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sábado, 27 de diciembre de 2008

1981 Men At Work - Business As Usual

Esta semana seguiremos anclados en los años 80 e igualmente en los comienzos de la década, en la que tantos grupos surgieron asociados a la nueva ola. En esta ocasión viajaremos hasta las antípodas españolas para revisar el primer disco que editó el grupo australiano Men At Work.

Esta banda de origen “aussie”, estaba liderada sin embargo por el vocalista y guitarrista escocés Colin James Hay, escoltado por el saxofonista y experto en instrumentos de viento Greg Ham, el bajista John Rees, Ron Stryker a la guitarra eléctrica y coros y Jerry Speiser en la batería. La banda surgió en los circuitos de salas y pubs australianos, y tras haber alcanzado un nombre en el mundillo underground del país, llegó el momento de entrar en estudio y dar formato a las composiciones que tenían realizadas. “Business As Usual” sería el título del primer trabajo de la banda. El disco vino introducido de forma inmejorable debido al éxito del single “Who can it be now?”, que fue nº1 en Estados Unidos y llegó igualmente muy alto en Inglaterra.

De la misma forma, “Who can it be now?” se escogió como canción para el inicio del lp en cuestión. Su atmósfera nocturna, creada por la inestimable línea de saxo de Greg Ham y el timbre agudo de la voz de Colin Hay, se hizo acreedora de las marcas distintivas del sonido de Men At Work en un principio. La canción trata de obsesiones persecutorias y paranoides de la conducta humana, en esta ocasión concretadas en las percepciones y nerviosismo de un personaje huraño, protagonista del tema: “¿Quién puede estar llamando a mi puerta?, márchate, no vengas más por aquí. No puedes ver que es tarde en la noche, estoy muy cansado y no me siento bien. Todo lo que deseo es estar solo, mantente alejado… ¿Quién puede ser ahora? ¿Quién puede ser ahora?”. Cuando no está de por medio el saxofón de Ham, el protagonismo de la canción lo acapara la interpretación de Hay, que se superpone a la línea rítmica del bajo y batería. En 3er. lugar reseñable queda la cálida guitarra eléctrica y los acordes creados para la ocasión. Un tremendo triunfo a nivel mundial que abrió el camino del éxito a la banda. El tema está acompañado por un clip, que recrea perfectamente la angustiosa situación del personaje (encarnado por Colin), y que termina con la banda tocando en un escenario propio de los clubes en los que actuaban antes de dar el gran salto al “mainstream”. “I can see it in your eyes” es una juguetona canción que empieza con unos teclados de fantasía y con unos acordes muy acusados de guitarra eléctrica, que es lo más memorable de la pista. Colin Hay canta de forma llevadera y vertiginosa. Una inocente balada con tintes pop, que contrarresta la nocturnidad con la que se iniciaba el disco. Para mantener bien alto el nivel, se coloca el otro emblema sonoro de la formación. “Down under” es un claro tributo al país de origen de la banda, en la que se plantean situaciones graciosas y tópicas de las tradiciones de Australia. El video grabado para la ocasión, supone la fiel recreación de la alocada letra y me da por pensar que no he visto clip más delirante en mi vida. Los componentes de la banda hacen el payasete por doquier y son protagonistas de escenas enrevesadas y dadaístas, desde el inicio, en el que Jerry Speiser salta de detrás de una mesa en pleno desierto para aporrear con las baquetas unas botellas de vidrio, hasta el final, con ese paseo vestidos de blanco por mitad del desierto con los roaddies a las espaldas cargando con una caja negra siendo atizados por una mala bestia peluda, que hacen que el espectador se quede perplejo al verlo. La melodía de flauta utilizada, los claros acordes reggae de la guitarra y la desenfadada forma de cantar de Hay, crean una canción tremendamente alegre, de difícil clasificación y que por lo particular del sonido de la misma, se convirtió en un tremendo éxito internacional de ligera escucha en cualquier emisora. Nº1 tanto en Reino Unido y Estados Unidos, vino a confirmar el estrellato de la banda, que ya se había apuntado con el anterior sencillo “Who can it be now?”. El delirio lírico de la canción se puede ver reflejado en partes como “tumbado en un estudio en Bombay, con la mandíbula cansada y no mucho que decir, le dije al hombre: “¿Intentas tentarme?, porque yo vengo de un mundo de abundancia y el dijo: “¡oh! ¿Vienes de un mundo de abajo debajo? (Australia), donde las mujeres relucen y los hombres se emborrachan, ¿puedes ver ese relámpago? Mejor corre, mejor ponte a cubierto”. Clásico de los 80 y la verdadera tarjeta de presentación de la banda. “Underground” vuelve a dar protagonismo al saxo de Ham, aunque gran parte de la canción se sustenta en la línea hipnótica creada por el bajo y la batería, sobre la cual serpentea Colin Hay. “Helpless automaton” da un descanso vocal a Hay, al encargarse de la misma Ham, cuya voz se ve distorsionada a ratos en la canción. Se trata de la canción más acelerada del disco y es uno de los motivos principales por los cuales se llamaba a Men At Work los “The Police australianos”. Claramente heredera de los sonidos del “Regatta De Blanc” de la banda de Sting, lo más reseñable es el endiablado y sesudo bajo que aporta John Rees y algunas partes de guitarra que se incluyen. “People just love to play with words” regala un nuevo momento de relajado y distendido pop. Tras la agitada “Helpless automaton” se nos pone una canción más llevadera e inocua. “Be Good Johnny” es la 2ª parte de “Down under”, en lo referido principalmente a lo alocado de su ritmo. Colin Hay se mueve en la parte del estribillo, que recrea el juego de palabras del título, en unos tonos tremendamente agudos. Las diferentes guitarras utilizadas, ya sea la parte inicial con ese riff que se oye lejanamente, como la utilizada principalmente a lo largo de la canción, es el distintivo principal de esta canción, junto a ciertos teclados de sonido psicodélico que hacen compañía. Está considerada como el 3er. clásico del repertorio del grupo que incluye el disco y propone un claro juego de palabras con un clásico de la música, donde se muestra el toque humorístico y desenfadado que tenía esta banda. Sin embargo, en la parte final de “Business As Usual” se aborda un combo de 3 canciones de corte más serio. “Touching the untouchables” es un verdadero regalo. El saxofón desaforado que tiene el estribillo es de lo más remarcable del disco en conjunto. La seriedad y los niveles altos alcanzados vocalmente por Hay, a pesar de su histrionismo, son excelentes. El solo de guitarra incluido al inicio también es notable y en su conjunto es una canción inconexa con una línea discontinua de sonido. Quizás la pista más sombría del disco y la que está en menos conexión con el conjunto, pero igualmente agradecemos encarecidamente que esté incluida. “Catch a star” es un instante de relajado reggae, que puede ser perfecta para sesiones de fumata que cualquier aficionado a San Canuto se pueda pegar en su cuarto, para evadirse tranquilamente durante un rato. Se termina con la lánguida “Down by the sea”. Una balada dispuesta para cerrar el disco, y unida a las 2 anteriores, de sonido menos desenfadado, que le da un aire más formal al conjunto de la obra. Por otro lado, esta última canción supera de largo en duración a todas sus compañeras de álbum. Es muy necesario mencionar los bonus tracks incluidos en la remasterización del disco, como eran la canción de sonido de puerto marinero (sobre todo por los coros del estribillo) “Crazy” y la enérgica e instrumental “F-19”. Igualmente se incluyó un mini-bootleg de su directo Brazil de 1996, con las versiones en directo de “Who can it be now?” y “Underground”.

