitarra eléctrica conforman un remate estupendo para el tema. “A whisper” es un curioso ejercicio experimental parecido a Politik, en lo que a lo chocante con el sonido habitual se refiere. Nuevamente una repetición de las notas (que Brian Eno echó en cara al propio Martin, cuando éste le pregunto su opinión sobre su banda) y la intensidad vocal, junto a la densidad instrumental, conforman otro soplo de aire fresco para dar un toque más heterogéneo al disco. La canción título viene a mostrar una letra desoladora con una lánguida y acústica melodía para acompañarla en sus primeros compases, para que posteriormente rompa en una intensidad y un tono medio épico que contrastan fuertemente con ese tímido inicio. “Amsterdam” viene a suponer un final que nuevamente plasma la importancia del piano de Chris en parte de su melodía. Una canción válida y a juego perfectamente con la obra, pero que por poner un “pero” a esta obra, diría que me hubiera gustado más que el orden entre la penúltima y la última canción se hubiera alterado a la inversa. Cada uno tiene sus preferencias.

El disco, a pesar de su complejidad sonora y emocional, destaca por su sencillez en lo que al empaquetado se refiere, con una abstracta figura de delineación sobre un fondo blanco para dar forma a la portada. El libreto viene únicamente acompañado de algunas fotografías de estudio de la banda, que tanto gusta al grupo y que básicamente es lo único que suele nutrir los folletos de sus discos. De las letras ni rastro.

Si “Parachutes” fue un notable éxito tanto en ventas como en crítica, “A Rush Of Blood To The Head” directamente hizo saltar la banca. El grupo se confirmó definitivamente como la alternativa de los ya por entonces desorientados U2, por mucho que en 2005 hicieran de teloneros de la banda de Bono. En este aspecto decir que siempre hay clases y a los irlandeses hay que estarles tremendamente agradecidos por todo lo que editaron hasta 1997, y quien sabe si por lo que nos entreguen dentro de 2 semanas. El término de teloneros, cuando se trata de escoltar a Bono y compañía es un halago.

2005 vio la edición del inconexo “X & Y”. Un disco quizás demasiado denso, al que le sobran un par de canciones, pero que incluye tremendos aciertos como es el excelente tributo particular de Coldplay a Kraftwerk, con su adaptación de “Computer love”, transformada en “Talk”. Sin embargo, el pasado año vio la luz “Viva La Vida Or Death And All Her Friends”. “X & Y” ya dividió a la crítica. Unos lo veneraron, otros lo apalearon. Yo he de decir que estoy entre medias, es un buen disco, pero sin los alardes del que hoy hemos revisado, ni de su ópera prima. Sin embargo, el disco del año pasado me da por pensar que es algo así como la recurrente fábula del traje nuevo del rey; aquel cuentecito en el que unos diseñadores hacían desfilar desnudo a un rey obsesionado con la moda, haciéndole creer que llevaba un traje invisible y que todo el mundo alababa hasta que alguien advertía que iba desnudo… Bueno, pues yo digo que “Viva La Vida…” es un paralelismo muy claro, referido en tanto a que por el simple hecho de que tan sólo sea su 4º trabajo y que lo hayan grabado Coldplay, tiene que ser bueno ya de por sí. Pues no, yo digo que está desnudo.

El caso es que el futuro de Coldplay es incierto, a mi opinión en una clara estrategia de marketing para que el grupo siga en boca de todos, al igual que la edición del epílogo “Prospekt March” hace unos meses. Martin ha dicho que la banda se separará a finales de año, y luego en otras entrevistas, a las que llega cantando a pleno pulmón por la calle “Girflfriend is better” de Talking Heads, viene a decir que no se separarán hasta que hagan algo realmente bueno… Mientras que Coldplay sigue inmerso en la marea mediática en la que se mueven como grupo líder del momento, les aconsejo que echen la vista atrás y recuperen el último disco prácticamente perfecto que editó la banda, su 2º disco.
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jueves, 12 de febrero de 2009

2002 Interpol - Turn On The Bright Lights

Con algo de antelación, les dejo el artículo de la presente semana, ya que este sábado no podré conectarme de forma habitual a internet, debido a un viaje que realizaré a Mallorca durante el fin de semana, para descansar de la rutina habitual.