El disco fue un desaforado boom en todo el mundo (como siempre, en menor medida en España) y el nivel de sus ventas fue tremendo. El empaquetado del disco se componía de la portada, con esos colores amarillos y negros que recuerdan a una avispa o abeja y ese paisaje dibujado de montañas, con un tubo de escape intercalado soltando humo, y la contraportada con una foto de los camerinos de la banda en la que los componentes salían en actitud disoluta.

Tras este gran éxito cosechado por “Business As Usual”, el nivel se mantuvo más o menos en “Cargo” editado en 1983. Dicho trabajo incluía aún piezas únicas como “It’s a mistake” u “Overkill”, que hacían las veces de “Down under” y “Who can it be now” respectivamente en el 2º disco. Por otro lado, también había espacio para canciones menos conocidas, pero igualmente exquisitas, como “No sign of yesterday”.

Tras largas giras a lo largo de lo ancho del mundo, para el 3er. disco de 1985 titulado “Two Hearts”, la banda se quedó en cuadro con Ham y Hay como únicos miembros que permanecían de la formación tipo. El 3er. lp en sí vendió bien, pero como singles, los temas escogidos no tuvieron demasiada acogida entre el gran público. “Two Hearts” es un buen disco, a pesar de que la excelencia de los 2 primeros trabajos decaiga ligeramente. Canciones como “Everything i need” “Hard luck story” o “Still life” vienen a poner de manifiesto su valía. Tras este último disco, la banda se disolvió y Colin Hay comenzó su dilatada trayectoria en solitario con la grabación de su primer trabajo titulado “Looking For Jack”. Colin Hay ha quedado como un artista de culto (parecido a lo que puede pasar con David Byrne, su compatriota escocés) y exceptuando alguna canción suelta como “Into my life”, perteneciente a su disco “Wayfaring Sons”, no ha tenido prácticamente repercusión a nivel internacional.

1996 vio la reunión de Hay con su viejo amigo Greg Ham para hacer una serie de conciertos como Men At Work, junto a otros músicos reclutados al efecto por Brasil, donde el grupo fue tremendamente popular. Dicha “reunificación” de la banda dio como fruto el tremendo disco en directo “Brasil”, uno de los mejores lps de actuaciones de una banda que he tenido ocasión de escuchar desde “101” de Depeche Mode, y de eso ya hace unos años. Tras este hecho puntual, lo único que se ha vuelto a saber del grupo, fue su participación en la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Sydney de 2000.

Men At Work están principalmente recordados por “Down under” y debido al sonido festivo y alegre que tiene la canción, la banda tiene un halo de grupo poco serio. El motivo de la presentación del disco de hoy, es demostrarles que muchas veces, detrás de lo que aparentemente parece un fenómeno “one hit wonder”, hay algo más. Men At Work es un claro ejemplo de ello. Que les aproveche “Business As Usual” y que todos ustedes tengan un feliz año 2009, en el que intentaré seguir acercándoles más discos que un servidor crea que merezcan la pena. Hasta el próximo año.
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sábado, 20 de diciembre de 2008

1982 ABC - The Lexicon Of Love

Con motivos de las fechas navideñas que se acercan, y sin la pretensión de hacer un “Special Christmas” con canciones dedicadas a esta época del año, o que circunden sobre cualquier tema relacionado, compuestas por grupos pop/rock, he estado rompiéndome la cabeza para revisar hoy un disco que para mi esté relacionado con este período. La asociación de ideas más que nada tiene que ver porque un servidor de ustedes, diera con el grupo o comprara el cd en esta época.

Una vez explicado esto, les diré que había 2 serios candidatos para ser los elegidos de la revisión de esta semana previa a la Nochebuena y la Navidad. Unos de ellos eran los Spandau Ballet con su “Through The Barricades” de 1986. Disco que compré a finales de noviembre de 2006, que como comprenderán estuve escuchando durante el diciembre de aquel mismo año. El caso es que como ya tuvimos ocasión de hablar de un disco del grupo (recuerden “True” de 1983 hará ya unos meses), como no tengo intención de momento de repetir artista, ya que hay muchos pendientes de revisión, lo he descartado y lo guardaré para otras fiestas navideñas.

El otro candidato era el grupo de Martin Fry y sus secuaces, los ABC. ¿El motivo? Muy sencillo: allá por el 22 de diciembre de 2000, un lluvioso viernes por la tarde, estaba en mi cuarto viendo el acertado programa de la cadena Vh1 “So 80’s” y pusieron el video de “The look of love, part.1” de la banda, el cual ya había visto en numerosas ocasiones. Por algún mecanismo extraño de la mente humana, se generó en mí la necesidad de adquirir algo de este grupo que contuviera la canción de marras, para algo más que revisionar el video que ya tenía en mis numerosas cintas de vhs grabadas de la televisión.

Ni corto ni perezoso, tiré para el centro de Madrid a pesar de la climatología adversa de aquella tarde, de que eran ya las 19.30h de la tarde y de que había un atasco a consecuencia de la lluvia en la A-2 de mucho cuidado. En aquella época hacía el recorrido de Madrid Rock-Fnac-El Corte Inglés (Preciados y Callao) y tras las visitas evaluaba precios y ejemplares disponibles. Me decidí por un recopilatorio que había en El Corte Inglés de Callao a 1695 ptas. Al comprarlo, el precio marcaba más, pero como no habían quitado la pegatina de oferta, me tuvieron que cobrar dicha cantidad (con bronca incluida que presencié por parte del jefe de departamento a sus subalternos, que se lo tomaban un poco a juerga vacilando a su superior).