Seguimos inmersos esta semana en los grupos actuales o, mejor dicho, surgidos en el presente siglo, para reconocer el primer disco de la banda neoyorkina Interpol. Creo que en alguna ocasión he mencionado mi trío de preferencias “clásicas” (The Cure, Depeche Mode y The Smiths) y por otro lado la tríada de favoritos actuales; bueno, pues en la terna de grupos jóvenes predilectos, al lado de The Killers y Editors, se encuentran Interpol.

Se da el caso hoy, de que nuevamente procedo a presentarles el primer trabajo de un grupo, con lo que poco les puedo contar de la historia del grupo que precede al lanzamiento del disco. Les diré que el grupo es un cuarteto liderado por el escocés Paul Banks encargado de la voz cantante y la guitarra, el bajista Carlos Dengler, el guitarrista Daniel Kessler y el batería Sam Fogarino.

El devenir del cantante le llevó a vivir previamente en el sur de España y fue en Nueva York cuando conoció al resto de componentes y se creo Interpol. El origen real del nombre de la banda no lo tengo claro, ya que hay varias elucubraciones por la red que vienen a decir una sarta de chorradas de esas tan graciosas que la gente cuela en portales como la wikipedia. Pues sin más dilación pasemos a lo que nos importa, el análisis de “Turn On The Bright Lights” editado en 2002.

“Untitled” es la canción elegida para abrir el disco, dándole de esta forma un halo de misterio, envuelto en una melodía de hipnotismo de guitarra y bajo, con una velada interpretación vocal, en lo que a su registro habitual se refiere, de Paul Banks. Tema que podría ambientar cualquier paseo nocturno de madrugada por las calles desiertas de cualquier ciudad, como a su vez nos lo proporcionará en unos minutos “Nyc”. Los latigazos de guitarra que periódicamente marcan el ritmo son otra de las características principales del corte. “Obstacle 1” es uno de los primeros himnos de la banda, que se abrieron paso en el mundo indie-underground al ser elegido como single. La cáustica pero rítmica melodía, y la interpretación de parar y arrancar de Banks, conforman una estructura de canción que sería calcada en la posterior “Evil” del siguiente disco “Antics”. Las 2 composiciones son igualmente magníficas, pero por original y estar en primer lugar, elegimos la presente. Lo relevante que aporta, es que conocemos el timbre habitual de la voz de Banks en las canciones, que tantas veces se ha equiparado al de Ian Curtis y que otras tantas Paul ha renegado de ello. El 3er. corte “Nyc”, es una de las piezas más emotivas, atmosféricas, nocturnas y melancólicas compuestas por la banda hasta la fecha. Lo atmosférico viene por el eco de la voz de Paul aportado en la producción. La desolación se ve desde el principio en la letra: “Tenía 7 caras, no sabía cual llevar. Pero estoy acabado, gastando estas noches en soledad, preparándome para no preocuparme… sé que me has apoyado durante mucho tiempo, de alguna forma no me sorprende”. Por lo visto después de todo “Nueva York se preocupa”, pero “tiene que haber algún otro cambio en mi vida” para que esto mejore. Los suaves acordes de guitarra apoyados en un lento bajo de la mano de Dengler y una sostenida batería de Fogarino, acompasan para que nos movamos dentro de ese ritmo pausado tan decadente. Excelente canción, perfecta para la escucha a altas horas de la madrugada, que curiosamente es la que da título al álbum, al estar incluido el título del mismo en la parte final de la letra. Igualmente que “Obstacle 1” nos recuerda a “Evil” de “Antics”, “Pda” me remite a la futura “Slow hands”. De la reflexión y decaimiento pasamos a una melodía más movidita, quizás la más animada del disco y de las que más hacen vibrar a la gente en los conciertos que da la banda. Tremendo protagonismo por parte de la guitarra de Kessler y del propio Banks. Sin compás de espera “Say hello to the angels”, comparada con “This charming man” de The Smiths por sus acordes iniciales, vuelve a irrumpir con fuerza y ánimo, para hacer que el disco siga moviéndose a estas alturas en lo animado y rítmico, al aprovechar el tirón de “Pda”. A continuación se produce un parón en lo que a la intensidad se refiere, para volver a otro tema de corte más oscuro, pausado y de cierto carácter hipnótico, en lo que a sus notas principales se refiere. “Hands away” es un corte prácticamente instrumental y que nos devuelve a la nocturnidad predominante en el disco.Con esas líneas de guitarras tan persistentes y marcadas, “Obstacle 2” entra con un ritmo ciertamente parecido a su primera parte “Obstacle 1”, aunque con un nivel de vertiginosidad menor que el de la canción citada. El siguiente tema “Stella was a diver and she was always down” es una desesperanzada y triste canción sobre la protagonista del título de la misma. Otra vez el oscurantismo y la melancolía son las principales tónicas del carácter de la canción. No deja de resultar curioso que la canción venga presentada por Banks como si de un concierto se tratara diciendo antes de nada: “Esta canción se llama “Stella era buceadora y siempre estaba sumergida””. Es reseñable la desesperación transmitida por Banks cuando grita “Stella… Stella te amo” a mitad de la canción. El corte termina de una forma sumamente decadente y sórdida; “el mar era tan hermético que se rompió” es la frase más repetida de la canción, que se nos queda clavada en la mente y el corazón como una dura estaca. “Roland” podría decirse que en su melodía e intensidad es un retorno a lo experimentado unas pistas atrás en “Pda”. Otra vez comprobamos en este caso la alternancia de las canciones sombrías con las animadas, intercalándose unas con otras. “The new”, sin ir más lejos vuelve a la decadencia, siendo uno de los instantes más íntimos y a la par relajados del álbum. El latente bajo de Dengler es lo que toma la principal atención de la canción en su primer parte hasta que los acordes tan característicos de Daniel Kessler le roban el primer plano. “Leif Erikson” prosigue en el lado oscuro, para que junto a “The new” permita cerrar el disco con un regusto sombrío que da el remate definitivo al carácter del álbum. Canción que puede recordarnos en su sonido o melodía, sin ir más lejos al “Seventeen seconds” de The Cure; podría tratarse del resultado de mezclar “At night” e “In your house” del citado álbum de la banda de Robert Smith.

El disco supuso a la banda la adquisición de un nombre y una reconocida reputación dentro del mundo del rock alternativo. La oscuridad de su sonido y en cierta medida el timbre de voz de Banks, han hecho que constantemente se hayan hecho comparaciones entre Interpol y los Joy Division de Ian Curtis. Comparación que no gusta para nada al grupo y yendo más lejos, han llegado a contrapreguntar en alguna entrevista: “¿Quiénes son Joy Division?”. Sin comentarios.

“Turn On The Bright Lights” puede considerarse como uno de los debuts más prometedores de lo que llevamos de siglo junto al “Hot Fuss” de sus compatriotas The Killers. El sumo decaimiento y la introspectiva de la mayoría de las canciones del disco son de una intensidad pasmosa. Hacía tiempo que no se recibía un disco con tanta carga emotiva tanto en sus letras como en su sonido. El hecho de que el disco también incluyera otras canciones de registro más animado y rítmico, hacía que el trabajo no cayera en la monotonía y la excesiva grandilocuencia, que pudiera haberlo hecho demasiado denso; de esta forma lo que se consigue es un trabajo trascendental en su sonido y abierto en su acogida. La portada con tonos rojizos sobre un fondo o predominio del color negro recrean a la perfección las atmósferas aportadas por las canciones que incluye.

En 2004 salió a la venta “Antics”, tras la edición intermedia de “The Black Ep”, una especie de maxisingle con distintas tomas de algunas canciones del primer disco y algún tema inédito. El disco igualmente raya a un alto nivel, aunque quizás menor que el primer trabajo de la banda y muestra un oscurantismo menor que el mismo. Destacan las ya citadas “Evil” y la publicitaria “Slow hands”. Un mayor ritmo en general que la lenta decadencia que regalaba el álbum hoy analizado.