Ya les he hablado de la utilidad que deben tener los recopilatorios: abrir el camino para conocer a un grupo o artista y nunca suponer el final de esa investigación (a no ser que lo que escuches no te guste, claro). Evidentemente el disco en sí asociado a estas fechas es el “Master Series” de la banda y en su edición antigua de cd con la portada de fondo negro y con la única foto de Martin Fry cantando. Actualmente la edición de este cd es con la fotografía con un traje plateado de los componentes primigenios de la banda. Pero bueno, ya les dije que recopilatorios puros y duros aquí no se tratarán (como mucho de rarezas y caras b, y ya veremos), con lo que he escogido el primer disco de la banda, “The Lexicon Of Love”, en el que se incluye la canción “The look of love, part.1”, que me movió en aquella época a comprar el recopilatorio.

Tras esta intro, pasemos a lo que realmente importa. ABC es un grupo británico encabezado por el cantante Martin Fry, que se formó de manera curiosa tras una entrevista que realizó Fry al resto de músicos, compañeros de su instituto, y que acabaron uniéndose para crear ABC. En sus orígenes la banda era un quinteto compuesto por Martín Fry como cantante, Stephen Singleton al saxo, David Palmer como batería, Mark White a la guitarra y teclados y Mark Lickley como bajista. El motivo de escoger ABC como nombre de la banda fue que las 3 primeras letras del abecedario son conocidas en todo el mundo. Menuda obviedad que se marcaron Martin y cia. De la parte previa al lanzamiento del disco hoy analizado, poco más hay que contar. Se trata del primer trabajo del grupo, con lo que pasemos sin más dilación a la revisión y disección de sus partes o canciones.

“Show me” abre el disco con una orquestación de sonido clásico que da paso a un bajo de aire funk, el cual sumado a los teclados, los golpes de percusión y un histriónico Fry cantando da lugar a un enérgico tema de comienzo. “Poison arrow” continúa el track list de “The Lexicon Of Love”, nuevamente con claro enfoque funk y de baile. La “Flecha envenenada dirigida al corazón” de Fry, fue escogida como single y se acompañó de un video grabado en un club nocturno londinense de luces de neón, focos de discoteca y brillos oscuros típicos de estos garitos. Reminiscente todo ello de “La Nuit” de Madrid, que curiosamente se inauguró en 1982. Tiene algunos momentos graciosos como cuando un diminuto Fry afectado por los polvos soplados por una damisela, merodea por la mesa entre las copas de cóctel. Un llena-pistas de la época sin lugar a dudas y el primer gran éxito de la formación. “Many happy returns” comienza con un susurrante Fry que se desgañita de forma contenida a continuación. Nuevamente la línea de bajo es muy importante, aunque el saxo de Singleton tiene un fuerte protagonismo al igual que ya lo tuvo en “Poison arrow”. También son relevantes los teclados cristalinos que aparecen cíclicamente en la canción. Nuevamente la canción habla de relaciones amorosas y especialmente del final de las mismas; temática de discusión presente a lo largo de todo el disco. Una canción igualmente vibrante y llena de energía como las predecesoras. Aquí hacen acto de presencia unos coros femeninos en la parte final para aderezar el estribillo consistente en la repetición del título del corte. Si el baile y el ritmo han estado presentes en todo lo que llevamos de disco, “Tears are not enough” es la que hasta el momento se lleva la palma. Se trata del momento de funk más descarado del disco y que no deja de resultar particular por los falsetes que a ratos mete Martin Fry. “Valentine’s Day” es una canción de regusto amargo a pesar de su ritmo y su recargo sonoro. Fry vuelve a estar exagerado en la parte final del tema. A continuación, se abre paso al verdadero inmortal y canción abanderada de ABC. “The look of love, part.1”, tiene un aire de fantasía descarado con sus juguetones teclados, su orquestación clásica y más aún si tienes ocasión de ver el clip grabado al efecto, el cual recuerda vagamente a algún pasaje de “Mary Poppins” cuando los personajes se cuelan en los cuadros pintados en el suelo. La letra es a ratos sensacional con partes como “si tu chica te ha dejado tirado “Adios” y tus sueños se vienen abajo como así parece, tu razón para vivir es tu razón para abandonar, no me preguntes lo que significa” o “si juzgas a un libro por la portada, entonces juzgaras al amor por el amante”. La parte final es de desparrame total con Martin soltando algún “Sisters and brothers” a pulmón abierto y con un final de sopetón. “Date stamp” es una de mis favoritas, una de esas joyas ocultas en los discos de las que suelo hablarles. El comienzo instrumental con unas lejanas guitarras eléctricas y a continuación ese bajo tan asociado al funk, sin embargo da paso a una relajada y hedonista interpretación de Martin es sencillamente magnífico. El estribillo cantado por una voz femenina, con la que Fry tiene un leve diálogo, tiene algo de música ligera, pero sin duda de calidad. La frase más remarcable y que a uno se le queda del estribillo es “el amor no tiene garantía”. Sin duda, “Date Stamp” es uno de los temas más placenteros de “The Lexicon Of Love”. Para continuar con esta parte final que alcanza tan alto nivel de excelencia, se nos coloca la balada por antonomasia del disco. “All of my heart” me recuerda, tanto en el sonido como en el videoclip grabado al efecto, vagamente a “The bitterest pill I’ve ever had to swallow” de los Jam. El corte quizás que menos tiene que ver con todo el disco, al igual que “The look of love, part.1”, ya que se desmarca del ritmo funk bailable de la mayoría de los temas. Teclados de corte clásico y efectos orquestales en el estribillo con acertados arreglos de cuerda, dan lugar a uno de las piezas más bellas que ha grabado en toda su historia ABC. La letra de la canción es simplemente exquisita y de bellísima factura, pero el estribillo para ser más exacto es sencillamente sublime: “Espero y rezo que algún día entres en la habitación con mi corazón… ahora que te has ido todavía quiero que regreses”. La interpretación vocal de Fry no tiene fracturas y maneja los altos y bajos de forma excepcional. Supone uno de los mejores momentos de Fry al micrófono junto a la posterior “Be near me”. “All of my heart” es, por otro lado, la gran olvidada del álbum, en comparativa con el éxito de “Poison arrow” y “The look of love, part.1”. A medida que la escucho una y otra vez, cada vez me gusta más. “4 ever 2 gether” vuelve al sonido medio aportado por el disco de funk pop bailable. La canción, sin embargo, está por debajo del nivel de canciones como “Tears are not enough” o “Show me”, por lo pegadizo del estribillo que tenían las otras canciones más que nada. Como epílogo para cerrar la obra, se dispone “The look of love, part.4”, que no deja de ser una variación instrumental de menos de un minuto de la parte 1.