Ya a nivel de estrellas internacionales, medio encabezando festivales, con giras mundiales (aunque todavía en salas, sin llegar a los Arena o estadios) y con cambio de discográfica incluido, en 2007 se abriría paso a “Our Love To Admire”. Nuevamente la canción elegida como primer sencillo “The Heinrich Maneuver” es un momento inolvidable y un tema impecable. En conjunto, el disco es el que más flojea de lo acontecido hasta la fecha en lanzamientos de lp’s por parte de la formación.

Asociada a esa gira, se celebró un concierto el 8 de noviembre de 2007 en mi “adorada” sala La Riviera, en la que Interpol ofreció un más que aceptable espectáculo, únicamente emborronado por los hijos de su madre de los empleados de seguridad gorilones, que estaban allí aquel día, a los que les iba la vida en impedir una puta foto de mala calidad para recuerdo personal; especifico lo de que nos tocaron aquel día, porque esos tipejos no tenían nada que ver con un compañero de ellos que tuvimos en la sala Joy Eslava unas semanas después en el concierto de Editors en Wintercase ’07. No sé también si el carácter huraño de los chicos de la banda hizo que dieran instrucciones a su manager para que a su vez este aleccionara a la seguridad del recinto para que no se tomaran imágenes. No sé. En todo caso, y por el lado amable, un servidor tiene en su poder la púa del bajo de Carlos Dengler que este mismo tiró al aire al finalizar el concierto y que pude coger al vuelo. Un aceptable souvenir, ¿no?

Por cierto, para dar algo de razón a la actitud hitleriana de los gorilones de la Riviera de aquel día, les dejo 2 imágenes de dicho concierto para que ustedes las disfruten; de otra forma quizás no lo hubiera hecho, pero con tanta represión, se lo han ganado a pulso. Por otro lado, de esta forma inauguramos en el blog la subida o el añadido de imágenes que mucha gente me recomendó que incluyera. Espero que les gusten.
Dejando de lado estas anécdotas personales y tras este mini reportaje fotográfico, pasemos a la reflexión principal que les quiero dejar hoy, en asociación al momento actual del grupo. En la actualidad, la creación y el lanzamiento del tercer disco en un grupo es sumamente importante, de cara a confirmar si la banda va en serio o no. Digamos que tal como está el panorama discográfico, las largas trayectorias con una medio repercusión, pero sin un bombazo discográfico ya no se respaldan. ¿Qué hubiera sido de Simple Minds, U2, Depeche Mode o The Cure en los tiempos actuales que en los años 80 alcanzaron su gran éxito comercial con trabajos posteriores a su 4ª entrega…? El caso es que tras trabajos tan prometedores como primer disco, da la impresión de que los grupos van perdiendo fuerza como la gaseosa.

Veamos el caso de Coldplay, que tras 2 primeros discos excepcionales, ya mostró signos de flaqueza en “X & Y” y que se han venido a confirmar en el, en mi opinión, flojo “Viva La Vida Or Death And All Her Friends”. Tengo una fuerte curiosidad por ver con qué nos sorprenderán Interpol, ya que en mayor o menor medida “Our Love To Admire” tiene un fuerte paralelismo con el citado 3er. disco de Chris Martin y sus acólitos. Espero que esa similitud, por el bien de Interpol, se pierda en su siguiente lanzamiento y estos muchachos nos entreguen una buena obra. El tiempo nos lo dirá, tampoco habrá que esperar mucho. Hoy simplemente encendamos las luces brillantes.
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sábado, 7 de febrero de 2009

2009 Franz Ferdinand - Tonight: Franz Ferdinand

Aviso: antes de nada, decirles que he procedido a incluir un comentario en respuesta a todos los recibidos hasta la fecha; con lo que todo aquel que haya escrito, podrá leer mi réplica a su post, por tiempo atrás que dicho comentario se publicara. Dicha respuesta la pueden localizar a continuación de su reflexión en el artículo donde la dejaran. Agradecer a todos igualmente la publicación de dichas reseñas en el blog. Tras esta comunicación, a lo que vamos.

¡Inaudito! Hoy nos ponemos a la última. Va a parecer que el presente blog trata de la actualidad, al menos por una semana, al acometer hoy el juicio al que sometemos al nuevo disco de la banda escocesa Franz Ferdinand. Inaudito también, por ciertos aspectos personales que rodean a esta banda y que también hacen o harían disparatada esta situación hará cosa de menos de un mes. Entremos en materia.

Pues nada, ya saben, Franz Ferdinand son una de esas bandas llamadas a ocupar el trono del pop/rock en los próximos años y que acechan como buitres a dicho escalafón, esperando la disolución o no de los Coldplay de Chris Martin. Liderados por el cantante y guitarrista Alex Kapranos y escudado por Bob Hardy al bajo, Nick McCarthy en la guitarra y Paul Thomson en la batería, en 2004 estos chicos, que son más mayores de lo que aparentan, sacaron el primer disco, titulado como el nombre del grupo, que les ganó el título de reyes del indie rock. Sin mucho compás de espera y cuando todavía estaban inmersos en el estallido del primer disco, estos muchachos se decidieron a sacar su 2º trabajo titulado “You Could Have It So Much Better”, título ciertamente irónico y revelador. Pasemos a lo personal pues.

El caso es que un servidor se percató de la existencia de esta banda con la promoción del 2º trabajo y más concretamente con el visionado del video promocional de “Do you want to” en el programa del “40 al 1”. ¿Qué decirles? La canción me pareció sumamente abigarrada y enrevesada, la voz del cantante algo pasada de vueltas y aunque la melodía era tremendamente pegadiza, me creaba una extraña sensación. Eso sí, lo que no terminó de gustarme en absoluto es ese final plano y reiterativo del “eres tan afortunado, afortunado, afortunado” dicho en tono medio amenazante/envidioso que no sé muy bien a qué viene.

Con estos antecedentes, y expuesto hará ya hace tiempo el planteamiento de que aquí no iríamos a hablar de lo que desde mi punto de vista no merezca la pena, Franz Ferdinand tenían más bien pocas papeletas para aparecer por “Discos, música y reflexiones”. Esto estaba acuciado por que, debido al acicate de varios conocidos que me animaban a escucharlos y darles una oportunidad, conseguí hacerme con el citado “You Could Have It…”; en un principio parecía que la cosa iba a cambiar de signo tras escuchar “The fallen”, un tremendo acierto de canción. Pero, la realidad fue que el disco me dejó el mismo desconcierto que me proporcionó en su día su canción abanderada. No obstante, este trabajo vino a confirmar la revelación mundial de la banda y les valió el premio de ser teloneros de U2 en el concierto de la gira Vertigo en Madrid en el estadio Vicente Calderón.

En el diario gratuito ADN llevaba viendo desde el mes de diciembre pasado la promoción a bombo y platillo de su concierto de abril del presente año, apoyado en una sugerente foto en blanco y negro con un impecable vestuario de los componentes de la banda y la representación de un crimen callejero, que casi me recuerda vagamente al final del clip de “Vienna” de Ultravox. Yo, hombre de fe, me propuse dar escucha a lo nuevo de la banda, ante los rumores de cambios que se anunciaban. Bueno, si en su anterior disco, la traducción literal del título del mismo decía algo como “Podrías haberlo hecho mucho mejor”, parece que los chicos se aplicaron el cuento y así lo han hecho.