El disco está considerado como uno de los imprescindibles del movimiento neorromántico de comienzos de los años 80 del Reino Unido, junto a trabajos como “Rio” de Duran Duran, “Prince Charming” de Adam & The Ants o “Journeys To Glory” de Spandau Ballet. La portada está compuesta por una excelente instantánea en la que Fry, a la vez que sujeta a una dama desmayada, empuña una pistola apuntando en posición de defensa, ataviado con un elegante smoking. Viene a poner de manifiesto la elegancia del movimiento al que pertenecía la banda. “The Lexicon Of Love” es un disco de funk blanco y una pieza única de dicho estilo dentro del repertorio de la banda, ya que en grabaciones posteriores, la evolución del grupo viró hacia el pop medio y se dejó de lado esas líneas de bajo tan rítmicas que se incluían en el disco que hoy hemos analizado. Es curioso que el bajista Mark Lickley, a pesar de su excelente trabajo realizado en el disco (acuciado por el protagonismo que le dio la producción), haya sido el componente de la banda que más quedó en el olvido.

Ni que decir tiene que el disco funcionó bien en el apartado de ventas y mejor si cabe en el apartado de sencillos con “Poison arrow” y “The look of love, part.1”. Tras este disco el grupo, tras la marcha de Palmer y Lickley, se quedó en un trío formado por Fry, el teclista y guitarra Mark White y el saxofonista Stephen Singleton, los cuales grabaron al año siguiente el disco “Beauty Stab”, con portada de regusto cañí taurino. Disco aceptable, de inferior nivel al predecesor, pero que nos regalaba piezas de muy buen gusto como “S.O.S.”. Para las bajas de componentes, se tiró de músicos de sesión para compensar.

Tras este disco la banda se quedó funcionalmente en un dúo formado por Fry y White. Eso sí, en plan de atrezzo reclutaron a un enanito calvo con gafas llamado David Yarritu, que hacía que tocaba la guitarra en los clips del siguiente álbum, y una chica con pintas y nombre de putón verbenero llamada Eden, que hacía que tocaba la batería. Todo este despropósito de campaña de marketing e imagen dio como resultado el, por otro lado, notable disco “How To Be A… Zillionaire!”. Un álbum que de haber sido enfocado como un trabajo de una banda seria en lugar de un grupo de dibujitos animados, estaría visto con mejor óptica.

Me da por pensar que tras este disco, la gente y la crítica dejaron de tomar en serio a Fry y White. A pesar de editar “Alphabet City” con una portada que intentaba retomar el look de “The Lexicon Of Love”, aquí lo que no acompañaban eran canciones como “When Smokey Sings”, un tremendo patinazo que lacró el disco y que a pesar del acertado tema pop “King without a crown”, no terminó de levantar cabeza.

En 1989 el dúo grabó su último disco remarcable, titulado simplemente “Up”. Las ganas de tirar hacia arriba de la banda venían de manifiesto hasta en el título del álbum, como podemos ver. El proyecto giró hacia el acid jazz y el dance suave, para confeccionar un lp bailable y con verdaderos aciertos poco conocidos como “Paper thin” o “North”, aparte de los singles, que tuvieron alguna repercusión, “One better world” y “The real thing” o el que hubiera sido el 3º en editarse “The greatest love of all”.

En los 90, la actividad de ABC se estancó brutalmente y solo la aparición de muchos recopilatorios de distintas casas discográficas que pagaban los derechos de autor para editarlos, y algún disco de estudio de difícil título, hacía que la ausencia de noticias se viera algo contrarestada. Mark White dejó a Fry en la estacada y actualmente Martin intenta hacer giras con algún otro grupo de los 80, manteniendo el nombre de ABC. Hará un año o así, oí que el batería original de la banda, David Palmer, se le había vuelto a unir. Estaba prevista la edición de un nuevo disco titulado “Traffic”, pero la falta de interés de las casas de disco sobre el trabajo de un Fry que ronda casi ya los 50 años, ha hecho que el proyecto de momento no haya visto la luz.

Ahora simplemente disfruten de un disco animado, ejemplar imprescindible de la década de los 80, que tiene como curiosidad que su productor era un joven e inexperto Trevor Horn, que afrontaba uno de sus primeros trabajos en los controles de grabación. Normalmente no suelo prestar atención a los productores de los álbumes que comento, pero este hombre es uno de los mejores productores que ha habido y hay en la actualidad. Por lo que considero reseñable decir que el disco de hoy tiene su firma, por si había alguna duda acerca de su calidad.

Por cierto, les diría que es un estupendo regalo para cualquier amigo/familiar melómano que ustedes tengan, pero el problema es que este disco actualmente es imposible de encontrar en las tiendas. Hagan nuevamente uso de su imaginación… Con esto les dejo, feliz Navidad en compañía de sus seres queridos y espero que la banda sonora que les propongo les agrade.
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sábado, 13 de diciembre de 2008

1998 Wolfsheim - Spectators

Para muchos de ustedes, el grupo del que hoy hablaremos, serán unos perfectos desconocidos. Wolfsheim se trata de un dúo alemán de música electrónica, que son bastante populares en su país, pero que fuera de allí, y sobre todo en España, su señal es de muy corto alcance. Como el blog es en castellano, aunque un alemán dé con el mismo con algún buscador de información, al ver que no está ni en inglés ni alemán, no lo leerá (usar el traductor de google suele ser un cachondeo monumental, hagan la prueba) y de los hispanohablantes, como ya he dicho, pocos podrán presumir de haber oído alguna canción o siquiera hablar de ellos, así que casi nadie será un experto en la materia que hoy trataremos. No se preocupen, yo les introduzco gustosamente.

Este grupo, mejor dicho pareja, se compone del cantante Peter Heppner y el teclista Markus Reindhart. La gestación de Wolfsheim data de finales de los años 80, y en los inicios, la banda era un trío formado por Markus y su hermano acompañados del cantante Pompejo Ricciardi. El nombre del grupo está tomado de un personaje de la literatura alemana. La marcha de dicho cantante propició la llegada de Peter Heppner, recomendada por el mismo Ricciardi, y la salida del hermano de Reindhart para concretarse el proyecto como un dúo. El comienzo de su historia, está marcado por la edición del single “The sparrows and the nightingales”, su reconocido primer éxito a nivel nacional alemán e incluso europeo, y la publicación de su primer trabajo de larga duración titulado “No Happy View”.

A este trabajo le siguió el complicado disco de 1994 titulado “Popkiller”, que incluía una lúgubre portada con un rostro ciertamente siniestro, y que estaba compuesto por canciones igualmente electrónicas, pero de una menor inmediatez que las anteriores. Ya de por sí el trabajo previo de la banda tampoco era fácil de digerir y estaba asociado al movimiento techno pop de vertiente oscurantista.

La “luz” se vería con la edición del acertado “Dreaming Apes” de 1996. La banda terminó de consolidarse en Alemania como uno de los grupos punteros, debido al acierto de canciones como “Closer still”, “A million miles” o “Leave no deed undone”. A los 2 años, el grupo afrontó la creación de la obra más perfecta de su trayectoria, su disco “Spectators”, que hoy les acercaré.

Aquí las canciones, a excepción de la última, tienen fuerza, madurez y consistencia suficiente de forma individual. “Dreaming Apes”, tratándose de un notable álbum, incluía canciones muy válidas como las citadas anteriormente, pero por otro lado se intercalaban piezas instrumentales de carácter experimental, que no eran bien entendidas por toda la gente. Tras haberles realizado esta pequeña presentación o introducción a lo que son Wolfsheim, o mejor dicho eran (luego les explico), pasemos al análisis de su considerado mejor trabajo.