El trabajo recién editado, titulado a modo de presentación de espectáculo “Tonight: Franz Ferdinand”, comienza con el single de adelanto escogido como lanzador del sprint, como se diría en términos ciclistas. “Ulysses” comienza de forma sigilosa para luego abrir con rabia y fuerza al muro de sonido, que incluye los teclados novedosos que van a caracterizar los nuevos caminos escogidos por la banda. Reveladora es la letra en ciertas frases aisladas y en cierta medida una declaración de intenciones respecto a seguridad en lo que hacen: “Encontré una nueva manera, encontré una nueva manera… no necesito tu comprensión”. Si estas palabras se enfocaran de cara a los fans o seguidores del sonido tradicional de la banda, podría sonar tan fuerte como cuando Bernard Summer de New Order dijo en un concierto de los últimos años, que iban a tocar canciones nuevas y que a quien no le gustara que se jodiese… Coros de fuerte intensidad, alternado con otros de falsete y una tremenda guitarra conforman esta potente carta de presentación, que viene a tener un clip sumamente nervioso con los componentes de la banda vagando desencajados por la noche. “Turn it on” es quizás el momento que más recuerda a lo hecho hasta la fecha por el grupo en las anteriores entregas. No obstante, el apoyo más acusado en la eletrónica la acerca a las nuevas directrices de la banda. Sin dejar de ser una buena canción no es de las mejores que incluye “Tonight: Franz Ferdinand”. “No you girls” es un momento bastante bailable y desenfadado, más acuciado si cabe después de la intensidad aportada hasta el momento, sobre todo en “Turn it on”. Acercándonos a más calma y hedonismo se presenta “Send him away”, sumamente relajada en casi todo su metraje, menos algún instante de experimentación electrónica al gusto de los nuevos tiempos; no obstante, no dejan de estar presentes durante toda la canción sutiles arreglos de corte electrónico al efecto en el fondo de su sonido. Momento para encontrarnos con una de las verdaderas joyas del disco: “Twilight omens”. Canción que muestra de forma más clara el viraje de la banda hacía el sonido más electrónico y un corte que perfectamente podrían haber firmado The Killers. Teclados de corte melancólico y un timbre de voz de Kapranos extrañamente cercano precisamente al de Flowers. Las melodías creadas por los teclados y su engarzamiento con la guitarra rítmica es un acierto de pleno y nos muestran el lado más serio y sesudo de los Ferdinand. “Bite hard” vuelve al sonido desenfadado y vodevilesco de la banda, que para esta ocasión hace uso de unas estruendosas y chirriantes notas de teclados para firmar una de esas canciones tan pegadizas que les gusta crear. “What she came for” es de los momentos que, junto a “Turn it on”, más se acercan al sonido original de la banda, pero curiosamente tras ella nos damos de frente con “Live alone” que es quizás el tema techno-pop por excelencia del disco. Descaradamente bailable con unas pegadizas melodías de teclados y sintetizadores, que perfectamente sacan al personal a la pista de baile de cualquier club alternativo. Un claro paradigma del cambio de tercio afrontado por la banda. Por ahí se ha comentado que “Can’t stop feeling” recuerda a “The freeze” de Spandau Ballet; pues ciertos aspectos de la melodía son bastante parecidos, aunque aquí la electrónica, al igual que en “Bite hard”, es más abrasiva y dura que la utilizada en su día por los Kemp, Hadley y compañía. Sin duda, otro tema perfecto para los bares de Malasaña y Tribunal para que la gente esté animada. Tras este momento nuevamente de baile, se da paso a un ejercicio de intensidad y rabia traducido en “Lucid dreams”, que a pesar de que tiene su generosa dosis de arreglos electrónicos, no hace prever el final tan sumamente electrónico instrumental que nos presenta. Dicha parte se compone de 2 minutos a base de complejas melodías entrelazadas de teclados y sintetizadores que bien podrían haber creado unos Apoptigma Berzerk al uso por poner un ejemplo. Este es uno de los aspectos que más han descolocado y menos han gustado a los tradicionales seguidores de Kapranos y sus chicos. Tras un disco tan sumamente bailable y animado, y a ratos experimental y novedoso dentro de las pautas marcadas hasta la fecha por la banda, se termina con un epílogo o más bien con un capítulo aparte formado por 2 temas sumamente lentos y acústicos al estilo de un “Eleanor put your boots on” del disco anterior, que claramente chocan con lo que hemos degustado hasta el momento. Pero bueno, no lo veo mal, supongo que uno, tras una larga y dura noche de juerga, cuando se va a la cama a dormirla no se pone a los Chemical Brothers a todo trapo para conciliar el sueño, ¿o sí? En todo caso, y siempre desde mi opinión, creo que el contraste proporcionado tanto por “Dream again”, tildada de nana en los foros, y “Katherine kiss me” es válido y ayuda a crear un acertado final de disco.