La apertura del disco no deja de ser curiosa. Con un coro casi operístico femenino, que poco a poco va tambaleándose, se da paso a la oscura interpretación vocal de Heppner. “It’s hurting for the first time” es de las canciones más densas y con notas de teclados menos marcadas del disco. El muro de sonido es muy frondoso e hipnótico. A ratos aparecen los coros mencionados del inicio para ir compensando. Es una sensación extraña la que me causa esta canción. Sin duda, su carácter la hace poco accesible y esa mezcla tan poco convencional de los coros, la densidad de las notas y la oscuridad vocal de Peter la hacen bastante particular. Ese cierto desasosiego va en consonancia con la temática de la canción, de gran parte de las piezas del disco y de la discografía del grupo: el fin del amor y el torcimiento de las relaciones de pareja. Posteriormente, y en claro contrapeso, se nos incluye una de las piezas más delicadas y bellas de la discografía de Wolfsheim. “Kunstliche welten” fue uno de los singles escogidos para la promoción del disco y es uno de los temas que la banda suele incluir en sus trabajos cantados en alemán, ya que en la inmensa mayoría de las ocasiones las letras de la banda son en inglés. La traducción del título es “Mundos artificiales” y el comienzo con unas notas graves de sintetizador dan paso a una base movidita sobre la que Heppner comienza una sentida interpretación y quizás una de las mejores que haya hecho nunca. De hecho en el dvd “Kompendium” se nota una bajada de calidad en la excelencia de la forma de cantar conseguida en estudio por el vocalista. Líneas sosegadas de teclado de sabor melancólico y una melodía general de aire triste, es lo que caracteriza al tema. Fue quizás el single que más se promocionó en su día en la cadena musical de televisión alemana viva zwei, con redifusiones casi constantes del videoclip grabado al efecto, en el cual un niño soñaba que huía de la Alemania democrática para intentar pasar a la parte occidental y que era descubierto en el camión que se ocultaba. Mientras, Peter y Markus, con su notable diferencia de estatura (Heppner algo retaco y Markus que debe rondar los 2 metros de estatura), daban paseos de forma lánguida (acorde con el sonido del tema) por la ciudad, caminando entre celebraciones de bodas y apareciendo en vallas publicitarias. Tras la excelencia de “Kuntsliche welten”, se da paso a “Touch”, uno de los momentos más anodinos del disco. Aire amargo y decadente tanto en la interpretación de Peter como en la melodía creada al efecto por Markus. Sin embargo, a continuación se nos pone otra de las grandes joyas que incluye “Spectators”. “Blind” es una balada preciosa que incluye versos como “no combatas los muros que están aquí para todos, eso es lo que me dijiste una vez, te miré a los ojos, y supe que tenías razón. Puedes sentir lo que nadie siente, puedes escuchar lo que nadie quiere escuchar…” o “la oscuridad es un estado de la mente, puedo ir allí cuando te tambalees, eso es lo que me dijiste y sé que tenías razón”. Supongo que si la habitual crítica que recibe el dúo por la levedad de sus letras, no será por la presente canción. Nuevamente el carácter serio e hierático de la voz de Peter, no impide que la interpretación sea estupenda y emocionante. Tal es la valía de esta canción, que se realizó una reedición de la misma hará 2 o 3 años como single. Tras este bello momento, se da paso al verdadero inmortal de la historia de la banda que aporta el disco. “Once in a lifetime” es el tema más bailable, más pegadizo y llevadero de “Spectators”. Sin dejar de estar impregnado por el oscurantismo del estilo de Wolfsheim, la canción es tremendamente rítmica y enérgica. Imprescindible a finales del siglo pasado en cualquier garito gótico que se preciase, la canción estuvo sujeta a diversos remixes, como le suceden a todos los éxitos de una banda de pop de sintetizadores. La melodía sostenida mantenida en el estribillo de la canción, es lo más destacable en tanto al sonido, dentro de la compleja elaboración de la misma. En tanto a la letra, se nos habla de un personaje al cual el océano le ha arrebatado a su familia entera y al que se quiere enfrentar nuevamente. Los versos rayan a un alto nivel, por ejemplo en el estribillo: “cálmate mi corazón, no latas tan rápido, no estés asustado por una vez en la vida, cálmate mi corazón, no latas tan rápido, no estés asustado por una vez en la vida. No hay lluvia que pueda limpiar mis lágrimas, no hay viento que pueda aliviar mi dolor. Me hiciste dudar, me hiciste temer, pero ya no soy el mismo. Te llevaste a mi mujer, a mi hijo recién nacido al fondo del océano…”. El dolor descrito del personaje protagonista y su soledad es lo que mueve la temática de la canción. Peter alcanza sus registros más elevados y épicos en la parte final cuando dice aquello de “el amor en ti no arde, no hay lección que puedas aprender. Y hay sonidos que no puedes escuchar y hay sensaciones que no puedes sentir”. El clip grabado al efecto se componía de imágenes de una mujer y un niño, a efectos de los personajes de la canción, y un hombre mayor jugando al ajedrez al borde del mar. Markus y Peter aparecen los 2 juntos de forma intercalada, como es costumbre, y en una variación de los videos (juro que lo vi en la viva zwei), aparecía un viaducto ferroviario por el cual circulaba un tren rojo y blanco de la red española de cercanías. He buscado dicho video en youtube y no aparece. Se ve otro semejante, en el que dichas imágenes del tren de marras no aparecen. Una canción estupenda, bien elaborada, con una intensa historia en sus líneas y una melodía perfectamente construida y de fácil enganche en la parte de los estribillos. Un clásico con mayúsculas. Para continuar se nos presenta la canción que proporciona una mayor sensación de desasosiego del disco. “Sleep somehow” recrea una atmósfera de pesadilla con una orquestación inquieta, descoordinada y con unos teclados punzantes y que siguen una melodía que parece sacada de un código morse, que ayuda al hipnotismo que también aporta la canción. Cambio de registro para continuar. Hablamos antes de “Blind” como la balada más sentida del disco. No me corrijo, pero ahora se nos incluye otra canción lenta y tremendamente sentida. En esta ocasión el carácter es sumamente triste, ya que en “Blind” se hablaba de esperanza. “For you” es una de esas baladas que hablan de cuando una historia ya ha terminado. Véase el comienzo: “Esta vez es difícil. No es tan fácil como cuando tú estabas aquí. Siempre estuviste a mi lado. Hiciste de este mundo un mejor lugar con solo una sonrisa…”. No se deja claro el motivo del fin de la relación. No se dice si fue fortuito (muerte de la otra parte) o simple ruptura. El caso es que Peter dice “Nunca sentí por nadie lo que sentí por ti. Y no pertenezco a ninguna otra. Te pertenezco a ti”. Tras esta intensidad lírica se da paso a la bailable “Read the lines”. Sencilla líricamente, se intuye un nuevo abandono amoroso: “Leí las líneas que dejaste para mi, no pude creer que llegaras tan lejos…”. Las notas de teclado son saltarinas y claramente creadas para llenar pistas de baile de la Europa central. Se ve también de forma evidente dicho desenfado en que la letra es una simple estrofa repetida en 3 ocasiones. ¿No habían tenido suficiente abandono amoroso?, pues aquí viene otro más. “I don’t love you anymore” trae como novedad, como se intuye en su título, que el que abandona o pone fin a la historia es la primera persona de la narración. Por otro lado, es la última canción del disco que habla de rupturas (suponemos que Peter Heppner tiene presente aquello de “quien ríe el último ríe mejor). Otro de los puntos álgidos del disco y de sus mejores momentos; el gran desconocido igualmente a nivel global. Los teclados utilizados por Markus para crear la melodía principal tienen un regusto claramente melancólico y las palabras que suelta Peter son ciertamente directas. “El silencio habla por ti y por mi cuando estamos bailando”, frase tremendamente acertada, es lo que más evidencia que la relación de la que se nos habla ha llegado a un punto muerto. Aún así la parte interpretada por Peter guarda un recodo de esperanza cuando dice “me gustaría que me hablaras cuando estamos bailando”. Apliquen la metáfora del baile a lo que ustedes quieran. A pesar del sonido melancólico de la melodía que tiene la canción, se trata de otra pista claramente rítmica y bailable en cualquier bar gótico o de techno pop. “Heroin, she said” es una canción algo parecida a “Sleep somehow”, en lo referido a lo aguerrido y agresivo de su sonido y de la nueva pesadilla descrita en la misma, evidentemente sabiendo de qué hablamos. Es el momento más abrasivo del disco y creo que no está bien situado en el mismo. Yo lo hubiera situado entre “Blind” y “Once in a lifetime” y hubiera dejado el penúltimo lugar a “I don’t love you anymore” para proporcionar su carácter al cierre al disco. “E” no deja de ser un epílogo instrumental al estilo de las canciones que se intercalaban en “Dreaming Apes” y no aporta nada nuevo, por muy curiosos que queramos ver esos coros femeninos medio árabes en la misma.

“Spectators” es un disco de música electrónica sobresaliente. Está reconocido a nivel continental por los más altos expertos en la materia. A nivel nacional alemán terminó de facilitar a Wolfsheim su estatus de una de las bandas más importantes en su país. Supongo que alguno echará en falta que comente algún posible vínculo o influencia de Kraftwerk en el sonido de la banda. Eso es más que evidente, aunque quizás de una forma indirecta, ya que la banda bebe más de la influencia directa de bandas como Depeche Mode y discos de dicha formación como su “Black Celebration”, que ya revisamos hace tiempo. Pero claro, Depeche Mode viene de Kraftwerk, así que… pues igual que se dicen que todos los caminos llevan a Roma, casi toda la música electrónica actual (y sobre todo en Centro-Europa), en mayor o menor medida vienen de Kraftwerk.

La portada del disco es una vista de la tierra desde la superficie lunar. En esto se podría asemejar a la del “Some Things Never Change” de Supertramp, con la única diferencia de que en esta ocasión no hay una pareja mayor tomando el té de las cinco en la misma.

Desde la publicación de “Spectators” hasta la edición de “Casting Shadows” pasaron 5 años, durante los cuales la banda se movió a lo largo del continente, llegando incluso a recalar en España con algunas fechas que incluyeron una en la sala Arena madrileña en mayo de 2002. En aquella época andaba algo despistado y se me pasó por alto. Sin embargo, en junio de 2003 estando en un bar de la zona de Huertas, un dj pinchó “Once in a lifetime”. Yo, que no salía de mi asombro, me acerqué hasta su cabina y me puso a hablar con el pincha discos de turno, con el que tuve una pequeña conversación sobre la banda. Me confirmó que él había ido al concierto y que el grupo en directo no es gran cosa. Ello se debe básicamente a la timidez extrema de Peter, el cual se escuda tras un atril con las letras impresas de las canciones, en plan sacerdote. Markus se sitúa en un lateral con sus numerosos sintetizadores y teclados. Algún efecto de luz y de agua y poco más.