La banda ha sacado una edición de coleccionista con una caja con maxi singles y por otro lado una apañada edición de 2 cd’s que viene a regalar un disco extra con remixes de casi todas las canciones titulado “Blood: The Tonight Dub Sessions”. Decirles que a excepción del “Remixed” de Talk Talk, a un servidor de ustedes muchos discos de remixes le han parecido un descomunal coñazo y un tostón infumable (véase el “The Rest Of New Order” de mi adorada banda de Manchester de la que pronto hablaremos). Pues bueno, en esta ocasión el cd extra es de una calidad y acierto pasmoso. Los remixes están sumamente trabajados y más que nada, son tomas alternativas, que nos aportan un carácter distinto del tema original, tremendamente válido. Supongo que será utilizado en abundancia por los dj’s para los locales que pinchan música alternativa y será una apuesta segura. No entraré en comentarles cada uno de los 8 temas que componen este regalito, básicamente para que el artículo no exceda en duración más de lo habitual; simplemente con lo dicho, espero que les llame la atención para que lo escuchen también.

Las críticas por parte de los seguidores de la banda o mejor dicho las opiniones que hay por la red sobre el nuevo disco de Franz Ferdinand, no vienen a ser benévolas. La gente comenta que las canciones están faltas de matices (¿Mande? ¿No será al revés?), y con más acierto, aunque desde esa óptica o gusto personal, se dice que se ha traicionado al sonido habitual que tenía la banda. El caso es que los Ferdinand, en parte como he medio reseñado antes, se han “Killerizado” y han universalizado su sonido. El disco me parece una verdadera joya ya desde la misma portada, que al final ha resultado ser aquella foto con la que se promocionaba y promociona su visita a Madrid el futuro 3 de abril.

Reitero que no dejo de estar sorprendido conmigo mismo ante el cambio de percepción que se ha generado en mi interior sobre esta banda. Hasta la fecha, el no convencimiento de sus composiciones y otros aspectos que hacían que no se ganaran mi simpatía, tenían posicionados a los Franz Ferdinand en la antepenúltima fila de mis preferencias. Uno de esos borrones, vino de la mano de la machada que estos chicos se marcaron en la retransmisión de su concierto en el festival Rock In Rio por parte de La2, cuando obligaron a la cadena a dar paso a publicidad cuando tocaban las canciones del nuevo disco… Tony Garrido, comentarista del evento, hizo alguna mención irónica sobre el supuesto carácter indie del grupo y dicha decisión, y tenía razón.

El caso es que lejos de esta posición, en estos momentos me encuentro con una entrada en mi poder para el concierto que se celebrará el citado próximo 3 de abril en el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid con los Mando Diao de teloneros. ¿Qué les quiero decir con todo esto? Pues muy sencillo: que si una banda que hasta hace poco tenía situada en mi ojo izquierdo, sacan un disco y ello propicia que vaya a un concierto de la banda gastándome 39 eur., algo bueno tendrá dicha obra. Por cierto, creo que aún no se han agotado las entradas para el concierto del 3 de abril del Palacio de los Deportes; todavía están a tiempo.

Para terminar, me atrevo a decir que, aunque nos encontremos a comienzos de año 2009, “Tonight: Franz Ferdinand” va a ser uno de los discos del año, sino el disco del año. Franz Ferdinand dijo en sus inicios que querían hacer bailar a las chicas. Con “Tonight: Franz Ferdinand” la banda va a abrir el ratio de bailarines a los de su propio género y sin ningún tipo de reserva al respecto. Bailemos pues.
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