“Casting Shadows” editado en 2003 es un muy buen trabajo. Algo inferior al disco hoy presentado, pero de alto grado de satisfacción. El caso es que desde hacía unos 2 años iba entrando de forma frecuente en la página oficial de la banda a ver si había novedades, y las mismas brillaban por su carencia. Por desgracia, el presente 2008 nos trajo una desafortunada noticia en enero, para comenzar bien el año. En forma de un comunicado, se informaba que el dúo había decidido separarse por disparidad de criterios a la hora de discutir sobre el futuro de la banda.

Pues, ¿qué le vamos a hacer? De momento habrá que quedarse con la obra editada hasta la fecha. Una dificultad evidente: en las tiendas habituales en España no van a encontrar fácilmente los discos de Wolfsheim. Yo solo tuve la ocasión de ver un ejemplar original y nuevo del cd de “Casting Shadows” y del dvd “Kompendium” en una tienda pequeña de importación situada en la calle Fernández de los Ríos de Madrid. El precio no era barato que se diga (unos 21 eur. el cd y el dvd 30 eur. o así). De esto hace ya mucho tiempo. A saber si siguen estando por allí. Con lo que no nos queda otra salida que tirar de lo que ya les comenté hace tiempo. No se lo volveré a decir de una forma tan clara, que no me apetece que la SGAE venga contra un servidor que lo único que pretende es que se difunda la música, pero nunca se sabe… Búsquense la vida y verán como habrá merecido la pena el esfuerzo.
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sábado, 6 de diciembre de 2008

1977 Supertramp - Even In The Quietest Moments…

Hoy damos un salto atrás en el tiempo, para analizar un ejemplar del trabajo de una de las bandas asociadas al llamado rock sinfónico, Supertramp. Allá por 1977, la banda ya contaba con su formación clásica, que se componía de Rick Davies a las voces y teclados, Roger Hodgson a la guitarra, teclados y voz principal, Dougie Thomson al bajo, Bob Siebenberg a la batería y el 3er. líder de la banda, el saxofonista John Helliwell. Tras unos comienzos difíciles a principios de los 70, en los cuales la banda disponía de un mecenazgo por parte de un personaje adinerado (el cual perdieron debido al poco éxito de sus 2 primeros álbumes), la banda había alcanzado el éxito y reconocimiento mundial.

La edición en 1974 de su imprescindible “Crime Of The Century” fue el hecho causante de la subida como la espuma de la popularidad de la banda. Un disco básico de la historia de la música moderna y que incluye canciones inolvidables como “School”, “Rudy”, la exitosa y comercial “Bloody well right” y la propia canción título con un final instrumental decadente y maravilloso. El nivel o estatus se mantuvo con la edición al año siguiente de “Crisis? What Crisis?”, disco que precede en la discografía de la banda al trabajo que hoy revisamos.

Ya a estas alturas, Supertramp rivalizaba con sus contemporáneos Pink Floyd en aspectos tales como cuál grupo tenía mayor legión de seguidores o cuál de las 2 bandas vendía más ejemplares de sus lp’s. Parecía que en este apartado la banda de Waters, Gilmour, Wright y Mason iba por delante, aunque de cara a la accesibilidad de su música los chicos de Supertramp estaban más al alcance del público de la calle, sin que por ello resultaran chabacanos o predecibles.

El caso es que en 1977 Supertramp se metería en estudio para perfilar uno de los mejores discos que deparó la década de los 70. Estaremos de acuerdo en que son más recordados discos de la banda como el citado “Crime Of The Century” o el futuro “Breakfast In America”, pero la calidad de las canciones aquí incluidas, el carácter compacto del disco, referido en el aspecto de solo disponer de 7 canciones (aunque la mayoría de larga duración), a cuál de ellas mejor y que nos hace pensar en una exhaustiva criba para incluir únicamente piezas maestras, hace que el disco tenga un empaque y una cohesión pocas veces alcanzadas.

Estas características citadas no hacen de “Even In The Quietest Moments…” un disco monolítico. La variedad de estilos y el diferente sonido aportado por cada una de las piezas hacen que la escucha se haga placentera, llevadera, entretenida y que cuando te quieras dar cuenta se haya acabado la audición.

Entremos en matería y comencemos por el principio. Para abrir el disco con vitalismo, alegría y luminosidad, se nos coloca una de las piezas pop por excelencia de la historia de la banda. El carácter semiacústico, principalmente aportado por la guitarra, de “Give a little bit”, entonada por la agudísima voz de Roger Hodgson, nos transporta a la filosofía del amor libre y las tendencias hippies de la época: “Dame un poquito de tu amor, yo te daré un poquito de mi amor, hay tanto que necesitamos compartir, así que lánzame una sonrisa y demuestra que te interesa”. Ligera, inmediata, fácil de tararear y un ejemplo de que las bandas sofisticadas lo son porque quieren, ya que si se lo plantean pueden ser sencillos y a la vez sublimes; tarea difícil, no crean. “Lover boy” supone el estreno vocal de la alternancia de cantante habitual de la banda. Rick Davies nos presenta la historia de un crápula, con un sonido amable, irónico y vodevilesco sobre todo en la parte inicial con las desnudas notas de piano, y es que Rick ya avisa que “te lo dije desde el principio, te romperá el corazón. No puedes parar al amante, no puedes parar al amante”. Poco a poco la canción va ganando instrumentos y pasa a ratos a tener un sonido melódico sostenido algo hipnótico. A mitad del corte se vuelve a la línea del inicio, con algunos coros agudos de aire jocoso, para posteriormente volver a la estructura de la 2ª parte con la inclusión de acordes de guitarra eléctrica. Destacable es la aceleración progresiva que adquiere la pista en su parte final con un endiablado Rick encadenando palabras, todo ello tras el falso final que te hace creer que esto se acabó. La canción título se nos presenta a continuación. El momento más relajado del disco, sin duda totalmente en consonancia con el título de álbum y de la propia canción. Un Roger Hodgson, pausado, nada histriónico y acompañado de pocos instrumentos, principalmente una guitarra acústica, el trinar de los pájaros y una aportación de flauta por parte de John Helliwell. Algo de recargo se gana al final con la entrada de teclados de la época, una línea de bajo y la batería algo pausada. “Downstream” es otro de los momentos cedidos vocalmente a Rick Davies y quizás mi favorita del disco. Esta canción tuve la suerte de conocerla en directo, antes de escucharla en el propio disco, en el concierto que ofreció la banda en primavera de 2002 en la plaza de toros de Vistalegre. Aquella interpretación de Rick, con el escenario para él solo, acompañado de su negro piano de cola y una simple luz blanca cenital iluminándole, supuso uno de los mejores momentos de aquel show. La excelencia, el sentimentalismo tan sincero aportado y la belleza de su textura, hicieron que sin conocer el tema en cuestión me quedara con el detalle y al poco tiempo, al completar la discografía de la banda, la buscara entre todos los discos hasta por fin dar con ella en el presente álbum. Una balada con una simple melodía de piano clásico, la rasgada voz de Davies y versos tales como “cogimos una barca el domingo para navegar a lo largo del mar. Todo aquello eran tan agradable, tú y yo, no teníamos ningún problema o preocupación, y todo era silencio alrededor. Tú eres la razón por la que yo nací, estar contigo todas las estaciones del año, siempre te escucharé cuando me llames…” hacen de esta canción una de las canciones de amor más intensas y emocionantes que un servidor ha escuchado. Si de por sí les parecen bonitos los versos escritos por estos chicos, no les digo nada lo que supone escucharlos en la sentida interpretación de Rick. Igualmente es una de las grandes desconocidas del género cuando puede estar a la altura de clásicos del género por méritos propios como “Against all odds” de Phil Collins. “Babaji” por otro lado se trata de una pieza de sonido obtuso y con unos altos y bajos sonoros que nos llevan a cierto desasosiego en contrapunto con lo encontrado hasta ahora, a pesar de su decadente y pausado comienzo. “From Now On” es una canción que a los residentes en la Comunidad de Madrid les sonará. Ha sido una de las canciones que han sido trilladas durante mucho tiempo para promocionar el recinto ferial de Madrid (como ya pasó en su día con “The show must go on” de Queen). Canción coral, con un excelente saxofón dirigido por John Helliwell y otro momento de protagonismo vocal de Davies. Por sacarle algún defecto, quizás el final sea algo repetitivo, aunque me da a mí que esa percepción por mi parte es algo errónea y se fundamenta en la insistente publicidad ya mencionada. Un himno de la alegría y el optimismo firmado por los Supertramp. Para cerrar el disco se pone una de las canciones preferidas de los puristas de Supertramp. Cierto que a la banda en los grandes foros se le recuerde por “The logical song”, la propia “Give a little bit” o “Take the long way home”, pero la canción que baja el telón de “Even In The Quietest Moments…” es quizás la composición más intensa, elaborada y compleja de la historia del grupo. Podríamos decir algo así como que “Fool’s overture” es el “Bohemian Rhapsody” o el “Echoes” personal de la banda. El comienzo con unos sonidos de las multitudes en las calles y las campanadas de un reloj dan paso a Roger Hodgson que empieza susurrante y con poco recargo musical. La intensidad se va ganando poco a poco durante los 10 minutos de duración de la pieza y termina de forma estruendosa, progresiva y acelerada para terminar con los mismos efectos de sonido del inicio. Si el disco abría con un tema lleno de luz, de corta duración e inmediato, el disco cierra con una canción totalmente opuesta: sombría, de regusto agrio, larga y muy compleja musicalmente hablando. Para mi gusto, se trata de uno de esos temas que quedan perfectos al final de un álbum y que te dejan casi hipnotizado, embobado, completamente absorto en lo que acabas de escuchar.

El disco fue un notable éxito para la banda, aunque el definitivo estallido comercial del grupo vino de la mano de los 2 siguientes discos “Breakfast In America” y “Famous Last Words”. A la hora de la grabación del último trabajo citado, Roger Hodgson andaba con un pie y medio fuera de la banda. El abandono de uno de los líderes de la banda se hizo definitivo tras la gira que dio como fruto la edición del doble disco en directo “Paris”.

El grupo continuó como cuarteto durante los años 80 y facturó “Brother Where You Bound” un disco conceptualmente parecido al hoy analizado en lo referido al corto número de canciones incluidas y en 1987 “Free As A Bird”, el disco más pop que haya grabado Supertramp en su historia y que incluía joyas como la bailable “I’m begging you” y la hermana menor de “From now on”, que no era otra que la propia “Free as a bird”.

Un largo parón de 10 años hacía pensar que la banda estaba muerta. En este período, el bajista Dougie Thomson dejó el grupo y la banda se reforzó con el reclutamiento del miembro de Crowded House Mark Hart, que a su vez hacía las veces de Roger Hodgson en directo, encargándose de las canciones vocales del mismo. En 2002 salió a la venta “Slow Motion” un disco muy jazzistico dentro de la historia de Supertramp y por última vez salieron de gira. Desde entonces, lanzamientos de recopilatorios y poco más se sabe.

Lo cierto es que los componentes de Supertramp ya tienen una edad, y quizás el hecho de la reunificación de Crowded House y la suma a la causa de Mark Hart, hacen que la actividad de la banda esté en un punto muerto muy difícil de reanimar. A día de hoy Rick Davies vive en su mansión de Long Island, llevando una vida tranquila y disfrutando del rédito de los éxitos cosechados durante su dilatada trayectoria. Roger Hodgson sigue con su carrera en solitario y no hará mucho tiempo se pasó por Madrid para ofrecer un concierto.

El disco que hoy les dejo para escuchar es un ejemplo de elegancia, refinamiento y buen gusto. Simplemente deténganse a ver la portada del mismo con esa instantánea de un piano nevado en mitad de un gélido y alpino paisaje. Todo ello está visto desde una ventana cuyo cristal está roto en la contraportada. Supertramp durante los años 70 destacó siempre por sus emblemáticas portadas y la de “Even In The Quietest Moments…” es un claro exponente. Se puede considerar como un disco a mitad de camino entre la música moderna y la música clásica. No sé si tan altas valoraciones hagan que a la hora de escucharlo (si es que todavía no lo conocen) la sensación que les quede es la habitual de “no es para tanto”, que suele aparecer cuando a uno le han hablado tan bien de algo. Bueno, pues si les va a pasar esto, entonces les diré que es un disco del montón, pero en ese caso les estaría mintiendo. Más que imprescindible, disfrútenlo.
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